Mostrando entradas con la etiqueta Perón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Perón. Mostrar todas las entradas

miércoles, 3 de junio de 2015

JULIETA LANTERI La primera mujer que votó en la Argentina

JULIETA LANTERI La primera mujer 

que votó en la Argentina



Fue en 1911. Todavía no estaba permitido el voto femenino. Para la elección de legisladores de ese año, Buenos Aires convocó, como era usual, a la inscripción en los padrones. Podían hacerlo los ciudadanos mayores de 22 años, residentes en el municipio, con ingresos provenientes de comercio, industria o profesión liberal, y acreditaran pagar impuestos. Nada se establecía respecto al sexo. Se percató de ello, y Lanteri se inscribió en la parroquia de su domicilio, (Buenos Aires estaba dividida en parroquias en ese entonces), en la Parroquia San Juan Evangelista de La Boca, y el dia de las elecciones, el 26 de noviembre de 1911, sufragó. 

El presidente de mesa, Dr. Adolfo Saldías, afirmó cuando la saludaba: “me congratulo en ser el firmante del documento del primer sufragio de una mujer en el país y en Sudamérica”.
Al día siguiente la noticia salió en los principales diarios del País, La Nación y La Prensa entre ellos.
Obviamente, poco después, se sancionaba una norma prohibiendo el voto de las mujeres, justificando su sanción en que el empadronamiento era propio del enrolamiento en el registro para el servicio militar. Cuando lo intentó, no se le permitió enrolarse, aunque lo intentó hasta con el Ministro de Guerra.
Julia Magdalena Ángela Lanteri, más concretamente, Giulia Maddalena Angela Lanteri, nació en Briga Marittima, provincia de Cuneo, Italia, 22 de marzo de 1873. De muy chica emigró a la Argentina. Mediante permisos especiales fue la primera mujer en estudiar en el Colegio Nacional, luego se recibió de farmacéutica (1898), y siempre con autorizaciones especiales, en  1907 se recibe de mádica, siendo la 5º. en lograrlo.  Cecilia Grierson había sido la primera.
Junto a su amiga Raquel Camaña, Elvira Rawson de Dellepiane, Petrona Eyle, Sara Justo, Cecilia Grierson y Adelia Di Carlo funda el primer Centro Feminista, y es organizadora del Congreso Femenino Internacional de 1910.
Incansable, la Lanteri como la llamaban en la época, quiso presentarse en 1919 como candidata a diputada. No se homologó su candidatura. Disconforme, organizó una manifestación que juntó a más de cuatro mil personas, donde se hizo un simulacro de votación que la hizo famosa entre todas las sufragistas del mundo.
Por ello, Juan B. Justo la incluye en  1920 junto a Alicia Moreau de Justo en la lista del Partido Socialista Argentino.


Posteriormente funda el Partido Feminista Nacional y  se postula a diputada y senadora  en varias oportunidades. Hacia campaña con la consigna “En el Parlamento una banca me espera, llevadme a ella”.
El 23 de febrero de 1932, en confuso episodio,  la Dra. Lanteri es atropellada mientras caminaba por la Diagonal Norte, en pleno microcentro de Buenos Aires, por David Klapenbach. Este huyó de la escena del crimen. La cronista y escritora Adelia Di Carlo denunció que Klappenbach era miembro de la Liga Patriótica Argentina, un grupo paramilitar de extrema derecha, y que no se trató de una accidente como lo caratuló la Policia, sino que fue un "accidente de un vehículo marcha atrás", un eufemismo para denunciarlo como asesinato.
Su funeral congregó a millares de personas que acompañaron el cortejo hasta su morada final.

Su lucha no quedó trunca. Diversas mujeres la continuaron hasta que Evita (María Eva Duarte de Perón) la toma, y pese a su predicamento, tuvo que rodear el parlamento con mujeres y adictos, afirmando que no se moverían de allí hasta que no fuera sancionada la ley que otorgaba el voto a las mujeres. Así, en 1947 es sancionada la Ley 13.010, que permitió a las mujeres acceder a las urnas, participando políticamente en el sistema democrático argentino.







jueves, 28 de mayo de 2015

Ricardo Balbín "Despidiendo los restos de Perón"

Discurso de Ricardo Balbín 

Despidiendo los restos de Perón 

en el Congreso Nacional


Llego a este importante y trascendente lugar, trayendo la palabra de la Unión Cívica Radical y la representación de los partidos políticos que, en estos tiempos, conjugaron un importante esfuerzo al servicio de la unidad nacional: el esfuerzo de recuperar las instituciones argentinas y que, en estos últimos días, definieron con fuerza y con vigor su decisión de mantener el sistema institucional de los argentinos. En nombre de todo ello, vengo a despedir los restos del señor Presidente de la República de los argentinos, que también con su presencia puso el sello a esta ambición nacional del encuentro definitivo, en una conciencia nueva, que nos pusiera a todos en la tarea desinteresada de servir la causa común de los argentinos.
No sería leal, si no dijera también que vengo en nombre de mis viejas luchas; que por haber sido claras, sinceras y evidentes, permitieron en estos últimos tiempos la comprensión final, y por haber sido leal en la causa de la vieja lucha, fui recibido con confianza en la escena oficial que presidía el Presidente muerto.
Ahí nace una relación nueva, inesperada, pero para mí fundamental, porque fue posible ahí comprender, él su lucha, nosotros nuestra lucha ya través del tiempo y las distancias andadas, conjugar los verbos comunes de la comprensión de los argentinos.
Pero guarde yo, en lo íntimo de mi ser, un secreto que tengo la obligación de exhibirlo frente al muerto. Ese diálogo amable que me honró, me permitió saber que él sabía que venía a morir a la Argentina, y antes de hacerlo me dijo: 'Quiero dejar por sobre todo el pasado, este nuevo símbolo integral de decir definitivamente, para los tiempos que vienen, que quedaron atrás las divergencias para comprender el mensaje nuevo de la paz de los argentinos, del encuentro en las realizaciones, de la convivencia en la discrepancia útil, pero todos enarbolando con fuerza y con vigor el sentido profundo de una Argentina postergada.'
Por sobre los matices distintos de las comprensiones, tenemos todos hoy aquí en este recinto que tiene el acento profundo de los grandes compromisos, que decirle al país que sufre, al pueblo que ha llenado las calles de esta ciudad sin distinción de banderías, cada uno saludando al muerto de acuerdo a sus íntimas convicciones -los que lo siguieron, con dolor; los que lo habían combatido, con compresión -, que todos hemos recogido su último mensaje: 'He venido a morir en la Argentina, pero a dejar para los tiempos el signo de paz entre los argentinos".
Frente a los grandes muertos. ...frente a los grandes muertos tenemos que olvidar todo lo que fue el error, todo cuanto en otras épocas pudo ponernos en las divergencias; pero cuando están los argentinos frente a un muerto ilustre, tiene que estar alejada la hipocresía y la especulación para decir en profundidad lo que sentimos y lo que tenemos. Los grandes muertos dejan siempre el mensaje .
Sabrán disculparme que recuerde, en esta instancia de la historia de los argentinos, que precisamente en estos días de julio, hace cuarenta y un años el país enterraba a otro gran presidente: el doctor Hipólito Yrigoyen.

Lo acompañó su pueblo con fuerza y con vigor, pero las importantes divergencias de entonces. colocaron al país en largas y tremendas discrepancias, y como un símbolo de la historia. como un ejemplo de los tiempos, como una lección para el futuro, a los cuarenta y un años, el país entierra a otro gran presidente. Pero la Fuerza de la República, la comprensión del país, pone una escena distinta, todos sumados acompañándolo y todos sumados en el esfuerzo común de salvar para todos los tiempos la paz de los argentinos.
Este viejo adversario despide a un amigo. Y ahora, frente a los compromisos que tienen que contraerse para el futuro, porque quería el futuro, porque vino a morir para el futuro, yo le digo Señora Presidente de la República: los partidos políticos argentinos estarán a su lado en nombre de su esposo muerto, para servir a la permanencia de las instituciones argentinas, que usted simboliza en esta hora.

Dr. Ricardo Balbín

lunes, 27 de abril de 2015

“LA TIENDA DE LAS DELICIAS.” La prehistoria de la Fundación Eva Perón.

“LA TIENDA DE LAS DELICIAS.” 
La prehistoria  de la Fundación Eva Perón.


La residencia presidencial en 1946, cuando asumió Perón era el Palacio Unzué. Los trabajadores y los pobres conocían su ubicación y comenzaron a tocar el timbre de la Residencia Presidencial en Buenos Aires.
Después del golpe militar de 1955 que derrocó a Perón, los militares destruyeron la Residencia. Ahora es el sitio de la Biblioteca Nacional.
Como Evita fue siempre Evita, a pesar de los intentos de los historiadores de tratar de donde surgió su amor a sus descamisados comenzó a buscar solución a los problemas y necesidades del pueblo que se congregaba afuera de la Residencia Presidencial.
Evita, para el enojo de las “señoras gordas” de la aristocracia local, no estuvo nunca dispuesta a ser una primera dama tradicional.
Todos los días se juntaba frente a la Residencia Presidencial  cientos de mujeres con hijos pequeños, mayores y personas lisiadas, “los olvidados y rechazados de la sociedad” que formaban largas colas alrededor de las elegantes rejas de la casa del Presidente. Evita se dio cuenta de que tenía que buscarles una ayuda inmediata. Comenzó a comprar comida y ropa con su propio dinero y amontonar los paquetes en un garage vacío de la Residencia. Cuando los sindicatos se enteraron, comenzaron a mandar contribuciones “desde azúcar hasta zapatos”.
Cada noche, cuando Perón ya estaba acostado, Evita, su secretario privado, Atilio Renzi, su mucama, Irma Ferrari, el cocinero Bartolo y dos mucamos, Sánchez y Fernández, trabajaban hasta el amanecer para empaquetar la mercancía. Un día Perón visitó el garage y se sorprendió al ver que la mercadería era nueva. 
“Por supuesto,” contestó Evita. “Algunas cosas las compro yo con mi dinero y otras son donadas por personas que nos quieren ayudar.” “¡Es una verdadera delicia para los necesitados!” exclamó Perón y de allí en adelante el garage fue bautizado con el nombre “La Tienda de las Delicias.”



Después del golpe militar de 1955 que derrocó a Perón, los militares destruyeron la Residencia. Ahora es el sitio de la Biblioteca Nacional.

miércoles, 25 de marzo de 2015

El General Juan Domingo Perón habla en octubre del ’55

A muy pocos días de ser destituido, Perón da esta primer entrevista, que les mando por ser de sumo interés, sobre todo, por el momento en que fue dada.
Rodolfo Parbst

El General Juan Domingo Perón habla en octubre del ’55

“Por creerlo de interés damos a continuación, sin comentarios, el texto de la entrevista efectuada por un corresponsal de la United Press con fecha 4 de octubre de 1955 al ex presidente argentino Juan D. Perón, publicada en el mundo entero al día siguiente y tomada del diario "El Día" de Montevideo (Uruguay) del miércoles 5 de octubre de 1955. La entrevista se efectuó en Asunción(Paraguay), siendo prohibida su difusión en el país por el gobierno de Lonardi-Amadeo-Bengoa.”

ASUNCION, 4 (UP). - El ex presidente argentino Juan D. Perón concedió hoy a la United Press la primera entrevista que se le haya hecho desde su derrocamiento el 20 de septiembre. La United Press envió un cuestionario y el ex presidente aceptó preparar las respuestas.
Independientemente del cuestionario, sin embargo, este corresponsal tuvo oportunidad de conversar personalmente con Perón durante 50 minutos. Esta primera conversación personal de un periodista con el ex presidente desde su caída, sirvió para comprobar que Perón se halla de excelente humor y tiene un aspecto evidentemente tranquilo.
El siguiente es el texto de las preguntas del corresponsal y las respuestas de Perón:
Periodista: ¿Puede el general dar una información sobre los sucesos político-militares argentinos que culminaron con su renuncia a la presidencia de la nación?
Perón: Estallada la revolución, el 11 de setiembre la escuadra sublevada amenazaba con el bombardeo de Buenos Aires y la destilería Eva Perón, después del bombardeo de Mar del Plata. Lo primero era una monstruosidad semejante a la masacre de la Alianza (Libertadora Nacionalista); lo segundo significaba la destrucción de diez años de trabajo y la pérdida de cientos de millones de dólares.
Llamé entonces al ministro del Ejército, general Lucero,y le dije: "Estos bárbaros no sentirán escrúpulos en hacerlo. Yo no deseo ser la causa de salvajismo semejante". Inmediatamente me senté a mi escritorio y redacté la nota que es de conocimiento público, sugiriendo la necesidad de evitar la masacre de gente indefensa e inocente y un desastre de destrucción, ofreciendo, si era necesario, mi retiro del gobierno.
Inmediatamente la remití a Lucero quien la leyó por radio como comandante en jefe de las fuerzas de represión y la entregó a la publicidad.
El día 19, de acuerdo con el contenido de la nota, Lucero formó una junta de generales, encargándole discutir con los jefes rebeldes la forma de evitar un desastre. La Junta se reunió el mismo día e interpretó que mi nota era una renuncia.
Al enterarme de semejante cosa, llamé a mi residencia a los generales para aclararles que la nota no era una renuncia, sino un ofrecimiento que ellos podían usar en las tratativas. Les aclaré que, si fuera una renuncia, estaría dirigida al Congreso de la Nación, no al ejército ni al pueblo; asimismo, que el presidente constitucional lo era hasta que el Congreso aceptara su renuncia. La misión de la Junta era sólo negociadora.
Los generales tuvieron una reunión tumultuosa en la que la opinión de los débiles fue dominada por los que ya habían defeccionado.
En la madrugada del 20, fue llamado mi ayudante, el mayor Gustavo Renner, al Comando. Allí el general (Armando) Manni le comunicó que la Junta había aceptado mi renuncia (que no había presentado) y que debía abandonar el país en ese momento. En otras palabras, los generales que se habían pasado a los rebeldes me imponían el destierro.
Periodista: ¿A qué causas atribuye el estallido revolucionario? ¿Cree usted que influyó para ello el conflicto con la iglesia y el contrato sobre explotaciones petroleras?
Perón: Las causas fueron solamente políticas. El móvil fué la reacción oligarco-clerical para entronizar al conservadorismo caduco. El medio fué la fuerza movida por la ambición y el dinero.
El contrato petrolero es un pretexto de los que trabajan de ultranacionalistas sui generis.
Periodista: ¿Estaba el gobierno en antecedentes de la conspiración dirigida por el general Lonardi y otros jefes militares? ¿Es exacto que la marina de guerra estuvo en actitud de rebeldía desde el 16 de junio?
Perón: El gobierno estaba en antecedentes desde hacía tres años. El 28 de septiembre de 1951 y el 16 de junio de 1955 fueron dos brotes abortados. No quise aceptar los fusilamientos y esto los envalentonó. Si la marina era rebelde desde el 16 de junio, lo supo disimular muy bien, pues nada lo hacía entender así.
Periodista: Señor general, su carta de renuncia del 19 de septiembre decía que quería usted evitar pérdidas inestimables para la Nación. ¿Con las fuerzas leales, podría haber prolongado la lucha? ¿Había probabilidades de éxito?
Perón: Las probabilidades de éxito eran absolutas, pero para ello hubiera sido necesario prolongar la lucha, matar a mucha gente, destruir lo que tanto nos costó crear. Bastaría pensar en lo que habría ocurrido si hubiera entregado armas de los arsenales a los obreros decididos a empuñarlas.
Siempre evité el derramamiento de sangre, por considerar este hecho un salvajismo inútil y estéril entre hermanos. Los que llegan con sangre, con sangre caen. Su victoria tiene siempre el sello imborrable de la ignominia y por eso los pueblos, tarde o temprano, terminan por abominarlos.
Periodista: Se ha publicado que la Alianza Nacionalista constituía una especie de fuerza de choque. ¿Qué hay de cierto en esto?
Perón: Era un partido político como los demás, combativo y audaz, compuesto de hombres jóvenes y patriotas decididos. Eso es todo. El odio a esa agrupación política no difiere del odio que esta gente ha demostrado voluntad criminal, busca la ocasión de manifestarse. La masacre de la Alianza es el producto de un estado de ánimo, una ocasión.
Periodista: Exactamente a las 8 de la mañana del martes 20 de setiembre buscó usted refugio en la embajada del Paraguay. ¿Es verdad que usted pasó la noche anterior y toda la madrugada del 20 en la residencia presidencial?
Perón: Exacto.
Periodista: ¿Considera usted que, en la actual situación política argentina, el partido peronista podrá desarrollar actividades? ¿Cree que la C.G.T. mantendrá su actual estructura y organización? ¿Qué opina de la orientación futura de los sindicatos obreros?
Perón: El partido peronista tiene a todos sus dirigentes presos o exilados.
En esta forma, está proscripto. La masa sigue firme y difícilmente podrá nadie conmoverla.
Periodista: ¿Qué planes tiene usted para el futuro? ¿Es verdad que proyecta ir a Europa para radicarse temporalmente en España, Italia o Suiza? Si es así, ¿cuándo proyecta viajar a Europa?
Perón: Permaneceré en Paraguay, primero porque amo profundamente a este pueblo humilde, pero digno, compuesto de hombres libres y leales hasta el sacrificio; segundo, porque entre mis honores insignes tengo el de ser ciudadano y general del Paraguay; tercero porque me gusta. A Europa no pienso ir, porque no es necesario y porque no tengo dinero suficiente para hacer de turista en estos momentos, a pesar de la riqueza que me atribuyen mis detractores ocasionales.
Periodista: Lógicamente hay gran expectativa por sus furas actividades. ¿Piensa permanecer frente a la jefatura del partido?
Perón: Dicen que un día que el diablo andaba en la calle se desencadenó una tremenda tormenta. No encontrando nada abierto en qué guarecerse, se metió en una iglesia que tenía la puerta entornada, y dicen que el diablo mientras estuvo en la iglesia, se portó bien. Yo haré como el diablo. Mientras esté en el Paraguay, honraré su noble hospitalidad. Si algún día se me ocurriera volver a la política, me iría a mí país y allí actuaría. Hacer desde aquí lo que no fuera capaz de hacer allí, no es noble ni peronista. El partido peronista tiene grandes dirigentes y una juventud pujante y emprendedora, sea de hombres o mujeres. Han "desensillado hasta que aclare". Tengo profunda fe en su destino y deseo que ellos actúen. Ya tiene mayoría de edad. Les dejé una doctrina, una mística, una organización. Ellos esperarán su hora. Hoy impera la dictadura y la fuerza. No es nuestra hora.
Cuando llegue la contienda de opinión, la fuerza bruta habrá muerto. Allí será la ocasión de jugar la partida política. Si se nos niega el derecho a intervenir, habrán perdido la batalla definitivamente. Si actuamos, ganaremos siempre por el 70 por ciento de los votos.
Periodista: El gobierno provisional argentino ha hecho declaraciones diciendo que implantará un régimen de libertad y democracia. ¿Cree usted que todos los partidos, inclusive el peronista, podrán actuar libremente?
Perón: La libertad y la democracia basadas en los cañones y las bombas no me ilusionan, lo mismo que las declaraciones del gobierno provisional. Conozco demasiado a los gobiernos que no basan su poder en las urnas, sino en las armas. La persecución despiadada y la difamación sistemáticas no abren buenas perspectivas de pacificación. De modo que creo lo peor. Dios quiera que me equivoque. Ello sólo sería si esta gente cambiara diametralmente, lo que dudo que suceda.
Periodista: ¿Cualquiera otra manifestación que quiera formular?
Perón: Por lo que hemos podido escuchar cuanto sostiene el gobierno de facto es falso por su base. No podrán justificar la revolución ante el pueblo. Ya en sus declaraciones comienzan a confesar ingenuamente que harán lo que nosotros hemos hecho y respetarán nuestras conquistas sociales. Si son sinceras, es un reconocimiento táctico; si no, son lo peor. Aún nosotros representamos el gobierno constitucional, elegido en los comicios más puros de la política argentina en toda su historia. Ellos sólo son usurpadores del poder del pueblo. Si llamaran a elecciones libres, como las que aseguramos nosotros, volveríamos a ganar por el 70 por ciento de los votos. ¿Cómo pueden representar a la voluntad popular? Esta revolución, como la de 1930, también septembrina, representa la lucha de la clase parasitaria contra la clase productora. La oligarquía puso el dinero; los curas, la prédica; un sector de las fuerzas armadas, dominado por la ambición, y algunos jefes, pusieron las armas de la república. En el otro bando están los trabajadores, es decir, el pueblo que sufre y produce. La consecuencia es una dictadura militar de corte oligarco-clerical. Ya sabemos adónde conduce esta clase de gobierno. Que es democracia y enarbola las banderas de la libertad, sólo al gobierno uruguayo y a sus diarios y radios alquilados se les puede ocurrir semejante barbaridad. Si la democracia se hiciera con revoluciones para burlar la voluntad soberana del pueblo, yo sería cualquier cosa menos demócrata. El tiempo dará la respuesta a los insensatos que pueden creerlo.
Conozco a la gente ambiciosa desde hace muchos años y no he de equivocarme fácilmente en el diagnóstico. Yo hubiera permanecido en Buenos Aires si en mi país existiera una mínima garantía, porque no tengo nada de qué acusarme, pero frente a los hombres que el 16 de junio intentaron asesinar al presidente de la nación mediante un bombardeo aéreo sorpresivo de la casa de gobierno, que fueron capaces de masacrar a cuatrocientas personas, bombardeando e incendiando el edificio de la Alianza, donde había numerosas mujeres y niños, ¿qué podemos esperar los argentinos?
En presencia de la vil calumnia, que comienza a hacerse presente, como de costumbre desde Montevideo, deseo aclarar el asunto de mis bienes, para conocimiento del extranjero, porque en mi patria saben bien los argentinos cuáles son.
Mis bienes son bien conocidos. Mi sueldo como presidente durante mi primer período de gobierno lo doné a la Fundación Eva Perón; los sueldos del segundo período los devolví al Estado. Poseo una casa en Buenos Aires que pertenecía a mi señora y que fue construida antes que fuera elegido por primera vez. Tengo también una quinta en San Vicente, que compré siendo coronel, antes de soñar siquiera que sería presidente constitucional de mi país. Poseo además bienes que por la testamentaría de mi señora me corresponden, y que consisten en los derechos de autor del libro "La razón de mi vida", traducido y publicado en numerosos idiomas de todo el mundo, y el legado que Alberto Dodero hizo en su testamento a favor de Eva Perón.
Además, numerosos obsequios que el pueblo y mis amigos me hicieron en cantidad que justifica mi reconocimiento sin límites. El que descubra otro bien, como lo he repetido antes, puede quedarse con él.
No me interesó nunca ni el dinero ni el poder, sino sólo el amor al pueblo humilde, a quien serví con una lealtad que me llevó a realizar cuanto hice.
Con los bienes de mi señora que por derecho sucesorio me corresponden íntegramente, instituí la Fundación Evita, nueva entidad destinada a dar albergue a los estudiantes pobres que debían estudiar en Buenos Aires.
La mayor parte de los regalos que recibí, los destiné siempre a premios y pruebas deportivas de muchachos pobres y estudiantes.
En mi testamento lego todos mis bienes a la Fundación Evita, al servicio del pueblo y de los pobres.
Durante diez años he trabajado sin descanso para el pueblo. Si la historia pudiera repetirse, volvería a hacer lo mismo, porque creo que la felicidad del pueblo bien vale el sacrificio de un ciudadano. Mi gran honor, mi gran satisfacción, son el amor del pueblo humilde y el odio de los oligarcas y los capitalistas de mala ley, y también de sus secuaces y personeros, que por ambición al dinero se han puesto a su servicio.
Solo y a mis años, he aprendido el reducido valor que tiene el demasiado dinero. Las investigaciones me tienen sin cuidado, porque si se hacen bien, probarán mi absoluta honradez; si se hacen mal, serán villanas calumnias como las que se lanzan hoy sin investigar nada.
Estoy en paz con mi conciencia, y no me perturban las inconciencias ajenas.
No pienso seguir en la política, porque nunca me interesó hacer el filibustero o el malabarista. Para ser elegido presidente constitucional no hice política alguna. Me fueron a buscar; yo no busqué serlo.
Ya he hecho por el pueblo cuanto podía hacer. Recibí una colonia y les devuelvo una patria justa, libre y soberana. Para ello hube de enfrentar la infamia en todas las formas, desde el imperialismo abierto hasta la esclavitud disimulada.
Cuando llegué al gobierno de mi país, había gente que ganaba 20 centavos al día, peones que ganaban 15 pesos al mes. Se asesinaba a mansalva en los ingenios azucareros y los yerbatales, con regímenes de trabajo criminales.
En un país que poseía 45 millones de vacas, los habitantes se morían de debilidad constitucional. Era un país de toros gordos y peones flacos. La previsión social era poco menos que desconocida, y las jubilaciones insignificantes cubrían sólo a los empleados públicos y a los oficiales de las fuerzas armadas.
Instituímos jubilaciones para todos los que trabajan, incluso para los patrones. Creamos pensiones de vejez e invalidez, desterrando del país el triste espectáculo de la miseria en medio de la abundancia.
Legalizamos la existencia de la organización sindical, declarada asociación ilícita por la justicia argentina, y promovimos la formación de la C.G.T. con seis millones de afiliados cotizantes. Posibilitamos la educación y la instrucción absolutamente gratuita para todos los que quisieran estudiar, sin distinción de clase, credo o religión, y sólo en ocho años construímos 8.000 escuelas en todos los tipos.
Grandes diques con usinas aumentaron el patrimonio del agro argentino. Más de 35.000 obras públicas fueron terminadas solamente con el esfuerzo del primer plan quinquenal, entre ellos el gasoducto de 1.800 kilómetros, el aeropuerto Pistarini, la refinería de petróleo Eva Perón, que querían bombardear los rebeldes a pesar de costar 400 millones de dólares y diez años de trabajo, la explotación carbonífera de Río Turbio y su ferrocarril, más de veinte grandes usinas eléctricas, etc.
Cuando llegué al gobierno ni alfileres se hacían en el país. Lo dejo fabricando camiones, tractores, automóviles, locomotoras, etc. Dejo recuperados los teléfonos, los ferrocarriles y el gas, para que vuelvan a venderlos otra vez. Les dejo una marina mercante, una flota aérea, etc. ¿A qué seguir? Esto lo saben mejor que yo todos los argentinos. Ahora espero que el pueblo sepa defender lo conquistado, contra la codicia de los falsos libertadores.
Esta es una prueba de fuego para el pueblo argentino, y deseo que la pase solo, y solo sepa defender el patrimonio contra los de afuera y adentro.
Ya tengo bastante con diez años de trabajo, sinsabores, ingratitudes y sacrificios de todo orden. El pueblo conoce a los verdaderos enemigos. Si tan pronto se deja engañar, suya será la culpa, suyo será el castigo. He dedicado mi vida al país y al pueblo. Tengo derecho a mi vejez. No deseo andar dando lástima, como les sucede a algunos políticos argentinos octogenarios.
Preveo el destino del gobierno de facto. El que llega con sangre, con sangre cae. Esta gente no sólo se ha ensangrentado sus manos, sino que terminará tiñendo con ella su conciencia.
Acostumbro perdonar a los enemigos y los perdono; pero la historia y el pueblo no perdonan tan fácilmente, y a ellos les encomiendo la justicia, que siempre llega.
No me arrepiento de haber desistido de una lucha que habría ensangrentado y destruido al país. Amo demasiado al pueblo y hemos construido mucho en la patria para no pensar en ambas cosas. Sólo los parásitos son capaces de matar y de destruir lo que no son capaces de crear.
Al gobierno y al pueblo paraguayos, mi gratitud por la conducta que ya les conocemos; los hemos penetrado en la grandeza de su dignidad humilde frente a la soberbia de la insolencia.
En nombre del pueblo humilde de mi patria argentina, que lucha todos los días por su grandeza, presento al pueblo paraguayo mi desagravio por los actos insólitos presenciados durante mi asilo. Algún día el verdadero pueblo argentino tendrá ocasión de reafirmarme".

________________________________________

Esta entrevista está tomada del APENDICE del libro "Peronismo y Frondizismo" de Enrique Rivera

lunes, 16 de marzo de 2015

Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina


Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina

Hoy, que muchos proponen la vuelta al pasado, me hacen recordar este hermoso recuerdo de quien muriera perseguido y en la miseria, a pesar de su enorme talento.
Rodolfo Parbst
17 DE OCTUBRE 1945: LA REVOLUCIÓN DESCAMISADA
“Mordisquito ¿A mí me la vas a contar?
Bueno, mirá, lo digo de una vez. Yo no lo inventé a Perón. Te lo digo de una vez, así termino con esta pulseada de buena voluntad que estoy llevando a cabo en un afán mío de liberarte un poco de tanto macaneo. La verdad: yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón, la milagrosa. Ellos nacieron como una reacción a los malos gobiernos. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado de un largo camino de miseria. Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad. Porque yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón. Los trajo esta lucha salvaje de gobernar creando miseria, los trajo la ausencia total de leyes sociales que estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo desprecio por las clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena, porque pedían un mínimo respeto a su dignidad de hombres y un salario que les permitiera salvar a los suyos del hambre. Sí, el hambre y de la terrible promiscuidad de sus viviendas en las que tenían que hacinar lo mismo sus ansias que su asco. No. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡Vos los creaste! Con tu intolerancia. Con tu crueldad. Con la misma crueldad aquella del candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban un poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta. Sí, yo sé que te fastidia que te lo recuerde. Es claro, pero vamos a terminarla de una vez. Porque yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la injusticia que presidía el país. Porque a fuerza de hacer un estilo de tanto desmán, terminó por parecerte correcto lo más infame. Claro, a vos no te alcanzaba esa injusticia. Tendrías, como un señor que yo conocía y que iba todos los meses a cobrarlo, un puesto de ama de cría para cubrir sus gastos, que se lo pagaban oficialmente, y un sueldo para salir con el clan. Yo me acuerdo del clan. Y vos también. Aquella mafia siniestra que salía sólo para aterrorizar gente y mataba una vez a gomazos, otra vez a tiros y a veces con el camión para hacerlo más divertido. No, si la memoria fastidia. Pero yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. Los trajo la injusticia que manejaba el país. Mirá, si vos hubieras estado en la Semana Trágica como yo y como tantos, en Cochabamba y Barcala, y hubieras visto morir primero a aquellos cinco, luego a cientos, y hubieras visto masacrar judíos por una gloriosa institución que nos llenó de vergüenza, no hubieras formado nunca más parte de ese partido que integrás por amor propio y quizá por ignorancia de tantos hechos delictuosos que son los que empezaron a preparar la llegada de Perón y Eva Perón. En un país milagroso de rico, arriba y abajo del suelo, la gente muerta de hambre. Los maestros sirviendo de burla en lugar de hacer llorar porque estaban sin cobrar un año entero. ¡No! ¡Y todo vendido! ¡Y todo entregado! Yo sé que te da rabia que te lo repitan tantas veces, pero es que entristece también pensar que no lo querés oír. El otro día, en un discurso oí que decías refiriéndote a un gobierno de 1918: Ya por ese entonces los obreros gozaban…. ¿De qué gozaban? ¡Los gozaban!, que no es lo mismo. Y, sí, Mordisquito, ¡los gozaban! La nuestra es una historia de civismo llena de desilusiones. Cualquiera fuese el color político que nos gobernó, siempre la vimos negra. Aspiramos a gozar y al final nos gozaron. ¡Todos! ¡Siempre! Una curiosa adoración, la que vos sentís por los pajarones, hizo que el país retrocediese cien años. Porque vos tenés la mística de los pajarones y practicás su culto como una religión. Cuanto más pajarón él, más torpe y más crédulo vos. Te gusta oír hablar a la gente que no le entendés nada; la que te habla claro te parece vulgar. Yo también entré como vos y, ¿por qué no confesarlo?, me sentía más conmovido frente a un pajarón que frente a un hombre de talento. El pajarón tiene presencia, tiene historia larga, la que casi siempre empieza con un tatarabuelo que era pirata. Yo también me sentía dominado por los pajarones cuando era chico. Ahora, ¡no! Cuando era chico, sí. ¡Pero no ahora, Mordisquito! Salvate de los pajarones. El fracaso – por no decir la infamia – de los pajarones fue lo que trajo como una defensa a Perón y Eva Perón. Pero no fui yo quien los inventó. A Perón lo trajo el fraude, la injusticia y el dolor de un pueblo que se ahogaba de harina blanca y una vez tuvo que inventar un pan radical de harina negra para no morirse de hambre. Tampoco te lo acordabas. ¡Ay, Mordisquito, qué desmemoriado te vuelve el amor propio!. Te dejo. Con tu conciencia. ¡Perón es tuyo! ¡Vos lo trajiste! ¡Y a Eva Perón también! Por tu inconducta. A mí lo único que me resta es agradecerte el bien enorme que sin querer le hiciste al país. Gracias te doy por él y por ella, por la patria que los esperaba para iniciar su verdadera marcha hacia el porvenir que se merece.

sábado, 14 de febrero de 2015

EVITA por PERON

EVITA por  PERON



En el año 1967 Eugenio Rom le efectúa un interesante reportaje al General Perón. Este lo publica posteriormente en su libro “Así Hablaba Perón”
Buenos Aires, 1980.
En éste,  el General habla por primera vez de Evita. Leámoslo:
  
'....Yo, ya para esa época, contaba con el inestimable apoyo de Evita. Siempre he sido muy remiso a hablar sobre ella. Más que eso, creo que es la primera vez que lo hago en esta forma.
   Yo entendí enseguida, que era realmente Evita.
   Era puro amor por el pueblo.
   Era una maravilla. Una muñeca de belleza, acompañada de una tremenda fe. Esa fe, estaba depositada en su amor al pueblo y en su amor por mí. Porque en mí, veía ella la encarnación de ese amor popular.
   Porque fue eso. Fue amor, lo que nos unió al pueblo, a Eva y a mí. Juntos iniciamos el camino. No fue fácil para ella. Había luchado desde abajo.
   Un día llegó, al lado mío; era una chiquilla. Tenía luz en los ojos. Era capaz de todo por su pueblo. Luchó hasta morir por ellos. Hizo de su vida lo que quiso el pueblo.
   Hizo una entrega total y absoluta. Tanto fue así que le costó la vida. Ella se fue en su momento. Yo me iré en el mío. Pero lo que hicimos no se puede destruir con la muerte.
   Cada uno de los tres, el Pueblo, Eva y Yo, en el otro que subsista, vivirá, y el pueblo será el que nos sobrevivirá.
   Pudo ser una princesa. Pudo tener el mundo a sus pies. Pero, prefirió ser la madre de los pobres y los descamisados. De los niños desamparados y de los ancianos. Era realmente una santa.
   Los humildes la adoraron y ella tomó como único precio por su vida, ese cariño. Lo prefirió a cualquier otra cosa en el mundo. Esta elección, la hizo ella sola. Absolutamente.
   No le fue fácil, pobrecita. Era una mujer muy frágil físicamente. Pero dio todo de sí.
   Nunca esperó nada ni pidió nada. Nos quiso y eso fue todo. Nunca nos dejará. Y siempre la necesitaremos.
Ella también nos necesitó tanto.
   Estará siempre con nosotros.
   Siempre.'
Juan D. Perón

Fuente: “Así Hablaba Perón” de Eugenio P. Rom
A. Peña Lillo Editor
Buenos Aires, 1980


viernes, 13 de febrero de 2015

EL HUMOR DE PERÓN

EL HUMOR DE PERÓN




El 24 de enero de 1944 se reunió el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) en el recinto del Concejo Deliberante, para considerar la ruptura de relaciones con Alemania y el Japón. La sesión fue tumultuosa y los voceros del nacionalismo y la neutralidad sostuvieron firmemente su posición contra los rupturistas, encabezados por Enrique P. González, Eduardo Ávalos, Emilio Ramírez y Alfredo Argüero Fragueiro, quienes apoyaban decididamente al canciller Alberto Gilbert.

No era sencillo pasar, sin preparación previa, del estado de neutralidad al estado de beligerancia. Juan Perón sostuvo esa noche la conveniencia política de la ruptura, ya que, de lo contrario, la Argentina iba a quedar descolocada -y más aislada aún- tras la victoria de los aliados. Algunos nacionalistas no lo entendieron y hubo un oficial, con grado de mayor, que pidió la palabra y respondió a Perón de esta manera:

-No estoy de acuerdo. Creo todo lo contrario: debemos romper relaciones y declarar la guerra a Rusia, Inglaterra y los Estados Unidos.

Perón, entonces, ni corto ni perezoso, vociferó:

-¡Ah, sí! ¿Y si les ganamos, después que hacemos?
('LA CHISPA DE PERÓN', Fermín Chávez)


jueves, 8 de marzo de 2012

EL HUMOR SENSATO DE PERON


El 24 de enero de 1944 se reunió el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) en el recinto del Concejo Deliberante, para considerar la ruptura de relaciones con Alemania y el Japón. La sesión fue tumultuosa y los voceros del nacionalismo y la neutralidad sostuvieron firmemente su posición contra los rupturistas, encabezados por Enrique P. González, Eduardo Ávalos, Emilio Ramírez y Alfredo Argüero Fragueiro, quienes apoyaban decididamente al canciller Alberto Gilbert.

No era sencillo pasar, sin preparación previa, del estado de neutralidad al estado de beligerancia. Juan Perón sostuvo esa noche la conveniencia política de la ruptura, ya que, de lo contrario, la Argentina iba a quedar descolocada -y más aislada aún- tras la victoria de los aliados. Algunos nacionalistas no lo entendieron y hubo un oficial, con grado de mayor, que pidió la palabra y respondió a Perón de esta manera:

-No estoy de acuerdo. Creo todo lo contrario: debemos romper relaciones y declarar la guerra a Rusia, Inglaterra y los Estados Unidos.

Perón, entonces, ni corto ni perezoso, vociferó:

-¡Ah, sí! ¿Y si les ganamos, después que hacemos?

('LA CHISPA DE PERÓN', Fermín Chávez)

jueves, 29 de diciembre de 2011

Lo dijo Perón: Combatir al Capital no es un lema de pintada: es uno de los objetivos que el Justicialismo


Combatir al Capital no es un lema de pintada: es uno de los objetivos que el Justicialismo ha de plantearse como fin principal y último. Indudablemente, la experiencia de los Pueblos no deja de demostrar a lo largo de la historia que la economía no es otra cosa que un trágico juego de suma cero: la riquezas no pueden generarse espontáneamente y de manera enteléquica, sino que es una representación patente del trabajo de los hombres débiles apropiado por otros más fuertes. Quien diga que la riqueza ha de hacerse a futuro sólo está escudándose en una triquiñuela que sólo los tontos creen: esa riqueza jamás se derramará si dejamos que quien la reparta sea el Capital y sus poderes coaligados. La riqueza ha de ser del trabajador, y el gobierno por él elegido quien mueva la máquina en forma de un cuerpo más poderoso que el más fuerte de los hombres.

El Justicialismo hace rato que esto lo ha comprendido, y no podía ser de otra manera: gracias al componedor justicialismo la relación es de fifty-fifty entre el Capital y el Trabajo. No hay para el Justicialismo sino una clase de hombres: los que trabajan.

El trabajador tiene derecho a buscar y querer lo mejor para sí. Tal es el fruto de su trabajo: un crecimiento material y espiritual que pueda perpetuarse en sus hijos. Por ello en este caso os haré llegar un visualizador similar al ClutterView de dispositivos oligárquicos como el iPod, pero especificado para que puedan disfrutarlo en su Banshee, el reproductor multiplataforma que ha engendrado el Justicialismo. Con él la liberación será completa en otras de las ramas del goce espiritual del trabajador.

martes, 6 de diciembre de 2011

PERON Y EL REVISIONISMO



Me parece que ahora estamos cosechando la permanente y patriótica labor de los historiadores y escritores nacionales que han venido desafiando, desde hace muchos años, el esquema falso y comprometido del liberalismo. Esos pensadores nuestros son los precursores, dentro del estudio de la historia, de la etapa de liberación a que estamos asistiendo.
Cuando casi todos enseñaban la mentira, ellos eran los abanderados de la verdad. Pero no sembraron en el mar, indudablemente.
La prueba es esa actitud a que Ud. se refería. Las nuevas generaciones, saben que la liberación también supone emanciparse del tutelaje cultural que nos escamoteó a los verdaderos próceres y nos metió de contrabando a otros que no eran tales. Las enseñanzas de nuestros revisionistas ya han calado muy hondo, y ahora hay conciencia nacional sobre hombres y circunstancias del pasado.
La verdadera imagen de un Juan Manuel de Rosas, de un Facundo Ouiroga, de un Artigas, recuperados para el país de los argentinos, ilumina los hechos que ellos vivieron, y que también vivieron otros cuyas estatuas y monumentos a veces sobran. La liberación presente se ha proyectado y se seguirá proyectando sobre nuestro pasado.

Entrevistador: Durante los años de su gobierno, esa recuperación histórica tuvo un gran impulso, pero algunos señalan que faltó énfasis en el apoyo oficial.
JDP:: Tienen razón. Había que esperar que existiera una conciencia nacional bien difundida a todos los niveles. Estos hechos deben madurar, para eso hacen falta muchos años. Fíjese Ud. que teníamos que enfrentarnos con 100 años de mentiras, y estas cosas no se pueden hacer por decreto. Teníamos maestros y profesores secundarios, y hasta universitarios, que habían sido formados -en realidad, deformados- inconscientemente durante muchas generaciones; desde el primer grado de la escuela primaria.
Además, estaban los medios masivos de información que respondían a esa óptica por razones obvias. Pero ahora es distinto: el pueblo pide, como un derecho más, la verdad histórica.

viernes, 6 de mayo de 2011

El pacto Perón-Frondizi

Perón y Cooke en los días del pacto con Frondizi

El gobierno de la Revolución Libertadora había prometido las elecciones generales para el 23 de febrero de 1958. En los meses anteriores, se hizo cada vez más difícil al gobierno separar las cuestiones políticas de los asuntos electorales. El propósito primitivo de eliminar el control peronista de los sindicatos mediante la intervención de la CGT, y de prohibir la ocupación de cargos sindicales a dirigentes que hubieran actuado durante el gobierno de Perón no resultó. Los sindicalistas peronistas lograron el control de numerosos sindicatos, y en otros, aunque hubieran sido elegidas personas independientes para los puestos directivos, los afiliados continuaban respondiendo al peronismo. Las directivas de Perón eran transmitidas por un grupo clandestino de dirigentes de la CGT, quienes trataban de incentivar las actitudes revolucionarias. En septiembre y octubre de 1957, una ola de paros y dos huelgas generales se dispusieron en contra del gobierno, en demanda de aumentos de salarios. (1)
   
En el seno del gobierno se produjo una fuerte controversia sobre la manera en que se debía responder a la presión gremial. El presidente Aramburu y los ministros civiles eran partidarios de una política moderada que contemplaba el aumento de salarios. El vicepresidente Rojas, con el apoyo del ministro de Marina Teodoro Hartung, postulaba en cambio una política de línea dura contraria al aumento de sueldos y que demandaba el arresto de los agitadores peronistas y comunistas, a quienes responsabilizaba de los problemas gremiales.
   
Las opiniones enfrentadas alcanzaban también la estrategia para las elecciones generales y  amenazaban con provocar una división absoluta entre presidente y vicepresidente. Aquéllas se manifestaron  cuando, según el vicepresidente Rojas, el presidente parecía no prestar atención a las recomendaciones políticas de la Junta Militar. El presidente se negaba a refrendar decretos leyes preparados por la Junta Militar -los cuales había aceptado en un principio-, que ordenaban la proscripción del partido Comunista y el arresto de dirigentes gremiales peronistas. El almirante Rojas sospechaba que Aramburu tenía motivos políticos para no aceptar las sugerencias de la Junta Militar.
   
El 6 de octubre, en una reunión en Olivos, la discusión casi llegó a la ruptura entre presidente y vice. Ambos se acusaron de tomar iniciativas que podían comprometer la palabra empeñada por el gobierno de neutralidad en las elecciones generales. Aramburu señaló que la propuesta de Rojas de arrestar a dirigentes sindicales apuntaba a provocar desórdenes entre los trabajadores. El presidente aludía a rumores que advertían que Rojas intentaba utilizar la inquietud obrera para justificar la suspensión de las elecciones y el establecimiento de un régimen dictatorial. Rojas negó terminantemente la acusación y a su vez reconvino al presidente y a los ministros civiles por utilizar sus cargos para apoyar el programa de la UCRP y quitar votos a Arturo Frondizi. (2)
   
Las alternativas de la Asamblea Constituyente habían demostrado la imposibilidad de acordar cambios políticos relevantes en un contexto de proscripción de un partido que había sido mayoritario en el país y de fuerte competencia entre los demás partidos para conseguir los votos peronistas. No obstante, el 15 de noviembre se hizo público el decreto de llamado a elecciones para el 23 de febrero de 1958, hecho que aventó las dudas sobre la realización de los comicios. Una docena de partidos designaron sus candidatos, pero era sabido que los candidatos con posibilidades reales de acceder a la presidencia eran sólo dos: Ricardo Balbín por la UCRP, y Arturo Frondizi por la UCRI. El primero era percibido como el candidato oficial, con sus ventajas y desventajas, entre éstas el hecho de representar la continuidad de lo realizado por la Revolución Libertadora, lo cual implicaba el mantenimiento de las medidas antiperonistas y de la política económica y social. Frondizi, inversamente, se presentaría como opuesto a todo lo actuado por el gobierno militar. Postularía el fin de la persecución ideológica y política, una amnistía para los acusados de delitos políticos, la integración de la clase trabajadora en la vida nacional, un programa económico que daba prioridad a la industria pesada, y la adopción del sistema de enseñanza libre que permitiría la existencia de universidades privadas. (3)
   
La aceptación que parecía tener el movimiento frondizista llevó a que el gobierno considerara la idea de levantar la proscripción al partido Peronista. No obstante, una consulta con oficiales navales reveló una opinión negativa prácticamente unánime. El gobierno permitió sin embargo el registro electoral de un grupo de partidos neoperonistas, estrategia que apuntaba a dividir a los simpatizantes frondizistas. La marina se opuso firmemente a la medida, pero ésta se mantuvo debido al apoyo del ejército y la aeronáutica. El temor de la marina consistía en que una orden de Perón podría llevar el caudal de votos en blanco a apoyar una de las listas neoperonistas. Aramburu y algunos ministros estaban dispuestos a aceptar la victoria de los peronistas en alguna provincia, aunque consideraban que la elección debía anularse si obtenían un triunfo mayor. A su vez, los almirantes Rojas y Hartung pensaban que era inmoral permitir la participación de los neoperonistas en la elección y luego negarles los cargos si ganaban. Era preferible mantenerlos proscriptos y hacer una elección limpia con todos los demás partidos. Por cierto, la oposición de Aramburu a la eliminación de los partidos neoperonistas poco antes de la elección respondía a la percepción de que dividiendo los votos peronistas se contribuiría al triunfo de la UCRP.
   
Pero en estas estrategias había un imponderable que era la posición que Perón ordenaría asumir a sus seguidores. En Chile, los miembros del Comando Táctico desarrollaron una estrategia que sería presentada a Perón en Caracas por John William Cooke y que señalaba que había que respaldar a Frondizi, dado que éste representaba la corriente más popular y nacional. La mayoría de los dirigentes y bases peronistas, sin embargo, consideraban que debía insistirse con el voto en blanco, pero esto implicaba facilitar el continuismo entre el gobierno militar y la UCRP de Balbín. Perón solicitó un tiempo para pensar su decisión. A comienzos de febrero comenzaron a llegar los indicios de que el ex presidente, ahora instalado en Santo Domingo, pedía a los candidatos de las listas neoperonistas que renunciaran a ellas y a sus simpatizantes que no avalaran con sus votos el plan continuista de la Revolución. Esto podía interpretarse como un apoyo tanto a Frondizi como al conservador popular Vicente Solano Lima. El interrogante se reveló una semana más tarde cuando fueron distribuidas copias de una carta de Perón ordenando votar por Arturo Frondizi. Se hizo  evidente entonces que dicha resolución sólo podía ser producto de un pacto Perón-Frondizi. (4)
   
En las altas esferas del gobierno no podía creerse que Frondizi hubiese hecho un pacto con Perón, motivo por el cual se hizo caso omiso de la evidencia que presentaron los ministros civiles.  En una reunión solicitada urgentemente, el ministro de Relaciones Exteriores, Alfonso de Laferrère, presentó documentos diplomáticos que testimoniaban los contactos entre representantes de Frondizi y de Perón, y demostraban un acuerdo político entre ambos. El almirante Rojas propuso citar a Frondizi para que aclarara la cuestión, pero no se tomó ninguna medida. El canciller decidió presentar su renuncia. Tampoco existe evidencia de que la Junta Militar se reuniera formalmente para tratar la posibilidad de lapara tratar la posibilidad de lae. El ministro de Marina Hartung no estaba convencido de que la victoria de Frondizi estuviera asegurada.
   
Un rol clave en toda la estrategia política que desembocara en el acuerdo Perón-Frondizi fue el jugado por el asesor económico del último, el empresario Rogelio Frigerio. Este era partidario de un programa económico y social desarrollista, que pretendía transformar el país a través de la expansión de la industria nacional. En los últimos meses, Frigerio había tratado de obtener el respaldo de Perón para constituir una alianza electoral que apoyara su programa. Perón, sin embargo, no estuvo convencido de respaldar los planes frondizistas hasta fines de 1957.
   
Las negociaciones se llevaron a cabo en Caracas, adonde Frigerio viajó dos veces. La primera vez llegó el 3 de enero de 1958 y la segunda el 18. En la última circunstancia se produjo la revolución que derrocó al dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, por lo cual las tratativas se suspendieron, dado que Perón debió trasladarse a Santo Domingo por su seguridad y Frigerio regresó a Buenos Aires. Aquí se ultimaron los detalles del documento a firmarse y éste fue remitido a Santo Domingo el 5 de febrero por medio de un enviado especial. 
   
Cabe mencionar aquí que el embajador argentino en Venezuela, general Carlos Toranzo Montero, desempeñó un rol activo en la preparación del golpe que derrocaría al dictador Pérez Jiménez. Esta intervención llevó al gobierno de Venezuela a declarar persona no grata al embajador argentino y llamar a su embajador en la Argentina. El 6 de julio de 1957, el gobierno argentino daba a conocer la interrupción de las relaciones con Venezuela, fundamentando la decisión en la negativa del gobierno de ese país en atender las peticiones para que “reprimiera las actividades delictuosas que se llevan a cabo desde su territorio en forma sistemática contra el pueblo y el gobierno argentino, incitando al terrorismo y a la subversión”, lo que aludía a la residencia de Perón en ese país y a las negociaciones que éste realizaba desde allí. Por cierto, instaurada la Junta Militar Revolucionaria, presidida por el contraalmirante Wolfgang Larrazábal, quien tenía una antigua amistad con el almirante Rojas desde que había sido agregado naval en Buenos Aires, el gobierno argentino reanudó inmediatamente las relaciones diplomáticas. Esta evolución de los acontecimientos explicaría el hecho de que Perón haya debido salir rápidamente de Venezuela al conocerse el golpe, temiendo por su seguridad. La situación se repitió con la República Dominicana, al instalarse Perón en Santo Domingo. El gobierno argentino juzgó como una desconsideración de ese gobierno el que no fueran atendidos sus reclamos por la “injerencia que desde ciudad Trujillo ha tenido en la política el ex dictador Juan Domingo Perón, que allí ha encontrado asilo después de su fuga de Caracas”. En consecuencia, el 9 de abril de 1958, se declararon suspendidas las relaciones diplomáticas con el gobierno dominicano. (5)
   
El pacto Perón-Frondizi generó posteriormente una controversia acerca de su contenido. Frigerio sostuvo que tanto él como Frondizi firmaron dos copias del documento enviado a Perón, pero insistió en que no se establecían medidas concretas sino la necesidad de hacer frente al radicalismo de Balbín y a las maniobras del neoperonismo del partido Blanco de los Trabajadores. La afirmación de Frigerio no concuerda con el texto dado a publicidad por Perón en junio de 1959. Por su parte, Frondizi negó haberlo firmado y el acto de darlo a publicidad fue atribuido a una maniobra desestabilizadora por parte de Perón hacia su gobierno. No obstante, la correspondencia particular de Perón en los primeros meses de la administración de Frondizi indicaría que el texto conocido es parcialmente verdadero. Según dicho texto los compromisos de Frondizi incluían la revisión de todas las medidas económicas y la revocación de todas aquéllas de persecución política contra los peronistas adoptadas por la Revolución Libertadora, la devolución de propiedades incluidas las de la Fundación Eva Perón, la normalización de los sindicatos y de la CGT, el reemplazo de los miembros de la Corte Suprema, la restitución de la legalidad al partido Peronista. En un lapso no mayor de dos años debía convocarse una asamblea constituyente que revisara la Constitución, declarara vacantes todos los cargos electivos y convocara a nuevas elecciones. El acuerdo era de una envergadura tal que puede comprenderse que Frondizi estuviera decidido a negarlo.
   
La información transmitida por el embajador norteamericano en Ciudad Trujillo también parecía confirmar los rumores del compromiso entre Frondizi y Perón. Farland informó que en una entrevista Perón comentó que Frondizi diseñaría un período de transición de dos años que prepararía el terreno para realizar nuevas elecciones. Esto permitiría eliminar la posibilidad de un conflicto social y de crear el clima necesario para el regreso de Perón. (6)
   
Frigerio sostuvo posteriormente que el acuerdo con Perón no había sido secreto. Todas las estipulaciones del pacto eran, en su opinión, el programa de conciliación que se había propuesto contra la corriente antiperonista y antipopular desatada en 1955. Dicho programa había sido explicado en distintos lugares del país, había formado parte de los discursos de Frondizi durante la campaña electoral y había sido desarrollado extensamente en la revista Qué. Tanto la política del petróleo, la política respecto del capital extranjero, las ideas acerca de las asociaciones profesionales o la decisión de terminar con la antinomia peronismo-antiperonismo no fueron secretas. (7)
   
En virtud del pacto, la fórmula Arturo Frondizi-Alejandro Gómez consiguió una victoria decisiva en las elecciones del 23 de febrero. Obtuvo 4.070.000 votos, más del doble de los obtenidos por la UCRI unos meses antes, contra 2.550.000 del candidato de la UCRP. La UCRI logró una amplia mayoría en diputados, unanimidad en el Senado y la totalidad de los gobiernos provinciales. El resultado indignó a gran parte de los militares, quienes consideraron que Frondizi había manipulado la proscripción de los peronistas en contra de la Revolución Libertadora. Muchos lo percibieron legalmente electo pero no legítimo. Se pensó incluso en no entregar el poder. Finalmente se impuso la opinión de los legalistas, pero que encerraba un condicionamiento. Frondizi asumiría el gobierno, pero las fuerzas armadas retendrían el poder. De esta manera, a pesar del enorme respaldo electoral  obtenido, el gobierno de Frondizi se vería debilitado por las condiciones del apoyo peronista y la tutela que las fuerzas armadas pretenderían ejercer sobre su gestión. 
1.     NOTAS
2.     R.A. Potash, op. cit., pp. 346-347.
3.     Ibid., pp. 346-349. Rojas siempre negó las acusaciones de que hubiera querido postergar las elecciones. El almirante Estévez, quien en la época era subordinado de Rojas y luego fue secretario de Marina, también aseveró que Rojas nunca trató de evitar la elección de Frondizi. Ibid., p. 349, n. 97.
4.     Las alternativas e implicancias del proceso electoral se pueden consultar en ibid., pp. 351-365; A. Rouquié, op. cit., pp. 146-151; Félix Luna, De Perón a Lanusse, Buenos Aires, Sudamericana/Planeta, 1985, pp. 115-118.
5.     R. A. Potash, op. cit., pp. 357-364; Julio E. Nosiglia, El desarrollismo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, pp. 70-76; Silvia L. Belenky, Frondizi y su tiempo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984, pp. 40-43; Mario Barrera, Information, Ideology, and Decision Making: Arturo Frondizi and the Argentine Political System, Ph.D. dissertation, University of California, 1970, pp. 54-55-
6.     María Laura San Martino de Dromi, Historia política argentina (1955-1988), Buenos Aires, Astrea, 1988, tomo 1, p. 42; Claudio Panella, Perón y Atlas
7.     National Archives Documents, 735.00/2-1958, February 19th, 1958.
Fanor Díaz, Conversaciones con Rogelio Frigerio, Buenos Aires, Colihue-Hachette, 1977, pp. 33 y ss., cit. en J.E. Nosiglia, op. cit., pp. 73-74

jueves, 13 de mayo de 2010

Interesante carta de Perón a sus padres en Noviembre de 1918, recien terminada la segunda guerra mundial

Interesante carta de Perón a sus padres en Noviembre de 1918, recien terminada la segunda guerra mundial


Mis queridos padres: Hoy he recibido carta y me alegra mucho que estén buenos y contentos con el triunfo de las ideas aliadas; pero debo hacer presente que no está bien eso de la lista negra, por cuanto es un atropello a la libertad de comercio y yo la criti¬co desde el punto de vista puramente neutral y argentino. Por la única que sentí siempre ser germanófilo fue porque Fran¬cia ha dado ejemplos de guerrera, pero también ha pecado gran¬demente de ingenua y se ha dejado arrastrar a la ruina casi, por oír los necios consejos de conquista comercial de la Pérfida Albión. No olvides papá, que este espíritu de patriotismo que vos mismo supiste inculcarme brama hoy un odio tremendo a Inglaterra, que se rebeló en 1806 y 1807 y con las tristemente argentinas Islas Malvinas, donde hasta hoy hay gobierno inglés; por eso fui contrario siempre a lo que fuera británico, y después del Brasil a na¬die ni a nada tengo tanta repulsión. Francia e Inglaterra siempre conspiraron contra nuestro comer¬cio y nuestro adelanto... Rosas con ser tirano, fue el más grande argentino de esos años y el mejor diplomático de su época... Ro¬sas antes que todo fue patriota. Imaginas que habiendo seguido de cerca la historia nuestra y la inglesa pudiera tener simpatías por la Entente; al contrario; en Francia es disculpable porque en realidad siempre se dejó arras¬trar por Inglaterra, tuvo esa mala debilidad. Y todavía ahora hay quien cree que en esta guerra se luchó por la justicia y la igualdad y al cabo de esta quimera los ingleses imponen al mundo su su¬premacía naval y tiranizan los mares; 50.000 veces peor que el militarismo y 100.000 más sectario que el kaiserismo imperial, porque obstaculizan al comercio universal; pero nos da un ali¬ciente: Norte-America, que será la terrible enemiga de la Pérfida Albíón, a pesar de que hoy se tiran con confites. Tiene que venir porque las dos son crápulas y harán un conflicto por rivalidades de oficio.



Fuente Jorge Crespo, El Coronel. Un documento sobre la vida de Juan Perón 1895-1944,

Buenos Aires, Ayer y Hoy Ediciones, 1988.

miércoles, 21 de abril de 2010

EL DIA QUE ALFREDO PALACIOS PUDO SER EL VICEPRESIDENTE DE PERON

Antes de proclamarse la fórmula laborista, Juan Domingo Perón y Alfredo L. Palacios se entrevistaron en una casona de una isla del Tigre.
Ya antes, después del 17 de octubre, Antonio López, dirigente sindical socia¬lista devenido en peronista, tuvo con Palacios una reunión preparatoria. López 41 años y Alfredo 67 años. El más joven había sido y era obrero. El más viejo abogado y docente universitario.


Y aunque el más joven había entrado al Partido Socialista cuando el más viejo ya había sido expulsado, tenían muchas cosas en común.

Se vieron en la casa de un amigo de ambos, en el barrio porteño de Palermo.

-Doctor, se están definiendo cosas muy graves para la Nación -le dijo Antonio López cuando quedaron solos-, estos son tiempos históricos.

-De lo que aquí y ahora hagamos, y de lo que aquí y ahora dejemos de hacer, daremos cuenta a la historia.

-No tengo dudas, López, de eso no tengo dudas.

-Usted sabe, hace meses que he dejado el Partido

-Doctor, los hombres que rodeamos al coronel Perón queremos mantener y profundizar las conquistas obreras por las que usted luchó como nadie.

Alfredo L. lo miró sin un solo gesto.

-¿Todos?

-¿Cómo?

- ¿Todos los hombres que rodean al coronel Perón quieren mantener y profundizar las conquistas obreras?

-Todos, aunque cada uno a su manera mintió

-Algunos, estimado compañero, de manera poco obrera.

-No puedo negárselo.

Alfredo L. también tomo un sorbo de café y le soltó, sin anestesia alguna: ¿Cuánto de fascismo hay entre ustedes? López sintió que le transpiraban las manos, quizá no era él la persona más adecuada para conseguir lo que había venido a buscar.

Hacia una semana le había dicho a Perón que era necesario hablar con Palacios, el coronel se había mostrado de acuerdo y, a su manera calma, cuando se despidieron el coronel le dijo:

-López, Palacios es capaz de ponernos en el poder, él llega a quien nosotros no llegamos, tiene en su mochila al electorado que está en contra de nosotros. Sí, Palacios es capaz de ponemos en el poder.

Ya había abierto la puerta de la oficina cuando escuchó:

-Confío en usted, López, Jugará la rnitad de nuestras esperanzas.

Y allí estaba ahora, delante del socialista más carismático y respetado, acaso el único dirigente socialista que podía entenderlos. Allí estaba, pidiéndole a Palacios que rompiese con el Partido Socialista.

Dr. Palacios, detrás del coronel Perón no se encolumna un partido tradicional, detrás de él están, desordenadas y confundidas, todas las corrientes nacionales, o. todos aquellos que entienden la causa nacional y que pronuncian la palabra patria sin vergüenza.

Que triunfe un pensamiento obrero depende de nosotros, no de él.

Se desconoce si hubo alguna otra reunión entre López y Palacios antes de la fi¬nal, que, con la presencia del coronel Perón, se desarrolló en la casona del Tigre.

Es lógico suponer que la hubo, pero en ese caso habrá sido como la aquí narrada, sin testigos, ya que Alfredo había puesto como condición para cualquier encuentro que éste se mantuviese secreto.

No era para menos, en manos de sus enemigos, aquello era un arma capaz de destruirlo.

La reunión entre Alfredo Palacios y Juan Perón fue breve. Perón por intermedio de López lo había invitado a entrar al peronismo y, según parece, puso a su disposición la candidatura que él quisiera, es decir la formula Perón-Palacios.

El dueño de casa les dejó café y les preguntó si querían un licor, ninguno bebía. Cuando se estaba yendo, le dijo a Antonio López por lo bajo:

-¡Que dios proteja a nuestro país, está en manos de abstemios!

Antonio López sonrió y acercó las sillas.

-Doctor Palacios, los que estamos con la causa nacional -dijo el coronel- debemos estar juntos. Después de décadas de entrega ahora estamos en condiciones de llevar adelante una política de emancipación.

Perón se levantó y sirvió él mismo los cafés.

-Y éste es así doctor, porque ahora el movimiento obrero esta participando de la causa nacional. Por eso he querido verlo, porque usted es su mejor representante político.

Antonio López no dejaba de sorprenderse con ese coronel, tan militar a veces, tan poco militar otras.

-Como ya le ha dicho, López, ponemos a su disposición cualquier candidatura. Hizo silencio. Esperó la respuesta.

-Coronel, yo no he venido en busca de candidaturas, vea usted la causa nacional requiere de tres columnas: independencia económica, justicia social y democracia. Sé que uds. tienen claras las primeras dos, coronel, si quiere que luchemos juntos lo que yo reclamo es democracia.

-Estamos de acuerdo.

-No estoy seguro, coronel, de que democracia signifique lo mismo para usted que para mí.

Alfredo L. le extendió a Perón un papel, era una lista de personas cuya participación en un futuro gobierno era incompatible con la democracia y la libertad, y por ende incompatible con él. Esa fue la única vez que Perón y Palacios se vieron privadamente. La lista, aunque acertada y prudente, fue para el coronel del todo inaceptable.

El 24 de febrero de 1946, cuando se cerraron los comicios, los diarios informaron lo increíble: el Partido Laborista obtuvo 1.487.886 votos y la Unión Democrática 1.207.080.

El gran perdedor de las elecciones fue el Partido Socialista, que, por primera vez desde 1912, no logró ni una sola banca. La clase obrera le había da do la espalda.

Alfredo L. Palacios murió a las seis y diez de la tarde del 20 de abril de 1965, siendo senador de la Nación. Sus restos fueron velados en el Congreso de la Nación y una muchedumbre acompañó al líder socialista.





Bibliografía: Sorín, Daniel "Palacios: un caballero socialista. Buenos Aires", Sudamericana, 2004



Autor Gustavo Galland (*)

(*) Diputado Nacional (MC) y Dirigente Socialista p/afense. fs el actual Defensor Ciudadano de La Plata





Publicado en el Diario Hoy de La Plata el viernes 20 de abril de 2007