EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN
EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN
Esperando el momento propicio para entrar en Lima, capital del Perú, San Martín
estableció su campamento en Huaral. En Lima contaba con numerosos partidarios
de la Independencia; pero no podía comunicarse con ellos porque las tropas del
general José de la Serna, jefe realista, detenían a los mensajeros. Una mañana,
el general San Martín encontró a un indio alfarero. Se quedó mirándolo un largo
rato. Luego lo llamó aparte y le dijo; -¿Quieres ser libre y que tus hermanos
también lo sean? -Sí, usía... ¡cómo no he de quererlo! - respondió, sumiso, el
indio. -¿Te animas a fabricar doce ollas, en las cuales pueden esconderse doce
mensajes? -Sí, mi general, ¡cómo no he de animarme! Poco tiempo después Díaz,
el indio alfarero, partía para Lima con sus doce ollas mensajeras disimuladas
entre el resto de la mercancía. Llevaba el encargo de San Martín de vendérselas
al sacerdote Luna Pizarro, decidido patriota. La contraseña que había combinado
hacía tiempo era: “un cortado de cuatro reales” Grande fue la sorpresa del
sacerdote, que ignoraba cómo llegarían los mensajes, al ver cómo el indio
quería venderle las doce ollas en las que él no tenía ningún interés. Díaz tiró
una de ellas al suelo, disimuladamente, y el sacerdote pudo ver un diminuto
papel escondido en el barro. -¿Cuánto quieres por todas? Preguntó al indio. .Un
cortado de cuatro reales - respondió Díaz, usando la contraseña convenida. Poco
después, el ejército libertador, usaba esta nueva frase de reconocimiento. -Con
días y ollas... ¡venceremos!
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