sábado, 14 de marzo de 2015

CHURRUCA, UN GRAN HEROE ESPAÑOL

CHURRUCA, UN GRAN HEROE ESPAÑOL

Buscando averiguar sobre este nombre, me encontré con este gran héroe. Se llamaba Cosme Damián Churruca y Elorza. Murió combatiendo sólo contra seis barcos ingleses en la batalla de Trafalgar.
Cuenta la leyenda que, después de que un cañonazo le volara la pierna, metió el muñón en un cubo de harina para mantener el equilibrio y poder seguir luchando.

Nació en 1761. Estudió en el seminario de Burgos. Abandonó los estudios para el sacerdocio. Comenzó su carrera militar en la Compañía de Guardias Marinas de El Ferrol en 1776. En 1778 comenzaría su carrera marítima a bordo del navío “San Vicente”. España llevó a cabo algunas acciones para intentar recuperar Gibraltar, como el asedio de diciembre de 1781 y participó en el sitio de Gibraltar y ataque de las baterías flotantes (1781-1782) a bordo de la fragata Santa Bárbara. Enseñó en la Academia de Guardias Marinas de 1783 a 1787.
Fue integrante de la segunda expedición al estrecho de Magallanes (1788-1789) con los paquebotes Santa Casilda y Santa a las órdenes de Antonio de Córdoba.  Churruca fue el encargado de la cartografía del estrecho y de las observaciones astronómicas en esa zona austral.
En 1792 se embarcó como capitán en una expedición dirigida por  Mazarredo. El objetivo era llevar a cabo una serie de estudios hidrográficos para la reforma del atlas marino de la América septentrional. Mayor general de la escuadra de Mazarredo en 1797, el año siguiente se le confió el mando del navío Conquistador y participó en la campaña que terminó en Brest (1799). Visitó París y fue recibido por Napoleón. España y Francia en ese momento eran aliadas.
Regresa a España (1802), Churruca  se volvería a hacer famoso al escribir un tratado de puntería para la artillería de Marina. Después de publicar este «best seller», solicitó y obtuvo el mando del navío San Juan Nepomuceno. con el que participó en la campaña culminada por combate de Trafalgar, donde halló una muerte gloriosa. Fue abordado y cañoneado por 5 navios ingleses a la vez, y mandó clavar la bandera para no rendirse. José Luis Corral en su libro “Trafalgar” afirma que «En la guerra entre Inglaterra y la alianza Francia-España era muy importante el control del estrecho de Gibraltar. Napoleón había decretado el cierre de todos los puertos del continente europeo a los navíos ingleses, que tenían en Gibraltar su gran base para sus naves en el Mediterráneo. La batalla de Trafalgar fue, por así decirlo, la batalla por el control del Estrecho y, por tanto, del Mediterráneo», sentencia Corral.
Desde el comienzo, la contienda había dado un vuelco a favor inglés debido a la precaria estrategia del Almirante Villeneuve. Muchos de los barcos aliados se debían enfrentar  en clara inferioridad numérica a los británicos mientras algunos de sus compañeros todavía no habían entrado en combate. Precisamente eso le sucedió al «San Juan Nepomuceno» de Churruca, al que le obligó a combatir contra nada menos que seis navíos británicos a los que puso en serios aprietos gracias a su habilidad.
Mientras dirigía el combate desde el puesto de mando, una bala de cañón le arrancó la pierna derecha por debajo de la rodilla. Sin embargo, ni siquiera una herida tan grave pudo inmovilizar a Churruca, que se mantuvo en su puesto e, incluso, arengó a sus soldados para seguir combatiendo a pesar de que la derrota era segura. «Además, se dice que al perder la piernas y no poder mantenerse en pie ordenó que trajeran un cubo con harina (o con arena en otras versiones) y allí metió el muñón para mantener la estabilidad», explica Corral.
Al final, y para desgracia de sus marineros, Churruca acabó muriendo desangrado. De él se dice que no se quejó en ningún momento y se mantuvo estoico hasta el final. De hecho, ordenó clavar la bandera de su barco para que no fuera arriada tras el abordaje inglés. A su vez, dio órdenes antes de fallecer de que nadie se rindiera mientras en su cuerpo hubiera un leve aliento de vida.
Pero de poco le valió, pues, cuando se disipó el humo de los disparos, no había duda: los españoles habían sido derrotados y muchos de sus buques capturados. Los ingleses habían vencido en Trafalgar.
«Con su muerte, España perdió uno de los mejores marinos de la época, probablemente el más preparado y el único que tenía conocimientos geográficos comparables a los de los mejores marinos ingleses o franceses», añade el historiador.

Su navío fue remolcado a Gibraltar, siendo uno de los pocos que pudieron enseñar los británicos como trofeo del combate. Durante muchos años lo conservaron, manteniendo la cámara del comandante cerrada y con una lápida en que se leía el nombre de Churruca en letras de oro, y si algún visitante pretendía entrar, se le advertía que se descubriera para poderlo hacer, como si aún estuviera presente don Cosme Damián Churruca y Elorza, brigadier de la Real Armada Española, muerto a flote del navío de su mando, dos baterías y 74 cañones San Juan Nepomuceno.
Fue nombrado Almirante a título póstumo, y en su recuerdo su sobrino recibió el título de Conde de Churruca.
Fuentes:
·         A las órdenes de las estrellas (La vida del marino Cosme de Churruca y sus expediciones a América). Mª Dolores González-Ripoll. CSIC, Madrid, 1995.
·         Trafalgar de José Luis Corral
·         Elogio histórico del Brigadier de la Real Armada Don Cosme Damián de Churruca, que murió en el combate de Trafalgar en 21 de octubre de 1805. Julián Baldomero de Churruca y Elorza, Madrid, 1806.



miércoles, 11 de marzo de 2015

GRAF SPEE Y LA BATALLA DEL RIO DE LA PLATA: MI PADRE LLEGA ASÍ AL PAÍS

GRAF SPEE Y LA BATALLA DEL RIO DE LA PLATA:
 MI PADRE LLEGA ASÍ AL PAÍS
El 17 de diciembre de 1939, la flota inglesa encuentra al acorazado de bolsillo "Graf Spee" y en linea lo atacan. Son el Ajax, el Exeter y el Achilles. Lo toman entre dos fuegos.
Luego de intenso combate, que en el futuro se llamará "la batalla del Río de la Plata", al anochecer el acorazado ancla en el puerto de Montevideo,
 y también deja a sus muertos en la batalla.
La diplonacia inglesa consigue que al Graf Spee no pueda completar sus reparaciones.
El Exeter luego de la batalla había quedado incapacitado para el dissparo, y el Ajax en muy mal estado, pero a la flota inglesa de les agrega un cuarto barco, el Cumberland.
El Capitan del Graf Spee, von Langsdorff, con muy poca munición, y con instrucciones de que el barco no caiga en manos enemigas, decide hundirlo. 
Decide, como manda la tradición, hundirse con su barco. Perro la tripulación se niega a abandonar el acorazado sin von Langsdorff, por lo que éste debe acompañarlos.
Y hace explotar la Santabárbara
Y la tripulación es llevada así a Buenos Aires
Y el diario "La Nación" así refleja la llegada de los marinos alemanes, entre ellos mi padre, Ernesto Augusto Parbst (Es el de la X)

Las fotos son de mi archivo personal

domingo, 8 de marzo de 2015

ALFEREZ MANUELA PEDRAZA, LA TUCUMANESA

ALFEREZ MANUELA PEDRAZA, LA TUCUMANESA
Hoy en el Día Internacional de la Mujer quiero hacer un homenaje a la primera mujer que se destacó en nuestra historia. Fue durante la reconquista de Buenos Aires de los ingleses, durante la primera invasión,  los días 10, 11 y 12 de agosto de 1806.

En esa época vivía con su esposo "el cabo de Asamblea José Miranda, asturiano", y residía "en el segundo Cuartel, 6ª manzana, vereda al este", de la ciudad de Buenos Aires. Hoy sería sobre calle Reconquista, antes de llegar a la esquina de Av. Corrientes.
La lucha final por la Reconquista de la ciudad de Buenos Aires, tuvo lugar cuando Santiago de Liniers al frente de las milicias y los voluntarios  tomaron la Plaza Mayor y pusieron sitio al Fuerte de la ciudad, que era el último bastión en donde se habían atrincherado los invasores británicos. El marido de Manuela formaba parte de esa fuerza. Ella decidió combatir a su lado.  Es legendaria la participación del pueblo, hombres, mujeres y niños de todas las edades participaron de la Reconquista. Entre ellos se incluye a Juan Manuel de Rosas, que tenía en esos días 13 años, y participó con heroísmo en la misma.
El 11 de Agosto de 1806, durante el combate, el marido de Manuela cae mortalmente herido por un disparo de un soldado británico. Cuenta la historia que Manuela tomó el fusil que dejó caer su marido, y con esa arma, mató, a su vez, a quien había disparado contra su esposo. No contenta con ello persigue al pelotón enemigo y mató a otro soldado inglés de un bayonetazo. Luego le arranca el fusil, que presenta, después, como trofeo a Liniers.

Al término de la lucha, Liniers en el parte al Rey de España, específicamente al ministro Manuel Godoy (el "Príncipe de la Paz"), en la Corte de España, relatándole sobre la gesta de la Reconquista informa: "No debe omitirse el nombre de la mujer de un cabo de Asamblea, llamada Manuela la Tucumanesa, que combatiendo al lado de su marido con sublime entereza mató un inglés del que me presentó el fusil".  El parte de Santiago de Liniers que se encuentra en el Museo del Cabildo.
Atendiendo a la precaria situación económica de Manuela. Santiago de Liniers se preocupó especialmente para que Manuela Hurtado y Pedraza tuviera un merecido reconocimiento, por parte del Rey de España y del Cabildo de Buenos Aires.
Carlos IV, el rey de España en despacho fechado 24 de febrero de 1807 en el Palacio del Pardo la reconoce expresando: “"El Rey: por cuanto atendiendo al valor y distinguida acción de doña Manuela La Tucumanesa, combatiendo al lado de su marido, en la Reconquista de Buenos Aires, he venido en concederle, el grado y sueldo de Subteniente de Infantería. Por tanto mando a los Capitanes Generales. Gobernadores de las Armas y demás cabos, mayores y menores, oficiales y soldados de mis ejércitos, la guarden y hagan guardar las honras, gracias, preeminencias y exenciones, que por razón de dicho grado le tocan y deben ser guardadas, bien y cumplidamente. Que así es mi voluntad y que el Ministro de mi Real Hacienda, a quien perteneciere, dé la orden conveniente, para que se tomen razón de este Despacho, en la Contaduría Principal y en ella se formará asiento con el expresado sueldo, del cual ha de gozar, desde el día del cúmplase de este Despacho, sin contribuir cosa alguna, al derecho de media anata. Dado en El Pardo a veinticuatro de febrero de mil ochocientos siete, firmado el Rey; José Caballero; S. M. concede grado y sueldo de Subteniente de Infantería a doña Manuela La Tucumanesa." Este documento se encuentra en el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.

Posteriormente. el 25 de mayo de 1807, el Cabildo porteño le acordaba una gratificación de 50 pesos por única vez; y a partir de junio, mientras durase la guerra con los ingleses, el sueldo de “soldado del Cuerpo de Artillería de la Unión”.
Liniers a su vez, la integra al recientemente creado Batallón de Patricios y le da el grado de Alférez (subteniente o portaestandarte)  concedido por el rey.
Tiempo después, el sacerdote patriota Pantaleón Rivarola, le dedicó unos versos de su Romance sobre la Reconquista de Buenos Aires, que la inmortalizaron en esta estrofa:
"A estos héroes generosos
una amazona se agrega
Que oculta en varonil traje
triunfa de la gente inglesa:
Manuela tiene por nombre,
Por patria Tucumanesa".

También es conocido el poema: La Guerrera Urbana

Manuela Pedraza,
flor de La Fortaleza:
no hay otro alférez
más valiente que vos.

Oigo tu voz
más allá de Buenos Aires
y tu galope audaz,
Manuela "La Tucumanesa".

Me enamora la patria en agraz,
desvelada, recorro su faz;
el inglés no pasará
con mujeres tendrá que pelear.

Manuela Pedraza,
flor de La Fortaleza:
no hay otro alférez
más valiente que vos.

Truena el cañón,
préstame tu fusil
que la revolución
viene oliendo a jazmín.

Tierra de neblina
en la antigua ciudad porteña,
el eco nombra aún
a Santiago de Liniers.

Tierra en armas que se hace mujer,
amazona de la libertad.
Quiero formar
en tu escuadrón
y al clarín de tu voz
atacar.













jueves, 19 de febrero de 2015

EL PRIMER REBELDE DE AMERICA: CACIQUE HATUEY

EL PRIMER REBELDE DE AMERICA: CACIQUE HATUEY


Este cacique de los taínos había nacido en la isla de Quisqueya (Hoy Haití y Republica Dominicana). Se rebeló contra los españoles, que lo expulsaron a Cuba.
Allí Hatuey organizó a sus hombres contra los conquistadores, en un adelanto de lo que se dio luego en llamar “guerra de guerrillas”, en pequeños grupos y atacando por sorpresa. Pero sus armas (palos, piedras y flechas) finalmente fueron vencido por los españoles comandados por Diego Velazquez, que tenían armas de fuegon corazas, ballestas, etc.
No obstante lograron tomar prisionero al cacique Hatuey porque lo delataron prisioneros indígenas mediante tormentos.
El Fray Bartolomé de las Casas le atribuye en su obra las siguientes palabras:  Este es el Dios que los españoles adoran. Por estos pelean y matan; por estos es que nos persiguen y es por ello que tenemos que tirarlos al mar... Nos dicen, estos tiranos, que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Ellos nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper”.
Detenido, el cacique Hatuey fue condenado a morir en la hoguera.
Previo al sacrificio, el sacerdote Olmedo le preguntó si quería convertirse en cristiano para subir al cielo.
Hatuey sin dudar le contestó su famosa frase: "No quiero yo ir allá, sino al infierno, por no estar donde estén y por no ver tan cruel gente.


miércoles, 18 de febrero de 2015

EL VERDADERO ORIGEN DEL HOCKEY : LA “CHUECA”

EL VERDADERO ORIGEN DEL HOCKEY : LA “CHUECA”

El origen del hoy llamado Hockey es argentino, más aún, de nuestro pueblos originarios.
¡Por eso son tan buenas las Leonas!
Se llamaba la “CHUECA”
El juego de la "chueca", antecesor indígena del hockey se jugó en casi todo el territorio argentino. Los mapuches lo llamaban "uiñu" o " palín", los tobas:"tol", los pilagá: "elemrak" y los mocobíes lo llamaban "leremá". Los adultos varones y, en algunas comunidades los niños, jugaban este juego. El número de jugadores y las dimensiones del campo de juego variaban según los distintos pueblos. Se alentaba a los equipos con cánticos y el vencedor ganaba además un premio, muchas veces se apostaba un caballo, que era un bien muy preciado.
Para vencer era necesario lograr una diferencia de 4 tantos, por lo que algunas veces los partidos se extendían durante varios días.

Estos juegos servían para dirimir conflictos y para tomar decisiones, ya que se creía que la suerte del equipo era determinada por los dioses. En ocasiones para zanjar alguna diferencia entre tribus se jugaba un partido de "chueca", el vencedor obtenía el derecho a decidir sobre la cuestión en disputa.

La verdadera historia de la Milanesa a la Napolitana

La verdadera historia de la Milanesa a la Napolitana


Son muchos los que creen que este plato procede de Italia, debido a que su nombre parece evocar las ciudades de Milán y Nápoles. Pero no. La famosa milanesa a la napolitana, hija del azar, es tan Argentina como alambre de púa, la lapicera o el registro de las huellas dactilares.



El cliente llegaba a un restaurante ubicado frente al Luna Park apenas pasada la medianoche y pedía una milanesa. El mozo lo atendía -el mismo siempre cumplía la comanda con la cordialidad acostumbrada, sin hacerle notar que ya había anticipado la orden a la cocina con sólo verlo llegar. La escena se repetía, alla por los años 50, noche tras noche sin mayores sobresaltos hasta que un imprevisto modificó la secuencia y dió un giro
sabroso a la historia de la milanesa. 
Cierta noche el habitual comensal llegó más tarde de lo que acostumbraba, hizo su pedido y se entretuvo desmigajando un pancito. Un asistente, mas voluntarioso que hábil, tomó el lugar del cocinero que ya había concluído su servicio, con tan mala suerte que pasó de punto la fritura de la única milanesa disponible en el restaurante. Medio asustado y con ánimo de encontrar una solución rápida al asunto, consultó a don José Nápoli, el dueño, quien le respondió: "No te preocupes lo vamos a arreglar. Tapa la milanesa con jamón, queso, salsa de tomate y luego la gratinás."
Mientras el asistente ponía esmero en disfrazar la milanesa en la cocina, don José en el salón, se acercó al cliente y lo predispuso a probar algo nuevo y especial. En minutos el mozo llegó a la mesa con la fuente humeante, que provocó un placer inmediato en el comensal. Así en tanto lo veía devorar su más reciente creación, Nápoli se sentó en una de las mesas libres con el menú original, que por entonces se reproducía
con gel en letras azules, y agregó al final de la lista, de puño y letra el nombre de su creación: Milanesa a la Nápoli.
Con el tiempo, y esa habilidad que tiene la lengua para esculpir nuevas palabras, el plato fue rebautizado como " milanesa a la napolitana", se hizo popular y todavía hoy sigue presente en la carta de los bodegones bohemios
y no tanto, en los restaurantes porteños y en los bares que ofrecen minutas. Para Dereck Foster, titular de la cátedra de Alimentos y Bebidas de la Escuela de Turismo de la Universidad Del Salvador, que nos brindó la
historia, el nombre desvirtúa el origen del plato, y sugiere una procedencia equivocada. Las palabras Milán y Nápoli presentes en el nombre remiten a muchos a considerar este hito de la cocina porteña como a un plato de
procedencia italiano. Pero la verdad de la milanesa es otra.
¿ A quién se le ocurre, además, que Milán y Nápoles -enemigos declarados en guerra cultural y económica que divide al norte rico y al sur pobre de Italia-podrían prescindir de sus diferencias- para confraternizar en un
plato....? Sólo a don José . A Don José Nápoli

lunes, 16 de febrero de 2015

LA ESTANCIA JESUÍTICA DE SANTA CATALINA

LA ESTANCIA JESUÍTICA DE SANTA CATALINA

Está ubicada en la localidad cordobesa de Ascochinga.
Ascochinga significa “perro perdido”, traducción de la expresión comechingona ashco-chingasca.
Esta localidad está ubicada en el Departamento Colón.
Se puede llegar de 2 formas. Una desde Cordoba Capital después de trasponer Río Ceballos, Salsipuedes, El Manzano, Agua de Oro y La Granja,.
Nosotros fuimos por el llamado “camino del Pungo”, desde La Cumbre, atravesando las hermosas sierras cordobesas, pasando por la reserva de simios y la estancia de los dulces.

Apenas se llega a Ascochinga y trasponer la estación de servicio, sale un camino de ripio a la derecha que está correctamente señalizado. Muy cerca se encuentra el paraje La Pampa, donde hay lugares para aprovisionarse y comprar bebidas. Desde Ascochinga hasta Santa Catalina; los últimos 13 son de tierra: el camino serpentea y mantiene escondida la estancia, entre las ondulaciones del terreno. De pronto aparece a la derecha un conjunto de casas de piedra y adobe: es la ranchería, el pueblo donde vivían los peones y esclavos, hoy transformado en despensa y bar. Enfrente, el ingreso a la majestuosa iglesia de impactante color blanco. -

La primera imagen que se observa de la iglesia explica por qué se dice que es la más imponente, ya que sus dos torres se alcanzan a ver desde lejos. El sol de la tarde le da más esplendor.
Resultan muy llamativas las casas para los esclavos, que están a la derecha, y que según nos cuentan datan de 1622. Las estancias generaron el crecimiento de poblaciones a sus alrededores y fueron polo de desarrollo.


Santa Catalina está abierta al turismo como museo de sitio, con restricciones para la visita de las zonas residenciales.
Si la intención es internarse en los patios y recorrer su extensión, es necesario pedir permiso ya que cerca de 60 habitaciones son ocupadas por sus dueños.
Santa Catalina fue fundada en 1622, en el mismo año que la actual Universidad Nacional de Córdoba, y es la más grande de todas las estancias jesuíticas declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La estancia de Santa Catalina fue levantada en tierras de Miguel de Ardiles, que acompañó a Jerónimo Luis de Cabrera en la fundación de Córdoba. Las obras para la construcción de la iglesia habrían comenzado en 1622, aunque no se conoce fecha cierta de la finalización de la iglesia y casa, indican que se habría demorado casi 100 años y utilizaron varios estilos.
La estancia es un mecanismo de relojería que sigue funcionando hasta hoy. Una obra de ingeniería hidráulica trae agua del río, a 5 kilómetros, con un pequeño acueducto, y un sistema de túneles abovedados de 250 metros de longitud, para desembocar en el Tajamar. Hoy sigue siendo la única fuente de agua de la estancia, de la pequeña localidad cercana y de los campos aledaños.
El predio tuvo 167.500 hectáreas y se dedicó principalmente a la cría de mulas (llegó a tener 14.000 cabezas), ganado entonces de valor muy superior al vacuno, porque se vendían en el Alto Perú para el trabajo en las minas.
Además de su grandeza productiva, Santa Catalina destaca por el estilo barroco colonial de su iglesia, flanqueada en el exterior por dos torres y un portal en curva, y ornamentada en el interior por una nave en cruz latina que culmina en la cúpula.
 Luego de la expulsión de los Jesuitas, la estancia fue adquirida por Don Francisco Antonio Díaz en una subasta promovida por la  Junta de Temporalidades.
Santa Catalina estaba funcionando a todo vapor cuando Carlos III expulsó a los jesuitas de los dominios españoles, en 1767. La salida de los padres fue intempestiva y traumática, y la estancia se ofreció en subasta pública. Ahí apareció Francisco Antonio Díaz, alcalde de primer voto de la ciudad de Córdoba, en 1774, para comprarla con el compromiso de sostener la iglesia y el culto. Es decir, desde hace 239 años se encuentra en la misma familia, un caso único en el país, especialmente por el valor patrimonial del lugar.
El español Díaz, coronel del Ejército Real, pagó 90.717 pesos y 4 ½ reales, y realizó su propuesta de compra en estos términos: "Me allano a comprarla con todas sus tierras, esclavos, edificios y ganado bajo las siguientes condiciones: que la iglesia haya de quedar a mi disposición, reconociéndome como patrono de ella. me haré cargo de los gastos. manteniéndola con toda la decencia. Teniendo un capellán que suministre el pasto espiritual. entregándoseme todas las alajas (sic) y ornamentos". Así se firmó la escritura.
Su segundo dueño, el coronel don José Javier Díaz, fue el primer gobernador patrio elegido por los cordobeses en 1815 y 1820. En su rol de 2º jefe del regimiento de tres mil hombres de Córdoba, participó en la reconquista de Buenos Aires, fue dos veces gobernador de Córdoba, impulsor del Congreso de Tucumán de 1816 y sostén de la campaña libertadora del General San Martín con 100 mulas ensilladas y ropa de abrigo producida en los telares de Santa Catalina.
El inventario de 1767 releva una chacra para el cultivo de trigo, 12 arados con sus rejas, y una huerta donde se levantaban entre vides y nogales, 314 membrillos, 200 durazneros y 207 manzanos.
En la ranchería (habitaciones de piedra, barro, y techos de tirantes, cañas y tejas) vivían quienes trabajaban en la estancia. Las esclavas solteras lo hacían en una casa de cinco habitaciones cercadas.
Sus dueños actuales (unos 40) están organizados  como un consorcio familiar y se administran con sus propios recursos económicos, sin aportes de otros orígenes.

En 1941 fue declarada Monumento Histórico Nacional, y ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, el 29 de noviembre del año2000.