miércoles, 23 de mayo de 2018

Chisperos y manolos reclaman un Cabildo Abierto


Chisperos y manolos reclaman un Cabildo Abierto

Chisperos y manolos reclaman un Cabildo Abierto
Amanecieron lunes 21 en la Plaza Mayor bastante porción de encapotados... Comandaban los French, el del Correo y  Beruti, el de las Cajas. Eran 600 hombres bajo el título de Legión Infernal. En efecto, todos estaban bien armados y era mozada de resolución”. Así describe un anónimo testigo, el comienzo de la semana en que se formaría el Primer Gobierno Patrio.

Como especie de fuerza de choque de los ideólogos del movimiento revolucionario, aquellos hombres, provistos de puñales, pistolas y otros elementos de lucha, habían sido reclutados entre las denominadas “clases bajas”. Era gente de acción, dispuesta a lo que viniese. Si bien sus conductores eran conscientes de la postura de las fuerzas criollas, no sabían cuál iba a ser la reacción de los cuerpos peninsulares, en particular el Fijo, cuyo jefe se había pronunciado con tanta decisión por la continuidad del virrey.

Por cierto, en una ciudad de sesenta mil habitantes, aquel número resultaba casi insignificante, pero sin duda su presencia en la Plaza Mayor influyó en la creación de un clima apropiado para la caída del virrey. No conviene desechar la presencia de los chisperos y manolos, como se los llamaba despectivamente, sobre todo porque resulta claro que su convocatoria no resultó espontánea sino resultado de un plan. Tomás Guido expresa en sus memorias que para dar un golpe “se catequizaban individuos de diversas clases; consultándose algunos miembros del clero, cuyo sufragio fue siempre propicio a nuestras libertades, y procurábase el mayor número de adictos para exigir por un movimiento imponente un cambio en la administración, y una junta de gobierno por voto popular”.

Lo cierto es que el procurador del Cabildo, presionado por tan belicosa presencia, les hizo saber que el virrey estaba dispuesto a abandonar el mando. No se conformaron ni French, ni Beruti, ni Arzac, que se sumó al conjunto, por lo que mantuvieron a sus belicosos orilleros y compadritos en el lugar.

La idea de realizar un Cabildo Abierto había ganado fuerza, aunque sin duda en esa asamblea no tendrían lugar los que se hallaban en la plaza sino “la parte principal y más sana del vecindario”, es decir, los militares, clérigos, profesionales, comerciantes y funcionarios.

A las diez de la mañana, los regidores Ocampo y Domínguez cruzaron al Fuerte y obtuvieron el permiso del virrey, quien con bastante astucia, les hizo ver que la opinión del pueblo de Buenos Aires, por sí sola, no resultaba valedera para una decisión de tanta importancia, pues era necesario escuchar a los representantes de todos los cabildos del Virreinato.

Pero los dirigentes revolucionarios ya tenían decidido su curso de acción.

Convocado Saavedra a la sala capitular del Cabildo, para pedirle que “aplicara su celo a evitar todo tumulto y conservar el orden y la tranquilidad pública”, se hizo responsable de que nada ocurriría. A continuación se decidió la convocatoria para el día siguiente y se dispuso imprimir esquelas que serían distribuidas diligentemente a los invitados por los alcaldes de barrio.

Las fuerzas militares, fueron apercibidas y municionadas para que, al día siguiente, controlaran el acceso de los participantes.

Aparentemente, los dirigentes patriotas, que habrían formado una especie de junta de hecho, se asignaron misiones para el 22. Manuel Belgrano debía ubicarse en un lugar visible desde la plaza, pañuelo blanco en mano, para, en caso de producirse algún hecho no deseado, advertir, agitándolo, a los que aguardaban en las inmediaciones.



* Miguel Angel De Marco Presidente de la Academia Nacional de la Historia.

martes, 22 de mayo de 2018

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-


LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-
LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-

Conozcamos la historia, la verdadera historia.

Los verdaderos héroes de la misma fueron Belgrano, Castelli, Arzac, Vieytes, French, Berutti, Nicolás Rodríguez Peña, y la Legión Infernal, con sus chisperos y manolos, y no quienes nos vendió la historia oficial. Por eso se encargaron de enterrar en la semi oscuridad a casi todos de ellos, salvo a la gran figura de Manuel Belgrano.

Eran la JP de mayo, y los comió la revolución, como sucede habitualmente con sus protagonistas.

Cuando el  14 de mayo de 1810 llega a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe trayendo periódicos que confirman los rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires: cayó en manos de los franceses de Napoleón, la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español. 

También trajo la noticia de que América había dejado de ser una colonia española para pasar a ser una provincia de ultramar, y llamaba a realizar Juntas, destituyendo Virreyes.

Toman conocimiento de que la Junta de Sevilla había resuelto saber a las tierras de América que no son colonias sino provincias con igualdad de derechos. Y convoca a los pueblos americanos a que se organicen en Juntas (28 de febrero de 1810).

Fue la chispa que necesitaba la revolución para estallar.

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-
La noche del 18 los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación de en que quedaba el virreinato después de los hechos de España y nombrar nuevas autoridades. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros y pidan la convocatoria a cabildo abierto.

El Sábado 19 y sin dormir, por la mañana, Manuel Belgrano le pidió al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva. El domingo 20 el por la noche, Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de cabildo abierto. El virrey trató a los jóvenes de insolentes y atrevidos y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó "Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran" y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo.

Pero la juventud no tenía paciencia.

Conf. Galasso: “El 21 de mayo, cuando el Cabildo está reunido en sesión ordinaria, la presión popular se acentúa: "apenas comenzada la sesión, un grupo compacto y organizado de seiscientas personas, en su mayoría jóvenes que se habían concentrado desde muy temprano en el sector de la Plaza lindero al Cabildo, acaudillados y dirigidos por French y Berutti, comienzan a proferir incendios contra el virrey y reclaman la inmediata reunión de un Cabildo Abierto. Van todos bien armados de puñales y pistolas, porque es gente decidida y dispuesta a todo riesgo. Actúan bajo el lema de Legión Infernal que se propala a los cuatro vientos y no hay quien se atreva con ellos".

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-
Continuando con este autor: “No hay pues medulosos cambios de ideas, ni buenos modales, ni patricios respetables polemizando únicamente, con sesudos abogados, sino un grupo de privilegiados dispuestos frenéticamente a resguardar con uñas y dientes sus fortunas y su posición social, frente a otro grupo, intrépido y fogoso, animado por el espíritu de la revolución.

Castelli afirmaba: "Aquí no hay conquistados ni conquistadores, aquí no hay sino españoles los españoles de España han perdido su tierra. Los españoles de América tratan de salvar la suya. Los de España que se entiendan allá como puedan... Propongo que se vote: que se subrogue otra autoridad a la del virrey que dependerá de la metrópoli si ésta se salva de los franceses, que será independiente si España queda subyugada".

El 22 de mayo se vota. Permite el alcalde votar solo a 69 partidarios casi todos ellos del Virrey. Y se vota una Junta adicta con “El Sordo” a la cabeza.

La juventud revolucionaria no está dispuesta a permitir. Tampoco deciden que hacer deliberando en la casa de Nicolás Rodríguez Peña. Cuanta Tomas Guido “en estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: "Juro a la patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas."..

Cisneros renuncia. Pero como siempre pasa, los absolutistas reaccionan, y convocan a nuevo cabildo para el 25 de mayo.

Los cabildantes se reúnen, pero los jóvenes revolucionarios no van a aceptar nuevos fraudes a su voluntad.

LA REVOLUCIÓN DE MAYO: UNA REVOLUCIÓN POPULAR.-
Antonio Luís Beruti irrumpió en la sala capitular seguido de algunos infernales y dijo "Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces, Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada."
La Juventud de la Legión Infernal no les dejó margen para otra cosa.

Así se anunció finalmente que se había formado una nueva junta de gobierno .El presidente: Cornelio Saavedra; los doctores Mariano Moreno y Juan José Paso, sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu.

Y allí comenzó nuestra historia Grande, nacida en una revolución popular.






viernes, 13 de abril de 2018

EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN


EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN

EL CORREO INDIO DE SAN MARTIN
Esperando el momento propicio para entrar en Lima, capital del Perú, San Martín estableció su campamento en Huaral. En Lima contaba con numerosos partidarios de la Independencia; pero no podía comunicarse con ellos porque las tropas del general José de la Serna, jefe realista, detenían a los mensajeros. Una mañana, el general San Martín encontró a un indio alfarero. Se quedó mirándolo un largo rato. Luego lo llamó aparte y le dijo; -¿Quieres ser libre y que tus hermanos también lo sean? -Sí, usía... ¡cómo no he de quererlo! - respondió, sumiso, el indio. -¿Te animas a fabricar doce ollas, en las cuales pueden esconderse doce mensajes? -Sí, mi general, ¡cómo no he de animarme! Poco tiempo después Díaz, el indio alfarero, partía para Lima con sus doce ollas mensajeras disimuladas entre el resto de la mercancía. Llevaba el encargo de San Martín de vendérselas al sacerdote Luna Pizarro, decidido patriota. La contraseña que había combinado hacía tiempo era: “un cortado de cuatro reales” Grande fue la sorpresa del sacerdote, que ignoraba cómo llegarían los mensajes, al ver cómo el indio quería venderle las doce ollas en las que él no tenía ningún interés. Díaz tiró una de ellas al suelo, disimuladamente, y el sacerdote pudo ver un diminuto papel escondido en el barro. -¿Cuánto quieres por todas? Preguntó al indio. .Un cortado de cuatro reales - respondió Díaz, usando la contraseña convenida. Poco después, el ejército libertador, usaba esta nueva frase de reconocimiento. -Con días y ollas... ¡venceremos!

Manuel Belgrano Una historia de amor


Manuel Belgrano Una historia de amor

Manuel Belgrano Una historia de amor
Cuentan que en 1816, en el baile donde se celebraba la declaración de la independencia, Belgrano conoció a María Dolores Helguera, una bella tucumana de 18 años. Se enamoraron y el quiso casarse, pero en enero de 1818, recibió la orden de marchar hacia Santa Fe.

Entretanto Dolores había quedado embarazada, y tras la partida de Belgrano sus padres la obligaron a casarse con otro hombre, al que ella no amaba y que al poco tiempo la abandonó.

Manuel Belgrano Una historia de amor
El 4 de Mayo de 1819 nació la única hija de la pareja, a la que bautizaron con un nombre similar al del padre: Manuela del Corazón de Jesús Belgrano.

Los enamorados volvieron a encontrarse pero no pudieron casarse porque no existía el divorcio y, legalmente Dolores seguía casada. Belgrano adoraba a su hijita, pero pudo disfrutar muy poco de su paternidad pues, gravemente enfermo fallecería al año siguiente, el 20 de Junio de 1820.

jueves, 5 de abril de 2018

Antiguo Congreso Nacional



Antiguo Congreso Nacional
Este histórico recinto integraba el edificio demolido en gran parte y destinado hasta el año 1945 para Archivo General de la Nación, en la calle Hipólito Yrigoyen 328 (ex Victoria).
A un costado de la Plaza de Mayo, sobre la calle Victoria, en diagonal hacia Balcarce, existió primitivamente y durante muchos años un mercado de carnes, que se echó abajo en 1822. Luego, en el mismo lugar, se levantó el cuartel del glorioso regimiento de Patricios, al que tan destacada actuación le cupo durante las invasiones inglesas. Estos cuarteles tuvieron que desaparecer para dar lugar a la construcción de la casa destinada a Congreso Nacional. Las obras se iniciaron en 1862 bajo la dirección del arquitecto Jonás Larguía, ex prosecretario del Congreso Nacional de Paraná, dándoseles fin en 1866.
Antiguo Congreso Nacional
En mayo de 1864, antes de terminado el edificio, se realizaron las primeras sesiones preparatorias de ambas cámaras. Desde sus bancas hicieron oír su palabra, en el transcurso de varias décadas, varios tribunos: Aristóbulo del Valle, Osvaldo Magnasco, Leandro .N. Alem, Miguel Cané, Absalon Rojas, Nicasio Oroño, Lucio V. Mansilla, José Evaristo Uriburu, Pedro Goyena, José .M. Estrada, Estanislao S. Zeballos, Carlos Pellegrini, Julio A. Roca, Nicolás Avellaneda, Emilio Civit, Pablo Ricchieri, Luis Maria Campos, Manuel Quintana, Dardo Rocha, Lucio Vicente López, Indalecio Gómez, Guillermo Rawson, Domingo Faustino Sarmiento, Valentín Alsina, y su hijo Adolfo, Rufino Varela, Luis Sáenz Peña y su hijo Roque, Hipólito Yrigoyen, Mariano de Vedia, Dalmacio Vélez Sársfield, Miguel Juárez Celman, Eduardo Tilde, Luis Maria Drago y Bernardo de Yrigoyen, entre otros.
En este recinto de sesiones transcurrió la actividad parlamentaria, hasta que durante los sucesos de 1880 relacionados con la federalización de Buenos Aires, se produjo el abrupto traslado de senadores y diputados hasta el vecino pueblo de Belgrano, en cuya municipalidad (actual Museo Sarmiento) sesionaron ambas cámaras legislativas. Esta situación se prolongó durante cuatro meses, hasta que encontró principio de solución el conflicto de poderes entre el presidente Avellaneda y el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, y posteriormente quedo definitivamente zanjada con la fundación de la ciudad de La Plata, lugar de residencia de las autoridades provinciales.
La última sesión legislativa realizada en este recinto fue la del 15 de diciembre de 1905. De esta fecha en adelante las reuniones de ambas cámaras se celebraron en el nuevo edificio de la calle Entre Ríos.
El frente del antiguo Congreso se conserva tal cual era en su época, y estuvo pintado al aceite, de color verde, hasta el año 1938, en que se lo revocó de nuevo. En cambio, el interior sufrió diversas modificaciones a través de los años.
Cuando las cámaras dejaron de reunirse en este edificio el hemiciclo destinado al Senado, ubicado sobre la calle Balcarce, fue arrendado para una imprenta particular. Es interesante la circunstancia de que esta misma imprenta funcionó en otro lugar histórico, pues venía de ocupar la casa donde nació y murió el general Manuel Belgrano, en la calle que lleva su nombre, número 430.
El Archivo General de la Nación se instaló allí en el año 1906, fecha de su traslado del antiguo local de la calle Lavalle 868, llamado Coliseum.
En ese entonces se llevó allí toda la documentación existente desde la creación del Archivo durante el gobierno de Martín Rodríguez, del cual era ministro Bernardino Rivadavia. Este último dio un decreto el 6 de octubre de 1821 creando el Archivo General de la Provincia, dado que los documentos públicos se encontraban sin orden ni clasificación en las distintas oficinas administrativas.
El hemiciclo del antiguo Congreso, la parte del edificio declarada histórica, estuvo destinada hasta 1945 a guardar documentación de Contaduría y Hacienda de las dos grandes divisiones del Archivo, colonial y nacional.
Como en la manzana donde se encontraba ubicado se construyó el edificio del Banco Hipotecario Nacional (hoy sede central de la Administración Federal de Ingresos Públicos), el 30 de setiembre de 1942 el Congreso sancionó una ley declarando de utilidad pública los inmuebles situados entre las calles Hipólito Yrigoyen, Defensa, Alsina y Balcarce, estableciendo que “de los declarados monumentos históricos que se encontraban en dicha manzana serán serán conservados: la sala de sesiones del antiguo Congreso Nacional, el frente y el vestíbulo de entrada sobre la calle Victoria Nº 328…”.

Fue declarado Monumento Histórico por Decreto Nº 120.412 del 21 de mayo de 1942.
Desde el 1º de julio de 1971, es sede de la Academia Nacional de la Historia.
Fundamentales sanciones del Congreso
Los Códigos: Civil, de Comercio, Penal y de Minería; la construcción de Puerto Madero; la construcción de la Fragata Sarmiento; la fundación del Colegio Militar de la Nación y de la Escuela Naval; la creación del Parque Tres de Febrero, con el jardín Zoológico y el jardín Botánico; la conclusión y consolidación de la Conquista del Desierto; la ley 1420 de Educación Común; la creación del Banco de la Nación Argentina, de la Municipalidad de la ciudad de Buenos aires, de la Caja de Conversión y de la Dirección General de Correos y Telégrafos; la federalización de la Ciudad de Buenos Aires; la fundación de la ciudad de La Plata; las leyes de Ferrocarriles; la apertura de la Avenida de Mayo y de la Avenida de Circunvalación, hoy General Paz.
Debe recordarse que el lunes 10 de mayo de 1886, a las dos de la tarde, en momentos en que el General Roca subía a la vereda para entrar al Congreso, donde debía pronunciar el discurso de apertura del período ordinario de sesiones, fue de improviso atacado por un ácrata que alcanzo a arrojarle una piedra que le golpeo violentamente en el medio de la frente.
Atendido por el ministro Eduardo Wilde, que era médico, luego de reponerse y con una venda puesta en bandolera sobre su frente, ingreso al recinto, donde fue recibido con una gran ovación.
Mientras Wilde lo curaba, Roca les dijo a los presentes: “Esta, ha sido la primera cachetada que he recibido en mi vida”, a lo que Wilde respondió de inmediato: “No es usted solo, señor Presidente, quien la recibe, sino el decoro de la República toda”.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Honorable Cámara de Diputados de la Nación
Portal www.revisionistas.com.ar
Vigil, Carlos – Los monumentos y lugares históricos de la Argentina. Editorial Atlántida, Buenos Aires (1959).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar


miércoles, 28 de marzo de 2018

17 de octubre de Nicolás Olivari


17 de octubre


de Nicolás Olivari


“Desde la negra barrera del otro lado de la villa,
donde el horizonte se fundía con la nada,
con salitre en la mejilla resecada
y una miel despavorida en la mirada
llegaron
los descamisados.
“Desde la fragua abierta cual granada de su sangre,
encajada en el molde de la muerte,
desde altos hornos pavorosos, crudo fuego enemigo
con las uñas carcomidas
y el cabello chamuscado en cansancio secular
sus mujeres desgreñadas por el hambre y sus crías
que no lloran porque miran,
llegaron
los descamisados.
“Sin más arma que el cansado desaliento que en sus trazos se hizo hueco
frente al río enchapado de alquitranes y petróleos,
solfatara de mil diablos expulsados,
del ansioso cielo antiguo de los pobres,
detenido en el asombro de su paso,
la pupila desbarrada en la angustia esperanzada
en un hombre que hace luz en la tiniebla,
que levanta todo aquello que se daba por perdido,
por perdido y para siempre,
llegaron
los descamisados.
“Desde el otro lado de los puentes destruidos
por la mano codiciosa de los despechados
con un grito silencioso en la grieta de los labios,
clamoroso, esperanzado,
latir azulceleste en las venas que se crispan,
levantando los racimos en las manos,
hacia un hombre presentido,
que vibraba delicado,
llegaron
los descamisados.
“Desde el taller cerrado y la fábrica con su cara
clausurada de bondad,
patinada
por el antiguo sudor de sus familiares,
invadieron la ciudad
y el grito fue invadiendo las conciencias
hasta hacerle claridad.
“Claridad junto al Líder recobrado
por su pueblo, el gran pueblo, solo el pueblo,
y para siempre… para siempre, desde entonces
es nuestro, solo nuestro, recobrado por el pueblo,
en aquel día de gloria que empezó oscuro y trágico
hasta hacerse claridad,
cuando el nombre iluminado,
mi prójimo y vecino, mi compañero y hermano,
lo rezaran con el alma, cuando llegaron
los descamisados.”

[Nicolás Olivari, publicado en Democracia, 16 de octubre de 1952]

Historia y significado del escudo peronista