LA GÜERA RODRÍGUEZ
¿Cortesana?
¿Prostituta? ¿Mujer escandalosa? ¿Amante de personalidades como Simón Bolivar,
Alejandro Von Humboldt y Agustín de Iturbe? Además de tres maridos y
muchas otras aventuras ¿Heroína de la independencia mejicana? Lo cierto es que
la “Güera Rodríguez” fue una personalidad descollante del Méjico pre
independencista y fundamental en la Independencia.
MARÍA
IGNACIA RODRÍGUEZ DE VELASCO fue su nombre real, María Ignacia Javiera Rafaela
Agustina Feliciana Rodríguez de Velasco Osorio Barba Jiménez Bello de Pereyra Fernández
de Córdoba Salas Solano y Garfias más concretamente. Es legendaria gracias a su belleza y por los
muchos escándalos y amantes que tuvo, además fue de las primeras mujeres que se
divorció en México.
Dicen
que sobre la historia importa tanto el momento que se cuenta como quien la
cuenta. Y en estos malabares de historiadores y personajes, hay personajes
claves que quedan fuera de las páginas oficiales de la historia. Esta bella
mujer no ha sido sólo ignorada en los libros oficiales de historia de las
primarias, muchos mexicanos ignoran que es muy probable que sin ella no se
habría consumado la independencia de México.
"
La Güera Rodríguez ", fue una personalidad de la alta nobleza
novo-hispana que escandalizó a la mentalidad conservadora de su tiempo, que
tuvo muchos amoríos con importantes personajes de su época entre estos
con Alejandro Von Humboldt , con Simón Bolívar y
con Agustín de Iturbide , éste último a quien ella impulsó para que
consumara la independencia.
Nació
el 20 de noviembre de 1778, en la Ciudad de México y vivió en la Tercera Calle
de San Francisco, hoy Madero, en el Centro Histórico, era hija del corregidor
de la Ciudad de México. Fue una mujer bella, bien formada de cuerpo, de mediana
estatura, elegante y de alcurnia. Nació en los estertores de la Colonia y murió
en los primeros años del México independiente.
La
historia la registra como una mujer cercana al poder político y, quizás sin
ella, la Independencia no se habría consumado. En la memoria colectiva doña
Ignacia Javiera Rafaela Agustina Feliciana es simplemente La Güera Rodríguez.
La
amorosa joven cautiva con su plática, con su gracia y simpatía. Debemos
imaginar aquellas tertulias de la casa de la calle de los Plateros, donde la
"Güera Rodríguez" hacía gala de extravagante hospitalidad para
recibir y atender a sus invitados que se extasiaban con el caudal de cultura
que emanaba de sus labios, con la inteligencia de sus respuestas sinceras a
través de una mirada serena y alegre. La caída de sus bucles dorados, realzaban
aquellos inolvidables ojos azules que destacaban ante la delicadeza de las
facciones de su rostro. Era tan bella que alguna vez sirvió de modelo para
esculpir y pintar a la misma Virgen María.
Su
rasgo más distintivo fue su inteligencia, su habilidad y sus cualidades
excepcionales para la intriga política, lo cual desencadenó tres intervenciones
en las etapas formativa y consumadora de la Independencia del país.
La
primera fue en 1808. El entonces virrey
José de Iturrigaray, se quedó muy cerca de consumar la independencia y hubo una
conspiración, en la cual participó como artífice oculto, La Güera Rodríguez,
para convertirlo en José I, rey de México.
Aunque
la noche en la que Iturrigaray fue depuesto como virrey, un grupo de españoles
tradicionalistas, encabezados por el hombre más rico de la Nueva España,
Gabriel de Yermo, evitó la separación. A partir de ese momento tomó fama de ser
partidaria de la independencia de la nación.
La
Güera era la gran dama de sociedad que gozaba del vigor necesario para iniciar
diferentes actividades culturales, diplomáticas, filantrópicas y religiosas.
Era una dama en el sentido pleno de la palabra y debe inscribirse dentro del
círculo de mujeres destacadas que lucharon también por la causa independiente.
Asiste
a las reuniones encabezadas por el licenciado Francisco Primo de Verdad, y
participa con personajes ilustres como el cura párroco de Dolores, Don Miguel
Hidalgo y Costilla, sin duda uno de los hombres de mayor simpatía e
inteligencia, que hace gala de profundos razonamientos filosóficos y mantiene
una noble conciencia política.
Como
doña María Ignacia siempre había tenido fortuna, se dijo que había sido mecenas
y cómplice del movimiento independentista, encabezado por el cura Miguel
Hidalgo y Costilla, por lo cual en 1811 fue acusada y llevada a juicio ante el
Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. La Güera Rodríguez es una de las
pocas personas en la historia del México colonial que pudo presumir haber
salido totalmente libre de cargos y evitar las torturas que el Santo Oficio
ponía como castigo: la hoguera, el potro de los tormentos o la reclusión en las
mazmorras por tiempo indefinido, resalta el abogado y escritor.
Como
no hubo pruebas realmente sólidas que la culparan de apoyar a Hidalgo, La Güera
nunca se amedrentó; en cambio les sacó a cada uno sus trapitos al sol, pues
tenía conocimiento de todo lo que ocurría en la sociedad. Así les achacó
cuestiones de corrupción, aventuras amorosas e incluso a uno de los inquisidores
lo acusó de pedofilia.
Pero
la etapa más importante de La Güera Rodríguez fue la consumación de la
Independencia, que se dio por el amasiato con Agustín de Iturbide. Ella estaba
libre de matrimonio, pero él estaba casado con doña Ana Huarte.
Iturbide
era coronel del ejército realista y La Güera Rodríguez era una mujer de enorme
fortuna. Así con el dinero y con sus relaciones políticas y sociales, María
Ignacia logró que Iturbide ascendiera de coronel a general en jefe del ejército
realista y se le encomendara el mando de las tropas que fueron a combatir al
último caudillo insurgente: Vicente Guerrero.
Iturbide
se convenció de que era casi imposible derrotar a Guerrero, por lo que acabaron
con una alianza que permitió consumar la Independencia de México.
En
la iglesia de la Profesa, en la Ciudad de México, se reúne un grupo de
intelectuales con el representante del virrey Don Juan Luis de Apodaca, conde
del Venadito, el inquisidor José Antonio Tirado y el oidor Don Miguel Bataller,
para proponer una alternativa pacificadora. Ahora la Güera Rodríguez convence
al virrey y al canónigo Matías Monteagudo, prepósito de la Profesa, para que su
admirado coronel realista sea el nuevo líder. Pronto proponen a Iturbide como
el caudillo que negociará con los insurgentes la ansiada paz.
Don
Agustín de Iturbide y Arámburo, Arregui, Carrillo y Villaseñor (1783-1824)
prepara el plan llamado de “las tres garantías”, que proclama en Iguala el 24 de
febrero de 1821.
Es
famosa la anécdota cuando Iturbide, montado a caballo, hizo su entrada triunfal
a México, para consumar la Independencia el 27 de septiembre de 1821; vestía
uniforme de gala y un sombrero con plumas verdes, blancas y rojas. Cuenta la
historia que desvió el curso del desfile para pasar frente a la casa de La
Güera Rodríguez, ahí se bajó del caballo y le entregó una pluma de su sombrero,
que ella se la colocó en el nacimiento del pecho.
La
Güera Rodríguez ejerció el mayor grado de poder político que ha tenido una
mujer en la historia de México, porque fue más que la amante: se convirtió en
la consejera política del primer emperador, del hombre que consumó la
Independencia nacional. Pero como fue un desastre el gobierno de Iturbide, sólo
duró diez meses y se exilió en Europa, con lo cual culminó el romance con La
Güera.
los
últimos años de La Güera Rodríguez fueron tristes. Vivió más de 70, pero una
enfermedad degenerativa en los huesos y una caída la dejaron paralítica.
Así,
vio la vida pasar desde el balcón de su casa sentada en una silla de ruedas
hasta su fin.
La
Güera fue una mujer hermosísima, que
seguramente padeció de algún trastorno psicológico que la llevó a ser adicta al
sexo y prácticamente a prostituirse en la alta sociedad, fue sin
embargo, una mujer de cultura enorme, como una Pompadour o una Madame
Stäel, de familia aristocrática y de gran riqueza pero con una gran
sensibilidad y simpatía por el pueblo y por los pobres a los que ayudaba.
Tuvo
una enorme pléyade de amantes, entre los que se pueden contar a un adolescente
Simón Bolívar que viajaba rumbo a Europa y pasó por México, al científico
alemán Alexander Von Humboldt, incluso a algún canónigo e inquisidor y a
Agustín de Iturbide, en otras palabras, podemos considerarla como un ícono de
mujer liberada e independiente, sobre todo para la época.
Sin
embargo, la Güera no tiene monumentos, ni calles, ni escuelas, ni plazas, ni su
nombre en letras de oro en el salón de sesiones del Congreso, y es muy probable
que haya sido la heroína fundamental de la Independencia de México,