JUAN JOSÉ CASTELLI
EL PRIMO DE BELGRANO CUYA
VOZ QUE NUNCA CESO
Juan José Castelli fue una figura clave en el proceso
revolucionario de Mayo pero ocupa un lugar poco menos que insignificante en la
historia oficial. Encima, cual una metáfora trágica, murió de un cáncer en la
lengua tras haberse destacado como un notable orador.
El orador, joven y brillante, el mismo que a los 24 años
obtuvo su licenciatura en Derecho, en la Universidad de Chuquisaca, pudo haber elegido una
vida profesional sin contratiempos. Pero optó por otro camino, abriendo una
huella sin más herramientas que sus propias convicciones, férreas e
incorruptibles.
Casi dos siglos atrás, un 21 de mayo de 1810, Juan José Castelli había logrado el primer objetivo: la convocatoria a un Cabildo Abierto por parte de una autorización del virrey Cisneros, quien intuía que su capital político se desmoronaba para siempre. Sintió la satisfacción del deber cumplido, compartiendo la buena nueva con su primo, Manuel Belgrano, y su otro compañero de ideales, Mariano Moreno.
Partidarios del Contrato Social de Rousseau, de los tres le tocó a Castelli el papel de exponer y defender las ideas patriótico-revolucionarias, habiendo basado su discurso en el apoyo a los derechos del pueblo para reasumir su soberanía y contar con un gobierno propio tras la caída de Fernando VII. La transición de un régimen colonial a un sistema nuevo, comprometido con la independencia, se había acelerado ese 22 de mayo.
Pero Castelli no se agotó tres días después, si no todo lo contrario. Soñó con una patria grande y sin exclusiones. E intuyó que su energía comenzaba a ser observada de reojo por el ala más gatopardista del flamante gobierno.
Aceptó la misión de comandar la ocupación del Alto Perú y su espíritu volcánico lo llevó a liberar a los indígenas de la esclavitud, en un acto de fuerte peso simbólico ocurrido exactamente cuando se cumplía el primer aniversario dela Revolución de Mayo.
Sin embargo, creyó en la lealtad del acuerdo de palabra y fue traicionado por las fuerzas realistas, luego de una tregua pactada que no fue respetada el 20 de junio de 1811. El desastre de Huaqui le dio motivos al Triunvirato, que ya lo tenía en la mira, para encarcelarlo.
La degradación espiritual se vio aumentada por una cruel paradoja: un cáncer de lengua, precisamente en quien había sido conocido como el Orador de Mayo. Una habitación sin ventanas, un tintero, una vela, un catre de soldado y un juego de ajedrez fueron sus únicas pertenencias en la celda que se le había destinado, en el Regimiento de Patricios.
"Si ves al futuro, dile que no venga", expresó, previo a la muerte. Una frase, mezcla de ironía y doble sentido, que permite una interpretación entrelíneas. ¿Acaso una expresión de deseo personal ante el desenlace inevitable? ¿O la presunción de esa desorganización organizada que aparenta ser el devenir argentino?
Fuente Fabián Galdi
Casi dos siglos atrás, un 21 de mayo de 1810, Juan José Castelli había logrado el primer objetivo: la convocatoria a un Cabildo Abierto por parte de una autorización del virrey Cisneros, quien intuía que su capital político se desmoronaba para siempre. Sintió la satisfacción del deber cumplido, compartiendo la buena nueva con su primo, Manuel Belgrano, y su otro compañero de ideales, Mariano Moreno.
Partidarios del Contrato Social de Rousseau, de los tres le tocó a Castelli el papel de exponer y defender las ideas patriótico-revolucionarias, habiendo basado su discurso en el apoyo a los derechos del pueblo para reasumir su soberanía y contar con un gobierno propio tras la caída de Fernando VII. La transición de un régimen colonial a un sistema nuevo, comprometido con la independencia, se había acelerado ese 22 de mayo.
Pero Castelli no se agotó tres días después, si no todo lo contrario. Soñó con una patria grande y sin exclusiones. E intuyó que su energía comenzaba a ser observada de reojo por el ala más gatopardista del flamante gobierno.
Aceptó la misión de comandar la ocupación del Alto Perú y su espíritu volcánico lo llevó a liberar a los indígenas de la esclavitud, en un acto de fuerte peso simbólico ocurrido exactamente cuando se cumplía el primer aniversario de
Sin embargo, creyó en la lealtad del acuerdo de palabra y fue traicionado por las fuerzas realistas, luego de una tregua pactada que no fue respetada el 20 de junio de 1811. El desastre de Huaqui le dio motivos al Triunvirato, que ya lo tenía en la mira, para encarcelarlo.
La degradación espiritual se vio aumentada por una cruel paradoja: un cáncer de lengua, precisamente en quien había sido conocido como el Orador de Mayo. Una habitación sin ventanas, un tintero, una vela, un catre de soldado y un juego de ajedrez fueron sus únicas pertenencias en la celda que se le había destinado, en el Regimiento de Patricios.
"Si ves al futuro, dile que no venga", expresó, previo a la muerte. Una frase, mezcla de ironía y doble sentido, que permite una interpretación entrelíneas. ¿Acaso una expresión de deseo personal ante el desenlace inevitable? ¿O la presunción de esa desorganización organizada que aparenta ser el devenir argentino?
Fuente Fabián Galdi
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