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jueves, 21 de enero de 2016

¿DÓNDE ESTÁ LA TORRE DE BABEL?


¿DÓNDE ESTÁ LA TORRE DE BABEL?



¿DÓNDE ESTÁ LA TORRE DE BABEL?

Entre el siglo XVI y los inicios del siglo XX, numerosos viajeros y exploradores occidentales fueron a Mesopotamia y se esforzaron en localizar el famoso edificio. Algunos propusieron ubicarla en Afar Quf, al oeste de Bagdad, otros, en Borsippa, en las proximidades de Babilonia. Sólo las excavaciones arqueológicas permitirían establecer la verdad.

Las pruebas arqueológicas

En 1913, el arqueólogo alemán Robert Koldewey, descubrió finalmente la ubicación de la torre. Su base es un cuadrilátero de 91,55 m por lado. Su centro, que es la parte más antigua, está formado por un núcleo de ladrillos crudos, cuya altura fue aumentada en tiempos de Nabopolasar y Nabucodonosor y que fue cubierto de un nuevo paramento de ladrillos cocidos. Las excavaciones han dejado a la vista tres escaleras, dos laterales y una central; esta última perpendicular a la estructura del edificio.

El testimonio de los textos antiguos

Estas reseñas han sido apoyadas por textos antiguos, como el relato de Heródoto y sobre todo la tablilla llamada "del Esagil", conservada en París en el Museo del Louvre, copiada en el año 229 antes de nuestra era de un documento antiguo que describía el estado de la torre. De una altura de aproximadamente 90 m, el edificio piramidal tenía siete pisos, hechos de muros con resaltos, sin duda verticales. El último piso tenía instalaciones para el culto, adornadas con ladrillos esmaltados azules, imitando el color del cielo.

Un poco de historia

Definida como una escalera entre el cielo y la tierra, la Torre de Babel figura en el texto del Génesis, donde se relata que los hombres, reunidos en la llanura de Shinear, después del Diluvio, resolvieron levantar una torre gigantesca. Dios (Yahvé), al ver lo que intentaban, obstaculizó sus planes "confundiendo sus lenguas" de modo que los obreros no pudieran entenderse entre sí. Al quedar incapacitados de trabajar de común acuerdo, los constructores abandonaron la empresa y se dispersaron en diferentes direcciones. La torre inconclusa y la ciudad edificada en torno a ella se llamaban Babel o Babilonia.

La leyenda de la confusión de las lenguas

La leyenda de la confusión de las lenguas tiene un origen etimológico. El relator bíblico, que escribió posiblemente en tiempos del cautiverio de los israelitas en Babilonia, interpreta la palabra Babel en el sentido de "confusión", en este caso confusión de lenguas. Del mismo modo, los griegos, que no comprenden el lenguaje de los extranjeros y, en primer lugar de los persas, adoptan más tarde la costumbre de designarlos con el nombre peyorativo de "bárbaros". La repetición de la sílaba "ba" simboliza la desorganización aparente de los dialectos no griegos, cualesquiera que sean, con respecto a la rigurosa organización de la lengua de Homero. Aún en nuestros días, el lenguaje abundante y confuso de los niños se denomina "balbuceo" y se califica  como "bla bla". Pero la leyenda del castigo divino de la diversificación de las lenguas se inscribe igualmente en la nostalgia de una época de oro donde todos hablaban un lenguaje común que aseguraba la paz y la comprensión. Este sueño se revela en el relato cristiano de la glosolalia y de Pentecostés: San Pablo atribuye a los primeros cristianos la facultad de expresarse en una lengua distinta de la que hablaban comúnmente bajo el efecto de un trance místico, y los Hechos de los Apóstoles evocan el milagro de la venida del Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, que da a los discípulos de Cristo el don de expresarse en lenguas o dialectos de otro modo desconocidos por ellos.
"Que su cúspide se eleve hasta el cielo"

Pero la leyenda de la torre reposa sobre una realidad. Existía en efecto en Babilonia una construcción de varios pisos, llamada zigurat de acuerdo al vocablo babilónico, de origen desconocido y que fue restaurada en tiempos de Nabopolasar (625-605 AC), fundador de la dinastía caldea. Esta construcción se llamaba Etmennanki, "la mansión de lo alto entre el cielo y la tierra". Una inscripción que data del tiempo de Nabopolasar señala: "Marduk (el gran dios de Babilonia) me ha ordenado colocar sólidamente las bases de la Etmenanki hasta alcanzar el mundo subterráneo y hacer de este modo que su cúspide llegue hasta el cielo". En otra inscripción, de los tiempos de Nabucodonosor, se precisa que la decoración de la cúspide estaba hecha de "ladrillos de esmalte azul brillante, es decir, adornada del color del cielo, perfectamente adaptado para dar la impresión de que el edificio se perdía en el azul infinito.

Un destino funesto

En el Génesis figura contrasentido cuando se dice que los constructores tenían malas intenciones. Sin embargo, aunque así hubiese sido, el relato bíblico mezcla además lo verdadero y lo falso. Según la leyenda, pueblos de distintas procedencias, que por lo tanto hablaban lenguas diferentes, trabajaron en la construcción del edificio. En otra parte, la inscripción de Nabucodonosor afirma. "A todos los pueblos de numerosas naciones yo los obligué a trabajar". Pero esta diversidad étnica no impidió el término de los trabajos. Sin embargo, efectivamente que un destino funesto se ensañó con la torre. Construida con esfuerzo, a lo largo de muchos reinados, sobrevivió poco tiempo. Babilonia, que cayó en 539 bajo la dominación persa, se rebeló en 482. Jerjes, que la puso nuevamente bajo su autoridad, tomó represalias que causaron serios daños al monumento. Un siglo y medio más tarde, en 331, Alejandro el Grande estableció su capital en Babilonia, y cuando vio la torre en ruinas, trató de restaurarla. Pero ello le demandó tanto trabajo, que renunció a su proyecto. A continuación, la torre sirvió de cantera a los constructores de los alrededores, que la redujeron a un montículo informe. Sobre ella se construyó un edificio y, cuando éste se desplomó, cubrió las ruinas de la torre inicial, escondiéndola por muchos siglos.

Artículo escrito Por Daniel Gustavo Adam


CRISIS DE 1929: EL CRASH DE LA BOLSA DE WALL STREET La caída de la Bolsa de Nueva York El jueves 24 de octubre de 1929

CRISIS DE 1929: EL CRASH DE LA BOLSA DE WALL STREET 
La caída de la Bolsa de Nueva York El jueves 24 de octubre de 1929

La caída de la Bolsa de Nueva York

Si bien la Primera Guerra Mundial se desarrolló solamente en algunas regiones europeas, la crisis econonómica que se desencadenó luego de su finalización afectó a todo el planeta.
Esta crisis, que cuestionó entre las dos guerras mundiales, la supervivencia de¡ sistema capitalista tal como se venía planteando hasta ese momento, tuvo su centro en los Estados Unidos y de al¡¡ se extendió al mundo.
 Los desequilibraos económicos
Luego de la Primera Guerra, los gobiernos de los diferentes países del mundo, tenían esperanzas en recuperar la prosperidad económica que habían disfrutado hasta 1914.  Durante los años 1918-1919, parecía que estas expectativas se estaban cumpliendo, pero en 1920 comienza una crisis que hizo caer precios y expectativas.  Tanto los países anglosajones, como los que habían permanecido neutrales en la guerra, como Japón, ensayaron propuestas para volver a tener una economía sólida basada en una moneda estable, pero lo consiguieron solo parcialmente.  Sin embargo, en la derrotada Alemania cayó totalmente el sistema monetario, con lo cual la moneda perdió su valor y terminó con el ahorro privado.  Las empresas, entonces, debieron recurrir a los préstamos extranjeros para poder sobrevivir, circunstancia que colocó a Alemania, en los años siguientes, en una gran dependencia de los créditos externos.  La situación no era muy diferente en la Unión Soviética y en los países del este europeo, pero en Polonia, Hungría y Austria, la moneda no perdió totalmente su valor.
A partir de 1924, la crisis se fue superando, y comenzó una nueva etapa de prosperidad que reanuda el crecimiento económico, a pesar que algunos precios de materias primas y alimentos básicos volvieron nuevamente a bajar, y que el desempleo se mantuvo alto.  Estos desequilibraos llevarían a una nueva crisis, pero esta vez, más profunda.

Estadós Unidos y el modelo de vida americano
La Primera Guerra Mundial había favorecido a los Estados Unidos de una manera espectacular, convirtiéndolo en el principal proveedor de materias primas y productos alimenticios e industriales.  También era el principal acreedor del mundo, y su influencia en Europa era fundamental.
La guerra había traído también un importante crecimiento industrial que se calcula en un 15%, siendo los sectores más favorecidos aquellos relacionados con la industria bélica.  La agricultura también se había beneficiado y las necesidades europeas de comerciar, convirtieron a la flota americana en la segunda marina mercante del mundo.
La prosperidad y el crecimiento que se inició en los primeros años de la década de 1920, fueron mucho más profundos y estables en los Estados Unidos.  En esta época se consolidaron sectores industriales nuevos como la industria eléctrica , la química y la petroquímica, la aeronáutica, la automotriz, el cine y la radiofonía.
Como consecuencia de este desarrollo industrial sin precedentes, el sistema energético se renovó, sobre todo a partir del incremento del consumo de petróleo y electricidad.  La industria se hizo más eficiente al incorporarse el Tayiorismo y el Fordismo como nuevas modalidades de producir y organizar el trabajo y la producción en serie se impuso.  También se desarrollaron nuevas actividades relacionadas indirectamente con las nuevas industrias, como la construcción de carreteras, de aeropuertos, de viviendas de fin de semana, etc.
Como la competencia industrial era muy fuerte, aumentó la concentración empresarial, dando lugar a la formación de trusts.
La agricultura, por el contrario, no vivió un crecimiento similar, pues los precios agrícolas se mantuvieron por debajo de los precios industriales, generando un desequilibrio desfavorable al sector primario.  Ante esto, muchos campesinos vendieron sus tierras por debajo del valor real y se fueron a las ciudades.
Sin embargo, la prosperidad indefinida y el optimismo se extendían por todas partes.  Eran los años dorados del consumismo y de la exaltación nacionalista.  Se creía alcanzada la meta de ser una sociedad opulenta.  El clima de confianza se tradujo en la compra de acciones de las empresas industriales por parte de un gran número de la población, siendo la Bolsa de Nueva York el centro de la economía mundial, a dónde llegaban capitales de todos los puntos del planeta.
A pesar de esto, como la economía mundial estaba en desequilibrio con respecto a los Estados Unidos, no se pudo generar una demanda suficiente que pudiese sustentar la expansión industrial.  Esto dio lugar a que ya en 1925, se comenzase a acumular stock de diversos productos, dando lugar a la caída de los precios, al desempleo y a la pérdida de la capacidad adquisitiva de la población.
Hacia fines de la década, la compra de acciones de manera desenfrenada creció en un 90%.  La especulación financiera hacía ganar dinero rapidamente, siendo el valor de las acciones ficiticios, ya que estaban por encima de su valor real. (La gente sacaba créditos en los bancos y ponía ese mismo dinero en la bolsa, a un interés mas alto de lo que pagaba)
La caída de la Bolsa de Nueva York
La caída de la Bolsa de Nueva York:
El jueves 24 de octubre de 1929, se produjo el crash de la bolsa de Wall Street. Más de 13.000.000 de títulos que cotizaban en baja no encontraron compradores y ocasionaron la ruina de miles de inversores, muchos de los cuales, habían comprado las acciones con créditos que ya no podrían pagar.
Esto llevó a que la gente entrara en pánico, y quienes poseían dinero en cuentas bancarias corrieron a retirarlo.  Los bancos no eran capaces de hacer frente a tal magnitud de reintegros, y además, como en los Estados Unidos se había tratado de hacer frente al descenso de la demanda con una expansión de¡ crédito a los ciudadanos comunes, se vieron desbordados por deudas incobrables.  Ante esto, se negaron a dar nuevos créditos y a refinanciar las deudas existentes, pero sin embargo, aproximadamente 600 bancos americanos quebraron.
A partir de ese momento se inició un período de contracción económica mundial, conocido como la "GRAN DEPRESióN".
En los Estados Unidos, el descenso de¡ consumo hizo que los stocks acumulados crecieran, las inversiones se paralizaran y muchas empresas tuviesen que cerrar sus puertas.
La caída de la actividad industrial supuso una desocupación generalizada, de tal manera que se calcula que hacia 1932, existían en los Estados Unidos cerca de 13.000.000 de desocupados.
La depresión trajo también penuria en el campo, pues muchos agricultores se arruinaron como consecuencia de la caída de los precios y de los mercados agrícolas.  Como solución desesperada para poder pagar sus deudas, gran cantidad de trabajadores agrícolas vendieron sus tierras a precios irrisorios y se fueron a trabajar al oeste.
La pobreza no alcanzó solo a campesinos y obreros, sino que se extendió a empleados, profesionales y capitalistas arruinados.
Extensión de la crisis
Las conexiones existentes en la economía internacional, pero sobre todo la dependencia que de los Estados Unidos tenía la economía europea, hicieron que la Gran Depresión, se extendiera por todo el mundo.
La caída de los precios en América afectó a las industrias de otras partes de¡ mundo que tenían precios superiores a los estadounidenses y que al no poder competir, vieron drásticamente reducidas sus exportaciones.  Al mismo tiempo, la disminución de la demanda norteamericana, (y por ende, de sus importaciones), frenó las exportaciones de muchos países, con lo que disminuyó el comercio mundial.
Los Estados Unidos también trataron de repatriar capitales que habían invertido en diferentes países.  Esto tuvo una especial repercusión  en Alemania, que tenía cuantiosos créditos tomados a Norteamérica, pues ese país había sido prácticamente obligado a endeudarse para hacer frente a las reparaciones de guerra estipuladas en el Tratado de Versalles, las que debían ser pagadas en efectivo.  La crisis afectó también a Austria, Gran Bretaña, Francia, América Latina, el Sudeste Asiático, Australia, y muchos más, ya que salvo en la Unión Soviética, sus consecuencias repercutieron de una u otra manera en todo el planeta.
 El New Deal
La crisis había llevado a replantear el rol de¡ Estado en la economía de una nación.  En marzo de 1933 asumió como presidente de los Estados Unidos, Frankiin Rooseveit, quien se fijó como principal objetivo reconstruir la economía de su país.
Para esto desarrolló un plan conocido como "New Deal", que consistía en la regulación de la economía favoreciendo las inversiones, el crédito y el consumo, lo que permitiría reducir el desempleo.  El gasto público debía orientarse a la seguridad social y a la educación.
El modelo estaba inspirado en las ideas de¡ economista John Keynes que expuso sus principios en el libro "La teoría general del empleo, el interés y el dinero".  Keynes sostenía los principios del liberalismo clásico, pero proponía la intervención del Estado en aquellos casos en que se viera perjudicado.  Creía que una redistribución de los ingresos y el aumento de la tasa de empleo, reactivaría la economía.  Nació así la teoría keynesiana.
Las medidas adoptadas por Roosevelt fueron: ayudar a los bancos, subvencionar a los agricultores, aumento de los salarios y reducción de las horas de trabajo, creación de nuevos puestos de trabajo en la administración pública y en obras públicas, lo que daría un fuerte impulso a la construcción y a sus industrias derivadas.  También se establecieron planes de asistencia sanitaria y se organizó un nuevo sistema de jubilaciones y pensiones"
Los resultados del New Deal fueron desiguales, lográndose estabilización en lugar de crecimiento.  No se logró el pleno empleo y la permanencia de un número alto de desocupados, hicieron de la década del 30.  Un período de tensiones y enfrentamientos sociales

FUENTE:  http://www.portalplanetasedna.com, 

jueves, 17 de diciembre de 2015

CUANDO SE COMIERON A SOLÍS

CUANDO SE COMIERON A SOLÍS


muerte de solis

En los comienzos de la conquista y descubrimiento de los actuales territorios de la Argentina y Uruguay, los españoles sufrieron una gran pérdida, bastante sangrienta. La muerte del piloto mayor de España, Juan Díaz de Solís, a mano de los indígenas.
En 1513 se revela la existencia de un mar situado más allá de las tierras descubiertas por Colón, llamado luego océano Pacífico. Esto auguraba la posibilidad de llegar a la India a través de algún paso. En busca de dicho paso partió desde Sevilla, Juan Díaz de Solís.
El 8 de octubre de 1515 salieron de Sanlúcar de Barrameda tres carabelas tripuladas por sesenta hombres. Tras una breve escala en la isla de Tenerife, Solís rumbeó hacia la costa del Brasil con su pequeña armada. Llegaron a la altura del cabo San Roque. Luego continuó hacia el sur, siguiendo la costa brasileña. En los primeros días de febrero de 1516, vieron que la costa doblaba hacia el oeste dando lugar a un inmenso estuario de unas aguas que cambiaban de un color azul verdoso a un rubio barroso. El Piloto Mayor ordenó probar ese líquido cuyo sabor resultó suave y azucarado. Como la extensión de aquella dulzura era enorme, le dieron el nombre de Mar Dulce. Más tarde cambiado por Río de Solís, y finalmente se impondría el actual y mítico nombre de Río de la Plata.
La exploración
Solís decidió explorar el inmenso estuario. Con una de las carabelas comenzó a costear la actual orilla uruguaya a lo largo de ciento cincuenta kilómetros, y llegó a una isla a la cual llamó Martín García, en honor al despensero de la expedición, que fue enterrado allí.
Ven sobre la costa “muchas casas de indios y gente, que con mucha atención estaba mirando pasar el navío y con señas ofrecían lo que tenían poniéndolo en el suelo; quiso en todo caso ver qué gente era ésta y tomar algún hombre para traer a Castilla”. Seducido por estas demostraciones de amistad, o quizá esperando conseguir víveres frescos y hacer algún comercio, Solís se embarca en un pequeño bote hacia la costa con el contador Alarcón, el factor Marquina y seis marineros más. Sabían que más al norte, en la costa atlántica, los indios eran bondadosos y ofrecían a los navegantes, frutas y otros géneros.
Una vez en tierra, en la margen izquierda del arroyo de las Vacas, se adentraron un poco alejándose de la orilla. Los nativos estaban emboscados, esperándolos, y como una avalancha cayeron sobre ellos con boleadoras y macana, y los apalearon y despedazaron hasta matarlos a todos, con la única excepción del joven grumete Francisco del Puerto, que se salvó y quedó cautivo con los indígenas.
La generalidad de los cronistas y otros testimonios de la época añaden que los indígenas descuartizaron los cadáveres a la vista de los que habían quedado en la carabela, y comieron los trozos de los españoles. No faltan modernos historiadores que niegan el hecho, considerándolo falso y como una de las muchas leyendas infundadas que hay en la conquista de América. Pero J. T. Medina logró probar, hace ya muchos años, que en efecto los indios mataron y comieron a los desdichados españoles, utilizando los testimonios de Diego García, y de muchos más, entre ellos los relatos del sobreviviente Francisco del Puerto.
No fueron los charrúas
No se sabe si los indígenas que dieron muerte a Solís y a sus hombres, fueron guaraníes de las islas del delta o los charrúas de la costa uruguaya.
La hipótesis de que los asesinos del descubridor del Plata fueron los charrúas del Uruguay ha quedado fuera del tintero, ya que no habitaban la zona en la cual desembarcó Solís. Los charrúas eran indígenas cazadores y recolectores nómadas, que vivían en las costas del Río de la Plata y del río Uruguay, también practicaban la pesca para lo cual contaban con grandes canoas.
Quedarían los guaraníes, pero los detalles de la muerte de Juan Díaz de Solís, de la manera en que fueron referidos, muestran un canibalismo diferente del practicado por los guaraníes, ya que están ausentes los elementos simbólicos que lo caracterizaban, lo mismo que su ceremonial preparatorio y su forma de ejecución.
Esto indicaría que los autores habrían sido indígenas guaranizados, que asimilaron nada más que algunos rasgos culturales sin aprender la significación global de una institución como el canibalismo de los guaraníes, que se distinguía precisamente por la forma estudiada en que se cumplían las sucesivas etapas conducentes a sacrificar y comer a un prisionero de guerra.
Siempre se aplicaban con el sentido de absorber las virtudes del inmolado, que generalmente era un guerrero hecho prisionero en combate. Todo ese ceremonial no tenía comparación con la manera repentina y precipitada en que, según las fuentes, procedieron los indígenas a matar y devorar en el sitio mismo a los extraños que acababan de desembarcar. Tampoco hay ningún relato de otro acontecimiento similar que hubiera ocurrido en alguna parte del Río de la Plata, por lo que algunos historiadores, como se dijo más arriba, han puesto en duda la veracidad de las narraciones consideradas clásicas. Pero el hecho de que dejaran con vida al joven grumete Francisco del Puerto obedece a las costumbres de sólo comer a los guerreros, dejando fuera a niños y mujeres.
El pobre grumete, abandonado por sus compatriotas, estuvo conviviendo muchos años con los indígenas, hasta que fue rescatado en 1527 por la expedición de Sebastián Caboto. Francisco del Puerto les sirvió como intérprete durante la expedición, pero un día consideró que no era suficientemente recompensado y tramó una venganza. Durante una operación comercial con ciertos indígenas, en el río Pilcomayo, organizó un ataque sorpresivo que infligió muchas bajas en los españoles. Nunca más se supo nada del grumete Francisco del Puerto.
Regreso sin Solís
Los demás integrantes de la expedición de Solís, regresaron a España, menos dieciocho marineros que quedaron abandonados en la isla de Santa Catalina (Brasil), a la cual llegaron a nado tras haber naufragado una de las carabelas.
Estos náufragos iban a tener un papel protagónico en la historia y conquista del Río de la Plata, ya que fueron ellos los que, rescatados por Caboto, dieron comienzo a la leyenda del rey Blanco que vivía en una sierra de plata. Como su nombre lo indica era toda de plata, y estaba en las inmediaciones del inmenso Río de Solís, también bañado de plata. Esta leyenda es la que originó las expediciones al Río de la Plata, todas con el objetivo de encontrar grandes cantidades de plata. Pero la plata de la que tanto se hablaba era la de los incas, en el Perú, y la del Potosí, en Bolivia. En las costas argentinas y uruguayas, sólo había de plata el reflejo de la Luna sobre el río.


Para saber más
Fitte, Ernesto J. Hambre y desnudeces en la conquista del Río de la Plata. Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires, 1980.
Gandía, Enrique. “Descubrimiento del Río de la Plata, del Paraguay y del estrecho de Magallanes”. En: AA. VV. Historia de la Nación Argentina. El Ateneo y Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires, 2° edición, 1955. Tomo II, capitulo III.
Martínez Sarasola, Carlos. Nuestros paisanos los indios. Emecé. Buenos Aires, 1996.
Medina, José Toribio. Juan Días de Solís. Estudio histórico. Santiago de Chile, 1908.
Rubio, Julián María. Exploración y conquista del Río de la Plata : siglos XVI y XVII. Salvat, 1953.

Villanueva, Héctor. Vida y pasión del Río de la Plata. Plus Ultra, 1984

viernes, 6 de noviembre de 2015

LOS CASCOS VIKINGOS NO TENÍAN CUERNOS

LOS CASCOS VIKINGOS NO TENÍAN CUERNOS

 

CASCOS VIKINGOS
Los cascos empleados por los vikingos carecían de cuernos.

CASCOS VIKINGOS con CUERNOS
La imagen tradicional que la historia ha legado de ellos pertenece más a la ficción que a la realidad.

CUANDO SE HABLA DE los vikingos todo el mundo piensa en cornudos. No por la infidelidad de las mujeres —poco probable en una sociedad tan tremendamente machista como la suya—, sino por el característico casco con el que la iconografia popular los ha hecho pasar a la Historia.

Esta idea es errónea aunque se fundamenta en un ápice de autenticidad. Si bien es verdad que existen cascos adornados con cuernos y se han encontrado algunos en los enterramientos y en las excavaciones arqueológicas, lo cierto es que la mayoría de los yelmos utilizados por los vikingos carecían de cornamenta.
LOS CASCOS VIKINGOS NO TENÍAN CUERNOS
Se trataba de unos cascos de forma conoidal fabricados en acero. Solían llevar una protección nasal que también cubría parte de los ojos —como la montura de unas gafas— y algunos adornos. Los grandes señores hacían decorar sus celadas con incrustaciones en oro y plata.

Para su protección, además de los cascos, empleaban unos grandes escudos circulares fabricados en madera y recubiertos de acero, material con el que también confeccionaban sus Cotas de mallas. Las armas más comunes eran las espadas y las hachas. Las espadas se fabricaban con acero y, artesanalmente. El elemento más destacado de éstas era su empuñadura en forma demartillo y perfectamente equilibrada. Las hachas podían ser de una o dos hojas y generalmente, de mango corto, lo que facilitaba, además que pudieran emplearse como armas arrojadizas.

Los ataques se llevaban a cabo de una forma tremendamente rápida, efectiva e inevitable.Se puede decir que el mejor aliado de estos guerreros era el factor sorpresa, elemento común y denominador de todas sus razzias. Se trataba de pillar desprevenido al adversario y que a éste no le diera tiempo a reaccionar. Como los modernos atracadores de bancos, que han estudiado su golpe hasta el más mínimo detalle y son capaces de vaciar las arcas de la entidad en apenas unos segundos, los vikingos llegaban, asaltaban y desaparecían del emplazamiento enemigo antes de que la voz de alarma hubiera siquiera salido de la boca de los vigías.

Durante los combates se producía en la mente de los vikingos un fenómeno que los historiadores han denominado bersek —literalmente, «volverse loco»— y que les hacía afrontar las batallas desde una perspectiva casi suicida e inconsciente. Poseídos por una furia y una ira incontrolable no sentían el dolor de las heridas y el miedo se convertía en su aliado. Seguramente se trataba de una especie de paranoia mental, un trance inconsciente, acrecentado por la concentración previa al combate. Este estado mental no se aprendía, iba en la sangre.


sábado, 26 de septiembre de 2015

CARTA DE CRISTÓBAL COLÓN ANUNCIANDO EL DESCUBRIMIENTO DE LA NUEVA RUTA HACIA LAS "INDIAS OCCIDENTALES"

CARTA DE CRISTÓBAL COLÓN ANUNCIANDO EL DESCUBRIMIENTO DE LA NUEVA RUTA HACIA LAS "INDIAS OCCIDENTALES"


Febrero y Marzo de 1493

Señor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, vos escribo ésta, por la cual sabréis como en 33 días pasé de las islas de Canaria a las Indias con la armada que los ilustrísimos rey y reina nuestros señores me dieron, donde yo hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número; y de ellas todas he tomado posesión por Sus Altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradicho.
A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador a conmemoración de Su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado; los Indios la llaman Guanahaní; a la segunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción; a la tercera Fernandina; a la cuarta la Isabela; a la quinta la isla Juana, y así a cada una nombre nuevo.
Cuando yo llegué a la Juana, seguí yo la costa de ella al poniente, y la fallé tan grande que pensé que sería tierra firme, la provincia de Catayo. Y como no hallé así villas y lugares en la costa de la mar, salvo pequeñas poblaciones, con la gente de las cuales no podía haber habla, porque luego huían todos, andaba yo adelante por el dicho camino, pensando de no errar grandes ciudades o villas; y, al cabo de muchas leguas, visto que no había innovación, y que la costa me llevaba al setentrión, de adonde mi voluntad era contraria, porque el invierno era ya encarnado, y yo tenía propósito de hacer de él al austro, y también el viento me dio adelante, determiné de no aguardar otro tiempo, y volví atrás hasta un señalado puerto, de adonde envié dos hombres por la tierra, para saber si había rey o grandes ciudades. Anduvieron tres jornadas, y hallaron infinitas poblaciones pequeñas y gente sin número, mas no cosa de regimiento; por lo cual se volvieron.
Yo entendía harto de otros Indios, que ya tenía tomados, como continuamente esta tierra era isla, y así seguí la costa de ella al oriente ciento y siete leguas hasta donde hacía fin. Del cual cabo vi otra isla al oriente, distante de esta diez y ocho leguas, a la cual luego puse nombre la Española y fui allí, y seguí la parte del setentrión, así como de la Juana al oriente, 188 grandes leguas por línea recta; la cual y todas las otras son fertilísimas en demasiado grado, y ésta en extremo. En ella hay muchos puertos en la costa de la mar, sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y hartos ríos y buenos y grandes, que es maravilla. Las tierras de ella son altas, y en ella muy muchas sierras y montañas altísimas, sin comparación de la isla de Tenerife; todas hermosísimas, de mil fechuras, y todas andables, y llenas de árboles de mil maneras y altas, y parece que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la hoja, según lo puedo comprehender, que los ví tan verdes y tan hermosos como son por mayo en España, y de ellos estaban floridos, de ellos con fruto, y de ellos en otro término, según es su calidad; y cantaba el ruiseñor y otros pajaricos de mil maneras en el mes de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis o ocho maneras, que es admiración verlas, por la deformidad hermosa de ellas, mas así como los otros árboles y frutos e hierbas. En ella hay pinares a maravilla y hay campiñas grandísimas, y hay miel, y de muchas maneras de aves, y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales, y hay gente en estimable número. La Española es maravilla; las sierras y las montañas y las vegas y las campiñas, y las tierras tan hermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas y lugares. Los puertos de la mar aquí no habría creencia sin vista, y de los ríos muchos y grandes, y buenas aguas, los más de los cuales traen oro. En los árboles y frutos e hierbas hay grandes diferencias de aquellas de la Juana. En ésta hay muchas especierías, y grandes minas de oro y do otros metales.
La gente de esta isla y de todas las otras que he hallado y he habido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o una cofia de algodón que para ellos hacen. Ellos no tienen hierro, ni acero, ni armas, ni son para ello, no porque no sea gente bien dispuesta y de hermosa estatura, salvo que son muy temeroso a maravilla. No tienen otras armas salvo las armas de las cañas, cuando están con la simiente, a la cual ponen al cabo un palillo agudo; y no osan usar de aquellas; que muchas veces me ha acaecido enviar a tierra dos o tres hombres a alguna villa, para haber habla, y salir a ellos de ellos sin número; y después que los veían llegar huían, a no aguardar padre a hijo; y esto no porque a ninguno se haya hecho mal, antes, a todo cabo adonde yo haya estado y podido haber fabla, les he dado de todo lo que tenía, así paño como otras cosas muchas, sin recibir por ello cosa alguna; mas son así temerosos sin remedio. Verdad es que, después que se aseguran y pierden este miedo, ellos son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen, que no lo creería sino el que lo viese. Ellos de cosa que tengan, pidiéndosela, jamás dicen de no; antes, convidan la persona con ello, y muestran tanto amor que darían los corazones, y, quieren sea cosa de valor, quien sea de poco precio, luego por cualquiera cosica, de cualquiera manera que sea que se le dé, por ello se van contentos. Yo defendí que no se les diesen cosas tan civiles como pedazos de escudillas rotas, y pedazos de vidrio roto, y cabos de agujetas aunque, cuando ellos esto podían llegar, les parecía haber la mejor joya del mundo; que se acertó haber un marinero, por una agujeta, de oro peso de dos castellanos y medio; y otros, de otras cosas que muy menos valían, mucho más; ya por blancas nuevas daban por ellas todo cuanto tenían, aunque fuesen dos ni tres castellanos de oro, o una arroba o dos de algodón filado. Hasta los pedazos de los arcos rotos, de las pipas tomaban, y daban lo que tenían como bestias; así que me pareció mal, y yo lo defendí, y daba yo graciosas mil cosas buenas, que yo llevaba, porque tomen amor, y allende de esto se hagan cristianos, y se inclinen al amor y servicio de Sus Altezas y de toda la nación castellana, y procuren de ayuntar y nos dar de las cosas que tienen en abundancia, que nos son necesarias. Y no conocían ninguna seta ni idolatría salvo que todos creen que las fuerzas y el bien es en el cielo, y creían muy firme que yo con estos navíos y gente venía del cielo, y en tal catamiento me recibían en todo cabo, después de haber perdido el miedo. Y esto no procede porque sean ignorantes, y salvo de muy sutil ingenio y hombres que navegan todas aquellas mares, que es maravilla la buena cuenta que ellos dan que de todo; salvo porque nunca vieron gente vestida ni semejantes navíos.
Y luego que llegué a Indias, en la primera isla que hallé tomé por fuerza algunos de ellos, para que deprendiesen y me diesen noticia de lo que había en aquellas partes, así fue que luego entendieron, y nos a ellos, cuando por lengua o señas; y estos han aprovechado mucho. Hoy en día los traigo que siempre están de propósito que vengo del cielo, por mucha conversación que hayan habido conmigo; y éstos eran los primeros a pronunciarlo adonde yo llegaba, y los otros andaban corriendo de casa en casa y a las villas cercanas con voces altas: venid, venid a ver la gente del cielo; así, todos, hombres como mujeres, después de haber el corazón seguro de nos, venían que no quedaban grande ni pequeño, y todos traían algo de comer y de beber, que daban con un amor maravilloso. Ellos tienen en todas las islas muy muchas canoas, a manera de fustas de remo, de ellas mayores, de ellas menores; y algunas son mayores que una fusta de diez y ocho bancos. No son tan anchas, porque son de un solo madero; mas una fusta no terná con ellas al remo, porque van que no es cosa de creer. Y con éstas navegan todas aquellas islas que son innumerables, y tratan sus mercaderías. Alguna de estas canoas he visto con 70 y 80 hombres en ella, y cada uno con su remo.
En todas estas islas no vi mucha diversidad de la hechura de la gente, ni en las costumbres ni en la lengua; salvo que todos se entienden, que es cosa muy singular para lo que espero que determinaran Sus Altezas para la conversión de ellos a nuestra santa fe, a la cual son muy dispuestos.
Ya dije como yo había andado 107 leguas por la costa de la mar por la derecha línea de occidente a oriente por la isla de Juana, según el cual camino puedo decir que esta isla es mayor que Inglaterra y Escocia juntas; porque, allende de estas 107 leguas, me quedan de la parte de poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Avan, adonde nace la gente con cola; las cuales provincias no pueden tener en longura menos de 50 o 60 leguas, según pude entender de estos Indios que yo tengo, los cuales saben todas las islas.
Esta otra Española en cierco tiene más que la España toda, desde Colibre, por costa de mar, hasta Fuenterrabía en Viscaya, pues en una cuadra anduve 188 grandes leguas por recta línea de occidente a oriente. Esta es para desear, y vista, para nunca dejar; en la cual, puesto que de todas tenga tomada posesión por Sus Altezas, y todas sean más abastadas de lo que yo sé y puedo decir, y todas las tengo por de Sus Altezas, cual de ellas pueden disponer como y tan cumplidamente como de los reinos de Castilla, en esta Española, en el lugar más convenible y mejor comarca para las minas del oro y de todo trato así de la tierra firme de aquí como de aquella de allá del Gran Can, adonde habrá gran trato y ganancia, he tomado posesión de una villa grande, a la cual puse nombre la villa de Navidad; y en ella he hecho fuerza y fortaleza, que ya a estas horas estará del todo acabada, y he dejado en ella gente que abasta para semejante hecho, con armas y artellarías y vituallas por más de un ano, y fusta, y maestro de la mar en todas artes para hacer otras, y grande amistad con el rey de aquella tierra, en tanto grado, que se preciaba de me llamar y tener por hermano, y, aunque le mudase la voluntad a ofender esta gente, él ni los suyos no saben que sean armas, y andan desnudos, como ya he dicho, y son los más temerosos que hay en el mundo; así que solamente la gente que allá queda es para destruir toda aquella tierra; y es isla sin peligros de sus personas, sabiéndose regir.
En todas estas islas me parece que todos los hombres sean contentos con una mujer, y a su mayoral o rey dan hasta veinte. Las mujeres me parece que trabajan más que los hombres. Ni he podido entender si tienen bienes propios; que me pareció ver que aquello que uno tenía todos hacían parte, en especial de las cosas comederas.
En estas islas hasta aquí no he hallado hombres monstrudos, como muchos pensaban, mas antes es toda gente de muy lindo acatamiento, ni son negros como en Guinea, salvo con sus cabellos correndíos, y no se crían adonde hay ímpeto demasiado de los rayos solares; es verdad que el sol tiene allí gran fuerza, puesto que es distante de la línea equinoccial veinte y seis grados. En estas islas, adonde hay montañas grandes, allí tenía fuerza el frío este invierno; mas ellos lo sufren por la costumbre, y con la ayuda de las viandas que comen con especias muchas y muy calientes en demasía. Así que monstruos no he hallado, ni noticia, salvo de una isla Quaris, la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una gente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana. Estos tienen muchas canoas, con las cuales corren todas las islas de India, y roban y toman cuanto pueden; ellos no son más disformes que los otros, salvo que tienen costumbre de traer los cabellos largos como mujeres, y usan arcos y flechas de las mismas armas de cañas, con un palillo al cabo, por defecto de hierro que no tienen. Son feroces entre estos otros pueblos que son en demasiado grado cobardes, mas yo no los tengo en nada más que a los otros. Estos son aquellos que tratan con las mujeres de Matinino, que es la primera isla, partiendo de España para las Indias, que se halla en la cual no hay hombre ninguno. Ellas no usan ejercicio femenil, salvo arcos y flechas, como los sobredichos, de cañas, y se arman y cobijan con launes de arambre, de que tienen mucho.
Otra isla hay, me aseguran mayor que la Española, en que las personas no tienen ningún cabello. En ésta hay oro sin cuento, y de ésta y de las otras traigo conmigo Indios para testimonio.
En conclusión, a hablar de esto solamente que se ha hecho este viaje, que fue así de corrida, pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro cuanto hubieren menester, con muy poquita ayuda que Sus Altezas me darán; ahora, especiería y algodón cuanto Sus Altezas mandarán, y almástiga cuanta mandarán cargar, y de la cual hasta hoy no se ha hallado salvo en Grecia en la isla de Xío, y el Señorío la vende como quiere, y ligunáloe cuanto mandarán cargar, y esclavos cuantos mandarán cargar, y serán de los idólatras; y creo haber hallado ruibarbo y canela, y otras mil cosas de sustancia hallaré, que habrán hallado la gente que yo allá dejo; porque yo no me he detenido ningún cabo, en cuanto el viento me haya dado lugar de navegar; solamente en la villa de Navidad, en cuanto dejé asegurado y bien asentado. Y a la verdad, mucho más hiciera, si los navíos me sirvieran como razón demandaba.
Esto es harto y eterno Dios Nuestro Señor, el cual da a todos aquellos que andan su camino victoria de cosas que parecen imposibles; y ésta señaladamente fue la una; porque, aunque de estas tierras hayan hablado o escrito, todo va por conjectura sin allegar de vista, salvo comprendiendo a tanto, los oyentes los más escuchaban y juzgaban más por habla que por poca cosa de ello. Así que, pues Nuestro Redentor dio esta victoria a nuestros ilustrísimos rey e reina y a sus reinos famosos de tan alta cosa, adonde toda la cristiandad debe tomar alegría y hacer grandes fiestas, y dar gracias solemnes a la Santa Trinidad con muchas oraciones solemnes por el tanto ensalzamiento que habrán, en tornándose tantos pueblos a nuestra santa fe, y después por los bienes temporales; que no solamente la España, mas todos los cristianos ternán aquí refrigerio y ganancia.
Esto, según el hecho, así en breve.
Fecha en la carabela, sobre las islas de Canaria, a 15 de febrero, año 1493.
Hará lo que mandaréis
El almirante.

Después de ésta escrita, y estando en mar de Castilla, salió tanto viento conmigo sul y sueste, que me ha hecho descargar los navíos. Pero corrí aquí en este puerto de Lisboa hoy, que fue la mayor maravilla del mundo, adonde acordé escribir a Sus Altezas. En todas las Indias he siempre hallado los temporales como en mayo; adonde yo fui en 33 días, y volví en 28, salvo que estas tormentas me han detenido 13 días corriendo por este mar. Dicen acá todos los hombres de la mar que jamás hubo tan mal invierno ni tantas pérdidas de naves.
Fecha a 4 días de marzo.



jueves, 17 de septiembre de 2015

EL CASO LYSENKO

EL CASO LYSENKO

 

 

La política no suele ser buena consejera en cuanto a la ciencia se refiere, mucho menos si el integrismo interfiere con la objetividad. El marxismo radical reinante en la Rusia soviética es un claro ejemplo de esta nefasta asociación. La ideología marxista, vista a través de los ojos de Stalin claro, propuso entre otras cuestiones, que la humanidad es moldeable más allá de lo que la naturaleza imponga y la herencia genética no sería un factor limitante en ese caso. Aplicando esta idea a la biología, de manera radical, Trofim D. Lysenko y los políticos que apoyaban sus teorías causaron mucho daño al pueblo ruso.
Lysenko se dedicaba a la agronomía, desde 1929 a 1965 consiguió toda la atención de los dirigentes comunistas soviéticos, convencidos de que sería capaz de acabar con los problemas de alimentación de la población. La demencial asociación político-biológica trajo grandes catástrofes de hambre y se basó en negar cualquier evidencia de la ciencia porque no se adaptaba al “ideal marxista”. Lysenko, el conductor de aquella loca experiencia, planteaba que las plantas, al igual que el hombre, pueden ser modificadas por el ambiente sin tener en cuenta sus características genéticas. Su objetivo final era la mejora de las cosechas, la obtención de superproducciones utilizando sus métodos. El resultado fue un desastre que duró más de treinta y cinco años. El poder que alcanzó Lisenko fue tal, que logró eliminar a sus competidores. Cualquier científico, por muy respetado, objetivo y honrado que fuera, era apartado de su trabajo si contradecía al “genio” de la agricultura. La acusación en esos casos siempre fue la misma: traición a los planes soviéticos. Y si entrabas en la lista negra, lo mejor era intentar escapar, porque el futuro no existía para quien llegaba al conflicto con Lisenko y sus protectores. Muchos perdieron la vida en aquella batalla donde la estupidez se imponía a base de libros y teorías manipuladas al gusto de los ideólogos soviéticos.
Lysenko nunca se consideró un científico, y en realidad jamás lo fue. Como jardinero y agrónomo se empeñó en obtener cosechas de invierno en la estación agrícola caucásica a la que fue asignado. Su formación fue muy limitada y jamás asistió a la universidad. Humedeciendo y refrigerando semillas durante el invierno consiguió que, al realizar la siembra en primavera, el ciclo de vida de los vegetales fuera más corto. En el Cáucaso, con veranos cortos, esas plantas se pueden cosechar antes del otoño. Lysenko se apasionó con esa técnica, denominada vernalización. Pero no la inventó, ya era conocida desde hacía muchos años en medio mundo. En Rusia había sido ensayada anteriormente con un éxito modesto. Fue criticado por haber pretendido “descubrir” algo ya existente. Pero en vez de aceptar la evidencia, respondió con rabia. A partir de 1923 atacó de nuevo afirmando que todas las semillas de trigo responderían adecuadamente al proceso, aumentando las cosechas. El resultado de las primeras pruebas fueron cosechas de trigo “vernalizado” muy pobres. En 1929 Lisenko fue encomendado a varias instituciones agrarias y, de alguna rocambolesca forma, terminó en el Instituto de Genética de Moscú.
Desde ese momento se dedicó a hacer publicidad de sus ideas sobre los vegetales, no en publicaciones científicas, sino en medios populares. En las entrevistas que se publicaron sobre su trabajo, alabó las técnicas de vernalización, no sólo para los cereales, sino para todos los vegetales. Cuando los primeros datos sobre hormonas vegetales fueron publicados, Lysenko afirmó que eran todos falsos y erróneos, que la única fuente para mejorar la producción eran las condiciones de luz, humedad, terreno… nada de química, genética o salud vegetal. En la agricultura de hoy cualquiera que diga semejantes estupideces no sería tomado más que como el “tonto del pueblo”. Pero en la Rusia Soviética caló hondo. A finales de los años cuarenta el poder de Lisenko había aumentado lo suficiente como para influir directamente sobre las decisiones políticas. Stalin en persona apoyó su trabajo, y nadie en su sano juicio se atrevería a contradecir al nuevo “Zar”. En esos años Lisenko dinamitó las bases científicas de la biología soviética. Hizo destituir y, en algunos casos, ejecutar a los más importantes genetistas rusos. Otros tuvieron “mejor” suerte pues terminaron desterrados en Siberia. Los genetistas fueron declarados enemigos del mundo obrero. Lysenko desarrolló su propia teoría genética a la que denominó Michurinismo, en honor a Michurin, un agricultor muy diestro en injertos de árboles frutales. Incluso cuando se demostró experimentalmente la relación entre el ADN y la herencia, los partidarios de Lysenko siguieron con su modelo. Para ellos, el ADN no era más que una superstición propia de los decadentes occidentales.
La venganza de Lysenko contra sus “enemigos” siempre fue implacable. Vavilov, famoso biólogo ruso, denunció de forma continua la falsedad de los planteamientos de Lisenko. Como no podía ser de otra manera, fue arrestado, juzgado y declarado culpable de traición. Entre otros muchos delitos “probados” fue acusado de ser un radical de derechas, espía británico, saboteador, enemigo del pueblo soviético y traidor a la patria. Condenado a muerte, más tarde la sentencia fue conmutada a diez años de prisión. Vavilov murió en 1943, en la cárcel, a causa se la desnutrición. Como era de esperar no sólo sufrieron penalidades los científicos honestos que se opusieron a Lysenko. Las primeras cosechas a gran escala concebidas sin ayuda de la genética, la biología y el sentido común de los agricultores rusos, fueron un desastre. Al no tratarse las enfermedades de las plantas, debidas a virus, bacterias y hongos, las variedades de vegetales comestibles fueron degenerando. Lisenko no creía que esas enfermedades fueran originadas por infecciones, sino por malas prácticas en la siembra. Al intentar desarrollar variedades de trigo resistentes a las heladas siberianas, tuvieron que ser abandonadas miles de hectáreas con tierras cultivadas.
El largo brazo lisenkiano llegó también a la planificación forestal, donde se manifestó igualmente nefasta. En cuestión de fertilizantes Lysenko aconsejó mezclas sin sentido y, dado su nulo conocimiento de química y biología, muchas de ellas fueron perjudiciales para los suelos y los vegetales. Cada vez que algún laboratorio agronómico ruso mostraba los pésimos resultados de las cosechas, los datos eran borrados por los amigos políticos de Lysenko. La agricultura marxista, racionalizada, lisenkiana, fue impuesta a todos los agricultores. No había salida, el que se negara a ello sabía a qué se exponía. Los avances de la agricultura occidental fueron ridiculizados. Cuanto más crecía la producción en los Estados Unidos y Europa más criticaba Lysenko a los “locos” capitalistas del ADN y las hormonas. La ganadería sufrió también las doctrinas de Lisenko, con absurdas teorías sobre el cruzamiento de reses sin ninguna base. Los políticos, sin embargo, adoraban a Lysenko, más que por sus resultados, por su retórica anticapitalista. Para ver hasta dónde llegaron las tonterías de los grupos lisenkianos no hay más que conocer su “teoría de la evolución”. Bueno, es muy simple… ¡y estúpida! Para Lisenko las especies pueden transformarse unas en otras, así, sin otra explicación. Cientos de informes lisenkianos afirmaron ver trigo que se convertía en centeno, abetos en pinos o cualquier otra tontería que se nos pueda ocurrir.
Cuando Khrushchev fue depuesto como primer mandatario soviético en 1964, Lisenko fue destituido como director del Instituto de Genética. A partir de entonces su influencia decayó en el mundo soviético, pero no tan rápidamente como podría pensarse. Comenzó entonces a reconstruirse la ciencia en Rusia, al principio desde los colegios, que habían negado cualquier dato de “ciencia burguesa” a sus alumnos, substituyendo la ciencia objetiva por pura pseudociencia sin sentido. Los datos que manejaron los colaboradores de Lisenko se han conocido con el paso de los años. Todos los informes estaban amañados y lo declarado por los granjeros se modificó para “cuadrarlo” con las ideas preconcebidas. El resultado final de la doctrina lisenkiana fue la completa destrucción de la ciencia biológica soviética y el retraso de su agricultura en más de dos décadas con respecto a la occidental. Miles de personas sufrieron hambre y otras penurias por culpa de aquella asociación de la falacia irracional y la política integrista.
El caso Lysenko no ha sido, por desgracia, el único episodio trágico en la historia de las relaciones entre la política radical y la pseudociencia. En China, durante la mal llamada Revolución Cultural a mediados del siglo XX, los científicos fueron declarados proscritos. Todas las fuerzas del país se dedicaron a la producción, tanto agraria como industrial, pero las personas que podían, gracias a su formación, dirigir eficientemente la economía fueron apartados y convertidos en simples obreros. La mayoría de los centros de investigación fueron cerrados y los pocos temas autorizados a investigar se miraban bajo la lupa de la “pureza política.” La ínfima cantidad de trabajos científicos publicados en la China maoísta fueron realizados bajo el anonimato impuesto o ¡firmados por el propio Mao! Naturalmente, el dictador “inspiró” cualquier actividad en China, todo lo que se produjera no salía oficialmente de la cabeza de los autores, sino que se consideró una inspiración divina del gran Mao. Algo parecido sucede en nuestros días con Corea del Norte, régimen cerrado absolutamente al mundo, donde cada acción del individuo está predeterminada y los pensamientos de la ciudadanía pertenecen por derecho propio al dictador. El resultado de la Revolución Cultural China y de regímenes como el norcoreano siempre es el mismo, el colapso económico, la pobreza y el hambre. En China, sin nadie que guiara racionalmente la producción de alimentos, millones de personas murieron de hambre. Sin científicos y técnicos capaces de tratar los campos contra las plagas, se sufrieron décadas de miseria.
El pasado siglo ha sido testigo de las atrocidades cometidas por los regímenes políticos más despiadados e irracionales imaginables. Durante los años treinta, los “científicos” nazis alemanes, genetistas, antropólogos y médicos, se empeñaron en crear una base teórica con la que justificar el exterminio de todas las razas consideradas “inferiores”, sobre la base de la supremacía de la raza aria propuesta por Karl Haushoffer. Desde los epilépticos a los alcohólicos, pasando por gitanos o judíos, miles de personas fueron “científicamente” declaradas subhumanas. Durante muchos años se esterilizó a personas para impedir que extendieran su “mala semilla.” Comenzada la Segunda Guerra Mundial los nazis crearon industrias completas de exterminio. Al margen del conocido holocausto judío hubo muchos otros genocidios. El Instituto de Neurología del Hospital Charite de Berlín constituyó el núcleo desde el que varios cientos de burócratas decidieron el destino de miles de personas. Más de doscientos mil murieron en esas dependencias, la mayoría eran pacientes psiquiátricos. En toda Alemania se erigieron otros muchos centros como ese dedicados a la “limpieza científica” fundada en el puro odio y no en alguna base racional. Con los cuerpos de los asesinados se hicieron toda clase de experimentos sin que ningún implicado objetara jamás algún reparo de tipo moral. Muchos de aquellos carniceros continuaron impunemente ejerciendo la medicina al terminar la guerra.




LOS LICIOS

LOS LICIOS

De los pueblos que se establecieron en Asia Menor, en áreas próximas a los territorios hititas, durante la Protohistoria, seguramente sean los licios los más ignorados.
       La región de Licia, al sudoeste de Turquía, se hallaba estratégicamente situada en la Antigüedad entre los reinos de Caria, Lidia y Pamphilia; sus 65 ciudades, sin perder de vista el Mediterráneo, se asentaban sobre las estribaciones meridionales de la cadena del Tauro. Aquella legendaria región se conoce actualmente como la península de Teke -entre Fetthiye y Antalya.
      
Hacia el siglo VIII a C, los licios empiezan a sonar en la Historia como un pujante pueblo de gentes marineras, organizado en una confederación de ciudades-estado llamada Liga Licia. Los licios conservaron su independencia durante las sucesivas hegemonías de Frigia y de Lidia, a la vez que mantenían intercambios comerciales y culturales con los griegos, pero cayeron bajo el poder de los persas, tras oponer una heroica resistencia a las fuerzas armadas de Harpagón, general del ejército de Ciro. Bajo la Persia aqueménida, y más tarde bajo los seléucidas y los romanos, Licia disfrutó de una cierta autonomía y pudo conservar su antiguo sistema confederal hasta tiempos de Augusto. Luego fue anexionada a Panfilia, y a partir del siglo IV d C vuelve a ser una provincia separada. 
       Homero fue el primer cronistas de esta civilización; en la Ilíada la cita como "fértil tierra de Licia”. Persas, griegos y romanos sintieron una especial atracción por esta cultura. El mismo Alejandro Magno, después de conquistar Xanthos, la capital de Licia, en su avance hacia Oriente, quedó fascinado ante los hermosos parajes de esta región, que siguen sorprendiendo al viajero, sobre todo la mitológica bahía de Kekova, al fondo de las murallas de Ximena. Los diferentes principados licios desarrollaron del siglo VI al IV a. C. un arte real influido por el oriente asirio y persa.   Telmessos (Fethiye, Licia) Tumba.
       Las tumbas constituyen lo más destacado del arte licio; como resultado de los temblores sísmicos que han sacudido la zona a lo largo de los tiempos, algunas yacen al revés, como si fueran quillas de barcos, semisumergidas en las azuladas aguas.




martes, 1 de septiembre de 2015

El submarino de Taber

El submarino de Taber




Al hablar de los antecedentes de la Revolución de Mayo normalmente se mencionan las revoluciones estadounidense y francesa. Y sobre estas últimas es necesario señalar que, además de las novedades políticas que ambas introdujeron, una trajo aparejado el primer ataque de un submarino a un buque enemigo y la otra el estreno de una nave aérea durante un combate.
Efectivamente, el 7 de Setiembre de 1776, un submarino estadounidense atacó un buque británico en el puerto de Nueva York y, el 26 de Junio de 1794, la utilización de un globo en tareas de reconocimiento permitió a los franceses obtener la victoria frente a los austríacos en la batalla de Fleurus.
En 1810, inmediatamente después de la instalación del primer gobierno patrio, el problema más grave que enfrentaba éste era la tenaz oposición de la Banda Oriental. El espionaje era moneda corriente en las dos orillas y no se descartaba un ataque de los realistas desde Montevideo.
Por esos días arriba a Buenos Aires, procedente de Amsterdan y embarcado en el navío mercante inglés “Patty”, el ciudadano norteamericano Samuel Williams Taber, con intención de radicarse en el Plata y dedicarse al comercio.
Taber tenía treinta años, había nacido en la ciudad de Nueva York y pertenecía a una familia acomodada de origen judío. Había arribado a Montevideo en diciembre de 1810, pero al tomar conocimiento de la revolución porteña, optó por pasar a Buenos Aires a efectos de aportar su esfuerzo a la causa emancipadora.
Se presentó inmediatamente en el Fuerte, donde expuso a los miembros de la Primera Junta los planos de un artefacto submarino que serviría para atacar a la flota realista. Su invento era una especie de tortuga de madera con un taladro en la punta con el que Taber pensaba perforar el casco de los buques enemigos en la rada de Montevideo, a efectos de colocar allí los explosivos.
La Junta designó una comisión especial para que estudiara los planes de Taber, integrada por Cornelio Saavedra y Miguel de Azcuénaga, quienes, mediante un informe secreto, aprobaron la factibilidad de la idea y la posibilidad de volar los polvorines flotantes de la armada española.
En menos de quince días comenzó la construcción del conocido solamente como “proyecto Taber”, dado el secreto de que se le rodeó. El mismo fue financiado enteramente por su inventor. A poco de iniciarse los trabajos, el norteamericano fue enviado a la Banda Oriental en calidad de espía, a efectos de estudiar in situ el ataque. Taber regresó a Montevideo y se abocó a su misión realizando estudios de sondajes, corrientes, etc.
El 26 de marzo de 1811, junto con dos capitanes, dos subtenientes y un ingeniero, se disponían a huir del puerto oriental en una pequeña embarcación con el resultado de su espionaje, pero fue detenido, acusado de sobornar a marinos españoles. Cargado de cadenas fue llevado a prisión, donde permaneció hasta el 25 de mayo de 1811, en que, luego de muchas protestas, y mediante la intervención del cónsul norteamericano, y la única condición de que se embarcara en el primer navío que se dirigiera a los Estados Unidos y nunca más se inmiscuyera en los asuntos del Río de la Plata, fue liberado.
En agosto abordó la nave que lo depositaría en su país natal. Pero Taber había decidido que su corazón era de Buenos Aires, descendió del buque en Río de Janeiro e inició el regreso, llegando a esta ciudad el 10 de septiembre de 1811.
Inmediatamente se reunió con los miembros de la Primera Junta para exponerles su plan, que consistía en atacar con su invento una fragata y un bergantín españoles utilizados como depósitos de pólvora amarrados en el puerto de Montevideo. La Junta aprueba el plan y nombra a Taber capitán de artillería ad-honorem.
Fabricada la embarcación, construida en madera, de entre ocho a diez metros de largo, pintada de negro y marcada con una “T” en blanco, sus partes son colocadas en un gran cajón de madera de pino, también marcado con una “T”.
El 21 de octubre de 1811 Taber solicita permiso para trasladarse a la Ensenada de Barragán con todo el equipamiento a efectos de completarlo, armarlo y experimentarlo en aguas del río. Esto era necesario porque el bajo calado de las aguas del puerto de Buenos Aires hacía imposible la navegación del artefacto. Además, hubiera llamado la atención de todos y no faltaría el soplón que informaría a los realistas.
Jamás llegó a Ensenada, porque antes que la pesada carreta tirada por bueyes iniciara su travesía, el 22 de septiembre de 1811, cayó la Junta Grande y asumieron Juan José Paso, Manuel de Sarratea y Feliciano Chiclana.
A los miembros del primer triunvirato les pareció arriesgada la idea del norteamericano y la descartaron, a pesar de que Juan José Paso había integrado la Junta que aprobó el proyecto de Taber. Jamás se supo adonde fue a parar el cajón con las partes del aparato.
Taber siguió durante 1812 con sus espionajes, ahora en Chile, y el 8 de noviembre de 1813 murió en la estancia de su amigo Richard Hill, situada a 50 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, víctima de la tisis adquirida en su prisión de Montevideo. Legó todos sus bienes, según hizo anotar en su testamento, a la Junta Revolucionaria.
Los planos del submarino de madera desaparecieron, y la tortuga de Taber jamás pudo participar de la Guerra de la Independencia. Ninguna calle o plaza recuerda a este visionario precursor que puso su vida y sus bienes al servicio de su país de adopción.
Fuente
Arguindeguy, Pablo E. – Apuntes sobre los Buques de la Armada Argentina. Tomo I, (1972).
Bauza, Francisco – Historia de la Dominación Española en el Uruguay., (1929).
Destefani, L. H. – Manual de Historia Naval Argentina.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Ellauri Obligado, Gontrán – El Primer Submarino Argentino.
Portal www.revisionistas.com.ar
Turone, Gabriel O. – ¿Un Submarino en 1810?.
Villegas Basavilvaso – Un Proyecto de Submarino en 1810, Boletín del Centro Naval.
Zappia, Paulo Antonio – Las Armas Secretas de la Primera Junta.
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar ¡Gracias!