jueves, 5 de mayo de 2011

Historia de la bicicleta

Los testimonios más antiguos sobre este, hoy popular, vehículo se remontan hasta las antiguas civilizaciones de Egipto, China e India.

En un apartado de la obra "Codez Atlanticus" de Leonardo da Vinci ya aparecía un dibujo de una bicicleta. Leonardo ya pensó en una transmisión de cadena como en las que se utilizan en la actualidad . Estos dibujos fueron dispersados por el tiempo y quedaron recopilados sin orden ni concierto en la biblioteca Ambrosiana de Milán.

Bicicleta de Leonardo

Vehículos toscos de dos ruedas propulsados por los pies eran corrientes en los primeros años de la segunda mitad del siglo XVII. En 1690, un francés, el Conde Mede de Sivrac inventó "el celífero" ("la célérifère"), que consistía en un bastidor de madera al que se añadían las ruedas. El vehículo no tenía manillar; el asiento era una almohadilla en el bastidor y se propulsaba y dirigía impulsando los pies contra el suelo.

En 1816, un noble alemán diseñó el primer vehículo de dos ruedas con dispositivo de dirección. Esta máquina, denominada draisiana (en honor a su inventor), tenía un manillar que pivotaba sobre el cuadro, permitiendo el giro de la rueda delantera. Después, inventores franceses, alemanes y británicos introdujeron mejoras. En Inglaterra, estos primeros modelos se conocieron como balancines; el nombre de dandy horse quedó para el vehículo inventado en 1818. El balancín era más ligero que la draisiana y tenía un asiento ajustable y un apoyo para el codo. Fue patentado en Estados Unidos en 1819, pero suscitó poco interés.


Celífero

En 1839, un herrero escocés, Kirkpatrick Macmillan, añadió las palancas de conducción y los pedales a una máquina del tipo de la draisiana. Estas innovaciones permitieron al ciclista impulsar la máquina con los pies sin tocar el suelo. El mecanismo de impulsión consistía en pedales cortos fijados al cubo de la rueda de atrás y conectados por barras de palancas largas, que se encajaban al cuadro en la parte superior de la máquina. Las barras de conexión se unían a las palancas a casi un tercio de su longitud desde los pedales. La máquina era impulsada por el empuje de los pies hacia abajo y hacia adelante

La usó para realizar un viaje de ida y vuelta hasta Glasgow de 226 km, cubriendo un tramo de 65 km a una velocidad media de 13 km/h.

Bicicleta de Macmillan

En 1861 , Ernest Michaux decidió dotar de unos pedales a la rueda delantera de una vieja draisiana. Aunque el descubrimiento fue de suma importancia , tropezó con un grave problema que durante cierto tiempo resultó infranqueable ; no había forma de mantener el equilibrio con el movimiento a pedales . Ernest se dio cuenta de que la máquina de dos ruedas sería estable siempre que fuera a una velocidad suficiente ; el lento aprendizaje resulto efectivo .

Se reconoce a Michaux como el precursor directo de la bicicleta aunque se deben citar nombres como Philip Moritx o Galloux que construyeron bicicletas a pedales para uso particular . Hay referencias más antiguas halladas en jeroglíficos egipcios en los que se describe a un hombre montado sobre un aparato formado por dos ruedas unidas a un potro . El inventó de Michaux , la "Michaulina" se empezó a producir en serie atrayendo la atención de las clases populares.

Este modelo se hizo muy popular en Francia. El cuadro y las ruedas se fabricaban en madera. Los neumáticos eran de hierro y los pedales estaban colocados en el cubo de la rueda delantera o del conductor, que era un poco más alta que la rueda de atrás.

En Gran Bretaña esta máquina se conoció como el 'quebrantahuesos', a causa de sus vibraciones cuando circulaba sobre carreteras pedregosas o en calles adoquinadas.

En 1869, en Gran Bretaña se introdujeron neumáticos de goma maciza montados en el acero, y el vehículo fue el primero en ser patentado con el nombre moderno de bicicleta.

En 1873, James Starley, un inventor inglés, produjo la primera máquina con casi todas las características de la famosa bicicleta común o de rueda alta. La rueda delantera de la máquina de Starley era tres veces más grande que la de atrás.

El 7 de enero de 1887, el norteamericano Thomas Stevens realiza el primer viaje en bicicleta alrededor del mundo. Partió de San Francisco y regresó a la misma ciudad después de pedalear durante más de tres años.


Fuente:
Bicicletos

miércoles, 4 de mayo de 2011

De chancletas tiradas y de grelas


(De Luis Alposta)

Del cruce entre pajperosi (cigarrillo en polaco) y papusa (mujer hermosa en lunfardo), se originó la voz papirusa, que quiere decir mujer joven, hermosa y, además, coqueta.
Hubo un tiempo, en las primeras décadas del siglo pasado, en que Buenos Aires tuvo el triste privilegio de convertirse en una de las principales plazas de la trata de blancas. Los “tratantes” solían reclutar pupilas entre las campesinas polacas, a las que raptaban, cuando no enamoraban y se casaban, para luego, una vez en el puerto de Montevideo o de Buenos Aires, dejarlas en manos de los rufianes o macrós, encargados éstos de “clasificarlas” y “distribuirlas”. Así fue como muchos porteños escucharon por primera vez pedir un cigarrillo en polaco.
Digamos de paso que la expresión tirar la chancleta encuentra su origen dentro del mismo ámbito. La pupila se asomaba al vestíbulo vestida con batón y sandalias. Por cada cliente que atendía debía descalzarse, tirandola chancleta. La frase en sentido lato, significa rendirse al acto sexual, capitular, entregarse.
Y de aquellas desdichadas, de las que se decía que eran mujeres alegres o de vida alegre, tal vez provenga la palabra grela como una deformación del adjetivo.
A mediados de la década del 70, este término recobró vigencia entre los adolescentes, pero esta vez con el significado de mugre, de suciedad, degremu.
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Imagen: Pupila de un burdel. Foto de exapamicron.wordpress.com)
Tomado del libro: Mosaicos porteños (Marcelo Héctor Oliveri Editor, Bs. As., 2005.)

Cristina y los jóvenes


Ayer por la tarde, Cristina inauguraba las nuevas instalaciones del Hospital Ramón Carrillo, en el Partido de Tres de Febrero -a saber; dos salas de internación con 80 camas en total y una de neonatología, con 18 camas-.

Al momento de cerrar su intervención, la Presidenta contó una anécdota referida a Arturo Jauretche:

El 19 de setiembre de 1945, la oposición al peronismo realizaba la multitudinaria marcha llamada; "De la Constitución y la Libertad".
Observando la enorme cantidad de gente que la integraba (unas 200 mil personas), un amigo le comenta a Jauretche:
- "Cuántos que son!"
A lo que él le responde:
- "Pero no hay jóvenes".

La necesaria superación de lo viejo por lo nuevo no estaba allí. El pasado prevalecía: aquello que quería conservar lo que sería luego sepultado por un nuevo Movimiento que elevaría al país de su sometimiento.

Es bueno celebrar hoy, el arribo de cada vez más jóvenes al interés por lo público, a la vocación de solidaridad y construcción de lo nuevo. De un renovado Proyecto.

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viernes, 29 de abril de 2011

La imprenta

Hay quien coloca la fecha de 1453, en que salieron impresos los primeros ejemplares de la Biblia editada por Gutenberg, como el hito que inicia la Edad Moderna. Lo cierto es que el descubrimiento de la imprenta es mucho más que el avance de una técnica humana. Cambió el mundo hasta extremos impensables.

El uso de caracteres grabados en tacos de madera que, mojados en tinta, servían para imprimir signos sobre una hoja de papel nació como obra de un grupo de monjes budistas chinos, al parecer en el año 593. La primera obra impresa, con ilustraciones, también en China, data del año 868. El logro fue importantísimo, pero no se desarrolló especialmente desde entonces. La razón es sencilla: la escritura china requiere caracteres muy complicados, y tan numerosos -son más de diez mil- que la tarea de grabarlos, ordenarlos y manejarlos resultaba extraordinariamente difícil.

Allá por el siglo XI los monjes cristianos, sin saber nada de los chinos, idearon el mismo sistema con un alfabeto mucho más sencillo. Con todo, apenas lo utilizaron más que para imprimir la letra inicial, generalmente con tinta roja, de sus preciosos manuscritos caligráficos. También se hicieron xilografías -grabados hechos con madera- representando figuras reales o alegóricas. La utilización de escritos impresos con caracteres móviles habría de esperar todavía muchos años, hasta el siglo XV. Hay quien atribuye el mérito al holandés Laurens Coster. Otros creen que empezaron antes los grabadores de Estrasburgo. Lo cierto es que una máquina de imprenta realmente eficaz y de una cierta capacidad industrial no aparece hasta Gutenberg.
Johannes Gutenberg (1395-1467) era natural de Maguncia y se dedicaba, entre otras actividades, a la grabación de monedas con destino a su acuñación. Este oficio estimuló su inventiva. Inventó un aparato de imprimir con caracteres móviles que, debidamente alineados, se introducían en una prensa. Pero la realización de la idea no era tan sencilla. Los tacos de madera se manchaban de tinta y después de usarlos muchas veces era casi imposible limpiarlos. Gutenberg recurrió a piezas metálicas que era preciso fundir en un molde de hierro. La dificultad de su trabajo obligó a Gutenberg a asociarse al banquero Johann Fust. Como esa primera imprenta no dio los beneficios esperados, Fust puso pleito a su compañero y lo ganó. Gutenberg vio incautada su imprenta y tuvo que partir otra vez de cero. Posteriormente se asoció al dibujante P. Schöffer. En 1447 logró imprimir un pequeño calendario, y entre 1450 y 1453 consiguió sacar a la luz el primer libro impreso propiamente dicho.
Era una Biblia completa, cuya edición le llevó tres años de trabajo. No era fácil preparar los plomos, alinearlos, ajustarlos, elegir la tinta, encajar los tipos y elegir la prensa (al principio Gutenberg usó una prensa para uvas del Rhin). Pero aquella Biblia fue una maravillosa obra de arte.


Fuente:
Historia sencilla de la ciencia - José Luis Comellas

jueves, 28 de abril de 2011

MANUELA PEDRAZA

MANUELA HURTADO DE PEDRAZA

Fue una heroína de la Primera Invasión Inglesa. Los días 10, 11 y 12 de agosto de 1806 se combatió encarnizadamente en las calles de Buenos Aires para reconquistarla de manos de sus usurpadores ingleses. Todos participaron en la lucha, las mujeres con el mismo fervor que los hombres.

Cuando el combate había llegado a su culminación en la plaza mayor (hoy Plaza de mayo), donde las fuerzas al mando de Liniers trataban de tomar la Fortaleza (hoy Casa Rosada), una mujer del pueblo se destacó entre los soldados, uno de los cuales era su marido, a quien había resuelto acompañar.

La metralla no la acobardó. Por el contrario, se lanzó al lugar de mayor peligro siempre al lado del soldado de patricios, con el que formaba una pareja de leones. El hombre cayo atravesado por una bala. Manuela tomó su fusil y mató al inglés que había disparado sobre él.

Pasada la lucha, el general vencedor la recompensó con el grado de alférez y goce de sueldo. En su parte dirigido a la metrópoli decía: "No debe omitirse el nombre de la mujer de un cabo de Asamblea, llamada Manuela la Tucumanesa (era nacida en Tucumán), que combatiendo al lado de su marido con sublime entereza mató un inglés del que me presentó el fusil".

Manuela termina trastornada y en la miseria. Una calle de la ciudad que ayudo a reconquistar lleva su nombre.

Fuente: "Diccionario Biográfico de Mujeres Argentina", de Lily Sosa de Newton. Plus Ultra.
Facsímil de la resolución real otorgándole a Manuela Pedraza grado y sueldo militar.


Ilustración de Manuela Pedraza dibujada por Segundo Moyano y pintada por el Oso Rossello

martes, 26 de abril de 2011

Voytek, el oso que se enroló en el ejército polaco

Esta es la historia de Voytek, el oso que figuraba enrolado en la 22ª Compañía de Transporte del Ejército Polaco durante la II Guerra Mundial.
En el año 1939 era invadida Polonia; los rusos por el Este y los alemanes por el Oeste. Poco pudo hacer el ejército polaco ante los dos potencias militares; muchos soldados polacos fueron apresados y enviados a los gulags soviéticos. Tras el giro de 180%, de aliados a enemigos, que se produjo entre soviéticos y alemanes, Stalin decidió liberar a los presos polacos constituyéndose el Segundo Cuerpo del ejército polaco (1943) para luchar junto a los aliados.
El Segundo Cuerpo fue enviado a Oriente Medio como apoyo a la 8ª del ejército británico. Mientras la 22ª Compañía cruzaba las montañas de Irán, un niño les ofreció un pequeño osezno por comida. No sabemos si porque les dio pena el niño o les hizo gracia el osezno, el caso es que se lo quedaron como mascota. Le pusieron de nombre Voytek y se convirtió en uno más… gustaba de echarse una cerveza, fumarse – o comerse- algún cigarrillo, llevaba pesadas cargas, saludaba a sus superiores, participaba en peleas que siempre ganaba…
Cuando el Segundo Cuerpo fue trasladado a Europa, para participar en la campaña de Italia, ocurrió el primer contratiempo: el ejército británico no aceptaba mascotas. Así que, ni cortos ni perezosos, la 22ª Compañía lo enroló con número y rango de ayudante de Artillería.
También tuvo su momento heróico en combate en la batalla de Monte Cassino (1944). Tras varios intentos de los aliados por tomar este estratégico enclave sin éxito, se enviaron todas las tropas disponibles incluida la 22ª Compañía. Comenzó un bombardeo de artillería masivo y nuestro amigo Voytek estuvo durante varias horas transportando obuses, de casi 50 Kg, sin parar. Dicen que aquella
 actitud sirvió como estímulo para que “compañeros” pudieran ganar aquella batalla.
Insignia de Voytek
Cuando terminó la II Guerra Mundial la fama de Voytek había cruzado fronteras. Como Polonia seguía bajo la influencia soviética, parte del Segundo Cuerpo, incluido Voytek, se trasladó a Berwickshire (Escocia) donde recibió muchas visitas de curiosos y periodistas. Tras la desmovilización, lo llevaron al zoológico de Edimburgo hasta su muerte en 1963. Cuentan algunos veteranos, que lo visitaron en el zoo, que cuando les veía se ponía de pie y les pedía un cigarrillo…
Voytek en el Zoo
Publicado en las historias de la historia


viernes, 22 de abril de 2011

“Chuenga” y sus puñados de golosinas

(De Enrique Mario Mayochi)





Una rememoración hecha tiempo atrás por don José Luis Faletty nos llevó a los años del siglo XX en el que éste dejaba la juventud y entraba en la adultez. Conducidos por su mano volvimos a adentrarnos con la imaginación en los estadios de fútbol, de polo, de rugby o de béisbol, como también las pistas de atletismo. Lugares éstos donde era infalible la figura de quien era llamado por todos “Chuenga” y reconocible a la distancia –según hiciera frío o calor– por una gruesa tricota o por una camisa (¿una remera?) de rayas horizontales multicolores. Creo que lo vi por primera vez en 1946 montado en la tribuna de la sección Jorge Newbery del Club de Gimnasia y Esgrima cuando el corredor Ibarra trataba de superar la marca para los 10.000 metros llanos.

La expresión inglesa chewing-gun, identificatoria de la goma de mascar, fue transformada por el personaje que evocamos en chuenga, palabra que a la vez se hizo apelativo de José Eduardo Pastor, nombres y apellido propio y denominación de los caramelos masticables que vendía.

¿Quién le proveía la materia prima, quién la transformaba? En verdad, nunca trascendió.

Lo cierto es que –como bien recuerda Faletty– precedido de su característico pregón de Chuenga, chuenga, chuenga-a-a-a, Pastor trepaba por las tribunas de los estadios “cargando sus bolsas con unos caramelos masticables que vendía por la muy conocida y nada reglamentaria unidad de volumen llamada puñado. La golosina estaba envuelta en un papel refruncido y con dos grandes orejas, que dejaba mucho sobrante de cada lado. Este viejo truco hacía que uno comprara mucho papel y poco caramelo”.

El precio del puñado fue cambiando a medida que el proceso inflacionario tomaba posesión del país. Los cinco o los diez centavos llegaron a montar hasta el peso. Pero la que nunca varió fue la cantidad de la mercancía entregada casi al voleo por ese vendedor que no hablaba y se mostraba siempre urgido. Faletty reconstruyó el momento de la transacción: "¡Chuenga, un peso! Y Chuenga nos daba un puñado.¡Chuenga, dos pesos! Y él daba un puñado igual al anterior. Así, siempre, ante cualquier pedido, lo recibido era un puñado, hasta que uno decía: ¡Chuenga, Chuenga, siempre un puñado!, y por el arte de que el que no llora no mama, nos veíamos gratificado con dos puñados".

Dueño de una simpatía matemática particular en punto a compra y venta, “su presencia –como dijo el diario La Nación en la nota necrológica que le dedicó– era inevitable en todo acontecimiento deportivo sobresaliente. Encorvado, flaco, desgarbado, trepaba por las tribunas con una agilidad de equilibrista”. Pero falta señalar un detalle singular; dos hinchas de fútbol lo vieron el mismo día, con pocos minutos de diferencia, en los distintos estadios a que cada uno había asistido. Es que “Chuenga” no pasaba más de una vez por el mismo sector, lo cual, por ejemplo, le permitía dedicar el primer tiempo de un partido a las tribunas del estadio de San Lorenzo de Almagro, cuando éste estaba en Boedo, y el segundo, a las de la relativamente cercana cancha de Huracán, en Parque de los Patricios.

En las puertas de 1970, su paso veloz comenzó a detenerse al padecer una grave dolencia en una de sus piernas. Ya no se lo vio más transitar por entre la multitud y prácticamente se recluyó en su casa del barrio de Floresta. Había nacido en 1915 y falleció el 3 de diciembre de 1984.

A quienes lo conocimos –aunque él nunca supo quiénes éramos sus clientes– dejó el recuerdo de su pregón y su simpatía.

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Imagen: José Eduardo Pastor, “Chuenga”.

Texto tomado de la revista: Historias de la Ciudad, Nº 1, setiembre de 1999.