martes, 7 de julio de 2015

JOHN THOMOND O'BRIEN Ayudante de campo de San Martín

JOHN THOMOND O'BRIEN 

Ayudante de campo de San Martín




Nació en  Wicklow, Irlanda, junio de 1786 y murió en Lisboa,Portugal, junio de 1861, hijo de Martin O'Brien y Honoria O'Connor

Fue soldado y marinero en su juventud, y luchó en España contra Napoleón Bonaparte.

Llegó al Río de la Plata en 1812, con la idea de dedicarse al comercio. Otras versiones lo identifican como un auxiliar militar enviado por el ejército británico para controlar a José de San Martín y Carlos María de Alvear.

Al poco tiempo de su llegada se enroló como oficial en el Regimiento de Granaderos a Caballo de San Martín, pero éste se negó a darle un grado superior al de alférez.

A órdenes de José Matías Zapiola pasó en 1814 a la Banda Oriental, donde participó con Alvear en la captura de Montevideo. Quedó allí a órdenes del coronel Miguel Estanislao Soler, hasta que la derrota porteña en la batalla de Guayabos provocó la retirada del ejército leal al directorio.

Pidió la baja del ejército, pero al poco tiempo se unió al Ejército de los Andes.

Fue ayudante de campo de San Martín en las batallas de Chacabuco y Maipú.

Enviado a perseguir al general Mariano Osorio, perdió el tiempo en capturar prisioneros, de modo que no logró alcanzarlo.

Fue el único testigo – otros historiadores creen que la inventó – de la conocida anécdota del momento en que San Martín destruyó la correspondencia de Osorio después de Maipú, perdonando la debilidad de los chilenos que habían entrado en tratos con el jefe realista después de la Sorpresa de Cancha Rayada.

Después de terminada la campaña del sur de Chile, obtuvo una licencia, durante la cual visitó Irlanda. A fines de 1819 estaba de regreso en Chile.

En 1820, después de ser uno de los firmantes del Acta de Rancagua, formó en la Expedición Libertadora del Perú. Acompañó a San Martín en el campamento de Huaura y en la entrada a Lima. Fue uno de los presentes en el acto de la firma de la Independencia del Perú, y enviado con trofeos de guerra a Santiago de Chile y Buenos Aires.

En 1821 fue ascendido a coronel y recibió el premio "Orden del Sol" y el dosel de oro de Pizarro, que han corrido a cargo de los virreyes del Perú en las procesiones.

En Perú John T. O'Brien volvió su atención a la empresa minera. Él recibió del gobierno peruano una subvención para la mina de plata de Salcedo, cerca de Puno. O'Brien y su socio, el señor Page, quien representó Rundell y puente joyeros de Londres, se embarcó en un esfuerzo para proporcionar alimentos y suministros a sus mineros en el lago Chiquito a 5.500 metros sobre el nivel del mar, desde el puerto de Arica, que se encuentra 380 kilometros de distancia, en la costa del Pacífico. Ellos compraron un barco en Arica, despojaron de anclaje y el aparejo y después de dos años de trabajos forzados lograron lanzar su barco en el lago. Este fue el primer intento de establecer comunicaciones regulares entre los valles de Bolivia y la costa del Pacífico. Desafortunadamente para O'Brien y Página, una tormenta destruyó el barco y con él las esperanzas de que realicen las labores mineras. 

Otros esfuerzos notables de O'Brien incluyen el transporte de una máquina de vapor a través de los Andes, cavando a través Laycayota montaña un canal de 600 metros de largo atravesados ​​por nueve bloqueos, y por el que se de un ferrocarril para el transporte de mineral.

A mediados de la década de 1820 un grupo dentro de la élite irlandesa de Buenos Aires, incluyendo doctores Michael O'Gorman y John Oughagan, y el capellán irlandés P. Moran, atrajo el interés del gobierno local para implementar un plan de inmigración de Irlanda a Buenos Aires. Se comunicaron con el arzobispo de Dublín y en 1826 encargó O'Brien para viajar a Europa y reclutar inmigrantes "morales e industriosos". Pasó dos años en Irlanda tratar de involucrar a los emigrantes sin éxito. Sin embargo, se encontró con John Mooney de Streamstown, Co. Westmeath, que fue a la Argentina en 1828, cuando O'Brien estaba regresando. Este iba a ser el comienzo de la emigración irlandesa a la Argentina desde el área de Westmeath-Longford-Offaly. Además de John Mooney, su hermana, María Bookey (née Mooney) y su marido, Patrick Bookey, fue con O'Brien.

Regresó a Buenos Aires en 1825, y de allí pasó a Bolivia, donde el mariscal Antonio José de Sucre le donó una mina de plata. No la pudo explotar por razones de salud.

De regreso a Europa, se encontró con San Martín en Bruselas.

Viajó a Buenos Aires poco antes que éste, y fue incorporado al ejército de Juan Lavalle – que había usurpado el cargo de gobernador de Buenos Aires – con el grado de teniente coronel. En 1834 fue dado de baja por el gobernador Manuel Vicente Maza.

Se trasladó al Amazonas peruano, donde se dedicó a la búsqueda de oro.

Se incorporó como general al ejército de Andrés de Santa Cruz, durante la guerra de la Confederación Perú-Boliviana contra la Confederación Argentina. Intentó viajar a Buenos Aires como representante diplomático de Santa Cruz, pero su supuesta misión diplomática no fue reconocida y fue arrestado. Sólo la intervención inglesa logró que fuera puesto en libertad meses más tarde.

Pasó al Uruguay, donde se instaló como estanciero; fue aliado político de Fructuoso Rivera. Después de la batalla de Arroyo Grande (1842), su estancia fue saqueada por los blancos.

Fue embajador de Rivera ante Gran Bretaña e Irlanda, y realizó varios viajes entre el Río de la Plata y Londres.

En 1845 John T. O'Brien publicó en Londres el folleto correspondencia con el Gobierno británico en relación con la guerra entre Buenos Aires y Montevideo y la libre navegación del Río de la Plata, con un apéndice que detalla algunos de los actos cometidos por Rosas, Gobernador Buenos Aires (Londres: Reynell y peso de 1845). En 1847 él estaba en Montevideo y al año siguiente fue nombrado enviado especial de la República de Uruguay en el Reino Unido.

Volvió a visitar Buenos Aires poco después de la batalla de Caseros. Abandonó para siempre el Río de la Plata a la caída del dictador Venancio Flores en 1854.

John Thomond O'Brien regresó a Irlanda y murió el 1 de junio 1861 en Lisboa, en su camino de vuelta a América del Sur.Sus restos fueron repatriados a la Argentina en 1938 y recibió un funeral oficial. 

Una ciudad en Bragado fue nombrado después de él.

Bibliografía
• Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, 7 volúmenes, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985.
• Mitre, Bartolomé, Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana. Ed. Eudeba, Bs. As., 1968.
- Belgrano, Mario, Repatriación de los restos del General Juan O'Brien, Guerrero de la Independencia Sud Americana(Buenos Aires: Guillermo Kraft Ltda, 1938.).
- Hammond, Tony, inmigrantes británicos en América del Sur: Industria, Comercio y Ciencia (www.hammond.swayne.com), consultado el 26 de mayo de 2004.


- Nally, Pat, Los Irlandeses en la Argentina, en la "Familia" 2: 8 (1992).

JOSÉ ANTONIO MELIÁN

JOSÉ ANTONIO MELIÁN 

Héroe contra los invasores ingleses, Granadero de San Martín




Nació en Buenos Aires, el 19 de marzo de 1784. Fueron sus padres Antonio Melián y María Josefa Correa y Lascano.

Inició se carrera militar en las invasiones inglesas en los momentos en que se produjo la primera de éstas, en junio de 1806, sentando plaza en una compañía de milicia urbana de Buenos Aires, que mandaba un señor de apellido Santa Coloma. No obstante el juvenil entusiasmo de una multitud de jóvenes porteños para hacer frente al audaz invasor, el virrey Sobremonte ordenó capitular a las fuerzas de la defensa, pero Melián, como tantos otros jóvenes que estaban incorporados a los defensores, desobedeciendo la orden, se fugó ocultándose en unas quintas, esperando el momento oportuno para tomar la revancha.

Fue entonces que se hizo sentir la voz enérgica y vibrante de Juan Martín de Pueyrredón, que logró reunir un grupo numeroso de muchachos entusiastas, propósitos que trató de malograr el general Beresfort, a mediados de julio, enviando al coronel Pack, del famoso Regimiento Nº 71 británico, con 500 hombres y dos piezas de artillería.

Esta fuerza logró desbaratar a los jóvenes, reunidos por Pueyrredón en las chacras de Perdriel, el 1º de agosto de 1806.

Melián logró escapar de los ingleses y quedó a la expectativa para ulteriores disposiciones tendientes a rechazar al invasor.

Pocos días después tuvo noticias de que Liniers alistaba una fuerza en Montevideo para reconquistar la ciudad, resolviendo entonces Melián esperar esta fuerza para incorporarse, y a tal efecto, esperó en la chacra de Márquez, en Las Lomas, y tan pronto desembarcó el general Liniers, el 3 de agosto de 1806, en el puertecillo de Las Conchas (Tigre), Melián se incorporó a la pequeña columna en San Fernando, la cual se puso en marcha sobre Buenos Aires el día 8.

El 12 los expedicionarios atacaban con todo brío a los invasores y obtenían una victoria decisiva con la rendición del general Beresford y de todas sus tropas.

Melían se distinguió por su arrojo y participó con brillo en las dos fases de la Reconquista, vale decir, la toma de la Plaza de Toros y el forzamiento del último reducto de resistencia de los británicos: La Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo) y sus bocacalles poderosamente artilladas. Ese mismo día (12 de agosto) es ascendido al grado de subteniente por su notable comportamiento en la acción.

Después de la Reconquista, Melián se incorporó como soldado distinguido al Escuadrón que, con el título “Húsares de Honor”, creó el comandante Juan Martín de Pueyrredón, en el cual se alistaron en calidad de soldados los jóvenes de las principales familias de Buenos Aires; escuadrón que desempeñó numerosas comisiones como consecuencia del estado de cosas, entre ellas, participar en la expedición que, a las órdenes del teniente coronel Prudencio Murguiondo, tomó preso al ex-virrey Sobremonte, en momentos en que se dirigía a Montevideo con el objeto de perturbar el orden en Buenos Aires, donde mandaba el general Santiago Liniers.

Durante la segunda invasión inglesa, Melián, que a la sazón formaba parte del cuerpo de Húsares antes mencionado, fue uno de los componentes de un destacamento de 30 soldados que sostuvieron una fuerte guerrilla en la “Estanzuela de Santo Domingo”, contra las fuerzas inglesas que habían desembarcado en las playas de Quilmes, el 29 de junio de 1807.

Retirados a la ciudad, ante el avance incontenible de los invasores, al joven Melián le correspondió con su cuerpo ocupar la azotea de una casa conocida con el nombre de “Martín el pintor”, situada en la esquina de Perú y Alsina. Desde este acantonamiento se destacaron grupos del cuerpo para hostilizar el avance enemigo en las inmediaciones del Sur de la ciudad, perdiendo en una de esas escaramuzas dos piezas de a 24, que se les quedaron encajadas en un pantano.

En las terribles jornadas del 3 y del 5 de julio, en las que el general Whitelocke atacó con toda decisión a los defensores de la ciudad, Melián combatió con su cuerpo en la zona de la calle Perú, comprendida entre las de Victoria y Belgrano, y se sabe, que fue tan decidida la actitud de los defensores de aquel lugar, que en ningún punto de la ciudad quedaron tantos cadáveres ingleses como los que se encontraron en la calle Perú, en las tres cuadras mencionadas.

El general Liniers reconquistó Montevideo, y Melián formó parte del destacamento de su cuerpo que al mando del capitán Domingo French, pasó a aquella ciudad a formar la escolta del gobernador designado para mandar allí, por el General vencedor.

De regreso a Buenos Aires, Melián fue nombrado teniente 2º de la Segunda Compañía de un Batallón de Granaderos, el 22 de octubre de 1807. Dicho batallón fue creado por el general Liniers, a cuyo comando puso al coronel Miguel de Azcuénaga, siendo el comandante de su compañía, el capitán Juan Florencio Terrada.

En noviembre de 1807 fue comisionado por Liniers para conducir unos pliegos al general Whitelocke, que se encontraba en Montevideo, misión que cumplió a satisfacción, en forma tal que el virrey Liniers le otorgó los despachos de capitán, con fecha 20 de noviembre de aquel año, “que me entregó en propia mano –dice Melián- regalándome un uniforme”.

Luego sobrevino la Revolución del 25 de Mayo, y Melián se alistó entre los más entusiastas y el 3 de agosto de 1810 revista como capitán de la 4ª Compañía del Regimiento de “Granaderos de Fernando VII”.

A fines de 1810 se incorporó a la Expedición Libertadora al Paraguay, dirigida por Manuel Belgrano y tuvo una actuación destacada en las batallas de Paraguari y Tacuarí.

Después se incorporó a las fuerzas sitiadoras de Montevideo, permaneciendo frente a aquella ciudad hasta octubre de 1811, en que en virtud el armisticio solicitado por los defensores y acordado por el gobierno de Buenos Aires, se retiraron los sitiadores, embarcándose en el puerto de Las Higueritas, regresando a Buenos Aires el 11 de noviembre del año mencionado.

A fines de diciembre salió Melián con su Regimiento, que mandaba el coronel Juan Florencio Terrada, y fueron a acantonarse en Santa Fe, pasando después a la ciudad de La Bajada, acampando más adelante entre los dos ríos Yuquerí. Finalmente, después de haber permanecido en otros acantonamientos, regresaron a Buenos Aires.

Se incorporó a las fuerzas que sitiaban a Montevideo por segunda vez, asistiendo a todas las acciones militares que allí se produjeron. El 6 de octubre de 1813 fue ascendido a sargento mayor de Granaderos de Infantería (Terrada), grado con el que continuó prestando servicios en el ejército sitiador hasta la caída de Montevideo, el 23 de junio de 1814, por lo que le fue otorgado un escudo con la inscripción: “La Patria a los vencedores de Montevideo”.

Poco después de este suceso, el Director Posadas llamó a Melián y le comunicó que se necesitaban sus servicios en otro punto de importancia, y con fecha 22 de agosto de aquel año le otorgó el grado de teniente coronel de caballería y el puesto de comandante general de milicias de Entre Ríos, con el encargo de formar allí cuatro regimientos. A fines del mes, Melián se puso en marcha para su nuevo destino y desembarcó en Concepción del Uruguay, donde encontró al coronel Blas José Pico, gobernador de Entre Ríos, quien le dijo que era imposible llevar a cabo su propósito por el estado de insubordinación del paisanaje, sostenido por las montoneras del caudillo José Gervasio de Artigas. Después de tentativas infructuosas en varios pueblos de importancia, Melián regresó a Concepción, dando cuenta al Gobierno del fracaso de sus gestiones.

En tales circunstancias llegó a Concepción del Uruguay el coronel Viamonte para hacerse cargo del gobierno en reemplazo de Pico. Era en los días en que tuvo lugar la acción de Arerunguá, en la Banda Oriental, en la que fue completamente derrotado el coronel Manuel Dorrego con la división que había sacado del ejército de Montevideo, por Artigas. Viamonte ordenó a Melián, cruzar el Uruguay con 300 hombres y situándose en la margen opuesta, en Paysandú, proteger a los dispersos. Allí recibió al teniente coronel Rafael Hortiguera que llegaba con 80 o 100 Dragones y el coronel Eusebio Valdenegro, que había sido nombrado gobernador de Corrientes. Con ellos salió Melián a campaña en busca de los caudillos artiguistas Otorguez y Blas Basualdo, los que fueron alcanzados en el rincón de Yeruá, y completamente batidos después de un fuego de más de una hora.

De regreso en Buenos Aires Melián se encontró sin destino. En aquellos momentos tuvo lugar la sublevación de Fontezuelas, en que Alvarez Thomas y Valdenegro se rebelaron contra la autoridad del Director Supremo, general Carlos María de Alvear.

Poco después el general José de San Martín escribía desde Mendoza a Melián, con quien tenía amistad, proponiéndole fuera a ayudarlo en la empresa de organizar el Ejército de los Andes. Esta propuesta coincidió con un pedido de San Martín al Gobierno para que los Granaderos a Caballo que se encontraban en Buenos Aires fuesen enviados a Mendoza. El comandante José Matías Zapiola le brindó a Melián el comando del 4º Escuadrón del famoso regimiento, cargo para el cual fue nombrado el 7 de junio de 1815. El 1º de agosto se ponían en marcha para Mendoza, llegando el 3 de setiembre, con 160 granaderos.

Desde aquel momento Melián colaboró intensamente en la ardua tarea de organizar aquel ejército; los escuadrones 1º y 2º de Granaderos habían llegado a Mendoza, procedentes del Alto Perú, mientras que el 3º y el 4º, eran los que marcharon de Buenos Aires, procedentes de la Banda Oriental. Melián, como es natural, tuvo intervención activísima en la reorganización del Regimiento de Granaderos y después de permanecer un mes con ellos en la ciudad de Mendoza, cuando los reclutas tuvieron instrucción suficiente para montar a caballo, se trasladaron al campamento del Plumerillo, situado como a una legua de Mendoza, el cual estaba siempre banco de salitre, según afirma el propio Melián.

Este refiriéndose a los oficiales de Granaderos a Caballo, dice en su autobiografía:
“La oficialidad del Regimiento era flor y nata de Buenos Aires y de alguna de las demás provincias. Decentes, animosos y llenos de honor, se aplicaban a aprender en las academias presididas por sus jefes y dirigidas por José de San Martín, que nos había sujetado a los jefes a los mismos principios que nosotros infundíamos a nuestros subalternos”.

El 21 de enero de 1817 se puso en marcha la columna principal del ejército bajo el mando de general Soler, atravesando la Cordillera por el Paso de los Patos; el primer escalón de la vanguardia lo constituyó el 4º Escuadrón de Granaderos, 4 compañías de granaderos y volteadores de los batallones 7 y 9 respectivamente, el cual fue puesto bajo el comando del teniente coronel Melián y rompió la marcha el día 19 de enero. Este escalón, el 3 de febrero iniciaba el descenso de la Cordillera, penetrando en territorio chileno. El 8 llegaba a San Felipe de Aconcagua, donde permaneció el ejército hasta el 10, demorándose un día, hasta estar compuesto un puente que habían destruido los españoles, sobre el río Aconcagua, el cual es suficientemente caudaloso como para efectuar su pasaje sin puente. El 11, reparado el puente, lo atravesó la columna de Soler, y por la noche la reunión de ésta con la de Las Heras, se efectuó en Santa Rosa de Los Andes, donde esperaba ésta última.
El 12, a las 5 de la mañana, las fuerzas independientes empezaron a trepar la cuesta de Chacabuco, lo que lograron, venciendo la débil resistencia realista, cuyas fuerzas destacadas se replegaron al llano. A las 10 de la mañana empezó la batalla, y a las seis de la tarde no existía un solo enemigo a distancia de 12 leguas del campo de la acción.
El día 13, el general Soler se dirigió a Santiago a la salida del sol, llevando como escolta los escuadrones de Necochea y Melián, llegando a las cuatro de la tarde de ese mismo día. El 14 llegó San Martín y los días 15, 16 y 17, el resto del ejército con los prisioneros.

El 24 de febrero de 1817, San Martín proponía a Melián para el cargo de Teniente Coronel de Granaderos a Caballo, el cual le fue otorgado por el Director Supremo de las Provincias Unidas el 16 de octubre de ese año, con antigüedad del 27 de febrero. Con esta fecha, Melián pasó a comandar el 3er Escuadrón de su Regimiento.

Organizada la “División del Sur”, bajo las órdenes del coronel Las Heras, Melián fue designado su segundo jefe. El 4 de abril esta División libraba el combate de Curapaligüe, a seis leguas de Concepción (distante ésta a 160 kilómetros de Santiago), contra un millar de realistas mandados por el coronel Ordóñez, los que fueron batidos y dispersados por las fuerzas patriotas. El día 5, Las Heras ocupó la ciudad de Concepción.

Pocos días después el teniente coronel José Antonio Melián se sentía enfermo y solicitaba su relevo, llegando el comandante del 4º Escuadrón, Manuel Medina, en su reemplazo, el 30 de abril, y Melián se puso en viaje para Santiago, adonde llegó el 6 de mayo. Allí reemplazó al coronel José Matías Zapiola, que había obtenido licencia temporal para trasladarse a Buenos Aires. En el cuartel general de la “Hacienda de Orrego” , primero, y en de “Las Tablas”, después, Melián se dedicó con entusiasmo a la tarea de reorganizar el Regimiento de Granaderos, alistándose para la campaña inminente, con la noticia que se había recibido de que el general Ossorio había partido del Callao con 4.000 hombres, en dirección a Chile.

En aquellos días el gobierno de Chile solicitó al general San Martín un jefe de confianza con 200 hombres de caballería, el cual fuese suficientemente autorizado para que limpiase de desertores y salteadores los caminos de la parte Sud, las haciendas y los pueblos que estaban plagados de mala gente, siendo elegido el teniente coronel Melián para desempeñar esta tarea.
Tomó parte en el tercero y último tramo de la campaña libertadora de Chile, para iniciar la cual se concentró todo el Ejército Unido en Chimbarongo, el 12 de marzo de 1818. En la desgraciada noche del 19, cuando bajo la influencia de un conjunto de circunstancias tan inesperadas como funestas, se produjo el desbande de una parte considerable del ejército independiente, Melián logró a fuerza de tacto y de energía, sacar de ese campo de muerte y de confusión, a una fracción importante del Regimiento de Granaderos a Caballo. En aquella noche, Melián perdió sus despachos y correspondencia particular, según lo afirma en su autobiografía.

En la batalla de Cancha Rayada se distinguió entre los jefes que salvaron más número de tropas del desastre.

En la acción decisiva de Maipú, el 5 de abril de 1818, la maestría y vigor con que cargó alternativamente contra la infantería y caballería enemigas, llamó la atención de todo el ejército, que saludó con júbilo su promoción a Coronel graduado el 13 de mayo, con antigüedad del 15 de abril. Pasó inmediatamente a la provincia de Colchagua, en San Fernando, para disciplinar e instruir la tropa de aquellos lugares.
Desgraciadamente, a pesar de su juventud (34 años), la salud de este valiente soldado estaba tan profundamente minada, que se vio precisado a pedir su retiro y absoluta separación del servicio, lo que le fue concedido el 18 de julio de 1818, después de haber recibido el día 16 del mismo, los despachos de coronel efectivo.

Mereció las condecoraciones por las Batallas de Chacabuco y Maipú, y en octubre de 1821, fue designado Miembro del Consejo de la Legión del Mérito de Chile.

El bravo guerrero permaneció en Chile por espacio de más de treinta años, regresando a su patria recién en 1849. El 19 de julio de 1851 fue designado comandante general de San Nicolás de los Arroyos y jefe del Batallón de aquel lugar. El 1º de setiembre de 1852 pasó a la Plana Mayor Activa y algún tiempo después fue borrado del escalafón militar por orden del gobernador de Buenos Aires, Dr. Pastor Obligado; pero con posterioridad se le reincorporó a la Plana Mayor Inactiva, donde permaneció hasta el instante de su fallecimiento, que acaeció a las 5 de la mañana del 1º de diciembre de 1857, en su domicilio de Buenos Aires, en la actual calle Bartolomé Mitre, entre las de Suipacha y Carlos Pellegrini, verificándose su entierro en el Cementerio de la Recoleta, el día 2, a las 17hs. Concurrió al mismo, el bravo coronel Pedro José Díaz, a pesar de su quebrantada salud y desatendiendo las indicaciones de su médico, entierro que le fue fatal, falleciendo el día 11, este valiente soldado, que rindió así al veterano de Los Andes, la prueba más elocuente de su compañerismo.

Actualmente sus restos se hallan en la bóveda Melián-Blanco del Cementerio de Flores, en Buenos Aires.

El coronel José Melián había formado su hogar con Carmen Ureta, oriunda de Santiago de Chile, hija de Santiago Ureta y de Mercedes Banda. El matrimonio del coronel Melián tuvo lugar en la capital chilena el 29 de diciembre de 1840, y fueron testigos de la ceremonia el general José Ignacio Zenteno, Carmen Hurtado y Francisco Ureta. Carmen Ureta de Melián falleció en Buenos Aires en el año 1887.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Tuma, María Elena – Area de Patrimonio Histórico del Cementerio de la Chacarita.
Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1939)

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar




1849: El reloj que determinada la hora Oficial se estableció por Decreto

1849: El reloj que determinada la hora Oficial se estableció por Decreto


Un decreto, del año 1849, estableció cual de los relojes públicos determinaba la hora Oficial para todos los actos públicos y análogos.

DECRETO
Declarando por regulador legal del tiempo al reloj del Cabildo.
Buenos Aires, Enero 17 de 1849.
Art. 1.° Se declara por regulador legal del tiempo al relox de Cabildo.
2. La hora dada para actos del servicio público, y entre particulares, para convenios, contratos ó arreglos sobre objetos de interés pecuniario, ú otros analogos, para hacer una propuesta, ó responder á ella sobre los mismos objetos, ó para expedirse en cualquier acto que les sea relativo, se entenderá siempre, en la capital, suburbios y adyacencias, que es la del reloj de Cabildo.
3. La falta de puntualidad en la hora, ordenada ó convenida, será calificada con arreglo al reloj de Cabildo para la imposicion de la pena en que hayan incurrido los funcionarios públicos por ese defecto, para la verificacion de la multa estipulada en que hayan caido los particulares por la misma causa, para la indemnizacion de daños y perjuicios provenientes del mismo origen, y para todos los demas efectos á que hubiere lugar.
4. Los jueces, gefes de oficinas y demas autoridades serán escrupulosas en la calificacion de todo defecto de puntualidad de hora.
5. El reloj de Cabildo, por ahora y hasta nueva resolucion, será arreglado al ponerse el sol, en el momento preciso en que su disco desaparece totalmenta de la vista en el horizonte.
6. Publiquese, hágase saber á quienes corresponde y dése al Registro Oficial.


Recopilación de las leyes y decretos promulgados en Buenos Aires desde 1841 a la fecha (1853)
Gracias Mágicas Ruinas

domingo, 5 de julio de 2015

JUAN GREGORIO DE LAS HERAS

JUAN GREGORIO DE LAS HERAS



 El 11 de julio de 1780, en la ciudad de Buenos Aires nacía un preclaro personaje de nuestra historia nacional. Nacía don Juan Gualberto Gregorio de las Heras, futuro General y Guerrero de la Independencia Americana, además de brillante estadista en horas complejas de la República. Su padre fue el español Bernardo Gregorio de Las Heras y su madre la porteña Rosalía Ventura de la Gacha.

Es un error frecuente en nuestra historiografía creer que Gregorio era su nombre cuando en realidad, fue su apellido. Su padre lo compuso de aquella manera, pues, don Bernardo Gregorio, hijo a su vez de don Plácido Gregorio y de doña Catalina García de Las Heras enlazó su primer apellido con el segundo de su madre, habiendo sido usado de esta misma manera por el prócer de tantas batallas.

Las Heras, discípulo y compañero de San Martín, es como el Gran Capitán, fiel expresión del poder de expansión de la revolución argentina. No se estrechó éste en los límites de nuestro territorio, salió de ellos para auxiliar a los pueblos hermanos y asegurar así el éxito del movimiento solidario.

Estudió en el Real Colegio de San Carlos, para muy pronto dedicarse al comercio. Siguió los pasos de su padre, que en esta actividad había consolidado una sólida fortuna. También había sido un importante funcionario del virreinato, ya que ocupó cargos de responsabilidad, entre ellos el de Receptor de Penas de Cámara, Defensor de Menores, Tesorero de Propios del Cabildo y Capitán de Milicias Urbanas.

Peleó contra los invasores ingleses en 1806 y 1807, junto a su padre. Durante las invasiones inglesas formó en las filas de la compañía armada por el comercio de la ciudad. Después pasó como sargento del cuerpo de Húsares, que  se  formó al mando del coronel  Pueyrredón.

Fue nombrado en 1810, Capitán de las Milicias Provinciales, al mando de “Los Auxiliares Argentinos” que, reclutados en la ciudad d Mendoza  y Córdoba, pasaron ulteriormente a Chile por pedido explícito de su gobierno. Al mando de estos valientes participó en memorables combates como Cucha Cucha, Membrillar, bajo las órdenes del General Juan Mackenna, Paso del Maule, Tres Montes y Querecheguas. Ya en 1810 la Primera Junta de Gobierno le otorgó los despachos de Sargento Mayor, y tiempo después, luego de Membrillar obtuvo los despachos de Teniente Coronel. Juan José Castelli expresó que Juan Gregorio de las Heras “era uno de los más decididos patriotas en quién se podía confiar”.

Al producirse la Revolución de Mayo, se encontraba en Córdoba; dicha junta gubernativa, otorga a Las Heras, con fecha 24 de octubre de 1810, el despacho de sargento mayor del batallón de Patricios de Córdoba, que se hallaba de guarnición en dicha ciudad.

El 27 de octubre de 1812 se le confirió el empleo de comandante de la guarnición en Córdoba.

El Virrey del Perú a principios de 1813, envió un poderoso contingente, al mando del Brigadier don Antonio Pareja, ocupando Talcahuano y Concepción. 

Parte de ese batallón fue enviado en 1813 a Chile integrando el Batallón de Auxiliares Argentinos, bajo el mando del coronel Santiago Carreras y luego de Marcos Balcarce; Las Heras era su segundo jefe y ocupó el mando al ser Balcarce nombrado gobernador intendente de Cuyo.

Fue la primera fuerza armada que llevó el pabellón argentino al país hermano.

El 23 de febrero de 1814 el mayor Las Heras a la cabeza de 100 auxiliares argentinos conquistó su primer triunfo en Cucha-Cucha; el gobierno argentino premió la acción con un escudo de honor bordado en plata sobre paño azul: “la Patria a los valerosos en Cucha-Cucha auxiliares en Chile”. 

Pocos días después en Membrillar, Tres Montes y Quechereguas obtuvo nuevos éxitos sobre las tropas españolas. El 11 de abril de 1814, tuvo dos nuevas acciones contra el enemigo en la cuesta de los Papeles.

Por todos estos hechos de armas que consagran la personalidad militar de Las Heras, éste es graduado a teniente coronel el 3 de junio de 1814. El coronel Fued Gabriel Nellar señaló con respecto a su actuación en el combate de Membrillar: “Vemos que se definió ya claramente como un guerrero de primera figura, escribiendo en el orden militar otra magnífica página de ejemplo y virtudes profesionales”.

Se vio envuelto en las disensiones internas entre los partidos chilenos, lo que hizo que regresara a Mendoza; pero el nuevo gobernador de Cuyo, José de San Martín, lo convenció de regresar. Llegó justo después del desastre de Rancagua, en octubre de 1814, a tiempo para proteger la retirada de las fuerzas que se pudieron salvar. Entre ellos iban los generales Bernardo O’Higgins y José Miguel Carrera.

Por su actuación, Las Heras el 23 de noviembre recibe la efectividad del grado de teniente coronel de infantería de línea.

Ya en Mendoza, se incorporó al Ejército de los Andes, encomendándole San Martín la formación del Regimiento 11 de Infantería sobre las bases de los “Auxiliares de Chile”; siendo nombrado jefe de ese cuerpo.

El 13 de enero de 1816 fue graduado coronel del ejército, llamando el Libertador el 15 de enero de 1817 al coronel Las Heras a su alojamiento y bajo palabra de honor de guardar secreto le comunicó que estaba destinado a abrir la campaña por el camino de Uspallata. El 18 de enero rompió la marcha Las Heras y se dirigió a aquel destino y el 4 de febrero se encontraban en la ladera occidental de la cordillera que atravesaron.

En el cruce de Los Andes, estuvo al mando de la División Uspallata, comandando la Primera División. La División Uspallata era la más importante que cruzó por el norte en la provincia de Mendoza, más exactamente desde El Plumerillo. San Martín lo hizo por el Sur 

Estuvo en los combates de Potrerillos, Hornillos y Santa Rosa. Incorporado ya al grueso de las tropas, combatió en Chacabuco, al mando de 1000 hombres. Esta batalla fue esencial para asegurar la victoria obtenida en batallas menores. Se desempeñó ulteriormente en distintas operaciones de guerra. Salió victorioso en los combates de Curapaligüe y Gavilán donde los españoles se encontraban al mando del General José Ordóñez aunque debió retirarse con gran heroísmo durante el ataque del Morro. 

En Cancha Rayada, logró salvar a 3.500 soldados  y tuvo principalísima actuación  en la batalla de Maipú. Fue condecorado y ascendido a Coronel Mayor. Corría el año 1820. Fue ascendido a General y Jefe del Estado Mayor, durante aquel año.

Bien expresa el Cnl Nellar su admiración por Las Heras calificando esa retirada como “el símbolo de la energía indomable, cumplida siempre con serena majestad, propio de los hombres de carácter” para señalar a continuación que “en Cancha Rayada resultaron derrotados San Martín, O’Higgins, Balcarce, Brayer y otros. Hubo un solo triunfador: Juan Gregorio de Las Heras, que se levantó como la única esperanza ante tantos infortunios”.

Ciertamente Santiago debió recibirlo como lo hizo: con los honores de un general vencedor.

Con la noticia de los 3500 hombres salvados por Las Heras, San Martín, fatigado y cubierto de polvo, sin haberse siquiera quitado las botas en varios días, pudo afirmar una gran verdad y una profecía al pueblo chileno: “No desesperen: la patria existe y triunfará. Y yo empeño mi palabra de honor de dar en breve un día de gloria a la América del Sur”.

Gracias a su arrojo, serenidad y pericia militar pudo salvar íntegra su división. Más tarde, en la batalla de Maipú, tuvo una actuación principalísima, y en el caserío de Espejo dió el golpe de gracia al poder español en Chile.

Una vez más Nellar enfatiza su destacada participación “Con esta batalla es la octava acción bélica en que Las Heras interviene en forma activa en el territorio chileno y en todas ellas se consagra victorioso, mostrando a la humanidad que la única embriaguez de su alma es el ensueño de la libertad, que lo inspira y la felicidad de la patria, que es su anhelo”.

Nombrado jefe de estado mayor del ejército libertador del Perú, por despacho del 25 de marzo de 1820, hizo la campaña de aquella república desde el 20 de agosto de dicho año hasta el 18 de diciembre del siguiente.

En aquel año también, casó en Santiago de Chile con Carmen Larraín y Aguirre, perteneciente a aristocráticas familias chilenas.

Colaboró con San Martín en la formación de la Expedición Libertadora del Perú como jefe del estado mayor. Cuando la expedición desembarcó en la bahía de Paracas, en septiembre de 1820, Las Heras fue el encargado de tomar la cercana villa de Pisco, primera base del ejército en Perú. Desde el campamento Huaura hizo varias cortas expediciones hacia los alrededores de Lima. Tras la caída de Lima, la capital virreinal en manos de los patriotas, dirigió el sitio del puerto y fortaleza del Callao, la cual se demoró cuarenta días en capturar.

Ocupó la comandancia en jefe del ejército peruano y fue ascendido al grado de mariscal, pero se enfrentó con San Martín por la inactividad del ejército, la inclinación aristocrática del gobierno peruano y las intrigas del ministro Bernardo de Monteagudo. Regresó a Chile, pero fue muy mal recibido por O’Higgins, de modo que volvió a Buenos Aires.

El 2 de abril de 1824 la Junta de Representantes designó gobernador de la provincia de Buenos Aires a Juan Gregorio de Las Heras, quien se hallaba fuera de la provincia cumpliendo una misión que el gobierno de Rodríguez le encomendara ante las autoridades militares españolas del Perú y ante los gobiernos provinciales que pudiera visitar durante su viaje.

El ministro Bernardino Rivadavia lo envió en misión diplomática al Alto Perú, a negociar con los últimos realistas, pero fracasó por la intransigencia de éstos.

Estaba en viaje de regreso, cuando fue elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires, cargo que asumió en mayo de 1824. Continuó el impulso progresista de su antecesor Martín Rodríguez, y firmó un tratado con Inglaterra, que incluía el reconocimiento de la independencia argentina.

En un principio se opuso a la guerra con el Imperio del Brasil, que aún ocupaba la Banda Oriental. Sin embargo, poco después de inaugurar el Congreso de 1824, recibió la noticia de la victoria de los Treinta y Tres Orientales y debió declarar la guerra. Pero su ministro de Hacienda, Manuel José García, le negó sistemáticamente fondos, por lo que no hubo avances por más de un año.

La guerra obligó al Congreso a nacionalizar el gobierno porteño, y en febrero de 1826 asumió Rivadavia como presidente. Éste nacionalizó casi toda la provincia de Buenos Aires, y Las Heras renunció a un cargo que poco significaba.

La ley de capitalización de Buenos Aires, que separó a ésta del resto de la provincia fue la causa determinante del alejamiento del poder del gobernador que fue reemplazado el 7 de febrero de 1826 por el presidente Rivadavia elegido el día anterior. Las Heras continuó por un mes ejerciendo el gobierno de la provincia hasta que Rivadavia declaró cesantes las autoridades provinciales, quedando aquélla bajo la jurisdicción del Poder Ejecutivo Nacional. 

El 15 de marzo el glorioso soldado publicó una breve exposición explicando a sus coprovincianos su actuación pública y los motivos que le impulsaban a separarse de la provincia de su nacimiento, documento éste verdadero ejemplo de humildad y renunciamiento históricos pese a los agravios recibidos. 

Regresó a Chile donde en abril de 1826 fue dado de alta nuevamente en el ejército, siendo el 13 de febrero de 1828 promovido a general de división con antigüedad a junio de 1820.

No volvió a su tierra natal nunca más, falleciendo en Santiago el 6 de febrero de 1866 a los 86 años de edad.

De él escribió Mitre: “No necesitó apelar a la posteridad para esperar justicia y afirmar la corona bajo sus sienes. El juicio que el pueblo sólo pronuncia en los funerales de sus héroes fue pronunciado en vida y para honor y gloria de él y de su patria, por los hijos de la heroica a que perteneció que es la posteridad a que apelaba el general San Martín su ilustre maestro y compañero de gloria”.

Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires en 1906 y descansan en la Catedral, junto al sepulcro de San Martín.

BIBLIOGRAFIA

BARTOLOME MITRE, Historia de San Martín y de la Emancipación Americana, Bs. As., 1890.
ANTONIO SANCHEZ ZINNY, Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas, Bs. As., 1920, tomo I.
LEOPOLDO ORNSTEIN, La Campaña de los Andes a la luz de las doctrinas modernas, Bs. As., 1948.
CARLOS IBARGUREN, San Martín íntimo, Bs. As., 1950.
JOSE MARIA PAZ, Memorias Póstumas, Bs. As., 1954, tomo I. 
FUED GABRIEL NELLAR, Juan G. de Las Heras. Su vida. Su obra. Bs. As., 1965.
 Dr. Ricardo Federico Mena

sábado, 4 de julio de 2015

FRANCISCO DE GURRUCHAGA, EL "PADRE DE LA MARINA ARGENTINA"

FRANCISCO DE GURRUCHAGA

EL "PADRE DE LA MARINA ARGENTINA"



Nació en Salta el 7 de diciembre de 1766 en el seno de una de las familias más ricas del virreinato, descendía del más rancio cuño hispano, ya que su padre fue el General Pedro Antonio de Gurruchaga y Álzaga y de Manuela Fernández Pedroso y Aguirre.

A la edad de ocho años fue llevado por su padre a España, junto a su hermano José, donde ingresaría en el Seminario de Nobles de Madrid para realizar sus estudios. Años después egresaría de la Universidad de Granada con el título de Bachiller en Derecho y Jurisprudencia.

Estuvo, junto a su hermano a cargo de la filial de Cádiz del comercio de su padre que era en ese entonces uno de los más prósperos y ricos del Virreinato del Río de la Plata. También estuvo a cargo del Gabinete de Correo del Rey, cargo de gran importancia que le abrían los salones de la Corte también le permitía recorrer la Península con toda clase de franquicias, siendo junto con el coronel Moldes su amigo inseparable, famosos en ella por su elegancia y gracia, así como por su comportamiento valeroso.

Hacia fines del siglo XVIII, Inglaterra disputaba su hegemonía global –para ese entonces, claro- con España y Gurruchaga estuvo presente en la homérica Batalla de Trafalgar (21 de Octubre de 1805), considerada la mayor batalla naval de la historia, donde la flota aliada franco-española fue destrozada por los navíos del Vicealmirante inglés, Horatio Nelson. Fue el final de la Armada española. 

Curiosamente, Gurruchaga libró aquella batalla con el grado de teniente de fragata en el navío “La Trinidad” al mando del Brigadier de Mar, Baltasar Hidalgo de Cisneros; el mismo que más tarde sería Virrey del Río de la Plata. 

Cuando, en 1807, Napoleón Bonaparte invadió España, Gurruchaga y otros patriotas entre los que se encontraban el futuro coronel José Moldes, su hermano José de Gurruchaga, Simón Bolívar, José de San Martín, José Matías Zapiola, Juan Martín de Pueyrredón y otros, temerosos de que los franceses se apoderaran también de las colonias americanas en virtud de la delegación del poder real que hiciera el rey Carlos IV a su hijo Fernando VII, y éste a José Bonaparte, hermano del emperador francés, formaron una agrupación secreta con la idea de independizar a sus patrias.

Cuando se descubrió la presencia de Miranda en España, tuvo que huir repentinamente. Gurruchaga y Moldes fueron señalados como autores materiales de la conspiración y fueron encarcelados junto a Pueyrredón. A base de dinero y argucias, sobornaron a los guardias y pudieron preparar la fuga haciéndose pasar Gurruchaga por "cochero" junto a Moldes y escondiendo a Pueyrredón dentro de una calesa. Gracias a esta hazaña pudieron embarcarse en la fragata Castillo que arribó a Buenos Aires el 7 de enero de 1809. Pueyrredón no logró pasar a Buenos Aires, ya que fue apresado en Montevideo.

Antes de regresar al Río de la Plata, integró  la sociedad secreta filomasónica “Junta de Diputados de los Pueblos y Provincias de la América Meridional”, junto con su hermano José y el coronel José Moldes.

 Es así que en 1809 arriban a Buenos Aires, partiendo de inmediato al norte con el propósito de expandir la doctrina independentista que durante esos años se había estado desarrollando.

 Fue el primer diputado por la Provincia de Salta a la Junta Grande, que se conformó a fines 1810.

En 1811, siendo vocal de Marina le es encargado armar la primera escuadra de guerra ante la grave situación de las finanzas públicas, escasas por la guerra y el bloqueo impulsado por el virrey en Montevideo Francisco Javier de Elío.

En ese momento el país estaba pasando una apremiante situación económica y el erario deprimido por los gastos de las campañas militares. Es así como Francisco de Gurruchaga, con su propia fortuna logra formar la primera escuadra naval, que sería dirigida por Juan Bautista Azopardo.

Contando con la valiosa ayuda de uno de los integrantes de la Primera Junta, el abogado Juan José Paso, el salteño gestionó la adquisición de tres buques: un bergantín, una goleta y una balandra, a los cuales se les colocaron cañones que se habían adquirido con anterioridad. Mientras se aprestaba el material flotante, Gurruchaga se dedicó a la difícil tarea de armar las tripulaciones, incorporando italianos, franceses e ingleses en su mayoría.

Con respecto a la plana mayor, después de numerosas consultas, la elección recayó en el maltés Juan Bautista Azopardo quien quedó a cargo de la nave capitana, la goleta Invencible, mientras que el marino francés Hipólito Bouchard recibía el mando del bergantín 25 de Mayo y Ángel Hubac, también oriundo de Francia, quedó al frente de la balandra Americana. Con extrema rapidez, se concretó la creación de una fuerza naval patriota.

El 10 de febrero, en representación de la Junta, Gurruchaga entregó a Azopardo el pliego cerrado con las instrucciones de la misión que llevaría a cabo, las cuales debían abrirse a la altura de la isla Martín García.

La escuadrilla salió de Buenos Aires el 11 de febrero de 1811 rumbo a Paraguay con la misión de capturar cualquier nave española que se encuentre.

El 2 de marzo de 1811 tuvo lugar el primer combate de la marina argentina. Al encontrarse con una escuadra española muy superior a la patriota. Tras desigual y heroica batalla, las fuerzas de Buenos Aires fueron aniquiladas siendo la última en entregarse la “Invencible” Los prisioneros fueron llevados a Montevideo.

Los buques fueron bautizados "con intención": Invencible, 25 de Mayo y América, como queriendo designar la consigna patriótica de que la causa americana sería invencible a partir del 25 de mayo de 1810.

Esta escuadra es arrasada por las fuerzas españolas, siendo Azopardo tomado prisionero, padeciendo nueve años de cautiverio en España.

Gurruchaga se presentó y dijo "Vengo a ofrecer otra escuadra" logrando siete barcos más. Los más importantes fueron el bergantín Hiena, la sumaca Santo Domingo y la goleta Nuestra Señora del Carmen, siendo sus capitanes Tomás Taylor, Hipólito Bouchard y Ángel Hubac, franceses los dos últimos.

Instruidos por esta desafortunada experiencia en agosto de 1811 se ponían las bases para reoganizar la armada patriota, pero esta vez en manos de un experimentado comandante: el Comodoro Irlandés Guillermo Brown.

Aquella primera “Armada” local se constituyó con unos buques mercantes adquiridos a particulares. Había más de valor que de experiencia naval en aquella flota. Los tres primeros buques que lograron armar fueron bautizados como: “25 de Mayo”, “Invencible y “América”. 

Las tripulaciones fueron conformadas con arreos de marinos de distintas nacionalidades y un par de cuerpos de Patricios. Gurruchaga fue nombrado Ministro de Marina y Azopardo, Teniente Coronel y Comandante de las fuerzas navales. 

Ya en Salta, Gurruchaga y su hermano José, también precursor de la independencia argentina, quien fuera el esposo de la Capitana Honoraria del Ejército, nombrada por el gral. Belgrano, Martina de Silva, fueron los principales donantes de todo tipo de telas, caballos, ganado, etc. para los gauchos de Güemes.

Distribuyó 5.000 pesos de su fortuna entre los vencedores de la Batalla de Tucumán, a fines de 1812. Financió con gran parte de su propia hacienda y administró los asuntos financieros del ejército de Manuel Belgrano. Fue en este aspecto, tan desprendido que no dudó en mantener durante 33 años de su bolsillo al correo de Salta, pagando a su costa los sueldos y demás erogaciones propias de esa entidad, sin que jamás se le devolviera un solo centavo.

Fue electo para formar parte de la Asamblea Constituyente de 1813, pero no se llegó a incorporar a la misma.

Entre 1817 y 1818, es enviado en misión secreta a Chile, y en ese mismo año el 21 de octubre de 1818 contrae matrimonio con Águeda Guerrero y de la Rosa, siendo sus padrinos Francisco Narciso de Laprida y María del Tránsito de Oro.

En 1831, siendo diputado de la H. Sala de Representantes de Salta, es comisionado junto al Coronel Alejandro Heredia para firmar la paz con el caudillo riojanoFacundo Quiroga, llevándose a cabo el 2 de diciembre de 1831.

Desde 1813 a 1846 momento de su muerte, estuvo a cargo del administración de correos de Salta llevando a cabo dicha gestión pública con elevado honor, llegando al extremo de mantener de su propio peculio todos los gastos, sueldos, etc., durante todo esos años.

Su muerte se produjo sumido en una extrema pobreza casi al borde de la mendicidad, pero no tendría hijos a quién dejar una herencia ? Gurruchaga decía "Les dejo la mejor herencia, la Patria libre"
Villegas dijo de él a Basavilbaso:
"La vida del patricio terminaba. Había alcanzado los 80 años. Acaso la visión hazañosa del pretérito distrajese sus atardeceres, cuando la sombra gloriosa de los héroes de la tierra amada viniesen a acompañarle: Güemes, Moldes, Arenales, Gorriti... ¡Cuán largo es el camino recorrido! Antes de que la muerte le rondara, ya su memoria fugó de su animoso espíritu. Y entró en el más allá en el último día de la primavera de 1847 (db. 1846)."

Descansa en las bóvedas centenarias de la Basílica y convento de San Francisco de la ciudad de Salta. Una proa de combate recuerda al creador de la primerafuerza naval argentina. Hoy día una calle del barrio de Palermo lleva su nombre.

Murió el 20 de septiembre de 1846. Fue sepultado, gracias a la caridad de sus amigos que pagaron su entierro, al pie de la Virgen del Rosario en la Iglesia de San Francisco.


Su cuerpo, como era costumbre de la época, fue enterrado en la hoy Basílica Menor de San Francisco, se dice al pie de la Virgen del Rosario, aunque cierta tradición oral señala no saber ubicar el lugar exacto donde descansa el “Padre de la Armada Argentina”.- 

HILARIÓN DE LA QUINTANA "EL EDECÁN DEL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN"

HILARIÓN DE LA QUINTANA  

"EL EDECÁN DEL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN"



Nació en 1774 en Maldonado murió en  Buenos Aires, Argentina en 1843.

Era hijo de José Ignacio de la Quintana, un militar de larga carrera, que había sido oficial en el tiempo de la Guerra Guaranítica de 1754. Más tarde había luchado con el virrey Pedro de Ceballos en la conquista de Santa Catarina, en las luchas contra los indígenas a órdenes del coronel Viana (padre) y en la reconquista de Colonia del Sacramento.

Era el jefe de los ejércitos de Buenos Aires cuando se produjo la primera invasión inglesa, y su actuación fue muy criticada. También era tío de María de los Remedios de Escalada, la esposa del general José de San Martín.

Se inició como cadete del regimiento de Dragones de Buenos Aires y prestó servicios en varios destinos militares, especialmente en Montevideo.

Estaba en Montevideo en 1806, cuando se produjo la primera invasión inglesa y fue puesto al mando de las tropas que el gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro, le entregó a Santiago de Liniers. Como tal, era el segundo de Liniers cuando la Reconquista.

Antes del ataque, le llevó al gobernador inglés, William Carr Beresford, la intimación de rendirse, que éste desechó.

Después de la victoria, negoció con él las condiciones de la rendición. En esa ocasión tuvo que apaciguar a los milicianos porteños, con riesgo de su vida.

Participó también de la defensa contra la Segunda Invasión Inglesa en 1807, pero pasó a retiro militar después de ese año.

Se reincorporó al ejército en 1810, después de la Revolución de Mayo, como parte de las fuerzas de la Banda Oriental. Participó de los sitios de Montevideo, en 1811 y 1812, y se destacó en la batalla de Cerrito.

Fue nombrado comandante general de Entre Ríos por el director Gervasio Antonio Posadas, pero a los pocos días de su llegada, en enero de 1814, su segundo, el coronel Holmberg, fue totalmente derrotado por el caudillo federal Eusebio Hereñú en el Combate de El Espinillo, cerca de Paraná. Fue tomado prisionero por Fernando Otorgués junto a Holmberg, pero a los pocos días fueron liberados y enviados a Buenos Aires.

Desde marzo de 1814, y por poco tiempo, fue teniente de gobernador de San Miguel de Tucumán, que aún dependía de laprovincia de Salta. En enero de 1815 fue nombrado gobernador de Salta, y apoyó todo lo que pudo la marcha del Ejército del Norte hacia el Alto Perú. Fue desplazado del poder por el coronel Martín Miguel de Güemes, que formó su propio gobierno. Marchó al Alto Perú y se unió al Ejército del Norte, hasta la derrota de éste a fines de ese año.

Formó parte del partido federal dirigido por Manuel Dorrego, y se opuso al gobierno de Juan Martín de Pueyrredón, al que consideraban despótico. Éste lo envió al Ejército de los Andes: era una forma cómoda de sacarse de encima a los militares opositores, que ya había ensayado con Soler, y fracasado con Dorrego.

Se unió al Ejército de los Andes el 24 de enero de 1817, cuando el ejército ya estaba en marcha, integrándose al estado mayor -el coronel Hilarión de la Quintana llegó de Buenos Aires con pliegos para San Martín, y éste lo invitó a sumarse a la expedición-.

Luchó en la batalla de Chacabuco, fue edecán del general José de San Martín — casado con una sobrina suya — y peleó en Cancha Rayada y Maipú.

En 1817 fue director supremo interino de Chile. Durante su breve mandato, proclamó la Independencia de Chile, hizo oficial su Bandera y acuñó la primera moneda nacional.

Regresó en 1819 a Buenos Aires y fue acusado de participar en un complot contra el gobierno. Fue dado de baja del ejército, de modo que el mismo Pueyrredón se lo sacó de encima dos veces.

Después de la batalla de Cepeda, el nuevo gobernador, Manuel de Sarratea, lo llamó para que se hiciera cargo de la comandancia de armas de la provincia, cargo en que duró poco.

Participó del lado de Soler y Dorrego en los hechos de la anarquía del año XX. Dirigió el asalto a San Nicolás de los Arroyos — donde se habían refugiado los aliados del caudillo Estanislao López, Alvear y Carrera — bajo las órdenes de Dorrego.

Tras la pequeña victoria de Pavón, quedó como jefe de San Nicolás, lo que le ahorró la derrota y la vergüenza en la batalla de Gamonal.

Participó en la revolución de octubre de ese año, junto al coronel Manuel Pagola, por la cual fue arrestado tras su derrota frente al general Martín Rodríguez y el coronel Juan Manuel de Rosas. Emigró a Montevideo y regresó al año siguiente, cuando la situación política se estabilizó bajo el gobierno de Rodríguez.

Fue pasado a retiro por la reforma militar del ministro Bernardino Rivadavia y permaneció alejado de la política por varios años.

Volvió a la actividad para ejercer cargos secundarios bajo la gobernación de Dorrego y a su caída se retiró definitivamente.

El general Juan Lavalle lo desterró y a su regreso sólo volvió a aparecer en público para un apoyo a Rosas en una manifestación.

Murió pobre en 1843, en un hospital público de Buenos Aires.

Una calle en el partido bonaerense de Vicente López lleva su nombre, al igual que otra calle en el barrio Malvín Norte en Montevideo, Uruguay.