sábado, 6 de junio de 2015

EL TÚNEL UN PLAN PARA RECONQUISTAR BUENOS AIRES DE LOS INVASORES INGLESES EN 1806

EL TÚNEL UN PLAN PARA RECONQUISTAR BUENOS AIRES DE LOS INVASORES INGLESES EN 1806


Entre los tantos planes conspirativos urbanos, la mayoría desechados por impracticables, hubo uno, impulsado por el ingeniero catalán Felioede Sentenach, que empezó a ponerse en marcha: volar el cuartel de la Ranchería, donde estaba establecido el Regimiento 71. La idea era excavar un túnel, desde el Colegio San Carlos, hasta llegar bajo el cuartel. Una vez allí, se minaría el lugar y al explotar el reducto inglés, se combinaría el atentado con el ataque de unos 500 hombres que Pueyrredón estaba reuniendo en la quinta de Perdriel. El propio Sentenach, disfrazado, entró al cuartel de la Ranchería, para reconocer la disposición de los dormitorios y estimar las medidas que debían utilizar los excavadores. Desde los altos del café de Pedro José Marcó, enfrente de la Ranchería, vigilaban los movimientos de los ingleses.

El túnel comenzó a excavarse, pero el plan no se llevó a cabo. Liniers logró disuadir a los conjurados urbanos de posponer sus planes, por el temor de que una acción fuera de tiempo provocará una represalia sangrienta contra los habitantes de la ciudad. En su lugar, pidió reunir hombres, al tiempo que él mismo pediría el apoyo de Montevideo. 

No obstante, los restos del túnel, a medio excavar, pueden verse hoy en día en el trayecto de túneles subterráneos de la Manzana de las Luces, descubierto en 1917 por el arquitecto Héctor Greslebin, quien investigó los túneles de esa manzana histórica de la ciudad, cuando aún era un estudiante de la Facultad de Arquitectura, al asistir al derrumbe de una de las salas en la que se estaba construyendo un nuevo salón de estudios. 

No obstante la precaución con que fueron llevadas las obras de excavación del túnel, los ingleses ya estaban al tanto del hecho, como lo prueba las anotaciones del capitán Alexander Gilespie: “Frente al cuartel del régimiento 71 había un seminario perteneciente a la orden de San Francisco, que con todas las casas contiguas, gradualmente se abandonaron por los estudiantes e inquilinos. Una calle angosta mediaba entre ambos y se cavó una mina desde el colegio hasta el ángulo suroeste de las cuadras de los soldados. Un muchacho tambor en una de ellas dio cuenta a su sargento de haber sido repetidamente molestado por un ruido durante la noche, como si procediese de trabajadores subterráneos. Se acudió a un expediente, poniendo varios mosquetes, cañones para arriba, suavemente asegurados en el suelo, sobre los que se colocaron algunos alfileres, de modo que se desarreglaran a la menor concusión. Una mañana se hallaron en el suelo, mas, aunque se ordenó una investigación, nada se descubrió, porque la boca de la mina no pudo retrasarse; pero el hecho se descubrió después: se trataba de un infernal complot para hacer volar nuestros hombres mediante treinta y seis cuñetes de pólvora” .


GENTILEZA DE MARCELO DE BIASE 

viernes, 5 de junio de 2015

NUESTRAS BRAVAS MUJERES NO SE RINDIERON A LOS INGLESES EN 1806

NUESTRAS BRAVAS MUJERES NO SE RINDIERON A LOS INGLESES EN 1806



En el Buenos Aires invadido por los ingleses en 1806 el único restaurante que existía era "La fonda de Los Tres Reyes". Estaba situada en la calle Santo Cristo -hoy 25 de Mayo-, a un paso del Fuerte y de la Plaza.
El relato de la bravura de nuestras mujeres que nos ocupa sucedió la noche del domingo 27 de junio de 1806. Quién dio a conocerlo fue el capitán Alexander Gillespie en su libro "Buenos Aires y el interior".
Relata que “Después de asegurar nuestras armas, instalar guardias y examinar varias partes de la ciudad, lo más de nosotros fuimos compelidos a ir en busca de algún refrigerio”. Dicen que la noche de ese domingo era tormentosa. Los invasores ya consideraban a Buenos Aires una perla más del Imperio Británico, y por ello licenciaron a sus tropas atento a que los soldados españoles habían rendido sus armas. El único lugar posible, como dije, era esta fonda, atendida por su dueño, Juan Boncillo.
Cuenta Gillespie que los acompañaba Ulpiano Barreda (“criollo civil que había residido algunos años en Inglaterra” es como lo cita Gillespie) que les hacía las veces de intérprete.
Atento lo avanzado de la hora en que se apersonaron los invasores, la fonda dispuso únicamente de huevos y tocino. “A la misma mesa se sentaban muchos oficiales españoles con quien pocas horas antes habíamos combatido, convertidos ahora en prisioneros con la toma de la ciudad, y que se regalaban con la misma comida que nosotros” señala Gillespie.  El autor señala que capitán le llamó la atención la joven moza que servía las mesas, que no disimulaba un profundo disgusto en su rostro cuando servía a los comensales.  Gillespie, con Barreda de traductor, le pidió que expresara, sin temor a ninguna represalia, que le expresara el porqué de su disgusto.  La joven moza agradeció la disposición del oficial inglés y, en voz alta, volviéndose a los españoles de la mesa próxima, expresó: “Desearía, caballeros, que nos hubiesen informado más pronto de sus cobardes intenciones de rendir Buenos Aires, pues apostaría mi vida que, de haberlo sabido, las mujeres nos habríamos levantado unánimemente y rechazado los ingleses a pedradas”. 
Días después reiteraron esta bravura cuando colaboraron en la expulsión de los invasores ingleses.

No obstante, los oficiales y también los civiles británicos llegados con el ejército, siguieron utilizando la Fonda de los tres Reyes y, debido a esta circunstancia, se la llamó “la fonda de los ingleses”.




miércoles, 3 de junio de 2015

JULIETA LANTERI La primera mujer que votó en la Argentina

JULIETA LANTERI La primera mujer 

que votó en la Argentina



Fue en 1911. Todavía no estaba permitido el voto femenino. Para la elección de legisladores de ese año, Buenos Aires convocó, como era usual, a la inscripción en los padrones. Podían hacerlo los ciudadanos mayores de 22 años, residentes en el municipio, con ingresos provenientes de comercio, industria o profesión liberal, y acreditaran pagar impuestos. Nada se establecía respecto al sexo. Se percató de ello, y Lanteri se inscribió en la parroquia de su domicilio, (Buenos Aires estaba dividida en parroquias en ese entonces), en la Parroquia San Juan Evangelista de La Boca, y el dia de las elecciones, el 26 de noviembre de 1911, sufragó. 

El presidente de mesa, Dr. Adolfo Saldías, afirmó cuando la saludaba: “me congratulo en ser el firmante del documento del primer sufragio de una mujer en el país y en Sudamérica”.
Al día siguiente la noticia salió en los principales diarios del País, La Nación y La Prensa entre ellos.
Obviamente, poco después, se sancionaba una norma prohibiendo el voto de las mujeres, justificando su sanción en que el empadronamiento era propio del enrolamiento en el registro para el servicio militar. Cuando lo intentó, no se le permitió enrolarse, aunque lo intentó hasta con el Ministro de Guerra.
Julia Magdalena Ángela Lanteri, más concretamente, Giulia Maddalena Angela Lanteri, nació en Briga Marittima, provincia de Cuneo, Italia, 22 de marzo de 1873. De muy chica emigró a la Argentina. Mediante permisos especiales fue la primera mujer en estudiar en el Colegio Nacional, luego se recibió de farmacéutica (1898), y siempre con autorizaciones especiales, en  1907 se recibe de mádica, siendo la 5º. en lograrlo.  Cecilia Grierson había sido la primera.
Junto a su amiga Raquel Camaña, Elvira Rawson de Dellepiane, Petrona Eyle, Sara Justo, Cecilia Grierson y Adelia Di Carlo funda el primer Centro Feminista, y es organizadora del Congreso Femenino Internacional de 1910.
Incansable, la Lanteri como la llamaban en la época, quiso presentarse en 1919 como candidata a diputada. No se homologó su candidatura. Disconforme, organizó una manifestación que juntó a más de cuatro mil personas, donde se hizo un simulacro de votación que la hizo famosa entre todas las sufragistas del mundo.
Por ello, Juan B. Justo la incluye en  1920 junto a Alicia Moreau de Justo en la lista del Partido Socialista Argentino.


Posteriormente funda el Partido Feminista Nacional y  se postula a diputada y senadora  en varias oportunidades. Hacia campaña con la consigna “En el Parlamento una banca me espera, llevadme a ella”.
El 23 de febrero de 1932, en confuso episodio,  la Dra. Lanteri es atropellada mientras caminaba por la Diagonal Norte, en pleno microcentro de Buenos Aires, por David Klapenbach. Este huyó de la escena del crimen. La cronista y escritora Adelia Di Carlo denunció que Klappenbach era miembro de la Liga Patriótica Argentina, un grupo paramilitar de extrema derecha, y que no se trató de una accidente como lo caratuló la Policia, sino que fue un "accidente de un vehículo marcha atrás", un eufemismo para denunciarlo como asesinato.
Su funeral congregó a millares de personas que acompañaron el cortejo hasta su morada final.

Su lucha no quedó trunca. Diversas mujeres la continuaron hasta que Evita (María Eva Duarte de Perón) la toma, y pese a su predicamento, tuvo que rodear el parlamento con mujeres y adictos, afirmando que no se moverían de allí hasta que no fuera sancionada la ley que otorgaba el voto a las mujeres. Así, en 1947 es sancionada la Ley 13.010, que permitió a las mujeres acceder a las urnas, participando políticamente en el sistema democrático argentino.







jueves, 28 de mayo de 2015

PADRE FRANCISCO "PANCHO" SOARES

PADRE FRANCISCO "PANCHO" SOARES



El 29 de mayo de 2015 en Peronismo 26 de Julio de Tigre Abre la Casa Cultural “Padre Pancho Soares” en Vilela 1006, Tigre, a las 19 horas.
Sepamos quién fue el padre “Pancho”.

"El cura zapatero" como lo llamaron nació en Brasil. En San Pablo más concretamente, un 27 de mayo de 1927. Siendo un niño emigró de su país y vino a Argentina. Estuvo un tiempo en Chile donde se hizo seminarista en la Escuela Apostólica de los Padres Asuncionistas. De allí pasó a París, Francia donde estudió filosofía y teología. Ingresa al noviciado en Pont-é-Abbé d`Arnoult-Charente. También adquirió allí su forma de pensamiento. Vuelto a la Argentina, es ordenado sacerdote el 8 de julio de 1947, y a su pedido, trabajó en las barriadas pobres de San Fernando (Villa Adalguiza) y Tigre (Villa Barragán).

En 1963 se nacionaliza argentino, por su amor a nuestro país.

En el año 1966 lo nombran párroco de la capilla Nuestra Señora de Carupá, en Tigre.

La opción del padre Pancho siempre fueron los pobres y los marginados. Cuentan que "él iba a las casas, agarraba una pala y se ponía a hacer la zanja con la gente del barrio. Los ayudaba a organizarse.” Había fundado una taller donde fabricaban plantillas para zapatos. De allí su apodo.

También era un militante de la causa popular y nacional. Cuentan que cada vez que mataban a un peronista era él a quien llamaban para dar la misa y que prestaba la capellanía para que Montoneros pudiera hacer sus reuniones. Ello le valió ser una de las primeras víctimas eclesiásticas del terrorismo de Estado. Dicen que había celebrado una misa en memoria de los compañeros caídos, militantes de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), Manuel Belloni (24), padre de la actriz Victoria Onetto y fundador de la JP de San Fernando, y Diego Ruy Frondizi, ayudante de carpintería de 23 años. En la misa de responso, cuenta un estudioso de su vida, oficiada a tres años del asesinato de los fusilados presuntamente por la Policía de Buenos Aires el 8 de marzo de 1971, Soares que “los dos compañeros (fueron) caídos bajo las balas del imperialismo y el capitalismo”. Además, un escrito policial señala que el cura hizo un llamado a continuar “la lucha siguiendo el ejemplo de Jesús revolucionario, hasta conseguir la liberación argentina y luego de América toda”. Y agrega que “manifestó acto seguido que ‘Argentina es el mejor país para empezar la lucha de la liberación y que se debería recurrir a las armas si fuera preciso’”. Imperdonable a la luz de la historia posterior.

Era conocido por recorrer su zona de influencia en una bicicleta destartalada, "arreglada con alambre" según cuentan, y ayudar a quien necesitara de ella. De ahí también su apodo "el cura zapatero" o "el cura remendón". Se definía como un cura obrero.

El 13 de febrero de 1976 en la casa parroquial, tan humilde como el entorno, tenía sus ventanas abiertas de par en par. En su interior se encontraba  Soares desangrado en el piso, en un charco de sangre, y su cuerpo desfigurado. Su hermano Arnaldo, discapacitado, que convivía con el sacerdote, había sido herido también, y gritaba pidiendo ayuda. Moriría poco después en un hospital de la zona.

No había dudas por qué lo habían asesinado. El había comentado a algunos de su fieles mas cercanos que pensaba que "se había pasado" y por eso estaba recibiendo amenazas.

Algunos días antes 2 delegados  del Astillero Astarsa y la señora de uno de ellos habían sido secuestrados, torturados y asesinados. Ella era catequista de su parroquia. Dicen que el padre Soares denunció en los funerales de la señora este hecho, señalando a sus responsables con nombres y apellidos. Una semana después estaba muerto.

Antes de ello los vecinos venían notando movimientos sospechosos de militares, policías y gente de civil que pasaban a pie o en auto, acechando la capilla. Nadie dudaba que estaba "marcado" por su compromiso con los pobres, y con la justicia.

Por ello hoy hay una denuncia efectuada entre otros por Pablo LLonto para que este crimen sea considerado como "de lesa humanidad" y se juzgue a los responsables de su asesinato.

Llorado por sus feligreses y sus amigos, llegó gente de Lourdes y Palermo Chico, desde el mediodía del 13 hasta las 11 hs.  del día siguiente sus restos fueron velados en la humilde capilla de madera hecha por sus propias manos.
Monseñor Aguirre junto a 35 sacerdotes celebró la Misa Cuerpo Presente; en esa ocasión Monseñor dijo “Pancho, asumió la pobreza para vivir al lado de sus hermanos más pobres, vivió en la más extrema e increíble austeridad y esa fue su mayor virtud”.

Fue enterrado en el cementerio de Tigre, el lugar que el padre Pancho amaba.







Ricardo Balbín "Despidiendo los restos de Perón"

Discurso de Ricardo Balbín 

Despidiendo los restos de Perón 

en el Congreso Nacional


Llego a este importante y trascendente lugar, trayendo la palabra de la Unión Cívica Radical y la representación de los partidos políticos que, en estos tiempos, conjugaron un importante esfuerzo al servicio de la unidad nacional: el esfuerzo de recuperar las instituciones argentinas y que, en estos últimos días, definieron con fuerza y con vigor su decisión de mantener el sistema institucional de los argentinos. En nombre de todo ello, vengo a despedir los restos del señor Presidente de la República de los argentinos, que también con su presencia puso el sello a esta ambición nacional del encuentro definitivo, en una conciencia nueva, que nos pusiera a todos en la tarea desinteresada de servir la causa común de los argentinos.
No sería leal, si no dijera también que vengo en nombre de mis viejas luchas; que por haber sido claras, sinceras y evidentes, permitieron en estos últimos tiempos la comprensión final, y por haber sido leal en la causa de la vieja lucha, fui recibido con confianza en la escena oficial que presidía el Presidente muerto.
Ahí nace una relación nueva, inesperada, pero para mí fundamental, porque fue posible ahí comprender, él su lucha, nosotros nuestra lucha ya través del tiempo y las distancias andadas, conjugar los verbos comunes de la comprensión de los argentinos.
Pero guarde yo, en lo íntimo de mi ser, un secreto que tengo la obligación de exhibirlo frente al muerto. Ese diálogo amable que me honró, me permitió saber que él sabía que venía a morir a la Argentina, y antes de hacerlo me dijo: 'Quiero dejar por sobre todo el pasado, este nuevo símbolo integral de decir definitivamente, para los tiempos que vienen, que quedaron atrás las divergencias para comprender el mensaje nuevo de la paz de los argentinos, del encuentro en las realizaciones, de la convivencia en la discrepancia útil, pero todos enarbolando con fuerza y con vigor el sentido profundo de una Argentina postergada.'
Por sobre los matices distintos de las comprensiones, tenemos todos hoy aquí en este recinto que tiene el acento profundo de los grandes compromisos, que decirle al país que sufre, al pueblo que ha llenado las calles de esta ciudad sin distinción de banderías, cada uno saludando al muerto de acuerdo a sus íntimas convicciones -los que lo siguieron, con dolor; los que lo habían combatido, con compresión -, que todos hemos recogido su último mensaje: 'He venido a morir en la Argentina, pero a dejar para los tiempos el signo de paz entre los argentinos".
Frente a los grandes muertos. ...frente a los grandes muertos tenemos que olvidar todo lo que fue el error, todo cuanto en otras épocas pudo ponernos en las divergencias; pero cuando están los argentinos frente a un muerto ilustre, tiene que estar alejada la hipocresía y la especulación para decir en profundidad lo que sentimos y lo que tenemos. Los grandes muertos dejan siempre el mensaje .
Sabrán disculparme que recuerde, en esta instancia de la historia de los argentinos, que precisamente en estos días de julio, hace cuarenta y un años el país enterraba a otro gran presidente: el doctor Hipólito Yrigoyen.

Lo acompañó su pueblo con fuerza y con vigor, pero las importantes divergencias de entonces. colocaron al país en largas y tremendas discrepancias, y como un símbolo de la historia. como un ejemplo de los tiempos, como una lección para el futuro, a los cuarenta y un años, el país entierra a otro gran presidente. Pero la Fuerza de la República, la comprensión del país, pone una escena distinta, todos sumados acompañándolo y todos sumados en el esfuerzo común de salvar para todos los tiempos la paz de los argentinos.
Este viejo adversario despide a un amigo. Y ahora, frente a los compromisos que tienen que contraerse para el futuro, porque quería el futuro, porque vino a morir para el futuro, yo le digo Señora Presidente de la República: los partidos políticos argentinos estarán a su lado en nombre de su esposo muerto, para servir a la permanencia de las instituciones argentinas, que usted simboliza en esta hora.

Dr. Ricardo Balbín

miércoles, 27 de mayo de 2015

LA ASUNCION DE CAMPORA EN 1973

LA ASUNCION DE CAMPORA EN 1973



Hoy les transcribo como fue vista y relatada la asunción de Campora a la Presidencia en 1973 (REDACCION junio 1973)


El cambio de poder político en la casa de gobierno
Después de aclamar al nuevo Presidente y de cantar sus estribillos, la multitud marchó hacia la cárcel a liberar a los presos políticos. No quiso esperar la ley de amnistía y exigió el indulto en la noche del 25 de Mayo, a las puertas de Villa Devoto.

EN la tarde del 24 de mayo, cuando los modernos camiones con escaleras extensibles —que la Municipalidad utiliza para arreglar el alumbrado público— fueron cedidos a los sindicatos para que pudieran colgar sus cartelones en los faroles de la Plaza de Mayo, el peronismo prácticamente ya había comenzado a asumir el Gobierno del país. Por la noche llegaron los primeros contingentes de jóvenes, cantando la famosa Marchita y golpeando en los bombos, a ubicarse en los mejores lugares. Uno de ellos era, sin duda, el gran palco oficial armado por el Gobierno saliente un par de días antes y que el Presidente electo no iba a poder utilizar porque amanecería colmado de gente. El símbolo de esa euforia que se empezó a vivir con tanta anticipación, era un chico que vendía cintas argentinas para cruzarse en el pecho, con esta inscripción: "¡Viva Perón, carajo!". Su estribillo era más que significativo aún: "Póngase la banda del tío usted también y entre en la Rosada".

Un día peronista
Con los árboles podados y racimos humanos como copos, la plaza amaneció totalmente cubierta. Centenares de cartelones navegaban sobre la marea humana que coreó el nombre de Perón y cantó la Marchita mil veces. Sin embargo, a pesar de la proliferación de bombos, esta vez había algunos detalles distintos de las tradicionales concentraciones peronistas del 45 al 55: en vez de ir en camiones, los manifestantes habían llegado en automóviles. Y los había de toda marca y modelo; desde el taxi Di Tella del 60, medio desvencijado, hasta el Torino sport último modelo, color habano metalizado. Tanto se veía un Citroën con la capota descubierta y brazos en alto haciendo la V, como un Peugeot 504 del que emergía una bandera argentina por el techo corredizo. El sol ("del 25", como se decía) ayudó a que fuera un radiante día peronista como en aquellos tiempos en que los manifestantes iban hasta en los techos de los tranvías.
Mientras Cámpora leía en el Congreso su mensaje de 160 carillas y hacía un alto en la página 80 —marcada con una estampita del padre Pío de Pietracchina— para descansar, en la calle se amontonaba cada vez más gente y se producía el primer episodio dramático: cuatro coches quedaron ardiendo después del grave enfrentamiento entre un grupo de jóvenes y las fuerzas de seguridad. La llegada de Cámpora y Lima en helicóptero a la Casa Rosada fue un episodio insólito: el Presidente electo debió ser recibido en la azotea por los granaderos de la custodia.

Los atributos del poder
Los instantes previos a la transmisión del mando fueron tensos en el interior de la histórica casa. Lanusse, en uniforme de gala, se mostraba dispuesto a soportar todo con una sonrisa de resignación. Cámpora, para romper el hielo, lo convidó con un cigarrillo y le dio fuego de su encendedor. Después entraron juntos al Salón Blanco y la concurrencia estalló en una ovación. No hubo silbidos contra Lanusse, como temían algunos funcionarios salientes, pero sí una descarga de dedos en V sobre su rostro. Después, la ceremonia. Coda y Rey le pusieron la banda a Cámpora (primero al revés, como siempre ocurre), Lanusse le dio el bastón y el escribano Garrido leyó el acta con la misma sonrisa con que lo hiciera Hace un cuarto de siglo, cuando Farrell le entregó el poder a Perón. Salvador Allende y Osvaldo Dorticós fueron invitados a firmar el acta y Garrido se llevó la lapicera de recuerdo (también como siempre). Bordaberry no llegó porque no se animó a pasar por entre la multitud que rodeaba la casa; y William Rogers resolvió que no era prudente andar ese día en un automóvil adornado con la banderita norteamericana. (A Bordaberry le llevaron el acta al hotel).
Tras la ceremonia, Coda y Rey se fueron por los techos, en un helicóptero. Lanusse en cambio exigió un automóvil. Se enfureció cuando le dijeron que el helicóptero estaba listo: "Yo no necesito nada de eso. Voy a salir por la misma puerta que entré".
Poco antes que el whisky y los canapés comenzaran a ser devorados por los periodistas, los funcionarios y los invitados especiales, Cámpora debió salir al balcón a lucir la banda y a improvisar un discurso para la muchedumbre. "Yo sé que ustedes querrían ver en este lugar y con estos atributos presidenciales al general Perón — admitió enfáticamente—; pues yo les aseguro que en este momento es Perón quien ha asumido el poder". Después exhortó a todos con una de las más espléndidas frases del líder: "De casa al trabajo y del trabajo a casa".

La liberación de presos
Sin embargo, tras la desconcentración en Plaza de Mayo, millares de jóvenes enfilaron hacia la cárcel de Villa Devoto con un claro objetivo: liberar a los presos políticos, para dar cumplimiento a las consignas preelectorales.
A las nueve de la noche, las caravanas juveniles iluminaron las calles que encuadran el penal, con antorchas de kerosén. A esa hora, Juan Manuel Abal Medina —que había desaparecido del primer plano político— anunció que esa misma noche todos los detenidos serían liberados; y Pedro Cazes Camarero, del ERP, trepado en el muro que da sobre la calle Bermúdez informó que Cámpora estaba dispuesto a indultarlos, aunque los trámites —según le había dicho el flamante Ministro del Interior— demandaría algunas horas.
Dentro del penal, los Diputados nacionales Vittar, Díaz Ortiz, Mera Figueroa, Bidaña, Izurrieta y Croato (Frejuli), Sandler y Bacjzman (APR), todos integrantes de la Comisión para la Liberación de los Presos Políticos, firmaron con los funcionarios de la cárcel un acta mediante la cual se procedía a liberar a los detenidos, debido a la situación creada en torno al edificio. La puerta principal estaba a punto de ceder por la presión ejercida desde la calle. Finalmente, a las diez y media de la noche, el Presidente firmó el indulto para los detenidos de todas las cárceles del país, lo que determinó escenas dramáticas en todos los lugares donde había presos políticos.
La designación del Gabinete — que se mantuvo en reserva hasta el último momento— deparó algunas sorpresas, como el nombramiento del abogado Esteban Righi en Interior, que fue decidido no mucho tiempo antes del 25 de Mayo, pues esa cartera estaba prevista para el apoderado del Partido Justicialista, Antonio J. Benítez, quien prefirió el Ministerio de Justicia ("de vida más serena"). Y es que Interior suele ser en todo Gobierno que se inicia una brasa entre las manos, máxime si se ha prometido "no gobernar un solo día con presos políticos".

El nuevo Gabinete
La designación de José Gelbard, en cambio, estaba prevista desde semanas antes, cuando se supo que su renuncia a la presidencia de la Confederación General Económica era para "dedicarse a tareas de mayor importancia para el país". Toda el área económica le pertenece, mientras que el nombramiento del Ministro de Trabajo —que también tuvo su suspenso— fue dejado en manos de la CGT "para evitar conflictos con el sector político del peronismo". De allí salió el nombre de Ricardo Otero, en lugar de la designación de Lorenzo Miguel o del propio Rucci, como se descontaba el día del triunfo electoral. El fortalecimiento de los metalúrgicos dentro del sector sindical, que determinó el surgimiento de Otero (secretario general de la UOM en la Capital Federal), fue posible debido al desgaste de Rucci y Miguel, aunque el apoyo de los textiles, a través de Casildo Herrera, también fue decisivo en ese proceso.
La espina más difícil para el nuevo Gobierno era desde luego la designación del comandante en jefe del Ejército, cargo que recayó en el general Jorge Carcagno. Este nombramiento tampoco sorprendió a nadie, pues de antemano se sabía que la Infantería —el arma de Perón— iba a reconquistar el poder después de largos años de reinado de la Caballería —el arma de Lanusse—; sin embargo el trámite no era fácil porque había que decapitar a nueve generales en actividad. Pero la decisión fue tomada. No ocurrió lo mismo, en cambio, con la Armada y la Aeronáutica, a las que se les respetó la decisión interna de sus cuadros. De esta firmeza de actitud frente a las Fuerzas Armadas dependerá ahora la suerte constitucional del nuevo Presidente, si es que realmente acierta en su obra de Gobierno.


Fuente: http://www.magicasruinas.com.ar/revistero/locales/asume-campora.htm



BRUNILDA, REINA DE AUSTRASIA

BRUNILDA, REINA DE AUSTRASIA



Brunilda nació en Toledo en el año 543, hija de Atanagildo y Gesvinda, siendo la menor de las dos hijas del matrimonio real. Cuando tenía 11 años su padre fue elegido rey visigodo de Hispania. Fue educada en la corte de Toledo, capital del reino visigodo y profesaba la fe cristiana arriana.
Las complicadas relaciones entre francos y visigodos habían mejorado y hacia el 565 Sigeberto I rey de Austrasia, solicitó a Brunilda en matrimonio. Este matrimonio beneficiaba a ambos reinos: a Atanagildo le libraba de los problemas con los francos y le permitía concentrarse contra bizantinos y suevos; al merovingio Sigeberto le reforzaba en los conflictos con sus hermanos (era uno de los cuatro hijos de Clotario I cuyo reino fue dividido a su muerte). Brunilda cambió su fe por la católica y, aportando una buena dote, celebró su matrimonio en Metz, capital de Austrasia, en 566.
En 567 Galsuinda, la hermana de Brunilda, se casó con Chilperico I, rey de Neustria y hermano de Sigeberto I. Chilperico I estaba casado con Audovera, con quien había tenido seis hijos, pero logró anular su matrimonio para casarse con Galsuinda aunque no abandonó a su amante Fredegunda. El matrimonio fracasó debido a que Chilperico se negaba a abandonar su disipada vida, así pues, Galsuinda quiso volver a Toledo pero ese mismo año su padre murió, debilitándose su posición política y poco después sería asesinada. El asesinato fue atribuido a Fredegunda con quien Chilperico I contrajo matrimonio algún tiempo más tarde.
El asesinato de Galsuinda provocó en Brunilda un gran rencor hacia ambos y exigió a Chilperico I la dote de su hermana, a lo que él se negó. Sigeberto I apeló a su hermano Gontran I de Borgoña para que mediara entre ambos y se decidió entregar a Brunilda y sus descendientes las ciudades de Burdeos, Limoges, Cahors, Bearn y Bigorre que habían sido entregadas a su hermana como regalo de bodas. Chilperico I aceptó a regañadientes y Brunilda no olvidó el asesinato de su hermana.
Entre 567 y 570 nacieron los tres hijos de Brunilda y Sigeberto I: Ingunda, Clodosinda y Childeberto II. Las rencillas entre Sigeberto I y Chilperico I continuaron, esta vez azuzadas por ambas reinas. En 575 Chilperico I intentó recuperar las cinco ciudades y en la lucha muere su hijo Teodoberto. Sigeberto I emprende la conquista de Neustria pero Fredegunda envió a dos sicarios que lo asesinaron y Chilperico I reclama el trono de Austrasia. Brunilda que se encontraba con sus hijos en París, capital de Neustria, son apresados pero la reina hace escapar a su hijo Childeberto II y reclama el trono para él y la regencia para ella. Los nobles de Austrasia reconocieron como heredero legítimo a Cihldeberto II pero no aceptaron la regencia de Brunilda, nombrando a Gontran de Borgoña para el cargo. Chilperico I separó a Brunilda de sus hijas y la relegó en un convento en Ruán.
Sin embargo ocurrió algo insólito, Meroveo II, un hijo de Chilperico I, que había ayudado a escapar a Childeberto II, fue a Ruán y se casó con Brunilda. La ceremonia fue efectuada por el obispo de Ruán Pretextato pero el matrimonio acarrearía a Brunilda la acusación de incesto y lascivia. Chilperico I logró hacer anular el matrimonio; en 577 Meroveo II murió y el obispo Pretextato fue asesinado en 586. Las dos muertes fueron atribuidas a Fredegunda que también intentó asesinar a Brunilda.
Brunilda regresó a Austrasia y ante el rechazo de los nobles ruvo que buscar refugio en la corte de Gontran de Borgoña, volviendo un tiempo después para asumir la regencia por su hijo. Actúa entonces como soberana de Austrasia organizando y mejorando el reino: reparó caminos, construyó abadías, iglesias y castillos, reformó las finanzas y reorganizó el ejército. Pero todo ello reprercutió en los intereses de los nobles que mostraron su hostilidad. Brunilda impuso la autoridad de la corona y para reafirmar su autoridad pidió a Gontran de Borgoña, que no tenía hijos, que adoptara a Childeberto, lo que hizo en 577. En 579 casó a su hija Ingunda con el príncipe visigodo Hermenegildo, pero e matrimonio fue asesinado por las conspiraciones y luchas entre arrianos, católicos y bizantinos en Hispania. Childeberto II subió al trono en 583 con 13 años.
En 584 Chilperico I murió asesinado y su muerte fue atribuida tanto a Brunilda como a Fredegunda Ésta asumió la regencia de Neustria por su hijo Clotario II e intentó asesinar de nuevo a Brunilda. En 586 nace Teodoberto II y al año siguiente Teoderico II, ambos hijos de Childeberto II; Fredegunda intentó otro asesinato contra Brunilda y su nieto mayor.
Algunos nobles de Austrasia se oponían abiertamente a Brunilda, especialmente los duques Rauching, Ursio y Berthefried que habían llegado a conspirar contra la vida de Childeberto II y que fueron ejecutados por orden de Brunilda en 587.
Las relaciones entre Childeberto II y Gontran de Borgoña se deterioraron y se inicia una lucha que acaba en 587 con el Tratado de Andelot en el que, entre otros acuerdos, se estable la herencia recíproca de los reinos en caso de que alguno de los dos muera. Ese mismo año Recaredo I hizo una alianza con Childeberto II y pidió en matrimonio a su hermana Clodosinda. Brunilda lo aceptó con la condición que Gontran de Borgoña lo aprobara también (por cuestiones políticas) pero él lo rechazó. En 592 Gontran muere y Childeberto II hereda el trono de Borgoña, poco después intenta invadir Neustria pero fracasa.
En 596 Childeberto II muere envenenado y se atribuye la muerte a Fredegunda aunque otras fuentes la atribuyen a los nobles de Austrasia Brunilda asume la regencia por sus nietos. En 597 Fredegunda muere por una enfermedad y su hijo Clotario II es proclamado rey de Neustria. Brunilda intenta derrocar a Clotario II pero la falta de apoyos la hacen fracasar. En 599 los nobles de Austrasia proclaman rey a Teodoberto II de 13 años, que apartó a su abuela del poder. Brunilda se refugia en la corte de Borgoña, en Orléans, donde es bien recibida por su otro nieto Teoderico II.
Las relaciones de la familia real con la iglesia fueron difíciles, a pesar de que Brunilda y Childeberto II habían establecido buenas relaciones con el Papa Gregorio I. El obispo de Autun, San Desiderio, criticó con dureza las costumbres de la corte de Teoderico II y a Brunilda, por lo que la reina escribió al Papa reclamando por la actitud del obispo hacia su familia. San Desiderio fue suspendido pero el conflicto con los soberanos y nobles de Borgoña continuó. Durante un sermón San Desiderio criticó públicamente a Teoderico II y a Brunilda lo que llevaría a su asesinato en 608, cometido por incondicionales de Teoderico II.
Años antes, en 590, el monje irlandés San Columbano se instaló en Borgoña donde fundó varios conventos. Llegado el momento se opuso a que Teoderico II viviera en concubinato y le instó a buscar esposa. La elegida fue Ermenberta, hija de rey visigodo Witerico, pero fue rechazada por Brunilda, repudiada por el rey y finalmente devuelta a Hispania. San Columbano visitó en una ocasión la corte de Teoderico II y Brunilda solicitó una bendición para sus bisnietos pero él se negó alegando el origen ilegítimo de los niños y amenazó a la familia de Brunilda con la excomunión. La reina, ofendida, consiguió su expulsión del reino de Borgoña en 610.
Brunilda seguía dirigiendo las luchas por el poder entre los reinos francos. Las relaciones entre Teoderico II y Teodeberto II eran inestables pero se unían ocasionalmente para combatir a otros. En las batallas de Dormelles (600) y Etampes (604) vencieron a Clotario II de Neustria. En Etampes, Teoderico II casi logró la derrota definitiva de Clotario II pero la nobleza de Austrasia firmó un tratado de paz a cambio de territorios.
Teoderico II y Brunilda tenían, en 612, una posición de poder y atacaron a Teodoberto II al que vencieron. Brunilda ordenó que fuera tonsurado, lo que según las costumbres de la época, lo inhabilitaba para reinar, y fue encerrado en un convento junto a su hijo donde murieron ese mismo año. Teoderico II asumió el trono de Austrasia pero enfermó de disentería y murió en 613.
Brunilda, que contaba con 70 años, reclamó la regencia para su bisnieto Sigeberto II y la regencia para ella. Los nobles de Austrasia, dirigidos por Pepino Landen, la rechazaron e hicieron un acuerdo con Clotario II que invadió el reino de Austrasia.
Brunilda, sin apoyos militares, buscó la ayuda de las tribus germánicas del Rhin pero fue apresada. Fue sometida a juicio en Reneve, donde fue acusada del asesinato de numerosas personalidades. La torturaron en el potro durante dos días, luego fue exhibida para la mofa del ejército de Clotario II y finalmente fue atada a un caballo y arrastrada hasta morir.
La reina Brunilda murió el 13 de octubre de 613. Fue incinerada y sus cenizas fueron depositadas en un sarcófago en la abadía de San Martín en Autun. Hoy reposan en el Museo Rolin en Aviñón.


Fuente: http://www.parnaso.org/brunilda.htm