lunes, 4 de junio de 2018

EL DEPORTE DE LOS GAUCHOS

EL DEPORTE DE LOS GAUCHOS


EL DEPORTE DE LOS GAUCHOS
Así como el mate es la bebida por excelencia del pueblo bonaerense, el pato es su juego, el mayor deporte que ha conocido la provincia, de enorme popularidad en el siglo pasado, fue Guillermo E. Hudson, él celebre naturalista argentino que residió  muchos años en las llanuras de Buenos Aires, quien lo describió antes que nadie, narrando con cuidadosa preescisión como se jugaba en esa época.  "Se mataba un pato o un pollo - dice Hudson - y se le cosía dentro de un trozo de cuero fuerte, haciendo así una pelota de forma irregular, dos veces el grandor de una de fútbol era proveído de cuatro manijas de cuero retorcido y de tamaño conveniente para ser agarrada por la mano del hombre.
Después se avisaba a los vecinos la intención de realizar un partido de pato y una verdadera multitud montada a caballo, se concentraba en el lugar preferido  Cuando llegaba el portador del ave todos trataban de alcanzarlo y arrancársela de la mano.  Frecuentemente rodaba por el suelo. "A veces un para de contendientes furiosos por haber sido vencidos - prosigue Hudson - desenvainaban sus facones para probar cual era de mas valor... Pero, hubiera o no pelea alguien se apoderaba del pato y se lo llevaba, para ser él a su turno acosado."
El juego terminaba solo cuando alguien lograba escapar definitivamente con la pelota.  "Era el vencedor y como tal debía llevarse el ave a su casa y tenia derecho a comérsela."   Prohibido por Juan Manuel de Rosas, su practica no desapareció.  Por el contrario, se mantuvo hasta la actualidad y varios torneos que se realizan en el interior de la provincia recuerdan que ha sido el deporte más popular de la llanura bonaerense un territorio que por sus características geográficas, proporcionaba espacio suficiente para desarrollar en libertad la alocada carrera en busca de esa pelota con cuatro manijas.
Algunos matices, apenas de una rica tradición que como todas mezcla la realidad con la magia, pero que sirve para comprender el espíritu que anima a los habitantes del territorio más rico del país.
Actualmente en los campos de la ciudad de Villa Ramallo se juntan las familias tradicionales en fechas patrias a jugar al pato por supuesto con una pelota de cuero moderna sin el pato adentro como lo fue antaño.

sábado, 2 de junio de 2018

4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA


4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA

4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA

Interesante análisis de esta importante fecha para el país escrito por  Jorge Cuello

Cuando el 4 de junio de 1943 las tropas comandadas por altos oficiales nacionalistas del ejercito, derrocaban al presidente Castillo y tomaban el poder en Argentina, se producía el hecho político más importante del S.XX en nuestro país y probablemente de  América Latina. Visto en perspectiva histórica ha resultado tan decisivo como el 25 de mayo o el 9 de julio y tan importante como la reconquista de Buenos Aires  o la batalla de Ayacucho.

Pero según las metodológicas historiográficas utilizadas en nuestros tiempos, en su casi totalidad derivadas de teorías  liberales o marxistas, el hecho pierde la verdadera trascendencia que en la realidad tuvo, ya que estas filosofías presentes en las bases de aquellos métodos, no observan la historia desde la realidad de las naciones y su existencia en el devenir del tiempo y de su espacio, sino de acuerdo a categorías y principios que ellas mismas crean, fruto de disquisiciones intelectuales que suelen estar alejadas de la realidad vívida de los hombres reales que hacen esa historia.

Es así que el sistema educativo argentino, impregnado de aquellas filosofías ignora o niega el peronismo, y, naturalmente, le resta total significación al acontecimiento histórico puntual que abrió el espacio para el surgimiento de este movimiento nacional argentino. Se procura reducir la revolución Justicialista solamente a la problemática social del pasado y reducir toda su significancia a un simple obrerismo, no excepto de demagogia. 

También está presente el método del "silencio". Se busca ignorar por silencio. Método este que ha tenido relativo éxito para la cultura liberal argentina  que logro, por este camino, ocultar a generaciones de compatriotas, cursos históricos de rotunda importancia para la vida de la Nación y que pudieron ver la luz casi un siglo después gracias a la tesonera labor de los historiadores "revisionistas".

En los ambientes intelectuales, universitarios, académicos, el concepto instalado respecto a "que cosa es" una revolución, sin duda contribuye igualmente a recluir casi en el olvido la magnitud del proceso iniciado aquel 4 de junio del 43. Me refiero a la creencia que una revolución en nuestra época es únicamente aquella de carácter socialista marxista. Y naturalmente, la que inician Ramirez -Farrel - Perón estaba en las antípodas.

Una revolución puede ser "política", totalmente alejada del marxismo. Y en este caso el "hecho revolucionario" esta dado por la ruptura de la dependencia de un centro de poder o potencia imperial, ruptura que necesariamente  impulsa, en la nación que ha tomado esa decisión y ha podido concretarla, un cambio radical de estructuras en todos los aspectos y niveles de la vida colectiva e individual de esa comunidad. Y no necesariamente tiene que ser marxista en sus valores, en su concepción ni en su realización.

Aquel 4 de junio, marca el comienzo de un proceso con esas características y definiciones. Fue el comienzo de una revolución tan profunda,  que a casi cincuenta años de concluida la etapa de realizaciones, y a pesar de otros tantos  años de destrucción planificada y sistematizada de su inconmensurable obra, aún sigue presente en el decurso político de nuestra nación. Y sin embargo, en las bases doctrinarias de aquella revolución, nada tan ausente como el marxismo.

Una noción superior, realista, humanista, rigió toda la obra iniciada el 4 de junio: la superior noción de Nación-Soberanía-Justicia como únicas posibilidades de realizar el "bien común" y de instaurar una conciencia geopolítica que en aquel proceso, resguardó, reorganizó e impulso a la grandeza a nuestra nación y procuró expandir estas nociones a toda América Latina.

En el momento de producirse la revolución del 43, la guerra europea tomaba ya un curso estratégico decisivo y la victoria de las potencias "Aliadas" se tornaba irreversible. Si bien es cierto el desarrollo de la guerra podría poner en duda esta afirmación, surgía en cambio claramente al estudiarse la relación tiempo-capacidad de suministros-frentes y escenarios de guerra. Esta ecuación resultaba definitivamente favorable a los Aliados, desde la entrada de EEUU a la guerra y la neutralización del Japón como potencia invasora de Rusia por el oriente y el Pacifico.  Los acuerdos de Bretton Woods, alcanzados para organizar el mundo de la postguerra en exclusivo beneficio de las superpotencias que de la conflagración surgirían, lo atestiguan.  De manera que un nuevo y rígido  orden geopolítico mundial se estaba construyendo vertiginosamente al fragor de  las armas en los campos de batalla de la vieja Europa y las banderas victoriosas, se mostraban generosas a  rusos y anglos-norteamericanos por igual.  Era un orden geopolítico planificado en todos sus detalles, por los grandes eruditos, políticos y centros de planificación de las potencias que se sabían triunfadoras. Nada escapaba ni era ajeno a esta ordenación que se concretaría definitivamente en un futuro próximo.

Nada era ajeno, excepto, la imprevisibilidad de los hombres y los pueblos.

En esta dimensión geopolítica, que todo lo abarca, es donde aparece la extraordinaria magnitud de la revolución del 43. Y ese 4 de junio sucedió justamente eso: lo imprevisible, lo que estaba fuera de los cálculos de los dirigentes de las potencias de entonces, lo que desestructuraba el nuevo orden de dominio que a sangre y fuego estaba naciendo en el mundo. En fin,   lo que provocó la virulenta reacción y presiones a que se vio sometido el gobierno militar revolucionario, tanto por parte de los organismos y funcionarios de los gobiernos Aliados, muy especialmente Estados Unidos,  como por el aparato de control y dominación que las potencias de entonces, habían consolidado en nuestro país.

Desde aquel 4 de junio una importante región del continente sudamericano pasaba a estar en conflicto con esas potencias, con el agravante que se producía dentro del espacio de absoluta influencia de intereses geopolíticos fundamentales de estas. Consecuentemente, una modificación geopolítica surgía en el horizonte inmediato de la política internacional de EEUU, ya que Argentina pasaba a controlar soberanamente, tanto la integridad de su territorio y sus riquezas,  como los mares jurisdiccionales y los pasos interoceánicos de Magallanes y Darke en el extremo sur de América, se proyectaba hacia las islas del Atlántico sur y extendía su influencia hasta la Antártida.

Agudizaba esta complicada situación,  el hecho que Argentina disponía de un relativo poder de expandir su influencia a toda la región del Cono Sur e incluso del continente. Esta potencialidad argentina definió casi inmediatamente la política hostil del Departamento de Estado hacia nuestro país y su gobierno militar. No estaban dispuesto a aceptar el lugar en el mundo de post guerra que Argentina pretendía.  Cuando el 22 de diciembre del 43, una revolución en Bolivia llevo al poder al Mayor Villaroel, la luz roja se encendió en las altas esferas de la potencia del norte y cuatro días después, el New York Time publicaba el pensamiento del
vicepresidente Welles, convencido que los "nazis" argentinos estaban detrás del golpe en al Altiplano. L.S.Rowe, quien encabezaba la Unión Panamericana, denuncio al Departamento de Estado que la Argentina hacia lo posible por "destruir el  sistema interamericano" (Berle Diaries, 10 enero 1944, box 215, en C. Escude, La Declinación Argentina, Bs.As. 1983, Ed. Belgrano ) y ese mismo mes, el presidente Roosevelt, a instancia del Departamento de Estado, aprobó un aumento del "préstamo y arriendo" para fortalecer el poder militar del Brasil y ordenó a poderosas unidades de la Flota del Atlántico sur, al mando del almirante Jone Ingram,
desplegarse hacia la boca del Plata. Acciones de esta envergadura, presiones económicas y políticas y todo tipo de operaciones diplomáticas por parte de Estados Unidos muestran claramente el malestar y la dimensión del problema que aquel 4 de junio del 43 había aparecido en la lejana Argentina para la potencia del Norte.
   

Y, aunque los norteamericanos pretendieron hacer del "peligro Nazi", resurgido en el extremo sur de América del Sur, el eje y justificativo de los ataques a la argentina no existía la mas remota posibilidad de una expansión de la Alemania nazi a nuestras costas, simplemente porque la potencia europea no tenia marina de guerra en relación con la armada inglesa, y el Atlántico separaba definitivamente a la Alemania nazi de Argentina. Ni mucho menos suponer que los militares argentinos en el gobierno creían que podían enfrentarse con todo el mundo por profesar esa ideología.

Tampoco había motivos económicos de peso, mucho menos militares para justificar la irritabilidad y la acción norteamericana cuasi violenta para con nuestro país. Mas bien todo lo contrario. Argentina, aunque no había roto relaciones con el Eje, suministraba a Inglaterra todos los excedentes de carne que le permitieron a esta sostener el esfuerzo de guerra justamente contra Alemania. Y sin embargo, a pesar de esta política favorable a  Inglaterra, la potencia del norte no trepidó en poner en riesgo el vital suministro argentino a su aliado. Claramente notamos que no era la cuestión nazi, ni lo económico ni lo militar la fuente del encono de EEUU con Argentina. El riesgo era otro, y se ocultaba cuidadosamente.

 Lo cierto era que, como consecuencia del peligro de una fractura geopolítica de la en el escenario del continente sudamericano, el mundo bi polar planificado, su utilización dialéctica y el reordenamiento mundial que con esta arma se lograría,  era  alterado por un "tercero en discordia" que reemplanteba la postguerra y podía iniciar un posible proceso multipolar, totalmente ajeno a las planificaciones de los dos grandes futuros vencedores de la segunda Gran Guerra europea.

También se insinuaba incierto el sistema de defensa del hemisferio occidental proyectado por los Aliados, concretado en la OTAN pues, aquel 4 de junio surge  una incipiente potencia soberana, que, en un posterior pero muy posible desarrollo de su proyecto,  se podía llegar a ubicar en condiciones de influir, asociada con sus vecinos,  en el control del Atlántico sur.

El desarrollo de la revolución nacionalista popular duró 12 años, de 1943 a 1955. Los últimos diez años fueron conducidos por el mas talentoso de los militares revolucionarios, el Gral. Juan D. Perón. Bajo su conducción, Argentina llegó a encaminarse vigorosamente hacia destinos de potencia. Pero los grupos de poder anglo-norteamericanos no aceptaron nunca el rol que Argentina pretendió. Jamas cesaron en sus presiones y cercamiento al díscolo país sudamericano. Sin embargo, aunque en el origen de este proceso, (justamente en 1943 y 1944), las elites que comandaban la política exterior de las potencias angloamericanas planearon la acción militar, primero en forma directa y después  a través de Brasil,  se inclinaron por el tiempo, y no por la sangre para resolver el problema de, al decir de Welles, " la espina atravesada en la garganta del Departamento de Estado". Esperaron el momento oportuno para poner fin a este proceso, pero siempre actuando en consecuencia. Y una fatal combinación de actores y factores internos y externos, convergieron dramáticamente para producir un nuevo Caseros, un 16 de setiembre de 1955.


Si observamos desapasionadamente las realizaciones, las obras, las políticas de la revolución justicialista, ninguno de los aspectos de la misma podían afectar el poderío económico ni militar de la superpotencia americana. Ninguno excepto uno: el interés geopolítico. Y naturalmente, todas las implicancias y derivaciones que de aquí devienen. He aquí, entonces, el verdadero y profundo fundamento del antagonismo norteamericano e ingles a la argentina revolucionaria de 43. Ahí está la verdadera trascendencia de la revolución del 4 de junio,  que la hizo peligrosa, irreconciliable, condenada por los poderosos. Esa es la cuestión. Nos desvían la atención poniendo temáticas de la época para ocultarnos su verdadera importancia. Todo un sistema educativo-cultural se mueve al unísono en ese sentido. Y tanto liberales como marxistas, filosofías
operantes en ese sistema,  convergen en impedir un profundo conocimiento del Peronismo tal cual es, para conveniencia de los poderes mundialistas, hoy sumamente desarrollados.

Pero aún posible de retomar por nosotros, los hijos y nietos de aquella gesta gloriosa. La historia se "hace", solo después "se dice". ¡ Hagámosla nosotros también ¡ Un recuerdo muy sentido y pleno de agradecimiento  a los hombres de aquel 4 de junio del 43, para que su visión y su ejemplo, renazcan y nos elevemos de las ruinas culturales y políticas del abismo argentino de hoy, y nuestra Patria Argentina vuelva a ser lumbre de América libre.

Jorge Cuello
Licenciado en Historia

viernes, 25 de mayo de 2018

La revolución de mayo tuvo un gran orador


La revolución de mayo tuvo un gran orador

La revolución de mayo tuvo un gran orador
Juan José Castelli (Buenos Aires, 1764 - 1812) fue un político de las Provincias Unidas del Río de la Plata y miembro de la Primera Junta de Gobierno. Fue conocido como el "Orador de mayo" y se caracterizó, junto a Mariano Moreno, por el enérgico apoyo a la Revolución de Mayo.

Castelli fue el primero de los ocho hijos del médico veneciano Ángel Castelli Salomón y Josefa Villarino.

Castelli cursó sus primeros estudios con los jesuitas en el Real Colegio de San Carlos que le sirvieron de base para sus posteriores estudios religiosos.

Por disposición de herencia uno de los hijos del matrimonio Castelli debía ordenarse sacerdote y ese destino fue asignado a Juan José. Con ese motivo llegó a Córdoba como estudiante al Colegio Monserrat. Ahí fue compañero de estudios de otros hombres que influirían en la vida pública sudamericana, como Saturnino Rodríguez Peña, Juan José Paso, Manuel Alberti, Pedro y Mariano Medrano, y el cuyano Juan Martínez de Rozas, entre otros. En esos tiempos conoció las obras de Voltaire y Diderot y en especial, con el Contrato social de Rousseau.

Finalizado ese ciclo comenzó estudios universitarios de filosofía y teología. Pero, en 1785, al morir su padre, abandonó la carrera sacerdotal y rechazó el ofrecimiento de su madre para estudiar junto a su primo Manuel Belgrano en la Universidad de Salamanca. Optó por ir a la Universidad de Chuquisaca, Bolivia, a estudiar jurisprudencia y ahí conoció los ideales de la Revolución Francesa.

De regreso a Buenos Aires abrió un estudio jurídico en la casa familiar y representó a la Universidad de Córdoba en distintas causas. Su relación con Saturnino Rodríguez Peña abarcó también al hermano, Nicolás Rodríguez Peña, y a su socio Hipólito Vieytes.

La casa de Rodríguez Peña fue sede de frecuentes reuniones de criollos revolucionarios.En 1794 se casó con María Rosa Lynch, con quien tuvo seis hijos.


jueves, 24 de mayo de 2018

JULIAN ALVAREZ: EL PROCER DESCONOCIDO DE LA REVOLUCION DE MAYO


JULIAN ALVAREZ: EL PROCER DESCONOCIDO DE LA REVOLUCION DE MAYO



JULIAN ALVAREZ: EL PROCER DESCONOCIDO DE LA REVOLUCION DE MAYO
Cuando San Martín pisó tierra argentina, en 1812, procedente de Londres, junto a un notable grupo de revolucionarios (Zapiola, Alvear, Holmberg, Chilavert, Vera Arellano, el padre Anchoris entre otros) fue  recibido por el jefe de la masonería local que presidía la "Logia Independencia", doctor Julián Alvarez. 
Alvarez era un morenista jacobino, que trabajó en La Gaceta de Buenos Aires, designado en ese cargo por Mariano Moreno y dirigía varios centros conspirativos del liberalismo revolucionario, tanto de filiación masónica o eminentemente política, entre éstos últimos el club que se reunía en el Café De Marcos y la Sociedad Patriótica.
Luego de la muerte prematura de Mariano Moreno, le tocó dirigir durante un breve período La Gaceta mencionada. Alvarez puso a San Martín en contacto con tres cuadros revolucionarios que lo acompañarían durante su campaña libertadora: Manuel Guillermo Pinto (1783-1853), José Gregorio Gómez (1780-1876) y el publicista Bernardo de Monteagudo (1789-1825). Gómez (el "Goyo" Gómez), fue la única persona que se tuteó con el Libertador durante la campaña emancipadora. Provenía de la "Logia San Juan de Jerusalén de la Felicidad de esta parte de América", según datos aportados por los historiadores Vicente Cutolo y A. J. Pérez Amuchástegui.
Alvarez había nacido en Buenos Aires el 9 de enero de 1788. Pertenecía a una familia rica, su padre era el español Saturnino Alvarez y su madre, Ana María Perdriel. Ello le permitió frecuentar las mejores escuelas, colegios y estudios terciarios. La educación dirigida por los jesuitas, y enseñanzas que recibió en el Colegio San Carlos, en Córdoba y en Chuquisaca le permitieron obtener el título de Teólogo, pero paralelamente a sus estudios sacerdotales, en Chuquisaca, leyó los libros prohibidos de Juan Jacobo Rousseau, de los enciclopedistas, las ideas de los jesuitas Mariana y Suárez sobre el tiranicidio y el derecho de resistir a la opresión.
Se trata del prócer desconocido de la Revolución de Mayo, que tuvo en aquellos acontecimientos de 1810 y en la década posterior, una actividad central pero que ha sido ignorado por los historiadores liberales, católicos, revisionistas o de otras tendencias, probablemente por su carácter de dirigente masónico. Posee una calle en la Buenos Aires actual, en el Barrio Norte, pero difícilmente alguien conozca realmente, incluidos los profesores de historia, quién era, sus datos biográficos, su actividad política revolucionaria y su obra como destacado jurista.
Prócer argentino y uruguayo Julián Alvarez se exilió en Uruguay con su mujer María Pascuala Obes y el resto de su familia en 1820, al comenzar la guerra civil. En Montevideo fundó El Constitucional, destinado a difundir el credo republicano e institucionalista, que desalentara las contiendas internas de las nuevas naciones.
Como nadie es profeta en su tierra, en Uruguay, Julián Alvarez es considerado uno de los Padres de la Patria y, al morir en 1843, hay que destacar que se desempeñaba como presidente de la Corte Suprema de Justicia de la nación oriental.
Cuando estalló el proceso de Mayo, dejó la sotana y se unió a los revolucionarios en su fracción más combativa. Amigo y colaborador estrecho de Mariano Moreno con quien trabajó en los once meses de vertiginosas jornadas, conocía con seguridad las ideas del Secretario de la Primera Junta y su famoso "Plan de Operaciones", escrito por Moreno.
Es interesante constatar que cuando el Libertador San Martín implantó la economía de guerra en Mendoza, coincidió con las ideas de Moreno, impulsor de la industrialización, el proteccionismo económico y una suerte de estatismo.
También es probable, teniendo en cuenta que Alvarez hasta 1820 trabajó estrechamente con San Martín, realizando misiones que éste le encomendó u organizando grupos revolucionarios o de choque en Buenos Aires, haya sido el nexo entre las ideas morenistas del período de mayo de 1810 y las de San Martín, en Mendoza, durante la organización del Ejército de los Andes.
Juan Andrés Gelly fue contemporáneo de Julián Alvarez, y probablemente la suya sea la primer biografía escrita sobre el prócer, un año después de su muerte. Así lo testimonió con su trabajo Apuntes biográficos del Dr. D. Julián Alvarez, presidente de la Honorable Cámara de Representantes, en el año de su fallecimiento y presidente jubilado de la Excma. Cámara de Apelaciones de la República del Uruguay.
Posteriormente, Vicente T. Caputi (1882-1939), publicó en 1930, las Rememoraciones centenarias. Gestación y jura de la Constitución de la República Oriental del Uruguay reproduciendo las intervenciones y discursos de Julián Alvarez en la Constituyente uruguaya de 1829, donde el prócer rioplatense tuvo una activa participación en su calidad de político y jurista.
Hombre de Mayo
Fue uno de los que suscribieron la presentación popular del 25 de Mayo de 1810. En enero de 1811, se le nombró como funcionario en la Secretaría de Gobierno de Buenos Aires, al lado de Moreno. Posteriormente fue diputado por San Juan a la Asamblea de 1812-3. Fue procesado y encarcelado por sostener, desde la prensa, en contra de la Asamblea General Constituyente, la necesidad de que el poder se concentrara en una sola persona. Al instalarse el Directorio fue absuelto y pasó a desempeñarse como oficial en la Secretaría de Estado. Desde 1816 hasta 1820, tuvo a su cargo la redacción de la Gaceta para quien cumplió diversas tareas revolucionarias.
Junto a Alvarez Thomas, cumplió otras tareas ante el gobernador de Santa Fe, Estanislao López. En 1820, enfrentado con el partido porteñista, luego de ser encarcelado por poco tiempo, partió a Montevideo con su familia. Sobre el prócer, Mitre dijo que era de "un bellísimo carácter, talento epigramático sin amargura, escritos fácil aunque algo difuso, nutrido de estudios serios, que derramaba en sus escritos toda la savia exuberante de la juventud".

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miércoles, 23 de mayo de 2018

Chisperos y manolos reclaman un Cabildo Abierto


Chisperos y manolos reclaman un Cabildo Abierto

Chisperos y manolos reclaman un Cabildo Abierto
Amanecieron lunes 21 en la Plaza Mayor bastante porción de encapotados... Comandaban los French, el del Correo y  Beruti, el de las Cajas. Eran 600 hombres bajo el título de Legión Infernal. En efecto, todos estaban bien armados y era mozada de resolución”. Así describe un anónimo testigo, el comienzo de la semana en que se formaría el Primer Gobierno Patrio.

Como especie de fuerza de choque de los ideólogos del movimiento revolucionario, aquellos hombres, provistos de puñales, pistolas y otros elementos de lucha, habían sido reclutados entre las denominadas “clases bajas”. Era gente de acción, dispuesta a lo que viniese. Si bien sus conductores eran conscientes de la postura de las fuerzas criollas, no sabían cuál iba a ser la reacción de los cuerpos peninsulares, en particular el Fijo, cuyo jefe se había pronunciado con tanta decisión por la continuidad del virrey.

Por cierto, en una ciudad de sesenta mil habitantes, aquel número resultaba casi insignificante, pero sin duda su presencia en la Plaza Mayor influyó en la creación de un clima apropiado para la caída del virrey. No conviene desechar la presencia de los chisperos y manolos, como se los llamaba despectivamente, sobre todo porque resulta claro que su convocatoria no resultó espontánea sino resultado de un plan. Tomás Guido expresa en sus memorias que para dar un golpe “se catequizaban individuos de diversas clases; consultándose algunos miembros del clero, cuyo sufragio fue siempre propicio a nuestras libertades, y procurábase el mayor número de adictos para exigir por un movimiento imponente un cambio en la administración, y una junta de gobierno por voto popular”.

Lo cierto es que el procurador del Cabildo, presionado por tan belicosa presencia, les hizo saber que el virrey estaba dispuesto a abandonar el mando. No se conformaron ni French, ni Beruti, ni Arzac, que se sumó al conjunto, por lo que mantuvieron a sus belicosos orilleros y compadritos en el lugar.

La idea de realizar un Cabildo Abierto había ganado fuerza, aunque sin duda en esa asamblea no tendrían lugar los que se hallaban en la plaza sino “la parte principal y más sana del vecindario”, es decir, los militares, clérigos, profesionales, comerciantes y funcionarios.

A las diez de la mañana, los regidores Ocampo y Domínguez cruzaron al Fuerte y obtuvieron el permiso del virrey, quien con bastante astucia, les hizo ver que la opinión del pueblo de Buenos Aires, por sí sola, no resultaba valedera para una decisión de tanta importancia, pues era necesario escuchar a los representantes de todos los cabildos del Virreinato.

Pero los dirigentes revolucionarios ya tenían decidido su curso de acción.

Convocado Saavedra a la sala capitular del Cabildo, para pedirle que “aplicara su celo a evitar todo tumulto y conservar el orden y la tranquilidad pública”, se hizo responsable de que nada ocurriría. A continuación se decidió la convocatoria para el día siguiente y se dispuso imprimir esquelas que serían distribuidas diligentemente a los invitados por los alcaldes de barrio.

Las fuerzas militares, fueron apercibidas y municionadas para que, al día siguiente, controlaran el acceso de los participantes.

Aparentemente, los dirigentes patriotas, que habrían formado una especie de junta de hecho, se asignaron misiones para el 22. Manuel Belgrano debía ubicarse en un lugar visible desde la plaza, pañuelo blanco en mano, para, en caso de producirse algún hecho no deseado, advertir, agitándolo, a los que aguardaban en las inmediaciones.



* Miguel Angel De Marco Presidente de la Academia Nacional de la Historia.

martes, 22 de mayo de 2018

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-


LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-
LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-

Conozcamos la historia, la verdadera historia.

Los verdaderos héroes de la misma fueron Belgrano, Castelli, Arzac, Vieytes, French, Berutti, Nicolás Rodríguez Peña, y la Legión Infernal, con sus chisperos y manolos, y no quienes nos vendió la historia oficial. Por eso se encargaron de enterrar en la semi oscuridad a casi todos de ellos, salvo a la gran figura de Manuel Belgrano.

Eran la JP de mayo, y los comió la revolución, como sucede habitualmente con sus protagonistas.

Cuando el  14 de mayo de 1810 llega a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe trayendo periódicos que confirman los rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires: cayó en manos de los franceses de Napoleón, la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español. 

También trajo la noticia de que América había dejado de ser una colonia española para pasar a ser una provincia de ultramar, y llamaba a realizar Juntas, destituyendo Virreyes.

Toman conocimiento de que la Junta de Sevilla había resuelto saber a las tierras de América que no son colonias sino provincias con igualdad de derechos. Y convoca a los pueblos americanos a que se organicen en Juntas (28 de febrero de 1810).

Fue la chispa que necesitaba la revolución para estallar.

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-
La noche del 18 los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación de en que quedaba el virreinato después de los hechos de España y nombrar nuevas autoridades. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros y pidan la convocatoria a cabildo abierto.

El Sábado 19 y sin dormir, por la mañana, Manuel Belgrano le pidió al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva. El domingo 20 el por la noche, Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de cabildo abierto. El virrey trató a los jóvenes de insolentes y atrevidos y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó "Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran" y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo.

Pero la juventud no tenía paciencia.

Conf. Galasso: “El 21 de mayo, cuando el Cabildo está reunido en sesión ordinaria, la presión popular se acentúa: "apenas comenzada la sesión, un grupo compacto y organizado de seiscientas personas, en su mayoría jóvenes que se habían concentrado desde muy temprano en el sector de la Plaza lindero al Cabildo, acaudillados y dirigidos por French y Berutti, comienzan a proferir incendios contra el virrey y reclaman la inmediata reunión de un Cabildo Abierto. Van todos bien armados de puñales y pistolas, porque es gente decidida y dispuesta a todo riesgo. Actúan bajo el lema de Legión Infernal que se propala a los cuatro vientos y no hay quien se atreva con ellos".

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-
Continuando con este autor: “No hay pues medulosos cambios de ideas, ni buenos modales, ni patricios respetables polemizando únicamente, con sesudos abogados, sino un grupo de privilegiados dispuestos frenéticamente a resguardar con uñas y dientes sus fortunas y su posición social, frente a otro grupo, intrépido y fogoso, animado por el espíritu de la revolución.

Castelli afirmaba: "Aquí no hay conquistados ni conquistadores, aquí no hay sino españoles los españoles de España han perdido su tierra. Los españoles de América tratan de salvar la suya. Los de España que se entiendan allá como puedan... Propongo que se vote: que se subrogue otra autoridad a la del virrey que dependerá de la metrópoli si ésta se salva de los franceses, que será independiente si España queda subyugada".

El 22 de mayo se vota. Permite el alcalde votar solo a 69 partidarios casi todos ellos del Virrey. Y se vota una Junta adicta con “El Sordo” a la cabeza.

La juventud revolucionaria no está dispuesta a permitir. Tampoco deciden que hacer deliberando en la casa de Nicolás Rodríguez Peña. Cuanta Tomas Guido “en estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: "Juro a la patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas."..

Cisneros renuncia. Pero como siempre pasa, los absolutistas reaccionan, y convocan a nuevo cabildo para el 25 de mayo.

Los cabildantes se reúnen, pero los jóvenes revolucionarios no van a aceptar nuevos fraudes a su voluntad.

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-
Antonio Luís Beruti irrumpió en la sala capitular seguido de algunos infernales y dijo "Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces, Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada."
La Juventud de la Legión Infernal no les dejó margen para otra cosa.

Así se anunció finalmente que se había formado una nueva junta de gobierno .El presidente: Cornelio Saavedra; los doctores Mariano Moreno y Juan José Paso, sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu.

Y allí comenzó nuestra historia Grande, nacida en una revolución popular.






viernes, 13 de abril de 2018

EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN


EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN

EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN
Esperando el momento propicio para entrar en Lima, capital del Perú, San Martín estableció su campamento en Huaral. En Lima contaba con numerosos partidarios de la Independencia; pero no podía comunicarse con ellos porque las tropas del general José de la Serna, jefe realista, detenían a los mensajeros. Una mañana, el general San Martín encontró a un indio alfarero. Se quedó mirándolo un largo rato. Luego lo llamó aparte y le dijo; -¿Quieres ser libre y que tus hermanos también lo sean? -Sí, usía... ¡cómo no he de quererlo! - respondió, sumiso, el indio. -¿Te animas a fabricar doce ollas, en las cuales pueden esconderse doce mensajes? -Sí, mi general, ¡cómo no he de animarme! Poco tiempo después Díaz, el indio alfarero, partía para Lima con sus doce ollas mensajeras disimuladas entre el resto de la mercancía. Llevaba el encargo de San Martín de vendérselas al sacerdote Luna Pizarro, decidido patriota. La contraseña que había combinado hacía tiempo era: “un cortado de cuatro reales” Grande fue la sorpresa del sacerdote, que ignoraba cómo llegarían los mensajes, al ver cómo el indio quería venderle las doce ollas en las que él no tenía ningún interés. Díaz tiró una de ellas al suelo, disimuladamente, y el sacerdote pudo ver un diminuto papel escondido en el barro. -¿Cuánto quieres por todas? Preguntó al indio. .Un cortado de cuatro reales - respondió Díaz, usando la contraseña convenida. Poco después, el ejército libertador, usaba esta nueva frase de reconocimiento. -Con días y ollas... ¡venceremos!