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lunes, 25 de mayo de 2015

LA REVOLUCION DE MAYO FUE UNA DECISIÓN DEL PUEBLO, IMPULSADA, CONDICIONADA Y GARANTIZADA POR LA JUVENTUD, DETERMINANTE DE SU REALIZACION.

LA REVOLUCIÓN DE MAYO FUE UNA DECISIÓN DEL PUEBLO.

 IMPULSADA, CONDICIONADA Y GARANTIZADA POR LA JUVENTUD, DETERMINANTE DE SU REALIZACIÓN.


Dedicado a mis nietos Facundo Lorenzo, Santiago Leopoldo, Juan Sebastián, Macarena, y a Vicente que está por venir.




Los verdaderos héroes de la misma fueron Belgrano, Castelli, Arzac, Vieytes, French, Berutti, Nicolás Rodríguez Peña, entre otros y la Legión Infernal, con sus chisperos y manolos, y no quién nos vendió la historia oficial. Por eso se encargaron de enterrar en la semi oscuridad a casi todos de ellos, salvo a la gran figura de Manuel Belgrano.

Eran la JP de mayo, y los comió la revolución.

Cuando el  14 de mayo de 1810 llega a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe trayendo periódicos que confirman los rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires: cayó en manos de los franceses de Napoleón, la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español. 
También trajo la noticia de que América había dejado de ser una colonia española para pasar a ser una provincia de ultramar, y llamaba a realizar Juntas, destituyendo Virreyes.
Toman conocimiento de que la Junta de Sevilla había resuelto saber a las tierras de América que no son colonias sino provincias con igualdad de derechos. Y convoca a los pueblos americanos a que se organicen en Juntas (28 de febrero de 1810).

Fue la chispa que necesitaba la revolución para estallar.




La noche del 18 los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación de en que quedaba el virreinato después de los hechos de España y nombrar nuevas autoridades. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros y pidan la convocatoria a cabildo abierto.

El Sábado 19 y sin dormir, por la mañana Manuel Belgrano le pidió al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva. El domingo 20 el por la noche, Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de cabildo abierto. El virrey trató a los jóvenes de insolentes y atrevidos y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó "Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran" y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo.

Pero la juventud no tenía paciencia.

Conf. Galasso: “El 21 de mayo, cuando el Cabildo está reunido en sesión ordinaria, la presión popular se acentúa: "apenas comenzada la sesión, un grupo compacto y organizado de seiscientas personas, en su mayoría jóvenes que se habían concentrado desde muy temprano en el sector de la Plaza lindero al Cabildo, acaudillados y dirigidos por French y Berutti, comienzan a proferir incendios contra el virrey y reclaman la inmediata reunión de un Cabildo Abierto. Van todos bien armados de puñales y pistolas, porque es gente decidida y dispuesta a todo riesgo. Actúan bajo el lema de Legión Infernal que se propala a los cuatro vientos y no hay quien se atreva con ellos".

Continuando con este autor: “No hay pues medulosos cambios de ideas, ni buenos modales, ni patricios respetables polemizando únicamente, con sesudos abogados, sino un grupo de privilegiados dispuestos frenéticamente a resguardar con uñas y dientes sus fortunas y su posición social, frente a otro grupo, intrépido y fogoso, animado por el espíritu de la revolución.

Castelli afirmaba: "Aquí no hay conquistados ni conquistadores, aquí no hay sino españoles los españoles de España han perdido su tierra. Los españoles de América tratan de salvar la suya. Los de España que se entiendan allá como puedan... Propongo que se vote: que se subrogue otra autoridad a la del virrey que dependerá de la metrópoli si ésta se salva de los franceses, que será independiente si España queda subyugada".

El 22 de mayo se vota. Permite el alcalde votar solo a 69 partidarios casi todos ellos del Virrey. Y se vota una Junta adicta con “El Sordo” a la cabeza.

La juventud revolucionaria no está dispuesta a permitir. Tampoco deciden que hacer deliberando en la casa de Nicolás Rodríguez Peña. Cuanta Tomas Guido “en estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: "Juro a la patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas."..

Cisneros renuncia. Pero como siempre pasa, los absolutistas reaccionan, y convocan a nuevo cabildo para el 25 de mayo.

Los cabildantes se reúnen, pero los jóvenes revolucionarios no van a aceptar nuevos fraudes a su voluntad.

Antonio Luís Beruti irrumpió en la sala capitular seguido de algunos infernales y dijo "Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces, Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada."
No Juventud de la Legión Infernal no les dejó margen para otra cosa.

Así se anunció finalmente que se había formado una nueva junta de gobierno .El presidente: Cornelio Saavedra; los doctores Mariano Moreno y Juan José Paso, sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu.

Y allí comenzó nuestra historia Grande, nacida en una revolución popular.

jueves, 25 de junio de 2009

Anécdotas sobre virreyes del Río de la Plata

Anécdotas sobre virreyes
Sólo dos de los once representantes de la corona se encuentran enterrados en Buenos Aires
En los treinta y tres años, o poco más, corridos desde la creación del Virreinato del Río de la Plata el 1º de agosto de 1776 hasta mayo de 1810, once virreyes -uno sólo americano (Vértiz) y otro francés (Liniers)- mandaron en Buenos Aires. Pero en esta plaza consiguieron escasa memoria popular. La carencia resulta inevitable de saber que casi no se estimula la memoria de algunos próceres: menos aún despiertan curiosidad los mandatarios coloniales. Las pocas huellas de los representantes de la corona tampoco suelen alimentar la base de datos del actual turismo urbano.
Pero a espaldas de un monumental hotel del barrio de Monserrat, a metros de la Avenida de Mayo, está enterrado el quinto virrey en estas tierras y el primero que falleció en América tras ocupar el sillón de don Pedro de Cevallos, aquel militar que fue gobernador de Buenos Aires en 1756 y años después preludió su primer virreinato con la derrota a los ejércitos lusitanos de O Desterro en Santa Catalina y de Colonia del Sacramento.
El sepulcro de don Pedro de Melo de Portugal y Villena está -desde el 22 de abril de 1797- en el costado derecho del altar de San Juan Bautista, la antigua iglesia de la esquina de Alsina y Piedras, que en la actualidad abre sus puertas por la mañana.
Las guías turísticas capitalinas no incluyen este dato tan poco conocido como la accidentada muerte del virrey y su aún más curiosa exhumación. El dato de su entierro en Buenos Aires se rastrea en viejos repertorios y en las Memorias curiosas que suscribió Juan Manuel Berutti. Más recientemente figura en Buenos Aires, ciudad secreta, de Germinal Nogués, que señala a Melo como único gobernante de aquel entonces sepultado en Buenos Aires. Pero los registros de Berutti de 1804 detallan con precisión la enfermedad y muerte del octavo virrey: Joaquín del Pino y Rozas, Romero y Negrete.
Berutti anotó que el 9 de abril de aquel año, la gravedad del ilustre enfermo hizo que el flamante obispo Benito de Lué y Riega llevara los santos óleos bajo palio -y en compañía de toda la clerecía, Cabildo eclesiástico y el secular junto con la Real Audiencia en pleno, cuerpo que ese mismo día decretó asumir el mando- hasta la cama del moribundo. Luego Berutti dice que "en abril 11 falleció el excelentísimo señor virrey y fue enterrado el 13 por la mañana en el panteón de la Santa Iglesia Catedral" (actualmente en la cripta de ese templo mayor). Del Pino fue suegro de Bernardino Rivadavia.
Pero la muerte asechó al virrey Melo siete años antes de la agonía del virrey Del Pino. Había decidido defender la banda oriental del río y la recorrió in extenso -beneficiándose incluso con el clima benigno de la hoy Punta del Este-, pero en el camino de regreso a Montevideo -cerca de Pando- tuvo un grave accidente de cabalgadura. Postrado y persuadido de que se acercaba su agonía, rogó se lo enterrara en el porteño templo de las Capuchinas. Allá murió el 15 de abril de 1797, se lo revistió con el hábito de Santiago y fue embarcado. El 22 se lo enterró en San Juan Bautista. En su lápida hoy se lee: "Aquí yace, por afecto a las vírgenes esposas de Jesucristo, el Exmo. Señor D. Pedro Melo de Portugal y Vilena", extenso epitafio que remata asegurando que vivió 63 años, 11 meses y 16 días.
Ciento trece años después, durante el Centenario, el capellán Pedro Sardoy descubrió un camino de hormigas contiguo al patio del convento (donde se dice que enterraron a defensores y enemigos tras los combates de la Segunda Invasión Inglesa, ya que el lugar fue entonces "hospital de sangre"). Sardoy descubrió que el camino de las hormigas provenía del sepulcro virreinal. Exhumado el virrey -lo publicó Julio A. Luqui Lagleyze y lo reprodujo B. Lozier Almazán en su Martín de Alzaga- se descubrió que provenían de la calavera del encumbrado occiso. El esqueleto de las manos sostenía una espada de oro y plata que, retirada, se fundió en una patena de celebración sacramental.
Siete virreyes rioplatenses murieron en España, dos en Buenos Aires, y Liniers, fusilado en Cabeza de Tigre el 26 de agosto de 1810, fue rescatado para cruzar el océano en demanda del Panteón de los Marinos Ilustres de San Fernando, provincia de Cádiz.
El catalán Gabriel de Avilés, único que asumió dos virreinatos, séptimo virrey rioplatense que tuvo varias y sucesivas funciones en Chile y también había actuado en el Perú contra la insurrección de Túpac Amaru, asumió tardíamente en Buenos Aires el 14 de marzo de 1799 y su gobierno fue breve. En marzo de 1800 falleció el virrey del Perú Ambrosio O'Higgins -padre del prócer chileno- y la corona hizo un enroque: mandó a Avilés en su reemplazo a Lima y trajo de la gobernación de Chile a Del Pino para asumir en Buenos Aires. Pero Avilés dejó su trono peruano en 1806, aunque residió en Lima hasta 1810 cuando se embarcó hacia España (según lo cuenta el autor Sigfrido Radaelli). Estaba a bordo cuando se sintió enfermo de gravedad y desembarcó en Valparaíso. Allí murió el 19 de setiembre de aquel año del proceso revolucionario.
Los edificios donde transcurrieron episodios de la vida de estos personajes han desaparecido, a excepción de la casa de Sobremonte, en Córdoba, su sede de gobernador antes de su virreinato. En la porteña calle Bolívar 553 existió hasta 1920 la casa que alquiló la familia de Cisneros (sordo desde que combatió heroicamente en Trafalgar) después de ser defenestrado por los patriotas.
Quizá la casa de mayor significación en la historiografía de la ciudad haya sido la Casa de la Virreyna Vieja del siglo XVIII que mucho tiempo sobrevivió en la esquina noroeste de Perú y Belgrano, y que ocupó la viuda del virrey Del Pino, doña Rafaela de Vera y Muxica (terminó siendo el montepío ciudadano).
Los virreyes consiguieron por lo menos memoria permanente en la toponimia de Buenos Aires, un damero de calles entre las estaciones Belgrano R y Colegiales, donde se recuerda a Loreto, Arredondo, Olaguer y Feliú, Del Pino y Avilés. Liniers tiene calle entre Once y Boedo, y Vértiz logró una avenida que lame la barranca de Belgrano. Cisneros, en cambio, mereció apenas un pasaje en La Paternal, un sándwich que le hacen las calles Caracas y Gavilán al 1600.
Por Francisco N. Juárez
Para LA NACION
Citar Fuente: "www.elhistoriador.com.ar"

Virreyes