viernes, 18 de septiembre de 2015

CUANDO SE COMIERON A SOLÍS

CUANDO SE COMIERON A SOLÍS


En los comienzos de la conquista y descubrimiento de los actuales territorios de la Argentina y Uruguay, los españoles sufrieron una gran pérdida, bastante sangrienta. La muerte del piloto mayor de España, Juan Díaz de Solís, a mano de los indígenas.
En 1513 se revela la existencia de un mar situado más allá de las tierras descubiertas por Colón, llamado luego océano Pacífico. Esto auguraba la posibilidad de llegar a la India a través de algún paso. En busca de dicho paso partió desde Sevilla, Juan Díaz de Solís.
El 8 de octubre de 1515 salieron de Sanlúcar de Barrameda tres carabelas tripuladas por sesenta hombres. Tras una breve escala en la isla de Tenerife, Solís rumbeó hacia la costa del Brasil con su pequeña armada. Llegaron a la altura del cabo San Roque. Luego continuó hacia el sur, siguiendo la costa brasileña. En los primeros días de febrero de 1516, vieron que la costa doblaba hacia el oeste dando lugar a un inmenso estuario de unas aguas que cambiaban de un color azul verdoso a un rubio barroso. El Piloto Mayor ordenó probar ese líquido cuyo sabor resultó suave y azucarado. Como la extensión de aquella dulzura era enorme, le dieron el nombre de Mar Dulce. Más tarde cambiado por Río de Solís, y finalmente se impondría el actual y mítico nombre de Río de la Plata.
La exploración
Solís decidió explorar el inmenso estuario. Con una de las carabelas comenzó a costear la actual orilla uruguaya a lo largo de ciento cincuenta kilómetros, y llegó a una isla a la cual llamó Martín García, en honor al despensero de la expedición, que fue enterrado allí.
Ven sobre la costa “muchas casas de indios y gente, que con mucha atención estaba mirando pasar el navío y con señas ofrecían lo que tenían poniéndolo en el suelo; quiso en todo caso ver qué gente era ésta y tomar algún hombre para traer a Castilla”. Seducido por estas demostraciones de amistad, o quizá esperando conseguir víveres frescos y hacer algún comercio, Solís se embarca en un pequeño bote hacia la costa con el contador Alarcón, el factor Marquina y seis marineros más. Sabían que más al norte, en la costa atlántica, los indios eran bondadosos y ofrecían a los navegantes, frutas y otros géneros.
Una vez en tierra, en la margen izquierda del arroyo de las Vacas, se adentraron un poco alejándose de la orilla. Los nativos estaban emboscados, esperándolos, y como una avalancha cayeron sobre ellos con boleadoras y macana, y los apalearon y despedazaron hasta matarlos a todos, con la única excepción del joven grumete Francisco del Puerto, que se salvó y quedó cautivo con los indígenas.
La generalidad de los cronistas y otros testimonios de la época añaden que los indígenas descuartizaron los cadáveres a la vista de los que habían quedado en la carabela, y comieron los trozos de los españoles. No faltan modernos historiadores que niegan el hecho, considerándolo falso y como una de las muchas leyendas infundadas que hay en la conquista de América. Pero J. T. Medina logró probar, hace ya muchos años, que en efecto los indios mataron y comieron a los desdichados españoles, utilizando los testimonios de Diego García, y de muchos más, entre ellos los relatos del sobreviviente Francisco del Puerto.
No fueron los charrúas
No se sabe si los indígenas que dieron muerte a Solís y a sus hombres, fueron guaraníes de las islas del delta o los charrúas de la costa uruguaya.
La hipótesis de que los asesinos del descubridor del Plata fueron los charrúas del Uruguay ha quedado fuera del tintero, ya que no habitaban la zona en la cual desembarcó Solís. Los charrúas eran indígenas cazadores y recolectores nómadas, que vivían en las costas del Río de la Plata y del río Uruguay, también practicaban la pesca para lo cual contaban con grandes canoas.
Quedarían los guaraníes, pero los detalles de la muerte de Juan Díaz de Solís, de la manera en que fueron referidos, muestran un canibalismo diferente del practicado por los guaraníes, ya que están ausentes los elementos simbólicos que lo caracterizaban, lo mismo que su ceremonial preparatorio y su forma de ejecución.
Esto indicaría que los autores habrían sido indígenas guaranizados, que asimilaron nada más que algunos rasgos culturales sin aprender la significación global de una institución como el canibalismo de los guaraníes, que se distinguía precisamente por la forma estudiada en que se cumplían las sucesivas etapas conducentes a sacrificar y comer a un prisionero de guerra.
Siempre se aplicaban con el sentido de absorber las virtudes del inmolado, que generalmente era un guerrero hecho prisionero en combate. Todo ese ceremonial no tenía comparación con la manera repentina y precipitada en que, según las fuentes, procedieron los indígenas a matar y devorar en el sitio mismo a los extraños que acababan de desembarcar. Tampoco hay ningún relato de otro acontecimiento similar que hubiera ocurrido en alguna parte del Río de la Plata, por lo que algunos historiadores, como se dijo más arriba, han puesto en duda la veracidad de las narraciones consideradas clásicas. Pero el hecho de que dejaran con vida al joven grumete Francisco del Puerto obedece a las costumbres de sólo comer a los guerreros, dejando fuera a niños y mujeres.
El pobre grumete, abandonado por sus compatriotas, estuvo conviviendo muchos años con los indígenas, hasta que fue rescatado en 1527 por la expedición de Sebastián Caboto. Francisco del Puerto les sirvió como intérprete durante la expedición, pero un día consideró que no era suficientemente recompensado y tramó una venganza. Durante una operación comercial con ciertos indígenas, en el río Pilcomayo, organizó un ataque sorpresivo que infligió muchas bajas en los españoles. Nunca más se supo nada del grumete Francisco del Puerto.
Regreso sin Solís
Los demás integrantes de la expedición de Solís, regresaron a España, menos dieciocho marineros que quedaron abandonados en la isla de Santa Catalina (Brasil), a la cual llegaron a nado tras haber naufragado una de las carabelas.
Estos náufragos iban a tener un papel protagónico en la historia y conquista del Río de la Plata, ya que fueron ellos los que, rescatados por Caboto, dieron comienzo a la leyenda del rey Blanco que vivía en una sierra de plata. Como su nombre lo indica era toda de plata, y estaba en las inmediaciones del inmenso Río de Solís, también bañado de plata. Esta leyenda es la que originó las expediciones al Río de la Plata, todas con el objetivo de encontrar grandes cantidades de plata. Pero la plata de la que tanto se hablaba era la de los incas, en el Perú, y la del Potosí, en Bolivia. En las costas argentinas y uruguayas, sólo había de plata el reflejo de la Luna sobre el río.


Para saber más
Fitte, Ernesto J. Hambre y desnudeces en la conquista del Río de la Plata. Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires, 1980.
Gandía, Enrique. “Descubrimiento del Río de la Plata, del Paraguay y del estrecho de Magallanes”. En: AA. VV. Historia de la Nación Argentina. El Ateneo y Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires, 2° edición, 1955. Tomo II, capitulo III.
Martínez Sarasola, Carlos. Nuestros paisanos los indios. Emecé. Buenos Aires, 1996.
Medina, José Toribio. Juan Días de Solís. Estudio histórico. Santiago de Chile, 1908.
Rubio, Julián María. Exploración y conquista del Río de la Plata : siglos XVI y XVII. Salvat, 1953.
Villanueva, Héctor. Vida y pasión del Río de la Plata. Plus Ultra, 1984


ATENEA DIOSA DE LA SABIDURÍA

ATENEA DIOSA DE LA SABIDURÍA




Atenea Diosa de la sabiduría, vino al mundo de una manera extraordinaria. Agobiado Zeus por unos terribles dolores de cabeza, ordenó a Hermes traer de inmediato a su presencia a Hefestos, rey del fuego. Cuando este llegó, Zeus le ordeno que le abriese el cráneo con un golpe de su afilada hacha. Y cuál no seria la sorpresa de los dioses, cuando vieron brotar de la hendidura de la cabeza divina, a Atenea ya de veinte años y armada de pies a cabeza. Un casco de oro relucía en su testa, y su cuerpo estaba cubierto por una espléndida armadura de guerra. Al salir, dio un grito de alegría y se puso a danzar. Los dioses anonadados por su belleza, permanecieron cautivados por el baile guerrero que la nueva diosa acababa de inaugurar.

Desde el instante de su nacimiento, fue la hija favorita de Zeus y reconocida por todos como la diosa de la sabiduría. Como tal inventó la escritura, la pintura y el bordado que a su vez enseño a los hombres. Disfrutaba de la música y apadrinaba a sabios y artistas.

Gozaba de otras atribuciones; así, disponía del rayo y de la vida de los mortales, prolongándoles la vida y deparándoles, después de muertos, venturosas fortunas. Era diestra en el manejo de las armas, portaba siempre la lanza, y cubría su pecho con una coraza hecha de la piel de la cabra Amaltea. Poseía el escudo de las Gorgonas, que resistía al mismo rayo. Su ave favorita era la lechuza y su árbol sagrado, el olivo. Protegió a los héroes Aquiles, Diómedes, Ulises y Agamenón en la guerra de Troya.

Atenea había hecho votos de castidad perpetua, pero no pudo impedir que Hefestos se enamorara de ella. Un día, Hefestos la perseguío y pese a su cojera le dio alcance en la Acrópolis; no obstante a la cerrada defensa que la diosa hizo de su persona, Hefestos la estrechó con desesperada pasión entre sus brazos y le mojo la pierna. Atenea, asqueada se secó con un pedazo de lana que luego arrojó al suelo, y ahí mismo la tierra quedó fecundada y dio a luz a Erictonio, a quien la diosa recogió y considero como a su hijo.

Sostuvo una irreconciliable enemistad con Poseidón, dios de los mares, porque ambos querían imponer su nombre a la ciudad que Cecrope, hijo de Hefestos acababa de construir. Los dioses pusieron fin a esta disputa, disponiendo que la ciudad llevara el nombre de quien creara aquello que fuera más beneficioso a sus habitantes. Poseidón, con un poderoso golpe de su tridente, hizo brotar un caballo del fondo de la tierra; Atenea, en cambio, hizo surgir un árbol de olivo.
Luego de gran razonamiento, los dioses llegaron a la conclusión de que el caballo representaba a la guerra en tanto que el árbol de olivo, a la paz y decidieron que la nueva ciudad se llamaría Atenas.

Atenea, que era una diosa bellísima, miraba con gran recelo la hermosura de las demás mujeres, se esmeraba en ser la más atractiva del Olimpo.
Ella fue una de las deidades femeninas que participaron en la disputa de la manzana de la discordia, evento en el que Paris intervino como juez. Atenea, en su deseo de salir triunfante, se insinuó amorosamente ante Paris; pero fue inútil Paris se inclinó por Afrodita, ganándose el odio de Atenea, quien en represalia por esta decisión de Paris tomo partido a favor de los griegos en la guerra de Troya.

Una victima de sus celos fue Medusa una de las tres gorgonas, nieta de Poseidón. Ella era la criatura más bella; sus cabellos eran dorados, la dulzura de sus ojos y la blancura de su cuerpo eran la admiración de sus numerosos pretendientes. Halagada se creyó ser mas bella que Atenea, quien sintiéndose ofendida decidió acabar con su rival transformándola completamente. Sus rubios cabellos fueron convertidos en un haz de terribles serpientes, cubrió su cuerpo de escamas; sus ojos y dientes fueron reducidos a uno solo, que usaba alternativamente con sus otras dos hermanas, y sus manos dejaron de ser tales y convertidas en dos garras de hierro. Su figura resultó tan horrorosa, que todo aquel que la miraba moría o quedaba petrificado.


Pero no sólo se afligía por los celos frente a su belleza, sino también como patrona de las actividades artesanales, especialmente femeninas, tal como el arte de hilar, tejer y bordar. No soportaba ser igualada por nadie. Una victima de este su iracundo celo fue una eximia y famosa bordadora, que vivía en Colofón, llamada Aracne, cuyo trabajos eran admirados por gente que acudía de diversos lugares. Atenea la retó a que hiciera cada una un bordado para ver cuál resultaba mejor. Aracne hizo un bordado en el que aparecían representadas las aventuras amorosas de Zeus, padre de Atenea; su trabajo era tan maravilloso y perfecto, que casi superaba al de la diosa. Atenea, encolerizada, hizo pedazos la hermosa lavor y golpeó a la hábil Aracne, que ofendía se colgó para ahorcarse.
Movida por la compasión, la diosa Atenea la convirtió en araña cuando estaba a punto de morir. Desde aquel día Aracne conserva su pasión por el hilado y el tejido en la espesura de los boques y en todos los rincones más tranquilos de la tierra.

Al nombre de Atenea, algunos anteponen como un añadido el de Palas. Este hecho se debe a que Atenea fue huésped del dios Triton, por lo que vivía en compañía de su hija llamada Palas. Las dos jóvenes se ejercitaban en las artes guerreras; pero, en uno de esos eventos Atenea, sin desearlo, la hirió mortalmente y aquélla murió irremediablemente. Para enmendar esta desgracia, tomó el nombre de la joven muerta.

POR: Alicia Cáceres Castagnola
Bibliografía: Mitología griega y romana
Swarthy.S

jueves, 17 de septiembre de 2015

EL CASO LYSENKO

EL CASO LYSENKO

 

 

La política no suele ser buena consejera en cuanto a la ciencia se refiere, mucho menos si el integrismo interfiere con la objetividad. El marxismo radical reinante en la Rusia soviética es un claro ejemplo de esta nefasta asociación. La ideología marxista, vista a través de los ojos de Stalin claro, propuso entre otras cuestiones, que la humanidad es moldeable más allá de lo que la naturaleza imponga y la herencia genética no sería un factor limitante en ese caso. Aplicando esta idea a la biología, de manera radical, Trofim D. Lysenko y los políticos que apoyaban sus teorías causaron mucho daño al pueblo ruso.
Lysenko se dedicaba a la agronomía, desde 1929 a 1965 consiguió toda la atención de los dirigentes comunistas soviéticos, convencidos de que sería capaz de acabar con los problemas de alimentación de la población. La demencial asociación político-biológica trajo grandes catástrofes de hambre y se basó en negar cualquier evidencia de la ciencia porque no se adaptaba al “ideal marxista”. Lysenko, el conductor de aquella loca experiencia, planteaba que las plantas, al igual que el hombre, pueden ser modificadas por el ambiente sin tener en cuenta sus características genéticas. Su objetivo final era la mejora de las cosechas, la obtención de superproducciones utilizando sus métodos. El resultado fue un desastre que duró más de treinta y cinco años. El poder que alcanzó Lisenko fue tal, que logró eliminar a sus competidores. Cualquier científico, por muy respetado, objetivo y honrado que fuera, era apartado de su trabajo si contradecía al “genio” de la agricultura. La acusación en esos casos siempre fue la misma: traición a los planes soviéticos. Y si entrabas en la lista negra, lo mejor era intentar escapar, porque el futuro no existía para quien llegaba al conflicto con Lisenko y sus protectores. Muchos perdieron la vida en aquella batalla donde la estupidez se imponía a base de libros y teorías manipuladas al gusto de los ideólogos soviéticos.
Lysenko nunca se consideró un científico, y en realidad jamás lo fue. Como jardinero y agrónomo se empeñó en obtener cosechas de invierno en la estación agrícola caucásica a la que fue asignado. Su formación fue muy limitada y jamás asistió a la universidad. Humedeciendo y refrigerando semillas durante el invierno consiguió que, al realizar la siembra en primavera, el ciclo de vida de los vegetales fuera más corto. En el Cáucaso, con veranos cortos, esas plantas se pueden cosechar antes del otoño. Lysenko se apasionó con esa técnica, denominada vernalización. Pero no la inventó, ya era conocida desde hacía muchos años en medio mundo. En Rusia había sido ensayada anteriormente con un éxito modesto. Fue criticado por haber pretendido “descubrir” algo ya existente. Pero en vez de aceptar la evidencia, respondió con rabia. A partir de 1923 atacó de nuevo afirmando que todas las semillas de trigo responderían adecuadamente al proceso, aumentando las cosechas. El resultado de las primeras pruebas fueron cosechas de trigo “vernalizado” muy pobres. En 1929 Lisenko fue encomendado a varias instituciones agrarias y, de alguna rocambolesca forma, terminó en el Instituto de Genética de Moscú.
Desde ese momento se dedicó a hacer publicidad de sus ideas sobre los vegetales, no en publicaciones científicas, sino en medios populares. En las entrevistas que se publicaron sobre su trabajo, alabó las técnicas de vernalización, no sólo para los cereales, sino para todos los vegetales. Cuando los primeros datos sobre hormonas vegetales fueron publicados, Lysenko afirmó que eran todos falsos y erróneos, que la única fuente para mejorar la producción eran las condiciones de luz, humedad, terreno… nada de química, genética o salud vegetal. En la agricultura de hoy cualquiera que diga semejantes estupideces no sería tomado más que como el “tonto del pueblo”. Pero en la Rusia Soviética caló hondo. A finales de los años cuarenta el poder de Lisenko había aumentado lo suficiente como para influir directamente sobre las decisiones políticas. Stalin en persona apoyó su trabajo, y nadie en su sano juicio se atrevería a contradecir al nuevo “Zar”. En esos años Lisenko dinamitó las bases científicas de la biología soviética. Hizo destituir y, en algunos casos, ejecutar a los más importantes genetistas rusos. Otros tuvieron “mejor” suerte pues terminaron desterrados en Siberia. Los genetistas fueron declarados enemigos del mundo obrero. Lysenko desarrolló su propia teoría genética a la que denominó Michurinismo, en honor a Michurin, un agricultor muy diestro en injertos de árboles frutales. Incluso cuando se demostró experimentalmente la relación entre el ADN y la herencia, los partidarios de Lysenko siguieron con su modelo. Para ellos, el ADN no era más que una superstición propia de los decadentes occidentales.
La venganza de Lysenko contra sus “enemigos” siempre fue implacable. Vavilov, famoso biólogo ruso, denunció de forma continua la falsedad de los planteamientos de Lisenko. Como no podía ser de otra manera, fue arrestado, juzgado y declarado culpable de traición. Entre otros muchos delitos “probados” fue acusado de ser un radical de derechas, espía británico, saboteador, enemigo del pueblo soviético y traidor a la patria. Condenado a muerte, más tarde la sentencia fue conmutada a diez años de prisión. Vavilov murió en 1943, en la cárcel, a causa se la desnutrición. Como era de esperar no sólo sufrieron penalidades los científicos honestos que se opusieron a Lysenko. Las primeras cosechas a gran escala concebidas sin ayuda de la genética, la biología y el sentido común de los agricultores rusos, fueron un desastre. Al no tratarse las enfermedades de las plantas, debidas a virus, bacterias y hongos, las variedades de vegetales comestibles fueron degenerando. Lisenko no creía que esas enfermedades fueran originadas por infecciones, sino por malas prácticas en la siembra. Al intentar desarrollar variedades de trigo resistentes a las heladas siberianas, tuvieron que ser abandonadas miles de hectáreas con tierras cultivadas.
El largo brazo lisenkiano llegó también a la planificación forestal, donde se manifestó igualmente nefasta. En cuestión de fertilizantes Lysenko aconsejó mezclas sin sentido y, dado su nulo conocimiento de química y biología, muchas de ellas fueron perjudiciales para los suelos y los vegetales. Cada vez que algún laboratorio agronómico ruso mostraba los pésimos resultados de las cosechas, los datos eran borrados por los amigos políticos de Lysenko. La agricultura marxista, racionalizada, lisenkiana, fue impuesta a todos los agricultores. No había salida, el que se negara a ello sabía a qué se exponía. Los avances de la agricultura occidental fueron ridiculizados. Cuanto más crecía la producción en los Estados Unidos y Europa más criticaba Lysenko a los “locos” capitalistas del ADN y las hormonas. La ganadería sufrió también las doctrinas de Lisenko, con absurdas teorías sobre el cruzamiento de reses sin ninguna base. Los políticos, sin embargo, adoraban a Lysenko, más que por sus resultados, por su retórica anticapitalista. Para ver hasta dónde llegaron las tonterías de los grupos lisenkianos no hay más que conocer su “teoría de la evolución”. Bueno, es muy simple… ¡y estúpida! Para Lisenko las especies pueden transformarse unas en otras, así, sin otra explicación. Cientos de informes lisenkianos afirmaron ver trigo que se convertía en centeno, abetos en pinos o cualquier otra tontería que se nos pueda ocurrir.
Cuando Khrushchev fue depuesto como primer mandatario soviético en 1964, Lisenko fue destituido como director del Instituto de Genética. A partir de entonces su influencia decayó en el mundo soviético, pero no tan rápidamente como podría pensarse. Comenzó entonces a reconstruirse la ciencia en Rusia, al principio desde los colegios, que habían negado cualquier dato de “ciencia burguesa” a sus alumnos, substituyendo la ciencia objetiva por pura pseudociencia sin sentido. Los datos que manejaron los colaboradores de Lisenko se han conocido con el paso de los años. Todos los informes estaban amañados y lo declarado por los granjeros se modificó para “cuadrarlo” con las ideas preconcebidas. El resultado final de la doctrina lisenkiana fue la completa destrucción de la ciencia biológica soviética y el retraso de su agricultura en más de dos décadas con respecto a la occidental. Miles de personas sufrieron hambre y otras penurias por culpa de aquella asociación de la falacia irracional y la política integrista.
El caso Lysenko no ha sido, por desgracia, el único episodio trágico en la historia de las relaciones entre la política radical y la pseudociencia. En China, durante la mal llamada Revolución Cultural a mediados del siglo XX, los científicos fueron declarados proscritos. Todas las fuerzas del país se dedicaron a la producción, tanto agraria como industrial, pero las personas que podían, gracias a su formación, dirigir eficientemente la economía fueron apartados y convertidos en simples obreros. La mayoría de los centros de investigación fueron cerrados y los pocos temas autorizados a investigar se miraban bajo la lupa de la “pureza política.” La ínfima cantidad de trabajos científicos publicados en la China maoísta fueron realizados bajo el anonimato impuesto o ¡firmados por el propio Mao! Naturalmente, el dictador “inspiró” cualquier actividad en China, todo lo que se produjera no salía oficialmente de la cabeza de los autores, sino que se consideró una inspiración divina del gran Mao. Algo parecido sucede en nuestros días con Corea del Norte, régimen cerrado absolutamente al mundo, donde cada acción del individuo está predeterminada y los pensamientos de la ciudadanía pertenecen por derecho propio al dictador. El resultado de la Revolución Cultural China y de regímenes como el norcoreano siempre es el mismo, el colapso económico, la pobreza y el hambre. En China, sin nadie que guiara racionalmente la producción de alimentos, millones de personas murieron de hambre. Sin científicos y técnicos capaces de tratar los campos contra las plagas, se sufrieron décadas de miseria.
El pasado siglo ha sido testigo de las atrocidades cometidas por los regímenes políticos más despiadados e irracionales imaginables. Durante los años treinta, los “científicos” nazis alemanes, genetistas, antropólogos y médicos, se empeñaron en crear una base teórica con la que justificar el exterminio de todas las razas consideradas “inferiores”, sobre la base de la supremacía de la raza aria propuesta por Karl Haushoffer. Desde los epilépticos a los alcohólicos, pasando por gitanos o judíos, miles de personas fueron “científicamente” declaradas subhumanas. Durante muchos años se esterilizó a personas para impedir que extendieran su “mala semilla.” Comenzada la Segunda Guerra Mundial los nazis crearon industrias completas de exterminio. Al margen del conocido holocausto judío hubo muchos otros genocidios. El Instituto de Neurología del Hospital Charite de Berlín constituyó el núcleo desde el que varios cientos de burócratas decidieron el destino de miles de personas. Más de doscientos mil murieron en esas dependencias, la mayoría eran pacientes psiquiátricos. En toda Alemania se erigieron otros muchos centros como ese dedicados a la “limpieza científica” fundada en el puro odio y no en alguna base racional. Con los cuerpos de los asesinados se hicieron toda clase de experimentos sin que ningún implicado objetara jamás algún reparo de tipo moral. Muchos de aquellos carniceros continuaron impunemente ejerciendo la medicina al terminar la guerra.




LOS LICIOS

LOS LICIOS

De los pueblos que se establecieron en Asia Menor, en áreas próximas a los territorios hititas, durante la Protohistoria, seguramente sean los licios los más ignorados.
       La región de Licia, al sudoeste de Turquía, se hallaba estratégicamente situada en la Antigüedad entre los reinos de Caria, Lidia y Pamphilia; sus 65 ciudades, sin perder de vista el Mediterráneo, se asentaban sobre las estribaciones meridionales de la cadena del Tauro. Aquella legendaria región se conoce actualmente como la península de Teke -entre Fetthiye y Antalya.
      
Hacia el siglo VIII a C, los licios empiezan a sonar en la Historia como un pujante pueblo de gentes marineras, organizado en una confederación de ciudades-estado llamada Liga Licia. Los licios conservaron su independencia durante las sucesivas hegemonías de Frigia y de Lidia, a la vez que mantenían intercambios comerciales y culturales con los griegos, pero cayeron bajo el poder de los persas, tras oponer una heroica resistencia a las fuerzas armadas de Harpagón, general del ejército de Ciro. Bajo la Persia aqueménida, y más tarde bajo los seléucidas y los romanos, Licia disfrutó de una cierta autonomía y pudo conservar su antiguo sistema confederal hasta tiempos de Augusto. Luego fue anexionada a Panfilia, y a partir del siglo IV d C vuelve a ser una provincia separada. 
       Homero fue el primer cronistas de esta civilización; en la Ilíada la cita como "fértil tierra de Licia”. Persas, griegos y romanos sintieron una especial atracción por esta cultura. El mismo Alejandro Magno, después de conquistar Xanthos, la capital de Licia, en su avance hacia Oriente, quedó fascinado ante los hermosos parajes de esta región, que siguen sorprendiendo al viajero, sobre todo la mitológica bahía de Kekova, al fondo de las murallas de Ximena. Los diferentes principados licios desarrollaron del siglo VI al IV a. C. un arte real influido por el oriente asirio y persa.   Telmessos (Fethiye, Licia) Tumba.
       Las tumbas constituyen lo más destacado del arte licio; como resultado de los temblores sísmicos que han sacudido la zona a lo largo de los tiempos, algunas yacen al revés, como si fueran quillas de barcos, semisumergidas en las azuladas aguas.




miércoles, 16 de septiembre de 2015

"LA GAZETA", 21 de junio de 1810: SOBRE LA LIBERTAD DE ESCRIBIR

"LA GAZETA", 21 de junio de 1810

SOBRE LA LIBERTAD DE ESCRIBIR




    "Si el hombre no hubiera sido constantemente combatido por las preocupaciones y los errores, y si un millón de causas que se han sucedido sin cesar, no hubiesen grabado en él una multitud de conocimientos y de absurdos, no veríamos, en lugar de aquella celeste y majestuosa simplicidad que el autor de la naturaleza le imprimió, el deforme contraste de la pasión que crece que razona cuando el entendimiento esté en delirio. Consúltese la historia de todos los tiempos, y no se hallará en ella otra cosa más que desórdenes de la razón, y preocupaciones vergonzosas. ¡Qué de monstruosos errores no han adoptado las naciones como axiomas infalibles, cuando se han dejado arrastrar del torrente de una preocupación sin examen, y de una costumbre siempre ciega, partidaria de las más erróneas máximas, si ha tenido por garantes la sanción de los tiempos y el abrigo de la opinión común! En todo tiempo ha sido el nombre el juguete y el ludibrio de los que han tenido interés en burlarse y de su sencilla simplicidad. Horroroso cuadro, que ha hecho dudar a los filósofos, si había nacido sólo para ser la presa del error y la mentira, o si por una inversión de sus preciosas facultades se hallaba inevitablemente sujeto a la degradación en que el embrutecimiento entra a ocupar el lugar del raciocinio.
    ¡Levante el dedo el pueblo que no tenga que llorar hasta ahora un cúmulo de adoptados errores y preocupaciones ciegas, que viven con el resto de sus individuos; y que exentas de la decrepitud de aquéllos, no se satisfacen con acompañar al hombre hasta el sepulcro, sino que retroceden también hasta las generaciones nacientes para causar en ellas igual cúmulo de males!
    En vista de esto, pues, ¿no sería la obra más acepta a la humanidad, porque la pondría a cubierto de la opresora esclavitud de sus preocupaciones, el dar ensanche y libertad a los escritores públicos para que las atacasen a viva fuerza, y sin compasión alguna? Así debería ser, seguramente; pero la triste experiencia de los crueles padecimientos que han sufrido cuantos han intentado combatirlas, nos arguye la casi imposibilidad de ejecutarlo. Sócrates, Platón, Diágoras, Anaxágoras, Virgilio, Galileo, Descartes, y otra porción de sabios que intentaron hacer de algún modo la felicidad sus compatriotas, iniciándolos en las luces y conocimientos útiles descubriendo sus errores, fueron víctimas del furor con que se persigue la verdad.
    ¿Será posible que se haya de desterrar del universo, un bien ;que haría sus mayores delicias si se alentase y se supiese proteger? ¿Por qué no le ha de ser permitido al hombre el combatir las preocupaciones populares que tanto influyen, no sólo en la tranquilidad, sino también en la felicidad de su existencia miserable? ¿Por qué se le ha de poner una mordaza al que intenta combatirlas, y se ha de poner un entredicho formidable al pensamiento, encadenándole de un modo que se equivoque con la desdicha suerte que arrastra el esclavo entre sus cadenas opresoras.
    Desengañémonos, al fin, que los pueblos yacerán en el embrutecimiento más vergonzoso, si no se da una absoluta franquicia y libertad para hablar en todo asunto que no se oponga en modo alguno a las verdades santas de nuestra augusta religión, y a las determinaciones del gobierno, siempre dignas de nuestro mayor respeto. Los pueblos correrán de error en error, y de preocupación en preocupación, y harán la desdicha de su existencia presente y sucesiva. No se adelantarán las artes, ni los conocimientos útiles, porque no teniendo libertad el pensamiento, se seguirán respetando los absurdos que han consagrado nuestros padres, y han autorizado el tiempo y la costumbre.
    Seamos, una vez, menos partidarios de nuestras envejecidas opiniones tengamos menos amor propio; dése acceso a la verdad y a la introducción de las luces y de la ilustración; no se reprima la inocente libertad de pensar en asuntos del interés universal ; no oreamos que con ella se atacará jamás impunemente el mérito y la virtud, porque hablando por el mismo su favor y teniendo siempre por árbitro imparcial al pueblo, se reducirán a polvo los escritos de los que indignamente osasen atacarles. La verdad, como la virtud, tienen en sí mismas su más incontestable apología; a fuerza de discutirlas y ventilarlas aparecen en todo su esplendor y brillo; si se oponen restricciones al discurso, vegetará el espíritu como la materia; el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo y el embrutecimiento, harán la divisa de los pueblos, y causarán para siempre su abatimiento, su ruina y su miseria".

EL OJO DE HORUS

EL OJO DE HORUS


Los Sacerdotes de la Orden, también llamada " Ojo de Horus ", guardaron muchas enseñanzas en los símbolos y signos para no ser profanados, permanecían en un Eterno Presente; en sus salones esta cerrada organización de sacerdotes dirigieron los destinos de Egipto durante miles de años, desde la sombra, detrás del Faraón.
Los Ojos representan el SOL, el sentido de la Vida, actúan percibiendo la Luz, transmiten a la mente la intensidad y la fuerza del Fuego. Simboliza la dualidad, el ojo izquierdo es Solar sensible a lo negativo en cambio el ojo derecho es lunar sensible a lo afirmativo o positivo.
El Ojo de Horus es la Conciencia Inmortal que todo lo sabe, todo lo ve.
Desde los Templos los sacerdotes guiaron en Paz y armonía el perfeccionamiento espiritual del pueblo, revelando conocimientos sobre Dios, el Universo y el Proceso que sufre la Conciencia del Hombre.
Protegido del exterior por altísimos muros cada templo era un enorme complejo donde vivieron miles de personas, hombres y mujeres por igual, porque no había distinción de sexos.
El Proceso de Aprendizaje se realizó en distintos Templos donde permanecían por largos períodos mientras recibían la información que contenían el entrenamiento correspondiente a ese nivel y las pruebas de auto-control para avanzar al siguiente nivel en otro de los templos existente sobre las riberas del Nilo.
Cada templo fue una Biblioteca viva con información especializada, cada uno tenía una lección distinta sobre el Universo o sobre la Razón de la existencia. Cada templo tenía un Tema Sagrado que da sentido a todo lo creado.
El nivel básico se daba en los 7 primeros años cuando se daba información general sobre el Universo y entrenamiento para manejar los centros energéticos del cuerpo.
En su interior aprendieron a controlar el miedo a perder a entender que se tiene lo que corresponde cada vida. Para vivir las experiencias de aprendizaje que se necesita, comprender que la muerte es un paso a otra experiencia de aprendizaje.
Los Iniciados probaban su determinación.
En su interior se realizaron ejercicios guiando las energías y la mente a cada órgano hasta que hicieron conciencia del cuerpo entero y lo manejaron a voluntad como un excelente instrumento.
Varios templos con sacerdotes y sacerdotizas de Menphis e Isis estuvieron dedicados a transmitir información y entrenamiento sobre las percepciones físicas, emocionales y deseos. Aprendieron a Transmutar las pasiones y las sensaciones del cuerpo con el Poder del Espíritu, a elevar su Conciencia y su vibración vital, a solicitar y canalizar las energías en Inspiraciones en Planos más evolucionados para Despertar su Ser Interior Profundo.
LAS DOCTRINAS GNOSTICAS ESTÀN BASADAS EN LOS PRINCIPIOS HERMÈTICOS QUE CONOCÌAN Y PRACTICABAN LOS SACERDOTES DEL ANTIGUO EGIPTO.


martes, 15 de septiembre de 2015

DOÑA SANTOS MORENO “LA RUBIA MORENO” mujer santiagueña que se convirtió en leyenda ejemplar.

DOÑA SANTOS MORENO “LA RUBIA MORENO” mujer santiagueña que se convirtió en leyenda ejemplar.



“Rubia Moreno, pulpera gaucha, de falda roja, vincha y puñal...” 


Así comienza una de las mas bellas zambas de nuestro folkllore. Hablando de una mujer, de extraña belleza, creciendo en el campo y envuelta por los acontecimientos que envolvieron al Santiago del Estero de aquellos dias.

Su nombre era Santos Moreno y había nacido hacia 1840 y, criada por su padre al morir su madre, tiempo después se pone al frente de la pulpería que su familia poseía en la bajada del antíguo camino del El Polear.

Tuvo activa participación en la batalla de Pozo de Vargas (1867).

De padres franceses, esta mujer trabajó duro junto a las tropas nacionales; tanto, que hasta convenció a su familia para alistarse en la guerra.

Allí murió degollado su padre.

De la opulencia, falleció en la más triste pobreza.

Sus restos descansan en un calicanto del cementerio La Misericordia.

A escasos 7 km del centro se levanta una histórica finca que rememora un capítulo valioso en la lucha por la libertad, enalteciendo, con su nombre, a una aguerrida mujer que colaboró con las tropas de Antonino Taboada.

La Rubia Moreno perdurará para siempre a la vera de la ruta 51, frente al barrio Mishqui Mayu; tanto en la zamba de Cristóforo Juárez, como por haber sido aliada y protagonista en la batalla de Pozo de Vargas: en ella se enfrentó el ejército federal con el nacional, el 10 de abril de 1867.

De ella poco se sabe.

Apenas que se llamara Santos Moreno y que hubiera nacido en 1840.

Se cree que al morir su madre, el padre la trasladó (alrededor del 1860) hacia una propiedad ubicada en la barranca del río, exactamente en la bajada del antiguo camino de El Polear: éste se comunicaba hacia San Isidro y el Salado.

Como su padre la educó y crió en el campo, con el andar de los años Santos se transformó en una bella mujer rubia y con ojos verdes.

La historia recuerda que en plenos enfrentamientos armados, la familia empezó a trabajar en una pulpería propia, en un vértice muy especial y por donde solían viajar soldados y comerciantes de carne.

Tanto charlaba con los hombres que sin querer adquirió los modales de los jóvenes: su temple se tornó dominante, más aún al reemplazar su ropa femenina por una pollera roja, idéntica a un poncho, vinchas, alpargatas, un puñal a la cintura y trenzas.
Aliada en la guerra

Los memoriosos agregan que entusiasmada con la causa, la Rubia Moreno convenció al hermano, a su padre y a su esposo, Juan Manuel Barrionuevo, a que se alistaran en las tropas locales.

También entregó generosamente caballos, vacas y su peonada en general.

El día previo al 10 de abril de 1867, Felipe Varela llegó a Mesillas (casi 30 km de La Rioja) y dispuso que fueran ejecutados (pasados a degüello) los comandantes Vicente Barros, Fermín Bazán, el teniente Balbino Arias, el mayor Barcala y otros civiles.

Bien entrada la tarde, se inició el ataque en contra de las fuerzas nacionales, cuyos hombres permanecían bajo las órdenes de Antonino Taboada, protegiendo el acceso al Pozo de Vargas, apenas a 2 km de La Rioja.

Lucharon 3 horas, los invasores se alejaron imposibilitados de desalojar a las tropas nacionales, mucho menos adueñarse de la ciudad.

Murieron más de 800 hombres en total. Según los nacionales, casi 150 soldados rebeldes (federales) quedaron prisioneros.

La Rubia Moreno perdió a su padre en la lucha.

El ocaso del 1860 encontró a la Rubia Moreno en la más absoluta soledad… y pobre.

Falleció Antonino Taboada y el nuevo poder político la despojó de todos sus bienes.




LA RUBIA MORENO

Letra: Agustin Carabajal
Musica: C. Juarez
(Zamba)


Rubia Moreno, pulpera gaucha
de falda roja, vincha y puñal.
No había viajero que no te nombre
por el antiguo camino real.

Hecha entre el bronco, bramar del Dulce [puma]
solo se oia su voz mandar. (1)
eran sus ojos dos nazarenas (2)
bravas espuelas en el mirar. (3)

Estribillo

Rubia Moreno guarda mi pueblo
a orillas del río Natal.
Tu nombre heroico como figura,
como figura de cuño real.

Juntito al vado, tu rancho amigo
alzaba al cielo su banderin
por los carriles de cuatro vientos
venia el alerta de algún clarín

¿Tuviste amores?..., ¿tuviste celos?...
Rubia pulpera sin corazón.
Eras más brava que las leonas
de los juncales del Albardón

HITITAS

HITITAS 



Los hititas, también llamados hetitas o heteos, fueron una población de origen indoeuropeo que se instaló en la región central de la península de Anatolia entre los siglos XVIII y XII a. C., teniendo la ciudad de Hattusa como capital.

Pueblo que descendió de Het, el segundo hijo de Canaán mencionado por nombre. (Gé 10:15.) Por lo tanto, los hititas eran de origen camítico. (Gé 10:6.)

Abrahán tuvo alguna relación con los hititas, que residían en Canaán antes de que él se trasladase allí. Jehová había prometido dar a la descendencia de Abrahán la tierra de Canaán, que estaba habitada por varias naciones, una de las cuales era la hitita. (Gé 15:18-21.) Sin embargo, Jehová le dijo a Abrahán que "todavía no [había] quedado completo el error de los amorreos [término que se usa a menudo para englobar a todas las naciones de Canaán]". (Gé 15:16.) Por lo tanto, Abrahán respetó el derecho de propiedad de los hititas, y cuando su esposa Sara murió, negoció con Efrón, el hijo de Zóhar el hitita, la compra de una cueva donde enterrarla. (Gé 23:1-20.)

En los días de Josué, los hititas habitaban la tierra comprendida entre "el desierto y este Líbano hasta el gran río, el río Éufrates, es decir, toda la tierra de los hititas". (Jos 1:4.) Al parecer vivían principalmente en la región montañosa, que debía incluir el Líbano y tal vez algunas zonas de Siria. (Nú 13:29; Jos 11:3.)
Bajo la maldición de Noé. Debido a que los hititas descendieron de Canaán, llegaron a estar bajo la maldición que Noé pronunció sobre él, de modo que Israel los sojuzgó en cumplimiento de las palabras de Noé registradas en Génesis 9:25-27. La religión de los hititas era pagana, probablemente una forma de adoración fálica como la de las demás religiones cananeas. El que Esaú, el nieto de Abrahán, se casara con mujeres hititas resultó ser "una fuente de amargura de espíritu para Isaac y Rebeca", los padres de Esaú. (Gé 26:34, 35; 27:46.)
Dios dijo que la tierra que ocupaban los hititas y otros pueblos vecinos era "una tierra que mana leche y miel". (Éx 3:8.) Sin embargo, aquellas naciones se habían corrompido hasta el extremo de que su presencia en la tierra la contaminaba. (Le 18:25, 27.) Jehová advirtió a Israel repetidas veces del peligro de participar con ellas en sus prácticas degradadas e inmundas. Tras mencionar específicamente un buen número de ellas, Jehová se las prohibió a los israelitas, diciéndoles: "No se hagan inmundos por medio de ninguna de estas cosas, porque por medio de todas estas cosas, se han hecho inmundas las naciones [entre ellas, los hititas] que voy a enviar de delante de ustedes". (Le 18:1-30.)
Destrucción decretada. Los hititas eran una de las siete naciones de las que se dice que eran merecedoras de ser dadas por entero a la destrucción. Se menciona que dichas naciones eran "más populosas y más fuertes" que Israel. De manera que en aquel tiempo las siete naciones deben haber ascendido a más de tres millones de personas, y los hititas serían un enemigo temible en las montañas, su baluarte. (Dt 7:1, 2.) Cuando se enteraron de que Israel había cruzado el Jordán y destruido las ciudades de Jericó y Hai, manifestaron su hostilidad al unirse a las demás naciones de Canaán para luchar contra Israel (entonces dirigido por Josué). (Jos 9:1, 2; 24:11.) En vista de eso, las ciudades de los hititas debieron haber sido destruidas y sus habitantes barridos para que no pusiesen en peligro la lealtad de Israel a Dios e hiciesen que incurriese en su desaprobación. (Dt 20:16-18.) Sin embargo, Israel no cumplió a cabalidad el mandamiento de Dios. Después de la muerte de Josué, los israelitas fueron desobedientes y no echaron a estas naciones, de modo que llegaron a ser para ellos "como espinas en sus costados" y un acoso constante. (Nú 33:55, 56.)
Historia posterior. Debido a que Israel no obedeció a Dios destruyendo por completo a las naciones cananeas, Jehová declaró: "Por lo tanto, yo, a mi vez, he dicho: 'No los expulsaré de delante de ustedes, y tendrán que llegar a ser lazos para ustedes, y sus dioses les servirán de señuelo'". (Jue 2:3.) Parece ser que se toleró a los cananeos que quedaron en Israel, y en algunas ocasiones excepcionales, incluso ocuparon puestos respetables y de responsabilidad. También parece ser que los hititas fueron la única nación cananea que mantuvo importancia y poder como nación. (1Re 10:29; 2Re 7:6.)
Dos hititas, Ahimélec y Urías, fueron soldados, probablemente oficiales, del ejército de David. Urías fue un hombre celoso por la victoria de Israel sobre sus enemigos, y también observaba la Ley. David tuvo relaciones con Bat-seba, la esposa de Urías, y por ello ordenó que se le pusiera en un lugar peligroso en la batalla, donde murió. Por este motivo Jehová castigó a David. (1Sa 26:6; 2Sa 11:3, 4, 11, 15-17; 12:9-12.)
El rey Salomón 'hizo leva de hombres' hititas para trabajos forzados. (2Cr 8:7, 8.) Sin embargo, sus esposas extranjeras, entre las que había hititas, hicieron que se apartase de Jehová su Dios. (1Re 11:1-6.) En la Biblia se menciona que para el tiempo del reinado de Jehoram de Israel (c. 917-905 a. E.C.), los hititas todavía tenían reyes, así como medios y recursos para guerrear. (2Re 7:6.) Sin embargo, las conquistas sirias, asirias y babilonias debieron acabar con el poderío hitita.
Tras la repatriación de Israel en 537 a. E.C., los israelitas, entre ellos algunos sacerdotes y levitas, se casaron con cananeas y dieron sus hijas a cananeos. Entre aquellos cananeos había hititas. Aquello era una violación de la ley de Dios, por lo que Esdras los censuró y los impulsó a que acordaran repudiar a sus esposas extranjeras. (Esd 9:1, 2; 10:14, 16-19, 44.)
Uso figurado. Cuando Jehová habló a Jerusalén en la profecía de Ezequiel, usó el término "hitita" en un sentido figurado, al decir: "Tu origen y tu nacimiento fueron de la tierra del cananeo. Tu padre era el amorreo, y tu madre era una hitita". (Eze 16:3.) Cuando Israel entró en aquella tierra, los jebuseos ocupaban Jerusalén, la capital de la nación sobre la que Jehová había colocado su nombre. Pero ya que las tribus cananeas más importantes eran los amorreos y los hititas, al parecer se les menciona a ellos como representantes de las naciones cananeas, entre las que figuraban los jebuseos. Así que la ciudad había tenido un origen modesto, pero Jehová había hecho que fuese hermoseada. Su fama se extendió a todas las naciones gracias al rey David, quien se sentó sobre el "trono de Jehová" (1Cr 29:23), el arca del pacto sobre el monte Sión y, por último, el glorioso templo edificado por Salomón, el hijo de David. Pero Jerusalén se hizo corrupta e inmoral como las naciones cananeas de su alrededor, por lo que al final Jehová causó su desolación. (Eze 16:14, 15.)
Se les intenta identificar en la historia seglar. Los historiadores y arqueólogos han intentado relacionar a los hititas de la Biblia con un pueblo homónimo de la historia seglar. La base principal para tal relación ha sido lingüística, la comparación de palabras que al parecer tienen un sonido o una grafía similar.
Las inscripciones cuneiformes asirias aluden con frecuencia a "Hatti" en un contexto que permite ubicarla en Siria o Palestina, de modo que quizás se haga referencia a los hititas de la Biblia. Sin embargo, tomando como base este término, "Hatti", algunos investigadores vinculan a los hititas bíblicos con el llamado Imperio hitita, que tenía su capital en Asia Menor, muy hacia el N. y al O. de la tierra de Canaán. Lo intentan hacer, como se detalla a continuación, refiriéndose a tres diferentes grupos étnicos.
Se "identifican" tres grupos. En Anatolia (Asia Menor), englobada en lo que hoy es Turquía, se han desenterrado numerosas inscripciones antiguas en un lugar llamado Bogazköy, anteriormente conocido como "Hattusa". Esta fue la capital de una tierra que los eruditos modernos han llamado Hatti y donde el idioma que se hablaba era el "hatti". A este primer pueblo lo conquistó otro que impuso un idioma diferente, que, según los investigadores, era de la familia indoeuropea. Este idioma empleaba la escritura cuneiforme, y recibe el nombre de "hitita cuneiforme". Con el tiempo lo reemplazó otro idioma, también de origen indoeuropeo, que en lugar de usar caracteres cuneiformes empleaba escritura jeroglífica. Recibe el nombre de "hitita jeroglífico". Se afirma que se han hallado algunas inscripciones en este idioma en Asia Menor y el N. de Siria. Los eruditos dicen que estos tres idiomas representan tres grupos étnicos. No obstante, no existe prueba alguna que relacione a ninguno de ellos con los hititas de la Biblia. Martin Noth dijo con referencia al llamado hitita cuneiforme: "El término 'hitita' no se encuentra en los textos antiguos; es una creación de la ciencia moderna que se basa en la conexión histórica entre esta lengua y el reino de Hatti en Asia Menor". Y continúa diciendo sobre los "jeroglíficos hititas": "El término convencional de 'hitita' aplicado a estos jeroglíficos es inapropiado y desconcertante" (El mundo del Antiguo Testamento, 1976, pág. 242). Otro historiador, E. A. Speiser, llega a esta conclusión: "El problema que plantean los hititas de la Biblia es [...] complejo. Para empezar, hay que averiguar a qué hititas se hace referencia en un determinado pasaje bíblico: los hattis, los indoeuropeos de escritura cuneiforme o los de escritura jeroglífica" (The World History of the Jewish People, 1964, vol. 1, pág. 160).

De lo anterior se desprende que cualquier supuesta identificación de los hititas de la Biblia con el "Imperio hitita" que tenía su capital en Hattusa es simple conjetura y no ha sido probada. Por esta razón, las referencias que se hacen en esta publicación a los "hititas" de la historia seglar suelen escribirse entre comillas para recordar al lector que tal identificación no está probada y que no creemos que la prueba tenga las suficientes garantías como para considerarla definitiva. 



jueves, 10 de septiembre de 2015

LA MUSICA MILITAR DURANTE LAS BATALLAS POR LA INDEPENDENCIA

LA MUSICA MILITAR DURANTE LAS BATALLAS POR LA INDEPENDENCIA




Nuestros ejércitos llevaron su música militar preferentemente tambores de guerra.
Las gloriosas campañas de la Independencia reavivaron la afición por la música militar. Las bandas de los distintos regimientos marchaban por la ciudad festejando los triunfos de las armas patriotas. En los acuerdos del Cabildo de junio y julio de 1814 se pagó al Músico Mayor Francisco Ramos, cuarenta pesos por la banda que tocó en las celebraciones de la toma de Montevideo y en la recepción de los trofeos capturados en aquella plaza.
Al Músico Mayor Antonio Martínez se le pagó ciento siete pesos por la banda que acompañó a los S.S. del Cabildo por las calles de la ciudad el 20 de julio festejando la toma de Montevideo. José Saura fue en esos años tambor mayor de Arribeños.
Conocemos los nombres de dos tambores que sirvieron a las órdenes del general Belgrano en la campaña al Paraguay. Uno de ellos es el niño Pedro Ríos (1798-1811), conocido por la historia como el tambor de Tacuarí. Bartolomé Mitre, en su "Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina" hizo conocer el episodio que protagonizó este heroico niño. Sabemos que se incorporó a las tropas de Belgrano, en marcha al Paraguay, en la localidad correntina de Yaguareté Corá, actual ciudad de Concepción: allí el 26 de noviembre de 1810, pocas horas después de su arribo, el general Belgrano recibió las adhesiones de un grupo de vecinos que quería alistarse en el ejército expedicionario. Entre ellos se hallaba Pedro Ríos, de 12 años de edad, quien rogó al general que le permitiera marchar con sus soldados en calidad de tambor, junto a los integrantes de la banda lisa. Asistió a las alternativas de la expedición combatiendo en Itapúa y Yuquerí, hasta que el 9 de marzo de 1811, en Tacuarí, cayó herido de muerte tocando el redoble de combate a la cabeza de las tropas argentinas. El otro tambor fue el sargento Pedro Bustamante (1793-1883), nacido en el Fuerte de Soledad, en la frontera santafesina. Incorporado al ejército de Belgrano actuó como tambor en la batalla de Tucumán, en la que resultó herido. A su regreso a Santa Fe ocupó el cargo de tambor mayor en las filas de Estanislao López, para dirigir después la compañía de tambores con el grado de sargento mayor. Murió en la ciudad de Santa Fe el 1º de julio de 1883, siendo sepultado en el cementerio de Guadalupe con honores oficiales. Pantaleón Silva, tambor del 6º de infantería, murió en la batalla de Tucumán (1812), en la que fueron apresados 16 músicos realistas.
Era frecuente en aquellos tiempos los niños tambores en los regimientos, y conocemos un decreto de la comandancia general de armas de 1814, disponiendo que la policía recogiera a los muchachos que vagaban por las calles para que remplazaran la falta de músicos en los regimientos recientemente formados. Ya en las invasiones inglesas de 1806-07 los niños fueron regimentados y muchos de ellos fueron tambores. En 1851, por un decreto de Rosas, los niños de 12 años eran incorporados como tambores al ejército.
Conocemos los nombres de varios músicos militares en los primeros años de la Independencia. José Saura fue tambor mayor del cuerpo de Arribeños; un tal Latorre, tambor mayor en las campañas del Alto Perú y Chile; José Pons, nacido en Buenos Aires en 1784, fue tambor del cuerpo de Artillería en el Alto Perú y luchó en Chile y Perú; Félix Bogado, que llegó a coronel, fue en sus principios corneta de Granaderos a Caballo; Domingo Lara, un negro que vivió más de cien años, fue el trompa a órdenes de San Martín en Chacabuco y Maipú, pasando después al Perú y Ecuador, murió en Buenos Aires a principios de siglo; el sargento Moyano fue el tambor mayor del regimiento 8º en el Ejército de los Andes; José Agapito Roco fue tambor mayor del regimiento 7º en el mismo ejército; el sargento Julián Ponce (1795-1890), nacido en Cosmes (Corrientes), fue trompa de órdenes de San Martín en San Lorenzo e hizo las campañas de Chile, Perú, el Brasil y Caseros; Miguel Chepoya, sargento trompa de órdenes de San Martín, sirvió en el ejército de 1813 a 1826. Regresó a Buenos Aires en febrero de 1826 con el coronel Félix Bogado y otros cinco granaderos.
El músico español Blas Parera (1776-1840), vivió en Buenos Aires y en Montevideo desde 1797 hasta 1818. Organizó bandas militares durante las Invasiones Inglesas y compuso aires militares en ese período y después de 1810. La Asamblea le encargó la música de nuestro Himno Nacional, el 6 de marzo de 1813. Fue también autor de la música de numerosas marchas y canciones patrióticas compuestas en la época. Entre ellas una Canción Patriótica con letra de fray Cayetano Rodríguez, que se cantaba en 1812 y cuyas estrofas decían:
"A las armas corramos ciudadanos, Escúchese el bronce, óigase el tambor…"
Fue impresa en Londres y profusamente difundida en Buenos Aires, la Banda Oriental, Entre Ríos y Corrientes. "El Censor" de Buenos Aires, del 21 de enero de 1812, decía: "Es una hermosa marcha militar y la he visto cantar en Montevideo a un ejército de cinco mil patriotas con lágrimas de entusiasmo". Su actividad como organizador de bandas militares manifiesta en un documento del Archivo General de la Nación, de setiembre de 1815, en donde Parera aparece como "revisor de la música" en una compra de instrumentos que se hizo para el batallón Nº 7 de Libertos.
(De "Todo es Historia", edición "Las Bandas Militares: el coraje a través del ritmo" por Vicente Gesualdo, 1977).


AMBIORIX “primer héroe belga”

AMBIORIX “primer héroe belga”




Ambiorix, jefe de la tribu de los Eburones, situada al norte de la Galia, combatió contra Julio César y sus legiones romanas destruyendo una.
       En la obra De Bello Gallico, César hace referencia a Ambiorix y su historia. También hace referencia al valor de las tribus galas, comentando: “De todos los galos, los belgas son los más fuertes”.
       En el año 57 a.C. Julio César decidió invadir los territorios situados entre los ríos Mosa y Escalda. Derrotó a los Nervios en Flandes y siguió hacia el este, donde obligó a los Atuatuci a rendirse. Según Julio César 60.000 Nervios resultaron muertos y 53.000 Atuatuci fueron vendidos como esclavos, aunque seguramente la primera cifra sea exagerada.
       Esta demostración de fuerza marcó el comienzo de la ocupación romana del valle del Mosa, que iba a durar cuatro siglos y medio más. En principio Roma se contentó con disolver los antiguos vínculos políticos entre las distintas tribus. Obligando a las tribus más fuertes a liberar a sus tribus cliente (dependientes de las primeras). Como única medida represiva Roma tomó rehenes para mantener a las tribus sometidas.
       Entre las liberadas se encontraba los Eburones de Ambiorix, una tribu que seguramente en un principio estuvieron agradecidos por la nueva situación, pero esta cambio cuando en el invierno del 54 a.C. y 53 a.C. se construyeron campamentos romanos al norte de Francia y Bélgica, haciendo que la ocupación se tornara mucho más complicada y la presión sobre las tribus fuera mayor. Aunque los romanos no se dieron cuenta o simplemente no hicieron caso a la nueva situación creada.
       Julio César se trasladó a Britania donde derrotó a Casivellaunus, líder de las tribus británicas. En su ausencia, las tribus belgas, descontentas por la presión ejercida por los romanos y por una mala cosecha, prepararon una rebelión.
       Durante el invierno, cuando César marchó para visitar las provincias de la Galia Cisalpina, Ambiorix y sus hombres atacaron a un grupo de legionarios que buscaban alimento fuera de su campamento, algunos de estos soldados pudieron huir y refugiarse en su fortaleza.
Al ver que no podía atacar con sus hombres directamente a la fortaleza romana, Ambiorix envío un heraldo para negociar, argumentando que había participado en la guerra en contra de su voluntad y ofreciendo a cambio información sobre otras tribus que junto a varias tribus germanas que cruzarían el Rin planeaban atacar a los campamentos romanos.
       Con esa información convenció a Sabino y Lucio Cotta, comandantes de las fuerzas romanas, que decidieron trasladarse y agrupar sus fuerzas en otro lugar. Cruzando un valle durante el traslado, Ambiorix atacó a la tropa romana compuesta por una legión y cinco cohortes, que fue aniquilada por completo.
       Después de esta victoria algunas tribus vecinas se sublevaron, entre ellos los Nervios.
Quinto Tulio Cicerón (hermano del orador) comandaba las fuerzas romanas que estaban pasando el invierno en el territorio de los Nervios.
Ambiorix se sumó a los Nervios para atacar a Cicerón. Gracias a la experiencia que había adquirido sirviendo a los romanos y a la información obtenida de algunos prisioneros, Ambiorix rápidamente logró encerrar y sitiar a Cicerón en su campamento.
       Hubo numerosas batallas y muchos hombres de las tribus sublevadas perecieron, los romanos sufrieron menos bajas, pero al no ser muy numerosos cada pérdida era un problema al que se tenía que añadir que no podían cuidar de sus heridos, no tenían alimentos y nadie venía en su ayuda a pesar de los varios mensajeros que fueron enviados. Los hombres de Ambiorix que vigilaban los caminos con mucho cuidado capturaban a todos los emisarios romanos sacrificándolos ante los ojos de sus compañeros.
       Cicerón envío como mensajero a un Nervio amigo de los romanos a través de las líneas enemigas. Debido a su vestimenta y al ser nativo pudo mezclarse entre el enemigo, y escapar con el mensaje dirigido a César.
       El ataque fue tomado como una provocación por el Senado romano, que además pensaba que otras provincias podían creer que la poderosa Roma podía ser derrotada.
       César que aún no había regresado a Italia se enteró de lo que estaba sucediendo y ordenó dar media vuelta. Mientras tanto, Cicerón, que no estaba seguro de la confianza otorgada al emisario Nervio, mandó un nuevo mensajero, un jinete aliado, vestido como los Eburones y que conocía su dialecto. Con el fin de que si era atrapado no pudiera revelar nada se le entregó el mensaje en griego. El emisario consiguió atravesar las filas enemigas y llegar al campamento romano, al cual no le dejaron acercarse, con lo que clavó el mensaje en una jabalina y la lanzó contra una de las torres para que el mensaje pudiera llegar a César.
       Para no alertar a las tribus sublevadas, César viajó de noche con el fin de caer sobre ellas por sorpresa. Ambiorix y sus hombres sospecharon de las muestras de alegría de los sitiados con lo que mandó exploradores que descubrieron lo cerca que estaban César y sus hombres.
       César hizo creer a los exploradores de Ambiorix que temía un ataque debido a que contaba con pocos soldados, porque los demás habían perecido durante el viaje. El engaño resultó, y Julio César y sus hombres resultaron victoriosos ante el ataque de las tribus sublevadas.
       La destrucción de la legión de Sabino y Cotta fue un duro golpe para el prestigio de Roma, y César, que creía imprescindible restaurarlo solicitó y recibió más refuerzos, ahora contaba con 10 legiones, casi 50.000 hombres que durante los siguientes años arrasaron todo el territorio. Algunos historiadores hablan incluso de genocidio, Roma devastó el territorio, las mujeres y los niños fueron tomados como botín de guerra. Las tribus aliadas de Ambiorix, fueron atacadas sin contemplaciones, dejándolo sin ayuda.
       Una vez conseguido esto, César ordenó al comandante de caballería Lucio Minucia Basilo capturar a Ambiorix por sorpresa. Basilo, actuó con gran celeridad y se apoderó de varios nativos que le informaron de la situación exacta de Ambiorix.
       Según se extrae de los comentarios realizados por Julio César en La guerra de las Galias: “La diosa fortuna juega en gran parte de todas las cosas, pero sobre todo en la guerra”.
Basilo fue muy afortunado y encontró a Ambiorix y a varios de sus hombres sin guardia y sin estar preparados. Pero en un gran golpe de suerte Ambiorix pudo escapar con vida y desaparecer. Se cree que seguramente cruzó el Rin.
       César menciona la diosa Fortuna sólo para explicar por qué Ambiorix pudo escaparse.
El nombre de los Eburones desapareció de la historia. La tribu que destruyó una legión romana fue borrada de la faz de la tierra. Sólo su jefe Ambiorix, pudo escapar a la venganza de Roma.
       Con la restauración del reino de Bélgica en 1830, Ambiorix es proclamado el primer héroe belga. En 1866 es erigida una estatua realizada por Jules Bertin en su honor en el mercado de Tongeren. El origen de Tongeren es Atautuca Tongorum, localidad citada por Julio César y tomada como la población histórica más antigua de Bélgica, es por ese motivo que se decidió erigir la estatua de Ambiorix en esta localidad.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

UN FUSILADO DURANTE LAS INVASIONES INGLESAS

UN FUSILADO DURANTE LAS INVASIONES INGLESAS



Producida la invasión inglesa de 1806, comenzó también la reconquista. Un puñado de patriotas comenzó a organizarse en la Chacra de Perdriel, financiados por Martín de Alzaga. Enterado por sus espías, Bereford manda una tropa para acabar con los resistentes.

La Chacra de Perdriel, en la hoy Villa Ballester, fue escenario del enfrentamiento entre las fuerzas criollas de Pueyrredon y las inglesas de Beresford, en agosto de 1806.

Uno de los prisioneros tomado en Perdriel por los ingleses, fue Miguel Skenon, (“un alemán católico romano que se nos había desertado previamente” lo define Alexander Gillespie, relator inglés de la invasión).

En la lucha, sirviendo como artillero con los criollos, se mantuvo firme en su puesto, hasta que tuvo que rendirse con su cañón.

Llevado a Buenos Aires, fue juzgado por un consejo de guerra y condenado a muerte.

Fue fusilado el 9 de agosto, en Buenos Aires, ante el regimiento 71 formado, con la asistencia espiritual del obispo Benito de Lué y Riega. “Antes de la ejecución el obispo en persona le administró el sacramento y le ofendió mucho que la guardia no se sacase las gorras durante la ceremonia, y aún la seguridad que se le dio de que tal deferencia era contraria a nuestros reglamentos militares, no mitigó de ningún modo la omisión” escribe Gillespie. 

“Aquella víctima afrontó su destino con firmeza y su ansioso pedido último fue que sus padres lo ignorasen siempre”.




AVARIS

AVARIS



Avaris es una antigua ciudad egipcia, ubicada en el delta oriental del río Nilo.

El topónimo Avaris, significa “asentamiento de los huidos”.

Fue la capital de las dinastías hicsas en Egipto, era el centro de los reyes hicsos de segundo periodo intermedio de Egipto. Se piensa que estaba localizada en Tell el-Daba, en la región nordeste del Delta del Nilo.

      
La ciudad se construyó sobre las ruinas de un poblado del Imperio Medio que había sido tomado por los hicsos. Después de esta captura, los hicsos fortificaron adecuadamente la ciudad y gobernaron el país utilizando tecnología nunca antes vista por los antiguos egipcios, concretamente caballos y carruajes.

      
El territorio de Tell el-Daba, cubría un área de cerca de dos kilómetros cuadrados. Ahora está en ruinas, pero las excavaciones muestran que fue un dinámico centro de comercio. El descubrimiento de un templo erigido en el período de los hicsos han proporcionado objetos procedentes de todas las zonas del mar Egeo.

Este templo tiene aún pinturas murales de tipo minoico que pueden ser anteriores a las que se encontraron en el palacio de Cnosos en Creta. Ha sido excavada una gran tumba de ladrillo, al oeste del templo, en donde se han encontrado objetos tales como espadas de cobre. También han sido desenterrados objetos que evidencian contactos con las primeras civilizaciones mediterráneas.
     
  Hacia el final de la decimoséptima dinastía, Ahmose I, el fundador de la decimoctava dinastía, capturó Avaris poco antes de que los hicsos fueran expulsados definitivamente de Egipto.

Durante la dinastía decimoctava erigió un palacio, construido en parte con ladrillos de la ciudadela de los Hicsos que parece haber sido usado como residencia real.
El área del palacio se utilizó hasta el reinado de Amenhotep III, y posiblemente hasta la época de Ramsés II.
      
La ciudad parece haber sido abandonada después la expulsión de los hicsos, aunque pudo haber sido repoblada durante la decimonovena dinastía, y en ese momento haber tomado el nombre de Pi-Ramsés.

Las excavaciones aquí realizadas, a dado como resultado, el hallazgo de materiales sirios, palestinos y frescos de tipo minoico.

Avaris fue construida sobre las ruinas de un poblado del Imperio Medio, que fue tomado por los hicsos, quienes fortificaron la ciudad y la gobernaron, empleando técnicas avanzadas para la población egipcia del periodo, como caballos y carruajes.


Además se ha descubierto que Avaris  fue un importante centro de comercio y que el puerto de Avaris, defendía a Egipto de los invasores del este, por esta ciudad, también transcurría el canal de Bubastis, lo que le permitía controlar también los accesos fluviales.

martes, 8 de septiembre de 2015

RODOPHIS LA CENICIENTA EGIPCIA

RODOPHIS

LA CENICIENTA EGIPCIA



Varios historiadores árabes del siglo XII recogieron el rumor de que el cadáver de una bella cortesana, llamada Rodophis, fue encontrado en una sala anexa a la gran cámara de la pirámide de Micerino.

La historia de Rodophis fue narrada por la poetisa griega Safo, quien se la oyó a su hermano, comerciante de vinos de Naucratis.

Según éste, Rodophis era bellísima y su tumba fue costeada por sus amantes; por alguna razón desconocida los restos de la joven acabaron en la pirámide de Gizeh, aunque éste no era el lugar en que habían sido enterrados.

Estos mismos historiadores recogieron una leyenda sobre Rodophis y Micerino, en la que podría estar basada la afirmación inicial.

Mientras la bella joven se bañaba en el río, una golondrina le arrebató una sandalia. El ave voló hasta llegar al palacio de Menfis, pero entonces, cansada, dejó caer la sandalia sobre el jardín. La suerte quiso que el faraón estuviera administrando justicia en ese lugar y que la sandalia cayera en sus manos.


Cautivado por la perfección de la sandalia, el faraón decidió enviar emisarios a los cuatro rincones de su reino para encontrar a la doncella que había calzado aquella prenda caída del cielo.

Tras muchos intentos fracasados, logró encontrar a Rodophis y la hizo su amante.


LA MUJER GRIEGA

LA MUJER GRIEGA


En la Grecia de Platón y Aristóteles ser mujer no era, desde luego, algo deseable. Las mujeres tenían prácticamente el mismo estatus social que los esclavos, lo que suponía que no podían participar en la política ni tener derechos cívicos de ninguna clase.

Ser ciudadano griego de plenos derechos estaba reservado a una élite no muy numerosa que no suponía nunca más de una cuarta parte de la población total: hijos varones de padre y madre libres y nacidos en la pólis de residencia. Eran ellos los únicos capaces ejercer una vida pública que los hacía merecedores de estimación . El tomar parte en los actos públicos, asambleas, teatro, juegos, ritos y competiciones era monopolio de los varones libres (salvo raras escepciones) y objeto de su máximo orgullo: o se era ciudadano o no se era nada. Por ello, una de las sanciones más comunes en Grecia era el ostracismo, el exilio forzoso o la atimía, es decir, la pérdida de los derechos civiles que impedían a un ciudadano participar de la vida pública, con lo que se le reducía a la nada. 
La exclusión de las mujeres de la vida pública hacía que ésta quedara relegada a la vida doméstica: el mantenimiento de las posesiones y las tareas domésticas así como el cuidado de los niños eran sus tareas cotidianas. La mujer no era ciudadana sinó hija o esposa de ciudadano.Salvo en Esparta, no había escuelas especiales para muchachas y la educación no se dirigía a ellas. Todo lo aprendían en el ámbito privado de su madre, hermanas o esclavas. Por lo tanto, el analfabetismo era muy alto en este grupo. Excepcional fue el círculo de Safo, la poetisa de Lesbos, que aunó un grupo de mujeres en el s.VI a.C. donde se formaban en la poesía , el canto y la danza y donde eran normales las relaciones homosexuales.
Todo ello hacía difícil que hubiera un acercamiento igualitario y satisfactorio entre hombres y mujeres o, incluso, entre esposos. Difícilmente podría encontrar alicientes un hombre culto en la relación con su mujer debido a sus carencias. Tampoco pretendían otra cosa.
El paso a la edad adulta en la mujer venía marcado por el casamiento, verdadero rito de paso para ella. El matrimonio no era una relación privada hombre-mujer, sinó una transacción masculina, un contrato entre el padre de la novia y su futuro marido. El padre entregaba a la hija junto con una dote, y ésta pasaba de la casa paterna a la casa del marido, propiciando con ello el orden ciudadano: la herencia y los hijos legítimos, futuros ciudadanos de la pólis. Esto provocó también que el infanticidio femenino en Grecia estuviera bastante extendido, y que la exposición o el abandono de las hijas fuera más frecuente que el de los hijos varones. Los más pobres no tenían más alternativa que la exposición si nacían muchas hembras, ya que difícilmente podrían hacerse cargo de sus dotes.

La marginación de la mujer trajo consigo que ésta se integrara en cultos y sectas alternativas a las "oficiales" y propias de los ciudadanos de las póleis.
Las sectas mistéricas se dirigían al hombre concreto , y se admitía en ellas a extranjeros, esclavos y mujeres, es decir, a los grupos marginales. Muchas de estas sectas formaron sociedades paralelas y formas de vida articuladas a través de preceptos, obligaciones y prohibiciones que se enfrentaban claramente a los poderes establecidos a través de la diferenciación: no comer carne, vivir a las afueras de las ciudades, rechazo del sacrificio animal, etc.

Entre estas sectas se encuentran el orfismo, el pitagorismo y los ritos dionisíacos. En estos últimos , las mujeres celebraban las fiestas del dios de una manera desbocada y lujuriosa, vestidas con pieles de animales, andaban errantes, embriagadas y en éxtasis por los campos y los bosques, sembrando el terror. De ahí que se les diera el nombre de Ménades, (las furiosas) o bacantes, (acompañantes del dios Baco, otro nombre de Dionisos).Los excesos que acompañaron a estas fiestas indujeron al senado romano a decretar su prohibición en el 186 a. de C.
Si esto es así, resulta al menos curioso, que Platón, en la "República", presente un proyecto de Estado en el que la mujer pueda salir de su exclusión y marginación: la ausencia de propiedad privada en la clase de los guardianes y la eliminación del núcleo familiar, libera a la mujer de los cuidados del niño, que son tarea común, y la permiten incorporarse a la vida política de la comunidad. Esto, sin embargo, indica de manera clara, que el ámbito de lo privado, de lo doméstico, era absolutamente despreciado por el filósofo. Para ser ciudadana con plenos derechos, la mujer ha de parecerse al hombre. Ha de ser un hombre. (REPÚBLICA, V, 455b-456.)