sábado, 25 de abril de 2015

JUAN JOSÉ CASTELLI EL PRIMO DE BELGRANO CUYA VOZ QUE NUNCA CESO

JUAN JOSÉ CASTELLI

 EL PRIMO DE BELGRANO CUYA VOZ QUE NUNCA CESO

 

Juan José Castelli fue una figura clave en el proceso revolucionario de Mayo pero ocupa un lugar poco menos que insignificante en la historia oficial. Encima, cual una metáfora trágica, murió de un cáncer en la lengua tras haberse destacado como un notable orador.

El orador, joven y brillante, el mismo que a los 24 años obtuvo su licenciatura en Derecho, en la Universidad de Chuquisaca, pudo haber elegido una vida profesional sin contratiempos. Pero optó por otro camino, abriendo una huella sin más herramientas que sus propias convicciones, férreas e incorruptibles.

Casi dos siglos atrás, un 21 de mayo de 1810, Juan José Castelli había logrado el primer objetivo: la convocatoria a un Cabildo Abierto por parte de una autorización del virrey Cisneros, quien intuía que su capital político se desmoronaba para siempre. Sintió la satisfacción del deber cumplido, compartiendo la buena nueva con su primo, Manuel Belgrano, y su otro compañero de ideales, Mariano Moreno.

Partidarios del Contrato Social de Rousseau, de los tres le tocó a Castelli el papel de exponer y defender las ideas patriótico-revolucionarias, habiendo basado su discurso en el apoyo a los derechos del pueblo para reasumir su soberanía y contar con un gobierno propio tras la caída de Fernando VII. La transición de un régimen colonial a un sistema nuevo, comprometido con la independencia, se había acelerado ese 22 de mayo.

Pero Castelli no se agotó tres días después, si no todo lo contrario. Soñó con una patria grande y sin exclusiones. E intuyó que su energía comenzaba a ser observada de reojo por el ala más gatopardista del flamante gobierno.

Aceptó la misión de comandar la ocupación del Alto Perú y su espíritu volcánico lo llevó a liberar a los indígenas de la esclavitud, en un acto de fuerte peso simbólico ocurrido exactamente cuando se cumplía el primer aniversario de la Revolución de Mayo.

Sin embargo, creyó en la lealtad del acuerdo de palabra y fue traicionado por las fuerzas realistas, luego de una tregua pactada que no fue respetada el 20 de junio de 1811. El desastre de Huaqui le dio motivos al Triunvirato, que ya lo tenía en la mira, para encarcelarlo.

La degradación espiritual se vio aumentada por una cruel paradoja: un cáncer de lengua, precisamente en quien había sido conocido como el Orador de Mayo. Una habitación sin ventanas, un tintero, una vela, un catre de soldado y un juego de ajedrez fueron sus únicas pertenencias en la celda que se le había destinado, en el Regimiento de Patricios.

"Si ves al futuro, dile que no venga", expresó, previo a la muerte. Una frase, mezcla de ironía y doble sentido, que permite una interpretación entrelíneas. ¿Acaso una expresión de deseo personal ante el desenlace inevitable? ¿O la presunción de esa desorganización organizada que aparenta ser el devenir argentino?


Fuente Fabián Galdi

viernes, 24 de abril de 2015

PRIMER AUTO CONSTRUIDO EN ARGENTINA

PRIMER AUTO CONSTRUIDO EN ARGENTINA

Primer auto construido en Argentina

Si bien se sabe que hubo muchos intentos individuales de armar autos en Argentina entre fines del siglo XIX y principios del XX, el primer caso documentado corresponde al ingenioso mecánico español Celestino Salgado.

En 1901, Don Celestino armó en un taller de Buenos Aires un vehículo para cuatro pasajeros dotado de un motor a vapor de 6 HP con una autonomía de 12 horas a marcha regular. En su construcción, que demandó tres meses, fueron empleados componentes de origen europeo y nacional. El automóvil encargado especialmente por Enrique Anchorena, recibió una amplia cobertura en los medios de prensa locales que incluían fotos y datos técnicos, donde se destacaron tanto el esfuerzo del constructor como las cualidades del vehículo. La popular revista "Caras y Caretas" publicó que era "elegante de forma, pintado de rojo y tapizado de marroquín color lacre". En noviembre de ese mismo año participó de la primera carrera de automovilismo de Argentina realizada en el Hipódromo Argentino.

FUENTE: http://www.autohistoria.com.ar/Historias/Salgado.htm

LOS GAUCHOS, FORJADORES DE LA PRIMERA INDEPENDENCIA

LOS GAUCHOS, FORJADORES DE LA PRIMERA INDEPENDENCIA


El gaucho desde un principio tuvo el más alto concepto de patria y de libertad. En las Invasiones Inglesas luchó y humilló al orgullo anglosajón. En la Guerra de la Independencia fue implacable contra el español imperial al que llamó “godo” y “matucho” o “maturrango” (flojo, mal jinete). Gauchos fueron los Granaderos a Caballo, los Infernales de Güemes, los que contra los portugueses rompieron los cuadros de Ituzaingó. Luego combatió como insurgente, como “capiango” de las “montoneras” del riojano Juan Facundo Quiroga (1793-1835), del mendocino José Félix Aldao (1785-1845), del santafesino Estanislao López (1786-1838), del santiagueño Juan Felipe Ibarra (1787-1851), del cordobés Juan Bautista Bustos (1799-1830), del tucumano Alejandro Heredia (1783-1838), del bonaerense Manuel Dorrego (1787-1828), del entrerriano Ricardo López Jordán (1822-1889), del riojano Angel Vicente “El Chacho” Peñaloza (1798-1863), del catamarqueño Felipe Varela (1821-1870) que sintetizó en su grito el objetivo de la lucha contra los “dotores” de Buenos Aires: ¡Viva la Unión Americana! ¡Abajo los negreros traidores a la patria! (22) Tampoco debemos olvidar a los hermanos gauchos de la Banda Oriental que siguieron a los caudillos José Gervasio Artigas (1764-1850), Manuel Oribe (1796-1857), Timoteo Aparicio (1814-1882) y Aparicio Saravia (1855-1904). Ni a los hermanos “huasos” de Chile que integraron los húsares del guerrillero mártir Manuel Rodríguez (1786-1818).
En el combate de San Lorenzo (3 de febrero de 1813), un realista intentó atravesar a San Martín con su bayoneta, pero fue derribado oportunamente por un gaucho, Baigorria, oriundo de San Luis. Y otro gaucho, el correntino Juan Bautista Cabral, salvo la vida del numen, pero esta vez, a cambio de la suya. La historia inmortalizó el nombre del Sargento Cabral. El gaucho murió ignorado en la acción. El Libertador San Martín empleó el término “gaucho” en dos comunicados para referirse a valientes fuerzas patriotas. La élite porteña, sin embargo, lo suplantó por la expresión “patriotas campesinos” cuando los mensajes se publicaron en la Gaceta ministerial oficial (Cfr. Pérez Amuchástegui, A. J., Mentalidades Argentinas, Eudeba, Bs. As. 1970; Rojas, Ricardo, El Santo de la Espada, Losada, Bs. As. 1950, pág. 165).
Recordemos que durante las operaciones militares en torno a la plaza fuerte de Orán, en Argelia (junio de 1791), integrando el segundo batallón del Regimiento de Murcia, contando con apenas trece años hizo su bautismo de fuego el cadete granadero José de San Martín y Matorras (1778-1850), el futuro Li­bertador de indios, gauchos y negros de la América del Sur. El grandioso espectáculo de la valiente y enconada resistencia de los musulmanes, luchando por su independencia contra los invasores hispánicos, lo impresionó vivamente y, sin duda, orientó sus pensamientos e hizo nacer la llama de la rebeldía y los anhelos de emancipación para su pueblo lejano, que marcarían definitivamente su destino (ver Juan M. Zapatero, San Martín en Orán, Círculo Militar, Bs. As., 1980).
La nueva Argentina blanca, europea y burguesa, surgida del triunfo unitario de Caseros, lejos de reconocer la decisiva aportación del gaucho en la lucha por la independencia, lo condenó sin apelación, y Sarmiento, como hemos visto, y muchos otros, proclamaron su ostensible intención de hacer cuanto estuviera a su alcance “para borrarlo de la faz de la tierra”. La figura emblemática del gaucho montonero o rebelde, alzado contra una sociedad injusta en la que no tenía cabida, surge hacia 1872 cuando a través de la Biblia Gaucha, el Martín Fierro, el poeta José Hernández (1834-1886) intentó hacer justicia, describiendo con trazos magistrales y sombríos la magnitud de su tragedia, ya había desaparecido. Su sucesor, el peón, el nuevo proletario agrario, era apenas su triste reflejo, un juguete indefenso en manos del patrón y del sistema. Del mismo modo, su bandera esplendorosa azul y blanca había sido reemplazada por la celeste y blanca, que nada tenía que ver con la insignia que el general Manuel Belgrano (1 770-1820) enarboló por primera vez el 27 de febrero de 1812, a orillas del Paraná.
Madaline Wallis Nichols, la prestigiosa escritora norteamericana lo ha dicho muy bien: El gaucho real ha desaparecido hace tiempo, pero el gaucho sublimado y los ideales que él encarna viven aún. Está bien vivo en la moderna literatura del Plata, en la música, en el arte (M.W. Nichols: El Gaucho, Ed. Peuser, Bs.As. 1953).
Gaucho es hoy sinónimo de generoso, servicial, hospitalario, noble. En nuestra habla corriente no pedimos ahora un favor desinteresado, sino una gauchada, término intraducible a otro idioma y de significado enaltecedor.
A pesar de todo, nos queda un gran interrogante. Es el que nos plantea ese arabista argentino llamado Ciro Torres Lopez:
Tal fue la historia del gaucho, exactamente idéntica a la del beduino. Tuvo todos sus valores en la hora prima, cuando el padre español que le traía, se unió con la madre india y lo creó. Cumplió su visión heroica hasta concluidas las guerras de la Independencia, en las cuales brilló incomparable como patriota, como libertador y civilizador... Entonces afluyeron de toda la rosa de los vientos las hordas rubias del mundo, y desde as costas oceánicas, esa pleamar incontenible de sangres extrañas, avanzó y aplastó lo que había del gaucho, de la tierra y de la estirpe; lo excedió, lo tapó, lo deformó, rellenó y niveló. Encima quedó la avalancha de la horda y su resaca; abajo el gaucho, la estirpe, la fricción centenaria del hombre con el suelo, que es decir la metamorfosis misma de la Nacionalidad; y más abajo, la tierra y la raíz del connubio de su esencia geohumana, que es el genio diferenciado y profundo de un pueblo... Para enfrentarnos ase semejantes problemas, para movilizar los ancestros más vigorosos y las poderosas fuerzas morales más constructivas de nuestro ser como pueblo, es que me he lanzado a las lejanías de la historia y del mundo para traer el espejo mágico de nuestro abuelo árabe en nuestra fisonomía integral y columbrar lo que hemos sido, lo que somos y lo que podemos ser. Tamaño esfuerzo, mensaje tan alto, ¿será comprendido por las generaciones del presente y del mañana?; ¿encenderá sus corazones, movilizará sus almas, agilizará sus manos, agrandará sus pechos, iluminará sus ojos y les impulsará a la realización de un gran destino, a tono con nuestro padre español y con nuestro abuelo árabe, que enseñorearon el mundo para adelantarlo, enriquecerlo, dignificarlo, culturizarlo, universalizarlo y embellecerlo? ¿O esas generaciones están de tal manera dormidas y yertas, inmersas en un imundo tan pueril, con las almas de tal modo entregadas a la irresponsabilidad y a la molicie, que ya no tienen oídos para escuchar ni a la historia, ni a la sangre, ni a la tierra de los padres, que es la Patria? (C. Torres López, El Abuelo Arabe, Ed. del autor, Cap. VIII: El Gaucho y el Beduino en identidad trascendente, págs. 307-312, Rosario, W55).
Nos advertía el Líder de los Trabajadores Argentinos:
Pienso yo que el año 2000 nos va a sorprender o unidos o dominados; pienso también que es de gente inteligente no esperar que el año 2000 llegue a noso­tros, sino hacer un poquito de esfuerzo para llegar un poco antes del año 2000, y llegar un poco en mejores condiciones que aquella que nos podrá deparar el destino mientras nosotros seamos yunque que aguantamos los golpes y no seamos alguna vez martillo; que también demos algún golpe por nuestra cuenta (Juan Perón, La Hora de los Pueblos, Colección Línea Nacional, Bs.As., 1982, pág. 87).
Esa Segunda Independencia sólo sucederá si Dios quiere, pues “ciertamente Dios no cambia la situación de un pueblo, si antes ese pueblo no se cambia a sí mismo” (El Sagrado Corán: Surah 13 “El Trueno”, Aleya 11).
 
Y dejo rodar la bola
que algún día se ha de parar;
tiene el gaucho que aguantar
hasta que lo trague el hoyo,
o hasta que venga algún criollo
En esta tierra a mandar.  
Más naides se crea ofendido
pues a ninguno incomodo;
y si canto de este modo
por encontrarlo oportuno,
NO ES PARA MAL DE NINGUNO
SINO PARA BIEN DE TODOS.
Del Martín Fierro  



miércoles, 22 de abril de 2015

La vida en el Buenos Aires virreinal

La vida en el Buenos Aires virreinal



"En las calles de Buenos Aires no se ven, en las horas de la siesta más que médicos y perros". Así describía a la Gran Aldea un viajero francés. Y es que el pasatiempo preferido de los porteños era dormir la siesta. Tampoco había mucho que hacer. Las actividades principales eran la ganadería y el comercio, que se manejaban con poca mano de obra y una visita cada tanto a los lugares de producción y servicio. Ir de shopping llevaba muy poco tiempo. Bastaba atravesar la Plaza de la Victoria (actual plaza de Mayo) y recorrer la Recova donde estaban los puestos de los "bandoleros", como se llamaba entonces a los merceros frente a una doble fila de negocios de ropa y novedades.
Las diversiones 
Convocaban por igual a ricos y pobres las corridas de toros. En 1791 el virrey Arredondo inauguró la pequeña plaza de toros de Monserrat (ubicada en la actual manzana de 9 de julio y Belgrano) con una capacidad para unas dos mil personas. Pero fue quedando chica, así que fue demolida y se construyó una nueva plaza para 10.000 personas en el Retiro en la que alguna vez supo torear don Juan Lavalle.
El pato, las riñas de gallo, las cinchadas y las carreras de caballo eran las diversiones de los suburbios orilleros a las que de tanto en tanto concurrían los habitantes del centro. Allí podían escucharse los "cielitos", que eran verdaderos alegatos cantados sobre la situación política y social de la época.
Las damas también gustaban de las corridas de toros pero preferían el teatro, la Opera y las veladas, que eran reuniones literarias y musicales realizadas en las casas. Eran la ocasión ideal para conseguir novio.
Los negros 
Apenas siete años después de la segunda fundación de Buenos Aires, en 1587, se produjo el primer desembarque de africanos esclavos en Buenos Aires. Las travesías del Atlántico eran terribles. Viajaban amontonados sin las más mínimas condiciones sanitarias, mal alimentados y sometidos a la brutalidad de los traficantes.
Buenos Aires era una especie de centro distribuidor de esclavos. Desde aquí se los vendía y se los llevaba a los distintos puntos del virreinato. En Buenos Aires a los esclavos negros se los ocupaba sobre todo en las tareas domesticas como sirvientes en las casas de las familias más adineradas.
A pesar de la esclavitud, los negros de Buenos Aires y Montevideo no perdieron sus ganas de vivir e hicieron oír sus candombes y milongas y aportaron palabras a nuestro vocabulario como mucama, mandinga (el diablo) y tango.
El teatro 
Una vez a la semana "la parte más sana del vecindario", como definía el Cabildo a sus miembros, es decir, los propietarios porteños, concurría al teatro para asistir a paquetas veladas de ópera y a disfrutar de las obras de teatro de Lavardén. Desde que la inaugurara el Virrey Vértiz en 1783, la Casa de Comedias, conocida como el Teatro de la Ranchería, se transformó en el centro de la actividad lírica y teatral de Buenos Aires hasta su incendio en 1792. En 1810 pudo reabrirse el Coliseo Provisional de Comedias dando un nuevo impulso al arte dramático.
El primer periódico de la colonia y la primera censura a la prensa 
Durante el virreinato de Joaquín del Pino comienza a publicarse en Buenos Aires El Telégrafo Mercantil, el primer periódico de nuestra historia. El numero 1 apareció el primero de abril de 1801. Pero como el periódico decía cosas que molestaron al poder, fue clausurado por orden del virrey en octubre de 1802.
Las comunicaciones 
Muy lejos del teléfono y la internet, los habitantes del virreinato se comunicaban por carta. Pero, ¿cuánto tardaba en llegar una carta a destino? Dependiendo lógicamente de las distancias, desde una semana a seis meses.
Las cartas eran llevadas a caballo a través de las postas, donde descansaban los mensajeros y cambiaban de caballo. Desde Buenos Aires tres veces por año salía un hombre a caballo hacia Chile, otro hacia el Perú y otro al Paraguay. Así que... había que armarse de paciencia. Con el tiempo aparecieron las galeras tiradas por varios caballos que transportaban pasajeros y correspondencia, acelerando los tiempos de llegada de las cartas.
En 1747 se creó el correo, pero recién con la apertura del puerto se regularizo la correspondencia con España.
El Consulado 
Durante el virreinato de Arredondo se creó el Consulado en 1794, un organismo destinado a organizar la vida económica de la Colonia. Controlaba a los comerciantes para que no aumentaran injustificadamente sus precios y para que no engañaran a sus clientes con los pesos y medidas de sus mercaderías.
El primer secretario fue un joven criollo que había estudiado en Europa las más modernas teorías económicas, Manuel Belgrano, quien en los informes anuales del consulado aconsejara a las autoridades fomentar la industria y las artes productivas.

SILOGISMO DE CHUQUISACA, ANTECEDENTE FUNDAMENTAL DE LA REVOLUCION DE MAYO

SILOGISMO DE CHUQUISACA

 ANTECEDENTE FUNDAMENTAL DE LA REVOLUCION DE MAYO



A Bernardo de Monteagudo no se le da la verdadera importancia que tuvo en la independencia Americana. A los 18 años da a conocer este importante antecedente de la revolución de mayo. Fue uno de los principales ideólogos de San Martín. Luego de Bolivar.
El silogismo de Chuquisaca, silogismo de Charcas o silogismo alto peruano fue una proclamación realizada por Bernardo de Monteagudo en la Ciudad boliviana de Chuquisaca, cuando ésta formaba parte de los dominios del Alto Perú del Virreinato del Río de la Plata. Tras conocerse el 23 de septiembre de 1808 la destitución del rey español Fernando VII por el imperio napoleónico, comenzó un debate en la universidad y los círculos intelectuales sobre la legitimidad del gobierno virreinal. Fue en este contexto que Monteagudo realizó la proclama:

¿Debe seguirse la suerte de España o resistir en América? Las Indias son un dominio personal del rey de España; el rey está impedido de reinar; luego las Indias deben gobernarse a sí mismas.

Dicha proclamación encendió los ánimos revolucionarios en Chuquisaca y La Paz, llevando a la Revolución de Chuquisaca y la formación de la Junta Tuitiva en La Paz. Dichos movimientos independentistas fueron detenidos por el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y sus autores fueron sentenciados a muerte; pero dichas ejecuciones precipitaron a su vez la Revolución de Mayo en la ciudad de Buenos Aires. 

domingo, 19 de abril de 2015

ANDRÉS ARGUIBEL Espía de la Revolución

ANDRÉS ARGUIBEL Espía de la Revolución

Héroe de la Independencia



Poco hemos oído hablar de Arguibel. Pero fue un hombre fundamental para afianzar la independencia nacional.

Solo una corta calle en las cañitas lo recuerda.

Andrés Arguibel y López Cossio fue el principal agente de las Provincias Unidas del Río de la Plata en España en las primeras dos décadas del movimiento emancipador y tuvo un papel fundamental tanto en suministrar a los patriotas información de carácter reservado sobre los planes y medidas de la monarquía, como en boicotear los proyectos destinados a la reconquista de Buenos Aires.

Arguibel nació en Buenos Aires el 30 de noviembre de 1773, único hijo varón de Felipe Filiberto de Arguibel,1 natural de Saint Jean de Luz, Labourd, Francia, y Andrea María López Cossio, natural de Buenos Aires.

Su padre era un importante comerciante de ultramar con buques en consignación, como la fragata Nuestra Señora del Buen Suceso. De orientación liberal, había sido miembro del partido contrario a los jesuitas ligado primero a Gaspar de Munive, Marqués de Valdelirios, en los sucesos que desembocarían en la Guerra Guaranítica y luego al Gobernador Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa quien sería el encargado de la expulsión de la Orden. Mantenía vínculos comerciales con Juan Antonio de Lezica y familiares con importantes familias de Buenos Aires, incluyendo la de los Ezcurra. En efecto, su hija Teodora Josefa, hermana mayor de Andrés, casó con Juan Ignacio de Ezcurra Ayerra. Una de sus hijas, María de la Encarnación de Ezcurra y Arguibel, casaría a su vez con Juan Manuel de Rosas.

Como era habitual en muchas familias ligadas al comercio de la metrópolis Andrés Arguibel debió dejar su hogar cercano al Fuerte para ser enviado a Cádiz con sólo 9 años a los efectos de recibir la educación básica y aprender oportunamente el comercio con América. Viajó junto con el joven hermano de Juan Antonio de Lezica, Tomás Antonio Lezica. Arguibel casó con una gaditana y para 1810 se había ya convertido en un exitoso comerciante de esa ciudad.

De ideas liberales, producida la revolución en Buenos Aires intentó volver a su tierra sin poder lograrlo, por lo que canalizó sus esfuerzos en Cádiz. Junto con otros americanos radicados en Andalucía, especialmente Tomás Antonio de Lezica (quien había retornado de su paso por Buenos Aires) y Juan de Lagosta, se comprometieron firmemente en la defensa del movimiento.

En la ciudad actuaban numerosas sociedades secretas, algunas netamente masónicas y otras muchas políticas de forma masónica: algunas de afrancesados, la mayor parte de liberales nacionales y unas pocas de americanos. Una de las principales era la Logia Integridad N° 7, adscripta al Gran Oriente de Sevilla, de la que fue maestro el general Francisco María Solano, marqués del Socorro, capitán general de Andalucía y gobernador civil y militar de Cádiz, superior del general José de San Martín.

Otra que reunió a numerosos americanos fue la Logia Caballeros Racionales N° 3 dirigida por Carlos María de Alvear hasta 1811, cuando lo reemplazó el sacerdoteRamón Eduardo de Anchoris. Eran también miembros entre otros José Matías Zapiola, Francisco de Gurruchaga, el general peruano José Rivadeneira y Tejadaque "habían tenido relación con la anteriormente citada de la "Gran Reunión Americana", y, a su vez, estaban en estrecho contacto con diversos "hermanos" bonaerenses, tales como Pueyrredón, Lezica y Rodríguez Peña".5 Más allá de algunas fórmulas masónicas, la sociedad era puramente operativa.
Agente de la revolución

Andrés Arguibel no era ajeno a esa actividad. Al llegar a Buenos Aires, Alvear, San Martín y Zapiola pusieron en contacto al gobierno con Arguibel, mientras que el regreso de su compañero Lezica facilitó la tarea.

El 5 de agosto de 1812 una nota de José Julián Pérez, miembro del Segundo Triunvirato le confiaba que "Ha llegado a entender este Gobierno con harto dolor" que el oficial Juan Bautista Azopardo, comandante de la primera escuadrilla de la revolución y derrotado en el Combate de San Nicolás del 2 de marzo de 1811 por Jacinto de Romarate había sido encarcelado en Cádiz, y le solicitaba a Arguibel que lo auxiliara en lo que estuviera a su alcance.

Cádiz era el punto de concentración de las fuerzas destinadas a América, lo que permitía a Arguibel tomar contacto con los oficiales españoles europeos liberales para influenciarlos o sobornarlos de manera de fomentar el descontento e impulsarlos a oponerse a las expediciones y por otro con los americanos, con el objeto de promover la causa y facilitarles el pase a América, como sucedería con el futuro general Tomás de Iriarte:

Una mañana mi asistente me anunció un señor que deseaba hablarme: entró y se dio a conocer: don Andrés Arguibel. Me dijo que eramos parientes y me ofreció su casa. Yo la frecuenté mucho, porque muy pronto me di a conocer con argumentos descubriéndole mis miras de servir bajo las banderas de mis paisanos, y este desahogo que tuve luego que supe que era patriota hizo que nos tratásemos con confianza. Arguibel tenía una hija, Dolores, de edad de 18 años. No era linda, pero si muy graciosa, dotada del garbo gaditano y, sobre todo, de una educación la mas cuidada. Había sido educada desde la edad de nueve años en un colegio de Inglaterra de donde estaba recién llegada. Joven llena de habilidades y tanto que ayudaba mucho al padre en su correspondencia mercantil. Sumamente amable, su trato me encantaba. Casó después con un condiscípulo del colegio de Segovia y tuvo una muerte prematura de resultas de su segundo parto. Iriarte, Tomás de, Memorias del General Iriarte, Compañía General Fabril Editora, 1962, Capítulo VIII, página 140.

Ligado a las sociedades secretas de Cádiz, Arguibel accedía a información política y militar de primer nivel, lo que le permitía mantener al gobierno de Buenos Aires al tanto de los acontecimientos hasta el punto que los realistas se asombraban de que en Buenos Aires o en Montevideo se conocieran con anticipación y clara certeza los sucesos de la península. En Buenos Aires los informes secretos llegados desde Cádiz o Gibraltar solían filtrarse al conocimiento general e incluso por razones de difusión (y de propaganda) se publicaban en ocasiones algunas noticias procurando no dar indicios de los autores.

La corona española realizó varios intentos expedicionarios para intentar recuperar sus colonias, especialmente el Río de la Plata. Pero también desde el primer momento los patriotas tomaron medidas para obstaculizar el proyecto, apoyándose en buena medida en la acción de las logias militares.
El Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón promovió tales acciones instruyendo en tal sentido a Arguibel y a Lezica y garantizando la rendición de los adelantos que hubieran sido precisos para subvertir el ejército:
"Emprendí por fin la obra de insurreccionar el mismo ejército que debia obrar nuestra ruina. D.Ambrosio Lezica, negociante de esta ciudad, fue encargado de dirigirse à su hermano D. Tomás, establecido en Cádiz, para iniciar sus relaciones con los gefes de aquel ejército...Los señores D. Tomás Lezica y D.Andrés Arguibel, naturales de Buenos Aires y establecidos con crédito en la plaza de Cádiz, fueron los agentes que llevaron á su término aquella riesgosa empresa. Fueron facultados para invertir las sumas de dinero que fuesen necesarias y autorizados para empeñar la responsabilidad del gobierno á todo lo que obrasen conducente al intento. La eficacia y destreza con que se manejaron apareció en el resultado. El ejército de la Isla de León se insurreccionó, la terrible espedicion que nos amenazaba se convirtió en daño del mismo que la formó y la República Argentina se vio por este medio libre y triunfante de sus enemigos. ¡Honor eterno a los nombres de Lezica y Arguibel entre los amigos de la libertad!"Juan Martín de Pueyrredón, Refutación a una atroz calumnia hecha con demasiada ligereza a un general de la República Argentina por Mr. Alejandro H. Everett, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en la Corte de España.
"Los agentes ocultos de las provincias americanas derramaban el oro para acrecer la repugnancia y el descontento de los militares, y el comercio gaditano y malagueño prodigaba también sus caudales para impulsar el cambio que deseaban." Adolfo de Castro, Historia de la ciudad y provincia de Cádiz desde 1814 hasta el día, Cádiz, 1859, página 30.

El 24 de junio Arguibel envió desde Gibraltar un informe destinado al Director Rondeau por intermedio de Ambrosio de Lezica donde aseguraba que la gran expedición de reconquista finalmente no se realizaría, que el ejército marcharía pronto sobre la Corte y que una de las primeras providencias del nuevo gobierno que se instalase sería suspender las hostilidades con los americanos pues así se había pactado de antemano. Aludía en ese sentido a cartas anteriores dirigidas a Pueyrredón y se aconsejaba exigir al futuro gobierno constitucional español el reconocimiento de la independencia como artículo preliminar a cualquier negociación.
Rondeau envió a través de Pablo Vázquez copia de la carta de Arguibel a Carlos María de Alvear, radicado entonces en Montevideo. La noticia de que "un agente del gobierno porteño en Gibraltar" informaba que la Expedición Grande finalmente no se realizaría se filtró hasta el espía español Juan Bautista de Arechaga quien consiguió obtener copia de la carta, que aparecía firmada con una "A". Tras nuevas averiguaciones pudo identificar al remitente, Andrés Arguibel.
Pronto Arechaga estuvo en condiciones de denunciar al conde de Casa Flórez, encargado de negocios español en la corte portuguesa, que "Arguibel era un revolucionario exaltadísimo y de gran talento y se hallaba empeñado en fomentar partido contra el rey y servir a los independientes, que había facilitado la fuga a Buenos Aires de Tomás Lezica y de un tal Salvadores y era íntimo amigo de un rico judío llamado Judah Benolier quien con el angloamericano MacCall servía al gobierno de Buenos Aires para distribuir la correspondencia destinada a Cádiz y Madrid."
No obstante los efectos del descubrimiento del nido de espías americano resultarían.

Arguibel debió tornar sin embargo definitivo su exilio en Gibraltar, con lo que terminó de perder su fortuna ya entonces muy disminuida por gestiones no siempre basadas en los fondos enviados desde Buenos Aires  no obstante lo cual continuó su labor.

Andrés Arguibel pudo volver a su ciudad natal en 1825. Murió pobre en Buenos Aires dejando a sus nietos, hijos de su finada hija única Dolores, en la orfandad.

Bibliografía[editar]
• Carranza, Ángel Justiniano, Campañas Navales de la República Argentina, Volumen IV (Notas Complementarias a Tomos 3 y 4, 2° Edición, Secretaria de Estado de Marina, Buenos Aires, 1962
• Cutolo, Vicente Osvaldo, Nuevo diccionario biográfico argentino, Editorial Elche, 1968.
• Alcalá Galiano, Antonio María, Apuntes para servir a la historia del origen y alzamiento del ejército destinado a Ultramar en 1 de enero de 1820
• De Castro, Adolfo, Historia de la ciudad y provincia de Cádiz desde 1814 hasta el día, Cádiz, 1859
• Pueyrredón, Juan Martín de, Refutacion a una atroz calumnia hecha con demasiada ligereza a un general de la Republica Argentina por Mr. Alejandro H. Everett, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en la Corte de España.
• Iriarte, Tomás de, Memorias del General Iriarte, Compañía General Fabril Editora, 1962
• Varela, Florencio, Escritos políticos, económicos y literarios, Impr. del Orden, 1859
• Roberts, Carlos, Las invasiones inglesas del Río de la Plata(1806-1807) y la influencia inglesa en la independencia y organización de las provincias del Río de la plata, Peuser, 1938.



sábado, 18 de abril de 2015

PESOS LEY 18.188

PESOS LEY 18.188


 Interesante artículo publicado en la ya desaparecida Revista Siete Días Ilustrados en el año 1970 para ilustrar como se vivió el primer cambio de moneda en la Argentina. Después nos fuimos acostumbrando, lamentablemente.



Ni la precaria publicidad (lanzada hace tan sólo 15 días), que trata de revelar los alcances de la ley (18.188) que reforma los valores monetarios argentinos, pudo evitar el desconcierto generado en todo el país a partir de esta semana. La invasión de monedas nuevas y la coexistencia de pesos viejos, pesos resellados y pesos nuevos, obliga a todo el mundo a enzarzarse en un complicado rompecabezas y a reacondicionar casi todos los rubros de la economía.
Amas de casa, comerciantes y grandes financistas, además de someterse a un ejercicio que parecía olvidado en los cuadernos de la escuela primaria (la reducción decimal), no cejan ahora de bucear en la escasa literatura explicativa que intenta descifrar los entuertos que florecen con la nueva medida monetaria. Poco se sabe en realidad, salvo que la tenencia de un departamento, un automóvil, un yate y joyas ya no darán a nadie patente de millonario.
La idea de quitarle dos ceros a las sumas que habitualmente recalaban en los bolsillos de los argentinos pertenece al ex ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena. Pergeñada a mediados de abril del año pasado, tenía un objetivo asegurar la estabilidad del peso lograda entonces. Después de los sucesos de Córdoba y Rosario (mayo y junio de 1969) insistentes rumores señalaban el naufragio de la política económica del entonces ministro Krieger y, por ende, ya se anunciaban las exequias del proyecto. El advenimiento del ministro José María Dagnino Pastore no modificó sin embargo el panorama. Y la Casa de Moneda (una veterana institución fundada en 1881) se abocó a la tarea de procrear los nuevos valores. Seis largos meses de trabajo consumaron la aparición de los nuevos billetes, que costaron al gobierno una suma aproximada a los 100 millones de pesos (de los viejos).
Para confeccionar los nuevos valores (de un peso, 5, 10. 50, 100, 500 y 1.000) se adquirió en Francia y en Inglaterra papel de fibra de lino. Son todos de igual tamaño y algunos tienen detalles pintorescos: los de 100, por ejemplo, llevan la firma de uno de los artistas que intervinieron en su confección: el griego Gianis Stines. Las monedas (de 1, 5, 10, 20 y 50 centavos) son a su vez de aluminio y magnesio.

EL PRECIO DE LA NOVEDAD

Para los comerciantes la novedad monetaria es sinónimo de gastos. A veces, como en el caso de los supermercados, la inversión que debieron hacer es importante. "El Solo hecho de remarcar los precios de los productos -afirmó Horacio Luna, 37, gerente de APSA. agencia publicitaria que tiene a su cargo las campañas de Gigante- nos significó una erogación de 5 millones de pesos. Pero el gasto mayor sobrevino en el cambio de fichaje de las cajas registradoras, unos 10 millones de pesos; y eso no es todo: nuestras campañas publicitarias se van a ver afectadas porque una disposición exige que se exhiban los precios con sus dos valores. Eso nos va a quitar espacio en los avisos gráficos y, por lo tanto, tendremos que sacrificar algunas ofertas".
Las tribulaciones del publicista Luna no son aisladas. Ricardo Anglés (34, contador adjunto de la vicepresidencia del First National City Bank, de Buenos Aires) tuvo que resolver otras cuestiones no menos intrincadas: "Solamente la adaptación de las máquinas sumadoras convencionales nos demandó un gasto de cuatro millones de pesos". Pero el mayor escollo que debieron superar los bancos fue el de stock de libretas de cheques impresas con el sello en pesos moneda nacional (m$n). "Por suerte, la Asociación de Bancos -señala Anglés- llegó a un acuerdo con el Banco Central y lo único que habrá que hacer es escribir, antes de la cantidad librada, la nomenclatura pesos ley 18.188; de no haberse decretado eso hubiéramos tenido que imprimir nuevas chequeras".
Lo que no pudieron evitar los bancos fue el entrenamiento de empleados y cajeros en el manejo de los tres tipos de moneda que coexistirán durante dos años. "Además - agrega Anglés- debimos adiestrar a un grupo de empleados que, por el tiempo necesario, procederán a dar todas las explicaciones pertinentes a los clientes más despistados. Pero no sólo eso: despachamos alrededor de 2.500 circulares a nuestros corresponsales de todo el mundo para que no olviden de escribir pesos ley 18.188 o new argentino peso cuando giren contra nuestro país; de lo contrario se producirían diferencias millonarias en las cantidades". Complementando estas medidas, el Banco City lanzó su propia campaña de esclarecimiento entre sus clientes, distribuyendo folletos explicativos que demandaron una inversión aproximada al millón de pesos.
Los directivos del Banco de Londres prefirieron, por su parte, una vía directa: distribuyeron facsímiles de los nuevos cheques entre sus clientes y modificaron el código de su computadora para "acostumbrar su memoria" a los centavos.
Al margen de las complicaciones semidomésticas, la reforma de la moneda ha ganado férreos defensores y mordaces detractores
Ricardo Díaz Herrera (44, responsable de la Gerencia de Investigaciones Económicas del Banco de Londres) no duda en arriesgar: "La disposición es el producto de una economía en desarrollo, que persigue el efecto psicológico de educar a la gente en la valoración de! dinero. Se volverán a ahorrar los centavos, como antes, y de esta manera los pesos van a venir solos; e! dólar se irá a 3,50 y entonces habrá pocas monedas que estén por encima de la nuestra. El peso fuerte estará respaldado por el sacrificio que se ha hecho en materia de estabilidad monetaria; y por si ello fuera poco, el cambio se establece en momentos en que la tasa inflacionaria es casi similar a las de los países desarrollados". La teorización de Díaz Herrera no exime el humor: "Además -ironizó-, ya no habrá millonarios en moneda nacional sino milenarios en pesos argentinos".
Con algunas diferencias y menos jocoso, el doctor, Juan Carlos Bustos Angeloz (43, gerente de la División Servicios Bancarios Personales del City Bank) analizó: "La medida surgió con el objeto de afianzar la estabilidad que el país venía buscando. Con este cambio se trata de que la gente valore el dinero hasta que nazca, espontáneamente, un movimiento en defensa del signo monetario. Todos discutiremos hasta el último centavo, pero se producirá un énfasis sobre el ahorro que perjudicará el consumo. Por eso temo que el redondeo de tos precios en los productos de primera necesidad encarezcan indebidamente la canasta familiar",
No tan complaciente, el taxista Juan Caries Alfiero (53) trepidó: "Ahora no solo tengo que llevar encima un monedero sino que voy a pasarme el día haciendo cuentas. Por suerte no se le ocurrió a nadie cambiamos el fichaje del reloj, porque en ese caso también hubiera tenido que gastarme unos 10 mil pesos en arreglos".
Para un ex ministro de Economía del gobierno peronista, Antonio Cafiero (46), la reforma monetaria adolece de serias fallas: "La medida -descerrajó- fue lucubrada durante la administración de Krieger, cuando los síntomas de estabilidad parecían firmes; luego se comprobó que esa estabilidad era ficticia y éste es el resultado: el gobierno busca lograr un efecto psicológico tendiente a prolongar las expectativas de los argentinos. Desde ya puedo decir que la reforma de la moneda no traerá apareada ninguna mejora económica. Además, advierto un serio peligro: si lo que se quiere es acentuar la estabilidad monetaria externa, reflotando el mito de la paridad del peso argentino con el dólar, lo que se logrará es revertir ese intento en una suma de sacrificios en función del mito, postergándose así las auténticas posibilidades del desarrollo nacional".
Ajenos a tanta polémica, a un hecho económico que tiene antecedentes internacionales (antes que la Argentina, Francia quitó dos ceros a su signo monetario; Brasil y Chile, tres), los billetes nuevos ya sobrevuelan sus paisajes de Llao-Llao, el puerto de Ushuaia y cataratas del Iguazú (impresas en el anverso de los papeles) por todo el país.
Egidio lannella (48, presidente del Banco Central) no disimula su satisfacción: "Produciremos un movimiento que defenderá la unidad monetaria buscando los mejores precios en los productos. La reforma no es sino una lucha a muerte contra los que aumentan los precios". No parece descabellado, entonces, suponer que la nueva moneda logre un mayor respeto por el dinero, una "mentalidad monetaria" (como la llaman los expertos) distinta: "tal vez -como sugiere lannella- los argentinos controlen sus gastos, reduzcan lo superfluo".
Por supuesto, estas restricciones que se anuncian sólo se corroborarán con el tiempo. El cambio de la moneda será gradual, ya que hasta 1973 circularán a la vez la antigua y la nueva. "Mientras et Banco Central -enseña lannella- agote sus existencias, poniendo el sello que otorgue al billete el valor que le fija la ley 18.188, la gente se irá familiarizando con el cambio". Por ahora la aritmética se ha vuelto una forzada inquietud de los argentinos. "La culpa es nuestra -reconoce el presidente del Banco Central-, debimos haber orquestado una mejor campaña publicitaria que explicara los alcances de la ley".