HITITAS
Los hititas,
también llamados hetitas o heteos, fueron
una población de origen indoeuropeo que se instaló en la región
central de la península de Anatolia entre los
siglos XVIII y XII a. C., teniendo la ciudad
de Hattusa como capital.
Pueblo que descendió de Het, el
segundo hijo de Canaán mencionado por nombre. (Gé 10:15.) Por lo tanto, los
hititas eran de origen camítico. (Gé 10:6.)
Abrahán tuvo alguna relación con los
hititas, que residían en Canaán antes de que él se trasladase allí. Jehová
había prometido dar a la descendencia de Abrahán la tierra de Canaán, que
estaba habitada por varias naciones, una de las cuales era la hitita. (Gé
15:18-21.) Sin embargo, Jehová le dijo a Abrahán que "todavía no [había]
quedado completo el error de los amorreos [término que se usa a menudo para
englobar a todas las naciones de Canaán]". (Gé 15:16.) Por lo tanto,
Abrahán respetó el derecho de propiedad de los hititas, y cuando su esposa Sara
murió, negoció con Efrón, el hijo de Zóhar el hitita, la compra de una cueva
donde enterrarla. (Gé 23:1-20.)
En los días de Josué, los hititas
habitaban la tierra comprendida entre "el desierto y este Líbano hasta el
gran río, el río Éufrates, es decir, toda la tierra de los hititas". (Jos
1:4.) Al parecer vivían principalmente en la región montañosa, que debía
incluir el Líbano y tal vez algunas zonas de Siria. (Nú 13:29; Jos 11:3.)
Bajo la maldición de Noé. Debido a que los hititas descendieron de Canaán,
llegaron a estar bajo la maldición que Noé pronunció sobre él, de modo que
Israel los sojuzgó en cumplimiento de las palabras de Noé registradas en
Génesis 9:25-27. La religión de los hititas era pagana, probablemente una forma
de adoración fálica como la de las demás religiones cananeas. El que Esaú, el
nieto de Abrahán, se casara con mujeres hititas resultó ser "una fuente de
amargura de espíritu para Isaac y Rebeca", los padres de Esaú. (Gé 26:34,
35; 27:46.)
Dios dijo que la tierra que ocupaban los hititas y otros pueblos vecinos era
"una tierra que mana leche y miel". (Éx 3:8.) Sin embargo, aquellas
naciones se habían corrompido hasta el extremo de que su presencia en la tierra
la contaminaba. (Le 18:25, 27.) Jehová advirtió a Israel repetidas veces del peligro
de participar con ellas en sus prácticas degradadas e inmundas. Tras mencionar
específicamente un buen número de ellas, Jehová se las prohibió a los
israelitas, diciéndoles: "No se hagan inmundos por medio de ninguna de
estas cosas, porque por medio de todas estas cosas, se han hecho inmundas las
naciones [entre ellas, los hititas] que voy a enviar de delante de
ustedes". (Le 18:1-30.)
Destrucción decretada. Los hititas eran una de las siete naciones de las que se
dice que eran merecedoras de ser dadas por entero a la destrucción. Se menciona
que dichas naciones eran "más populosas y más fuertes" que Israel. De
manera que en aquel tiempo las siete naciones deben haber ascendido a más de
tres millones de personas, y los hititas serían un enemigo temible en las montañas,
su baluarte. (Dt 7:1, 2.) Cuando se enteraron de que Israel había cruzado el
Jordán y destruido las ciudades de Jericó y Hai, manifestaron su hostilidad al
unirse a las demás naciones de Canaán para luchar contra Israel (entonces
dirigido por Josué). (Jos 9:1, 2; 24:11.) En vista de eso, las ciudades de los
hititas debieron haber sido destruidas y sus habitantes barridos para que no
pusiesen en peligro la lealtad de Israel a Dios e hiciesen que incurriese en su
desaprobación. (Dt 20:16-18.) Sin embargo, Israel no cumplió a cabalidad el
mandamiento de Dios. Después de la muerte de Josué, los israelitas fueron
desobedientes y no echaron a estas naciones, de modo que llegaron a ser para
ellos "como espinas en sus costados" y un acoso constante. (Nú 33:55,
56.)
Historia posterior. Debido a que Israel no obedeció a Dios destruyendo por
completo a las naciones cananeas, Jehová declaró: "Por lo tanto, yo, a mi
vez, he dicho: 'No los expulsaré de delante de ustedes, y tendrán que llegar a
ser lazos para ustedes, y sus dioses les servirán de señuelo'". (Jue 2:3.)
Parece ser que se toleró a los cananeos que quedaron en Israel, y en algunas
ocasiones excepcionales, incluso ocuparon puestos respetables y de
responsabilidad. También parece ser que los hititas fueron la única nación
cananea que mantuvo importancia y poder como nación. (1Re 10:29; 2Re 7:6.)
Dos hititas, Ahimélec y Urías, fueron soldados, probablemente oficiales, del
ejército de David. Urías fue un hombre celoso por la victoria de Israel sobre
sus enemigos, y también observaba la Ley. David tuvo relaciones con Bat-seba,
la esposa de Urías, y por ello ordenó que se le pusiera en un lugar peligroso
en la batalla, donde murió. Por este motivo Jehová castigó a David. (1Sa 26:6;
2Sa 11:3, 4, 11, 15-17; 12:9-12.)
El rey Salomón 'hizo leva de hombres' hititas para trabajos forzados. (2Cr 8:7,
8.) Sin embargo, sus esposas extranjeras, entre las que había hititas, hicieron
que se apartase de Jehová su Dios. (1Re 11:1-6.) En la Biblia se menciona que
para el tiempo del reinado de Jehoram de Israel (c. 917-905 a. E.C.), los
hititas todavía tenían reyes, así como medios y recursos para guerrear. (2Re
7:6.) Sin embargo, las conquistas sirias, asirias y babilonias debieron acabar
con el poderío hitita.
Tras la repatriación de Israel en 537 a. E.C., los israelitas, entre ellos
algunos sacerdotes y levitas, se casaron con cananeas y dieron sus hijas a
cananeos. Entre aquellos cananeos había hititas. Aquello era una violación de
la ley de Dios, por lo que Esdras los censuró y los impulsó a que acordaran
repudiar a sus esposas extranjeras. (Esd 9:1, 2; 10:14, 16-19, 44.)
Uso figurado. Cuando Jehová habló a Jerusalén en la profecía de Ezequiel, usó
el término "hitita" en un sentido figurado, al decir: "Tu origen
y tu nacimiento fueron de la tierra del cananeo. Tu padre era el amorreo, y tu
madre era una hitita". (Eze 16:3.) Cuando Israel entró en aquella tierra,
los jebuseos ocupaban Jerusalén, la capital de la nación sobre la que Jehová
había colocado su nombre. Pero ya que las tribus cananeas más importantes eran
los amorreos y los hititas, al parecer se les menciona a ellos como
representantes de las naciones cananeas, entre las que figuraban los jebuseos.
Así que la ciudad había tenido un origen modesto, pero Jehová había hecho que
fuese hermoseada. Su fama se extendió a todas las naciones gracias al rey
David, quien se sentó sobre el "trono de Jehová" (1Cr 29:23), el arca
del pacto sobre el monte Sión y, por último, el glorioso templo edificado por
Salomón, el hijo de David. Pero Jerusalén se hizo corrupta e inmoral como las
naciones cananeas de su alrededor, por lo que al final Jehová causó su
desolación. (Eze 16:14, 15.)
Se les intenta identificar en la historia seglar. Los historiadores y
arqueólogos han intentado relacionar a los hititas de la Biblia con un pueblo
homónimo de la historia seglar. La base principal para tal relación ha sido
lingüística, la comparación de palabras que al parecer tienen un sonido o una
grafía similar.
Las inscripciones cuneiformes asirias aluden con frecuencia a "Hatti"
en un contexto que permite ubicarla en Siria o Palestina, de modo que quizás se
haga referencia a los hititas de la Biblia. Sin embargo, tomando como base este
término, "Hatti", algunos investigadores vinculan a los hititas
bíblicos con el llamado Imperio hitita, que tenía su capital en Asia Menor, muy
hacia el N. y al O. de la tierra de Canaán. Lo intentan hacer, como se detalla
a continuación, refiriéndose a tres diferentes grupos étnicos.
Se "identifican" tres grupos. En Anatolia (Asia Menor), englobada en
lo que hoy es Turquía, se han desenterrado numerosas inscripciones antiguas en
un lugar llamado Bogazköy, anteriormente conocido como "Hattusa".
Esta fue la capital de una tierra que los eruditos modernos han llamado Hatti y
donde el idioma que se hablaba era el "hatti". A este primer pueblo
lo conquistó otro que impuso un idioma diferente, que, según los
investigadores, era de la familia indoeuropea. Este idioma empleaba la
escritura cuneiforme, y recibe el nombre de "hitita cuneiforme". Con
el tiempo lo reemplazó otro idioma, también de origen indoeuropeo, que en lugar
de usar caracteres cuneiformes empleaba escritura jeroglífica. Recibe el nombre
de "hitita jeroglífico". Se afirma que se han hallado algunas
inscripciones en este idioma en Asia Menor y el N. de Siria. Los eruditos dicen
que estos tres idiomas representan tres grupos étnicos. No obstante, no existe
prueba alguna que relacione a ninguno de ellos con los hititas de la Biblia.
Martin Noth dijo con referencia al llamado hitita cuneiforme: "El término
'hitita' no se encuentra en los textos antiguos; es una creación de la ciencia
moderna que se basa en la conexión histórica entre esta lengua y el reino de
Hatti en Asia Menor". Y continúa diciendo sobre los "jeroglíficos
hititas": "El término convencional de 'hitita' aplicado a estos
jeroglíficos es inapropiado y desconcertante" (El mundo del Antiguo
Testamento, 1976, pág. 242). Otro historiador, E. A. Speiser, llega a esta
conclusión: "El problema que plantean los hititas de la Biblia es [...]
complejo. Para empezar, hay que averiguar a qué hititas se hace referencia en
un determinado pasaje bíblico: los hattis, los indoeuropeos de escritura
cuneiforme o los de escritura jeroglífica" (The World History of the Jewish
People, 1964, vol. 1, pág. 160).
De lo anterior se desprende que cualquier supuesta identificación de los
hititas de la Biblia con el "Imperio hitita" que tenía su capital en
Hattusa es simple conjetura y no ha sido probada. Por esta razón, las referencias
que se hacen en esta publicación a los "hititas" de la historia
seglar suelen escribirse entre comillas para recordar al lector que tal
identificación no está probada y que no creemos que la prueba tenga las
suficientes garantías como para considerarla definitiva.