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viernes, 25 de marzo de 2016

LA GÜERA RODRÍGUEZ

LA GÜERA RODRÍGUEZ

LA GÜERA RODRÍGUEZ
¿Cortesana? ¿Prostituta? ¿Mujer escandalosa? ¿Amante de personalidades como Simón Bolivar, Alejandro Von Humboldt y Agustín de Iturbe? Además de  tres maridos y muchas otras aventuras ¿Heroína de la independencia mejicana? Lo cierto es que la “Güera Rodríguez” fue una personalidad descollante del Méjico pre independencista y fundamental en la Independencia.

MARÍA IGNACIA RODRÍGUEZ DE VELASCO fue su nombre real, María Ignacia Javiera Rafaela Agustina Feliciana Rodríguez de Velasco Osorio Barba Jiménez Bello de Pereyra Fernández de Córdoba Salas Solano y Garfias más concretamente. Es  legendaria gracias a su belleza y por los muchos escándalos y amantes que tuvo, además fue de las primeras mujeres que se divorció en México.

Dicen que sobre la historia importa tanto el momento que se cuenta como quien la cuenta. Y en estos malabares de historiadores y personajes, hay personajes claves que quedan fuera de las páginas oficiales de la historia. Esta bella mujer no ha sido sólo ignorada en los libros oficiales de historia de las primarias, muchos mexicanos ignoran que es muy probable que sin ella no se habría consumado la independencia de México.

LA GÜERA RODRÍGUEZ
" La Güera Rodríguez ", fue una personalidad de la alta nobleza novo-hispana que escandalizó a la mentalidad conservadora de su tiempo, que tuvo muchos amoríos con importantes personajes de su época entre estos con Alejandro Von Humboldt , con Simón Bolívar y con Agustín de Iturbide , éste último a quien ella impulsó para que consumara la independencia. 

Nació el 20 de noviembre de 1778, en la Ciudad de México y vivió en la Tercera Calle de San Francisco, hoy Madero, en el Centro Histórico, era hija del corregidor de la Ciudad de México. Fue una mujer bella, bien formada de cuerpo, de mediana estatura, elegante y de alcurnia. Nació en los estertores de la Colonia y murió en los primeros años del México independiente.

La historia la registra como una mujer cercana al poder político y, quizás sin ella, la Independencia no se habría consumado. En la memoria colectiva doña Ignacia Javiera Rafaela Agustina Feliciana es simplemente La Güera Rodríguez.

La amorosa joven cautiva con su plática, con su gracia y simpatía. Debemos imaginar aquellas tertulias de la casa de la calle de los Plateros, donde la "Güera Rodríguez" hacía gala de extravagante hospitalidad para recibir y atender a sus invitados que se extasiaban con el caudal de cultura que emanaba de sus labios, con la inteligencia de sus respuestas sinceras a través de una mirada serena y alegre. La caída de sus bucles dorados, realzaban aquellos inolvidables ojos azules que destacaban ante la delicadeza de las facciones de su rostro. Era tan bella que alguna vez sirvió de modelo para esculpir y pintar a la misma Virgen María.

LA GÜERA RODRÍGUEZ
Su rasgo más distintivo fue su inteligencia, su habilidad y sus cualidades excepcionales para la intriga política, lo cual desencadenó tres intervenciones en las etapas formativa y consumadora de la Independencia del país.


La primera fue en 1808. El  entonces virrey José de Iturrigaray, se quedó muy cerca de consumar la independencia y hubo una conspiración, en la cual participó como artífice oculto, La Güera Rodríguez, para convertirlo en José I, rey de México.
Aunque la noche en la que Iturrigaray fue depuesto como virrey, un grupo de españoles tradicionalistas, encabezados por el hombre más rico de la Nueva España, Gabriel de Yermo, evitó la separación. A partir de ese momento tomó fama de ser partidaria de la independencia de la nación.

La Güera era la gran dama de sociedad que gozaba del vigor necesario para iniciar diferentes actividades culturales, diplomáticas, filantrópicas y religiosas. Era una dama en el sentido pleno de la palabra y debe inscribirse dentro del círculo de mujeres destacadas que lucharon también por la causa independiente.

Asiste a las reuniones encabezadas por el licenciado Francisco Primo de Verdad, y participa con personajes ilustres como el cura párroco de Dolores, Don Miguel Hidalgo y Costilla, sin duda uno de los hombres de mayor simpatía e inteligencia, que hace gala de profundos razonamientos filosóficos y mantiene una noble conciencia política. 

Como doña María Ignacia siempre había tenido fortuna, se dijo que había sido mecenas y cómplice del movimiento independentista, encabezado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, por lo cual en 1811 fue acusada y llevada a juicio ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. La Güera Rodríguez es una de las pocas personas en la historia del México colonial que pudo presumir haber salido totalmente libre de cargos y evitar las torturas que el Santo Oficio ponía como castigo: la hoguera, el potro de los tormentos o la reclusión en las mazmorras por tiempo indefinido, resalta el abogado y escritor.
Como no hubo pruebas realmente sólidas que la culparan de apoyar a Hidalgo, La Güera nunca se amedrentó; en cambio les sacó a cada uno sus trapitos al sol, pues tenía conocimiento de todo lo que ocurría en la sociedad. Así les achacó cuestiones de corrupción, aventuras amorosas e incluso a uno de los inquisidores lo acusó de pedofilia.

Pero la etapa más importante de La Güera Rodríguez fue la consumación de la Independencia, que se dio por el amasiato con Agustín de Iturbide. Ella estaba libre de matrimonio, pero él estaba casado con doña Ana Huarte.
Iturbide era coronel del ejército realista y La Güera Rodríguez era una mujer de enorme fortuna. Así con el dinero y con sus relaciones políticas y sociales, María Ignacia logró que Iturbide ascendiera de coronel a general en jefe del ejército realista y se le encomendara el mando de las tropas que fueron a combatir al último caudillo insurgente: Vicente Guerrero.
Iturbide se convenció de que era casi imposible derrotar a Guerrero, por lo que acabaron con una alianza que permitió consumar la Independencia de México.

En la iglesia de la Profesa, en la Ciudad de México, se reúne un grupo de intelectuales con el representante del virrey Don Juan Luis de Apodaca, conde del Venadito, el inquisidor José Antonio Tirado y el oidor Don Miguel Bataller, para proponer una alternativa pacificadora. Ahora la Güera Rodríguez convence al virrey y al canónigo Matías Monteagudo, prepósito de la Profesa, para que su admirado coronel realista sea el nuevo líder. Pronto proponen a Iturbide como el caudillo que negociará con los insurgentes la ansiada paz.

Don Agustín de Iturbide y Arámburo, Arregui, Carrillo y Villaseñor (1783-1824) prepara el plan llamado de “las tres garantías”, que proclama en Iguala el 24 de febrero de 1821.

Es famosa la anécdota cuando Iturbide, montado a caballo, hizo su entrada triunfal a México, para consumar la Independencia el 27 de septiembre de 1821; vestía uniforme de gala y un sombrero con plumas verdes, blancas y rojas. Cuenta la historia que desvió el curso del desfile para pasar frente a la casa de La Güera Rodríguez, ahí se bajó del caballo y le entregó una pluma de su sombrero, que ella se la colocó en el nacimiento del pecho.

La Güera Rodríguez ejerció el mayor grado de poder político que ha tenido una mujer en la historia de México, porque fue más que la amante: se convirtió en la consejera política del primer emperador, del hombre que consumó la Independencia nacional. Pero como fue un desastre el gobierno de Iturbide, sólo duró diez meses y se exilió en Europa, con lo cual culminó el romance con La Güera.


los últimos años de La Güera Rodríguez fueron tristes. Vivió más de 70, pero una enfermedad degenerativa en los huesos y una caída la dejaron paralítica.
Así, vio la vida pasar desde el balcón de su casa sentada en una silla de ruedas hasta su fin.

La Güera fue una  mujer hermosísima, que seguramente padeció de algún trastorno psicológico que la llevó a ser adicta al sexo y prácticamente a prostituirse en la alta sociedad, fue sin embargo, una mujer de cultura enorme, como una Pompadour o una Madame Stäel, de familia aristocrática y de gran riqueza pero con una gran sensibilidad y simpatía por el pueblo y por los pobres a los que ayudaba.

Tuvo una enorme pléyade de amantes, entre los que se pueden contar a un adolescente Simón Bolívar que viajaba rumbo a Europa y pasó por México, al científico alemán Alexander Von Humboldt, incluso a algún canónigo e inquisidor y a Agustín de Iturbide, en otras palabras, podemos considerarla como un ícono de mujer liberada e independiente, sobre todo para la época.

Sin embargo, la Güera no tiene monumentos, ni calles, ni escuelas, ni plazas, ni su nombre en letras de oro en el salón de sesiones del Congreso, y es muy probable que haya sido la heroína fundamental de la Independencia de México,