sábado, 16 de enero de 2016

BUENAVENTURA SUÁREZ OTRO JESUITA ARGENTINO PRIMER ASTRÓNOMO AMERICANO

BUENAVENTURA SUÁREZ 
OTRO JESUITA ARGENTINO PRIMER ASTRÓNOMO AMERICANO

PADRE BUENAVENTURA SUÁREZ


El 3 de septiembre de 1679 nació en la ciudad de Santa Fe, a la vera del río Paraná, Buenaventura Suárez Garay, primer astrónomo americano que efectuó importantes observaciones y estudios astronómicos con cartas e instrumentos de su propia elaboración


Buenaventura Suárez, descendiente directo por línea materna de don Juan de Garay, tenía 16 años de edad cuando en 1695 ingresó en la Compañía de Jesús deseoso de servir al Señor y la Santa Iglesia Católica. En la Universidad de Córdoba, la misma que fundara el obispo Trejo y Sanabria en 1613, cursó sus estudios y de allí pasó a las misiones en 1706, para establecerse en las reducciones de San Cosme y San Damián actual territorio del Paraguay. En su nuevo destino, además de predicar, enseñar el Evangelio y atender las necesidades espirituales de la población guaraní, llevó a cabo una abrumadora labor de asistencia que quedó claramente manifestada durante las terribles epidemias que en 1733 y 1737 acabaron con la vida de más de 50.000 indígenas.

BUENAVENTURA SUÁREZ
El padre Buenaventura también misionó en Apóstoles, Santa María la Mayor, La Candelaria, Mártires y las ciudades de Asunción y Corrientes celebrando el Santo Sacrificio de la Misa, confesando, enseñando, impartiendo los santos sacramentos y ejerciendo la medicina, en cuyos conocimientos estaba versado.

BUENAVENTURA SUÁREZ

Pionero de la astronomía

Más que por su apostolado y su entrega, Buenaventura Suárez pasó a la historia por ser el primer astrónomo del hemisferio sur que efectuó observaciones y mediciones de la bóveda celeste, estudios que trascendieron los límites de la cuenca del Plata y despertaron el interés de los científicos de Europa.

Si bien el primer observatorio de América del Sur fue montado por el alemán Georg Marcgrave sobre el tejado de la casa del gobernador de Recife, Mauricio de Nassau, el 28 de septiembre de 1639 y que al año siguiente utilizó desde allí el primer telescopio traído al continente, el padre Suárez construyó el suyo con elementos de los alrededores empleando cañas, madera, metales y cristales de roca, fáciles de encontrar en los yacimientos cercanos.


Con esos componentes y la ayuda de asistentes guaraníes, el padre Buenaventura montó en plena selva su propio observatorio después de tallar y pulir las piedras de cuarzo que extrajo de las canteras de basalto a orillas del Paraná y de incorporarle un sofisticado reloj de péndulo con su correspondiente índice de minutos y segundos y un cuadrante astronómico para ajustar el mismo a la rotación del Sol. Su primer telescopio, instalado en el campanario de la iglesia de San Cosme, consistía en un tubo metálico sobre armazón de madera sostenido y desplazado por arneses y poleas, dotado de dos lentes convexos de 8 y 10 pies, con el que efectuó las primeras observaciones, en especial eclipses de Sol y de Luna.

Estudios de magnitud

Por la misma época en la que nacía Benjamín Franklin, el padre Suárez escudriñaba el firmamento nocturno apuntando todo lo que veía en su cuaderno de notas, siguiendo las trayectorias del Sol, la Luna y los planetas. Poco después elaboró telescopios mayores, provistos de lentes de 13, 14, 16 y hasta 18, 20 y 23 pulgadas con los que analizó a fondo el comportamiento de los satélites de Júpiter que observó durante trece años, estudios que envió a Europa en momentos en que los sabios de ese continente intentaban determinar sus períodos e itinerarios. Las observaciones del padre Suárez llamaron poderosamente la atención y despertaron gran interés. También estudió el globo de Marte, la trayectoria de Venus, la superficie de la Luna y los anillos de Saturno descubiertos por el holandés Huygens en 1655, tomando meticulosa inscripción de todo lo que veía.


Fruto de esas observaciones fueron sus calendarios, sus mapas celestes y su célebre Lunario Centenar de más de 200 páginas, escrito a partir de 1720, cuyas  cinco ediciones datan de 1740 (Reducción de La Candelaria), 1743 (Lisboa), 1748 (Lisboa), 1752 (Barcelona) y 1762 (Quito). Ese estudio determinaba la fecha exacta de los eclipses avizorados por un observador desde tierra misionera entre 1740 y 1903, detallando los movimientos del astro rey y nuestro satélite natural con asombrosa precisión, lo mismo sus conjunciones, oposiciones y cuartos. También publicó Curso de los planetas, Tablas astronómicas y Anuario.
Desde las reducciones jesuíticas del Paraguay, el padre Suárez llevó a cabo sus estudios astronómicos

Científico y matemático

Además de astrónomo, Buenaventura Suárez fue científico, geógrafo y matemático. Sus cálculos y mediciones le permitieron elaborar tablas con la posición exacta de las treinta misiones jesuíticas del Paraguay y trazar el primer mapa de la zona. También fabricar globos terráqueos y celestes, construir un reloj solar e instrumentos de medición, efectuar acertados pronósticos meteorológicos, elaborar un calendario y confeccionar un herbario, clasificando las diversas especies de la región. También fue ducho en el arte de fundir y manufacturar metales y en el de fabricar campanas. En 1745 llegaron a sus manos instrumentos astronómicos de fabricación europea con los que, debido a su alta calidad, hizo observaciones de mayor envergadura.

Trabajó incansablemente en las misiones durante treinta y tres años hasta su muerte, acaecida en territorio de la Banda Oriental en una fecha incierta de 1750, cuando contaba 69 años de edad.

El legado de fray Buenaventura

Según refiere Ricardo N. Alonso, investigador del Conicet, cuando el sabio español Félix de Azara pasó por la región de Misiones, descubrió abandonados los primitivos instrumentos con los que el padre Buenaventura hizo sus estudios, prueba elocuente de que en materia de investigación astronómica nuestra tierra, una vez más, fue pionera y cuna de sabios. Sin embargo, los historiadores e investigadores del mundo desconocen a nuestro hombre de ciencia cuando al referirse a los grandes astrónomos de la historia, omiten su nombre. Y eso es otra prueba elocuente del desinterés de una sociedad más pendiente de lo superfluo que de lo que realmente tiene valor.



BABAR, EL LEÓN DE KABUL Fundador del Imperio mogol de la India


BABAR, EL LEÓN DE KABUL Fundador del Imperio mogol de la India

babar el leon de Kabul


Zahir-ud-din Mohammad Babur, en turco "Babür Han" conocido como Babur, Babar o Baber, (14 de febrero de1483 - 26 de diciembre de 1530) fue un emperador y fundador del Imperio mogol de la India.


Babar, que significa "león", nació en la ciudad de Andiján en el actual Uzbekistán.


Babar era miembro de la tribu de los Barlas, de origen mongol pero que debido a su larga permanencia entre las tribus turcas habían adoptado su lengua y habían asimilado su cultura. Por este motivo, Babar, pese a ser mongol, tenía un carácter y una formación plenamente turca, y su imperio estuvo más marcado por esta cultura que por la mongola.

Su familia pertenecía al clan de los Chagatai, por lo que Babar era el quinto descendiente, por línea paterna, de Timur Lang y el décimo tercero, por línea materna, de Gengis Kan, los grandes conquistadores mongoles.

Los descendientes de Timur Lang se habían repartido los extensos territorios controlados por éste, dando lugar a una serie de pequeños principados más o menos independientes.
babar el leon de Kabul

Era hijo de Omar Sheij, rey de Ferganá. Al morir su padre, Babar ascendió al trono en 1495 cuando contaba con tan solo 12 años. A pesar de que algunos de sus tíos intentaron derrocarle, Babar se mantuvo firme como soberano.

El padre de Babar, de nombre Umar Shaykh Mirza, era uno de estos príncipes, gobernaba el pequeño principado de Fergana, en Uzbekistán. Umar Shaykh Mirza, fiel a la tradición de los timúridas, empleó su vida en el intento de reconquistar Samarcanda, la vieja capital del imperio de Timur Lang, que se encontraba en poder de los uzbecos.

Para hacerse con el poder de la región era imprescindible lograr controlar a las distintas dinastía principescas y acabar con las guerras civiles que debilitaban a los diferentes estados. Babar no sólo fue capaz de unir a los timúridas, sino que además poseyó un talento militar capaz de llevar a estos a formar un gran imperio.

Continuó con la tradición familiar de tratar de hacerse con el control de Samarcanda, de ese modo, cuando en 1494 sucedió a su padre, lo primero que hizo fue atacar a los uzbecos, aunque sin éxito. Logró capturar la ciudad en 1497 y, tras perderla, de nuevo la conquistó en 1501, pero una vez más volvió a ser expulsado de ella por los uzbecos dirigidos por Muhammad Shaibani Kan, otro descendiente de Gengis Kan. Dos años más tarde, presionado por los uzbecos, perdió el principado de Fergana.

En 1498, atacó y conquistó la ciudad de Samarcanda, sobre la que creía tener derechos hereditarios. Una revuelta entre los nobles uzbekos le hizo perder el valle de Fergana. Mientras iban a la reconquista de este territorio, sus tropas desertaron, lo que llevó a la pérdida de Samarcanda. Consiguió recuperarla hasta que en 1501 Muhammad Shaybani, kan de los uzbekos, le derrotó y el mogol perdió definitivamente el control de la ciudad.

Empleó tres años en organizar un ejército que fuera lo suficientemente fuerte como para permitirle recuperar los territorios perdidos. En 1504 tenía ya suficientes tropas. Tras cruzar el Hindu Kush, conquistó la ciudad de Kabul y volvió a estar a la cabeza de un importante reino.

Tras la muerte de Shaybani en 1510, Babur reclamó sus posesiones originales para lo que contó con la ayuda de Ismail Safavi. En 1511 realizó una entrada triunfal en Samarcanda, pero en 1514 sufrió una nueva derrota a manos de los uzbecos y tuvo que regresar a Kabul.

Habiendo perdido toda esperanza de recuperar Ferghana, Babur concentró sus esfuerzos en la India. Realizó algunas incursiones previas hasta que en 1521 se le presentó la oportunidad de realizar un ataque más importante. Los nobles del sultanato de Delhi detestaban a su sultán, Ibrahim Lodi, y pidieron ayuda a Babur.

Con un ejército de doce mil hombres y una artillería limitada avanzó hacia Delhi. Ibrahim contaba con cien mil soldados y cien elefantes. El 21 de abril de 1526 ambos ejércitos se encontraron en la llamada primera batalla de Panipat. Ibrahim fue asesinado en la batalla y Babur, que se proclamó Padshah Ghazi (emperador de la India), entró junto a su hijo Humayun en Agra sin dificultades.
Sin embargo, aún tuvo que enfrentarse a un enemigo más poderoso, Rana Sanga, que le atacó con un ejército de doscientos mil hombres. El ejército de Babur, a pesar de estar cansado y hambriento, consiguió derrotar a las tropas de Sanga en la batalla de Khanua el 16 de marzo de 1527.

Babur se convirtió en el señor absoluto de la India septentrional.

Fue autor de sus memorías y de varias poesías. Siguiendo la tradición de su linaje, cultivó las aficiones literarias con notables resultados artísticos en la poesía, cuyo ejemplo más representativo es el Diwan, que reúne gran número de composiciones en las lenguas turca y persa y, en prosa, elBaber Nama o Memorias de Baber, su autobiografía, una de las grandes obras de la literatura en turco chagatai.



babar el leon de Kabul con su hijo Humayun

Babar con su hijo Humayun.

Dicen que Babar León de Kabul, fundador de la dinastía de los Grandes Mogoles de la India, fue realmente un hombre carismático. Cuentan que su hijo y sucesor, Humayún, estaba gravemente enfermo cuando Babar, dolorido, oyó decir a un santón que a veces el Todopoderoso se satisfacía si los parientes del enfermo sacrificaban en holocausto algo que mucho estimaran. Babar dijo que quería ofrecer su vida por la de su propio hijo. Dio tres vueltas rezando alrededor del lecho de Humayún y se le oyó exclamar:  "¡Está concedido, está concedido!".  A los pocos días Babar murió y sanó Humayún. Entre las recomendaciones que Babar hizo a su hijo, la más insistente fue que tratase siempre con cariño a sus hermanos; pero por esto fue el reinado de Humayún extremadamente infeliz, porque sus tres hermanos se coligaron con rajás sediciosos y obligaron a Humayún a combatir. A veces Humayún, asociado a uno de sus hermanos, combatía a los otros dos, siempre acosado por sus intrigas y siempre perdonándolos. Humayún acabó por perder Delhi y toda la parte de la India conquistada por su padre y hubo de refugiarse en Persia. En este período, Humayún se enamoró de la hija de un pobre letrado, descendiente de la familia del profeta Mahoma, hasta el punto de casarse con ella.  La esposa de la emigración dio a Humayún su hijo Akbar, que fue después el más famoso de los Grandes Mogoles de la India.

Humayún, pese a sus desdichas, no fue un príncipe resignado. Poco a poco recobró los estados de Babar. Primero Kabul, luego el Punjab, después Lahore y al fin Delhi. En estas campañas de reconquista, Humayún, acaso aleccionado por la experiencia, restableció el sistema mongol propio de Genghis Khan y Tamerlán, de castigar a los vencidos levantando pirámides de cabezas. Babar habría preferido esclavizar a los rebeldes, pero esto no era ortodoxo, porque muchos de los enemigos de los mongoles eran mahometanos, y a los creyentes se los puede matar, pero no esclavizar.  El Islam es una fraternidad, y esclavizar a un hermano de religión no está permitido. Un cautivo necesariamente tiene que ser inferior.  Seis meses después de haberse reinstalado emperador en Delhi murió a consecuencia de una caída por la escalera de palacio. Aquel a quien no habían quebrado veinte años de continuo infortunio, resbalaba en los mármoles pulimentados de su residencia.

Humayún murió el 1556, dejando por heredero al príncipe Akbar, que no tenía más que trece años. Akbar había estado en peligro de ser asesinado por sus tíos en dos diferentes ocasiones. Había ya combatido y aun mandado un cuerpo de ejército en la campaña de la reconquista.  ¿Qué educación pudo recibir este niño Akbar, destinado a ser el príncipe más excelso que ha producio Oriente?  Sabemos que cuando empezó a reinar no había tenido tiempo de aprender a leer y escribir. Pero el joven monarca se procuró en seguida un instructor de primeras letras y de rudimentos de la doctrina coránica. A los dieciséis años otro tutor le instruyó en la "lectura de poesías místicas". 
Akbar nieto de babar el leon de Kabul
Akbar, por consiguiente, como los musulmanes mejor educados, sabría de memoría algunas suras del Corán y las poesías de Sadí, Hafiz y Firdusi. Aprendió lo más selecto de la tradición, como, por ejemplo, historias de reyes, anécdotas y sentencias de famosos ministros, que fueron hasta hace poco tiempo el tema preferido de los orientales cultos. Completaron la educación científica de Akbar algo de astronomía, música y, sobre todo, retórica.


FUENTES: Margolin, Jean-Claude (1992). Los Inicios de la Edad Moderna. Madrid, España: Ediciones Akal.

http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=baber-zahir-al-din-muhammad