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miércoles, 13 de marzo de 2019

CALIDADES Y CONDICIONES MÁS CARACTERÍSTICAS DE LOS INDIOS PAMPAS Y AUCACES


CALIDADES Y CONDICIONES MÁS CARACTERÍSTICAS DE LOS INDIOS PAMPAS Y AUCACES

 
CALIDADES Y CONDICIONES MÁS CARACTERÍSTICAS DE LOS INDIOS PAMPAS Y AUCACES

 

Extracto del “Diario que el capitán, don Juan Antonio Hernández ha hecho, de la expedición contra los indios teguelches, en el gobierno del señor don Juan José de Vertiz, gobernador y capitán general de estas Provincias del Río de la Plata, en 1.º de octubre de 1770” De Colección de viajes y expediciones a los campos de Buenos-Aires y a las costas de Patagonia de  Pedro de Angelis



Primeramente, son de estatura, por lo regular, dichos indios mediana, de cuerpo robusto, la cara ancha y abultada, la boca mediana, la nariz roma, los ojos pardos, y sanguinolentos, la frente angosta, los cabellos lacios y gruesos, la cabeza por atrás chata.
Su vestimenta se compone de muchos cueritos de zorrillos, pedazos de león, y otros de venado, los que van ingiriendo, y hacen uno de dos y media varas de largo, que le llaman guavaloca, y nosotros quiapí, con lo que se cubren desde el pescuezo hasta los tobillos, fajándose por la cintura con una soga de cuero de potro, y cuando tienen frío o llueve, lo alzan y quedan tapados.
Las indias gastan quiapí, lo mismo que los indios, con la diferencia de que no lo atan por la cintura, sino por el pescuezo, que lo apuntan con unos punzones de fierro pequeños, teniendo las cabezas de ellos como espejos de plata o de hoja de lata, y desde la cintura un tapa-rabo corto, a medio muslo por delante. Gastan y quieren mucho los abalorios, cuentas de cualesquiera calidad y cascabeles, con los que hacen gargantillas en pescuezo, muñecas y piernas, tanto las mujeres  como los indios. Su comida se reduce a comer yegua, caballo, avestruces, venado y cuanto animal encuentran, pero lo que más apetecen es la yegua, y si se ven afligidos, la comen cruda. Principalmente procuran para almorzar cazar un venado, y apenas lo bolean (pues es su modo de cazar), le agarran de las piernas y le dan contra el suelo un golpe, y dándole un puñetazo en cada costillar, lo degüellan, no permitiendo que le salga sangre alguna, sino que se le vaya introduciendo todo por el garguero, y medio vivo lo abren por entre las piernas, cosa que quepa la mano, y echándole fuera todas las tripas, sacan la asadura entera y se la comen como si estuviera bien guisada, sorbiéndose el cuajo, como si fuera un pocillo de chocolate. El sebo, panza y lebrillo de la vaca lo comen crudo y gustan mucho de ello, de suerte que cuando hacen invasión en nuestras fronteras, no son sentidos, porque como no necesitan de fuego para comer, se introducen con facilidad.
Son sumamente viciosos en toda clase de vicio; son grandes fumadores; el aguardiente lo beben como agua, hasta que se privan enteramente; beben mucho mate, y luego se comen la yerba, y con la bebida se acuerdan de todos los agravios que han recibido ellos y sus antepasados, las peleas que han tenido y las invasiones que han hecho; todo lo cantan y otros lloran, que es una confusión oírlos. Luego que se levantan de mañana se van al río o laguna que tienen más inmediata, y se echan unos a los otros gran porción de agua en la cabeza, con lo que se retiran a dormir.
Sus armas, de que usan, son lanzas y bolas, en lo que son muy diestros, y tienen sus coletos y sombreros de cuero de toro, que con dificultad le entra la lanza, y ésta ha de ser de punta de espada: algunos usan cota de malla, pues se contaron hasta nueve. Entre ellos su modo de insultar es al aclarar el día, guardando un gran silencio en su caminata, pues si se les ofrece parar por algún acontecimiento, con un suave silbido para todos, que no se llega a percibir aun entre ellos rumor alguno, y llegando a vista del paraje que van a invadir, pican sus caballos, y a todo correr, metiendo grande estrépito y algazara, no usando formación alguna sino que cada cual va por donde quiere. En cuanto al despojo, el que más encuentra ése más lleva, y al retirarse, llevando la presa, aunque maten a sus mejores amigos o parientes, no vuelven a defenderlos, sino que cada uno procura caminar sin aguardarse unos a los otros, llevando a las indias con ellos para que éstas se hagan dueñas de las poblaciones que invaden, y roben lo que pudieren, mientras ellos pelean.
En cada toldería tienen su adivino, a quien llevan consigo cuando  van a invadir alguna parte, y mientras no están cerca, por las tardes o a la noche, se ponen a adivinar. El modo es clavar todas sus lanzas muy parejamente, y al pie de ellas es que su dueño sentado, poniéndose enmedio, al frente el adivino, y detrás de él todas las indias, y teniendo en la mano dicho adivino un cuchillo, comenzándolo a mover como el que pica carne, entona su canto al que todos responden, y de allí a media hora, poco más o menos, comienza el adivino a suspirar y quejarse fuertemente, torciéndose todo y haciendo mil visajes, siguiendo los demás dicho canto, hasta que allí a un rato, que pega un alarido muy grande, se levantan todos. Preguntándole el cacique, (quien está en la derecha del mencionado adivino, con un machete en la mano) sin mirarlo a la cara, todo lo que él pretende saber, él le va respondiendo lo que le da gana, y esto lo creen tan fuertemente, que no hay razones con que convencerlos, aunque les sale todo nulo; pues están persuadidos que con aquel canto que hacen vieron el gualichu, que así llaman al diablo, y que éste se introduce en el cuerpo del adivino, y les habla por él, revelándole todo lo que quieren saber. Después de concluido le dan a beber un huevo de avestruz crudo, y agua, haciéndole fumar tabaco, que es el regalo que le hacen al gualichu, dándole al adivino vómitos fingidos; y entonces comienzan a gritar todos, y echando fuego al aire, que tienen prevenido, se despiden de dicho gualichu, que dicen sale del cuerpo del adivino, y se retiran a sus toldos.
Sus médicos son como los adivinos, pues estando alguno enfermo, sea del mal que fuese, llaman a la médica, y puesta al pie del enfermo y todos los amigos y parientes en rueda, toma la dicha médica unos cascabeles en la mano y comienza a sonarlos, cantando al mismo tiempo, a lo que todos responden; y de ahí a poco rato comienza a quejarse y torcerse toda con muchos visajes, y comenzando a chupar la parte que al enfermo le duele; está así mucho rato, prosiguiendo los demás cantando. La médica escupe y vuelve a chupar, siendo ésta la medicina que le aplican; y vimos en una ocasión que una gran médica de éstas dejó a la mujer del cacique Lincon, tuerta, de tanto chuparle un ojo, por haberle ocurrido en él un humor; esto lo sobrellevan muy gustosos, en la inteligencia que pende del gualichu.
Las casas o poblaciones son de estacas de tres varas, y cueros de caballos por los lados y techos, que ellos les llaman suca y nosotros toldos. En cada una vive una familia, y en medio de dichos toldos tiene el cacique su habitación, la que no es fija, pues en un paraje viven un mes, en otros quince días o veinte, con cuyo motivo es difícil dar con ellos.
No tienen subordinación a sus caciques, pues cuando quieren, dejan a uno y van a vivir con otro; y si el cacique emprende o tiene que hacer alguna empresa, a todos se lo comunica y cada uno da su parecer.
Cada uno tiene las mujeres que pueda comprar, y viéndose aburrido de ellas las vende a otros; y si llegan a tomar algunas cautivas, luego que llegan a sus toldos se casan con ellas; y si dichas cautivas, mas que sean indias, no van contentas, luego las lancean y las arrojan del caballo, y aunque estén medias vivas, las dejan.
El trabajo de ellos se reduce a tornar yeguas y potros silvestres, cazar zorrillos, leones, tigres y venados, de cuyas pieles hacen las indias quiapís y guasipicuás, y de las plumas de avestruz hacen plumeros, siendo ellas las que todo lo trabajan, pues les dan de comer, cargan las cargas, mudan los toldos y los arman; y aunque las vean los indios, quienes están echados de barriga, no se mueven a ayudarlas en nada; antes sí, si es poco sufrido, se levanta, y con las bolas que nunca las dejan de la cintura, le dan de bolazos, y a esto no llora ni se queja la india.


jueves, 29 de noviembre de 2018

CACIQUE INACAYAL



CACIQUE INACAYAL 


CACIQUE INACAYAL
 
INACAYAL nació hacia 1835 y su nombre es de origen gününa-küne (tehuelche del norte). (ina: del verbo seguir; ka: otro, otra; yal: prole).

Su conducta valió los elogios del Perito Francisco Moreno que lo encontró prisionero en los cuarteles de Palermo, en Buenos Aires, una vez desalojado de sus tierras a orillas del Nahuel Huapi, en 1885. En 1886 consiguió llevarlo a vivir bajo su protección, junto con el cacique Foyel y su familia, al museo de La Plata, donde murió el 24 de septiembre de 1888.
 
CACIQUE INACAYAL
La expedición de Roca se componía de alrededor de 6.000 soldados distribuidos en cinco divisiones dotadas del armamento más avanzado de la época. La arremetida del ejército fue incontenible. Una avalancha de saqueo y despojo inexorables. 
  De acuerdo con la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879, el resultado de la expedición en su primer año fue: 5 caciques principales prisioneros; 1 cacique principal muerto (Baigorrita); 1.271 indios de lanza prisioneros; 1.313 indios de lanzas muertos; 10.513 indios de chusma prisioneros; 1.049 indios reducidos.

    A pesar de todo, el indígena combatió con furia desesperada. Grito de desesperación que se manifestó, por ejemplo, el 29 de junio de aquel 1879 cuando 60 araucanos se arrojaron con ira sobre un destacamento militar luego de atravesar el congelado Río Neuquen. Al decir de Juan Carlos Walter, en su obra La conquista del desierto: "la muerte inesperada del jefe originó su retirada, pero no cabe duda que en pleno invierno cruzar un ancho río antes de aclarar, casi en presencia del enemigo montado en pelo y desnudo, es un ejemplo que escapa a los de orden común".

   En 1884 el cacique Namuncurá se rindió con 331 de sus hombres. Pero Sayhueque e Inacayal estaban dispuesto a batallar hasta el fin. En la Memoria del Departamento de Guerra y Marina se afirma que: 
    "...se habían invitado recíprocamente con Sayhueque que estaba en el Norte para unirse y pelear a las tropas hasta morir. Que la vigilancia que se tenía en los toldos era grande, y que ellos no se separaban los hombres más que en reducido número y por pocas horas para bolear, teniendo al propio tiempo el encargo de bombear el campo y cortar rastros en todos los rumbos".

   Al unirse los caciques, acordaron una enérgica resistencia:
  "en Schuniqueparia había tenido lugar un gran parlamento, al que concurrieron Inacayal, Foyel, Chagallo, Salvutia Rayel, Nahuel, PichiCuruhuinca, Cumilao, Huichaimilla, Huenchunecul, Huicaleo y otros caciques en representación de su tribu y Sayhueque con todos sus capitanejos...Que el parlamento se arribó a la conclusión de no entregarse ninguno a las fuerzas del gobierno y de pelear hasta morir, debiendo prestarse recíproco apoyo las tribus entre sí. Que la señal de alarma convenida era prender fuego en los cerros, y que según su número y situación tenían su inteligencia explicativa, cosa que solo era conocida por los caciques..."
    
El 18 de octubre de 1884, rugió la batalla final. Los caciques Inacayal y Foyel atacaron al teniente Insay. Perdieron 30 guerreros y cayeron prisioneros. Conciente de la derrota irreversible, Sayhueque se rindió con 700 de sus guerreros en Junín de los Andes.
 
Junto con sus hermanos, mujeres e hijos, ambos caciques fueron llevados, en 1886, a vivir al Museo de la Plata. El Dr. Moreno, fundador de la institución, intentaba de esta manera retribuirles su hospitalidad.     

"Y un día, cuando el sol poniente teñía de púrpura el majestuoso propíleo de aquel edificio (...), sostenido por dos indios, apareció Inacayal allá arriba, en la escalera monumental; se arrancó la ropa, la del invasor de su patria, desnudó su torso dorado como metal corintio, hizo un ademán al sol, otro larguísimo hacia el sur; habló palabras desconocidas y, en el crepusculo, la sombra agobiada de ese viejo señor de la tierra se desvaneció como la rápida evocación de un mundo. Esa misma noche, Inacayal moría, quizas contento de que el vencedor le hubiese permitido saludar al sol de su patria". Clemente Onelli. Fue el 24 de septiembre de 1888.

Cuando al año siguiente se abrieron al público las puertas del Museo de la Plata, Inacayal no era más que una curiosidad etnológica con el Nº 5438. Un siglo despues en 1994, fue enterrado en Tecka, provincia de Chubut. 
 
 
http://www.temakel.com/ghsurchaco.htm
http://64.233.187.104/search?q=cache:_RVs92pHmTcJ:www.patagoniaexpress.com/tecka.htm+CACIQUE+INACAYAL&hl=es


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lunes, 19 de noviembre de 2018

DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ


DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ

 

           
DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ
 EL Inca Huayna Capac, tal vez el más poderoso y sábio de los que produjo la familia real incásica, salió una vez del Cozco, acompañado de un ejército de 30,000 guerreros y se dirigió al Sur, proponiéndose conquistar nuevas comarcas y reinos que agrandasen el poderoso imperio de los hijos del Sol.
            Llegados á el alto Perú, muchas fueron las naciones que voluntariamente se sometieron al vasallaje; conocían perfectamente que eran invencibles las armas de los conquistadores y sabían que del sometimiento voluntario solo les resultarían beneficios.
           
DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ
En sus excursiones llegó á Tarapaya y después de bañarse en las aguas de la gran laguna sagrada hecha construir por el Inca Maita Capac pasó á situarse en Cantumarca, pueblo que existe aún en las proximidades de la ciudad de Potosí, donde mandaba entonces una reina llamada Colla ó Coilla (Mina de Plata).
            Asegurada con facilidad la soberanía del Inca en la comarca; que era el tal gobernante muy diestro en someter á su capricho las beldades reinantes de los pueblos convecinos, admiró el gran cerro que tenía á su frente, cuya hermosa configuración y las tonalidades multicolores de sus faldas, sombrean á veces caprichosas nubes, dejando ver en lo alto la elevada cúspide coronada de nieves eternas.
            La belleza del cuadro y el significativo nombre de Potoxi, que daban al cerro los naturales y que quiere decir Manantial de plata picó la curiosidad del Inca, que mandó varias expediciones compuestas de vasallos á explorar aquellas cumbres.
            Los naturales avisaron á los expedicionarios que el cerro era sagrado y que no tardaría en manifestar su enojo, porque hubiesen hombres tan audaces que se permitieran escalar sus faldas y averiguar sus secretos.
            Huayna Capac insistió en su orden, haciendo presente que su voluntad y su poder emanaban de Pachacamac y que era hijo del Sol. Estas afirmaciones parecieron tranquilizar un tanto á los naturales de Cantumarca, pero apenas los expedicionarios habían empezado á escalonar las cuestas, una tormenta se formó en la altura y se desencadenaron relámpagos y rayos acompañados de ruidos aterradores que resonaban siniestramente dilatando sus ecos por las hondas cavidades de los cerros.
            La reina Colla aterrada, vino entonces á presencia del Inca y le dijo afectuosamente: «Poderoso señor del gran Imperio, Pachacamac, espíritu del mundo, ha destinado esas riquezas para otra gente llamada Viracocha y te pido no insistas en mandar á las cumbres tus vasallos, pues el Sol dejará de alumbrarnos.»
              

          
DESCUBRIMIENTO DEL POTOSÍ
  Huayna Capac accedió al pedido de la reina y mandando á su gente que volviera, ordenó que ningún indio subiese á la montaña en adelante.
            Pasó mucho tiempo.
            Una tarde el indio Hualpa (Gallo) que no conocía la orden de Huayna Capac, viajaba por las proximidades de Potosí y perdió en esos caminos una llama; púsose á buscarla y le tomó la noche en las solitarias alturas. Resuelto el pobre mozo á seguir buscando su bestia tan pronto como amaneciera el día siguiente, juntó leña y armó una fogata para calentar su cuerpo durante aquella noche que era en exceso fría.
            Cuando el nuevo día empezó á clarear preparóse Hualpa para seguir el rastro de su llama, cuando se apercibió que el fuego había derretido una cantidad de mineral de plata que formaba en el suelo una gran plancha.
            Hualpa encontró su llama y volvió á su casa llevando con sigo la preciada carga y por mucho tiempo conservó el secreto de aquella rica mina; pero los españoles viéndolo poseedor de un mineral cuyo origen ignoraban lo espiaron y lo siguieron á todas partes, llegando por fin á descubrir y apoderarse del secreto del indio.
            Centeno fué el primer español que puso sus pies en el cerro del Potosí, cuya celebridad y riqueza ha llenado el mundo por espacio de tres siglos y mucho nos tememos que el Hualpa de que habla esta leyenda, sea, por su buena y rápida fortuna, aquel Hualpa de Yocalla á quien la tradición le atribuye la gloria de haber hecho construir un puente al Diablo sin que en retribución pudiese el espíritu de las cavernas conquistarse su alma.
FUENTE: Leyendas de los indios Quichuas Filiberto de Oliveira Cézar, 1892

domingo, 18 de noviembre de 2018

INDIOS SANAVIRONES


INDIOS SANAVIRONES
INDIOS SANAVIRONES
Ubicación: podemos ubicar a esta cultura en la depresión de la laguna de Mar Chiquita, en Córdoba. Por el norte llegaban hasta el río Salado, donde comenzaban los Tonocotés. Al sur se extendían por el río Suquia o Primero. Al oeste limitaban con la sierra de Sumampa y el limite oriental coincidía con los actuales límites entre las provincias de Santiago del Estero y Santa Fe.
Étnicamente pertenecían al grupo Amazónido, y al llegar al territorio debieron dominar, rápidamente, a los huárpidos originales. 

VIVIENDA: Construyeron ranchos o chozas apuntaladas por cuatro horcones clavados en tierra. El techo, fabricado con palos, ramas y pajas, estaba sostenido sobre estos horcones. Para levantar las paredes usaban adobe crudo o tierra apisonada. Cubrían las aberturas con puertas de caña o cueros. Eran viviendas grandes agrupadas en pequeños poblados, protegidos o rodeados por cardones o arbustos espinosos.

Economía: adoptaron sistemas andinos de cultivos, a los que complementaron con caza, pesca y recolección. Entre las armas utilizadas por los Sanavirones encontramos la macana, que era una especie de garrote triangular con protuberancia en un extremo, también usado como elemento de defensa personal en las guerras indígenas. 

Costumbres: las numerosas excavaciones realizadas sacaron a la luz numerosos trabajos de alfarería que ponían de manifiesto dos tipos de cerámica: una negra grisácea y otra grabada. Los Sanavirones vivieron en casas muy grandes donde cabían hasta quince soldados con sus respectivos caballos. Se construían con vegetales y cada una albergaba a varias familias.
Las viviendas se reunían en pequeños grupos que se rodeaban de cardones y otras arboledas espinosas que servían de protección. Su extinción tuvo lugar hacia el siglo XVII. 
Eran agricultores sedentarios, cuyos cultivos principales fueron el maíz y los porotos. Su dieta se complementaba con la recolección de la algarroba y el chañar, la pesca, la cría de llamas y la caza del avestruz.
Su cerámica era de color negro grisácea, con motivos geométricos e impresiones de telas y cestería. Este último dato implicaría que los sanavirones conocían el hilado y el tejido, además de haberse encontrado varias piezas de rueca, propias de un telar rudimentario. Tanto para la caza como para la guerra, sus armas fueron el arco y la flecha en hueso y piedra, también, la macana, la maza y la boleadora.



miércoles, 7 de noviembre de 2018

CAHUÍN FIESTA TEHUELCHE


CAHUÍN FIESTA TEHUELCHE
CAHUÍN FIESTA TEHUELCHE

Y en la noche del tiempo sin medida hubo Luz y hubo Creación... Y así nació la Vida, y con ella los hombres... Cuando el sol y la luna ordenaron sus ritmos y el tiempo se midió, los Chónek (hombres) supieron de la noche y el día, del trabajo y el sueño, del dolor y la risa... Y entendieron oir fín la Fiesta, la fiesta dela vida..., la que baila Curruf la que canta Huenu Co , la que vibra sin pausa en todas criaturas...
Desde entonces los viejos dueños de las tierras australes celebraron también la Fiesta, y con ella honraron la Vida, y con ella la gloria del gran Futa Chao, el padre de todo cuanto existe.
Para tehuelches, araucanos y mapuches Fiesta-Vida y Rito están indisolublemnete unidos y acompañan instancias decisivas de su existir. Por eso hay fiesta desde el nacimiento hasta la muerte, y aún más allá...
La primera ocasión festiva en la vida aborigen se da aproximadamente al año, cuando el niño sale de su cuna y se lo encierra en el corralito de caña o quelquel para que ensaye sin peligro sus primeros pasos primerizos... Es el momento del lacutún o ceremonia de imposición del nombre...
El rito marca cuidadosamente cada paso del lectutún el que deberá ser respetado para que el sentido festivo y buen augurio no sufran daño ni disminución... De este modo el padrino es el que se propone como tal, y con plena conciencia de su responsabilidad presente y futura para con su ahijado, elige el nombre del niño y ofrenda el animal para sacrificio divino. Así familiares y amigos se congregan para esta fiesta-ceremonia, e invocan al sagrado Nguenechen en favor de la criatura.
Poco a poco el rito va creciendo en emoción y misterio. La vida nueva tendrá un nombre, pero el nombre debe consagrarse con una ofrenda de vida al Ser Supremo. Por eso, el niño es toda promesa en los brazos del padrino, el sacrificador hunde el cuchillo en el corazón de la víctima propiciadora... y recoge sangre en las cuatro jarras de la intercesión de los viejos. Las vasijas se elevarán al cielo con la misma plegaria: Que "el pequeño sea feliz y viva luengos años"... y los cuatro ancianos de la tribu marcarán, a su turno, cada uno con cuatro cruces de sangre la frente y mejillas del niño y su padrino...
El lacutún ha llegado a su climax: el ahijado tiene un nombre, los taieles cantan su linaje, y lo que es mas importante: la vida se ha consagrado... Por eso ahora la celebración se volverá festín humano, expresión de gozo, banquete de carne del sacrificio, muday, canto y danza... Y luego los días seguirán su ronda.
Pero si es niña..., ¡no puede olvidarse el catán cahuín!. Y entonces lacutún y catán cahuín serán simultaneos o poco más o poco menos... La pequeña indiecita al cumplir el año debe tener su "fiesta de perforación de las orejas" o no podrá usar chahuaitos(aritos), y así no podrá estrenar su primera coquetería de mujer. La fiesta durará dos vueltas de sol, y parientes y amigos se sumarán al acontecimiento: todos participarán en él.
Cuentan quienes lo han visto que se voltea a una yegua de modo que quede con la cabeza señalando hacia el este y se la cubre con una matra de rica labor. Los hombres se ubican en fila a ambos lado del animal, y las muheres en el centro, junto al caballo ceremonial. Sobre él se sienta el padrino, y en sus brazos sostendrá a la niña que ha llegado hasta él luego de haber pasado de brazo en brazo por todos los participantes de la catán cahuín. Entre tanto el ritmo del canto femenino crece y crece... hasta ser grito y quejido lastimero que acompaña el dolor de la indiecita ¡es que las orejitas han sido perforadas con la tepú de buena plata... y se las rocía con sagrado muday !.
Es grito de sangre el de esta ceremonia, porque es rito de familia, de acompañamiento en el sentir... por eso todos acompañan a la niña con su propia sangre: padre y madre reciben pequeñas incisiones: el rodilla el uno en la oreja o el seno la otra, y mezclarán con su sangre las sangre de los lóbulos heridos de su hija... y al resto de los invitados, se les hará un tajito sobre la muñeca... ¿por qué la sangre? ¿para qué? ¿que sacralidad revela?.
Quizás no lo entendemos, pero la sangre si sabe del compartir secreto que es la vida en la vida... y es algo que el aborígen parece haber interpretado desde hace lunas seculares, aunque no sepa o no quiera explicarlo. Pero como sí sabe del compartir, luego que una viejita pase la lanilla del guanaco con vistosos blancos o rojos o azules por los orificios para que no se cierren y pueda lucir con el tiempo la niña sus chahuaítos, también compartirá los regocigos y banquetes... y el tiempo que vendrá, hasta que la catan cahuín sea solo un grato recuerdo del ayer.
Andando los soles y las lunas por fín llega el día en que la pubertad canta su posibilidad de generar nueva vida y con ella viene la ceremonias de la iniciación para los jóvenes... Los varones tendrán sus pruebas de bravura, autodominio y soledad. En las cuevas desafiarán sus miedos y ancestrales a gualichú, probarán ayunos y mortificaciones, harán sus propias flechas y saldrán por bosques, montañas o planicies para medir sus fuerza, y astucia para la cabeza... sólo cuando consigan la presa que habla de valor para subsistir podrán regresar... ¡y la tribu tendrá nuevos hombres para defenderla y perpetuarla!.
Las niñas, entanto, tienen su üllchatún o fiesta de la nubilidad, la que reviste un caracter celebratorio muy especial y gozozo durante cuatro largos días. Ante las primeras manifestaciones del desarrollo se organiza las cuatro jornadas rituales, que comienzan con el aislamiento de la jovencita en la "casa bonita" o ruca de la iniciación. Y mientras todos festejan afuera y danzan y cantan, ella ayuna con agua y jugo de orejones hervidos y se purifica...
¿Piensa? ¿añora? ¿recibe información de las mujeres experimentales que la acompañan? ¡¿cómo saberlo, si es un secreto de iniciación nubil?!. Pero el cuarto día trae también la fiesta para la niña-mujer. Vestida y adornada para la ocasión se la pase sobre una tarima, bailan en su honor en una algarabía de sonidos en que se entremezclan chillidos, gritos, música..., y por fín la llevan a casa paterna. Allí precidirá el sacrificio ritual de la yegua por una mujer, el cuereo por otras mujeres y finalmente: o festín de la carne asada, y las redobladas danzas y canciones... Aue continuarán hasta el silencio arrope el cansancio y los sueños de los fiesteros... y la vida reinicia sus causes habituales, porque ahora hay una mujer para cuidar más su fuego sagrado.
Y así creciendo y madurando los cuerpos y las ansias, un día la urgencia humana agita sus inquietudes porque el amor entona su antigua y eterna canción. ¿Hechizo mágico? ¿voluntad divina? ¿juego seductor de la vida para asegurar la perpetuación de la raza?. Acaso no importen las respuestas en un sentir tán misterioso... Pero ha sucedido y es imposible ocultar su fuerza... Su consecuencia natural será el nguillán zugún o pedido de la mano a la mayor brevedad, no vaya a ser que el alboroto de la sangre debilite la voluntad y se vuelva al campo propicio para que el maligno gualichú y la hechicera de los brujos.
Son los padres los que tramitan el casamiento y acuerdan el pago de los gastos que ha requerido la buena crianza de la novia. Por lo que la familia del novio aporta objetos de plata, animales, y demás, hasta completar el valor establecido para el acontecimiento final... ¿Y se celebran el curritún (casamiento aborigen) ? ¿A que esperar? ¿No se han ido preparando durante todos esos años para este momento?. Los novios se sentarán en matras de vistosos dibujos y colores siempre mirando al este mítico... Y a su alrededor se extenderán cueros curtidos para los alimentos de la fiesta, para los regalos, y para los invitados... Cuando la pareja de los ancianos se ubica frente de los novios el silencio y la emoción domina el entorno: porque en éllos espera el espíritu paternal del divino futachao, porque con ellos habla la voz de una vida... ¡Y la experiencia tiene valor de tesora para las razas de América!.
Luego de los consejos la fiesta irá creciendo más y más... Los recien casados comen su piuque yeguam, que no es sino el corazón asado de un animal del curritún, porque tiene valor simbólico de unión: significa "quedamos en un solo corazón". El alimento debe ingerirse limpiamente y sin ruidos o ... El espíritu diabólico tendrá ocasión para interferir trayendo disgustos a los recien unidos... Sin embargo,pasado el trance de prueba que marca el buen o el mal augurio nupcial, ya nada puede contener el desborde de la alegría. Si hay abundancia de carne sabrosa, vinos, cantos, baile, conjunción festiva, ¿puede el hombre rumiar sus tristezas?.No el aborígen de las tierras del sur...,el que tiene los secretos simples y sabio del ritmo natural... Por eso festeja la unión, de la que vendrá la nueva vida de los hijos y con ellos las ceremonia festiva del al imposición del nombre, de la iniciación puber, del casamiento... y el ciclo de la vida rodrá sus días y sus noches... hasta que la muerte señale el fin del "mas aca" y el principio del "mas allá" con otra vida y con otra vida y con otro tiempo tal vez... El indio sabe que habrá duelo en su tránsito a las sobras... pero aún así canta el ser inmortal, porque confía en que su espíritu desencarnado podrá ver a los que quedaron, y participar en el banquete ritual, que haran los suyos cuando se cumplan el año de su partida...
¿Cabe una mayor exaltación del existir?
Como antes, como siempre, Fiesta-Vida- y Rito siguen viviendo y marcando un sentido para la tierra de los hijos del mito y la esperanza...
 
 
 




lunes, 5 de noviembre de 2018

CACIQUE GALVARINO


CACIQUE GALVARINO

CACIQUE GALVARINO
Galvarino es conocido como uno de los personajes más valientes que participó en el proceso de la Conquista en el bando de los Araucanos.
Galvarino ((en mapuche: Kalwarëngo, ‘mecha molida de choclo’)?1 o Kallfürüngi, "colihue azul") 
(La Araucanía, ? - 1557) Cacique araucano, lugarteniente de Caupolicán. Aunque apenas se conocen datos acerca de su vida, Galvarino fue uno de los caciques araucanos más importantes. Estaba integrado a la tropa de los caciques Lautaro y Caupolicán, durante el conflicto de los aborígenes contra los españoles hacia el año 1553.
Para aquel entonces, los araucanos habían conseguido salir victoriosos en varias acciones, de las cuales se destaca la Batalla de Tucapel, en la cual vencieron los aborígenes. La victoria de Lautaro y Caupolicán en Tucapel, les permitió dar captura a Pedro de Valdivia, quien para el momento era el gobernador de Chile.
Cuando cayó Valdivia, se produjo un periodo de inestabilidad gubernamental; se cree que Jerónimo de Alderete pudo haber sucedido al gobernador asesinado, pero al parecer fue García Hurtado de Mendoza, quien recibiera el nombramiento oficial. El propósito de Hurtado, sería el de devolver la paz en la región.
Galvarino combatió heroicamente a las fuerzas españolas del gobernador García Hurtado de Mendoza, pero fue capturado en la batalla de Lagunillas (1557), junto al río Biobío.
Este cacique fue mutilado por los españoles y asumió valientemente la condena. 
Momento de la Mutilación
Cuando supo la sentencia, sería mutilado, miró con arrogancia y desafiante al jefe de los conquistadores y avanzó sin temor al lugar donde se iba a someter al cruel suplicio.
Llegado el momento, Galvarino colocó uno de sus brazos sobre una gruesa rama de árbol y espero el golpe del hacha. Puso enseguida con la misma calma la otra mano y entonces nuevamente desafiante puso su cabeza sobre la rama para que también se la cortasen, como eso no pasó trató de cobardes y traidores a los Indigenas que ayudaban a los españoles. Luego, sangrando se fue caminando en busca de su gente.  
Este hecho fue el que el poeta español Alonso de Ercilla narró en La Araucana, señalando que, luego de este acto, "con desdén y menosprecio dello alargó la cabeza y tendió el cuello" para que le quitaran la vida cortándole la cabeza; sin embargo, fue perdonado y regresó con los suyos, jurando vengarse.
Se dice que sin manos Galvarino fue casi tan poderoso como se había conocido. Además, había conseguido que sus seguidores se manifestaran con mayor fuerza. Al parecer, estaba preparado para alzar las armas como su cuerpo mutilado se lo permitiese y con su arenga reunió el valor de un gran ejército.
Muerte de Galvarino
El cronista Mariño de Lobera afirma que "fue tanto el coraje en que estaba emperrado, que ya que le faltaron las manos, peleó más fuertemente con la lengua, la cual suele ser más eficaz para hacer guerra que las manos de los Hércules y las industrias de los Césares". En el combate de Millarapue, el 30 de noviembre de 1557, luego de un cruel enfrentamiento, fue capturado junto con otros jefes indígenas, y el gobernador García Hurtado de Mendoza, como medida punitiva, lo mandó ahorcar.
Pero el poeta Alonso de Ercilla se esforzó por librarlo de la muerte, alegando que le había visto pasarse a las filas españolas. Galvarino le respondió descubriendo sus brazos mutilados que había tenido ocultos bajo su manta,y  Galvarino, con gran repudio hacia los españoles con las siguientes palabras: "Prefiero morir a recibir la vida de vosotros, y sólo siento la muerte por no haber podido haceros pedazos con los dientes".. Los conquistadores se exaltaron al ver la soberbia del cacique y apuraron el sacrificio. Algunos historiadores chilenos, sin embargo, creen que Galvarino se suicidó para privar a sus enemigos del placer de matarle.