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martes, 16 de octubre de 2018

17 DE OCTUBRE 1945 DISCURSO DEL CORONEL PERON DESPUES DE SER LIBERADO DEL CAUTIVERIO, FRENTE A MAS DE DOS MILLONES DE TRABAJADORES QUE RECLAMBAN SU LIBERACION EN LA HISTORICA PLAZA DE MAYO.


17 DE OCTUBRE 1945 DISCURSO DEL CORONEL PERON DESPUES DE SER LIBERADO DEL CAUTIVERIO, FRENTE A MAS DE DOS MILLONES DE TRABAJADORES QUE RECLAMBAN SU LIBERACION EN LA HISTORICA PLAZA DE MAYO.
17 DE OCTUBRE 1945 DISCURSO DEL CORONEL PERON DESPUES DE SER LIBERADO DEL CAUTIVERIO, FRENTE A MAS DE DOS MILLONES DE TRABAJADORES QUE RECLAMBAN SU LIBERACION EN LA HISTORICA PLAZA DE MAYO.

El 17 de octubre de 1945, a las 23 hs. Desde el Balcon de la casa Rosada
“Trabajadores: hace casi dos años dije desde estos mismos balcones que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al más insigne honor al que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino. Dejo el sagrado y honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir la casaca de civil y mezclarme en esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la Patria.
Por eso doy mi abrazo final a esa institución, que es el puntal de la Patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esa masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo, grandioso en sentimiento y en número. Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha, ahora también, para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo.
Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria. Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente en mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. (En ese instante, alguien cerca del balcón le gritó: ¡un abrazo para la vieja!) Perón le respondió: Que sea esta unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea una unidad, sino para que también sepa dignamente defenderla. ¿Preguntan ustedes dónde estuve? ¡Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes! No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior, que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la Patria. Y ahora llega la hora, como siempre para vuestro secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro para ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices.
Ante tanta nueva insistencia, les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar, ni merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo. Dije que había llegado la hora del consejo, y recuerden trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente incorporando a esta hermosa masa en movimiento a cada uno de los tristes o descontentos, para que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriótica que son ustedes.
Pido, también, a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño éste mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso, hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja querida habrá sentido en estos días. Esperamos que los días que vengan sean de paz y construcción para la Nación. Sé que se habían anunciado movimientos obreros; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano mayor, que retornen tranquilos a su trabajo y piensen. Y hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y esta única vez, ya que no se los puedo decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esa reunión de hombres que vienen del trabajo que son la esperanza más cara de la Patria.
He dejado deliberadamente para lo último, el recomendarles que antes de abandonar esta magnífica asamblea, lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros; y finalmente, recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado y les pido que recuerden que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut ahora, para reponer fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto si es preciso. Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días.”


17 DE OCTUBRE DE 1945 OCHO DÍAS QUE CAMBIARON LA HISTORIA DE LA ARGENTINA


17 DE OCTUBRE
DÍA DE LA LEALTAD
17 DE OCTUBRE DE 1945 OCHO DÍAS QUE CAMBIARON LA HISTORIA DE LA ARGENTINA
OCHO DÍAS QUE CAMBIARON LA HISTORIA DE LA ARGENTINA

9 de octubre de 1945:
El coronel Perón y Evita se encuentran reunidos en su departamento del 4to. piso de Posadas 1567, en la Capital Federal, junto a Domingo Mercante y otros jóvenes oficiales amigos. Un oficial que ha enviado el presidente Farrell le informa que el primer mandatario "cree conveniente que renuncie a todos sus cargos". Estos eran la Vicepresidencia, el Ministerio de Guerra y la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Perón escribe su renuncia en forma inmediata, la entrega al oficial que ha enviado Farrell y le trasmite a éste su interés en despedirse del personal de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Escribe su renuncia de puño y letra "para que vean que no me tiembla el pulso al hacerlo". Un oficial le pregunta a Perón qué se puede hacer. Perón dice que nada, que él podría resistir, pero que no quiere derramar sangre argentina.

10 de octubre de 1945:
El coronel se despide de la Secretaría de Trabajo. Allí instalan un palco en la entrada de Hipólito Irigoyen y Diagonal Sur. El mensaje de Perón se emite por radio, en cadena. Una multitud de trabajadores se reúne para escuchar a Perón.
La Epoca edita el texto completo del último decreto de Perón "por el que le han exigido la renuncia". El decreto (no firmado por Farrell) establece un aumento de sueldos e implanta el salario móvil, vital y básico.

11 de octubre de 1945:
Perón decide irse del departamento de la calle Posadas. En un principio piensa ir a casa de Román Subiza en San Nicolás y así lo informa al Ministerio de Guerra que ha sido asignado al General Avalos. De todos modos pasa la noche en una casa de Florida, propiedad de otro amigo.
En el Círculo Militar se discute la forma de seguir adelante con el gobierno. Se llama a los dirigentes políticos. Algunos proponen que el gobierno sea entregado a la Corte Suprema de Justicia. Finalmente gana la posición de presionar a Farrell para que cambie a todo el gabinete, dejando sólo dos militares: Avalos, como ministro de Guerra y al Almirante Héctor Vernengo Lima, en el de Marina.

12 de octubre de 1945:
Perón se dirige a una casa en una isla del Tigre, propiedad de Ludovico Freude.
12 hs. : Balcones del Círculo Militar. Una muchedumbre antimilitarista y contraria a Perón se agolpa en las puertas del edificio castrense. Vernengo Lima habla a la gente. La multitud pide que el gobierno pase a la Suprema Corte. Vernengo Lima explica que todo el gabinete será reemplazado. Alguien le dice, desde la calle que "habla como Perón". El contesta "yo no soy Perón".
La manifestación se prolonga durante toda la tarde por las calles de Buenos Aires.
En la isla del Tigre, Perón recibe la visita del jefe de policía, quien va a detenerlo y llevarlo a un buque de la Marina. Perón se niega a ser sacado de la jurisdicción del ejército y ser trasladado al de la Marina.
Perón se traslada a su departamento de la calle Posadas.

13 de octubre de 1945:
Farrell, Vernengo Lima y Avalos citan al procurador General de la Nación, Juan Alvarez para ofrecerle que forme el nuevo gabinete y acepte ser una suerte de primer ministro.
Farrell, presionado, ordena nuevamente la detención de Perón e indica que sea llevado a un buque de la Armada. Perón es arrestado y llevado en el buque Independencia a la isla Martín García. Allí manda una carta a Avalos pidiendo se esclarezca su situación.
Miguel Angel Mazza, médico y amigo de Perón recomienda el traslado del coronel al Hospital Militar Central en la Capital Federal, a raíz del recrudecimiento de una afección pulmonar.
Perón envía una carta a Evita en donde le hace saber del pedido que ha formulado solicitando la baja del ejército y de su intención de irse juntos a vivir al Chubut.

15 de octubre de 1945:
El gobierno decide mandar una junta médica a Martín García para que determine si es necesario el traslado de Perón.
El Sindicato Autónomo de Obreros de la Carne, moviliza a los trabajadores de los frigoríficos quienes recorren las calles de Berisso y Ensenada reclamando la libertad del coronel.
La FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar) declara la huelga revolucionaria en todos los ingenios por tiempo indeterminado.

16 de octubre de 1945:
14. 30:
La junta médica se traslada a Martín García.
16 hs. : Una columna de obreros de la carne parte desde Berisso hacia la Capital Federal. Se movilizan a los trabajadores del Wilson en Avellaneda y los de la Siam Di Tella.
Trabajadores llegados de Valentín Alsina, Lanús y Avellaneda se dividen en grupos y cruzan el Riachuelo ante los intentos de la policía de contenerlos. Los obreros se reunen nuevamente en la Capital Federal, pero en diferentes puntos son reprimidos por la policía. Muchos son detenidos.
19.00 hs.: Perón se niega a ser revisado. De todos modos se decide su traslado a la Capital Federal.
21.00 hs.: Se inicia una reunión del Comité Central de la CGT que analiza la posibilidad de realizar un paro el día 18.
17 de octubre de 1945:
01.00 hs.:
La reunión del Comitè Central de la CGT decide llamar a un paro para el 18, definido como "huelga general revolucionaria". La votación para decidir la medida de fuerza fue sumamente dividida. Mientras parecía que iba a resultar negativa a la medida por dos votos de diferencia, Arturo Jauretche y Libertario Ferrari (ambos pertenecientes a FORJA) lograron determinar que las voluntades se modificaran. Por dos votos, también, la huelga fue aprobada aquella noche.
Madrugada. Numerosos grupos de trabajadores se agolpan en las puertas de las fábricas, frigoríficos y talleres y deciden marchar nuevamente sobre Buenos Aires. Llevan banderas argentinas y retratos de Perón.
Los matutinos publican un texto de Avalos en donde explica que Perón no está detenido, que fue "invitado" a la isla Martín García para evitar un atentado contra su vida.
6.30 hs.: Perón llega a Buenos Aires y es trasladado al Hospital Militar Central donde se aloja en el departamento del Capellán. Conversa telefónicamente con Evita y con algunos amigos. Mercante y Evita serán los brazos ejecutores de la estrategia de Perón.
Los trabajadores de la zona sur llegan al Riachuelo. Se encuentran con los puentes levantados. La orden la había dado el propio Avalos. Algunos se arrojan al agua y cruzan a nado. Otros cruzan utilizando botes y barcazas que encuentran en las orillas. Todos cruzan.
10 hs.: Un millar de obreros se reune frente al Hospital Militar Central, en el barrio de Belgrano. Reclaman la presencia de Perón. El coronel vuelve a hablar telefónicamente con Evita, quien desde el día anterior recorría numerosos sindicatos. Junto a Mercante, Evita será protagonista decisiva en el frente gremial.
13 hs.: La Plaza se va llenando, llegan manifestantes de todos lados.
Farrell recibe a una delegación de la CGT, encabezada por Silverio Pontieri. En ella, la CGT expresó el pensamiento que inspira la huelga del 18: Contra la entrega del gobierno a la Suprema Corte y contra la formación de un gabinete de la oligarquía; realización de elecciones libres; formación de un gobierno que sea garantía de democracia y libertad y que consulte a las organizaciones sindicales; levantamiento del estado de sitio y libertad de los presos políticos; mantenimiento de las conquistas sociales y firma del decreto sobre aumento salarial.
14.30 hs.: Una comitiva de 25 obreros logra reunirse con Perón en el interior del Hospital. Perón les pide calma y que se concentren frente a la Casa de Gobierno, no allí.
16.00 hs.: La Casa Rosada sitiada por el pueblo. Miles y miles de obreros han colmado la plaza al grito de "Queremos a Perón", "Que venga el coronel". La temperatura supera los 30 grados. Es un día húmedo y pegajoso. Muchos trabajadores se remojan "las patas en la fuente" central de la Plaza de Mayo. No rompen vidrieras ni causan daños de ningún tipo. Sólo quieren a Perón.
En el balcón grande se encuentran Avalos, Vernengo Lima, Farrell y otros. Vernengo Lima propone disolver la manifestación "a balazos". Alguien dice que podrían tirarse tiros al aire. Farrell afirma que él no va a disparar contra el pueblo.
Avalos pretende hablar a la multitud. Lo insulta una plaza entera. La gente pide, enardecida, la presencia de Perón. Avalos le hace decir al periodista Eduardo Colom que Perón será liberado. La gente no le cree a Avalos. Colom dice que él tampoco.
Hortensio Quijano, ex Ministro de Interior de Farrel, y amigo de Perón es divisado por la gente en medio de la Plaza y es aclamado.
17.30 hs.: Mercante se entrevista con Farrell en el despacho presidencial. Farrell y Avalos dicen a Mercante que si Perón esta dispuesto a calmar a la multitud, el gobierno se coloca a disposición de él. Mercante comunica a Perón el ofrecimiento y éste pone sus condiciones, entre ellas la de la renuncia de Vernengo Lima.
21 hs.: Le informan a Perón que Farrell lo espera en Casa de Gobierno. Perón se viste y acude a la Casa Rosada.
Vernengo Lima se viste de civil presurosamente en el comedor de la presidencia, abandona la Casa de Gobierno, mientras es perseguido por la multitud al grito de "la cabeza de Vernengo Lima".
El procurador Juan Alvarez, que tenía muchas virtudes menos la de la celeridad, llega a la Casa de Gobierno con la lista de posibles miembros del gabinete que le habían encargado conformar con varios días de anticipación. Allí le informan que "ha vuelto Perón" y que ese gabinete ya no es necesario.
21.30 hs.: Farrell acepta todas y cada una de las condiciones puestas por Perón.
23.10 hs.: Perón y Farrell salen al balcón. Se abrazan. Se vuelven a abrazar. Farrell habla al pueblo reunido en la Plaza. Anuncia la renuncia de todo el gabinete y asegura que se conformará otro que respete las conquistas sociales adquiridas. Anticipa que Mercante será el nuevo Secretario de Trabajo y Previsión. Mercante es aclamado por los trabajadores.
Perón convoca a los asistentes a cantar el Himno Nacional.
23.50 hs.: Perón vueve a abrazar a Farrell. Perón habla.
El país se había movilizado. Nadie sabía adónde conducir esa movilización popular. Ni Vernengo Lima, ni Farrell, ni Avalos, ni nadie. Sólo Perón podía hacerlo. Y lo hizo.

viernes, 27 de octubre de 2017

EVITA PERÓN: "NOS SOBRAN ALCAHUETES Y NOS FALTAN REVOLUCIONARIOS"

EVITA PERÓN: "NOS SOBRAN ALCAHUETES Y NOS FALTAN REVOLUCIONARIOS"

EVITA PERÓN: NOS SOBRAN ALCAHUETES Y NOS FALTAN REVOLUCIONARIOS"

Cafiero que fue un joven ministro del segundo gobierno de Perón contó una anécdota con Evita que sucedió cuando ella se encontraba enferma y guardaba cama gran parte del  tiempo. Alguien le había dicho erróneamente al ministro que Perón vería con buenos ojos que designara al Coronel Benito Bernalcázar en algún puesto dependiente de su ministerio por lo que lo designó en la Junta Nacional de Carnes.
Eva lo mandó a llamar a la Residencia y lo encaró duramente porque era contraria a esa designación acusando al coronel de traidor y también le advierte, sabiendo los vínculos de Cafiero con la Iglesia, que sus amigos clericales andaban conspirando contra el gobierno, aunque Cafiero no lo dice es posible que este cuestionamiento también haya sido una advertencia para el mismo ministro.
Eva le disparó la siguiente contundente frase: “¿Se acuerda que le dije de mi esperanza en usted y en los jóvenes? No se equivoque, Cafiero usted es uno de esos jóvenes. No quisiera que me defraude…”.
El ministro intentó explicar que el designado era cercano a Perón y Eva lo cortó diciendo: “-Cercano, nada, Cafiero. ¿Sabe cuántos traidores hay al lado de Perón? ¿O usted no sabe que nos sobran alcahuetes y nos faltan revolucionarios? Usted es joven, pero no es tonto ¿Sabe usted lo que significa lealtad?”.
Luego continuó con un párrafo que podríamos considerar profético: “-¿Sabe lo que yo sería capaz de hacer por Perón? Ahora mismo, mandaría al diablo a los médicos que no me curan y me iría de rodillas a Luján a rezar por el General. Porque él es la única esperanza de este pueblo. La única razón de ser de los pobres y humildes de la Patria. Sin él, los oligarcas y los vendepatrias van a vivir la hora de la venganza. Acuérdese de lo que le estoy diciendo. Usted lo va a ver y yo no. Esa es mi única tristeza”.
El golpe de estado de 1955 le dio la razón, a continuación le mostró parte del escrito que se conocería como “Mi mensaje”, como mucho después de su muerte se dudó sobre la veracidad de este texto, esta mención de Cafiero confirma su existencia.
Al mostrarle ese trabajo le dijo: “-Vea, estoy escribiendo algunas cosas antes de morir para advertir al pueblo los días que vienen y los peligros que corren…”.
Cafiero reflexionó: “Adiviné su escritura despareja y alterada en cada una de las hojas. Me leyó textos que me sobresaltaron. Eran muy duros, casi incendiarios, contra los militares y ciertas jerarquías de la Iglesia”.
Luego de la reunión Cafiero fue a la casa de sus padres a almorzar, mientras estaba comiendo recibió una llamada de Eva que se disculpó por haber hablado con bastante dureza y se disculpó: “-Cafiero, le pido perdón. No he estado bien con usted. Quiero que sepa que yo soy muy católica. Que tengo tres devociones en mi vida: la virgen de Luján, el General Perón y los trabajadores argentinos…Pero hay curas… y hay militares traidores que se dicen peronistas. Ellos están agazapados a la espera del zarpazo que nos arranque estos años de felicidad… Nunca se olvide de esto… Sea siempre leal a Perón… La lealtad es el mayor valor de los peronistas. Por eso, el 17 de octubre, nuestro día, es el Día de la Lealtad…Comprenda mi enojo… Mi amor por Perón y el pueblo pueden más que todo…”.

En ese momento rompió en llanto, fue la última vez que Cafiero habló con ella, que a continuación procedió a suspender la designación del funcionario cuestionado.

“ESTOY MUY MAL” Una anécdota de los últimos días de Evita

“ESTOY MUY MAL” Una anécdota de los últimos días de Evita


“ESTOY MUY MAL” Una anécdota de los últimos días de Evita


El jueves 25 de junio, Irma me llamó por teléfono para avisarme que la señora me esperaba a las 12 del mediodía. Como de costumbre me fui con el maletín hacia la residencia, pero no le hice las uñas.
-La mandé llamar, Sarita, para darle un recuerdo mío –me dijo.
Extendió la mano y tomó un pequeño estuche azul que estaba sobre la mesita de luz. Era una pequeña medalla de oro, de unos tres centímetros de diámetro. De un lado tenía el rostro de ella; del otro, la leyenda ‘Eva Perón a Sara Gatti. 1952’.
-Úsela como recuerdo mío, en su cadena –me dijo.
Ese día la vi por última vez.
Eva Perón vestía un pijama color celeste. No usaba joyas, salvo la alianza. Tenía el cabello largo, las trenzas sueltas. Últimamente no iba a verla el señor Alcaraz, su peinador. Ese día había sufrido mucho.
-Quédese un rato con la señora –me pidió Irma.
-Estoy muy mal, Sarita –me dijo Eva Perón.
-Tenga paciencia –la consolé-, pronto se va a poner bien.
-No. Ya no…
No pude contener las lágrimas. Busqué un pretexto y salí de la habitación. En la calle había un silencio impresionante.

Sara Gatti (manicura de Eva Perón)

Otelo Borroni/Roberto Vacca, La vida de Eva Perón, Editorial Galerna, 1970

Fuente: https://www.facebook.com/evaperonanecdotasdesuvida/photos/rpp.164412483683366/709660402491902/?type=3&theater

jueves, 5 de octubre de 2017

ARGENTINA TIENE LA ATÓMICA

ARGENTINA TIENE LA ATÓMICA


ARGENTINA TIENE LA ATÓMICA

Interesante artículo de Roberto Alsina que relata como durante el Gobierno del General Perón, Argentina se colocaba en la cúspide del mundo en materia atómica, e indicativo del ataque del imperialismo a su gobierno.-

Antes que nada, permítanme clarificar el título: es el que apareció en el vespertino La Razón de Buenos Aires, en letras muy grandes y negras, en el mes de marzo de 1951. Asimismo, otros periódicos también anunciaban con grandes titulares el dominio y control de la energía atómica por la Argentina, de acuerdo a las declaraciones ante periodistas del entonces Presidente de la Nación, General Juan Domingo Perón.
En realidad, el comunicado del Presidente no hablaba de “la atómica” para nada, sólo decía que “El 16 de febrero de 1951, en la planta piloto de energía atómica en la isla Huemul, de San Carlos de Bariloche, se llevaron a cabo reacciones termonucleares (por fusión) bajo condiciones de control en escala técnica”
Aún así, el anuncio era increíble. En ese entonces, sólo Estados Unidos e Inglaterra tenían la capacidad de fabricar bombas atómicas, y a pesar de las grandes cantidades de dinero y esfuerzos invertidos, ninguno de los dos países estaba cerca de producir energía nuclear “controlada” por fusión. Cómo era posible que un país sin antecedentes en la investigación nuclear y con limitados recursos económicos hubiera podido lograr lo que los mejores científicos del mundo, incluyendo los alemanes “importados” después de la guerra mundial terminada en 1945, consideraban casi imposible?

Todo había comenzado unos 3 años antes, cuando un científico austríaco, el Doctor Ronald Richter, se había presentado ante el Presidente Perón con un ambicioso proyecto: llegar a producir cantidades casi ilimitadas de energía eléctrica barata, gracias a la energía liberada por fusión atómica controlada, un procedimiento que el Dr. Richter aseguraba poder desarrollar en Argentina, si se le proveían los materiales necesarios. Richter había sido calurosamente recomendado por un ingeniero aeronáutico alemán, Kurt Tank, quien con un grupo de ingenieros también alemanes había emigrado a la Argentina poco después de terminar la guerra, y que fue el artífice del Pulqui II, avión argentino basado en el último diseño del Messerschmidt, excelente avión alemán de combate.
Para los no iniciados, quiero explicar que la producción de energía atómica puede hacerse por fisión, es decir, dividiendo átomos pesados, como los de uranio o plutonio, con lo que se puede conseguir una liberación extraordinaria de energía, siendo éste el caso de las bombas atómicas detonadas en Hiroshima y Nagasaki, o por fusión, procedimiento en que se unen átomos livianos, como en la llamada bomba de hidrógeno. Los actuales reactores atómicos, productores de electricidad, se basan en el primer procedimiento, la fisión controlada, que es aún hoy día relativamente caro, y produce desperdicios radioactivos difíciles y peligrosos para guardar por el prolongadísimo tiempo necesario para evitar la contaminación radioactiva del ambiente. La producción de energía por fusión controlada, por otra parte, sería muchísimo más barata, y quien la lograse marcaría un hito único en el desarrollo de la física y la tecnología atómica.    
El proyecto era demasiado tentador, el éxito del mismo, que el Dr. Richter casi aseguraba, pondría a Argentina a la cabeza de los países más desarrollados del mundo, y el bienestar económico de su pueblo sería inmenso. El Dr. Richter obtuvo el respaldo necesario, como así también el apoyo económico para instalar un laboratorio de energía atómica en la isla de Huemul, en el lago Nahuel Huapi, enfrente de la ciudad de Bariloche.
Durante los 3 años siguientes, se realizaron masivas construcciones en la isla. Ingentes sumas de dinero fueron invertidas tanto en las construcciones como en la compra de sofisticados equipos, todo bajo la dirección del Dr. Richter, quien entrenó a un grupo de colaboradores sin mayores conocimientos científicos, de manera que en la isla el único que sabía y controlaba todo lo relacionado al plan nuclear, militar y secreto, era él mismo.
A medida que pasaba el tiempo, la relación entre Richter y Perón se afianzó, y el científico contó con todo el apoyo del Presidente, no sólo respaldándolo en decisiones en cuanto a las construcciones y a los gastos para comprar equipos, sino en cuanto al sistema de seguridad para guardar el secreto sobre las experiencias atómicas en la isla. Nadie podía visitarla sin la autorización expresa de Richter, al punto que en una oportunidad, cuando el nuevo jefe de las tropas de la guarnición Bariloche quiso visitar la isla, ignorando que ya no estaba bajo su control, fue obligado a retroceder por el muelle por Richter a punta de pistola, hasta que perdió pie y cayó a las frías aguas del Nahuel Huapi! Poco después, Perón le envió una carta a Richter en la que lamentaba lo sucedido y le aseguraba que no volvería a ocurrir, y además, lo nombró su único representante en la isla, donde podía ejercer por delegación la misma autoridad del Presidente. Para ese entonces a Richter ya se le había otorgado la ciudadanía argentina, pero aún así, esa delegación de poderes era sin duda inconstitucional, y fue debida al deseo de Perón de satisfacer todos los reclamos de Richter, no vaya a ser cosa que el científico se enojase y se fuera, dejando abandonada una obra tan importante como la que se estaba desarrollando secretamente en esa isla.
La historia de esos tres años de trabajos secretos en la isla Huemul muestra una sucesión increíble de órdenes y contraórdenes, de masivas construcciones que debían después ser demolidas y vueltas a edificar debido a los siempre cambiante planes del Dr. Richter, y simultáneamente, otra sucesión de intrigas, cambios de personal debido a acusaciones de espionaje o de ineptitud, y periódicos viajes de Richter a Buenos Aires, para entrevistarse con el Presidente, especialmente cada vez que aumentaban las quejas y sospechas de los oficiales argentinos encargados de las compras de aparatos y de la financiación del proyecto. Siempre Richter lograba convencer a Perón de que el éxito estaba cercano, y seguía así contando con el total respaldo del Presidente, cuyos asesores eran militares, no científico expertos en la materia. En una oportunidad, hablando de la posibilidad de obtener la opinión de físicos argentinos sobre el secreto proyecto militar, el presidente de la Dirección Nacional de Energía Atómica le dijo a Perón: “Lo que pasa, mi general, es que no hay físicos peronistas en este país”
Pero finalmente el éxito parecía haber coronado los esfuerzos y gastos realizados, y la noticia solemnemente dada por el Presidente provocó una conmoción internacional.
La mayoría de los especialistas en el mundo eran escépticos, incluyendo a los científicos argentinos con conocimiento del tema de la energía nuclear, pero ellos no fueron consultados. Y por otra parte, periódicamente Richter anunciaba un nuevo y exitoso experimento, que allanaba las dudas y provocaba entusiasmo tanto en el Presidente como en casi todos los que estaban al tanto del proyecto. Poco después del anuncio inicial, se le otorgó a Richter el título de Doctor Honoris Causa de la U. de Bs.As y la medalla peronista.
Sin embargo, entre los más cercanos a las investigaciones, las contradicciones en los anuncios y la falta de resultados reales provocaron al cabo del tiempo la ineludible necesidad de constatar el valor de los resultados obtenidos, y finalmente pudieron convencerlo al Presidente Perón para que mandase una Comisión integrada por cinco científicos y veinte legisladores. Estos últimos estuvieron un día en la isla, y se fueron admirados por las construcciones y la sofisticación de los aparatos e instrumentos que vieron. El informe de los científicos, en cambio, fue lapidario. No había tal producción de energía atómica, y los experimentos realizados en su presencia por el Dr. Richter fueron no sólo un total fracaso, sino que posteriormente fueron reproducidos en Buenos Aires por uno de los miembros de la Comisión, el ingeniero argentino Mario Báncora, demostrando que lo que se medía en los contadores Geiger en Huemul no tenía nada que ver con la energía nuclear.
Ese fue el comienzo del fin para los planes de Richter. Perón le quitó todo su respaldo, se suspendieron los trabajos en la isla, y en febrero de 1953 Richter se mudó, con su esposa e hija, a Monte Grande, en las afueras de la Capital Federal, donde residió por varios años.
Pero la debacle no fue tan negativa como pareciera. En ese interim se creó la Comisión Nacional de Energía Atómica, que ha prestado invaluables servicios al país, en Bariloche se creó el Instituto de Física, y los sofisticados instrumentos comprados, que incluyeron un avanzado y carísimo ciclotrón, fueron utilizados por la CNEA y por el Centro Atómico Bariloche, fundado poco después.
Desde entonces, físicos argentinos de primera calidad han sido formados en el Instituto de Física, y el Centro Atómico Bariloche ha producido trabajos reconocidos internacionalmente. Y curiosamente, el espaldarazo inicial a todo ese ulterior desarrollo científico fue dado, en gran medida, por esa increíble aventura secreta desarrollada en la isla Huemul.

De la variada bibliografía existente sobre el tema, recomiendo a quienes quieran saber más de este fascinante episodio de la historia argentina, la lectura del libro “El secreto atómico de Huemul”, del Dr. Mario Mariscotti, del que extraje gran parte de la información presentada en este artículo.


sábado, 14 de mayo de 2016

PORQUE PERON ELIGIÓ A CAMPORA COMO PRESIDENTE, CONTADO POR TESTIGO Y PROTAGONISTA

PORQUE PERON ELIGIÓ A CAMPORA COMO PRESIDENTE, CONTADO POR TESTIGO Y PROTAGONISTA

PORQUE PERON ELIGIÓ A CAMPORA COMO PRESIDENTE, CONTADO POR TESTIGO Y PROTAGONISTA
En un reportaje que le hace a Emma Tacta de Romero el periodista Luis Alarcón del diario EL LIBERTADOR de Corrientes, esta responde como fue la elección de Perón del candidato a Presidente en 1973, de la que fue testigo presencial y protagonista su cónyuge, Julio Romero.


PORQUE PERON ELIGIÓ A CAMPORA COMO PRESIDENTE, CONTADO POR TESTIGO Y PROTAGONISTA
Entre las anécdotas políticas, sus experiencias junto a Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón son las más significativas, las que convierten a Emma Tacta, viuda de Romero, en una historia viviente del peronismo. No sólo del peronismo correntino, sino también nacional.
No basta una sola entrevista para agotar el rico anecdotario que doña Emma guarda en sus alforjas. Esta conversación con EL LIBERTADOR, aunque limitada en sus alcances, se desarrolló del siguiente modo:
-Dice Juan Bautista Yofre en su libro La trama de Madrid que hubo dos figuras importantes en la designación de Héctor Cámpora como candidato presidencial del peronismo en 1972: Jorge Antonio y Julio Romero, su esposo. ¿Qué hay de cierto?
-Totalmente cierto. Jorge Antonio era un empresario muy amigo de Perón. Y por otra parte nuestro líder tenía una alta consideración por mi esposo, tanto en así que lo nombró su consejero y asesor.
-¿Y por qué Cámpora?
-Porque Perón les había comentado que si él no podía ser candidato (como efectivamente ocurrió en aquel momento), le gustaría que fuera un peronista que pudiera interpretar fielmente los principios del peronismo y llevarlos a la práctica, tal cual él mismo lo haría. Cámpora era la figura que en aquel momento reunía mejor que nadie esas condiciones.
-¿Julio Romero le aconsejó entonces a Perón el nombre de Cámpora como candidato a Presidente?
-Así es. Perón tenía mucho respeto por la opinión de don Julio. También a mí, como muestra de gran confianza me designó como apoderada nacional del justicialismo antes de ser yo justicialista.
-¿Usted estaba en ese momento?
-Claro. Una noche, por esas circunstancias de la vida, estábamos cenando en la residencia de Perón en Madrid y él nos comentó eso que le dije. Dijo algo así como "me gustaría que, si yo no puedo ser candidato, que sea un hombre que haya entendido a fondo el peronismo; que entienda que hay que gobernar para los humildes, los ricos, los discapacitados…todos".
-Entonces el General les pidió que le aconsejen a alguien…
-Le pidió un consejo a mi marido, incluso a mí, que estaba presente. Con esas condiciones y por su gran su humildad, el hombre que quería Perón en ese momento era indudablemente Cámpora.
-¿Recuerda quién más estaba en esa cena?
-Estaban Isabelita, el secretario José López Rega y alguien de la provincia de Santa Fe, cuyo nombre no recuerdo.

sábado, 7 de noviembre de 2015

MIRTHA LEGRAND ASISTIA A LOS ACTOS OFICIALES ACOMPAÑANDO AL GENERAL PERÓN

MIRTHA LEGRAND ASISTIA A LOS ACTOS OFICIALES ACOMPAÑANDO AL GENERAL PERÓN


MIRTHA LEGRAND ACOMPAÑANDO A PERON
En la foto se vé a Mirtha Legrand, entre otras, acompañando al General Perón en un acto oficial.

sábado, 17 de octubre de 2015

El 17 de octubre de 1945, a las 23. Desde el Balcón de la casa Rosada, habla el coronel Juan Perón…

El 17 de octubre de 1945, a las 23.
Desde el Balcón de la casa Rosada,
habla el coronel Juan Perón…



 "Trabajadores: hace casi dos años dije desde estos mismos balcones que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al más insigne honor al que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino. Dejo el sagrado y honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir la casaca de civil y mezclarme en esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la Patria.

Por eso doy mi abrazo final a esa institución, que es el puntal de la Patria : el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esa masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República : la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo, grandioso en sentimiento y en número. Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha, ahora también, para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo.

Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria. Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente en mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. (En ese instante, alguien cerca del balcón le gritó: ¡un abrazo para la vieja!) Perón le respondió: Que sea esta unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea una unidad, sino para que también sepa dignamente defenderla. ¿Preguntan ustedes dónde estuve? ¡Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes! No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior, que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la Patria. Y ahora llega la hora, como siempre para vuestro secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro para ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices.

Ante tanta nueva insistencia, les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar, ni merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo. Dije que había llegado la hora del consejo, y recuerden trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente incorporando a esta hermosa masa en movimiento a cada uno de los tristes o descontentos, para que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriótica que son ustedes.

Pido, también, a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño éste mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso, hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja querida habrá sentido en estos días. Esperamos que los días que vengan sean de paz y construcción para la Nación. Sé que se habían anunciado movimientos obreros; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano mayor, que retornen tranquilos a su trabajo y piensen. Y hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y esta única vez, ya que no se los puedo decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esa reunión de hombres que vienen del trabajo que son la esperanza más cara de la Patria.

He dejado deliberadamente para lo último, el recomendarles que antes de abandonar esta magnífica asamblea, lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros; y finalmente, recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado y les pido que recuerden que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut ahora, para reponer fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto si es preciso. Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días".


viernes, 17 de julio de 2015

EL DIA QUE ALFREDO PALACIOS PUDO SER EL VICEPRESIDENTE DE PERON

EL DIA QUE ALFREDO PALACIOS PUDO SER EL VICEPRESIDENTE DE PERON


Antes de proclamarse la fór­mula laborista, Juan Domin­go Perón y Alfredo L. Pala­cios se entrevistaron en una casona de una isla del Tigre.
Ya antes, después del 17 de octubre, Antonio López, dirigente sindical socia­lista devenido en peronista, tuvo con Pa­lacios una reunión preparatoria. López 41 años y Alfredo 67 años. El más joven había sido y era obrero. El más viejo abo­gado y docente universitario.
Y aunque el más joven había entrado al Partido Socialista cuando el más viejo ya había sido expulsado, tenían muchas co­sas en común.
Se vieron en la casa de un amigo de ambos, en el barrio porteño de Palermo.
-Doctor, se están definiendo cosas muy graves para la Nación -le dijo Antonio López cuando quedaron solos-, estos son tiempos históricos.
-De lo que aquí y ahora hagamos, y de lo que aquí y ahora dejemos de hacer, da­remos cuenta a la historia.
-No tengo dudas, López, de eso no tengo dudas.
-Usted sabe, hace meses que he dejado el Partido
-Doctor, los hombres que rodea­mos al coronel Perón queremos mantener y profundizar las con­quistas obreras por las que usted luchó como nadie.
Alfredo L. lo miró sin un solo gesto.
-¿Todos?
-¿Cómo?
- ¿Todos los hombres que rode­an al coronel Perón quieren man­tener y profundizar las conquistas obreras?
-Todos, aunque cada uno a su manera mintió
-Algunos, estimado compañero, de manera poco obrera.
-No puedo negárselo.
Alfredo L. también tomo un sorbo de café y le soltó, sin anes­tesia alguna: ¿Cuánto de fascismo hay entre ustedes? López sintió que le transpiraban las manos, quizá no era él la persona más adecuada para conseguir lo que había venido a buscar.
Hacia una semana le había dicho a Pe­rón que era necesario hablar con Pala­cios, el coronel se había mostrado de acuerdo y, a su manera calma, cuando se despidieron el coronel le dijo:
-López, Palacios es capaz de ponernos en el poder, él llega a quien nosotros no llegamos, tiene en su mochila al electorado que está en contra de nosotros. Sí, Palacios es capaz de ponemos en el poder.
Ya había abierto la puerta de la oficina cuando escuchó:
-Confío en usted, López, Jugará la rnitad de nuestras esperanzas.
Y allí estaba ahora, delante del socialis­ta más carismático y respetado, acaso el único dirigente socialista que podía entenderlos. Allí estaba, pidiéndole a Pala­cios que rompiese con el Partido Socia­lista.
Dr. Palacios, detrás del coronel Perón no se encolumna un partido tradicional, detrás de él están, desordenadas y confundidas, todas las corrientes nacionales, o. todos aquellos que entienden la causa nacional y que pronuncian la palabra patria sin vergüenza.
Que triunfe un pensamiento obrero depende de nosotros, no de él.
Se desconoce si hubo alguna otra reunión entre López y Palacios antes de la fi­nal, que, con la presencia del coronel Perón, se desarrolló en la casona del Tigre.     
Es lógico suponer que la hubo, pero en ese caso habrá sido como la aquí narrada, sin testigos, ya que Alfredo había pues­to como condición para cualquier encuentro que éste se mantuviese secreto.
No era para menos, en manos de sus ene­migos, aquello era un arma capaz de destruirlo.
La reunión entre Alfredo Palacios y Juan Perón fue breve. Perón por interine- ' dio de López lo había invitado a entrar al peronismo y, según parece, puso a su dis­posición la candidatura que él quisiera, es decir la formula Perón-Palacios.
El dueño de casa les dejó café y les pre­guntó si querían un licor, ninguno bebía. Cuando se estaba yendo, le dijo a Anto­nio López por lo bajo:
-¡Que dios proteja a nuestro país, está en manos de abstemios!
Antonio López sonrió y acercó las si­llas.
-Doctor Palacios, los que estamos con la causa nacional -dijo el coronel- debe­mos estar juntos. Después de décadas de entrega ahora estamos en condiciones de llevar adelante una política de emancipa­ción.
Perón se levantó y sirvió él mismo los cafés.
-Y éste es así doctor, porque ahora el movimiento obrero esta participando de la causa nacional. Por eso he querido ver­lo, porque usted es su mejor representan­te político.
Antonio López no dejaba de sorpren­derse con ese coronel, tan militar a veces, tan poco militar otras.
-Como ya le ha dicho, López, ponemos a su disposición cualquier candidatura. Hizo silencio. Esperó la respuesta.
-Coronel, yo no he venido en busca de candidaturas, vea usted la causa nacional requiere de tres columnas: independen­cia económica, justicia social y democra­cia. Sé que uds. tienen claras las primeras dos, coronel, si quiere que luchemos jun­tos lo que yo reclamo es democracia.
-Estamos de acuerdo.
-No estoy seguro, coronel, de que de­mocracia signifique lo mismo para usted que para mí.
Alfredo L. le extendió a Perón un pa­pel, era una lista de personas cuya par­ticipación en un futuro gobierno era incompatible con la democracia y la li­bertad, y por ende incompatible con él. Esa fue la única vez que Perón y Pa­lacios se vieron privadamente. La lista, aunque acertada y pru­dente, fue para el coronel del todo inaceptable.
El 24 de febrero de 1946, cuando se cerraron los comicios, los diarios informaron lo increíble: el Partido Laborista obtuvo 1.487.886 votos y la Unión Democrática 1.207.080.
El gran perde­dor de las elecciones fue el Partido Socialista, que, por primera vez desde 1912, no logró ni una sola banca. La clase obrera le había da do la espalda.
Alfredo L. Palacios murió a las seis y diez de la tarde del 20 de abril de 1965, siendo senador de la Nación. Sus restos fueron velados en el Congreso de la Nación y una muchedumbre acompañó al líder socialista.


Bibliografía: Sorín, Daniel "Palacios: un caballero socialis­ta. Buenos Aires", Sudamerica­na, 2004

Autor Gustavo Galland (*)
(*) Diputado Nacional (MC) y Dirigente Socialista p/afense. fs el actual Defensor Ciudadano de La Plata



Publicado en el Diario Hoy de La Plata el viernes 20 de abril de 2007

miércoles, 24 de junio de 2015

JUAN DOMINGO PERON DISCURSO DE LA CAMPAÑA ELECTORAL DE 1946

JUAN DOMINGO PERON DISCURSO DE LA CAMPAÑA ELECTORAL DE 1946


CIUDAD DE ROSARIO, 10 DE FEBRERO DE 1946
Amigos rosarinos:
Les pido que tengan la amabilidad de guardar un poco de silencio porque hace dos meses que vengo viajando y hablando todos los días y mi garganta no me permite hacer un derroche en cuanto a potencia. Permítame desarrollar el discurso sin interrupción. En primer término, quiero saludar a los trabajadores de Rosario que me han conferido el título más honroso de "Primer Trabajador Argentino". Me honra extraordinariamente este título porque siempre he pensado que los hombres en la vida sólo pueden ostentar una virtud y el trabajo es en todos los tiempos una de las mayores virtudes del hombre.
Nuestro movimiento es un movimiento del trabajo que toma todas las actividades nacionales del trabajo y que ennoblece a todos los hombres.
(En ese momento se produce un arremolinamiento de personas alrededor de la tribuna por la presencia de una persona extraña y que pronto es reducida.)
Señores: Por favor, ya conocemos la técnica de mandar gente a meter bochinche. Vuelvo a repetir que ni esta clase de sabotaje puede impresionarnos a nosotros y les ruego, señores, que sigamos por el bien de todos en orden.
Nuestro movimiento es un movimiento de trabajo, por eso es un movimiento humilde y noble. Ha nacido bajo el esplendor de una creación que representa el trabajo argentino en su organización y defensa, que es la Secretaría de Trabajo y Previsión. Ha comenzado con hombres humildes que hicieron la bandera de su defensa en apoyo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, que puso en ejecución las leyes que en este país, cuando se trataba de defender el trabajo, no se habían cumplido jamás.
Nuestra doctrina puede explicarse en pocas palabras, en sus aspectos económico social y político. En el aspecto económico, tratamos de volver al hombre a la tierra para resolver el problema demográfico y evitar el éxodo de los campos. Así he dicho, y más de una vez, que el setenta por ciento estaba antes en el campo y ahora el setenta por ciento está en las ciudades. Ello se debe a que la tierra, como también lo he dicho, ha sido aquí bien de renta en vez de ser más bien de trabajo, como debe ser en todos los pueblos.
Por eso sostenemos que la única manera de aumentar la riqueza agrícola, ganadera y extractiva está en volver al hombre a la tierra y darle en propiedad la tierra que trabaja, para que ella no sea un bien de renta. Con ello hemos de evitar que en el futuro sigamos artificialmente limitando la riqueza argentina. El mundo está sediento, desea tomar buen vino, y en Mendoza arrancan cuarenta mil hectáreas de vides. En vez de propugnar la riqueza estamos limitándola artificialmente. Esa riqueza multiplicada por la industria permitirá un ciclo de organización completo en su economía. Una mayor industrialización permite comerciar y aumentar los precios y ello permite una mejor distribución para el hombre; con ello aumentar los precios y ello permite una mejor distribución para el hombre; con ello aumenta su poder adquisitivo el trabajador y tiene mayor capacidad de consumo. Seremos así una nación superalimentada, supervestida y superhabitada. Estados Unidos de Norteamérica, por su extraordinaria economía, consume el ochenta y cinco por ciento de su producción y solamente exporta un veinte o un veinticinco por ciento.
Nuestra doctrina social es más simple. Ya lo explico con un ejemplo que me dieron en Paraná cinco chicos. Nuestra doctrina abarca ese gran principio humanitario. Estaban en el puerto y uno no tenía botines. Nosotros desde a bordo les tiramos cinco pesos, que cayeron en manos de uno que estaba bien vestido. Los cuatro chicos que presenciaban la escena, dijeron: "No, eso no es para vos; es para ése que está en patas". Y el chico entregó los cinco pesos al chico descalzo. Ésta es nuestra doctrina; queremos que alguno de esos grandes señores sepan entregar a los que no tienen botines. Queremos que algún día se conduelan de sus semejantes los que todos lo tienen, para que no haya descalzos y para que nuestra niñez aprenda a sonreír desde que nace.
Nuestra doctrina social involucra a esos, cuando está demostrando que en nuestro país, gran productor de trigo, es inaceptable que en el interior no hayan quienes coman pan ni carne y se ofrezca el doloroso panorama de que al sortear a nuestros ciudadanos para el servicio militar, el cuarenta o el cincuenta por ciento de ellos se encuentran inútiles por la debilidad de su constitución. Cuando se cuida una nación lo primero que hay que cuidar es su capital humano, por que no es reemplazable. Pero aquí más se cuida de una máquina o de un motor que de quien la maneja o conduce. Nuestra doctrina social, en su primera parte, busca estas conquistas. En la segunda parte, otros aspectos para una mayor dignificación del trabajo. En primer término, no aceptamos que por ser trabajadores les esté cerrado el Gobierno la legislación en su país.
No aceptamos que nuestra democracia sea instrumento del cual se sirven los eternos demagogos para despachar la nación en su provecho. No aceptanación en su provecho. No aceptael derecho como ciudadano. Por eso pensamos que nuestra conquista social, además de dignificar el trabajo, dispone la elevación de la cultura y la humanización total. Queremos que el pueblo vaya al Gobierno y a la legislación para compartir las responsabilidades y crear sus propias leyes que han de regirlo en el trabajo.
Ésta, y no otra, es la razón de ser de nuestro movimiento. Queremos también que la doctrina política llegue a influenciar benéficamente en el país, organizándolo por métodos ideales de gobierno, por la vía constitucional y legal; para la organización de la masas ciudadanas, prestando por primera vez un movimiento político perfecto y orgánico. Buscamos que defiendan la organización política e institucional de la Nación.
Por eso, señores, nuestra doctrina integral tiene puntos tan fundamentales que no han podido ser atacados. Ellos viajan en una caravana que asemeja a los esforzados barqueros del Volga tirando el carro de sus pecados y de sus culpas, y cuando se refieren a nosotros nos calumnian y terminan deseando que nos muramos. Nosotros, en cambio, hablamos de nuestras aspiraciones y de nuestros sueños, que han de terminar con muchos pobres en esta tierra.
Nosotros no criticamos, no somos destructores, somos constructores y deseamos hacer el bien. Por eso no cometemos el error de los anacronismos que ellos cometen. Decían días pasados en una tribuna que el coronel Perón no había dado ninguna conquista social. Que el coronel Perón no le ha dado al pueblo ninguna mejora, y ellos en su programa dicen que respetarán todas las conquistas sociales que nosotros hemos conseguido. Pero ellos, que se comprometen a mantener nuestras conquistas, financian sus viajes y sus propagandas con dineros de la UIA. Yo quisiera saber, si hemos desarrollado conquistas, y si ellos van a mantener esas conquistas, cómo se las van a arreglar con la Unión Industrial, que nunca las ha querido.
Señores: podríamos seguir hablando largamente de esas contradicciones, pero me interesa conversar con ustedes de otras más, de importancia extraordinaria frente a los acontecimientos futuros.
El movimiento nuestro, para servir de mejor manera a la causa, ha de cumplir los consejos que detallaré. Primero, todo aquel que se sienta peronista, que se siente ligado a nuestra causa por verdaderos lazos, que son los de la fraternidad, debe pensar que la base de nuestro éxito se afirma en una absoluta unidad de nuestro movimiento. Sabemos que en el movimiento peronista se han infiltrado algunas fuerzas extrañas que tratan de producir disociación entre sus filas. Cuando ello suceda, no hay que ser sensible en esta tarea de disociación; es menester que los hombres de este movimiento sepan discernir por sí y por su propia voluntad y no por influencia ajena. El movimiento nuestro ha de precaverse de cuerpos extraños. Para ello, recomiendo que estudie cada peronista el manifiesto que he de lanzar por radio en cadena. Allí está perfectamente determinado cuál debe ser el procedimiento de cada uno de nuestros hombres. También he de terminar diciendo, como exigencia a todos los hombres de nuestro movimiento, que cada uno cumpla con su deber. Nosotros nos comprometemos a cumplir con lo nuestro, que es el de mantener inquebrantable todas nuestras conquistas.
Propugnamos para el futuro nuevas conquistas que lleven a la Argentina a ser un país modelo por la justicia social.
Señores: deseo terminar estas palabras con una despedida afectuosa para este pueblo de trabajadores que habita en Rosario, formando el emporio más extraordinario del país, pueblo conocido en todo el mundo como el puerto granero más grande del mundo, cuyo trigo rosafé es el modelo para la clasificación de todos los del mundo, obtenido con el trabajo y la dedicación de este pueblo.
Amigos rosarinos: bien saben los trabajadores de esta tierra con cuánto cariño los recuerdo. Luchen, porque están luchando por su porvenir. Recuerden que un hombre que defecciones es una fuerza que se resta. Que vuestros hijos y vuestros nietos no puedan reprocharnos ni echarles en cara porque han aflojado en un momento decisivo de nuestra vida. Con esta invocación que os hace un hombre que no piensa sino en el bien colectivo y que quiere que lo recordéis en el futuro, me despido con un fuerte abrazo de verdad, que es un abrazo de un camarada y de un hermano de causa.


JUAN DOMINGO PERÓN “Dejo firmado un decreto de aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y la participación en las ganancias” Octubre 10 de 1945

JUAN DOMINGO PERÓN 

Dejo firmado un decreto de aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y la participación en las ganancias”  Octubre 10 de 1945





Mensaje de despedida de Perón a los obreros concentrados en la Secretaría de Trabajo y Previsión

Ante miles de obreros y empleados concentrados ante la Secretaría de Trabajo y Previsión el atardecer del 10 de octubre de 1945, el coronel Perón les dirige un mensaje de despedida al abandonar la función pública. (Octubre 10 de 1945.)

Trabajadores: 
 
Termino de hablar con los empleados y funcionarios de la Secretaría de Trabajo. Les he pedido, como mi última voluntad de secretario de Trabajo y Previsión que no abandone nadie los cargos que desempeñan, porque se me habían presentado numerosísimas renuncias. Yo considero que en esta hora el empleo en la Secretaría no es un puesto administrativo, sino un puesto de combate, y los puestos de combate no se renuncian: se muere en ellos.

Esta casa, fundada hace un año y medio se ha convertido en la esperanza de los hombres que sufren y trabajan. Esa esperanza no debe ser defraudada por nadie, porque acarrearía las mayores desgracias a nuestra patria. Despojado de toda investidura, hablo hoy a mis amigos los trabajadores expresándoles, por última vez desde esta casa, todo lo que mi corazón siente hacia ellos y todo lo que he de hacer en mi vida por su bien.


Si la revolución se conformara con dar comicios libres, no habría realizado sino una gestión en favor de un partido político. Esto no pudo, no puede, ni podrá ser la finalidad exclusiva de la revolución. Eso es lo que querrían algunos políticos para poder volver; pero la revolución encarna en sí las reformas fundamentales que se ha propuesto realizar en lo económico, en lo político y en lo social. Esa trilogía representa las conquistas de esta revolución que está en marcha y que cualesquiera sean los acontecimientos, no podrá ser desvirtuada en su contenido fundamental.


La obra social cumplida es de una consistencia tan firme que no cederá ante nada, y la aprecian no los que la denigran, sino los obreros que la sienten. Esta obra social que sólo los trabajadores la aprecian en su verdadero valor debe ser también defendida por ellos en todos los terrenos. 

 
La Secretaría de Trabajo y Previsión acometió hace un año y medio dos enormes tareas: la de organizar el organismo y la de ir, sobre la marcha, consiguiendo las conquistas sociales que se consideraban más perentorias para las clases trabajadoras. 
 
Sería largo enumerar las mejoras logradas en lo que se refiere al trabajo, a la organización del trabajo, a la organización del descanso, al ordenamiento de las remuneraciones y a todo lo que concierne a la previsión social. Esta tarea realmente ciclópea se ha cumplido con este valioso antecedente: las conquistas obtenidas lo han sido con el absoluto beneplácito de la clase obrera, lo que representa un fenómeno difícil de igualar en la historia de las conquistas sociales.

En el campo de la previsión social hemos comenzado, por realizar una propaganda sobre el ahorro -posible con los mejores salarios- y luego propugnamos por el incremento de las mutualidades. Se ha aumentado el número de los argentinos con derecho a jubilación, en cifras verdaderamente extraordinarias, y a este respecto cabe destacar la iniciativa de la Confederación de Empleados de Comercio, que constituye un triunfo y un motivo de orgullo para la previsión social argentina.


Hemos defendido desde aquí a todas las organizaciones obreras, las que hemos propugnado, facilitándoles su desenvolvimiento. Desde esta casa no se ordenó jamás la clausura de un sindicato obrero ni se persiguió nunca a un trabajador, por el contrario, siempre que nos fue posible pedimos a las autoridades la libertad de obreros detenidos por distintas causas.


A diferencia de lo que ha sucedido en otras partes o en otros tiempos, las autoridades han defendido a las organizaciones obreras en lugar de molestarlas o perseguirlas. Es así que terminamos de dictar un decreto-ley referente a las organizaciones profesionales. 

 
Cuando llegué a la Secretaría de Trabajo, el primer pedido que recibí de los obreros fue la derogación de un decreto del año 1943, en el que se establecía para las asociaciones gremiales un régimen de tipo totalitario. 
 
El primer decreto que firmé en esta Secretaría fue la derogación de ese reglamento; y tengo la satisfacción de decir que el último que he firmado es el nuevo régimen legal de las asociaciones profesionales, que difiere fundamentalmente del anterior. Y con respecto al cual puedo asegurar que es lo más avanzado que existe en esta materia. 
 
Bastaría decir que bajo este cuerpo legal, el gobierno, que puede intervenir una provincia o una asociación de cualquier orden, no puede en cambio intervenir los sindicatos obreros. 
 
También dejo firmado un decreto de una importancia extraordinaria para los trabajadores. Es el que se refiere al aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y la participación en las ganancias. 
 
Dicho decreto, que he suscripto en mi carácter de secretario de Estado tiene las firmas de los ministros de Obras Públicas y de Marina, y beneficia no solamente a los gestores de la iniciativa -la Confederación de Empleados de Comercio-, sino a todos los trabajadores argentinos.

Y ahora, como ciudadano, al alejarme de la función pública, al dejar esta casa que para mí tiene tan gratos recuerdos, deseo manifestar una vez más la firmeza de mi fe en una democracia perfecta, tal como la entendemos aquí. Dentro de esa fe democrática fijamos nuestra posición incorruptible e indomable frente a la oligarquía. 

 
Pensamos que los trabajadores deben confiar en sí mismos y recordar que la emancipación de la clase obrera está en el propio obrero. Estamos empeñados en una batalla que ganaremos porque es el mundo el que marcha en esa dirección. 
 
Hay que tener fe en esa lucha y en ese futuro. Venceremos en un año o venceremos en diez, pero venceremos. En esta obra, para mí sagrada, me pongo desde hoy al servicio del pueblo y así como estoy dispuesto a servirlo con todas mis energías, juro que jamás he de servirme de él para otra cosa, que no sea su propio bien.

Y si algún día, para despertar esa fe, ello es necesario, me incorporaré a un sindicato y lucharé desde abajo.
Al dejar el gobierno, pido una vez más a ustedes que se despojen de todo otro sentimiento que no sea el de servir directamente a la clase trabajadora. 

 
Desde anoche, con motivo de mi alejamiento de la función pública, ha corrido en algunos círculos la versión de que los obreros estaban agitados. Yo les pido que en esta lucha me escuchen. No se vence con violencia; se vence con inteligencia y organización. Por ello les pido también que conserven una calma absoluta y cumplan con lo que es nuestro lema de siempre: del trabajo a casa y de casa al trabajo. 
 
No debemos por ninguna causa exponer la tranquilidad de un obrero o la felicidad de una familia. Hemos de luchar con inteligencia y organización, y así, el triunfo será nuestro. 
 
Debo decirles que he hablado con el excelentísimo señor Presidente de la Nación, quien me ha prometido que la obra social realizada y las conquistas alcanzadas, serán inamovibles y seguirán su curso. Pido, pues, el máximo de tranquilidad a todos los trabajadores del país. 
 
Tranquilidad y calma es lo que necesitamos para seguir estructurando nuestras organizaciones y hacerlas tan poderosas que, en el futuro sean invencibles. Y si un día fuese necesario he de formar en sus filas para obtener lo que sea justo. Mientras tanto que sea la calma y la tranquilidad lo que guíe los actos de los obreros para que no se perjudique esta magnífica jornada de justicia social. 
 
Pido orden para que sigamos adelante en nuestra marcha triunfal; pero si es necesario, algún día pediré guerra. Y ahora quiero que demos una vez más ese ejemplo de cultura que han exhibido en esta ciudad las masas de trabajadores. 
 
Les pido a todos que llevando en el corazón nuestra bandera de reivindicaciones piensen cada día de su vida que hemos de seguir luchando inquebrantablemente por esas conquistas que representan los objetivos que han de conducir a nuestra República a la cabeza de las naciones del mundo. Recuerden y mantengan grabado el lema "de casa al trabajo y del trabajo a casa" y con eso venceremos.

Para terminar no voy a decirles adiós. Les voy a decir "hasta siempre", porque desde hoy en adelante estaré entre ustedes más cerca que nunca. Y lleven, finalmente, esta recomendación de la Secretaría de Trabajo y Previsión: únanse y defiéndanla, porque es la obra de ustedes y es la obra nuestra.