LA OSCURA HISTORIA
DETRAS DE LA TITA Y LA RHODESIA.
La
fabricación de galletitas para consumo masivo comenzó en 1875 de la mano de
Bagley, cuando por una resolución del ministerio de Economía, durante la
presidencia de Nicolás Avellaneda, se eximió a la compañía del estadounidense
Melville Sewell Bagley, del pago de impuestos aduaneros para que pudiera
importar las maquinarias necesarias para elaborar aquí ese alimento que hasta
ese momento se importaba del Reino Unido.
La primera galletita lanzada por Bagley en la Argentina se llamaba Lola y se hizo muy popular. El Perito Moreno llevaba galletitas Lola a sus expediciones y le convidaba a los tehuelches. Decían que era tan sana, por no tener agregados artificiales, que era parte de la dieta de los hospitales. Precisamente, cuentan que mientras un enfermero trasladaba en una camilla a un paciente que acababa de morir rumbo a la morgue, un visitante que pasaba, acotó: “Este no quiere más Lola”, dando origen a esa frase que describe a alguien se dio por vencido.
La Argentina es el país del mundo con mayor consumo de galletitas. Cada uno de nosotros se come, por año, entre 12 y 13 kilos de este alimento.
Posiblemente no exista, para el paladar de los consumidores argentinos, golosinas clásicas tan populares como la Tita y la Rhodesia. A través de los años ambas se han ganado el cariño y simpatía de un pueblo entero, pero la desconocida historia detrás de estas golosinas revela oscuros entramados de infidelidades, asesinatos y envidias.
La primera galletita lanzada por Bagley en la Argentina se llamaba Lola y se hizo muy popular. El Perito Moreno llevaba galletitas Lola a sus expediciones y le convidaba a los tehuelches. Decían que era tan sana, por no tener agregados artificiales, que era parte de la dieta de los hospitales. Precisamente, cuentan que mientras un enfermero trasladaba en una camilla a un paciente que acababa de morir rumbo a la morgue, un visitante que pasaba, acotó: “Este no quiere más Lola”, dando origen a esa frase que describe a alguien se dio por vencido.
La Argentina es el país del mundo con mayor consumo de galletitas. Cada uno de nosotros se come, por año, entre 12 y 13 kilos de este alimento.
Posiblemente no exista, para el paladar de los consumidores argentinos, golosinas clásicas tan populares como la Tita y la Rhodesia. A través de los años ambas se han ganado el cariño y simpatía de un pueblo entero, pero la desconocida historia detrás de estas golosinas revela oscuros entramados de infidelidades, asesinatos y envidias.
La
Tita fue creada por Edelmiro Carlos Rhodesia en 1949 y la Rhodesia nació posteriormente,
cuando la fábrica ya estaba en manos de Terrabusi. Rhodesia fue un joven
empresario, pionero en la industria alimenticia argentina hacia finales de los
años 40. Nació en Lobos, provincia de Buenos Aires, a principios de siglo XX y
después de finalizar una carrera militar sin grandes lauros vuelve a su ciudad
natal donde funda una pequeña compañía. En 1943 conoce a una viuda con la que
se casaría dos años después, Lidia Martinez de Terrabusi.
Ni
fueron felices ni comieron perdices, aunque sí, galletitas. Lidia engañaba a
Rodhesia descaradamente. A tal punto que esas infidelidades dieron origen a la
hasta hoy comercializada galletita Melba. La historia cuenta que en 1947 nace
la primera y única hija del matrimonio, a la que bautizan Melba. Pues bien,
Edelmiro Carlos Rodhesia advierte que la niña no se parecía mucho a él, ya que
tenía un color de piel oscuro, muy diferente a su tez blanca. Esto le genera
grandes conflictos y discusiones con su esposa sobre la paternidad de su hija.
Por eso las galletitas Melba son oscuras, de chocolate con relleno sabor a
limón, casi una metáfora de acidez entre la dulzura.
Una
tarde de 1949, Rhodesia, decide preparar un postre casero que había aprendido a
cocinar en sus años de estudiante. El postre consistía en dos galletitas dulces
rellenas recubiertas con un baño de chocolate. Melba, la niña que entonces
tenía dos años, al no poder pronunciar correctamente la palabra “galletita” la
nombraba “Tita”, y fue así como la preparación fue bautizada.
El
éxito de la empresa fue inmediato, y sus ventas se multiplicaron enormemente
con la llegada de la televisión. Pero no todos veían con buenos ojos el ascenso
de Rhodesia. Los Bagley, familia tradicional productora de golosinas, sufrió
increíbles pérdidas y estuvo cerca de declararse en bancarrota.
Rodhesia
fue asesinado. No hay datos ciertos sobre las circunstancias de un homicidio
que hasta el día de hoy fue acallado por sus protagonistas. Pero según la
investigación del profesor Ricardo Bordato, en marzo de 1956 Roberto Bagley, un
impulsivo joven heredero de la fortuna de su familia, disparó repetidas veces
sobre la espalda de Edelmiro Carlos mientras éste preparaba el dulce de leche
repostero. Edelmiro Carlos murió al instante, Bagley estuvo prófugo varios
meses hasta que fue capturado en Holanda.
En
marzo de 1959 Lidia Martínez, viuda de Rodhesia, vendió la empresa de Edelmiro
Carlos al primo de su primer ex marido, José Félix Terrabusi y posteriormente
la empresa lanzó la golosina Rhodesia en honor a aquel mártir.
Hasta
el momento de su fallecimiento en 1989, Lidia jamás hizo declaraciones públicas
sobre el asesinato de su último marido, algo que para todos, sencillamente
sigue siendo un misterio.
Lo
cierto es que de todo este lío, quedó una hija, una señora de 70 años que vaya
a saber por dónde andará y que, tras su tragedia ostenta como nombres propios,
los de dos galletitas: Melba Rodhesia
FUENTE: Juan Carlos Bossi, Indalecio: ¡¡¡gracias!!!!