1945 EL 17 DE OCTUBRE Por Norberto Galasso
Los trabajadores irrumpen en la Plaza de Mayo reclamando
la presencia de Perón.
A la noche, Perón, ya liberado, habla a la multitud desde
el balcón de la casa de gobierno. Los jefes militares opositores al Coronel son
desplazados. El Presidente ratifica que habrá elecciones libres. Opiniones de
diversos políticos e intelectuales sobre esa jornada histórica.
Por Norberto
Galasso
El 17 de octubre
A la misma hora en que Juan se acomoda en una suite de un piso alto,
habitualmente destinada al capellán, del Hospital Militar Central de la calle
Luis María Campos, los trabajadores se ponen en marcha para concretar una
jornada histórica.
-A las 7 -informa la policía-, en Brasil y Paseo Colón fueron obligadas a
dispersarse alrededor de mil personas que venían desde la provincia de Buenos
Aires y se dirigían hacia Casa de Gobierno. Poco después, se conoce la
información de que el ferrocarril del sur ha dejado de funcionar, y que se
encuentran los trenes detenidos por los trabajadores en Gerli y Lanús. A las 8
y 30, es disuelta una manifestación en el cruce de Independencia y Paseo Colón.
A las 8 y 40, alrededor mil quinientas personas se concentran en Plaza de Mayo.
A las 9, por Alsina hacia el oeste, va una columna estimada en cuatro mil
trabajadores.
A las 9 y 30, es dispersada una numerosa concentración reunida frente al
Puente Pueyrredón, del lado de la provincia.
Se estima que alcanzaría aproximadamente a diez mil personas. A esa hora,
las fuerzas de seguridad levantan los brazos del puente para impedir el acceso
de los manifestantes a la Capital, pero rato después se bajan, facilitando el
paso.
A las 10 se disuelve una manifestación de cuatrocientas personas en México
y Azopardo, mientras se informa que algunos manifestantes han logrado cruzar el
puente sobre el Riachuelo y que una columna de diez cuadras avanza por la calle
Montes de Oca hacia el centro.
-En esa mañana del 17 de octubre -recuerda Arturo Jauretche- vino
a verme un dirigente de Lanús, Pedro Arnaldi, obrero de la construcción,
artesano especialista en chimeneas de casas-habitación. Serían las 9 y 30 de la
mañana. Entra y me dice: -Doctor, nos venimos todos al centro. -¿Quiénes - Nosotros,
todos, los obreros, los bolicheros, la gente del barrio, los maestros de
escuela, todo el barrio se viene al centro. Porque ya no hay más radicales, no
hay más conservadores, no hay más socialistas. Hay peronistas. La gente está
con Perón y no hay más remedio. O Perón o la oligarquía. ¿Qué hago, doctor?-.
Le dije: -¡Agarrá la bandera y pone te al frente!... Así empezó esa marcha
increíble, gente que vino desde La Plata, columnas que venían a pie, desdé
todos los ángulos... Pedro Arnaldi, que movía treinta votos en Gerli, pasó el
Puente Pueyrredón con su bandera al frente de diez mil almas... 2.
-Y en todas las provincias se producía el mismo fenómeno (...) Aquello era
el enfrentamiento entre la Argentina desconocida y la Argentina conocida.
-El 17 de octubre fue una Fuenteovejuna, nadie y todos lo hicieron 3,
A mitad de mañana, algunos grupos de trabajadores reclaman frente al
Hospital Militar. Exigen ver a Perón, quieren constatar que se encuentra bien.
Ante la insistencia, se les pide que designen cuatro delegados, quienes logran
ingresar al Hospital, pero finalmente la entrevista no es autorizada.
Mientras, las radios informan que se está generalizando la huelga, no
obstante que la CGT ha decidido el paro para e! día 18.
Según las informaciones que se difunden, ya han parado los trabajadores de
Noe!, Alpargatas, Dodero, Klockner, Cristalería Papini, Frigoríficos de Zárate
y de Berisso, líneas ferroviarias, a lo cual se agregan los paros ya decididos
desde días anteriores, en Tucumán, Chaco, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y San
Juan.
La policía comunica, a su vez, que por la avenida Asamblea, en dirección
hacia la Av. La Plata, marcha un grupo de cuatrocientas personas, y que en
Bernardo de Irigoyen, avanza hacia Av. de Mayo una gran columna que se estima
en veinte mil trabajadores.
En Plaza Miserere se organiza una concentración numerosa que domina la
calle Rivadavia y toma camino hacia e! río.
Leopoldo Marechalla recuerda así: "Me llegó desde el Oeste un rumor
como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia
{donde yo vivía}; e! rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí
primero la música de una canción popular y en seguida, su letra: -Yo te
daré / te daré, patria hermosa / te daré una cosa / una cosa que empieza con P
/ Perooooón. Y aquel –Perón- resonaba periódicamente como un cañonazo. Me vestí
apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo
hacia la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban:
no habia. rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo
de su líder. Era la Argentina –invisible- que algunos habían anunciado
literariamente, sin conocer ni amar a sus millones de caras concretas y que no
bien la conocieron, les dieron la espalda. Desde aquellas horas, me hice
peronista 4.
Asimismo, a las 11, cuarenta empleados de la Corporación de Transportes
sacan Ia.;j camiones y con banderas se dirigen hacia el Centro.
Al mediodía, la policía vuelve' dispersar a grupos de manifestantes que se
habían concentrado en Plaza de Mayo. Perdi gran parte de la movilización toma
rumbo ahora hacia Palermo, en busca del Hospital Militar.
Por Las Heras, en dirección a Plaza Italia, una columna de varias cuadras,
que engrosa permanentemente, levanta cánticos y consignas exigiendo la
liberación del coronel Perón.
A la misma hora, dos sindicalistas ferroviarios, Florencio Soto y Juan A.
Caru obtienen autorización para una breve entrevista con Perón. Apenas
liberado, Me // también concurre a entrevistarse con Perón, con quien almuerza
cambiando impr // acerca de los sucesos en curso.
Los organismos de seguridad informan que -desde el mediodía, una
marejada humana se volcó por diversas arterias en dirección al Hospital Militar
Central, al grito de -¡Perón!, -¡Perón!. Luego se detuvieron
frente a ese nosocomio, condensándose allí el grueso de la columna y
desbordando hacia calles adyacentes.
Inesperadamente, enormes columnas de obreros comenzaban a llegar -escribe Scalabrini Ortiz-.
Venían con su traje de fajina porque acudían directamente desde las
fábricas y talleres...
Eran rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, CO. greñas al
aire y las vestidoras escasas cubiertas de pringues, de resto de brea, de
grasa, aceites. Llegaban cantando y vociferando unidos en una sola fe... Un
pujante f sacudía la entraña de la ciudad... Venían de las usinas de Puerto
Nuevo, de los ta Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San
Martín y Vicente López.1 fundiciones yacerías de! Riachuelo, de las hilanderías
de Barracas. Brotaban de tanos de Gerli y Avellaneda, o descendían de las Lomas
de Zamora... Era el subsuelo de la patria sublevado"6.
A esa hora, FORJA ya ha dado un comunicado en el que sostiene que -en
el debate planteado en el seno de la opinión, está perfectamente deslindado el
campo entre la oligarquía y el pueblo (...) y que, en consecuencia, expresa su
decidido apoyo a las masas trabajadoras que organizan la defensa de sus
conquistas sociales. Patria, Pan y Poder al Pueblo 7.
La policía informa que alrededor de dos mil personas marchan por la calle
Corrientes hacia el centro. En Plaza de Mayo son dispersados grupos de
manifestantes, siendo las 12 y 30. Una hora después, aparecen nuevamente
trabajadores en Plaza de Mayo, y resultan vanos los esfuerzos policial es por
despejar la zona.
Sin embargo, no se trata, a esa hora, de miles de concurrentes en la plaza
histórica, como se ha afirmado erróneamente más de una vez. La concentración
importante, en ese momento, se produce ante el Hospital Militar, y recién
después de las 15 crece la concentración popular en Plaza de Mayo.
En esos momentos, el coronel Gemetro -devoto del orden- le sugiere a
Ávalos: u-General, si a esa gente no la para la policía, lo podemos hacer
nosotros con unos pocos hombres (...) -Quédese tranquilo, Gemetro, no va a
pasar nada -contesta Ávalos-. Todo lo que la gente quiere es ver a Perón, saber
que Perón está bien. Después se irán como vinieron 8.
La actividad comercial e industrial se halla paralizada desde las primeras
horas de la mañana. -Yo estaba en mi casa, en Santos lugares -recuerda
Ernesto Sábata-. No había diarios, no había teléfonos, ni transportes. El
silencio era un silencio profundo, un silencio de muerte. Y yo pensé para mí: esto
es realmente una revolución. Era la primera vez en mi vida que asistía a un
hecho semejante. Por supuesto, había leído sobre revolucion 16...
-Todos tenemos, en general, una idea literaria y escolar de lo que es una
convulsión de esa naturaleza. Pero es una idea literaria, sobre todo en este
país, donde la gente ilustrada se ha formado leyendo libros preferentemente en
francés. Y todavía hoy, ve con enorme simpatía, cada vez que llega el 14 de
julio, en las vitrinas de la embajada francesa, en la calle Santa Fe, un
descamisado tricolor tocando un bombo, rodeado por otros descamisados que
vociferan y llevan trapos y banderas. Todo eso les parece muy lindo y hasta de
buen gusto, porque. está en la avenida Santa Fe, sin comprender que esos
hombres allí representados eran precisamente descamisados y que esa revolución,
como todas, por otra parte, fue sucia y estrepitosa, obra de hombres en
alpargatas, que golpeaban bombos y que seguramente también orinaron, como los
descamisados de Perón en la Plaza de Mayo, en alguna plaza histórica de Francia
(...) A mí me conmueve el recuerdo de aquellos hombres y mujeres que habían
convergido sobre la Plaza de Mayo desde Avellaneda y Berisso, desde sus
fábricas} para ofrecer su sangre por Perón 9.
-Después del mediodía -testimonia Angel Perelman- la actitud de la
policía comenzó a cambiar. Lo notamos en los numerosos vigilantes que perdían
su aire de autoridad (...)
A las 15, vimos pasar un camión de Correos cargado de vigilantes que
gritaban, ante nuestra sorpresa: -¡ Viva Perón!
La policía había advertido que el orden ya no existía (...) que el poder
estaba repartido en varias manos.. La crisis del poder liberó los verdaderos
sentimientos de los agentes de la tropa, muchos de ellos provincianos y con
bajos sueldos. Desaparecida, en el curso de la jornada, la presión jerárquica,
los vigilantes se declararon peronistas lO.
Este cambio lo pueden comprender los poetas, finos buceadores de las almas,
salvo cuando están sometidos al dogma stalinista, como es el caso de Raúl
González Tuñón: (...)
Algo me chocó (en aquella multitud): un grito que jamás había oído, ni en
mi infancia, en las grandes concentraciones obreras, ni mucho después, un grito
que en los últimos tiempos nadie oyó jamás, no hubiera podido oírse en la
Semana Trágica, ni en la Patagonia de los fusilamientos: los más exaltados
gritaban, al pasar por donde se veían sin intervenir para nada, a los agentes y
oficiales policiales: -¡Viva la policía! 11.
Aproximadamente a las 15 y 30, alrededor de veinticinco sindicalistas
mantienen una reunión con Perón, en el Hospital Militar, a la que asisten
también el sacerdote Emilio Carreras, Fernando Estrada y Domingo Mercante. -Perón
nos pidió que mantuviéramos la calma y realizáramos las manifestaciones con cultura
(...) y sin corte de agua, ni de electricidad l2.
Aunque algunos ensayistas otorgan poca importancia a esta entrevista, lo
cierto es que a partir de esa hora comienza a intensificarse la afluencia de
público hacia Plaza de Mayo.
Por diversas arterias -como cuando los ríos bajan por las montañas, como
pequeños hilos de agua, para confluir en torrentes indetenibles -, diversas
columnas ganan el centro de la ciudad en dirección hacia la plaza histórica.
-La multitud tomaba los cables del trole de los tranvías -señala Perelman-, los
daba vuelta y el motorman empezaba a manejar el vehículo en dirección inversa.
Los manifestantes subían entonces atropelladamente al tranvía, lo ocupaban por
entero y se encaramaban a sus techos, mientras que los trabajadores que no
habían podido meterse en el vehículo hacían lo mismo con el ómnibus, camión o
tranvía siguientes. El sistema de transporte de Buenos Aires adquirió un orden
rígido: ese día funcionó en una sola dirección 13.
En las primeras horas de la tarde, varias columnas confluyen en Avellaneda,
ante el puente ubicado en la unión de las calles Pavón y Mitre. -Era una
muchedumbre de cincuenta mil personas -sostiene Cipriano Reyes, uno de
sus líderes-. Ahí estaban grandes contingentes del frigorífico La Negra,
encabezados por su secretario general Ángel Yampolsky, de las fábricas de
vidrio de Papini y otras empresas de Temperley, Lomas, Lanús, etc., movilizados
por los compañeros Vicente Garófalo, José Calverio, Raúl Pedrera, Helio Mutis y
Juan Rodríguez... Pero -apenas pasadas las16- cuando la
multitud se apresta a pasar, las pasarelas del puente son levantadas para
evitar su paso... -Vamos por el ferrocarril -gritaron algunos. -Vamos por el
otro puente... En esos momentos se produce un hecho insólito. A orillas del
Riachuelo hay pilas de maderas, troncos y palos de árboles, algunas canoas y
pequeños botes viejos abandonados: los más audaces manifestantes se lanzan al
agua abrazados con una mano a esos troncos y tablones, o asidos a los bordes de
los botes y remando con la otra mano, tratan de cruzar a nado (...) Aquello fue
un espectáculo maravilloso (...) 14. -Esa tarde del 17 de octubre me tocó
protagonizar un episodio importante... Los puentes sobre el Riachuelo habían
sido levantados... Entre otros, Enrique Fontán y yo... solicitamos al teniente
coronel Benito, quien ocupaba las tres carteras del gobierno, que se bajaran
los puentes... Este consultó con el interventor, Gral. Francisco Sánez y al
rato regresó con la respuesta afirmativa... Después, supe que Benito había sido
compañero de Perón en el Ministerio de Guerra y que Sáenz había formado parte
del GOU"15. -Es un misterio quién subió el puente -declara Cipriano
Reyes- y quién lo bajó (...) Y cuando lo bajaron, pasamos, y del otro lado
estaban los cosacos, esperando con la caballería. Hubo una descarga cerrada.
Nos miramos: habían tirado al aire. Entonces, atropellamos. Entonces, la
policía dijo: -Larguen, larguen, quién ataja esto- y se fueron... Nosotros
seguimos por Montes de Oca y por otras calles16.
-Pasamos como balazo -recuerda Juan Carlos Giadas- (...) y anduvimos
gritando y qué se yo (...) Era un enloquecimiento tremendo. Nos abrazábamos y
gritábamos como locos (...) fue muy lindo. Una muchedumbre así, que estaba
motivada, a medida que crece el entusiasmo se va enloqueciendo cada vez más.
Decíamos que había que dar la vida por Perón y fue algo que emocionaba y
contagiaba el sentimiento: mucha gente lloraba (...) 17.
Entre la gente más combativa de esa columna, se destaca María Roldán, delegada
de los trabajadores del frigorífico, quien rato antes había dado un fervoroso
discurso delante de la Casa de Gobierno de La Plata.
-Era un espectáculo asombroso -recuerda José Enrique Miguens-. Buenos
Aires nunca había visto una cosa así. La ciudad, en esa época, era muy formal
en el vestir, todo el mundo en el centro andaba de saco y corbata, con trajes
de colores oscuros, y todos con sombrero o rancho, y la gente grande alguna que
otra gorra, de esas con alambre adentro que le daban forma, pero nadie andaba
con la cabeza descubierta. Hasta los trabajadores y artesanos que caían al
centro a hacer algún trabajo, venían de saco y corbata para diferenciarse de
los malevos haraganes que con el saco usaban el lengue... Los sociólogos
sabíamos que en los últimos años se había concentrado más de un millón y medio
de obreros industriales en los alrededores de la Capital, pero eso era solo un
número, nadie los había visto. Y de pronto comenzaban a aparecer desde todas
las calles, muertos de cansancio y de sed, arrastrando los pies, miles y miles
de patéticos personajes. Hombres y chicos en alpargatas, con la cabeza
descubierta, con pantalones muchos de ellos desflecados y camisas abiertas por
el calor, mujeres con chicos en brazos con camisolas largas sin ninguna forma
de vestido (oo.) Iban -primero- a la elegante fuente que adorna la Plaza de
Mayo a meter en el agua los pies destrozados por kilómetros de caminata y
después se iban tirando en el suelo, a descansar, en cualquier lugar
18.
Hubo, sin embargo, quienes quedaron al margen de la movilización: -Nosotros
no participamos del 1 7 de octubre -recuerda, con pesar, un dirigente gremial
del Partido Comunista-. Los metalúrgicos que nosotros controlábamos
trabajaron... el 17 de octubre. No lo entendimos, no seguimos a la masa y nos
costó muy caro... 19.
Según un periodista, se trata de algo más grave aun que la desvinculación
del movimiento de masas: -A las 13, el ministro de Marina había rechazado
un ofrecimiento de dirigentes comunistas para que obreros armados de esa
tendencia enfrentasen a los trabajadores peronistas. 20.
-Por el Puente Uriburu, vieja barriada de Puente Alsina
-vuelve a recordar Cipriano Reyes-, entraban las huestes de los
frigoríficos Wilson y 'la Blanca', organizados por los compañeros Enrique
Dellabusca, Francisco Díaz, Juan Chaín y Narciso Rodríguez... Por el puente
Nicolás Avellaneda ingresaban trabajadores de los frigoríficas, de Luz y Fuerza
y otros gremios organizados por los compañeros José Presta, José García,
Enrique Novoa y otros... Por el norte, llegaban las concentraciones de Vicente
López y Olivos que iban primero hacia el Hospital Militar, con sus delegados y
activistas como Hilario Salvo, Federico Helweis, Ramón Montenegro y Víctor
Visca 21.
-Uno que va al frente de una columna, lleva un letrero que dice:
Los que estén con Perón, que se vengan al montón, Desde otro lado,
vocean: -Piantate de la esquina, oligarca loco / que el pueblo no te
quiere / y Perón tampoco. 22.
El embajador inglés recuerda:-En las primeras horas de la mañana del
17 de octubre los gerentes de los ferrocarriles ingleses vinieron a decirme que
se había declarado una huelga espontánea, sin organizadores conocidos, en todos
los ferrocarriles, de modo que Buenos Aires estaba aislada. En la tarde de ese
día, decidí que era necesario ir a la Casa Rosada, para decirle al único
ministro que quedaba -el ministro de Marina- que debía asumir la
responsabilidad de proteger los ferrocarriles. Debo confesar que asimismo me
impulsaba una enorme curiosidad por saber qué estaba pasando. Al acercamos a la
Casa Rosada, vimos que la plaza estaba atestada de descamisados, alrededor de
la Casa Rosada había un cordón de Policía Montada, pero no hacían esfuerzo
alguno por impedir el paso de la gente ni se metían para nada con la multitud.
El chofer quería retroceder y tuve que insistir para que siguiera adelante a
muy poca velocidad. Tal como lo había esperado, la multitud nos dio paso no
bien vio la bandera inglesa, contentándose con gritar en forma amistosa: -¡Viva
Perón! ¡Abajo Braden '23.
Esa insólita irrupción de -los desconocidos deja
perpleja y, al mismo tiempo, aterrorizada a la clase alta. Blanca luz Brum
testimonia: -Las barriadas peronistas hasta entonces no habían conocido
el centro de la ciudad de Buenos Aires, las elegantes avenidas donde se aislaba
la soberbia aristocracia vacuna, la cual, detrás de aquellos muros, se
preguntaba aterrada: -y estos 'grasas', ¿son también argentinos? ¿Dónde
estaban? Nunca se habían visto antes... ¿De dónde viene esta chusma 24.
-Recuerdo muy bien el llamado de mi tía Chichita -testimonia Magdalena
Ruiz Guiñazú-. Vivía en la calle Lavalle, entre dos cines, muy cerca de
la Plaza de Mayo, y pensaba que la iban a matar 25.
Años después, un joven periodista se preguntaba: -¿Cuántas veces en
su historia tuvo miedo nuestra oligarquía? Tal vez allá por el novecientos,
cuando conmovían al país las primeras huelgas generales y el coronel Falcón
caía despedazado por una bomba anarquista. Tal vez, en 1919, cuando las calles
de Buenos Aires recogieron la sangre de la Semana Trágica. Pero fue siempre un
miedo confiado, que no minaba aun la sensación de seguridad en que vivía la
vieja Argentina. La agitación social tenía sus límites, fijados por una
industrialización aun incipiente y una clase obrera demasiado escasa para
conmover los cimientos del país. Lo que ocurría era preocupante, pero no
desbordaba las defensas policiales del sistema. Miedo de verdad era, en cambio,
el que había sobrecogido a las casas patricias aquel!? de octubre. La ciudad
había sido invadida y domada por muchedumbres más temibles que el rubio
proletariado del Centenario. Y esta vez, misteriosamente, la policía estaba con
ellas 26.
El lenguaje frío de las estadísticas comprueba ese miedo: la cantidad de
suicidios producidos en la clase alta, en la ciudad de Buenos Aires, alcanza
-entre 1936 y 1945- un promedio de veinticinco por año, mientras que la cifra
correspondiente a este año del!7 de octubre alcanza a treinta y siete, es
decir, un 50 % mayor. ¿Cómo no habrían de estremecerse, entonces, los poetas
exquisitos?
-Usted no sabe lo que fue eso, horrible. Algo tremendo opina
Borges en una ocasión 27. Y en otra, comenta: -Yo estaba avergonzado e
indignado. Eso es, indignado y avergonzado. 28.
-Era un sector numeroso del pueblo, el de los resentidos, el de
los irrespetuosos -escribirá Ezequiel Martínez Estrada-,
individuos sin nobleza... turba... populacho... horda.. recogida con
minuciosidad del hurgador en los tachas de basura, residuos sociales... hez de nuestra
sociedad... chusma... pueblo miserable de descamisados y grasitas, desdichado
pueblo que ha perdido el respeto... nuevo tipo étnico de -cabecitas negras y
-peloduro. 29.
-Ese día, me encontraba en un domicilio privado -relata e!
socialista América Ghioldi-, siguiendo los acontecimientos que habían
sido desencadenados desde arriba. Comprendí entonces que se iniciaba un largo y
doloroso período, que quienes habían planeado lo que se llamaba -la revolución
en el Ejército- habían logrado desencadenar un movimiento de masas que
acompañaría a la dictadura. Con el caer de la tarde, la tristeza me dominó. 30.
Un sindicalista de! mismo partido, Francisco Pérez Leirós, señala: -lstaba
en París representando a los trabajadores libres de la Argentina... Si hubiera
estado en Buenos Aires, hubiera propuesto un paro general contra los
totalitarios... Claro que sí, contra Perón, mejor, contra el peronismo. 31.
-¿Cómo? -se preguntaban los figurones de la oligarquía, azorados y ensombrecidos-,
¿pero es que los obreros no eran esos gremialistas juiciosos a quienes
Juan B. Justo había adoctrinado sobre las ventajas de comprar porotos en las
cooperativas?, dirá cáusticamente, años más tarde, Jorge Abelardo Ramos
32.
La escritora María Rosa Oliver muestra asombro ante ese mundo ignorado: -A
las tres de la tarde, mientras esperaba un taxi frente al Plaza Hotel, ví
llegar gente que formaba un largo pero raleado desfile. No solo por los bombos,
platillos, triángulos y otros improvisados instrumentos de percusión que, de
trecho en trecho, los preceden, me recuerdan las murgas de carnaval, sino
también por su indumentaria: parecen disfrazados de menesterosos. Me pregunto
de qué suburbio alejado provienen esos hombres y mujeres casi harapientos,
muchos de ellos con vinchas que, como a los indios de los malones, les ciñen la
frente, y casi todos desgreñados. O será que el día gris y pesado, o una
urgente convocatoria, les ha impedido a estos trabajadores tomarse e! tiempo de
salir a la calle bien entrazados y bien peinados, como es su costumbre. O
habrán surgido de ámbitos cuya existencia yo desconozco. Su paso un tanto lento
denota que ya han caminado mucho. También parecen algo cansadas las voces que
vivan a Perón 33.
Sin embargo, a pesar de! pánico de los privilegiados, -lo que
movilizó a aquellas masas hacia Perón no fue el resentimiento, fue la esperanza
(...) No rompieron una vidriera y su mayor crimen fue lavarse los pies en la
Plaza de Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela, rodeada de
artefactos sanitarios 34.
-En aquella marcha -señala Blanca Luz Brum - no recuerdo haber visto
rostros que reflejaran odio ni venganzas era la verdadera fiesta del alma de
las multitudes, con un sentido profundo y sereno de justicia: obtener la
liberación de su líder. 35.
Con gran honestidad y lucidez, una mujer de la clase alta escribe: -Era
la turba tan temida. Era -pensábamos- la gente descontenta (...) ¡Y cómo no
había de estado? Con el antiguo temor, nuestro primer impulso fue el de cerrar
los balcones. Pero al asomamos a la calle, quedábamos en suspenso... Pues he
aquí que estas turbas se presentaban a nuestros ojos como trocadas por una
milagrosa transformación. Su aspecto era bonachón y tranquilo. No había caras
hostiles, ni puños levanta. dos... No se pedía la cabeza de nadie. Solo querían
ver y oír al que consideraban su jefe. Exigían, tal vez, la prolongación de ese
poco de justicia social que la clase trabajadora creía haber hallado en él 36.
Mientras, en un piso alto del Hospital Militar, Juan, en pijama, recibe
información de lo que ocurre y espera el desarrollo de los acontecimientos.
Desde la ventana, ha aprecia. do la importancia y el fervor de los trabajadores
que rodean el nosocomio.
Sabe, asimismo, que la marea popular tiende a trasladarse hacia Plaza de
Mayo al difundirse rumores acerca de su probable presencia en Casa de Gobierno.
Conoce, también -por diversos camaradas que se han acercado a vedo- cuál es
el estado de opinión en el Ejército, especialmente en el interior del país e
incluso en Campo de Mayo, donde la gran mayo. ría de los oficiales
nacionalistas lo ven ahora con simpatía, como el único jefe que puede impedir
la vuelta a la época oligárquica, esa vuelta de los viejos regiminosos, de la
mano de Juan Álvarez, facilitada por la estupidez de Ávalos... Pero aun no es
la hora, piensa Juan.
Esta táctica paciente es aceptada por los hombres más experimentados, pero
impugnada, en cambio, por otros más impulsivos. Por ejemplo, el padre Hernán
Benítez: -Hasta mediodía me la pasé azuzando a los muchachos en la calle
para la patriada de la noche. Desde mediodía en adelante traté con muchos
peronistas de la primera hora -casi todos pateados después por Perón- de
persuadir a este de que el levantamiento del pueblo estaba apoyado por otro levantamiento
de los cuarteles, de esa misma tarde, contra Avalos.
Tratábamos de que, convencido Perón de esos dos levantamientos, el popular
y el militar, se levantara él también. Fue levantar a Perón lo que más nos
costó aquella tarde. Porque Perón no es Fidel Castro. Fidel Castro lleva. A
Perón hay que llevado 37.
Han pasado ya las 16, cuando, ante el crecimiento de la concentración
popular, el presidente Farrell envía a algunas personas de su confianza para
que conversen con Perón y busquen la salida a la crisis, entre ellos el
brigadier Bartolomé de la Colina y el general Pistarini. Asimismo, Armando
Antille, radical yrigoyenista que viene colaborando con el gobierno militar, se
convierte en uno de los hombres de mayor confianza de Farrell para llegar a un
entendimiento con Perón.
En el Hospital Militar, -estábamos allí con él -testimonia
Lucero-, sus amigos de las buenas y malas horas, los que siempre hemos
comprendido el significado del honor y el alcance de su patriótica misión 38.
El general Tanco rememora, a su vez: -En un momento estábamos
Quijano, Velazco, Antille, Pistarini, De la Colina, Benítez, Lucero, Molina,
Uriondo, Herrera y yo -la gente entraba y salía-, también estaba el doctor
Mazza y algunos que no recuerdo: Le transmitimos las informaciones que
teníamos, le hicimos conocer nuestra emoción y la seguridad de que la situación
estaba dominada.
-Las llamadas desde la Casa de Gobierno se sucedían. Farrell quería calmar
a la muchedumbre. En determinado momento, Perón, volviéndose hacia mí, me
preguntó: -¿Hay mucha gente? ¿Realmente, hay mucha gente, che?-.
-Nunca me había tuteado. Pero su creciente entusiasmo se comenzaba a
apreciar en su cambio físico y espiritual. 39.
Por su parte, el general Avalos intenta dirigirse al público congregado en
la plaza,
Pero el griterío de los manifestantes lo disuade del intento. Poco después
de las 17, Avalos acepta que Mercante intente tranquilizar a la multitud. Este
toma el micrófono y anuncia:-Ya a hablar el señor ministro de Guerra.
La respuesta de la plaza es contundente: -¡Queremos a Perón!
¡Queremos a Perón! 40.
La rechifla generalizada frustra el intento. Minutos después, Eduardo
Colom, el director de La Época, obtiene autorización del Gral. Avalos para
dirigirse a la muchedumbre, con el encargo de intentar su desconcentración.
Colom pronuncia unas pocas palabras ante el griterío general y
comprendiendo que será inútil intentar disuadirlos, les anuncia a los
trabajadores que Perón estará libre muy pronto y que él mismo irá a buscarlo al
Hospital Militar, para lo cual se retira del balcón, ante el ceño adusto de
Ávalos.
A medida que transcurre el tiempo, este general va comprendiendo que los
trabajadores se han adueñado de la plaza, no quieren escuchar a nadie que no
sea Perón, están dispuestos a mantener la huelga general y a quedarse allí todo
el tiempo que sea necesario hasta que aparezca el coronel.
-Era el cimiento básico de la nación que asoma, como asoman las épocas
pretéritas de la tierra, en la conmoción del terremoto. Era el substrato de
nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente, en
su primordialidad, sin reatos y sin disimulo. Era el de nadie y el sin nada, en
una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el
mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que
una sola palabra traducía (...) Eran los hombres que están solos y esperan, que
iniciaban su tarea de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente
como nunca creí verlo. 41.
-No puedo olvidar, personalmente, el rostro jubiloso de Nicolás Olivari, en
Plaza de Mayo, el 17 de octubre de 1945, confundido entre los demás rostros
eufóricos y anónimos del pueblo. 42.
-Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que
la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la
brisa fresca del río. 43.
-Ya se hacía evidente que el gobierno quería parlamentar con Perón -testimonia el capitán
Russo-. -Recuerdo que entonces Perón me dijo textualmente: -Ha
llegado el momento de aprovechar la debilidad del enemigo 44 .
Hacia el atardecer, Antille mantiene una conversación con Farrell en la
Casa de Gobierno y vuelve al Hospital Militar, acompañado de Hortensio Quijano
y el comodoro Edmundo Sustaita.
Allí acuerdan con Perón que el general Ávalos se traslade al Hospital
Militar. Rato más tarde, Perón y Ávalos vuelven a conversar, después del
gravísimo desencuentro suscitado entre ambos. Presumiblemente, el jefe de Campo
de Mayo busca alguna excusa para explicar su desafortunada conducta y,
asimismo, informa acerca de los últimos cambios operados en la guarnición de
Campo de Mayo. Perón rememora que, en esa oportunidad, -Ávalos me expresó
sus deseos de que yo hablara al pueblo para calmarlo e instarlo a que se
retirara de la Plaza de Mayo. 45.
Los vespertinos de ese día 17 -con excepción de La Época- expresan a los
viejos intereses dominantes. La Razón informa que -numerosos grupos, en
abierta rebeldía, paralizaron, en la zona sur, los transportes, y obligaron a
cerrar fábricas, uniéndose luego en manifestación.
Publica, asimismo, una declaración del Partido Comunista de la provincia de
Buenos Aires, donde se denuncian -los desmanes de elementos peronistas de
Cipriano Reyes y demás aventureros a sueldo de la Secretaría de Trabajo, que en
bandas armadas han ido provocando a la población y obligando a los obreros a
hacer abandono de sus trabajos. Tales hechos han sido denunciados al ministro
de! Interior general Ávalos por este comité. 46.
En cambio, un dirigente comunista -Juan José Real- testimonia que el día 17
estuvo frente a puente Barracas con e! obrero metalúrgico Ángel Ghersi: -Estaban
allí, contemplando la puja de los obreros por pasar e! puente, un grupo de
intelectuales. Uno de ellos, médico de algún renombre, dijo: -Esto se arregla
con un par de ametralladoras-. Arrebatado de indignación, mi amigo exclamó:
-Eso no, compañero. ¡Eso nunca!-. Regresamos y durante el resto del día y del
día siguiente, mi amigo y camarada guardó silencio. ¡Estábamos del otro lado de
la barricada! 47. Después, agrega: -El pensamiento socialista
había quedado paralizado. Al principio, vio en aquella
muchedumbre bandas de desclasados, luego a una juventud obrera inexperta,
arrastrada por un demagogo diabólicamente hábil (...) Cuando luego de algunos
años intenté -débil y aun confusamente- rectificar esos juicios, fui expulsado
del Partido Comunista. 48.
Por su parte, Crítica aparece con grandes titulares, tipo catástrofe: -Grupos
aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de
intimidar a la población. 49. Más abajo, comenta: -En varias
zonas de Buenos Aires, los grupos peronianos cometieron sabotaje y desmanes. 50.
Ya es de noche cuando Ávalos regresa a la Casa Rosada- Angustiosos
cabildeos configuran el cuadro de ese grupo de uniformados, entre los cuales se
mueven algunos civiles, que vanamente intentan tranquilizar a la inmensa masa
humana que ruge frente a ellos y que desatiende sus llamamientos.
El reclamo prosigue incesante: -¡Queremos a Perón! ¡Queremos a
Perón!. Eduardo Colom testimonia: -En el balcón grande, donde
estaban Ávalos, Vernengo Lima, Farrell y otros militares, el ministro de Guerra
trató de hablar a la gente, pero Vernengo Lima le dijo: -Está
cometiendo una grave error, esto hay que disolverlo a balazos y va a ser
difícil, hay mucha gente-. Avalos le respondió: -Que decida el
general Farrell si se va a hacer fuego o no contra la multitud-
-El general Farell afirmó que él no va a tirar contra e! pueblo. El
ministro de Marina insistió, explicando que las ametralladoras están en el
techo: -Si tiramos al aire, se van a ir. Pero el Presidente se mantuvo
inconmovible: -No, señor. No se hace ningún disparo. La gente puede morir por
el pánico. Yo no autorizo nada. 51. ,
Alrededor de las 21 -en momentos en que e! poder de Avalos y Vernengo Lima
se está derrumbando-, llega a la Casa de Gobierno el Dr. Juan Álvarez, con el
listado de los hombres de doble apellido con quienes ha conformado e! gabinete.
Esta vez la oligarquía ha llegado demasiado tarde a la cita con la historia.
Antille, según una versión -Coloffi, según otra- ya ha salido hacia Palermo,
enviado por Farrell, para requerir de Perón cuáles serían las condiciones para
restablecer la normalidad y desconcentrar a los manifestantes.
Desde e! Hospital Militar, el coronel, en pijama, impone ahora condiciones:
-Primero, que Vernengo Lima se mande a mudar; segundo, que la Jefatura de
Policía la ocupe Velazco; tercero, que lo busquen a Pantín y lo pongan al
frente de las fuerzas de mar, y que Lucero se haga cargo del Ministerio de
Guerra. Además, hay que traer inmediatamente a Urdapilleta, que está en Salta,
para que se haga cargo del Ministerio del Interior. Esas son mis condiciones. 52.
Los emisarios de Farrell vuelven a Casa de Gobierno con esta respuesta,
decidiéndose una reunión entre Perón y Farrell, un rato después, a realizarse
en la residencia presidencial. Al mismo tiempo, los altoparlantes anuncian a la
multitud que aproximadamente a las 23, el coronel Perón dirigirá la palabra al
pueblo.
Así, mientras el Presidente abandona la Casa de Gobierno para dirigirse a
la residencia, Juan -después de hablar por teléfono con Eva, según señala Luna-
se viste con ropa de civil y -acompañado de dos ayudantes militares y del
Dr. Mazza, sale del Hospital Militar por una puerta trasera. Todos
ellos suben a un automóvil que pasa a manejar el Dr. Mazza, y se encaminan
hacia el encuentro con el general Farrell.
Esta reunión la relata Perón de la siguiente manera, aunque erróneamente la
sitúa en la Casa de Gobierno: -Me dijo Farrell: -Bueno, Perón, ¿qué
pasa?-. Yo le contesté: -Mi
General, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están
esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la
lucha... -Eso está listo -me contestó- y no va a haber problemas-. Bueno,
entonces me voy a mi casa... -¡No, déjese de joder! -me dijo y me agarró de la
mano-. Esa gente está exacerbada, nos van a quemar la Casa de Gobierno. 53.
Mientras Farrell y Perón conversan en la residencia presidencial, Vernengo
Lima se aleja precipitadamente de la Casa de Gobierno con la intención de
declarar en rebeldía a la Armada. Juzga que el Gral. Ávalos lo acompañará en la
intentona y, según un testigo, se despide de él con estas palabras: -Hágase
fuerte, mi general, que yo lo haré con la escuadra (...). 54. Pero
Ávalos no se halla dispuesto a seguirlo. -Se considera vencido y, rato
después, al cruzarse con un periodista que le pregunta: -¿Cómo le va general?,
contesta secamente: -¡Y como quiere que me vaya¡ ¡Como la mierda! 55.
Aproximadamente a las 23, Farrell y Perón ingresan a la Casa Rosada. -Venga,
hable- me dijo Farrell, recuerda Perón. Minutos después, Juan ingresa
al balcón y se abre ante su mirada un espectáculo majestuoso mientras una
ovación atronadora saluda su presencia. En la noche de Buenos Aires, una
inmensa muchedumbre -que algunos estiman en trescientos mil, otros en
quinientos mil y el diario La Época en un millón de personas- vibra coreando su
nombre: -¡Perooooón!, ¡Perooooón!. Los diarios encendidos a
manera de antorchas resplandecen sobre la negrura nocturna celebrando la
victoria. La algarabía popular es indescriptible y esa marea humana proclama
una y otra vez: -¡Ar-gen-ti-na! ¡Ar-gen-ti-na!. Farrell y Perón
se abrazan, produciendo un nuevo estallido de júbilo popular.
El Presidente intenta vanamente dirigirse a los manifestantes, pero el
impresionante griterío no se lo permite. Finalmente, aprovecha un momento de
silencio para decir:
-Trabajadores, les hablo otra vez con la profunda emoción que puede sentir
el Presidente de la Nación ante una multitud de trabajadores como es esta, que
se ha congregado hoy en la plaza. Otra vez está junto a ustedes el hombre que
por su dedicación y empeño ha sabido ganar el corazón de todos: el coronel
Perón. Quiere proseguir pero otra vez los cánticos y los gritos se lo impiden.
El júbilo es indescriptible y después de tantas horas de espera, de tantos
kilómetros recorridos, los trabajadores quieren prolongar ese momento de
triunfo. Ellos son los protagonistas fundamentales de esa jornada histórica, de
ellos es ese 17 de octubre y no hay títulos ni jerarquías mayores que la
voluntad del pueblo... Recién minutos después, el Gral. Farrell puede agregar
que el gobierno no será entregado a la Corte Suprema, que ha renunciado todo el
gabinete y que el coronel Mercante será designado secretario de Trabajo y
Previsión. 56.
Profundamente conmovido, Juan se acerca al micrófono. Él mismo dirá, años
después, que era tan fuerte la emoción que lo embargaba ante esa inmensa masa
humana que aclamaba su nombre, que no sabía cómo armar su discurso:-Imagínese,
ni sabía lo que iba a decir (oo. ) Tuve que pedir que cantaran el
himno, ¡para poder armar un poco las ideas! 57, -Habían ocurrido
muchas cosas desde el día en que renuncié a todo cargo gubernativo¡ la prisión
en Martín García y ese momento en que estaba en el balcón de la Casa Rosada,
frente a una impresionante multitud de humildes hombres y mujeres, que
aguardaban desde la mañana a que yo apareciese. ¡Ahí estábamos el
Pueblo y yo, frente a frente! El Pueblo era todo oídos y yo tenía que ser la
voz. Me asaltaban muchas dudas. ¿Qué decir! Detrás de mí, muy próximos a mí,
todavía, la prisión, la amargura que provocan las defecciones, actitudes
mezquinas propias de pequeños hombres, y ante mí estaba la presencia física de
la única y verdadera soberanía: la del Pueblo. Y el Pueblo quería saber. Yo
comprendía que la circunstancia era histórica. Una torpeza podría convertida en
una anécdota fugaz o en un episodio indigno de sus motivaciones profundas. Fue
entonces cuando la intuición vino en mi ayuda: tenía que pedir al pueblo que,
previo a todo, entonase las estrofas del Himno Nacional. Fue un coro impresionante
por el número de personas y por su solemnidad. La canción patria me centró, me
colocó en el exacto lugar del momento en que vivíamos, para decir la palabra
precisa, el pensamiento justo. Y hablé. ¡Ese discurso fue el mejor que yo haya
pronunciado en toda mi vida! 58.
-¡Trabajadores! Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que
tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de
ser el primer trabajador argentino.
Una larguísima ovación interrumpe su discurso. Cánticos y consignas le im.
piden continuar. Recién después de unos minutos, retama la palabra: -Hoy,
a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio
activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al más insigne
honor a que puede aspirar un solda. do: llevar las palmas y laureles de general
de la Nación. Lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón y
ponerme, con este nombre, al servicio integral del auténtico pueblo argentino.
Nuevas aclamaciones lo obligan a suspender el discurso, para retomarlo de
este modo:
-Dejo, pues, el honroso y sagrado uniforme que me entregó la patria, para
vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que
elabora en el trabajo la grandeza del país.
Los cánticos populares se reproducen y él debe esperar nuevamente: -Con
esto doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la patria: el
Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa inmensa que representa la
síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera
civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo; esto es el pueblo sufriente que
representa el dolor de la madre tierra, al que hemos de reivindicar. Es el
pueblo de la patria, el mismo que en esta histórica plaza, pidió frente al
Cabildo que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de
ser inmortal porque no habrá perfidia, ni maldad humana, que pueda someter a
esta masa grandiosa en sentimiento y en número. Esta es la verdadera fiesta de
la democracia, representada por un pueblo que marcha a pie durante horas
para llegar a pedir a sus funcionarios que cumplan con el deber de respetar sus
auténticos derechos.
Esta referencia hace brotar la pregunta, pues los trabajadores ignoran las
vicisitudes sufridas por Perón en la última semana: -¿Dónde estuvo?
¿Dónde estuvo?
Juan soslaya toda respuesta -que resultaría comprometedora para quien
se halla a su lado, Farrell, y otros jefes militares -y prosigue: -Muchas
veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme
satisfacción, pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque
interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de
los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la
Nación. Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo
por el que yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme.
Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo
traiciona. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano,
mezclado en esta masa sudorosa, estrechar profundamente a todos contra mi
corazón, como lo podría hacer con mi madre. Desde esta hora, que será histórica
para la República, que sea el coronel Perón el vínculo de unión que haga
indestructible la hermandad entre el pueblo, el ejército y la policía, que sea
esta unión eterna e infinita para que este pueblo crezca en esa unidad
espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y del
orden, que esa unidad sea indestructible e infinita para que nuestro pueblo no
solamente posea la felicidad, sino también para defenderla dignamente. Esa
unidad la sentimos los verdaderos patriotas, porque amar a la patria no es amar
sus campos y sus casas, sino amar a nuestros hermanos. Esa unidad, base de toda
felicidad futura, ha de fundarse en un estrato formidable de este pueblo, que
al mostrarse hoy en esta plaza, en número que pasa del medio millón, está
indicando al mundo su grandeza espiritual y material.
Nuevamente, se reproduce la pregunta: -¿Dónde estuvo? ¿dónde estuvo?.
Él nuevamente esquiva la respuesta: -Preguntan ustedes dónde
estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes...
No quiero terminar sin enviar un recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros
hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros
corazones en todas las extensiones de la patria. A ellos, que representan el
dolor de la tierra, vaya nuestro cariño, nuestro recuerdo y nuestra promesa de
que en el futuro hemos de trabajar a sol y a sombra para que sean menos
desgraciados y puedan disfrutar mejor de la vida.
Ante los nuevos reclamos de que explique qué le ocurrió en los últimos
días, intenta concluir el discurso: -Y ahora, como siempre, de vuestro
secretario de Trabajo y Previsión que fue y que seguirá luchando a vuestro lado
por ver coronada la obra que es la ambición de mi vida, la expresión de mi
anhelo de que todos los trabajadores sean un poquito más felices.
Pero la multitud insiste: -¿Dónde estuvo? .
Entonces, responde: -Señores: ante tanta insistencia, les pido que no
me pregunten ni me recuerden cuestiones que yo ya he olvidado, porque los
hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos ni respetados por
sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este
acto con ningún mal recuerdo .
Luego, afirma: -Ha llegado ahora e! momento del consejo.
Trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de
los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los
argentinos. Diariamente iremos incorporando a esta enorme masa en movimiento a
todos los díscolos y descontentos para que, junto con nosotros, se confundan en
esta masa hermosa y patriota que constituyen ustedes. Pido también a todos los
trabajadores que reciban con cariño mi inmenso agradecimiento por las
preocupaciones que han tenido por este humilde hombre que les habla. Por eso,
les dije hace un momento que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque
ustedes han tenido por mí los mismos pensamientos y los mismos dolores que mi
pobre vieja habrá sufrido en estos días. Confiemos en que los días que vengan
sean de paz y de construcción para el país. Mantengan la tranquilidad con que
siempre han esperado aun las mejoras que nunca llegaban. Tengamos fe en el
porvenir y en que las nuevas autoridades han de encaminar la nave del Estado
hacia los destinos que aspiramos todos nosotros, simples ciudadanos a su
servicio. Sé que se han anunciado movimientos obreros. En este momento ya no
existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano mayor, que
retornen tranquilos a su trabajo. Y por esta única vez, ya que nunca lo pude
decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de
paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que
son la esperanza más pura y más cara de la patria.
Otra explosión popular saluda la aprobación dada por el coronel al merecido
descanso del día siguiente y desde algunos manifestantes surge la ocurrencia,
que será coreada luego por todos: -¡Mañana es San Perón! ¡Mañana es San
Perón! .
-He dejado deliberadamente para el último recomendarles que al abandonar
esta magnífica asamblea lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que ustedes,
obreros, tienen el deber de proteger aquí y en la vida a las numerosas mujeres
obreras que aquí están. Finalmente, les pido que tengan presente que necesito
un descanso, que me tomaré en Chubut para reponer fuerzas y volver a luchar
codo con codo con ustedes, hasta quedar exhausto, si es preciso. 59.
Hace un silencio y después de acariciar con la mirada a la inmensa
multitud, se despide con estas palabras: -Y ahora, para compensar los días
de sufrimiento que he vivido, yo quiero pedirles que se queden en esta plaza,
quince minutos más, para llevar en mi retina el espectáculo grandioso que
ofrece el pueblo desde aquí. 60.
Al rato, la imponente concentración comienza lentamente a dispersarse. La
jornada ha sido dura y fatigosa, pero -mañana es San Perón y
se va a cumplir el paro dispuesto por la CGT, aunque ahora a manera de festejo
pues el objetivo ya se ha logrado: los trabajadores han irrumpido
tumultuosamente en el escenario político y han liberado al coronel, quebrando
la fuerza de la oligarquía.
Ahora, las elecciones le abren a Perón el camino al poder.
Sin embargo, si la presencia multitudinaria de los trabajadores ha cubierto
el escenario político, no es menos importante lo que ha ocurrido ese mismo día,
entre bambalinas. Perón no solo se ha recostado en la fuerza popular, sino
también en sus camaradas que conforman esa ala nacional del Ejército que se ha
venido batiendo exitosamente tanto contra los liberales (hombres del justismo,
Anaya, Omstein y otros) como contra los nacionalistas (grupo Perlinger). Son
ellos -Mercante, Lucero, Sosa Molina, Urdapilleta, Mugica, Velazco y tantos
otros- quienes han sostenido su política social desde 1943 y quienes han jugado
dura pulseada contra la Marina y los sectores pro oligárquicos de la propia
fuerza.
Y de ellos provienen las acciones concretadas ese mismo 17 de octubre para
asegurar que el poder que se expresa en la plaza histórica se manifieste
también en los cuarteles.
En horas de la tarde, su amigo Velazco, con el apoyo del coronel José
Domingo Molina, controlaron la Jefatura de Policía -que ya venían manejando de
hecho desde esa misma mañana-, desplazando a Mittelbach.
Horas más tarde, el coronel Carlos Mugica y otros oficiales dominan el 3 de
Infantería, ubicado en Pichincha y Garay, pasando a controlar asimismo otras
fuerzas adyacentes: el Arsenal de Guerra y la Escuela de Mecánica del Ejército,
donde tienen el apoyo de oficiales adictos a Velazco. -El coronel Mugica
-recuerda Lucero-, en un acto de audacia superior, propio de su recia
personalidad, tomó preso al jefe del Regimiento 3 de Infantería y asumió el
comando de la unidad. 61.
Poco después, Mugica -al arrestar al Gral. Santos Rossi- se convierte en
comandante de Primera División del Ejército, que comprende los
regimientos 1,2 y 3, del área metropolitana. En la noche, Pistarini y Lucero se
hacen cargo del Ministerio de Guerra.
El posterior relevo de Vernengo Lima por Pantín y la asunción del
Ministerio de Guerra por Molina conforman, en la órbita militar, la otra cara
del triunfo político logrado cor movilización popular.
Para una correcta interpretación del peronismo, es preciso evitar las
idealizaciones categorizar de la manera más acertada su naturaleza histórica,
pues de otra manera mayor parte de su historia resultará muy difícil de
comprender.
No estamos en presencia de una fuerza clasista, socialista o proletaria
pura que apunta a instaurar el socialismo.
Tampoco se trata del tan meneado fascismo dirigido a evitar una supuesta
revolución social a cargo de una izquierda que se abrazaba con los
terratenientes y el embajador norteamericano.
Apoyado, por una parte, en los trabajadores, y por otra, en un sector
nacional del Ejército, Perón -incorporando asimismo a algunos sectores del
empresariado ( nativo-lidera un frente de liberación nacional que enfrenta a la
alianza establecida por la vieja clase dominante con el imperialismo, apoyada
por amplios sectores de la clase media, la Marina y una parte del Ejército.
Esta distribución de las clases sociales no debe sorprender tratándose de
un país semicolonial que desde hace varias décadas se halla subordinado como
economía complementaria del imperialismo inglés, al cual abastece de alimentos
baratos y al cual entrega su mercado interno.
Suponer que en un país de ese tipo la contradicción principal está dada por
el enfrentamiento proletariado-burguesía constituye una caricaturización del
marxismo y el desconocimiento de todo cuanto sostuvieron Lenin y Trotsky acerca
de la cuestión nacional. O lo que es lo mismo, trasladar mecánicamente la lucha
de clases, tal cual se daba en los países capitalistas desarrollados I con
cuestión nacional resuelta, a países donde esa tarea histórica no se halla
cumplida, como lo advertía incluso Marx, en el Manifiesto Comunista, al
fustigar al llamado socialismo verdadero, que, con su sonsonete
antiburgués, concluía apoyando a los nobles y terratenientes del viejo régimen.
Esa misma noche del 17 de octubre, las fuerzas en pugna quedan así
alineadas, de modo tal que podrían resumirse en la alternativa que resumen las
consignas: Perón o Braden; mate sí, whisky no; liberación o dependencia. Y la
lucha no da tregua: en la madrugada, el almirante Vernengo Lima intenta convencer
a Ávalos de que todavía es posible insurreccionarse para cerrar el camino a los
proyectos del coronel, mientras este, con algunos amigos y en la compañía de
Eva, en el departamento de la calle Posadas, analiza de qué modo construir la
herramienta política para presentarse a la puja electoral. A esa misma hora, en
el interior del país, importantes concentraciones de trabajadores
-especialmente en Rosario, Tucumán, Córdoba y Mendoza- se dispersan en orden
con la alegría del triunfo.
Así ocurre también en Buenos Aires, pero el odio riega de sangre las
primeras horas del día 18 cuando una manifestación peronista es tiroreada desde
adentro del diario Crítica, provocando dos muertos: Darwin Passaponti y
Francisco Ramos.
El significado del 17 de octubre
-El país ya era otro país y no quisieron entenderlo , señala
Arturo Jauretche refiriéndose a los viejos partidos políticos. Y agrega: -La
nueva realidad no cabía ni en el sindicalismo, ni en los partidos políticos
preexistentes... El 17 de octubre, más que representar la victoria de una
clase, es la presencia del nuevo país con su vanguardia más combatiente y que
más pronto tomó contacto con la realidad propia... Lo viejo no comprendía al
país nuevo, tampoco se dio cuenta que ya no podía representar la dirección del
país y mientras discutía sus rivalidades, el nuevo actor tomó posesión del
escenario. 62.
¿Cuál es ese nuevo país al que se refiere Arturo
Jauretche?
Puede afirmarse, como ya se ha señalado apelando a Pirandello, que desde
1935, en la Argentina, se mueven -varios personajes en busca de un autor.
Por un lado, sectores del Ejército que ya no están dispuestos a continuar
actuando como custodios de la usurpación y la entrega oligárquicas, que
abominan de los ingleses y que, en el caso de algunos militares, sustentan una
clara posición industrialista. Por otro, los trabajadores que se han ido
nucleando en las nuevas fábricas del Gran Buenos Aires, provenientes en general
del interior desvalido, resueltos a conseguir mejores salarios y mejores condiciones
de trabajo, en esa Argentina industrial que va emergiendo.
También los empresarios nuevos, en general, hijos de la inmigración y
titulares de capitales nacionales, a quienes interesa un mercado interno en
expansión, protegido de la competencia extranjera. Asimismo, sectores de clase
media pobre del interior del país, pequeños productores y comerciantes de
economías devastadas, como también ese mundo de sub ocupados que ambula de
cosecha en cosecha para malvivir. y en general, todos aquellos que ven
asfixiados sus horizontes por la vieja Argentina agropecuaria, de recursos
inmovilizados (riqueza ictícola, minera, potencial hidroeléctrico, etc.).
Todos ellos confluyen, entre 1943 y 1945, en un gran frente nacional,
cohesionados por su repudio al viejo país y a la dirigencia política
tradicional, tanto de derecha como de izquierda, como así también por un ansia
de crecimiento económico que satisfaga sus diversos reclamos.
Como en todo frente, estos diversos componentes mantienen diferencias
laterales, antagonismos que se subordinan temporariamente en aras de la
coincidencia general, pero que pueden, a veces, acentuarse hasta provocar la
ruptura de esa alianza. Esas diferencias, esa multiplicidad de objetivos exige
un unificador, un árbitro, alguien en quien todos depositen confianza, capaz de
encontrar soluciones razonables para los diferendos entre las partes.
En los países coloniales y semicoloniales, donde el imperialismo expolia no
solo a los trabajadores sino a amplias capas de la sociedad, es común la
aparición de líderes populares que cumplen esa tarea de unificación y
conducción. En el caso argentino, esos amplios sectores sociales que ansían
concluir con el viejo régimen encuentran su hombre en
Juan Domingo Perón.
La interpretación individualista de la historia, tanto sea para elogiar
como para denigrar, supone que ese hombre es el responsable de todo, sea de los
éxitos o de las catástrofes. En nuestro caso, dirá: Perón hizo el 17 de
octubre.
La interpretación de la historia en función de la lucha de clases señala,
por el contrario, que son aquellos actores sociales quienes logran encontrar a
su autor y lo elevan entonces a la cabeza del frente convirtiéndolo en líder.
Es decir: el 17 de octubre lo hizo a Perón.
Sin embargo, la relación dialéctica de continuas acciones recíprocas en
pleno desarrollo de los acontecimientos torna muy difícil establecer hasta qué
punto la actuación del líder es mero resultado de las fuerzas sociales que lo
impulsan y hasta dónde sus condiciones personales juegan también un papel muy
importante.
Baste recordar que un marxista - Trotsky- señalaba que si Lenin no hubiera
llegado al imperio zarista en 1917, posiblemente la Revolución de Octubre no se
hubiera realizado.
En el caso argentino, la interpretación correcta de lo sucedido -sin
pretender glorificar a Perón, ni tampoco caer en el otro extremo de restar
importancia a su actuación- posiblemente resultará de las polémicas que los
investigadores lleven a cabo en el futuro, cuando los odios y los .amores aun
subsistentes se hayan amenguado o desaparecido.
Por ahora, parece posible sostener que esos nuevos protagonistas de la
historia argentina, generaron -aquel 17 de octubre de 1945- un frente nacional
de liberación que fue encabezado por Perón.
Como señala Jauretche, el viejo país no entendió aquello que pasaba delante
de sus narices: ni a la clase trabajadora, ni al liderazgo emergente.
A medio siglo de distancia se comprende que la clase dominante, a través de
los dirigentes conservadores, los grandes intelectuales y los grandes diarios,
haya reaccionado lúcidamente contra estos sucesos, corroborando, una vez más,
que es la única clase para sí , con clara conciencia de sus
intereses.
Con respecto a la incomprensión por parte de la mayoría de dirigentes y
base social del anterior movimiento nacional-el radicalismo-, la explicación
parece residir en la incorporación de la vieja clase media al régimen semi
colonial, así como su sumisión al poderoso aparato cultural de la oligarquía
(la historia mitrista, el liberalismo económico, la literatura exquisita y
lúdica, la democracia formal, la civilización y barbarie ,
etc.).
Más grave aun es la incomprensión de las diversas agrupaciones de
izquierda.
El Partido Socialista, sometido también a esa colonización pedagógica, se
ha convertido en el partido de los consumidores (moneda sana y libre
importación) con fuerte subordinación a Gran Bretaña.
En el caso del Partido Comunista, como ya se ha señalado, la alianza de la
URSS con Inglaterra y Estados Unidos le resultó letal al convertir al
antifascismo -y más aún, a la aliadofilia- en su táctica política y sindical.
Por todas estas razones, no se asombre, pues, el lector, de los juicios que
va a leer seguidamente.
El liberalismo oligárquico, con su virulenta campaña antifascista, ha hecho
estragos en la dirigencia radical.
Nada queda en su pensamiento de los planteos populares de Yrigoyen: -(El
17 de octubre) fue preparado por la Policía Federal y la Oficina de Trabajo y
Previsión, convertida en una gran máquina de propaganda de tipo fascista, con
ramificaciones en todo el país (...) Fue una reproducción exacta de las
primeras manifestaciones populares del fascismo y del falangismo 63.
Según el comunicado emitido por la conducción unionista de la UCR, el paro
pudo realizarse -usando de la coacción y la amenaza (...) y se -ultrajó
a la ciudadanía con la ayuda policial, en un espectáculo de vergüenza como
nunca ha presenciado la Nación. 64.
Sostiene, asimismo, que -el número de manifestantes no fue mayor de
sesenta mil personas, de las cuales un 50 % lo constituían mujeres y menores,
teniendo informaciones fehacientes de que muchos de estos recibieron dinero
para concurrir (...) que los manifestantes vejaron a personas, asaltaron comercios,
injuriaron a la población vivando a su candidato y llevando como lema o
estribillo estas palabras: -Viva la alpargata y mueran los libros, Haga
patria matando a un estudiante. 65.
Desde el conservadorismo, Emilio Hardoy define, años después: -Los
ciudadanos que desfilaron triunfalmente, yo entre ellos, poco tiempo antes por
las calles de Buenos Aires, jamás imaginaron que la muchedumbre, imponente e
informe, amenazadora y primitiva, iba a invadir la Plaza de Mayo al grito de
guerra de -¡Perón!. Grito de guerra y de odio, casi de venganza, por causa de
la miseria y la ignorancia de la sociedad de entonces. Como en todos los
pueblos de Occidente, en nuestro territorio había dos países en aquel mes de
octubre de 1945: el país elegante y simpático, con sus intelectuales y su
sociedad distinguida sustentada en su clientela –romana- y el país de -la corte
de los milagros- que mostró entonces toda su rabia y toda su fuerza. ¡Nueve
días que sacudieron al país! ¡Nueve días en los que la verdad se desnudó! Nueve
días que cierran una época e inauguran otra... Desde luego, el odio no es el
único ingrediente del peronismo, pero es el fundamental, el cemento que
aglutinó a las masas en torno a Perón. 66.
De este modo, los viejos enemigos -radicales y conservadores- coinciden
ahora en su vituperio a la presencia popular en la plaza histórica.
Sin embargo, debe reconocerse que lo hacen con ideas, mientras otros
manifiestan ese mismo repudio a culatazos: -El 17 de octubre de 1945, yo
era el responsable de la Casa y de la estructura física del Ministerio de
marina en la Casa de Gobierno (...)
La multitud desbordó la Plaza de Mayo y tiró las puertas abajo.
-Entraron los policías a caballo, era un revuelo increíble (...) entraron
unos muchachos sudorosos y que se veían muy cansados. Comenzaron a dar vueltas
alrededor mío y me miraban extrañamente. Les parecía mentira ver a un oficial
parado ahí. Se acercó uno y me dijo: -¿Dónde está Perón? Lo queremos ver,
venimos cansados de Ensenada Le respondí: -No sé dónde está
Perón, debe estar arriba
Al tiempo, acudió un teniente con un pelotón de la compañía de infantería
que custodiaba la Casa de Gobierno y me dijo: -Con su permiso, señor
capitán, voy a hacer desalojar a toda esta gente. -Sí, le dije, pero con una condición:
no dispare ningún tiro adentro del edificio, adentro del ministerio- Se
retiraron entonces (...) Él dio una orden y los soldados pusieron rodilla en
tierra, dieron vuelta sus fusiles -con la culata para adelante- y comenzaron a
sacudirles las cabezas a los revoltosos. Sonaban sus cabezas que parecían mates
67.
Así vivió ese día de octubre el marino democrático Isaac F.
Rojas.
Para quienes desconocen la historia argentina y se dejan llevar por los
rótulos, resulta asombroso que juicios coincidentes provengan de la titulada
izquierda socialista y comunista.
La Vanguardia, por ejemplo, órgano del partido Socialista, afirma: -En
los bajíos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor,
ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando
un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes
del resentimiento, cortan todos las contenciones morales, dan libertad a las
potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive ese resentimiento y acaso
para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella,
asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios .adalides
permanentes y responsables de su elevación y dignificación. 68.
La FUBA no se halla alejada de estos planteos y sostiene orgullosamente -que
se había dado una polarización de las fuerzas sociales en pugna: los sectores
democráticos que concurrían a los despachos de la embajada norteamericana y los
dirigentes gremiales y políticos pro peronistas que acudían a la Secretaría de
Trabajo 69.
Por su parte, la comisión gremial del Partido Socialista señala -las
exteriorizaciones carnavalescas, desmanes y atropellos inicuos producidos
en -el paro, que fue ajeno a la decisión de los auténticos trabajadores
organizados 7O. ..
A su vez, el Partido Comunista emite varias declaraciones en esos días. El
21 de octubre sostiene: -El malón peronista -con protección oficial y
asesoramiento policial que azotó al país ha provocado rápidamente -por su gravedad-
la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la República en
millares de protestas. Hoy la Nación en su conjunto tiene clara conciencia del
peligro que entraña el peronismo y de la urgencia de ponerle fin. Se plantea
así para los militantes de nuestro Partido una serie de tareas que, para mayor
claridad, hemos agrupado en dos rangos: higienización democrática y
clarificación política.
-Por un lado, barrer con e! peronismo y todo aquello que de alguna manera
sea su expresión; por e! otro, llevar adelante una campaña de esclarecimiento
de los problemas nacionales, la forma de resolverlos y explicar, ante las
amplias masas de nuestro pueblo, más aun que lo hecho hasta hoy, lo que la
demagogia peronista representa. En el primer orden, nuestros camaradas deben
organizar y organizarse para la lucha contra el peronismo, hasta su
aniquilamiento.
-Corresponde aquí también señalar la gran tarea de limpiar las paredes y
las calles de nuestras ciudades de las inmundas pintadas peronistas. -Que no quede
barrio o pueblo sin organizar las brigadas de reorganización democrática (...)
Nuestras mujeres (...) deben visitar las casas de familia, comercios, etc.,
reclamando la acción coordinada y unánime contra el peronismo y sus hordas.
Perón es el enemigo número uno del pueblo argentino 71.
Días después, e! periódico Orientación afirma: -Pero también se ha
visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia
de! presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que
recorrieron la ciudad no representan a ninguna clase de la sociedad. Es e!
malevaje reclutado por la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a
la población.
En el mismo número de Orientación -dirigido por Ernesto Giudici- puede leerse:
-Desde Avellaneda salían las bandas armadas del peronismo, obedeciendo un
plan de acción dirigido por el coronel y sus asesores nazis (...) El peronismo
logró engañar a algunos sectores de la clase obrera (...) yesos sectores
engañados fueron en realidad dirigidos por e! malevaje peronista, repitiendo
escenas dignas de la época de Rosas; y remedando lo ocurrido en los orígenes
de! fascismo en Italia y Alemania, demostró lo que era, arrojándose contra la
población indefensa, contra e! hogar, contra las casas de comercio, contra el
pudor y la honestidad, contra la decencia, contra la cultura, e imponiendo el
paro oficial, pistola en mano y con la colaboración de la policía que, ese
día y al día siguiente, entregó las calles de la ciudad al peronismo bárbaro y
desatado (...)'>73.
La casi totalidad de los grupos de izquierda caen en categorizaciones
erróneas al intentar definir la jornada de! 17. Para los viejos anarquistas,
resulta e! fascismo redivivo o e! Estado que aplasta las libertades
individuales. Para e! sector trotskista que orienta Nahuel Moreno, "el 17
de octubre es uno de los tantos golpes de cuartel (... )"74 Y Perón sería
un agente de! imperialismo inglés en retirada.
Solo e! grupo de origen trotskista que se expresa en el periódico Frente Obrero,
bajo la orientación de Aurelio Narvaja, reconoce los aspectos fundamentales de
la movilización popular y su carácter históricamente progresivo: -Los
acontecimientos de los días 17 y 18 de este mes, han dejado perplejos y
confundidos a los stalinistas, socialistas y, en general, a toda la pequeña
burguesía que se hallaba bajo e! influjo ideológico de la oligarquía y del
imperialismo (...)
Durante los largos meses transcurridos desde e!4 de junio de 1943, los
stalinistas, con e! apoyo de los socialistas, llamaron en varias ocasiones a la
huelga general. Salvo algunos sectores obreros de la construcción, la clase
obrera permaneció insensible a sus llamados y el más estrepitoso fracaso coronó
sus esfuerzos por defender la democracia .. Y ahora, he aquí
que un militar, un recién llegado o poco menos, logra sacar al proletariado de
sus fábricas y talleres y lanzarlo a la calle, con e! solo apoyo de un débil
equipo de dirigentes sindicales de alquiler y sin ningún gran diario que apoye
su política.
-La misma masa popular que antes gritaba -¡ Viva Yrigoyen!, grita ahora
'¡Viva Perón!'. Así como en el pasado se intentó explicar el éxito del
yrigoyenismo aludiendo a la demagogia que atraía a la chusma, a las turbas
pagadas, a la canalla de los bajos fondos, etc., así tratan ahora la gran
prensa burguesa y sus aliados menores, los periódicos socialistas y
stalinistas, de explicar los acontecimientos del 17 y el18 en iguales o
parecidos términos. Con una variante: comparan la huelga a favor de Perón con
las movilizaciones populares de Hitler y Mussolini. Identificar el nacionalismo
de un país semicolonial con el de un país imperialista es una verdadera
'proeza' teórica que no merece siquiera ser tratada seriamente; señalaremos sin
embargo una diferencia: los fascistas utilizaban las tropas de asalto,
compuestas en su mayoría por estudiantes, en contra del movimiento obrero;
Perón utilizó el movimiento obrero en contra de los estudiantes en franca
rebeldía. La verdad es que Perón, al igual que antes Y rigoyen, da una
expresión débil, inestable y en el fondo traicionera, pero expresión al fin, a
los intereses nacionales del pueblo argentino. Al gritar -¡Viva Perón!, el
proletariado expresa su repudio a los partidos seudo obreros cuyos principales
esfuerzos en los últimos años estuvieron orientados en el sentido de empujar al
país a la carnicería imperialista. Perón se les aparece, entre otras cosas,
como el representante de una fuerza que resistió larga y obstinadamente esos
intentos y como el patriota que procura defender al pueblo argentino de sus
explotadores imperialistas. Ve que los más abiertos y declarados enemigos del
coronel lo constituyen la cáfila de explotadores que querían enriquecerse
vendiéndole al imperialismo angloyanqui, junto con la carne de sus novillos, la
sangre del pueblo argentino (...).
Con referencia a las características tumultuosas y contradictorias del
movimiento que emerge, Frente Obrero señala: -Solo quien desconoce en
absoluto la situación del proletariado en la sociedad capitalista puede
pretender que un movimiento que surge desde lo profundo de las capas más
explotadas tenga, desde el principio, una expresión de clase correcta. Los
dirigentes amarillos encubren habitualmente su política entregadora con una
atrayente fraseología proletaria; a la inversa, la clase obrera puede tener
manifestaciones de un neto carácter clasista encubiertas con consignas
aparentemente reaccionarias (...) Aquellos que desconocen el sentido y la
importancia de las tareas nacionales en nuestra revolución están incapacitados
para comprender estos acontecimientos; en general, están incapacitados para
comprender nada. Los que se engañaron tomando la movilización de estudiantes,
burgueses y damas perfumadas (del 19 de setiembre) por los preludios de la
-revolución-, juzgan a la huelga general del 17 y 18 de octubre como una
especie de aberración que echa al suelo todas sus teorías. La aberración
estaría, en todo caso, en que individuos que se denominan a sí mismos
marxistas, se pongan del lado del imperialismo en sus escaramuzas con algunos
sectores de nuestra burguesía semicolonial. La clase obrera le ha dado, a los
acontecimientos señalados, el sentido de un verdadero triunfo suyo. Por primera
vez en muchos años ha salido a la calle y ha influido de manera importante en
el curso político del país. Casi todos los obreros se dan cuenta de ello; los
más atrasados magnifican las proporciones de su victoria y las ventajas que
obtendrán, los más educados políticamente lo consideran un simple episodio -el
primero- de una larga lucha. Las grandes masas explotadas se están poniendo de
nuevo en movimiento. 75.
Este documento --del 29 de octubre de 1945- constituye la partida de
nacimiento de la corriente ideológica que luego se conocerá como Izquierda
Nacional.
El mismo prueba la capacidad del auténtico marxismo -resguardado por León
Trotsky de la degradación del stalinismo- para apreciar correctamente una
situación política nueva y compleja, y para fijar las posiciones dirigidas a
gestar una organización socialista revolucionaria: 1) reconocimiento de la
aparición de un movimiento nacional cuya progresividad histórica está dada por
el carácter semi colonial de la Argentina; 2) identificación del enemigo
principal: la alianza de la vieja oligarquía y el imperialismo; 3) la
comprensión de que Perón es -expresión de los intereses nacionales del
pueblo argentino , aunque esa expresión es -débil, inestable y,
en el fondo, traicionera, en razón de no tratarse de un líder que
representa exclusivamente a la clase trabajadora, sino de un conductor
bonapartista que lidera un frente antiimperialista poli clasista, asumiendo las
tareas nacional-democráticas que la endeble e inconsciente burguesía nacional
no es capaz de liderar; 4) el mantenimiento de la independencia ideológica, política
y organizativa de esta corriente socialista -no sumergiéndose en el peronismo-
pero disponiéndose a combatir a su lado contra el enemigo principal según la
consigna de Lenin: -golpear juntos, marchar separados, previendo
sobre su incapacidad para llevar la revolución nacional hasta sus últimas
consecuencias y alertando sobre cualquier intento de conciliación cuando de
cuestionar la propiedad privada se trate; 5) necesidad de forjar, en la misma
lucha, el partido de la clase trabajadora para disputar la conducción del
frente antiimperialista y asegurar que la lucha por la liberación nacional, en
el curso de la revolución permanente, conduzca hacia el socialismo.
Con estos planteos, Frente Obrero dejó a salvo al marxismo de la
claudicación en que se hundió la casi totalidad de la izquierda de la Argentina
y este resulta su gran mérito, aunque fracasase luego, en los varios intentos,
por construir el partido de clase.
La opinión de la embajada norteamericana
El 18 de octubre, la embajada norteamericana en Buenos Aires, a cargo de
Cabot, envía dos informes al Departamento de Estado. De esa documentación
merecen extractarse los siguientes juicios: -Prácticamente ninguna
persona con que he conversado deja de manifestar su perplejidad, ni alcanza a
explicar los sucesos de las últimas veinticuatro horas. Hay un consenso
generalizado de que los sectores que apoyan a Perón son mucho más fuertes de lo
que nadie se hubiera imaginado, que las fuerzas antiperonistas fueron tomadas
por sorpresa y que el sentimiento popular se volcó repentinamente a favor de
Perón. Nadie se explica la incapacidad de Avalos y Vernengo Lima para tomar
medidas enérgicas, pese a los antecedentes previos, como tampoco la posición
actual de Ávalos y Pantín, de quien se dice que es el nuevo ministro de Marina.
Todo el transporte de la ciudad está paralizado y los negocios están cerrados.
Pese al aspecto de feriado que se observa en casi todas las calles hay un aire
de tensión, especialmente cerca de los comercios de comestibles, y se producen
manifestaciones en las calles céntricas (oo.)
Un mensaje de un capitán de la Marina traído por un líder estudiantil dice
que la Marina se movilizará abiertamente en el día de hoy (.oo) y que se
esperaba apoyo de Campo de Mayo (...)
La mayoría de los observadores concuerda más o menos en lo siguiente:
Primero: es probable que la caída de Perón produjera cierta irritación
entre los trabajadores. Y aun. que hasta ahora hayan tenido una actitud tibia
hacia él, vieron en su desplazamiento una amenaza a sus conquistas sociales.
Esto fue hábilmente aprovechado y organizado por integrantes desesperados de la
camarilla de Perón.
Segundo: los reclamos populares no fueron el factor primordial del vuelco
que ha sufrido la situación. La multitud pro peronista presente en la Plaza de
Mayo no excedía las treinta mil personas, de acuerdo a estimaciones confiables.
En otras palabras, la cantidad de manifestantes es muy inferior a la de la
Marcha por la Constitución y la Libertad. Estaba compuesta, en su mayor parte,
por las clases más bajas, bien organizadas como para lograr el máximo efecto.
El apoyo de la policía fue muy certero.
Tercero: con gran habilidad, la camarilla peronista ha logrado dar una
importancia exagerada al movimiento popular de los sindicatos en apoyo de Perón
(".) para lo cual ha inflado el número de manifestantes a quinientos mil y
forzado un paro total para hoy utilizando, en muchos casos, la intimidación
pura y simple.
Cuarto: la oposición le hizo el caldo gordo a Perón. Las demandas de los
civiles para que asumiera la Suprema Corte de Justicia molestaron a los
militares. La Junta Coordinadora Democrática no colaboró en la formación del
gabinete ya que, comprensiblemente, no deseaba cooperar con Ávalos.
-De este modo, Vernengo Lima y el propio Ávalos se vieron faltos de apoyo,
minándose además la confianza popular. Es así que no se formó gabinete para
controlar la difícil situación. El Partido Radical se rehusó a cooperar. Las
fuerzas vivas pensaron que habían vuelto los buenos tiempos. El gabinete fue
elegido demasiado tarde y era demasiado débil y conservador para lograr el
respeto y la confianza del país. En pocas palabras, la oposición fue egoísta y
estuvo desunida y huérfana de liderazgo y organización. El regreso de Perón les
ha resultado una sorpresa demoledora. 76.
La embajada sostiene, asimismo: -(...)Es impresión generalizada que a
menos que la oposición reaccione rápidamente, el apoyo popular a Perón crecerá
como una bola de nieve permitiéndole competir electoralmente, como candidato
del pueblo, con mejores posibilidades de las que se le asignaban hasta ahora.
Un observador sugiere que esto representa la muerte de los Partidos Radical y
Socialista, y el nacimiento del Partido Laborista organizado por Perón (.n) La
rehabilitación de Perón se hará sentir en los países vecinos (n.) Esto ha
fortalecido la posibilidad de formación de un bloque de dictaduras en América
del Sur, amigo de Rusia y hostil hacia los Estados Unidos (Argentina, Brasil,
Bolivia, y Paraguay) (n.) Si los acontecimientos locales no se contrarrestan
inmediatamente (...) puede ocurrir que en el exterior se argumente que
cualquier presión fomentada por los Estados Unidos no es más que otra muestra
del imperialismo gringo 77.
Quizás el aspecto más interesante de este informe es que Cabot no esgrime
el argumento del fascismo con el cual Braden descalificaba a Perón y su grupo.
Por el contrario, señala que el éxito de Perón podría provocar una entente de
países latinoamericanos -amigos de la URSS y hostiles a Estados Unidos, con lo
cual resultaría que ahora es peligroso, no por pro nazi, sino por pro
comunista.
Como se puede observar, algunas de las apreciaciones de Cabot son correctas
(el antimilitarismo de la vieja dirigencia política perjudica los intereses de
la Unidad Democrática, -las fuerzas vivas pensaron que habían vuelto los
buenos tiempos, (el posible crecimiento de la fuerza de Perón y la
decadencia de los viejos partidos), aunque, en otros casos, cae en
gruesos errores, como afirmar que la concentración del 17 de octubre solo
alcanzó a treinta mil trabajadores. De cualquier modo, es evidente que ya no
existe el fanatismo ni la obcecación de Braden.
El liderazgo de Perón y el protagonismo de las masas en la Argentina
preocupa a Estados Unidos -no solo respecto del futuro argentino sino del de
Latinoamérica toda-, pero la embajada intenta ahora ser más realista en los
juicios y obrar con más inteligencia que en los meses anteriores.
A fin de un mejor conocimiento de la situación, Cabot ha enviado a un
funcionario a recorrer Córdoba, Santa Fe y Tucumán para recolectar opiniones e
información. Este funcionario -Kenneth Oakley- ha realizado esta tarea en las
primeras semanas de octubre y de allí resulta este comentario de Cabot:
-(.n) me ha insistido permanentemente en que los sentimientos a favor de Perón
eran más fuertes de lo que esta embajada creía, que nuestra -interferencia en
los asuntos internos de la Argentina generaba resentimiento en la masa del
pueblo argentino y que cualquier esfuerzo que hagamos por imponer sanciones a
la Argentina sería una grave equivocación por las repercusiones desfavorables
que ten, dría en la opinión pública argentina"78. Oakley ha realizado
diversos sondeos de opinión en su gira y de allí surgen juicios como estos: 79:
De un pequeño comerciante o abogado judío: -Perón es comunista o, por lo menos,
compañero de ruta. 80: De un Rector de la Universidad: -Debemos recibir
ayuda externa pronto o será demasiado tarde (...) Necesitaríamos armas para
derrocar a este gobierno y dio a entender que -no se opondría a que fueran
suministradas por los Estados Unidos; Un sereno de hotel: -Perón hace
patriotismo. La clase trabajadora lo apoya (...) Perón está bien
1.000 %; 81; un voluntario del Ejército: -La clase
trabajadora está a favor de Perón en forma unánime. Perón está manejando muy
bien el país. -A ningún argentino le gustan los norteamericanos (...) La
afirmación de los Estados Unidos de que la Argentina es un cuartel general de
espías alemanes no tiene fundamento. Solo los novecientos jóvenes alemanes del
Graff Spee, que son muy buenos, pueden ser sospechosos, pero la Argentina no
los quiere entregar a los Estados Unidos porque ese país los quiere encarcelar
82; una matrona en la mansión más pretenciosa de la ciudad:
-No se puede vivir más en este país (...) Los Estados Unidos deben intervenir
(...) con sanciones diplomáticas y económicas (...) Si ustedes no acuden en
nuestra ayuda (para derrocar a este gobierno), lo harán los rusos. 83; una
bailarina de cabaret: -Córdoba no es peronista, pero Rosario sí lo es, sin
ninguna duda. ¿Por qué? Por la gran cantidad de trabajadores que hay allí. 84;
un trabajador: -La oposición es una porquería. Pese a los errores
cometidos por este gobierno, la Argentina ha progresado enormemente en estos
últimos dos años. Los trece años anteriores habían sido un desastre 85; un
peón: -Perón ha ayudado mucho a la clase trabajadora, pero aun queda mucha
pobreza; un empleado: -Perón será
candidato a presidente. Tiene el apoyo de la clase trabajadora y de la
clase media (tucumana,; 86; un editor de un periódico: -La clase trabajadora
está muy a favor de Perón porque es estúpida87; un gremialista agrario:
-Apruebo calurosamente la intervención de los Estados Unidos, aunque como
argentino lamento que sea necesaria"88; un inglés residente en Tucumán:
-poca gente apoya a Perón, (...) el 50 % de la gente de esta región es pro
aliada y el prestigio de los Estados Unidos es muy alto en este momento; el
director de una usina eléctrica de Tucumán: -Se han producido huelgas
provocadas por insultos a Perón totalmente insignificantes, como el caso de un
borracho que gritó -Muera Perón'89; un empleado: -El discurso de los Estados
Unidos sobre espías alemanes en la Argentina, etc., es un camuflaje 90. En otro
informe del día 19 de octubre, Oakley agrega que -existe una minoría militante
-un cálculo grosero la estimaría en un 15 % - que apoya con entusiasmo -la
intervención- de los Estados Unidos, como ellos mismos la denominan, aunque a
veces puedan sentirse defraudados por los vaivenes que ha sufrido esta
política. 91
En esos mismos días en que Cabot envía esta información al Departamento de
Estado, se producen las primeras conversaciones entre el canciller uruguayo
Carlos Rodríguez Larreta y funcionarios de la embajada norteamericana en
Montevideo acerca de una posible -acción conjunta que un
mes más tarde aparecerá como la -doctrina intervencionista Rodríguez
Larreta. Por su parte, desde la subsecretaría del Departamento de
Estado, Braden mantiene su preocupación por la Argentina y se esfuerza por
desprestigiar y debilitar al gobierno militar.
A su vez, algunos argentinos persisten en recordarlo.
En la Nación, justamente del 17 de octubre de 1945, aparece este telegrama:
-La opinión democrática argentina coincide con la posición de Mr. Braden
respecto del problema de la libertad en América y desea expresar que
consideraría como una actitud amistosa para nuestro pueblo y nuestra democracia
su confirmación como secretario de Estado adjunto para los asuntos latinoamericanos.
Comunicación cursada al Departamento de Estado de los Estados Unidos. Firman:
Victoria Ocampo, Adela Grondona, Ana Rosa Schliepper de Martínez Guerrero, Juan
Antonio Solari, Sara Alvarez de Ezcurra, Alejandro Ceballos, Raúl Monsegur,
Bernardo Houssay y Mariana Sáenz Valiente de Grondona 92.
En La Época, del 18/10/45, aparece otro telegrama a Braden, aunque con más
humor: -Mr. S. Braden. Casa Blanca Washington, después de apoteosis de
anoche al coronel Perón, Asociación Patriótica Cuatro de Junio
felicita a usted por su eficaz colaboración en unificar a todos los sectores de
la República. Obreros tendrán participación ganancias; soldados sus tierras;
monopolios, su limitación. América recobrará su independencia económica.
Estamos cordialmente con el pueblo trabajador norteamericano. Capitán de
fragata (R) Virgilio Patalano y doctor Donato Dávila 93.
Norberto Galasso Perón. Formación, Ascenso y Caida (1898-1955)
Tomo I;
Edicioes Colihue. Grandes
Biografias. 2005.
Bibliografía:
1 Diario La Época, 17/10/1945.
2 Jauretche, Arturo, Escritos Inéditos, ob. cit., p. 159.
) Revista Dinamis, octubre de 1972.
4 Marechal. Leopoldo, en Chávez, Fermín (comp.), La
jornada del 17 de Octubre por 45 Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1996, p.
35.
5 Diario La Época, 17/10/1945.
6 Scalabrini Ortiz, Raúl, Tierra sin nada. Tierra de
profetas, ob. cit.
7 Diario La Época, 17/10/1945.
8 Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia
contemporánea, tomo Il, ob. cit., p. 51.
9 Testimonio de Sábato, Ernesto, en Tres revoluciones,
ob. cit., pp. 67-68.
10 Perelman, Ángel, Cómo hicimos elI? de octubre, ob.
cit., pp. 75-76.
II Salas, Horacio, Conversaciones con Raúl González
Tuñón, Buenos Aires, Ediciones La Bastilla, 1975,p.125.
12 Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia
contemporánea, tomo !I, ob. cit., p. 52.
13 Perelman, Ángel, Cómo hicimos el 17 de octubre, ob.
cit., p. 75.
14 Reyes, Cipriano, Yo hice el 17 de octubre, ob. cit.,
pp. 228-230.
15 Testimonio de Orsi, René, en Reseña histórica del
Partido Justicialista de La Plata, 1945-1955, ob. cit., p. 205.
16 Testimonio de Reyes, Cipriano, en ibid., p. 216.
17 Testimonio de Giadas, Juan Carlos, en ibid., p. 228.
18 Miguens, José, en Chávez, Fermín (comp.), La jornada
del]7 de octubre por 45 autores, ob. cit., p. 100.
19 Barainca, Eduardo en revista Realidad Económica, NQ
135, p. 101.
20 Revista Primera Plana, 19/10/1965.
21 Reyes, Cipriano, Yo hice el17 de octubre, p. 229.
22 Perelman, Ángel, Cómo hicimos el17 de octubre, ob.
cit., p. 77.
2J Kelly, David, El poder detrás del trono, ob. cit., pp.
68-69.
24 Brum, Blanca Luz, en Chávez, Fermín (comp.), La
jornada del17 de Octubre por 45 autores, Buenos Aires, Ediciones Corregidor,
1996, p. 79.
25 Diario Clarín, 15/10/1995.
26 Giussani, Pablo, en revista Extra, octubre de 1965.
21 Revista Dinamis, octubre de 1972, citada por Chávez,
Fermín (comp.), La jornada del 17 de Octubre por 45 autores, ob. cit., p. 32.
28 Borges, Jorge Luis, en revista CHE, 18/10/1960.
29 Martínez Estrada, Ezequiel, ¿Qué es esto?, Buenos
Aires, Editorial Lautaro, 1956, pp. 23,32,33,55, 65 Y 89.
30 Ghioldi, América en revista CHE, 18/10/1960. Buenos
Aires, Ediciones Trafac, 1957, p. 14.
31 Pérez Leirós, Francisco, en revista CHE, 18/10/1960.
32 Ramos, Jorge Abelardo, Perón, Buenos Aires, Ediciones
Amerindia, 1959, p. 34.
33 Oliver, María Rosa, Mi fe en el hombre, Buenos Aires,
Editorial Carlos Lolhé, 1981, p. 343.
34 Jauretche, Anuro, Los profetas del odio.
35 Brum, Blanca Luz, en Chávez, Fermín (comp.), La
jornada del17 de Octubre por 45 autores, ob. cit., p. 79.
36 Bunge de Galvez, Delfina en diario El Pueblo,
25/10/1945 .
37 Benítez, Hernán, en revista CHE, 18/10/60. /
38 Testimonio de Lucero, Franklin, en Chávez, Fermín,
Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo 1I, Buenos Aires;
Editorial Oriente, 1984, p. 54.
39 Tanco, Raúl, en Chávez, Fermín, Perón y el peronismo
en la historia contemporánea, tomo Il,
ob. cit., p. 54.
40 Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia
contemporánea, tomo Il, ob. cit., p. 55.
41 Scalabrini Ortiz, Raúl, Tierra sin nada. Tierra de
profetas, ob. cit., p. 33.
42 Vanasco, Alberto en revista Macedonio, N2 9/10, otoño
1971.
43 Scalabrini Ortiz, Raúl, Tierra sin nada. Tiempo de
profetas, Editorial Reconquista, Buenos Aires, 1947. 44 Russo, Héctor en
Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo Il, ob.
cit., p. 54.
45 Pavón Pereyra, Enrique, Perón, el hombre del destino,
tomo 1, ob. cit., p. 297.
46 Diario La Razón, 17/10/1945.
47 Real, Juan José, 30 años de historia argentina, ob.
cit., p. 79.
48 lb íd.
49 Diario Crítica, 17/10/1945.
50 lbíd.
51 Pavón Pereyra, Enrique, Perón, el hombre del destino,
tomo l, ob. cit., p. 297.
52 Pavón Pereyra, Enrique, Perón, el hombre del destino,
tomo 1, ob. cit., p. 299.
53 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 427.
54 Testimonio de Plater, Guillermo, en Chávez, Fermín,
Perón y el peronismo en la historia contemporánea, tomo 11, ob. cit., p. 57.
55 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 374.
56 Colom, Eduardo, 17 de octubre. la revolución de los
descamisados, Buenos Aires, Editorial La Época, 1946,p. 104.
57 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 427.
58 Barrios, Américo, Con Perón en el exilio, ob. cit., p.
62.
59 Perón, Juan Domingo, El pueblo quiere saber de qué se
trata, ob. cit., pp. 185-187. 60 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 370.
61 Lucero, Franklin, El precio de la lealtad, ob. cit.,
p. 37.
62 Jauretche, Arturo, en diario El Mundo, 17/10/1965.
63 Declaración de la Unión Cívica Radical en diario La
prensa, 25/10/1945, citada por Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la
historia contemporánea, tomo I!, ob. cit., p. 69.
64 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p.- 382.
65 Ibíd., p. 383.
66 Hardoy, Emilio J., No he vivido en vano, Buenos Aires,
Marymar, 1993, pp. 208-209 Y 215.
67 González Crespo, Jorge, Memorias del Almirante Rojas.
Con versaciones con Jorge González Crespo, Buenos Aires, Editorial Planeta,
1993, p. 140.
68 Periódico La Vanguardia, 23/10/1945.
69 Almaraz, Roberto, Porchór, Manuel y Zemborain, Rómulo,
i Aquí FUBA! Las luchas estudiantiles en tiempos de Perón.1943-1955, ob. cit.,
p. 53.
70 Luna, Félix, El 45, ob. cit., p. 384.
71 Declaración del Partido Comunista, del 21/10/1945,
citada por Puiggrós, Rodolfo, en El peronismo: sus causas, ob. cit., p. 182.
72 Periódico Orientación, 24/10/1945, citado por Luna,
Félix, en El 45, ob. cit., p. 380.
731bM.
74 Periódico Frente Proletario, 20/8/1948.
75 Periódico Frente Obrero, 29/10/1945.
76 Van der Karr, Jane, Perón y los Estados Unidos, ob.
cit., pp. 125-126. 77 Ibíd.
78 Cabot, John citado por Van der Karr, Jane, Perón y los
Estados Unidos, ob. cit., p. 131.
79 Van der Karr, Jane, Perón y los Estados Unidos, ob.
cit., p. 133.
80 lbíd., p. 134.
81 lbíd., p. 135.
82 lb íd.
83 lbíd., p. 137.
84 lbíd.
85 lbíd., p. 138. 86 lbíd., p. 139.
87 lbíd., p. 140.
88 lbíd., p. 141.
89 lbíd., p. 143.
90 lbíd., p. 144.
91 lbíd., p. 146.
92 Diario La Nación, 17/10/1945.
93 Diario La Época, 18/10/1945.