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lunes, 11 de noviembre de 2019

CASIOPEA Su belleza hizo enojar a las Diosas


CASIOPEA


CASIOPEA Su belleza hizo enojar a las Diosas

Su belleza hizo enojar a las Diosas


Casiopea es la madre de Andrómeda, que, orgullosa de su belleza, se atrevió a rivalizar con las Nereidas o, según otras tradiciones, incluso con Hera.
Las diosas pidieron a Poseidón que vengase su amor propio, y el dios envió un monstruo marino, que asoló el país de Casiopea. Para aplacar la cólera divina, Andrómeda hubo de salir como víctima propiciatoria y ser entregada al monstruo; pero llegó Perseo, que la libertó y la llevó consigo. Casiopea fue transformada en constelación.
 Sobre los orígenes de Casiopea divergen las tradiciones. A menudo es vinculada a la familia del sirio Agenor; sería la esposa de Fénix y madre de Fineo.
 Es hija de Árabo, hijo de Hermes, que dio su nombre al país llamado Arabia.
A veces su marido no es Fénix, sino Épafo, con el cual .habría engendrado a Libia, madre de Agenor.
Finalmente, es considerada a menudo como la esposa de Cefeo, rey de Etiopía.
Todas estas genealogías relacionan la leyenda de Casiopea con los países meridionales extremos, Arabia, Etiopía o sur de Egipto.
Fuente: PIERRE GRIMAL: Dictionnaire de la mythologie grecque et romaine.

miércoles, 20 de febrero de 2019

EL ORO, LA MALDICION DEL REY MIDAS


EL ORO, LA MALDICION DEL REY MIDAS


EL ORO, LA MALDICION DEL REY MIDAS

Midas, hijo de la gran diosa de Ida y de un sátiro, era un rey amante del placer que gobernada a los brigios en. 


El rey Midas de Frigia, Bromio, ciudad de Macedonia, gobernó durante los años 740 a. C. y 696 a. C., aproximadamente.

Debido a su casamiento con una mujer griega, la región que ocupaba la mayor parte de la península de Anatolia (actual Turquía), adoptó el alfabeto griego. Era un hombre obsesionado por las riquezas. Vivía en un hermoso castillo rodeado de grandes jardines, bellas rosas y todo tipo de objetos lujosos.

 El rey Midas, hijo de Grodinas, un campesino que había llegado al trono de Frigia por voluntad de los dioses, creció obsesionado por las riquezas.

Midas fue un rey de gran fortuna que gobernó la región de Frigia, en Asia Menor. Tenía todo lo que se podía desear, vivía en un hermoso palacio con su hija,  de nombre Zoe, a la que amaba profundamente y pensaba que su mayor felicidad provenía del oro. ¡Su avaricia era tal que solía pasar sus días contando sus monedas de oro! De vez en cuando solía cubrir su cuerpo con objetos de oro, como si quisiera bañarse en ellos. El dinero era su obsesión.

Un día, Dionisio, el dios del vino y la juerga, pasó por el reino de Midas. Uno de sus subalternos, un sátiro llamado Sileno -dios menor de la embriaguez-, se retrasó en el camino. Sileno se cansó y decidió tomar una siesta en los famosos jardines de rosas que rodeaban el palacio del rey Midas. Allí, fue encontrado por el rey, quien lo reconoció al instante y lo invitó a pasar unos días en su palacio, hasta que Dionisio fue a por él. El dios de la vendimia, muy agradecido con Midas por su amabilidad, prometió a este satisfacer cualquier deseo que anhelara. El rey quedó pensativo y luego dijo: “Quiero que todo lo que toque se convierta en oro”. El dios le advirtió al rey que pensara bien sobre las consecuencias de su deseo, pero Midas insistió. Dionisio lo dejó estar y le prometió al rey que, desde el día siguiente, todo lo que tocara se convertiría en oro.

Al día siguiente, Midas, se despertó ansioso por ver si su deseo se había hecho realidad. Extendió su brazo tocando una pequeña mesa que inmediatamente se convirtió en oro. ¡Midas saltó de felicidad! Luego tocó una silla, la alfombra, la puerta, su bañera… y así siguió corriendo en su locura por todo su palacio hasta que se cansó. Se sentó a la mesa a tomar el desayuno y tomó una rosa entre sus manos para oler su fragancia. Cuando la tocó, la rosa se convirtió en oro. “Tendré que absorber la fragancia sin tocar las rosas, supongo…”, pensó con decepción. Sin siquiera pensarlo, ¡se dispuso a comer una uva pero también se convirtió en oro!. Lo mismo sucedió con una rebanada de pan y un vaso de agua. De repente, comenzó a sentir miedo. Las lágrimas llenaron sus ojos y en ese momento, su amada hija entró en la habitación.
EL ORO, LA MALDICION DEL REY MIDAS
Cuando Midas la abrazó, ¡se convirtió en una estatua dorada!. Desesperado y temeroso, levantó los brazos y rezó a Dioniso para que le quitara esta maldición.

Finalmente levantó los brazos y suplicó a Dionisio: “Oh, Dionisio, no quiero el oro! Ya tenía todo lo que quería! Solo quiero abrazar a mi hija, sentirla reir, tocar y sentir el perfume de mis rosas, acariciar a mi gata y compartir la comida con mis seres queridos! Por favor, quítame esta maldición dorada!” El amable dios Dionisio le susurró al corazón: “Puedes deshacer el toque de oro y devolverle la vida a las estatuas, pero te costará todo el oro de tu reino” y Midas exclamó: “Lo que sea! Quiero a la vida no al oro!” Dionisio entonces le recomendó: “Busca la fuente del río Pactulo y lava tus manos. Este agua y el cambio en tu corazón devolverán la vida a las cosas que con tu codicia transformaste en oro”.
EL ORO, LA MALDICION DEL REY MIDAS
Midas corrió al río y se lavó las manos en la fuente, agradecido por esta oportunidad. Se asombró al ver el oro que fluía de sus manos para depositarse en la arena del fondo de la fuente. Rápidamente, llevó una jarra de agua para volcar sobre Zoe y rociar a la gata. Al instante, sonaba en el silencio la risa y la voz musical de Zoe y el ronroneo de la gata.
Muy contento y agradecido salió Midas con su hija para buscar más agua del río Pactulo y así poder rociar rápidamente todo lo que brillaba de oro en el palacio.

Gran alegría le proporcionó a Midas el observar que la vitalidad había retornado a su jardín y a su corazón. Aprendió a amar el brillo de la vida en lugar del lustre del oro.

A partir de entonces, Midas se convirtió en una mejor persona, generosa y agradecida por todos los bienes que tenía. Su pueblo llevó una vida próspera y cuando murió, todos lloraron a su amado rey.

En la localidad de Yazilikaya de Anatolia, se levanta una fachada monumental llamada 'tumba de Midas', que data del siglo VII a.C. Pero lo cierto, es que se trata de un templo dedicado a Cibeles. antigua diosa de la fertilidad de la tierra (y principal divinidad del panteón de Frigia).


Gracias a Midas este reino se expandió al este, participando en múltiples relaciones comerciales con Asiria y Urartu, que aumentó considerablemente las riquezas del rey y su región. Tanta abundancia provocó que los griegos acabaran haciéndole un hueco en su mitología.


Según parece, tras las muchas invasiones de Sargón II (rey de Asiria durante el Imperio nuevo). Midas se suicidó, terminando así el próspero período de Frigia.

 La historia del rey Midas es un mito sobre la avaricia y narra lo que ocurre cuando no sabemos reconocer la verdadera felicidad. Midas era un hombre que deseaba que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Sin embargo, no había pensado que este deseo no era realmente una bendición, sino una maldición. Su codicia nos invita a pensar y darnos cuenta de las consecuencias que pueden llevarnos a convertirnos en esclavos de nuestros propios deseos.

miércoles, 17 de octubre de 2018

LA PESTE DE TUCIDIDES


LA PESTE DE TUCIDIDES
430-425 a. de c.

"No solo la medicina falla, sino cualquier otro arte humano"
Así describe el historiador Tucidides (h. 460-400 a. de c.) la situación en Atenas, Grecia, durante la epidemia, a raíz de la cual muere una gran parte de la población.


Este autor nos ofrece datos concretos sobre los orígenes de esta epidemia que, posteriormente, también se denominaría; "la peste de Tucidides".
La epidemia estallo cuando Atenas se hallaba sitiada por los espartanos durante la guerra del Peloponeso y, por lo tanto, abarrotada de gente.
Según Tucidides, los síntomas son un fuerte calor en la cabeza y el enrojecimiento e irritación de los ojos.
Le siguen estornudos, ronquera y tos fuerte, y más tarde vómitos y convulsiones violentas.
Los afectados o bien mueren al séptimo o noveno día.
Desde el punto de vista epidemiológico moderno, Tucídides recopila en su obra varias enfermedades contagiosas por primera vez en Atenas.
En el año 430 a. de c., se extiende la viruela, que causa numerosas víctimas, y otras epidemias, como el tifus exantemático y la disentería.
Sin embargo, no cabe duda de que no se trataba de la peste bubónica o neumónica.  Esta epidemia aparece probablemente por primera vez en Occidente en el año 531 d. de c. 


sábado, 11 de noviembre de 2017

ANTIKYTHIRA, LA PRIMERA CALCULADORA DE LA HISTORIA

ANTIKYTHIRA,  LA PRIMERA CALCULADORA DE LA HISTORIA


ANTIKYTHIRA,  LA PRIMERA CALCULADORA DE LA HISTORIA
La calculadora Antikythira, que es la primera en la historia de la humanidad, es uno de los objetos de estudio de la II Conferencia Internacional de la Tecnología de la antigua Grecia que se celebra en Atenas desde el 17 hasta el 21 de octubre.

Este complejo mecanismo, encontrado en 1901 en el lugar de un naufragio de un buque en el año 80 a.c en la isla griega de Antikythira, guarda un misterio puesto que el mecanismo de precisión que utilizaba era desconocido hasta el S.XVI a.c.

El aparato consta de una tabla diferencial rotatoria con una serie de dientes y ruedas que se entrelazaban, y que probablemente era usado por los griegos de la Antigua Grecia para dar la posición anual de las estrellas y los planetas.

En el año 1900 unos buceadores encontraron los restos de un barco de al menos 2.000 años de antigüedad, cargado de tesoros y procedente de la isla griega de Anticitera. Contenía estatuas de bronce y mármol, y es posible que estuviera viajando hacia Roma cuando naufragó (alrededor del año 65 a.C.). entre su cargamento se encontró una masa de madera y bronce. El metal estaba tan corroído que tan sólo pudo verse con dificultad que se trataba de ruedas de engranaje y escalas grabadas. Pero en 1954 Derek J. De Solía Price, de la universidad de Cambridge, pudo finalmente deducir que se trataba de un antiguo mecanismo de cálculo análogo, mucho más adelantado que todo lo que hubo en Europa por espacio de varios siglos. En realidad, cuando estaba nuevo, el mecanismo "debió de parecerse mucho a un buen reloj mecánico moderno".

El mecanismo estaba compuesto de por lo menos 20 ruedas de engranaje, apoyadas en una serie de placas de bronce, todo ello montado dentro de una caja de madera. Cuando se daba vueltas a un mango que atravesaba el lado de la caja, las manecillas se movían a velocidades diferentes sobre esferas protegidas por unas puertecillas. Las inscripciones explicaban cómo manejar el aparato y cómo interpretar lo que marcaban las esferas.

El mecanismo indicaba el movimiento de los cuerpos celestes: el Sol, la Luna y los planetas que pueden verse sin ayuda de aparatos ópticos, como Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Señalaba sus posiciones relativas en el cielo con gran exactitud. Las manecillas indicaban también la hora.

En palabras de Price, "en ningún lugar se ha conservado nada similar a este instrumento. De ningún texto científico o alusión literaria se conoce nada comparable a esto". Continúa diciendo que "parece probable que la tradición de Anticitera formara parte de un amplio corpus de conocimientos que se perdió para nosotros, pero que conocieron los árabes", ya que siglos más tarde éstos construyeron calendarios mecánicos e inspiraron a los constructores de relojes de la Europa medieval.

Fuente: EFE / Atenas


sábado, 29 de octubre de 2016

CIRILO DE ALEJANDRÍA UN PADRE DE LA IGLESIA POLÉMICO

CIRILO DE ALEJANDRÍA UN PADRE DE LA IGLESIA POLÉMICO
CIRILO DE ALEJANDRÍA UN PADRE DE LA IGLESIA POLÉMICO




Uno de los Padres de la Iglesia más polémicos fue Cirilo de Alejandría (c. 375-444). El historiador Hans von Campenhausen dice que era “autoritario, violento, astuto, convencido de la grandeza de su sede y de la dignidad de su ministerio”, y añade que “siempre consideró como justo aquello que era útil a su poder episcopal y a su dominación [...]. La brutalidad y falta de escrúpulos con que llevó su lucha nunca le crearon problemas de conciencia”. Cuando era obispo de Alejandría, se valió del soborno, la publicación de libelos y la calumnia para deponer al obispo de Constantinopla. Se le considera responsable del brutal asesinato, en el año 415, de la famosa filósofa Hipatia. Al hacer referencia a sus escritos teológicos, Campenhausen dice lo siguiente de Cirilo: “Gracias a él se convirtió en costumbre no remitirse, para las cuestiones de fe, sólo a las Sagradas Escrituras, sino también a citas adecuadas o a recopilaciones de ellas, extraídas de textos anteriores, reconocidas por la Iglesia”.

viernes, 21 de octubre de 2016

AGAMENÓN

AGAMENÓN


AGAMENÓN

Agamenón era el hijo de Atreo, rey micénico, y de su esposa Anaxibia.

Tras haber sido asesinado su padre, Agamenón, junto con su hermano Menelao, más la colaboración del rey de Esparta, Tindareo, tomaron control del trono de Micenas, agarrando Tindareo el trono, quién más tarde sería sucedido por Menelao. Ambos hermanos se casaron cada uno con una hija del rey, Menelao con la increíble Helena y Agamenón con Clitemnestra. Esta última pareja tuvo cuatro hijos, tres mujeres y un hombre, Orestes.

Paris, príncipe troyano, había raptado a Helena, causando la Guerra de Troya, en la cual Agamenón se convirtió en comandante en jefe del ejército griego, que representaba a diferentes reinos en contra del troyano.
Con tal de defender el honor de su hermano Menelao, Agamenón llegó a límites desconocidos.

Hubo una ocasión en la que la flota griega no puedo partir desde Aulis hasta Troya porque el viento no les era favorable, ya que Agamenón había insultado a Artemisa, encargada del aire, y el comandante llegó incluso a ofrecer a una de sus hijas, Ifigenia, en forma de sacrificio.

De todos modos, las fuentes de los textos no confirman la veracidad de estos hechos ya que hay algunos que dicen que Ifigenia pasó a convertirse en una de las sacerdotisas de Artemisa en su ciudad Tauris. Sea cual sea la versión, ya es una clara muestra de lo mucho que le importaba ganar a Agamenón.

En la Ilíada de Hornero se describe a Agamenón como un líder con coraje y valentía, pero a la vez muy arrogante, testarudo y frío que muchas veces se dejaba guiar por sus propios deseos o caprichos, sin tener en cuenta la opinión de los demás, tratando a sus iguales como si fueran vasallos.

El propio Hornero comenta que Agamenón salió hacia Troya embarcado con cien flotas y que tenía en su poder un cetro de marfil entregado por Hefesto.

Agamenón complicó las cosas al reclamar para sí a la amante de Aquiles, Briseis, luego de haber entregado a su esclava Criseis a su padre Crises, uno de los tantos sacerdotes de Apolo.
Por esto, y sumado a que no le agradaba demasiado su comandante desde antes, Aquiles comenzó a cultivar un profundo resentimiento, rechazando volver a batallar. Así, los griegos comenzaron a perder una contienda que tenían dominada. En uno de los ataques, las tropas enemigas prendieron fuego los barcos griegos.
Tras regresar de Troya, quedó bien en claro los pocos amigos que tenía Agamenón. Su esposa, quién no le perdonó que ofrezca a Ifigenia en sacrificio, se había convertido en la amante de Egisto, uno de los responsables de la muerte del comandante.
No hay una historia concreta sobre su muerte, ya que los poetas trágicos han mencionado diferentes posibilidades y cada historia difiere de otra pero la más aceptada suele ser la que comenta que tras volver fue invitado a un banquete. En dicho banquete, Clitemnestra y su amante mataron a Agamenón, aprovechando la ocasión para matar además a su amante Criseis. En el inframundo, Odiseo se encontró con la sombra del caído comandante y Menelao, su hermano, le erigió un monumento en el río Egipto.

Otra posibilidad, como la que cuenta Esquilo, fue que Clitemnestra lo mató sola, arrojando una red sobre él mientras se bañaba y lo remataba de tres golpes. En parte fue por sus celos de Criseis y por su vida adultera con Egisto. Por su parte, Tzetzes comenta que la pareja lo asesinó. Eurípides y Sófocles cuentan que Clitemnestra lo mayó arrojándole una red, siendo la causa de su enojo el ofrecer a su hija como sacrificio.
Al morir Agamenón y Criseis, sus dos hijos fueron asesinados sobre la tumba de sus propios padres, en manos de Egisto.
Sin lugar a dudas, lo más llamativo de la historia de Agamenón fue lo sin escrúpulos que vivió su vida, ofreciendo la vida de su hija para poder combatir y defender el honor de su hermano, que era el único vínculo que le quedaba con su adorado padre. Además, su instinto y capricho le jugaron en contra al buscar a la amante de Aquiles, quedando sin uno de los hombres más importantes en la guerra, lo que fue desencadenando en una serie de sucesos trágicos.

Si bien su muerte fue causada por su esposa y su amante, o por uno de ellos (como prefieran tomar la historia), se puede decir que el propio Agamenón fue condenándose a muerte, primero ganándose el odio de su esposa ofreciendo a su hija, y segundo tomando una amante, lo cual puso en claro descontento a Clitemnestra, que demostró ser una mujer con muchas agallas, y sin piedad ni escrúpulos como el propio Agamenón.
Así, Agamenón quedó marcado como uno de los comandantes más épicos por su impresionante valor pero también por un fuerte carácter que terminó significando su perdición.

Instruido en las epopeyas griegas clásicas de las que se enamoró siendo un niño, Heinrich Schliemann estaba convencido de que Agamenón realmente regresó victorioso de la mítica ciudad de Troya para gobernar sobre todas las ciudadelas de Grecia, sólo para después ser asesinado por su esposa en la bañera.

Pocas personas compartían su creencia – en ese momento, los estudiosos consideraban que la Odisea y la Ilíada no eran más que ficción especulativa. En 1876 se dispuso a probar que se equivocaban, volviendo sobre los pasos del ejército de Grecia en la Ilíada y excavando un lugar que él pensó que era el lugar final de descanso del rey.

Después de una cuidadosa excavación en la isla de Creta, por casualidad Schliemann desenterró una tumba de la Ciudadela de Micenas de la Edad de Bronce. En esa tumba, entre muchos tesoros, había tres cadáveres. Uno todavía llevaba una máscara de oro  de la muerte según la tradición de Micenas, como Homero había descrito. Al quitar la máscara, Schliemann descubrió un cráneo conservado. Asombrado por su descubrimiento, dijo: "Hoy he observado la faz de Agamenón".

Es difícil tomar a Schliemann en serio, teniendo en cuenta que cometió bastantes actos extraños en su vida.

Mientras los arqueólogos modernos han determinado que la máscara funeraria data del 1500 a C., cientos de años antes de la vida de Agamenón como lo relata la tradición.



lunes, 9 de mayo de 2016

LA PROSTITUCIÓN SAGRADA


LA PROSTITUCIÓN SAGRADA



LA PROSTITUCIÓN SAGRADA


La historia registra el culto de la Prostitución sagrada practicada en Babilonia en honor de la diosa Ishtar.



 Según esta costumbre las jóvenes no debían llegar vírgenes al matrimonio.



Como muestra de su devoción debían prostituirse con extraños dentro del recinto sagrado, cobrando un salario que quedaba en el tesoro del templo.



 Las doncellas no hacían esto por promiscuidad, sino como modo de devoción.



Prácticas similares se realizaban en la Corinto griega y en los pueblos canaanitas de la costa levantina.  



 Ishtar era protectora de las prostitutas y de las mujeres infieles, versión babilónica de la sumeria Innana. Se supone que estas diosas son persistencia de un culto más antiguo, quizás de épocas del matriarcado, en que la diosa femenina era considerada la generadora de la fecundidad de los campos y la prosperidad humana. En esa época la mujer tenía iguales derechos al hombre y no estaba sometida a él. La descendencia de los hijos se determinaba por la madre y no existían reglas punitivas contra el adulterio o las relaciones prematrimoniales.  



 Luego con otros cultos masculinos esto se fue perdiendo. Los griegos gustaban de estar con prostitutas pero sus esposas eran consideradas un poco más que un objeto, prácticamente igual que si fueran esclavas.


 Y los israelitas persiguieron con saña a estas prácticas. Según los mandamientos que registra la Biblia, la esposa es un poco más importante que las posesiones materiales: el 9º mandamiento prohibe desear la mujer del prójimo y último es no codiciar los bienes ajenos. Quizás originalmente estos dos mandamientos hayan sido uno solo. 

sábado, 19 de marzo de 2016

DEMÓSTENES “EL GRAN ORADOR DE GRECIA”

DEMÓSTENES
“EL GRAN ORADOR DE GRECIA”


DEMÓSTENES “EL GRAN ORADOR DE GRECIA”

El gran orador de Grecia fue, sin duda, Demóstenes. Como apasionado defensor de la libertad de su patria, se opuso con la mayor tenacidad a las ambiciosas pretensiones de Filipo de Macedonia, como atestiguan sus incendiarias Filípicas y Olintíacas.

Proveniente de una familia de empresarios ricos, perdió a su padre a los siete años y sus tutores Áfobo, Demofonte y Terípides abusaron de su patrimonio, por lo que, al acercarse a la mayoría de edad, hubo emprender largos procesos judiciales para conservar algo de su fortuna.

Según la biografía escrita por Plutarco, su admiración e interés por la oratoria se habría despertado cuando su pedagogo lo introdujo clandestinamente en la Asamblea, donde fue testigo de una brillantísima autodefensa del estadista Calístrato. Discípulo de Iseo, leyó las obras de Isócrates y ejerció en su primera juventud la profesión de logógrafo. Superó con esfuerzo sus dificultades para la oratoria por medio de ejercicios de declamación.

Como hombre de acción y embajador de su patria, buscó alianzas a favor de Atenas tanto en el Peloponeso como en el insurgente poderío de Tebas. Por eso, a propuesta de Ctesifonte, el pueblo le concedió una corona de oro, a lo que se opuso su contrincante Esquines. Pero Demóstenes ganó el proceso con su famoso Discurso de la Corona, cumbre indiscutible de la oratoria griega y modelo supremo para futuras generaciones.

A partir del año 354 a.C. intervino en asuntos políticos y se hizo famoso por sus discursos. Entre los primeros destaca Para los megalopolitanos, que atrajo la atención de los atenienses sobre el peligro que representaba el poder de Esparta.

Denunció la ambición de Filipo de Macedonia en las famosas Filípicas, discursos pronunciados durante un largo proceso en la asamblea ateniense. Es en las Filípicas donde se inicia la oratoria mayor de Demóstenes.

Mientras en sus comienzos era aún perceptible la influencia de Isócrates, su estilo muestra ahora una mayor riqueza de variaciones frente a la regularidad del período isocrático.

La serie se inicia con la Primera Filípica (349 o 351), un enérgico llamamiento a los atenienses. Entre 349 y 348, cuando Atenas concertó una alianza con la Calcídica para luchar contra Filipo, pronunció las tres Olintíacas, en que urgía a los atenienses a ayudar a Olinto; ello no evitó, sin embargo, la destrucción de la ciudad aliada. Demóstenes, que en 346 formó parte de la embajada enviada para tratar la paz con Filipo, pronunció en 344 otro llamamiento contra las pretensiones del rey de Macedonia en la Segunda Filípica. Tres discursos del año 341 dan testimonio de su máxima actividad como orador: la Tercera y la Cuarta Filípica y Sobre la situación del Quersoneso, una de las obras maestras de su oratoria.

En el 340 a.C. dejó la oposición y pasó a ser jefe del partido dirigente. A lo largo de la década siguiente intentó ser coronado por sus méritos cívicos, pero Esquines se opuso a su propuesta y Demóstenes terminó siendo condenado al exilio. La hostilidad entre ambos oradores culminó en 330 en un gran proceso político. Demóstenes respondió triunfalmente con su discurso Por la corona. Esta demolición del adversario e inteligente apología de la propia actuación política está considerada la obra cumbre de su oratoria.

Tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.), Atenas, Argos y Corinto se sublevaron contra la hegemonía macedonia. Demóstenes regresó a su patria y fue acogido triunfalmente, pero la derrota naval en Amorgos y la terrestre de Cranón dieron al traste con los sueños de los sublevados. Demóstenes tuvo que huir a la isla de Calauria, donde se suicidó por envenenamiento para no caer en manos de los agentes de Antípatro.
Aunque Demóstenes fue ante todo un hombre de acción, que luchó para que Atenas recobrase la hegemonía y contuviera el avance de Filipo, la posteridad lo ha ensalzado siempre como brillantísimo orador. La fuerza de sus discursos (de los que se conservan unos setenta) y la precisión de sus argumentos, con pocas figuras retóricas, le otorgan una originalidad excepcional. Como otros maestros de la prosa, Demóstenes pone especial cuidado en la estructura rítmica al final del período; ya en los comentarios de la Antigüedad se destacaba que la eficacia de su oratoria reside, en gran parte, en el ritmo.



Fuente: BREVE HISTORIA DE LA ANTIGUA GRECIA de DIONISIO MÍNGUEZ FERNÁNDEZ y BIOGRAFIAS Y VIDAS