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miércoles, 30 de noviembre de 2011

CORONEL LORENZO LUGONES: UN HEROE SANTIAGUEÑO

Lorenzo Lugones.JPG

Dedicado a mis nietos Facundo Lorenzo Lugones y Santiago Leopoldo Lugones, descendientes de éste.

El 10 de agosto de 1796 nace en Pampallasta, Santiago del Estero. Muy joven, a los 14 años de Edad, se incorporó al ejercito, al Cuerpo de Patricios Santiagueños, bajo las órdenes del Coronel Juan Francisco Borges. Combatió en las derrotas de Cotagaita y Desaguadero. También en la primera victoria de las armas argentinas en Suipacha, bajo las ordenes de los jefes patriotas que sucesivamente asumieron el mando del Ejército del Norte, como Francisco Ortiz de Ocampo, Antonio González Balcarce, Juan José Castelli y Juan Martín de Pueyrredón, participando del ulterior repliegue del ejército hasta la ciudad de Jujuy. Luego de la derrota de Desaguadero Pueyrredón renuncia al mando, y Manuel Belgrano es designado en la Jefatura del Ejército del Norte.
Belgrano llegó a Jujuy el 19 de mayo de 1812 para hacerse cargo. Informado de la desmoralización que en parte había invadido a los oficiales, Belgrano prefiere hablarles en privado y los recibe de pie, en su tienda: -“Señores, tenemos una larga campaña por delante y deseo contar con la colaboración de todos ustedes.  El que no tenga bastante fortaleza de espíritu para soportar con energía los trabajos que le esperan, puede pedir su licencia.”  Hay leves movimientos de cabeza y crispaturas de manos. A algunos de aquellos hombres el nuevo jefe ya los conoce. Belgrano escruta a todos, como si tratara de adivinar el pensamiento de cada uno. Sabe que hay jefes que pueden considerarse con más títulos que él para el mando del ejército, sobre todo las figuras destacadas, que son los coroneles Eustaquio Díaz Vélez y Juan Ramón Balcarce, ambos veteranos, y el último considerado como uno de los más expertos jefes de caballería. Pero sin embargo advierte en la oficialidad muestras de particular simpatía. Muchos de esos oficiales se harán célebres en diversos terrenos: José María Paz, Manuel Dorrego, Cornelio Zelaya, Rudecindo Alvarado, Gregorio Aráoz de La Madrid, Lorenzo Lugones. Son jóvenes entusiastas en cuyas almas arde la llama inextinguible de un patriotismo exaltado. “-Señores -prosigue Belgrano-, se me ha informado de cierto desasosiego en este ejército. Sin embargo, atribuyo la deserción y el desaliento de la tropa más a la clase de oficiales que a los mismos soldados, pues éstos, como cuerpos inertes, se mueven a impulso de aquellas palancas. Parece que algunos se deleitasen en decir a cuantos ven, que apenas habrá 200 fusiles en el ejército. Esto que habrían de reservarse lo propalan, y sin conseguir remedio sólo se causa desaliento entre estos habitantes que parecen de nieve respecto a esta empresa.”
De camino a Jujuy, y sin conocer aún la carta por la que se lo reprendía, Belgrano decidió festejar la fecha patria del 25 de mayo bendiciendo la bandera celeste y blanca. El coronel Lorenzo Lugones, testigo del episodio, cuenta que a orillas del río Pasaje (hoy Juramento) el general hizo formar a su ejército e hizo ratificar el juramento prestado meses antes en las Barrancas del Paraná. Así lo relata: “" Llegamos al río Pasaje, punto de reunión para el ejército; aquí se recuerda un acto solemne digno de la historia. Habiendo el ejército formado en parada conforme a la orden general, se presentó en el cuadro Belgrano con una bandera blanca y celeste en la mano que colocó con mucha circunspección y reverencia en un altar situado en medio del cuadro; proclamó enérgica y alusivamente y concluyó diciendo:
"Este será el color de la nueva divisa con que marcharán a la lid los nuevos campeones de la Patria".¡Oh Bandera de mi patria guerrera! ¡Signo precioso de la libertad, inmortal divisa de la noble igualdad; yo también en ese día, acaso el más joven de los guerreros de este tiempo, en medio de todo un ejército que desfilaba por delante de ti, a tus pies, juré por la Patria, en cien batallas vencer o morir!
El ejército ratificó su juramento besando una cruz que formaba la espada de Belgrano, tendida horizontalmente sobre el asta de la bandera: con este ceremonial concluyó el acto y el ejército quedo dispuesto para la primera señal de partida.
A distancia de cien pasos del río, sobre la ribera que gira al oeste, a la altura de un notable barranco, había un árbol que, por su magnitud, se distinguía sobre todos los de sus cercanías; limpiando una parte de su corteza, hacia media altura de un hombre, en medio de un círculo de palma y laurel, dibujado en el tronco de un árbol se grabó una inscripción que decía: Río Juramento, y méas bajo, la siguiente estrofa:
Triunfareís de los tiranos
y a la patria dareís gloria,
si, fieles americanos,
juraís obtener victoria.
Esta versión pertenece a la obra "Recuerdos Históricos" del coronel Lorenzo Lugones, testigo del episodio.
 El 24 de agosto entraba la vanguardia realista en Jujuy. El general Manuel Belgrano encabezó la ordenada retirada, gesta conocida como el "Éxodo Jujeño". Jujuy soportó once invasiones realistas. Lorenzo Lugones participó de la victoria de Tucumán librada el 24 de Septiembre de 1812, que significó para la Revolución, un tiempo de regocijo y de renovada esperanza Por fin el 20 de febrero de 1813, se produjo la batalla de Salta que selló la suerte del ejercito realista. El 20 de febrero de 1813,  tras el triunfo argentino en la Batalla de Salta, el santiagueño Lorenzo Lugones es nombrado Alférez de Compañía, por su destacada actuación en combate.
Participó en otras acciones durante la Guerra de la Independencia, sirviendo a las órdenes de los generales González Balcarce, Rondeau, Aráoz de La Madrid y Belgrano. En 1829, fue Jefe del Estado Mayor del General José M. Paz en la sangrienta Batalla de La Tablada. Perseguido por los federales, se radicó en Bolivia. Allí para atender a su sustento, fue panadero. Caído Juan M. Rosas, volvió al país en 1854, estableciéndose en Tucumán. El Gobierno le otorgó los despachos de Coronel el 29-05-1856. Falleció el 20 de enero de 1868 en la pobreza.

En su honor hay calles con su nombre, así como plazas. También la escuela de cadetes de la Policía de Santiago el Estero se denomina Coronel Lorenzo Lugones. El COMANDO DE REMONTA Y VETERINARIA del Ejercito también se llama “Coronel Lorenzo Lugones”.


Dalmiro Coronel Lugones, nieto de Lorenzo Lugones, poeta, folklorista, investigador del folklore, guionista, le dedicó este romance:


"Romance del Coronel Lorenzo Lugones"
En el antiguo Atamisqui
corría el noventa y seis
de San Lorenzo era el día
y de agosto era el mes.

La heredad de Pampallajta
qué hermosa estaba esta vez,
el viento le hablaba al río
de un íncito acontecer.

Allá Lorenzo Lugones
nacía al amanecer
el destino lo signaba
para el bronce y el laurel.

Linaje hidalgo heredaba
de esos Lugones de prez
que de Luna recordaban
los sus blasones traer.

De esos ilustres Lugones
que hubieron de merecer
la gloria por sus servicios
a Dios, a España y al Rey.


lunes, 11 de mayo de 2009

Mitos y verdades del 25 de Mayo

Mitos y verdades del 25 de Mayo


La Revolución de 1810 fue interpretada de diferentes maneras a lo largo de 195 años. Los historiadores de hoy actualizan la discusión: qué fue verdad, qué fue posible y qué fue imaginado.


Alberto González Toro.
Laura Vilariño.



Quienes conozcan a Facundo y Federico Lugones del Colegio Champagnat darles cariñosos saludos de parte de su abuelo Rudy.



Lluvia, paraguas, escarapelas, movilización popular, el Cabildo, brazos en alto. La Revolución de Mayo se sintetizó en estas imágenes. A cinco años del Bicentenario, ni siquiera los historiadores más prestigiosos se ponen de acuerdo. Además, hay muchas contradicciones entre ellos. Algunos dirán que ese 25 de mayo de 1810 llovía y que se usaban paraguas importados de Londres. Otros opinarán lo contrario. Algunos aseguran que las cintas repartidas por French y Beruti tenían un color blanco, y otros dicen que sus colores eran diferentes. La representatividad de Moreno y Saavedra también está en juego. La tradicional imagen de "conservador" del coronel ahora está cuestionada. Las preguntas siguen y suman.
¿Por qué se celebra el 25 de Mayo como origen de la Patria?
"Los festejos por el 25 de Mayo comenzaron muy temprano, durante el propio proceso revolucionario. A imagen de las fiestas cívicas inauguradas por la Revolución Francesa, el 25 se convirtió en motivo de celebración cívica. Por lo tanto, ya desde un comienzo esta fecha cobró un lugar significativo en el imaginario político rioplatense. De hecho, los festejos por el 9 de Julio nunca pudieron rivalizar con las fiestas mayas -dice el doctor en Historia, Luciano De Privitellio, investigador del Conicet, la UBA y la Universidad de San Martín-. Cuando a partir de la generación romántica de 1837 se comenzó a imaginar la existencia de una Nación Argentina y de un pasado para ella, el 25 de Mayo debía ser la fecha por excelencia de su origen y nacimiento. Este día se convitió así en el nacimiento de la Nación."
¿Moreno o Saavedra? ¿Quién tenía más poder y representatividad?
"Saavedra es más pragmático, entre otras cosas porque tiene que hacerse cargo de las armas. Tenía un criterio más realista que Moreno. Lo que Saavedra intenta conciliar al mismo tiempo son los intereses de los pueblos que empezaron a llegar con sus representantes a Buenos Aires, muchos de los cuales estaban bastante lejos de coincidir con las posturas más jacobinas de Moreno", dice la doctora en Historia Marcela Ternavasio, profesora titular de Historia Argentina I en la Universidad Nacional de Rosario e investigadora del Conicet. En cuanto a la representatividad de Saavedra, la doctora Ternavasio afirma que al principio era muy grande pues tenía a los milicianos detrás de él. Y fueron los milicianos, según ella, los que impulsaron la realización del Cabildo Abierto del 22 de mayo y quienes presionaron para la salida del virrey Cisneros También el historiador José Luis Busaniche, que se definía como un "demócrata liberal" y nada conservador, se inclina por pensar que el coronel tenía tras de sí a los sectores populares, mientras Moreno era un ideólogo jacobino que no entendía la realidad del Río de la Plata. Los jacobinos eran los seguidores de Maximiliano Robespierre, el líder de la Revolución Francesa, representante de los sectores más extremistas. Para Busaniche -autor de una monumental Historia Argentina-, el secretario era un hombre dogmático, heredero del pensamiento del francés Juan Jacobo Rousseau (uno de los teóricos de la Revolución Francesa), que hablaba "en nombre del pueblo". Busaniche resume: "La parte más popular y numerosa, la que no vestía de frac o de levita, se inclinó hacia el lado de Saavedra". Los historiadores que defienden a un Saavedra líder popular recuerdan la revuelta que se produjo del 5 al 6 de abril de 1811. "Este movimiento tiene un componente popular muy diferente al que tuvo el del 25 de Mayo de 1810. En esta disputa facciosa entre morenistas y saavedristas, éstos traen de los arrabales a un número de personas muy importante, que pertenecen a sectores populares manejados por líderes milicianos. La elite es sorprendida por la irrupción de esta gente en la Plaza Victoria. Salvando las distancias, esta movilización del 5 y 6 de abril de 1811 fue una especie de 17 de octubre peronista", dice Ternavasio. Busaniche narra así esos sucesos: "En la noche del 5 al 6 de abril se produjo una reacción popular que no provenía de los ''de fraque o levita'' sino de más abajo: gente del campo, de los arrabales y no pocos de la ciudad, simpatizantes de Saavedra, que veían al Presidente y a la Junta trabados en su acción por dos o tres vocales de Moreno, y miraban con malos ojos el espectáculo que soportaba la ciudad". La Revolución de Mayo,
¿fue un movimiento popular o un golpe militar?
Privitellio destaca a dos instituciones fundamentales: el Cabildo y las milicias, conducidas por Saavedra, y dice que desde el mismo momento en que la crisis de la monarquía española acelera el conflicto político en el Río de la Plata, "el Cabildo se postula como uno de los candidatos a suceder al poder". Pero en esa época, el poder real lo tienen las milicias. Ningún historiador habla de un golpe militar, pero son muchos los que hablan de la "presión" que ejercieron los milicianos para desplazar al virrey Cisneros. "Son ellos los que apoyan inicialmente la convocatoria al Cabildo Abierto del 22 de mayo, y son los que no aceptan a la Junta nombrada por el Cabildo el 24 de mayo. Finalmente, son los que imponen a la nueva Junta el 25 de mayo". Privitellio explica que los diversos cuerpos milicianos, formados durante la reconquista y defensa de Buenos Aires contra las Invasiones Inglesas, son fuerzas militares, más bien escasas, instaladas en Buenos Aires. "Hasta 1806, nadie hubiera elegido la carrera militar como vía de ascenso y prestigio. Pero todo eso cambia a partir de la invasión inglesa. La milicia que más se destacaba era la de Patricios, comandada por Cornelio Saavedra. Pero allí también estaban otros protagonistas de la Revolución, como Domingo French, que junto a José Antonio Beruti formaba parte del ala más radical del partido patriota (los futuros morenistas)".
¿Fue un fenómeno sólo porteño o de todo el virreinato?
"Un fenómeno totalmente porteño", responde la historiadora Ternavasio. Y agrega: "A partir de 1811, Buenos Aires se festeja a sí misma. Y esto dura hasta gran parte del siglo XIX. Es que Buenos Aires había sido la cuna de la Revolución". Los Cabildos del interior, tan lejos del Río de la Plata, se van enterando lentamente de la formación de la Primera Junta. Algunos se resisten a aceptar el "nuevo orden", como el de Córdoba; otros reciben la noticia con gran beneplácito, y otros nunca van a aceptar a las nuevas autoridades, "como Paraguay, y ni hablar de la Banda Oriental". Años más tarde, Domingo Faustino Sarmiento, en su célebre "Facundo", recuerda las consecuencias de esa disociación, y escribe: "La guerra de la revolución argentina ha sido doble: 1) guerra de las ciudades iniciadas en la cultura europea contra los españoles, a fin de dar mayor ensanche a esa cultura; 2) guerra de los caudillos contra las ciudades, a fin de librarse de toda sujeción civil, y desenvolver su carácter y odio contra la civilización. Las ciudades triunfan de los españoles, y las campañas de las ciudades. He aquí explicado el enigma de la Revolución Argentina, cuyo primer tiro se disparó en 1810, y el último no ha sonado todavía".
El 25 de Mayo, ¿llovió o no llovió?
"Hay toda una discusión sobre si llovió o no llovió, si ya se habían importado paraguas de Londres o aún no... Es un tema que sigue siendo siempre objeto de discusión. Algunos historiadores van a dar por cierto que había paraguas y llovía, y otros van a decir lo contrario", comenta Ternavasio.
¿Qué rol jugó en la Revolución la jabonería de Vieytes?
De Privitellio dice que entre las costumbres del período "tardocolonial", se encuentra el de las tertulias, reuniones en los salones de las casas privadas en las que se conversaba largo y tendido sobre temas varios. Este tipo de reuniones, por cierto, involucraba a sectores acomodados de la sociedad. "A medida que la política irrumpe en la capital virreinal como una actividad novedosa (consecuencia a la vez de las Invasiones Inglesas y de la crisis de la corona española), estas prácticas de sociabilidad también se politizan". La fábrica de jabón, que pertenecía a Juan Hipólito Vieytes y Nicolás Rodríguez Peña, se convirtió en la sede de las reuniones de aquello que desde 1809 comenzó a ser llamado "partido patriota". La jabonería estaba en Tacuarí y Venezuela, y por allí desfilaban los patriotas, tejiendo ya las redes de la futura revolución. Otro lugar de tertulia y conspiración fue la casa de Rodríguez Peña. Pero no son éstos los únicos lugares de sociabilidad que se politizan. Otro lugar es "el café de Marco, donde se juntaban los jóvenes intelectuales, casi todos ellos alumnos del colegio San Carlos, que no por casualidad quedaba frente al café. Y señala De Privitellio: "En este lugar, que a diferencia de los anteriores era público, se fue conformando la idea de la existencia de una verdadera ''opinión pública'', otra notable novedad para la ciudad de Buenos Aires. Ciertamente, todos ellos eran partidarios de la facción más extrema de los revolucionarios, aquellos que luego serán identificados como morenistas. A Saavedra, este café le parecía tan peligroso, que luego de los acontecimientos del 5 y 6 de abril de 1811 (una movilización popular en apoyo del Presidente de la Primera Junta, y en contra de los morenistas), ordenó a Juan Bautista Bustos que lo cerrara, y se detuvo a varios de los asistentes".
¿Cuáles eran los colores de las cintas que se distribuyeron en la Plaza?
Aquí también difieren los historiadores. Mientras para María Sáenz Quesada (ver su columna en la página 41) eran de color blanco, la doctora Ternavasio dice que las cintas tenían los colores rojo, color de la corona, y celeste, color de los Borbones". Y subraya: "Nadie, a esta altura, puede decir que ésos eran los colores de la Patria".
¿Cómo se convocó a los vecinos para que concurrieran al Cabildo Abierto del 22 de mayo?
Es el Cabildo como institución el que convoca al Cabildo Abierto. En una ciudad de 50.000 habitantes, se enviaron 450 esquelas a los vecinos más "respetables y destacados de Buenos Aires". Circularon alrededor de 450 esquelas, "pero asistió menos de la mitad", dice Ternavasio.
¿Cuál fue el papel que jugaron French y Beruti?
El lugar común les asigna el rol de "distribuidores" de las cintas. Pero tanto Domingo French como José Antonio Beruti fueron dos auténticos revolucionarios. French era un cartero que participó, junto a Juan Martín de Pueyrredón, en la organización de la milicia de los Húsares. "Allí ascendió a teniente coronel, y fue sin duda en esta condición que se destacó en la jornada del 25 de Mayo -explica De Privitellio-. Junto con Beruti, French (ver página 41) formaba parte del ala más radical del partido patriota (los futuros morenistas), y cumplían la importante misión de agitar las calles en favor de la salida política alentada por este grupo. Junto a otros jóvenes, se los llamaba ''Los Chisperos'', por su actividad agitativa".
Fuente: Diario Clarín



Los hombres de Mayo y la revolución inconclusa
"Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces. Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si no nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores, decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada." Así, sin eufemismos y con toda una patria por estrenar, se expresaba aquel 25 de mayo ante los indecisos cabildantes Antonio Beruti, que lideraba junto a Domingo French el grupo de choque conocido como la "Legión Infernal", compuesto por unos seiscientos hombres de las "orillas" dispuestos a todo para defender el sueño del cambio. Pocos minutos después y mientras todavía resonaban las palabras amenazantes de Beruti, se anunciaba oficialmente la conformación de una Junta de gobierno que quedó integrada por Cornelio Saavedra como presidente y los abogados Mariano Moreno y Juan José Paso como secretarios. Seis vocales completaban la nómina: los doctores Manuel Belgrano y su primo Juan José Castelli; el militar Miguel de Azcuénaga; el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes españoles Juan Larrea y Domingo Matheu. Mariano Moreno guardó un perfil muy bajo durante la Semana de Mayo. No se lo escuchó como a Castelli en el famoso Cabildo del 22, ni anduvo por la plaza con los chisperos de French y Beruti. Su protagonismo comenzó el 25 de mayo de 1810, al asumir la Secretaría de Guerra y Gobierno de la Primera Junta, cuando dijo en su discurso inaugural: "La variación presente no debe limitarse a suplantar a los funcionarios públicos e imitar su corrupción y su indolencia. Es necesario destruir los abusos de la administración, desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que afligen al Estado, excitar y dirigir el espíritu público, educar al pueblo, destruir o contener a sus enemigos y dar nueva vida a las provincias. Si el gobierno huye el trabajo; si sigue las huellas de sus predecesores, conservando la alianza con la corrupción y el desorden, hará traición a las justas esperanzas del pueblo y llegará a ser indigno de los altos destinos que se han encomendado en sus manos." El 7 de junio nació el órgano oficial del gobierno revolucionario, "La Gaceta", donde Moreno escribió: "El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal." La Revolución estaba en marcha y las tendencias se fueron perfilando con toda nitidez. Moreno y su gente apurando la revolución y Saavedra, representante de los sectores conservadores, defensores de sus privilegios y, por lo tanto, favorables al mantenimiento de la situación social anterior. Aquel Saavedra que le preguntaba a su amigo Viamonte en qué consistía la Revolución: "¿Consiste ésta acaso en adoptar la más grosera e impolítica democracia? ¿Consiste en atropellar a todo europeo, apoderarse de sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo? ¿Consiste en llevar adelante el sistema de terror que principia a asomar? ¿Consiste en la libertad de religión, y en decir con toda franqueza como uno de su mayor respeto y confianza ''me cago en Dios'' y hago lo que quiero?" Moreno, como contestándole, escribía: "Hay quienes suponen que la Revolución se ha hecho para que los hijos del país gocen de los altos empleos de que antes estaban excluidos; como si el país hubiera de ser menos desgraciado por ser hijos suyos los que lo gobiernan mal." Eran dos proyectos de país, era el comienzo de un "ellos" y "nosotros", era el comienzo de una revolución inconclusa.
ibidem



La Revolución vista por los grandes pensadores argentinos


Esteban Echeverría ESCRITOR (1805-1851)
"¿Qué quiere decir Mayo? Emancipación, ejercicio de la actividad libre del pueblo argentino, progreso: ¿por qué medio? Por medio de la organización de la libertad, la fraternidad y la igualdad, por medio de la democracia. Resolved el problema de organización y serviréis a la causa de la patria, la causa de Mayo y del progreso. Y advertid que, así como no hay sino un modo de ser, un modo de vida del pueblo argentino, no hay sino una solución adecuada para nuestras cuestiones, que consiste en hacer que la democracia argentina marche al desarrollo pacífico y normal de su actividad, hasta constituirse en el tiempo con el carácter peculiar de democracia argentina. Fuera de ahí no hay sino incursiones a tientas, trabajo estéril, dañino: repetición fastidiosa de lo hecho en el transcurso de la revolución; volver a empezar con escombros un edificio que se ha venido abajo cien veces, para que vuelva a desplomarse y sofocar toda vida, toda actividad, todo progreso bajo sus ruinas."
Ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata (1846)


Domingo F. Sarmiento PRESIDENTE (1811-1888)
"La revolución, excepto en su símbolo exterior, independencia del rey, era sólo interesante e inteligible para las ciudades argentinas, extraña y sin prestigio para las campañas. En las ciudades había libros, ideas, espíritu municipal, juzgados, derechos, leyes, educación, todos los puntos de contacto y de mancomunidad que tenemos con los europeos; había una base de organización, incompleta, atrasada, si se quiere; pero precisamente, porque era incompleta, porque no estaba a la altura de lo que ya se sabía que podía llegar a ser, se adoptaba la revolución con entusiasmo. Para las campañas, la revolución era un problema; sustraerse a la autoridad del rey era agradable, por cuanto era sustraerse a la autoridad. La campaña pastora no podía mirar la cuestión bajo otro aspecto. Libertad, responsabilidad del poder, todas las cuestiones que la revolución se proponía resolver eran extrañas a su manera de vivir, a sus necesidades.
" Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. Cap. IV: Revolución de 1810. (1845)


Alfredo Palacios DIPUTADO (1880-1965)
"El movimiento que culminó en Mayo venía de lejos. Eran fuerzas latentes y oscuras que se exteriorizaban con energía e iban buscando una meta. Pronto se convirtieron en un sentimiento que encontró su expresión en la inteligencia, hasta que se manifestaron concretamente, interviniendo entonces la voluntad con la conciencia del derecho y de la furza, además de la representación del porvenir. El fondo nebuloso se fue aclarando en la lucha y apareció la idea revolucionaria que es idea fuerza, la cual, encarnada en la masa que en Buenos Aires era todo el pueblo, formó un conjunto homogéneo donde los factores de la evolución mental se transformaron en actos. Aunque procedamos aparentemente movidos por una idea, ello se debe a que esa idea se transforma en sentimiento en el momento de la acción. El carácter de un acto depende de la naturaleza del sentimiento que lo origina. El principio de la soberanía del pueblo germinaba y crecía en la entraña de los hijos de la tierra."
El pueblo en la Revolución de Mayo, 1959

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La fecha de origen de la nación argentina
J. C. Chiaramonte. Historiador (*)


El 25 de mayo de 1810, ante la vacancia del trono español, se constituyó en Buenos Aires un gobierno provisorio para los pueblos del Virreinato del Río de la Plata, la llamada Primera Junta de Gobierno, hasta tanto se aclarase el futuro de la monarquía. La legitimidad de la Junta se basaba en la doctrina, propia del fundamento contractualista del derecho político de la época, de la "retroversión de la soberanía al pueblo" en cuanto fuente legítima del poder. Pero, en realidad, la soberanía fue asumida por las "ciudades principales" del Virreinato, las ciudades con cabildos, dado que entonces no existía "un" pueblo sino catorce "pueblos americanos" soberanos. Fueron así los cabildos de esas ciudades los que enviaron diputados -apoderados con instrucciones, como era usual en la época- para integrar esa Junta. Posteriormente, los gobiernos que la sucedieron habrían de afrontar la necesidad de independizarse de España y de organizar una nueva nación. Porque, así como no existía aún un pueblo argentino, tampoco existían ni una nación, ni una nacionalidad argentinas, las que serían fruto y no causa del proceso que se iniciaba. Recordemos que "argentino" designaba entonces a los porteños, y sólo muy tarde adquiriría su significado actual. ¿En qué consistió lo que podría llamarse una construcción mítica? En interpretar que el 25 de mayo de 1810 marcó la irrupción en la historia de una nacionalidad argentina preexistente, en busca de su organización como Estado. Un mito derivado de la preocupación por fortalecer el sentimiento nacional y apoyado en el principio de las nacionalidades, difundido por el Romanticismo, según el cual las naciones contemporáneas habrían surgido de previas nacionalidades; algo también desmentido por los historiadores en el caso de la mayoría y más importantes naciones de Europa y de América del Norte.
(*) Director del Instituto Ravignani, de la Universidad Nacional de Buenos Aires.

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Entre la tradición y la historia


La iconografía del 25 de Mayo se basa en verdades que no son tan absolutas.
Sáenz Quesada. Historiadora


Para elaborar la primera versión de la historia argentina, Bartolomé Mitre utilizó fuentes de la tradición oral y memorias escritas por los protagonistas. Es Cornelio Saavedra (1829) quien describe la Plaza de la Victoria llena de gente en los días de Mayo y los distintivos blancos y celestes usados por los patriotas. Este relato que le daba a la gesta carácter popular, simplificado en libros e imágenes escolares, constituye la versión clásica de los hechos que el cine reflejó más tarde en películas como "El Grito Sagrado". Hacia 1950, Roberto Marfany realizó una prolija revisión documental y rescató el papel de las incipientes fuerzas armadas y del clero; destacando que la fidelidad al rey cautivo impulsó la acción. Todo esto permite reconstruir con más fidelidad lo ocurrido en 1810 alrededor del Cabildo de Buenos Aires, proyectado por el arquitecto Andrés Blanqui y terminado en 1770. Con su torre, el reloj, los once arcos originales, los tejados y los muros blanqueados a la cal que le daban cierto aire andaluz, éste constituía el edificio civil más importante de la ciudad; mientras la Plaza Mayor, dividida por la Recova del comercio, servía de espacio de discusión de los asuntos públicos. Por su parte, Manuel Belgrano ha señalado el carácter ejemplar de la revolución que cumplió sus objetivos sin derramar sangre. El grupo dirigente que se reunía en la casa de Rodríguez Peña en la actual calle Venezuela, y en lo de Azcuénaga, en la Plaza Mayor, estaba en contacto permanente con el cuartel de Patricios. Sus agentes externos eran Domingo French (36), empleado del Correo, y Antonio Luis Beruti (38), de la Tesorería Real, ambos de larga actuación pública posterior. French y Beruti encabezaron una "mozada de resolución", alrededor de 600 jóvenes cuya misión era amedrentar a los partidarios del virrey. Armados con pistolas y puñales disimulados en los capotes, su apostadero fue la fonda de la "vereda ancha" de la Plaza (hoy Hipólito Yrigoyen) y su distintivo eran cintas en el sombrero y en las solapas, que según la mayoría de los testimonios de época eran blancas "en señal de unión entre americanos y europeos". A estas cintas se agregaron según las circunstancias un retrato de Fernando VII grabado en papel, una rama de olivo y un distintivo rojo, en señal de guerra si no se verificaba la creación de la Junta (la lista propuesta fue escrita por Beruti). Blanco fue entonces el primer distintivo de los revolucionarios. Pero el celeste y blanco, símbolo del club morenista en 1811, fue el que pasó a los colores patrios. En cuanto a los paraguas usados en los festejos, en medio de la lluvia y del bullicio, probablemente fueron pocos; la mayor parte de los congregados habrá usado el capote o el poncho tradicionales; sin embargo, en la capitanía del puerto se registra el ingreso de estos prácticos accesorios venidos de Inglaterra. Y es sabido que hacia 1800, gracias al aumento del comercio y del poder adquisitivo, las modas importadas hicieron furor. Cuando las verdades que aprendimos de niños se revisan con serenidad resultan más comprensibles, menos absolutas y también más útiles.

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Chisperos y manolos reclaman un Cabildo Abierto

Chisperos y manolos reclaman un Cabildo Abierto

(Los que conozcan a Facundo Lugones y Federico Lugones del Colegio Champagnat darles muchos cariños de su abuelo Rudy)

“Amanecieron lunes 21 en la Plaza Mayor bastante porción de encapotados... Comandaban los French, el del Correo y Beruti, el de las Cajas. Eran 600 hombres bajo el título de Legión Infernal. En efecto, todos estaban bien armados y era mozada de resolución”. Así describe un anónimo testigo, el comienzo de la semana en que se formaría el Primer Gobierno Patrio.

Como especie de fuerza de choque de los ideólogos del movimiento revolucionario, aquellos hombres, provistos de puñales, pistolas y otros elementos de lucha, habían sido reclutados entre las denominadas “clases bajas”. Era gente de acción, dispuesta a lo que viniese. Si bien sus conductores eran conscientes de la postura de las fuerzas criollas, no sabían cuál iba a ser la reacción de los cuerpos peninsulares, en particular el Fijo, cuyo jefe se había pronunciado con tanta decisión por la continuidad del virrey.

Por cierto, en una ciudad de sesenta mil habitantes, aquel número resultaba casi insignificante, pero sin duda su presencia en la Plaza Mayor influyó en la creación de un clima apropiado para la caída del virrey. No conviene desechar la presencia de los chisperos y manolos, como se los llamaba despectivamente, sobre todo porque resulta claro que su convocatoria no resultó espontánea sino resultado de un plan. Tomás Guido expresa en sus memorias que para dar un golpe “se catequizaban individuos de diversas clases; consultándose algunos miembros del clero, cuyo sufragio fue siempre propicio a nuestras libertades, y procurábase el mayor número de adictos para exigir por un movimiento imponente un cambio en la administración, y una junta de gobierno por voto popular”.

Lo cierto es que el procurador del Cabildo, presionado por tan belicosa presencia, les hizo saber que el virrey estaba dispuesto a abandonar el mando. No se conformaron ni French, ni Beruti, ni Arzac, que se sumó al conjunto, por lo que mantuvieron a sus belicosos orilleros y compadritos en el lugar.

La idea de realizar un Cabildo Abierto había ganado fuerza, aunque sin duda en esa asamblea no tendrían lugar los que se hallaban en la plaza sino “la parte principal y más sana del vecindario”, es decir, los militares, clérigos, profesionales, comerciantes y funcionarios.

A las diez de la mañana, los regidores Ocampo y Domínguez cruzaron al Fuerte y obtuvieron el permiso del virrey, quien con bastante astucia, les hizo ver que la opinión del pueblo de Buenos Aires, por sí sola, no resultaba valedera para una decisión de tanta importancia, pues era necesario escuchar a los representantes de todos los cabildos del Virreinato.

Pero los dirigentes revolucionarios ya tenían decidido su curso de acción.

Convocado Saavedra a la sala capitular del Cabildo, para pedirle que “aplicara su celo a evitar todo tumulto y conservar el orden y la tranquilidad pública”, se hizo responsable de que nada ocurriría. A continuación se decidió la convocatoria para el día siguiente y se dispuso imprimir esquelas que serían distribuidas diligentemente a los invitados por los alcaldes de barrio.

Las fuerzas militares, fueron apercibidas y municionadas para que, al día siguiente, controlaran el acceso de los participantes.

Aparentemente, los dirigentes patriotas, que habrían formado una especie de junta de hecho, se asignaron misiones para el 22. Manuel Belgrano debía ubicarse en un lugar visible desde la plaza, pañuelo blanco en mano, para, en caso de producirse algún hecho no deseado, advertir, agitándolo, a los que aguardaban en las inmediaciones.



* Miguel Angel De Marco Presidente de la Academia Nacional de la Historia.

jueves, 19 de marzo de 2009

CORONEL LORENZO LUGONES: UN HEROE SANTIAGUEÑO

CORONEL LORENZO LUGONES: UN HEROE SANTIAGUEÑO
Dedicado a mi nieto Facundo Lorenzo Lugones, descendiente de éste.

El 10 de agosto de 1796 nace en Pampallasta, Santiago del Estero. Muy joven, a los 14 años de Edad, se incorporó al ejercito, al Cuerpo de Patricios Santiagueños, bajo las órdenes del Coronel Juan Francisco Borges. Combatió en las derrotas de Cotagaita y Desaguadero. También en la primera victoria de las armas argentinas en Suipacha, bajo las ordenes de los jefes patriotas que sucesivamente asumieron el mando del Ejército del Norte, como Francisco Ortiz de Ocampo, Antonio González Balcarce, Juan José Castelli y Juan Martín de Pueyrredón, participando del ulterior repliegue del ejército hasta la ciudad de Jujuy. Luego de la derrota de Desaguadero Pueyrredón renuncia al mando, y Manuel Belgrano es designado en la Jefatura del Ejército del Norte.
Belgrano llegó a Jujuy el 19 de mayo de 1812 para hacerse cargo. Informado de la desmoralización que en parte había invadido a los oficiales, Belgrano prefiere hablarles en privado y los recibe de pie, en su tienda: -“Señores, tenemos una larga campaña por delante y deseo contar con la colaboración de todos ustedes. El que no tenga bastante fortaleza de espíritu para soportar con energía los trabajos que le esperan, puede pedir su licencia.” Hay leves movimientos de cabeza y crispaturas de manos. A algunos de aquellos hombres el nuevo jefe ya los conoce. Belgrano escruta a todos, como si tratara de adivinar el pensamiento de cada uno. Sabe que hay jefes que pueden considerarse con más títulos que él para el mando del ejército, sobre todo las figuras destacadas, que son los coroneles Eustaquio Díaz Vélez y Juan Ramón Balcarce, ambos veteranos, y el último considerado como uno de los más expertos jefes de caballería. Pero sin embargo advierte en la oficialidad muestras de particular simpatía. Muchos de esos oficiales se harán célebres en diversos terrenos: José María Paz, Manuel Dorrego, Cornelio Zelaya, Rudecindo Alvarado, Gregorio Aráoz de La Madrid, Lorenzo Lugones. Son jóvenes entusiastas en cuyas almas arde la llama inextinguible de un patriotismo exaltado. “-Señores -prosigue Belgrano-, se me ha informado de cierto desasosiego en este ejército. Sin embargo, atribuyo la deserción y el desaliento de la tropa más a la clase de oficiales que a los mismos soldados, pues éstos, como cuerpos inertes, se mueven a impulso de aquellas palancas. Parece que algunos se deleitasen en decir a cuantos ven, que apenas habrá 200 fusiles en el ejército. Esto que habrían de reservarse lo propalan, y sin conseguir remedio sólo se causa desaliento entre estos habitantes que parecen de nieve respecto a esta empresa.”
De camino a Jujuy, y sin conocer aún la carta por la que se lo reprendía, Belgrano decidió festejar la fecha patria del 25 de mayo bendiciendo la bandera celeste y blanca. El coronel Lorenzo Lugones, testigo del episodio, cuenta que a orillas del río Pasaje (hoy Juramento) el general hizo formar a su ejército e hizo ratificar el juramento prestado meses antes en las Barrancas del Paraná. Así lo relata: “" Llegamos al río Pasaje, punto de reunión para el ejército; aquí se recuerda un acto solemne digno de la historia. Habiendo el ejército formado en parada conforme a la orden general, se presentó en el cuadro Belgrano con una bandera blanca y celeste en la mano que colocó con mucha circunspección y reverencia en un altar situado en medio del cuadro; proclamó enérgica y alusivamente y concluyó diciendo:
"Este será el color de la nueva divisa con que marcharán a la lid los nuevos campeones de la Patria".¡Oh Bandera de mi patria guerrera! ¡Signo precioso de la libertad, inmortal divisa de la noble igualdad; yo también en ese día, acaso el más joven de los guerreros de este tiempo, en medio de todo un ejército que desfilaba por delante de ti, a tus pies, juré por la Patria, en cien batallas vencer o morir!
El ejército ratificó su juramento besando una cruz que formaba la espada de Belgrano, tendida horizontalmente sobre el asta de la bandera: con este ceremonial concluyó el acto y el ejército quedo dispuesto para la primera señal de partida.
A distancia de cien pasos del río, sobre la ribera que gira al oeste, a la altura de un notable barranco, había un árbol que, por su magnitud, se distinguía sobre todos los de sus cercanías; limpiando una parte de su corteza, hacia media altura de un hombre, en medio de un círculo de palma y laurel, dibujado en el tronco de un árbol se grabó una inscripción que decía: Río Juramento, y méas bajo, la siguiente estrofa:
Triunfareís de los tiranosy a la patria dareís gloria,si, fieles americanos,juraís obtener victoria.
Esta versión pertenece a la obra "Recuerdos Históricos" del coronel Lorenzo Lugones, testigo del episodio.
El 24 de agosto entraba la vanguardia realista en Jujuy. El general Manuel Belgrano encabezó la ordenada retirada, gesta conocida como el "Éxodo Jujeño". Jujuy soportó once invasiones realistas. Lorenzo Lugones participó de la victoria de Tucumán librada el 24 de Septiembre de 1812, que significó para la Revolución, un tiempo de regocijo y de renovada esperanza Por fin el 20 de febrero de 1813, se produjo la batalla de Salta que selló la suerte del ejercito realista. El 20 de febrero de 1813, tras el triunfo argentino en la Batalla de Salta, el santiagueño Lorenzo Lugones es nombrado Alférez de Compañía, por su destacada actuación en combate.
Participó en otras acciones durante la Guerra de la Independencia, sirviendo a las órdenes de los generales González Balcarce, Rondeau, Aráoz de La Madrid y Belgrano. En 1829, fue Jefe del Estado Mayor del General José M. Paz en la sangrienta Batalla de La Tablada. Perseguido por los federales, se radicó en Bolivia. Allí para atender a su sustento, fue panadero. Caído Juan M. Rosas, volvió al país en 1854, estableciéndose en Tucumán. El Gobierno le otorgó los despachos de Coronel el 29-05-1856. Falleció el 20 de enero de 1868 en la pobreza.

En su honor hay calles con su nombre, así como plazas. También la escuela de cadetes de la Policía de Santiago el Estero se denomina Coronel Lorenzo Lugones. El COMANDO DE REMONTA Y VETERINARIA del Ejercito también se llama “Coronel Lorenzo Lugones”.


Dalmiro Coronel Lugones, nieto de Lorenzo Lugones, poeta, folklorista, investigador del folklore, guionista, le dedicó este romance:


"Romance del Coronel Lorenzo Lugones"
En el antiguo Atamisqui
corría el noventa y seis
de San Lorenzo era el día
y de agosto era el mes.

La heredad de Pampallajta
qué hermosa estaba esta vez,
el viento le hablaba al río
de un íncito acontecer.

Allá Lorenzo Lugones
nacía al amanecer
el destino lo signaba
para el bronce y el laurel.

Linaje hidalgo heredaba
de esos Lugones de prez
que de Luna recordaban
los sus blasones traer.

De esos ilustres Lugones
que hubieron de merecer
la gloria por sus servicios
a Dios, a España y al Rey.