jueves, 8 de noviembre de 2012

María Remedios del Valle Rosas


Porteña de nacimiento, pertenecía a la raza negra, pues en informes sobre sus servicios militares se expresa que era “parda” (1).  Acompañando a su esposo, a un hijo propio y a otro adoptivo, marchó el 6 de julio de 1810 con el Ejército Auxiliar, al abrir la campaña sobre las provincias interiores.  Se halló en todos los hechos de armas en que se encontró aquel Ejército, habiendo marchado en la división del comandante Bernardo de Anzoátegui, con la cual llegó hasta la villa de Potosí en diciembre de 1810.  Se encontró en el desastre del Desaguadero, el 20 de junio e 1811 y en el retroceso que siguió a esta derrota, María Remedios del Valle Rosas marchó primera con la mencionada división de Anzoátegui y siguió después desde Potosí, a las órdenes del teniente coronel Bolaños hasta llegar a Jujuy.  Asistió a las jornadas de Tucumán, Salta, Vilcapugio y Ayohuma, y en esta última acción de guerra cayó herida de bala, quedando prisionera de los españoles, según afirma el coronel Hipólito Videla en un informe fechado en Buenos Aires, el 17 de enero de 1827, el que va agregado al expediente iniciado por la causante el 23 de octubre de 1826 (2), y en el que dice:
“Doña María Remedios del Valle, capitana del Ejército, a V. S. debidamente expone: Que desde el primer grito de la Revolución tiene el honor de haber sostenido la justa causa de la Independencia, de una de aquellas maneras que suelen servir de admiración a la Historia de los Pueblos.  Si Señor Inspector, aunque aparezca envanecida presuntuosamente la que representa, ella no exagera a la Patria sus servicios, sino a que se refiere con su acostumbrado natural carácter lo que ha padecido por contribuir al logro de la independencia de su patrio suelo que felizmente disfruta.  Si los primeros opresores del suelo americano aún miran con un terror respetuoso los nombres de Caupolicán y Galvarino, los disputadores de nuestros derechos por someternos al estrecho círculo de esclavitud en que nos sumergieron sus padres, quizá recordarán el nombre de la Capitana patriota María de los Remedios para admirar su firmeza de alma, su amor patrio y su obstinación en la salvación y libertad americana; aquellos al hacerlo aún se irritarán de mi constancia y me aplicarían nuevos suplicios, pero no inventarían el del olvido para hacerme expirar de hambre como lo ha hecho conmigo el Pueblo por quien tanto he padecido.  Y ¿con quién lo hace?; con quien por alimentar a los jefes, oficiales y tropa que se hallaban prisioneros por los realistas, por conservarlos, aliviarlos y aún proporcionarles la fuga a muchos, fue sentenciada por los caudillos enemigos Pezuela, Ramírez y Tacón, a ser azotada públicamente por nueve días; con quien, por conducir correspondencia e influir a tomar las armas contra los opresores americanos, y batídose con ellos, ha estado siete veces en capilla; con quien por su arrojo, denuedo y resolución con las armas en la mano, y sin ellas, ha recibido seis heridas de bala, todas graves; con quien ha perdido en campaña, disputando la salvación de su Patria, su hijo propio, otro adoptivo y su esposo!!!; con quien mientras fue útil logró verse enrolada en el Estado Mayor del Ejército Auxiliar del Perú como capitana, con sueldo, según se daba a los demás asistentes y demás consideraciones debida a su empleo.  Ya no es útil y ha quedado abandonada sin subsistencia, sin salud, sin amparo y mendigando.  La que representa ha hecho toda la campaña del Alto Perú; ella tiene un derecho a la gratitud argentina, y es ahora que lo reclama por su infelicidad”.  Dicha solicitud está firmada por Manuel Rico a ruego de la suplicante.
María Remedios del Valle Rosas servía en los hospitales y animaba en las líneas, aún en el acto de la lucha, y por esta causa recibió las varias heridas que menciona.
Después de una larga gestión, en la cual la heroína solicitaba se le abonasen seis mil pesos “para acabar su vida cansada”, como compensación de sus servicios y la pérdida de su esposo, su hijo y su entenado, el 24 de marzo de 1827 el Ministro de la Guerra, general Fernández de la Cruz, decretó que la peticionante se dirigiese al Congreso, por no estar “en las facultades del Gobierno el conceder gracia alguna que importe erogación al Erario”.
Cuenta Carlos Ibarguren, que años después de la Independencia, una anciana encorvada, desdentada, frecuentaba los atrios de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio. Se la veía también en la Plaza de la Victoria ofreciendo pastelitos o tortas fritas, o en ocasiones mendigando por el amor de Dios.
Llegaba de lejos, de la zona donde comenzaban las quintas, por donde tenía un rancho; para asegurarse las sobras de los conventos de las que se alimentaba.
Sin saber porqué, la llamaban “la capitana” y cuando la anciana mostraba sus brazos zurcidos por cicatrices, y contaba que las había recibido en la guerra por la Independencia los que la oían sentían compasión por su senectud y locura.
Así trascurrían inviernos y veranos, hasta que cierto día el general Viamonte, que había sido compañero de armas de Remedios, topó con la anciana.
- Pero si es “la capitana”, “la madre de la Patria”, la misma que nos acompañó al Alto Perú- Se dijo.
La mendiga le contó cuantas veces había golpeado a su puerta en busca de socorro y, como en cada ocasión la habían espantado por pordiosera.
Viamonte, como diputado, solicitó para ella una pensión por sus servicios en la guerra emancipadora.
María Remedios del Valle Rosas se dirigió más tarde a la Legislatura cuya Comisión de Peticiones se expidió el 1º de octubre de 1827, aconsejando el siguiente proyecto de decreto:
“Por ahora y desde esta fecha la suplicante gozará del sueldo de Capitán de Infantería, y devuélvase el expediente para que ocurriendo al P. E. tenga esta resolución su debido cumplimiento”.
No obstante esto, el expediente estuvo estancado hasta el año siguiente, en que el general Viamonte (que fue uno de los cuatro generales que informan el expediente existente en la Contaduría General: Díaz Vélez, Pueyrredón, Rodríguez y Viamonte, y coroneles Hipólito Videla, Manuel Ramírez y Bernardo de Anzoátegui consiguió que se llevara a consideración de la Legislatura en la sesión del 18 de julio de 1828, en la que habiendo objetado algunos diputados la solicitud, el general Viamonte la defendió en los términos siguientes:
“Yo no hubiera tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo hablar, si no hubiera visto que se echan de menos documentos y datos.  Yo conocí a esta mujer en la campaña del Alto Perú y la conozco aquí; ella pide ahora limosna…  Esta mujer es realmente una benemérita.  Ella ha seguido al ejército de la patria desde el año 1810.  No hay acción en que no se haya encontrado en el Perú.  Era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército.  Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas, y lleno además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos, y no se le debe dejar pedir limosna como lo hace”.
Posteriormente tomó la palabra Tomas de Anchorena, quien expresó: “Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando esta mujer estaba en el ejército, y no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del General, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército.  Ella en medio de ese valor tenía una virtud a toda prueba y presentaré un hecho que la manifiesta: El General Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitió que siguiese ninguna mujer al ejercito; y esta María Remedios del Valle era la única que tenía facultad para seguirlo”…. “Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés de jefes y oficiales.  Yo los he oído a todos a voz pública, hacer elogios de esta mujer por esa oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, y otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias.  De esta clase era esta mujer.  Sino me engaño el General Belgrano le dio el título de Capitán del Ejército.  No tengo presente si fue en el Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción en que entre muertos y heridos quedaron 700 hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos que ella podía socorrer…  Una mujer tan singular como esta entre nosotros debe ser el objeto de la admiración de cada ciudadano, y a donde quiera que vaya debía ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a una general; porque véase cuanto se realza el mérito de esta mujer en su misma clase respecto a otra superior, porque precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda”.
Después tomó la palabra el diputado Silveyra, y otros, en defensa de la heroína, acordándose la siguiente resolución:
“Se concede a la suplicante el sueldo correspondiente al grado de Capitán de Infantería, que se le abonará desde el 15 de marzo de 1827 en que inició su solicitud ante el Gobierno, y devuélvasele el expediente para que ocurriendo al Poder Ejecutivo tenga esta resolución su debido cumplimiento”.
El 28 de julio de 1828 el expediente fue pasado a la Contaduría General a sus efectos.  El 21 de noviembre de 1829 fue ascendida a “sargenta mayor de caballería”.  El 29 de enero de 1830 fue incluida en la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro de su clase, listas en las cuales figura “con sueldo íntegro”, menos de enero a abril de 1832 y desde el 16 de abril de 1833 hasta el 16 de abril de 1835, en que tiene la nota “con sueldo doble”.
En el famoso decreto del 16 de abril de 1835 (en el párrafo final del mismo que no fue publicado, pero que existe en el decreto original), Juan Manuel de Rosas la destinó a la Plana Mayor Activa con su jerarquía de sargento mayor, situación de revista que mantuvo, y en las listas de noviembre de 1836 figura con el nombre de Remedios Rosas, que conserva aún en las listas del 28 de octubre de 1847 y con el sueldo de 216 pesos.  En las listas del 8 de noviembre de 1847 hay una nota que dice: “Baja”.  El mayor de caballería Dña. Remedios Rosas falleció”.
Referencias
(1) Por entonces así se nombraban a los negros, y se llamaba “morenos” a los mulatos.
(2) Expediente 13218 de la Contaduría General de la Nación, el cual se halla borrado desde la mitad por abajo por haberse mojado.  Gracias al aparato especial existente en el Archivo General de la Nación que aplica los rayos ultravioletas, se ha podido establecer lo que está borrado a la vista.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

miércoles, 7 de noviembre de 2012

FERNANDO ABRAMO...EL GRANADERO ITALIANO...



Fernando Abramo nació en Palermo, Reino de Sicilia, el 3 de noviembre de 1783 o 1786. Sobre el año de su nacimiento, existen discrepancias.

Se radicó desde muy joven en Buenos Aires y se involucró en las guerras de independencia argentinas, ingresando en el Regimiento de Patricios el 3 de febrero de 1812. Al año siguiente, en 1813, fue enviado para su i

ncorporación en el Ejército Auxiliar del Alto Perú, que lucharía en esa región. Participó en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, bajo las órdenes del General Manuel Belgrano, y en la de Sipe Sipe, a órdenes de José Rondeau.

Se dirigió a Mendoza en junio de 1816 y se unió al ejército del General José de San Martín, que se preparaba para realizar el Cruce de los Andes, incorporándose al Batallón de Artillería; participó en la batalla de Chacabuco, en 1817. lLuchó en las batallas de Cancha Rayada y Maipú.

También participó en la Expedición Libertadora del Perú y participó en los combates de Pisco y Jauja, y en la Batalla de Pasco. Fue uno de los primeros oficiales en ingresar a la ciudad de Lima y participó en el sitio de las fortalezas del Callao. Fue capturado en el combate de Machacona y se decidió su ejecución por ser extranjero, pero San Martín amenazó con que, si lo hacían, ejecutaría a los prisioneros realistas que tenía en su poder. Trasladado a una prisión en una isla del Lago Titicaca, fue liberado después de la Batalla de Ayacucho.

Regresó a Buenos Aires, donde se le dio el título de "Heroico defensor de la patria", y la ciudadanía argentina.
Pasó muchos años en guarniciones en la Provincia de Santa Fe, en la capital de la provincia como en Rosario y en las guarniciones de la frontera con los indígenas. Pasó a retiro en la década de 1840.

Volvió a prestar servicios militares durante el sitio de Buenos Aires, en 1853, pero volvió a su retiro al final del mismo. En 1866 fue incluido en la lista de guerreros de la independencia, de modo que comenzó a cobrar una pensión vitalicia.

Falleció en Buenos Aires en diciembre de 1872.


De:  Página de Granaderos Bicentenario

viernes, 2 de noviembre de 2012

Gracias Rudy - Paz


Informe del ex virrey Cisneros a Fernando VII sobre la Revolución de Mayo.




Buenos Aires, 22 de junio de 1810
Señor.
V:M, sabe el peligroso estado en que hallé a Buenos Aires y a todo este Virreinato cuando tomé las riendas del mismo (...) (el 20 de mayo) llamé sin demorar a todos los comandantes y mayores de los cuerpos militares de esta guarnición. Congregados que fueron, les hice presente el peligroso estado del pueblo y el desarreglo de sus intempestivas pretensiones: les recordé las reiteradas protestas y juramentos con que me habían ofrecido defender la autoridad y sostener el orden público; y los exhorté a poner en ejercicio su fidelidad en servicio de V. Majestad y de la patria.


" Pero tomado la voz don Cornelio Saavedra, comandante del cuerpo urbano de Patricios que habló por todos, frustró mis esperanzas, se explicó con tibieza: me manifestó su inclinación a la novedad; y me hizo conocer perfectamente que si no eran los comandantes los autores de semejante división y agitaciones, estaban por lo menos de conformidad y acuerdo con los facciosos (...)
El día siguiente, 21 de mayo (...), el Cabildo (...) procedió a la junta general convocando por esquelas a quinientos vecinos; de los cuales asistieron solamente 200 por las causas que abajo expresaré. El 22 fue el día designado para la celebración de la Junta y el día en que desplegó la malicia todo género de intrigas, previsión y maquinaciones para llevar al cabo tan depravados designios. Había yo ordenado que se apostara para este acto una compañía en cada bocacalle de las de la Plaza a fin de que no permitiesen entrar en ella ni abrir a las Casas Capitulares persona alguna que no fuese de las citadas; pero la tropa de los oficiales era del partido: (...) negaban la entrada a la plaza a los vecinos honrados y lo franqueaban a los de la confabulación, tenían algunos oficiales copias de esquelas de convite si nombres y con ellas introducían a las casas del Ayuntamiento a sujetos no citados por el Cabildo, o porque los conocían de su calidad, o porque los ganaban con dinero; así es como en una ciudad de más de tres mil vecinos de distinción y nombres, solamente concurrieron 200, y de estos muchos pulperos, algunos artesanos, otros hijos de familia y los más ignorantes y sin las menores nociones para discutir un asunto de la mayor gravedad. (La Junta) efectivamente (...) ha empezado las funciones de su gobierno ejercitando actos de verdadera soberanía que sólo son reservados a la suprema potestad de Vuestra Majestad (...).
Ha entablado el sistema de terrorismo para con todos los hombres de bien que manifiestan adhesión al legítimo gobierno, que sienten en favor del Consejo de Regencia de Vuestra Majestad, que publican noticias favorables de España, que opinan contra su ilegalidad o que murmuran de sus providencias; y el sistema de indulgencia con todos los sediciosos y partidarios de la independencia (...). Los que en el Cabildo insultaron y vejaron al reverendo obispo y a otros vecinos honrados, han sido aplaudidos; los que publican por las calles, su libertad del yugo de España no son apercibidos. (...)
veo indispensable la necesidad en que se halla Vuestra Majestad de remitir sin pérdida de momento por lo menos dos mil hombres de tropa con buenos y probados oficiales que impongan el respeto y restablezcan la subordinación; pues con esta providencia y con el desengaño de la Corte de Londres, con cuya protección han contado estos miserables e inexpertos faccionarios; se remediarán todos los males y quedarán asegurados estos dominios de Vuestra Majestad, que de otra suerte peligran y están próximamente expuestos, o a ser la presa de la ambición; a ser víctima de su misma disolución (...)


Fuente:
Pueyrredón, Carlos A., 1810. La Revolución de Mayo según amplia documentación de la época, Buenos Aires, Peuser, 1953, pág.583.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

John William Cooke por Norberto Galasso.




Hoy se cumplen 44 años del fallecimiento de John William Cooke, un militante imprescindible en la conformación del Movimiento Nacional y Popular; uno de los luchadores más reflexivos que crió nuestro pueblo; uno de los cuadros políticos más importantes que ha dado nuestro país.


En su homenaje, a continuación transcribo una reseña escrita por Norberto Galasso que a mi entender, pinta de manera acabada; superlativa, quien fue el Bebe.






Pocos personajes de nuestra historia ofrecen facetas tan singulares como la de este gran pensador y luchador argentino. Se llamó John William cuando seguramente él hubiera querido que lo denominasen Juan Guillermo. Se consideraba peronista pero también marxista. Como integrante del peronismo fue –casi seguramente – el único que discutió con el general Perón de igual a igual, sin inhibiciones ni reservas mentales: "Usted procede en forma muy diferente a la que yo preconizo y a veces, en forma totalmente antitética" (enero 1966). El único que se animó a decirle que algún día iba a morir (3/3/1962). Fue intelectual profundo, pero al mismo tiempo hombre clave de la resistencia y se lanzó con "una pistola 45" y tres cargadores de balas a parar a los marinos en junio de 1955. Tenía cierta renguera y un cuerpo voluminoso pero le encantaba bailar el tango. Fue invitado a un congreso en la Cuba presidida por Fidel y lo retuvieron en el aeropuerto porque el Partido Comunista de la Argentina dio malos informes sobre él ("¿Qué tal, Cooke? ¿Está en cana?", le dijo sonriendo El Che y aclaró la situación). Una anécdota resume su independencia de criterio y su singularidad en sus opiniones. Ante las diferencias que mantiene con Jorge Antonio, Perón intenta limar asperezas y para calmarlo le dice: "Pero, Bebe, Jorgito es millonario, pero es un millonario peronista." Y él le responde: "Mi General, disculpe, pero yo no hago esos distingos. Para mí, no hay millonarios peronistas y millonarios antiperonistas, los millonarios son millonarios, nada más."

Pero quizá lo que otorga a Cooke una característica aun más propia y definida está dada por su permanente transformación, a través de la acción política, al mismo ritmo que se modificaban y profundizaban las posiciones de las grandes masas. Él provenía de una familia de irlandeses en cuyo hogar se hablaba en idioma inglés y en lo político, seguían la tradición radical. Su padre, Juan Isaac era dirigente importante de la UCR y como tal estaba alineado, en la segunda guerra, en el campo aliadófilo, donde también se situaba John en su juventud, celebrando los triunfos de Inglaterra. Pero al crecer el movimiento obrero y alcanzar el protagonismo del 17 de octubre, John ya integra el movimiento nacional e ingresa al Congreso de la Nación como diputado. Ha comprendido que soplan vientos de revolución y que el peronismo viene a cubrir el vacío dejado por los viejos partidos perimidos. Entonces afirma: "En 1945... el peronismo fue el movimiento que surgió y triunfó contra todos los partidos, que hizo saltar el esquema de los partidos repartiéndose el poder político. No es que la izquierda hacía crisis; es que era una parte de la superestructura política del imperialismo y saltó junto con los demás pedazos de esa superestructura... El movimiento popular que atacó a la oligarquía y al imperialismo pasó a ser la izquierda por cuanto representaba las fuerzas del progreso nacional y de la independencia del extranjero. Fue una situación revolucionaria, donde los esquemas teóricos no servían. Faltaba una Izquierda Nacional y ese papel pasó a ocuparlo peronismo, aunque sin definirse como tal."

En su gestión parlamentaria, siendo el diputado más joven –"El Bebe", lo llamaron – fue el más sólido y brillante. A él recurrió Perón después del tremendo bombardeo del 16/6/55 para reorganizar el partido en la Capital Federal, pero ya era muy tarde y el gobierno fue derrocado en septiembre. Una tremenda noche de terror y silenciamiento cayó sobre el peronismo en esos años, resumida en la delirante mordaza del Decreto 4161 y los fusilamientos del '56. Cooke, mientras tanto, intentaba armar "la resistencia" y era paseado por todas las cárceles del país, hasta "el infierno blanco" de Ushuaia e inclusive sufre simulacro de fusilamiento. Producido el triunfo de Frondizi en 1958, cuando los obreros se levantan contra la primera privatización impuesta por el FMI, Cooke avanza aun más en su posición e intenta convertir esa lucha en paro general, en un momento en que era delegado personal de Perón y más aun, el único a quien Perón alguna vez designa su sucesor para el caso de su muerte. Pero la burocracia política del peronismo le boicotea su acción y después de denunciarlos ante Perón, viaja a Cuba, donde adhiere fervorosamente a la Revolución. Tiempo más tarde es miliciano, al igual que su mujer Alicia Eguren, y participan en la lucha cuando el imperialismo invade Bahía de los Cochinos.

Reside unos pocos años en la isla y allí les explica a muchos cubanos mal informados los progresos alcanzados por las mayorías populares de la Argentina durante los dos gobiernos de Perón. Luego se desempeña como representante de Fidel y El Che ante Perón –en España – sugiriéndole se traslade para residir en Cuba, a lo cual el General le responde: "Dígale a Fidel que él hizo el asalto al Moncada llevando consigo el rosario y la cruz y yo todavía tengo que seguir llevándolos."

En esa época es un socialista convencido, pero al mismo tiempo se sigue considerando peronista y por ambas banderas milita sin cesar. Parte de esa lucha queda registrada en una rica correspondencia mantenida con el General durante una década (1956-1966). Allí analiza la correlación de fuerzas, la imposibilidad, por ahora, de la revolución armada, como asimismo la importancia que tendría abandonar la conducción pendular de un movimiento policlasista para acentuar sus rasgos revolucionarios. Comprende que "el peronismo es el hecho maldito del país burgués", pero también que "es un gigante invertebrado y miope" si no se dan los cuadros necesarios y no se desplaza a los burócratas políticos y sindicales. En esas cartas, Perón le explica que hay que ser como el Papa "que benedice a tutti", que la unidad es lo principal dado el poderío del enemigo. Cooke no está de acuerdo y se atreve a refutarlo: "¿Para qué nos sirve el número, para votar en las elecciones que no se han de realizar?" También afirma: "Peronismo y antiperonismo son, en esta etapa, la forma en que se da políticamente la lucha de clases..." ¿Unidad para qué, entonces? Su opinión es que obispos, generales y empresarios están de más en el peronismo. Perón le contesta, desde su condición de líder nacional, que si los echamos, engrosaremos las fuerzas del enemigo. Otras veces el General no le responde por un tiempo. A veces, le señala: "Querido Bebe: ... muchas gracias por su interesante y valiosa información..."Los “leales” y los desleales cuentan sólo para construir y debemos manejarlos a todos porque si no llegaríamos al final con muy poquitos. Por otra parte, hay dos clases de lealtad, la de los que son leales de corazón al Movimiento y los que son leales cuando no les conviene ser desleales. Con ambos hay que contar, usando a los primeros sin reservas y utilizando a los segundos, a condición de colocarlos en una situación en la que no les convenga defeccionar. Al final, no hay hombres buenos ni malos, más bien todo depende de las circunstancias, aunque para conducir es siempre mejor pensar que muchos son malos y mentirosos." En otras cartas, también se observa que intenta persuadirlo: "Usted tiene razón, Bebe, lo felicito…" Pero al final de la carta le reitera la política de "bendecir a todos", como única manera de aislar a la oligarquía y al imperialismo. Pero Cooke insiste: "Cuando usted ya no esté, ¿qué significará ser peronista?"

A finales de 1963, Cooke regresa a la Argentina y crea Acción Revolucionaria Peronista, es decir, intenta formar una izquierda orgánica, dentro del movimiento, para estar en condiciones de incidir mejor. Ideológicamente su influencia se difunde, pero –y él no tiene duda alguna - la clase trabajadora, en su abrumadora mayoría, está con el General y no ve la necesidad de construir el partido revolucionario que él preconiza.

En sus últimos años, concurre a varios congresos en Cuba y reafirma allí su posición revolucionaria e inclusive adhiere a la lucha armada que se intenta en otros países. Sin embargo, aún en sus últimos escritos, sostiene: "Perón no sólo es el artífice de la única época en que el obrero fue feliz –década que el tiempo y el drama de hoy embellecen aun más en la nostalgia sino algo más importante es el recuerdo, el símbolo de la primavera revolucionaria del proletariado argentino, del momento cenital de las grandes conquistas sociales y las reivindicaciones nacionales. Por eso, su mito se alimenta tanto de la adhesión de los obreros como del odio que le profesa la oligarquía, no atenuado por los años porque es el reverso del amor de los humildes… En el laberinto de la política a ras del suelo a que nos tiene acostumbrados nuestros burócratas Perón parecería estar bloqueando vaya a saber qué caminos. Desde las alturas de las formas superiores de la lucha revolucionaria, no obstruye nada. El pueblo se resiste a abandonar sus ídolos acreditados en el milagro por otros no probados… El prestigio de la conducción revolucionaria de esta nueva generación se cargará con el magnetismo de su antiguo prestigio."

Por entonces, lo toma el cáncer. A los pocos meses, el 19 de septiembre de 1968, muere, pero su última voluntad –hecho todavía insólito en la Argentina de 1968– es que sus órganos vitales sean usados para quien los necesite, como si quisiera que sus ojos siguieran viendo, desde otro cuerpo, los cambios de su querida América Latina, en busca de su destino igualitario.

miércoles, 30 de mayo de 2012

SOLDADO DE SAN MARTIN




Un soldado de la Independencia. 
(Reportaje de Caras y Caretas Nº 607 - Mayo 1910) 

Don Eufrasio Videla es un viejo alto, flaco, nudoso, erguido, casi tan erguido como los álamos que cortan las perspectivas en los alrededores de Mendoza. 

Apenas un saludo y le espeté mi invariable pregunta:

- ¿Cuántos años?
- Treinta y ocho
- ¿Nada más?

El viejo sonríe, baja la cabeza para detener la mirada en el sombrero de anchas alas, color té con leche, al que sus dedos retorcidos como sarmientos hacen girar con porfía. Pienso en que el pobre hombre ha perdido la noción del tiempo, que desvaría su cabeza, que su memoria, más flaca que su cuerpo, yace tendida bajo la nieve de muchas décadas, porque me dijeron que Don Eufrasio es hombre que ha traspuesto los cien, y recupero mi actitud de moderno inquisidor. 
- ¿Treinta y ocho nada más Don Eufrasio?

Sus labios mascullan un “ciento” y sale de nuevo, bien nítido, el “treinta y ocho”.

Ahora me parecen muchos los años, mas no me detengo a aclarar el punto y prosigo el interrogatorio, haciendo que repita las respuestas dos y tres veces -y hasta cuatro y cinco-, a fin de alcanzar su sentido, pues resultan ininteligibles la mitad de las palabras en el lento balbucir de sus labios. Dijéronme que fue soldado de San Martín, pero no estuvo en el Plumerillo, ni se acuerda del general. 

-Yo estaba en San Juan, entonces, cuando decían que en su Mendoza se formaba el ejército, y pasamos por ahí arriba, por Los Patos.
- ¿Peleó usted?
- ¿Y cómo no? Ahí en el Zanjón de Maipú, cuando ya no quisieron pelear más.
- ¿Pero, se acuerda de Maipú? 
- Si que me acuerdo. Fue allí, pues, la última batalla, donde se rindieron.
-¿Y cómo empezó la cosa?
-Unos cuantos días antes yo había llegado con los que salimos de San Juan. Después fueron viniendo otros grupos de prisioneros y así se fue formando el ejército. (pudiera el relato muy bien referirse a la llegada de dispersos de Cancha Rayada). Nosotros estábamos de la parte de aquí –prosigue Don Eufrasio-, y al hacerlo sale al descanso de la escalera, poniendo cara a Los Andes, -y como en la parte de allí enfrente, en un cerrito blanco, estaban los godos.
-Flojanazos, ¿verdad?
-Hum… ¡Fieros habían sido! Peleamos y peleamos y no aflojaban… Después no quisieron pelear más cuando vieron que nosotros tampoco aflojábamos. Entonces corrimos atrás pa’ que se rindieran.
-¿Y se rindieron?
-¿Y cómo no? Si ya no tenían más ganas de pelear.
-¿Y se entregaban? 
-Muchos se entregaban, otros querían escapar. Pero nosotros los alcanzábamos. 
-¿Y no decían nada, los españoles?
-¿Quiénes, los godos? Si, decían: “¡No mate, corcho, no mate!”, cuando los alcanzábamos.

Brillaron un punto sus pupilas, las arrugas dibujaron con gran esfuerzo una sonrisa y luego enmudeció el hombre, bajó la cabeza, y el sombrero retornó a girar entre los dedos. 

Lo demás que nos contó forma un maremagnum de hechos y episodios confundidos, en que se mezclan sin distinción de épocas, Rozas y Quiroga y las montoneras y la Guerra del Paraguay. 

El viejecito Videla vive en la casa del ingeniero Fossati en la calle San Martín, 1778. Nos dijo este caballero que Videla no conserva papel alguno, y que las medallas que poseyó en un tiempo las ha perdido o regalado, según relato del mismo Don Eufrasio, y que el coronel Morgado, guerrero del Paraguay, lo conoció en el ejército y de aspecto casi tan viejo entonces como ahora. 

El gobierno de Mendoza le pasa una pequeña pensión, que le alcanza para cubrir sus modestos gastos. Lo demás se lo otorga la caridad de las personas que le recogen en su casa. 

No podemos establecer a ciencia cierta si ha sido o no guerrero de la independencia porque ni siquiera la edad consta por documento público, pero si los 138 años son muchos años, es en cambio verdad que por estos pagos no son escasos los hombres de 110 o 115 años, y Videla bien puede oscilar entre estas dos últimas cifras y haber pertenecido a alguna de las milicias o cuerpos auxiliares del ejército de San Martín. 
Mendoza 22 de Marzo -Revista Caras y Caretas Nº 607 – 21 de Mayo de 1910

Fuente: La gaceta Federal

miércoles, 9 de mayo de 2012