LOS
CABALLOS ALZADOS (1744) TOMAS FALKNER
Como describe
el sacerdote jesuita el campo argentino y los famosos caballos cimarrones
existentes en los campos argentinos a principios del siglo 18.-
El comercio principal del país es la ganadería. En todas partes tienen
grandes majadas de ovejas y cuando yo recién llegué era tanto el ganado vacuno,
que, fuera de los rodeos de hacienda mansa, en inmensa cantidad alzado y sin
dueño, se extendía por todos los llanos a una y otra parte de los ríos Paraná,
Uruguay y aún del mismo Río de la Plata; y poblaban todas las pampas de Buenos
Aires, Mendoza, Santa Fe y Córdoba. La codicia, empero, y el descuido de los
españoles han destruido a tal grado este ganado alzado, que a no ser por el
hecho providencial de alguna gente más previsora, ya la carne se hubiese puesto
carísima en aquellas regiones. En los primeros tiempos, no pasaba año sin que
zarpasen de seis a ocho buques de Buenos Aires cargados de cueros en su mayor
parte. Grandes eran las matanzas que se hacían sin que se aprovechase más que
los cueros, la gordura y el sebo; pero la carne se tiraba al campo para que se
pudriese. El consumo anual de ganado que se carneaba sólo en esta forma, en la
jurisdicción de esta ciudad de Santa Fe, no era más que una de tantas, no
dejaba de alcanzar a algunos cientos de miles; y la costumbre aún no se ha
dejado del todo...
Hay también gran copia de caballos mansos, y un número increíble de
baguales... Los caballos alzados no tienen dueño, y andan disparando en grandes
manadas por aquellas vastas llanuras que delimitan hacia el este con la
provincia de Buenos Aires y el mar océano hasta llegar al Río Colorado; al
oeste con las cordilleras de Chile y el primer Desaguadero; al norte con las
sierras de Córdoba, Yacanto y Rioja; y al sur con los bosques que son los
límites entre los Tehuelches y Diuihets.
Se lo andan de un lugar a otro contra el viento, y en un viaje que hice
al interior, el año 1744, hallándome en estas llanuras durante unas tres
semanas, era un número tan excesivo que durante quince días me rodearon por
completo. Algunas veces pasaron por donde yo estaba en grandes tropillas a todo
escape durante dos horas sin cortarse; y durante todo este tiempo, a duras
penas pudimos, yo y los cuatro indios que entonces me acompañaban, librarnos de
que nos atropellasen e hiciesen mil pedazos.
Otras veces he transitado por esta misma región sin ver uno solo de
ellos.
A la gran abundancia de caballos y ganado vacuno se atribuye el que
los españoles e indios, no cultiven sus tierras con ese cuidado y diligencia
que se requiere y que la ociosidad haya cundido tanto entre todos ellos. Lo más
sencillo es que cualquiera de ellos pueda tener o amansar una tropilla de
caballos mientras que armado con su cuchillo y su lazo está ya habilitado para
proporcionarse mantención: vacas y terceros abundan y lejos de la vista de los
dueños; así es que fácil es carnearlos sin que se aperciban y ésta es la
práctica general.
Falkner, Tomás: Descripción de la Patagonia y de las partes
contiguas de la América del Sur