Mostrando entradas con la etiqueta ideas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ideas. Mostrar todas las entradas

jueves, 15 de noviembre de 2018

EL PAPEL Y LA IMPRENTA DOS INVENTOS CHINOS


EL PAPEL Y LA IMPRENTA
DOS INVENTOS CHINOS

EL PAPEL Y LA IMPRENTA  DOS INVENTOS CHINOS
El papel fue inventado en China cerca de 3.000 años después de que los antiguos egipcios utilizaran el papiro para escribir. Cai Lun, un oficial gubernamental de la Dinastía Han Occidental, elaboró papel mezclando la corteza de una morera y fibras de bambú con agua, escurriendo y secando la mezcla en un marco chato de bambú.
       Otros materiales usados en la elaboración del papel incluían la corteza de árbol, el cáñamo, el lino y hasta las redes de pesca. Durante las Dinastías Tang y Song, los papeles fueron desarrollados para distintos propósitos, incluídos el papel de cáñamo, el papel de piel, el papel de bambú, y el papel de xuan –elaborado en base a un tipo de pino- utilizado específicamente para caligrafía.
       Los avances en la elaboración del papel fueron complementados por el desarrollo de la imprenta. La xilografía fue usada en China en el Siglo VII, y el texto impreso conocido más antiguo corresponde a unas escrituras budistas, que fueron impresas en el año 868 dC. Imprimir libros insumía mucho tiempo, ya que el método de entalladura utilizado, requería grabar un bloque nuevo para cada página.
       
EL PAPEL Y LA IMPRENTA  DOS INVENTOS CHINOS
Los tipos móviles de impresión fueron inventados durante la Dinastía Song. Los caracteres móviles chinos eran tallados en madera, y se podían disponer según la necesidad, y hasta ser reutilizados. Versiones posteriores usaron arcilla, pero se quebraban fácilmente. Durante la Dinastía Ming, los tipos móviles de madera fueron perfeccionados, y los libros se imprimieron utilizando el proceso de impresión a dos colores.
       La rápida adopción de la tecnología del papel y la imprenta en China, precipitó la difusión del conocimiento entre la elite literaria y la aristocracia.
 

lunes, 22 de octubre de 2018

OPINIÓN DE MANUEL BELGRANO SOBRE LA LLEGADA DE CISNEROS AL RÍO DE LA PLATA.


OPINIÓN DE MANUEL BELGRANO SOBRE LA LLEGADA DE CISNEROS AL RÍO DE LA PLATA.
Conociéndose la llegada de Cisneros al Río de la Plata, algunos opinan que es necesario resistir su autoridad -entre ellos, Manuel Belgrano- mientras muchos otros no se deciden a actuar.

(. . .) Y entonces aspiré a inspirar la idea de Liniers de que no debía entregar el mando, por no ser su autoridad legítima la que lo despojaba: los ánimos de los militares estaban adheridos a esta opinión: mi objeto era que se diese un paso de inobediencia al legítimo gobierno de España, que en medio de su decadencia quería dominarnos, conocí que Liniers no tenía espíritu ni reconocimiento a los americanos que lo habían elevado y sostenido, y que ahora lo querían de mandón, sin embargo de que había muchas pruebas de que abrigaba o por su opinión o por el prurito de todo europeo, mantenernos en el abatimiento y esclavitud. Cerrada esta puerta, aun no desesperé de la empresa de no admitir a Cisneros, y sin embargo de que la diferencia de opiniones y otros incidentes me habían desviado del primer comandante de Patricios don Cornelio Saavedra, resuelto a cualquier acontecimiento, bien que temiendo de que me vendiese, tomé el partido de ir a entregarle dos cartas que tenía para él de la Infanta Carlota; las puse en sus manos y le hablé con toda ingenuidad: le hice ver que no podía presentársenos época más favorable para adoptar el partido de nuestra rendición y sacudir el injusto yugo que gravitaba sobre nosotros.
La contestación fue que lo pensaría y que le esperase por la noche siguiente a oraciones en mi casa: concebí ideas favorables a mi proyecto, por las disposiciones que observé en él, los momentos se hacían para mí siglos; llegó la hora y apareció en mi casa don Juan Martín de Pueyrredón y me significó iba a celebrarse una Junta de comandantes en la casa de este a las once de la noche, a la que yo precisamente debía concurrir que era preciso no contar sólo con la fuerza, sino con los pueblos, y que allí se arbitrarían los medios.
Cuando oí hablar así y tratar de contar con los pueblos, mi corazón se ensanchó, y risueñas ideas de un proyecto favorable vinieron a mi imaginación: quedé sumamente contento sin embargo de que conocía la debilidad de los que iban a componer la Junta, la divergencia de intereses que había entre ellos, y particularmente la viveza de uno de los comandantes europeos que debía asistir, sus comunicaciones con los mandones, y la gran influencia que tenía en el corazón de Saavedra, y en los otros, por el temor.
A la hora prescripta vino el nominado Saavedra con el comandante don Martín Rodríguez a buscarme para ir a la Junta: híceles mis reflexiones acerca de mi asistencia pero insistieron y fui en su compañia; allí se me dió un asiento y abierta la sesión por Saavedra, manifestando el estado de la España, nuestra situación, y que debía por empezarse por no recibir a Cisneros, con un discurso bastante metódico y conveniente, salió a la palestra uno de los comandantes europeos con infinitas ideas, a que siguió otro con un papel que había trabajado, reducido a disuadir del pensamiento, y contraído a decir agravios contra la Audiencia, por lo que los había ofendido con sus informes ante la Junta Central.
Los demás comandantes exigieron mi parecer; traté la materia con la justicia que ella de suyo tenía, y nada se ocultaba a los asistentes, que después entrados en conferencia, solo trataban de un interés particular, y si alguna vez se decidían a emprender, era por temor de que se abría aquel congreso y los castigarían, mas asegurándose mutuamente el silencio volvían a su indecisión y no buscaban otros medios ni arbitrios para conservar sus empleos. ¡Cuán desgraciada vi entonces esta situación!
¡Qué diferentes conceptos formé de mis paisanos! No es posible, dije, que estos hombres trabajen por la libertad del país; y no hallando que quisieran reflexionar un instante sobre el verdadero interés general, me separé de allí desesperado de encontrar remedio; esperando ser una de las víctimas por mi deseo de que formásemos una de las naciones del mundo.

Fuente:
Belgrano, Autobiografía, en: Corbellini, Enrique,
La Revolución de Mayo y sus antecedentes desde las invasiones inglesas,
Buenos Aires, Lajjoaune, 1950, 2 tomos, pág. 335


sábado, 2 de junio de 2018

4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA


4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA

4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA

Interesante análisis de esta importante fecha para el país escrito por  Jorge Cuello

Cuando el 4 de junio de 1943 las tropas comandadas por altos oficiales nacionalistas del ejercito, derrocaban al presidente Castillo y tomaban el poder en Argentina, se producía el hecho político más importante del S.XX en nuestro país y probablemente de  América Latina. Visto en perspectiva histórica ha resultado tan decisivo como el 25 de mayo o el 9 de julio y tan importante como la reconquista de Buenos Aires  o la batalla de Ayacucho.

Pero según las metodológicas historiográficas utilizadas en nuestros tiempos, en su casi totalidad derivadas de teorías  liberales o marxistas, el hecho pierde la verdadera trascendencia que en la realidad tuvo, ya que estas filosofías presentes en las bases de aquellos métodos, no observan la historia desde la realidad de las naciones y su existencia en el devenir del tiempo y de su espacio, sino de acuerdo a categorías y principios que ellas mismas crean, fruto de disquisiciones intelectuales que suelen estar alejadas de la realidad vívida de los hombres reales que hacen esa historia.

Es así que el sistema educativo argentino, impregnado de aquellas filosofías ignora o niega el peronismo, y, naturalmente, le resta total significación al acontecimiento histórico puntual que abrió el espacio para el surgimiento de este movimiento nacional argentino. Se procura reducir la revolución Justicialista solamente a la problemática social del pasado y reducir toda su significancia a un simple obrerismo, no excepto de demagogia. 

También está presente el método del "silencio". Se busca ignorar por silencio. Método este que ha tenido relativo éxito para la cultura liberal argentina  que logro, por este camino, ocultar a generaciones de compatriotas, cursos históricos de rotunda importancia para la vida de la Nación y que pudieron ver la luz casi un siglo después gracias a la tesonera labor de los historiadores "revisionistas".

En los ambientes intelectuales, universitarios, académicos, el concepto instalado respecto a "que cosa es" una revolución, sin duda contribuye igualmente a recluir casi en el olvido la magnitud del proceso iniciado aquel 4 de junio del 43. Me refiero a la creencia que una revolución en nuestra época es únicamente aquella de carácter socialista marxista. Y naturalmente, la que inician Ramirez -Farrel - Perón estaba en las antípodas.

Una revolución puede ser "política", totalmente alejada del marxismo. Y en este caso el "hecho revolucionario" esta dado por la ruptura de la dependencia de un centro de poder o potencia imperial, ruptura que necesariamente  impulsa, en la nación que ha tomado esa decisión y ha podido concretarla, un cambio radical de estructuras en todos los aspectos y niveles de la vida colectiva e individual de esa comunidad. Y no necesariamente tiene que ser marxista en sus valores, en su concepción ni en su realización.

Aquel 4 de junio, marca el comienzo de un proceso con esas características y definiciones. Fue el comienzo de una revolución tan profunda,  que a casi cincuenta años de concluida la etapa de realizaciones, y a pesar de otros tantos  años de destrucción planificada y sistematizada de su inconmensurable obra, aún sigue presente en el decurso político de nuestra nación. Y sin embargo, en las bases doctrinarias de aquella revolución, nada tan ausente como el marxismo.

Una noción superior, realista, humanista, rigió toda la obra iniciada el 4 de junio: la superior noción de Nación-Soberanía-Justicia como únicas posibilidades de realizar el "bien común" y de instaurar una conciencia geopolítica que en aquel proceso, resguardó, reorganizó e impulso a la grandeza a nuestra nación y procuró expandir estas nociones a toda América Latina.

En el momento de producirse la revolución del 43, la guerra europea tomaba ya un curso estratégico decisivo y la victoria de las potencias "Aliadas" se tornaba irreversible. Si bien es cierto el desarrollo de la guerra podría poner en duda esta afirmación, surgía en cambio claramente al estudiarse la relación tiempo-capacidad de suministros-frentes y escenarios de guerra. Esta ecuación resultaba definitivamente favorable a los Aliados, desde la entrada de EEUU a la guerra y la neutralización del Japón como potencia invasora de Rusia por el oriente y el Pacifico.  Los acuerdos de Bretton Woods, alcanzados para organizar el mundo de la postguerra en exclusivo beneficio de las superpotencias que de la conflagración surgirían, lo atestiguan.  De manera que un nuevo y rígido  orden geopolítico mundial se estaba construyendo vertiginosamente al fragor de  las armas en los campos de batalla de la vieja Europa y las banderas victoriosas, se mostraban generosas a  rusos y anglos-norteamericanos por igual.  Era un orden geopolítico planificado en todos sus detalles, por los grandes eruditos, políticos y centros de planificación de las potencias que se sabían triunfadoras. Nada escapaba ni era ajeno a esta ordenación que se concretaría definitivamente en un futuro próximo.

Nada era ajeno, excepto, la imprevisibilidad de los hombres y los pueblos.

En esta dimensión geopolítica, que todo lo abarca, es donde aparece la extraordinaria magnitud de la revolución del 43. Y ese 4 de junio sucedió justamente eso: lo imprevisible, lo que estaba fuera de los cálculos de los dirigentes de las potencias de entonces, lo que desestructuraba el nuevo orden de dominio que a sangre y fuego estaba naciendo en el mundo. En fin,   lo que provocó la virulenta reacción y presiones a que se vio sometido el gobierno militar revolucionario, tanto por parte de los organismos y funcionarios de los gobiernos Aliados, muy especialmente Estados Unidos,  como por el aparato de control y dominación que las potencias de entonces, habían consolidado en nuestro país.

Desde aquel 4 de junio una importante región del continente sudamericano pasaba a estar en conflicto con esas potencias, con el agravante que se producía dentro del espacio de absoluta influencia de intereses geopolíticos fundamentales de estas. Consecuentemente, una modificación geopolítica surgía en el horizonte inmediato de la política internacional de EEUU, ya que Argentina pasaba a controlar soberanamente, tanto la integridad de su territorio y sus riquezas,  como los mares jurisdiccionales y los pasos interoceánicos de Magallanes y Darke en el extremo sur de América, se proyectaba hacia las islas del Atlántico sur y extendía su influencia hasta la Antártida.

Agudizaba esta complicada situación,  el hecho que Argentina disponía de un relativo poder de expandir su influencia a toda la región del Cono Sur e incluso del continente. Esta potencialidad argentina definió casi inmediatamente la política hostil del Departamento de Estado hacia nuestro país y su gobierno militar. No estaban dispuesto a aceptar el lugar en el mundo de post guerra que Argentina pretendía.  Cuando el 22 de diciembre del 43, una revolución en Bolivia llevo al poder al Mayor Villaroel, la luz roja se encendió en las altas esferas de la potencia del norte y cuatro días después, el New York Time publicaba el pensamiento del
vicepresidente Welles, convencido que los "nazis" argentinos estaban detrás del golpe en al Altiplano. L.S.Rowe, quien encabezaba la Unión Panamericana, denuncio al Departamento de Estado que la Argentina hacia lo posible por "destruir el  sistema interamericano" (Berle Diaries, 10 enero 1944, box 215, en C. Escude, La Declinación Argentina, Bs.As. 1983, Ed. Belgrano ) y ese mismo mes, el presidente Roosevelt, a instancia del Departamento de Estado, aprobó un aumento del "préstamo y arriendo" para fortalecer el poder militar del Brasil y ordenó a poderosas unidades de la Flota del Atlántico sur, al mando del almirante Jone Ingram,
desplegarse hacia la boca del Plata. Acciones de esta envergadura, presiones económicas y políticas y todo tipo de operaciones diplomáticas por parte de Estados Unidos muestran claramente el malestar y la dimensión del problema que aquel 4 de junio del 43 había aparecido en la lejana Argentina para la potencia del Norte.
   

Y, aunque los norteamericanos pretendieron hacer del "peligro Nazi", resurgido en el extremo sur de América del Sur, el eje y justificativo de los ataques a la argentina no existía la mas remota posibilidad de una expansión de la Alemania nazi a nuestras costas, simplemente porque la potencia europea no tenia marina de guerra en relación con la armada inglesa, y el Atlántico separaba definitivamente a la Alemania nazi de Argentina. Ni mucho menos suponer que los militares argentinos en el gobierno creían que podían enfrentarse con todo el mundo por profesar esa ideología.

Tampoco había motivos económicos de peso, mucho menos militares para justificar la irritabilidad y la acción norteamericana cuasi violenta para con nuestro país. Mas bien todo lo contrario. Argentina, aunque no había roto relaciones con el Eje, suministraba a Inglaterra todos los excedentes de carne que le permitieron a esta sostener el esfuerzo de guerra justamente contra Alemania. Y sin embargo, a pesar de esta política favorable a  Inglaterra, la potencia del norte no trepidó en poner en riesgo el vital suministro argentino a su aliado. Claramente notamos que no era la cuestión nazi, ni lo económico ni lo militar la fuente del encono de EEUU con Argentina. El riesgo era otro, y se ocultaba cuidadosamente.

 Lo cierto era que, como consecuencia del peligro de una fractura geopolítica de la en el escenario del continente sudamericano, el mundo bi polar planificado, su utilización dialéctica y el reordenamiento mundial que con esta arma se lograría,  era  alterado por un "tercero en discordia" que reemplanteba la postguerra y podía iniciar un posible proceso multipolar, totalmente ajeno a las planificaciones de los dos grandes futuros vencedores de la segunda Gran Guerra europea.

También se insinuaba incierto el sistema de defensa del hemisferio occidental proyectado por los Aliados, concretado en la OTAN pues, aquel 4 de junio surge  una incipiente potencia soberana, que, en un posterior pero muy posible desarrollo de su proyecto,  se podía llegar a ubicar en condiciones de influir, asociada con sus vecinos,  en el control del Atlántico sur.

El desarrollo de la revolución nacionalista popular duró 12 años, de 1943 a 1955. Los últimos diez años fueron conducidos por el mas talentoso de los militares revolucionarios, el Gral. Juan D. Perón. Bajo su conducción, Argentina llegó a encaminarse vigorosamente hacia destinos de potencia. Pero los grupos de poder anglo-norteamericanos no aceptaron nunca el rol que Argentina pretendió. Jamas cesaron en sus presiones y cercamiento al díscolo país sudamericano. Sin embargo, aunque en el origen de este proceso, (justamente en 1943 y 1944), las elites que comandaban la política exterior de las potencias angloamericanas planearon la acción militar, primero en forma directa y después  a través de Brasil,  se inclinaron por el tiempo, y no por la sangre para resolver el problema de, al decir de Welles, " la espina atravesada en la garganta del Departamento de Estado". Esperaron el momento oportuno para poner fin a este proceso, pero siempre actuando en consecuencia. Y una fatal combinación de actores y factores internos y externos, convergieron dramáticamente para producir un nuevo Caseros, un 16 de setiembre de 1955.


Si observamos desapasionadamente las realizaciones, las obras, las políticas de la revolución justicialista, ninguno de los aspectos de la misma podían afectar el poderío económico ni militar de la superpotencia americana. Ninguno excepto uno: el interés geopolítico. Y naturalmente, todas las implicancias y derivaciones que de aquí devienen. He aquí, entonces, el verdadero y profundo fundamento del antagonismo norteamericano e ingles a la argentina revolucionaria de 43. Ahí está la verdadera trascendencia de la revolución del 4 de junio,  que la hizo peligrosa, irreconciliable, condenada por los poderosos. Esa es la cuestión. Nos desvían la atención poniendo temáticas de la época para ocultarnos su verdadera importancia. Todo un sistema educativo-cultural se mueve al unísono en ese sentido. Y tanto liberales como marxistas, filosofías
operantes en ese sistema,  convergen en impedir un profundo conocimiento del Peronismo tal cual es, para conveniencia de los poderes mundialistas, hoy sumamente desarrollados.

Pero aún posible de retomar por nosotros, los hijos y nietos de aquella gesta gloriosa. La historia se "hace", solo después "se dice". ¡ Hagámosla nosotros también ¡ Un recuerdo muy sentido y pleno de agradecimiento  a los hombres de aquel 4 de junio del 43, para que su visión y su ejemplo, renazcan y nos elevemos de las ruinas culturales y políticas del abismo argentino de hoy, y nuestra Patria Argentina vuelva a ser lumbre de América libre.

Jorge Cuello
Licenciado en Historia

viernes, 25 de mayo de 2018

La revolución de mayo tuvo un gran orador


La revolución de mayo tuvo un gran orador

La revolución de mayo tuvo un gran orador
Juan José Castelli (Buenos Aires, 1764 - 1812) fue un político de las Provincias Unidas del Río de la Plata y miembro de la Primera Junta de Gobierno. Fue conocido como el "Orador de mayo" y se caracterizó, junto a Mariano Moreno, por el enérgico apoyo a la Revolución de Mayo.

Castelli fue el primero de los ocho hijos del médico veneciano Ángel Castelli Salomón y Josefa Villarino.

Castelli cursó sus primeros estudios con los jesuitas en el Real Colegio de San Carlos que le sirvieron de base para sus posteriores estudios religiosos.

Por disposición de herencia uno de los hijos del matrimonio Castelli debía ordenarse sacerdote y ese destino fue asignado a Juan José. Con ese motivo llegó a Córdoba como estudiante al Colegio Monserrat. Ahí fue compañero de estudios de otros hombres que influirían en la vida pública sudamericana, como Saturnino Rodríguez Peña, Juan José Paso, Manuel Alberti, Pedro y Mariano Medrano, y el cuyano Juan Martínez de Rozas, entre otros. En esos tiempos conoció las obras de Voltaire y Diderot y en especial, con el Contrato social de Rousseau.

Finalizado ese ciclo comenzó estudios universitarios de filosofía y teología. Pero, en 1785, al morir su padre, abandonó la carrera sacerdotal y rechazó el ofrecimiento de su madre para estudiar junto a su primo Manuel Belgrano en la Universidad de Salamanca. Optó por ir a la Universidad de Chuquisaca, Bolivia, a estudiar jurisprudencia y ahí conoció los ideales de la Revolución Francesa.

De regreso a Buenos Aires abrió un estudio jurídico en la casa familiar y representó a la Universidad de Córdoba en distintas causas. Su relación con Saturnino Rodríguez Peña abarcó también al hermano, Nicolás Rodríguez Peña, y a su socio Hipólito Vieytes.

La casa de Rodríguez Peña fue sede de frecuentes reuniones de criollos revolucionarios.En 1794 se casó con María Rosa Lynch, con quien tuvo seis hijos.


lunes, 24 de octubre de 2016

QUINCE PENSAMIENTOS de MANUEL BELGRANO

QUINCE PENSAMIENTOS de 
MANUEL BELGRANO

QUINCE PENSAMIENTOS de MANUEL BELGRANO

1. “El miedo sólo sirve para perderlo todo”.
2. “Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos”.
3. “Nuestros patriotas están revestidos de pasiones, y en particular, la de la venganza; es preciso contenerla y pedir a Dios que la destierre, porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la tranquilidad”.
4. “El modo de contener los delitos y fomentar las virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente”.
5. “El camino seguro de la libertad es la lucha por la libertad social”.
6. “Fundar escuelas es sembrar en las almas”.
7. “Trabajé siempre para mi patria poniendo voluntad, no incertidumbre; método, no desorden; disciplina, no caos; constancia, no improvisación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia”.
8. “No es lo mismo vestir el uniforme militar, que serlo”.
9. “La vida es nada si la libertad se pierde”.
10. “No busco el concepto de nadie, sino el de mi propia conciencia, que al fin es con la que vivo en todos los instantes y no quiero que me remuerda”.
11. “Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella”.
12. “Lo que creyere justo lo he de hacer, sin consideraciones ni respetos a nadie”.
13. “Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino”.
14. “Renuncio a mi sueldo de vocal de la Primera Junta de Gobierno por que mis principios así me lo exigen”.
15. “Un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”.