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martes, 16 de octubre de 2018

17 DE OCTUBRE 1945 DISCURSO DEL CORONEL PERON DESPUES DE SER LIBERADO DEL CAUTIVERIO, FRENTE A MAS DE DOS MILLONES DE TRABAJADORES QUE RECLAMBAN SU LIBERACION EN LA HISTORICA PLAZA DE MAYO.


17 DE OCTUBRE 1945 DISCURSO DEL CORONEL PERON DESPUES DE SER LIBERADO DEL CAUTIVERIO, FRENTE A MAS DE DOS MILLONES DE TRABAJADORES QUE RECLAMBAN SU LIBERACION EN LA HISTORICA PLAZA DE MAYO.
17 DE OCTUBRE 1945 DISCURSO DEL CORONEL PERON DESPUES DE SER LIBERADO DEL CAUTIVERIO, FRENTE A MAS DE DOS MILLONES DE TRABAJADORES QUE RECLAMBAN SU LIBERACION EN LA HISTORICA PLAZA DE MAYO.

El 17 de octubre de 1945, a las 23 hs. Desde el Balcon de la casa Rosada
“Trabajadores: hace casi dos años dije desde estos mismos balcones que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al más insigne honor al que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino. Dejo el sagrado y honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir la casaca de civil y mezclarme en esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la Patria.
Por eso doy mi abrazo final a esa institución, que es el puntal de la Patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esa masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo, grandioso en sentimiento y en número. Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha, ahora también, para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo.
Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria. Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente en mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. (En ese instante, alguien cerca del balcón le gritó: ¡un abrazo para la vieja!) Perón le respondió: Que sea esta unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea una unidad, sino para que también sepa dignamente defenderla. ¿Preguntan ustedes dónde estuve? ¡Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes! No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior, que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la Patria. Y ahora llega la hora, como siempre para vuestro secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro para ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices.
Ante tanta nueva insistencia, les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar, ni merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo. Dije que había llegado la hora del consejo, y recuerden trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente incorporando a esta hermosa masa en movimiento a cada uno de los tristes o descontentos, para que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriótica que son ustedes.
Pido, también, a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño éste mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso, hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja querida habrá sentido en estos días. Esperamos que los días que vengan sean de paz y construcción para la Nación. Sé que se habían anunciado movimientos obreros; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano mayor, que retornen tranquilos a su trabajo y piensen. Y hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y esta única vez, ya que no se los puedo decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esa reunión de hombres que vienen del trabajo que son la esperanza más cara de la Patria.
He dejado deliberadamente para lo último, el recomendarles que antes de abandonar esta magnífica asamblea, lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros; y finalmente, recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado y les pido que recuerden que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut ahora, para reponer fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto si es preciso. Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días.”


17 DE OCTUBRE DE 1945 OCHO DÍAS QUE CAMBIARON LA HISTORIA DE LA ARGENTINA


17 DE OCTUBRE
DÍA DE LA LEALTAD
17 DE OCTUBRE DE 1945 OCHO DÍAS QUE CAMBIARON LA HISTORIA DE LA ARGENTINA
OCHO DÍAS QUE CAMBIARON LA HISTORIA DE LA ARGENTINA

9 de octubre de 1945:
El coronel Perón y Evita se encuentran reunidos en su departamento del 4to. piso de Posadas 1567, en la Capital Federal, junto a Domingo Mercante y otros jóvenes oficiales amigos. Un oficial que ha enviado el presidente Farrell le informa que el primer mandatario "cree conveniente que renuncie a todos sus cargos". Estos eran la Vicepresidencia, el Ministerio de Guerra y la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Perón escribe su renuncia en forma inmediata, la entrega al oficial que ha enviado Farrell y le trasmite a éste su interés en despedirse del personal de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Escribe su renuncia de puño y letra "para que vean que no me tiembla el pulso al hacerlo". Un oficial le pregunta a Perón qué se puede hacer. Perón dice que nada, que él podría resistir, pero que no quiere derramar sangre argentina.

10 de octubre de 1945:
El coronel se despide de la Secretaría de Trabajo. Allí instalan un palco en la entrada de Hipólito Irigoyen y Diagonal Sur. El mensaje de Perón se emite por radio, en cadena. Una multitud de trabajadores se reúne para escuchar a Perón.
La Epoca edita el texto completo del último decreto de Perón "por el que le han exigido la renuncia". El decreto (no firmado por Farrell) establece un aumento de sueldos e implanta el salario móvil, vital y básico.

11 de octubre de 1945:
Perón decide irse del departamento de la calle Posadas. En un principio piensa ir a casa de Román Subiza en San Nicolás y así lo informa al Ministerio de Guerra que ha sido asignado al General Avalos. De todos modos pasa la noche en una casa de Florida, propiedad de otro amigo.
En el Círculo Militar se discute la forma de seguir adelante con el gobierno. Se llama a los dirigentes políticos. Algunos proponen que el gobierno sea entregado a la Corte Suprema de Justicia. Finalmente gana la posición de presionar a Farrell para que cambie a todo el gabinete, dejando sólo dos militares: Avalos, como ministro de Guerra y al Almirante Héctor Vernengo Lima, en el de Marina.

12 de octubre de 1945:
Perón se dirige a una casa en una isla del Tigre, propiedad de Ludovico Freude.
12 hs. : Balcones del Círculo Militar. Una muchedumbre antimilitarista y contraria a Perón se agolpa en las puertas del edificio castrense. Vernengo Lima habla a la gente. La multitud pide que el gobierno pase a la Suprema Corte. Vernengo Lima explica que todo el gabinete será reemplazado. Alguien le dice, desde la calle que "habla como Perón". El contesta "yo no soy Perón".
La manifestación se prolonga durante toda la tarde por las calles de Buenos Aires.
En la isla del Tigre, Perón recibe la visita del jefe de policía, quien va a detenerlo y llevarlo a un buque de la Marina. Perón se niega a ser sacado de la jurisdicción del ejército y ser trasladado al de la Marina.
Perón se traslada a su departamento de la calle Posadas.

13 de octubre de 1945:
Farrell, Vernengo Lima y Avalos citan al procurador General de la Nación, Juan Alvarez para ofrecerle que forme el nuevo gabinete y acepte ser una suerte de primer ministro.
Farrell, presionado, ordena nuevamente la detención de Perón e indica que sea llevado a un buque de la Armada. Perón es arrestado y llevado en el buque Independencia a la isla Martín García. Allí manda una carta a Avalos pidiendo se esclarezca su situación.
Miguel Angel Mazza, médico y amigo de Perón recomienda el traslado del coronel al Hospital Militar Central en la Capital Federal, a raíz del recrudecimiento de una afección pulmonar.
Perón envía una carta a Evita en donde le hace saber del pedido que ha formulado solicitando la baja del ejército y de su intención de irse juntos a vivir al Chubut.

15 de octubre de 1945:
El gobierno decide mandar una junta médica a Martín García para que determine si es necesario el traslado de Perón.
El Sindicato Autónomo de Obreros de la Carne, moviliza a los trabajadores de los frigoríficos quienes recorren las calles de Berisso y Ensenada reclamando la libertad del coronel.
La FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar) declara la huelga revolucionaria en todos los ingenios por tiempo indeterminado.

16 de octubre de 1945:
14. 30:
La junta médica se traslada a Martín García.
16 hs. : Una columna de obreros de la carne parte desde Berisso hacia la Capital Federal. Se movilizan a los trabajadores del Wilson en Avellaneda y los de la Siam Di Tella.
Trabajadores llegados de Valentín Alsina, Lanús y Avellaneda se dividen en grupos y cruzan el Riachuelo ante los intentos de la policía de contenerlos. Los obreros se reunen nuevamente en la Capital Federal, pero en diferentes puntos son reprimidos por la policía. Muchos son detenidos.
19.00 hs.: Perón se niega a ser revisado. De todos modos se decide su traslado a la Capital Federal.
21.00 hs.: Se inicia una reunión del Comité Central de la CGT que analiza la posibilidad de realizar un paro el día 18.
17 de octubre de 1945:
01.00 hs.:
La reunión del Comitè Central de la CGT decide llamar a un paro para el 18, definido como "huelga general revolucionaria". La votación para decidir la medida de fuerza fue sumamente dividida. Mientras parecía que iba a resultar negativa a la medida por dos votos de diferencia, Arturo Jauretche y Libertario Ferrari (ambos pertenecientes a FORJA) lograron determinar que las voluntades se modificaran. Por dos votos, también, la huelga fue aprobada aquella noche.
Madrugada. Numerosos grupos de trabajadores se agolpan en las puertas de las fábricas, frigoríficos y talleres y deciden marchar nuevamente sobre Buenos Aires. Llevan banderas argentinas y retratos de Perón.
Los matutinos publican un texto de Avalos en donde explica que Perón no está detenido, que fue "invitado" a la isla Martín García para evitar un atentado contra su vida.
6.30 hs.: Perón llega a Buenos Aires y es trasladado al Hospital Militar Central donde se aloja en el departamento del Capellán. Conversa telefónicamente con Evita y con algunos amigos. Mercante y Evita serán los brazos ejecutores de la estrategia de Perón.
Los trabajadores de la zona sur llegan al Riachuelo. Se encuentran con los puentes levantados. La orden la había dado el propio Avalos. Algunos se arrojan al agua y cruzan a nado. Otros cruzan utilizando botes y barcazas que encuentran en las orillas. Todos cruzan.
10 hs.: Un millar de obreros se reune frente al Hospital Militar Central, en el barrio de Belgrano. Reclaman la presencia de Perón. El coronel vuelve a hablar telefónicamente con Evita, quien desde el día anterior recorría numerosos sindicatos. Junto a Mercante, Evita será protagonista decisiva en el frente gremial.
13 hs.: La Plaza se va llenando, llegan manifestantes de todos lados.
Farrell recibe a una delegación de la CGT, encabezada por Silverio Pontieri. En ella, la CGT expresó el pensamiento que inspira la huelga del 18: Contra la entrega del gobierno a la Suprema Corte y contra la formación de un gabinete de la oligarquía; realización de elecciones libres; formación de un gobierno que sea garantía de democracia y libertad y que consulte a las organizaciones sindicales; levantamiento del estado de sitio y libertad de los presos políticos; mantenimiento de las conquistas sociales y firma del decreto sobre aumento salarial.
14.30 hs.: Una comitiva de 25 obreros logra reunirse con Perón en el interior del Hospital. Perón les pide calma y que se concentren frente a la Casa de Gobierno, no allí.
16.00 hs.: La Casa Rosada sitiada por el pueblo. Miles y miles de obreros han colmado la plaza al grito de "Queremos a Perón", "Que venga el coronel". La temperatura supera los 30 grados. Es un día húmedo y pegajoso. Muchos trabajadores se remojan "las patas en la fuente" central de la Plaza de Mayo. No rompen vidrieras ni causan daños de ningún tipo. Sólo quieren a Perón.
En el balcón grande se encuentran Avalos, Vernengo Lima, Farrell y otros. Vernengo Lima propone disolver la manifestación "a balazos". Alguien dice que podrían tirarse tiros al aire. Farrell afirma que él no va a disparar contra el pueblo.
Avalos pretende hablar a la multitud. Lo insulta una plaza entera. La gente pide, enardecida, la presencia de Perón. Avalos le hace decir al periodista Eduardo Colom que Perón será liberado. La gente no le cree a Avalos. Colom dice que él tampoco.
Hortensio Quijano, ex Ministro de Interior de Farrel, y amigo de Perón es divisado por la gente en medio de la Plaza y es aclamado.
17.30 hs.: Mercante se entrevista con Farrell en el despacho presidencial. Farrell y Avalos dicen a Mercante que si Perón esta dispuesto a calmar a la multitud, el gobierno se coloca a disposición de él. Mercante comunica a Perón el ofrecimiento y éste pone sus condiciones, entre ellas la de la renuncia de Vernengo Lima.
21 hs.: Le informan a Perón que Farrell lo espera en Casa de Gobierno. Perón se viste y acude a la Casa Rosada.
Vernengo Lima se viste de civil presurosamente en el comedor de la presidencia, abandona la Casa de Gobierno, mientras es perseguido por la multitud al grito de "la cabeza de Vernengo Lima".
El procurador Juan Alvarez, que tenía muchas virtudes menos la de la celeridad, llega a la Casa de Gobierno con la lista de posibles miembros del gabinete que le habían encargado conformar con varios días de anticipación. Allí le informan que "ha vuelto Perón" y que ese gabinete ya no es necesario.
21.30 hs.: Farrell acepta todas y cada una de las condiciones puestas por Perón.
23.10 hs.: Perón y Farrell salen al balcón. Se abrazan. Se vuelven a abrazar. Farrell habla al pueblo reunido en la Plaza. Anuncia la renuncia de todo el gabinete y asegura que se conformará otro que respete las conquistas sociales adquiridas. Anticipa que Mercante será el nuevo Secretario de Trabajo y Previsión. Mercante es aclamado por los trabajadores.
Perón convoca a los asistentes a cantar el Himno Nacional.
23.50 hs.: Perón vueve a abrazar a Farrell. Perón habla.
El país se había movilizado. Nadie sabía adónde conducir esa movilización popular. Ni Vernengo Lima, ni Farrell, ni Avalos, ni nadie. Sólo Perón podía hacerlo. Y lo hizo.

sábado, 2 de junio de 2018

4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA


4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA

4 DE JUNIO DEL 43, SU TRASCENDENCIA

Interesante análisis de esta importante fecha para el país escrito por  Jorge Cuello

Cuando el 4 de junio de 1943 las tropas comandadas por altos oficiales nacionalistas del ejercito, derrocaban al presidente Castillo y tomaban el poder en Argentina, se producía el hecho político más importante del S.XX en nuestro país y probablemente de  América Latina. Visto en perspectiva histórica ha resultado tan decisivo como el 25 de mayo o el 9 de julio y tan importante como la reconquista de Buenos Aires  o la batalla de Ayacucho.

Pero según las metodológicas historiográficas utilizadas en nuestros tiempos, en su casi totalidad derivadas de teorías  liberales o marxistas, el hecho pierde la verdadera trascendencia que en la realidad tuvo, ya que estas filosofías presentes en las bases de aquellos métodos, no observan la historia desde la realidad de las naciones y su existencia en el devenir del tiempo y de su espacio, sino de acuerdo a categorías y principios que ellas mismas crean, fruto de disquisiciones intelectuales que suelen estar alejadas de la realidad vívida de los hombres reales que hacen esa historia.

Es así que el sistema educativo argentino, impregnado de aquellas filosofías ignora o niega el peronismo, y, naturalmente, le resta total significación al acontecimiento histórico puntual que abrió el espacio para el surgimiento de este movimiento nacional argentino. Se procura reducir la revolución Justicialista solamente a la problemática social del pasado y reducir toda su significancia a un simple obrerismo, no excepto de demagogia. 

También está presente el método del "silencio". Se busca ignorar por silencio. Método este que ha tenido relativo éxito para la cultura liberal argentina  que logro, por este camino, ocultar a generaciones de compatriotas, cursos históricos de rotunda importancia para la vida de la Nación y que pudieron ver la luz casi un siglo después gracias a la tesonera labor de los historiadores "revisionistas".

En los ambientes intelectuales, universitarios, académicos, el concepto instalado respecto a "que cosa es" una revolución, sin duda contribuye igualmente a recluir casi en el olvido la magnitud del proceso iniciado aquel 4 de junio del 43. Me refiero a la creencia que una revolución en nuestra época es únicamente aquella de carácter socialista marxista. Y naturalmente, la que inician Ramirez -Farrel - Perón estaba en las antípodas.

Una revolución puede ser "política", totalmente alejada del marxismo. Y en este caso el "hecho revolucionario" esta dado por la ruptura de la dependencia de un centro de poder o potencia imperial, ruptura que necesariamente  impulsa, en la nación que ha tomado esa decisión y ha podido concretarla, un cambio radical de estructuras en todos los aspectos y niveles de la vida colectiva e individual de esa comunidad. Y no necesariamente tiene que ser marxista en sus valores, en su concepción ni en su realización.

Aquel 4 de junio, marca el comienzo de un proceso con esas características y definiciones. Fue el comienzo de una revolución tan profunda,  que a casi cincuenta años de concluida la etapa de realizaciones, y a pesar de otros tantos  años de destrucción planificada y sistematizada de su inconmensurable obra, aún sigue presente en el decurso político de nuestra nación. Y sin embargo, en las bases doctrinarias de aquella revolución, nada tan ausente como el marxismo.

Una noción superior, realista, humanista, rigió toda la obra iniciada el 4 de junio: la superior noción de Nación-Soberanía-Justicia como únicas posibilidades de realizar el "bien común" y de instaurar una conciencia geopolítica que en aquel proceso, resguardó, reorganizó e impulso a la grandeza a nuestra nación y procuró expandir estas nociones a toda América Latina.

En el momento de producirse la revolución del 43, la guerra europea tomaba ya un curso estratégico decisivo y la victoria de las potencias "Aliadas" se tornaba irreversible. Si bien es cierto el desarrollo de la guerra podría poner en duda esta afirmación, surgía en cambio claramente al estudiarse la relación tiempo-capacidad de suministros-frentes y escenarios de guerra. Esta ecuación resultaba definitivamente favorable a los Aliados, desde la entrada de EEUU a la guerra y la neutralización del Japón como potencia invasora de Rusia por el oriente y el Pacifico.  Los acuerdos de Bretton Woods, alcanzados para organizar el mundo de la postguerra en exclusivo beneficio de las superpotencias que de la conflagración surgirían, lo atestiguan.  De manera que un nuevo y rígido  orden geopolítico mundial se estaba construyendo vertiginosamente al fragor de  las armas en los campos de batalla de la vieja Europa y las banderas victoriosas, se mostraban generosas a  rusos y anglos-norteamericanos por igual.  Era un orden geopolítico planificado en todos sus detalles, por los grandes eruditos, políticos y centros de planificación de las potencias que se sabían triunfadoras. Nada escapaba ni era ajeno a esta ordenación que se concretaría definitivamente en un futuro próximo.

Nada era ajeno, excepto, la imprevisibilidad de los hombres y los pueblos.

En esta dimensión geopolítica, que todo lo abarca, es donde aparece la extraordinaria magnitud de la revolución del 43. Y ese 4 de junio sucedió justamente eso: lo imprevisible, lo que estaba fuera de los cálculos de los dirigentes de las potencias de entonces, lo que desestructuraba el nuevo orden de dominio que a sangre y fuego estaba naciendo en el mundo. En fin,   lo que provocó la virulenta reacción y presiones a que se vio sometido el gobierno militar revolucionario, tanto por parte de los organismos y funcionarios de los gobiernos Aliados, muy especialmente Estados Unidos,  como por el aparato de control y dominación que las potencias de entonces, habían consolidado en nuestro país.

Desde aquel 4 de junio una importante región del continente sudamericano pasaba a estar en conflicto con esas potencias, con el agravante que se producía dentro del espacio de absoluta influencia de intereses geopolíticos fundamentales de estas. Consecuentemente, una modificación geopolítica surgía en el horizonte inmediato de la política internacional de EEUU, ya que Argentina pasaba a controlar soberanamente, tanto la integridad de su territorio y sus riquezas,  como los mares jurisdiccionales y los pasos interoceánicos de Magallanes y Darke en el extremo sur de América, se proyectaba hacia las islas del Atlántico sur y extendía su influencia hasta la Antártida.

Agudizaba esta complicada situación,  el hecho que Argentina disponía de un relativo poder de expandir su influencia a toda la región del Cono Sur e incluso del continente. Esta potencialidad argentina definió casi inmediatamente la política hostil del Departamento de Estado hacia nuestro país y su gobierno militar. No estaban dispuesto a aceptar el lugar en el mundo de post guerra que Argentina pretendía.  Cuando el 22 de diciembre del 43, una revolución en Bolivia llevo al poder al Mayor Villaroel, la luz roja se encendió en las altas esferas de la potencia del norte y cuatro días después, el New York Time publicaba el pensamiento del
vicepresidente Welles, convencido que los "nazis" argentinos estaban detrás del golpe en al Altiplano. L.S.Rowe, quien encabezaba la Unión Panamericana, denuncio al Departamento de Estado que la Argentina hacia lo posible por "destruir el  sistema interamericano" (Berle Diaries, 10 enero 1944, box 215, en C. Escude, La Declinación Argentina, Bs.As. 1983, Ed. Belgrano ) y ese mismo mes, el presidente Roosevelt, a instancia del Departamento de Estado, aprobó un aumento del "préstamo y arriendo" para fortalecer el poder militar del Brasil y ordenó a poderosas unidades de la Flota del Atlántico sur, al mando del almirante Jone Ingram,
desplegarse hacia la boca del Plata. Acciones de esta envergadura, presiones económicas y políticas y todo tipo de operaciones diplomáticas por parte de Estados Unidos muestran claramente el malestar y la dimensión del problema que aquel 4 de junio del 43 había aparecido en la lejana Argentina para la potencia del Norte.
   

Y, aunque los norteamericanos pretendieron hacer del "peligro Nazi", resurgido en el extremo sur de América del Sur, el eje y justificativo de los ataques a la argentina no existía la mas remota posibilidad de una expansión de la Alemania nazi a nuestras costas, simplemente porque la potencia europea no tenia marina de guerra en relación con la armada inglesa, y el Atlántico separaba definitivamente a la Alemania nazi de Argentina. Ni mucho menos suponer que los militares argentinos en el gobierno creían que podían enfrentarse con todo el mundo por profesar esa ideología.

Tampoco había motivos económicos de peso, mucho menos militares para justificar la irritabilidad y la acción norteamericana cuasi violenta para con nuestro país. Mas bien todo lo contrario. Argentina, aunque no había roto relaciones con el Eje, suministraba a Inglaterra todos los excedentes de carne que le permitieron a esta sostener el esfuerzo de guerra justamente contra Alemania. Y sin embargo, a pesar de esta política favorable a  Inglaterra, la potencia del norte no trepidó en poner en riesgo el vital suministro argentino a su aliado. Claramente notamos que no era la cuestión nazi, ni lo económico ni lo militar la fuente del encono de EEUU con Argentina. El riesgo era otro, y se ocultaba cuidadosamente.

 Lo cierto era que, como consecuencia del peligro de una fractura geopolítica de la en el escenario del continente sudamericano, el mundo bi polar planificado, su utilización dialéctica y el reordenamiento mundial que con esta arma se lograría,  era  alterado por un "tercero en discordia" que reemplanteba la postguerra y podía iniciar un posible proceso multipolar, totalmente ajeno a las planificaciones de los dos grandes futuros vencedores de la segunda Gran Guerra europea.

También se insinuaba incierto el sistema de defensa del hemisferio occidental proyectado por los Aliados, concretado en la OTAN pues, aquel 4 de junio surge  una incipiente potencia soberana, que, en un posterior pero muy posible desarrollo de su proyecto,  se podía llegar a ubicar en condiciones de influir, asociada con sus vecinos,  en el control del Atlántico sur.

El desarrollo de la revolución nacionalista popular duró 12 años, de 1943 a 1955. Los últimos diez años fueron conducidos por el mas talentoso de los militares revolucionarios, el Gral. Juan D. Perón. Bajo su conducción, Argentina llegó a encaminarse vigorosamente hacia destinos de potencia. Pero los grupos de poder anglo-norteamericanos no aceptaron nunca el rol que Argentina pretendió. Jamas cesaron en sus presiones y cercamiento al díscolo país sudamericano. Sin embargo, aunque en el origen de este proceso, (justamente en 1943 y 1944), las elites que comandaban la política exterior de las potencias angloamericanas planearon la acción militar, primero en forma directa y después  a través de Brasil,  se inclinaron por el tiempo, y no por la sangre para resolver el problema de, al decir de Welles, " la espina atravesada en la garganta del Departamento de Estado". Esperaron el momento oportuno para poner fin a este proceso, pero siempre actuando en consecuencia. Y una fatal combinación de actores y factores internos y externos, convergieron dramáticamente para producir un nuevo Caseros, un 16 de setiembre de 1955.


Si observamos desapasionadamente las realizaciones, las obras, las políticas de la revolución justicialista, ninguno de los aspectos de la misma podían afectar el poderío económico ni militar de la superpotencia americana. Ninguno excepto uno: el interés geopolítico. Y naturalmente, todas las implicancias y derivaciones que de aquí devienen. He aquí, entonces, el verdadero y profundo fundamento del antagonismo norteamericano e ingles a la argentina revolucionaria de 43. Ahí está la verdadera trascendencia de la revolución del 4 de junio,  que la hizo peligrosa, irreconciliable, condenada por los poderosos. Esa es la cuestión. Nos desvían la atención poniendo temáticas de la época para ocultarnos su verdadera importancia. Todo un sistema educativo-cultural se mueve al unísono en ese sentido. Y tanto liberales como marxistas, filosofías
operantes en ese sistema,  convergen en impedir un profundo conocimiento del Peronismo tal cual es, para conveniencia de los poderes mundialistas, hoy sumamente desarrollados.

Pero aún posible de retomar por nosotros, los hijos y nietos de aquella gesta gloriosa. La historia se "hace", solo después "se dice". ¡ Hagámosla nosotros también ¡ Un recuerdo muy sentido y pleno de agradecimiento  a los hombres de aquel 4 de junio del 43, para que su visión y su ejemplo, renazcan y nos elevemos de las ruinas culturales y políticas del abismo argentino de hoy, y nuestra Patria Argentina vuelva a ser lumbre de América libre.

Jorge Cuello
Licenciado en Historia

jueves, 5 de octubre de 2017

ARGENTINA TIENE LA ATÓMICA

ARGENTINA TIENE LA ATÓMICA


ARGENTINA TIENE LA ATÓMICA

Interesante artículo de Roberto Alsina que relata como durante el Gobierno del General Perón, Argentina se colocaba en la cúspide del mundo en materia atómica, e indicativo del ataque del imperialismo a su gobierno.-

Antes que nada, permítanme clarificar el título: es el que apareció en el vespertino La Razón de Buenos Aires, en letras muy grandes y negras, en el mes de marzo de 1951. Asimismo, otros periódicos también anunciaban con grandes titulares el dominio y control de la energía atómica por la Argentina, de acuerdo a las declaraciones ante periodistas del entonces Presidente de la Nación, General Juan Domingo Perón.
En realidad, el comunicado del Presidente no hablaba de “la atómica” para nada, sólo decía que “El 16 de febrero de 1951, en la planta piloto de energía atómica en la isla Huemul, de San Carlos de Bariloche, se llevaron a cabo reacciones termonucleares (por fusión) bajo condiciones de control en escala técnica”
Aún así, el anuncio era increíble. En ese entonces, sólo Estados Unidos e Inglaterra tenían la capacidad de fabricar bombas atómicas, y a pesar de las grandes cantidades de dinero y esfuerzos invertidos, ninguno de los dos países estaba cerca de producir energía nuclear “controlada” por fusión. Cómo era posible que un país sin antecedentes en la investigación nuclear y con limitados recursos económicos hubiera podido lograr lo que los mejores científicos del mundo, incluyendo los alemanes “importados” después de la guerra mundial terminada en 1945, consideraban casi imposible?

Todo había comenzado unos 3 años antes, cuando un científico austríaco, el Doctor Ronald Richter, se había presentado ante el Presidente Perón con un ambicioso proyecto: llegar a producir cantidades casi ilimitadas de energía eléctrica barata, gracias a la energía liberada por fusión atómica controlada, un procedimiento que el Dr. Richter aseguraba poder desarrollar en Argentina, si se le proveían los materiales necesarios. Richter había sido calurosamente recomendado por un ingeniero aeronáutico alemán, Kurt Tank, quien con un grupo de ingenieros también alemanes había emigrado a la Argentina poco después de terminar la guerra, y que fue el artífice del Pulqui II, avión argentino basado en el último diseño del Messerschmidt, excelente avión alemán de combate.
Para los no iniciados, quiero explicar que la producción de energía atómica puede hacerse por fisión, es decir, dividiendo átomos pesados, como los de uranio o plutonio, con lo que se puede conseguir una liberación extraordinaria de energía, siendo éste el caso de las bombas atómicas detonadas en Hiroshima y Nagasaki, o por fusión, procedimiento en que se unen átomos livianos, como en la llamada bomba de hidrógeno. Los actuales reactores atómicos, productores de electricidad, se basan en el primer procedimiento, la fisión controlada, que es aún hoy día relativamente caro, y produce desperdicios radioactivos difíciles y peligrosos para guardar por el prolongadísimo tiempo necesario para evitar la contaminación radioactiva del ambiente. La producción de energía por fusión controlada, por otra parte, sería muchísimo más barata, y quien la lograse marcaría un hito único en el desarrollo de la física y la tecnología atómica.    
El proyecto era demasiado tentador, el éxito del mismo, que el Dr. Richter casi aseguraba, pondría a Argentina a la cabeza de los países más desarrollados del mundo, y el bienestar económico de su pueblo sería inmenso. El Dr. Richter obtuvo el respaldo necesario, como así también el apoyo económico para instalar un laboratorio de energía atómica en la isla de Huemul, en el lago Nahuel Huapi, enfrente de la ciudad de Bariloche.
Durante los 3 años siguientes, se realizaron masivas construcciones en la isla. Ingentes sumas de dinero fueron invertidas tanto en las construcciones como en la compra de sofisticados equipos, todo bajo la dirección del Dr. Richter, quien entrenó a un grupo de colaboradores sin mayores conocimientos científicos, de manera que en la isla el único que sabía y controlaba todo lo relacionado al plan nuclear, militar y secreto, era él mismo.
A medida que pasaba el tiempo, la relación entre Richter y Perón se afianzó, y el científico contó con todo el apoyo del Presidente, no sólo respaldándolo en decisiones en cuanto a las construcciones y a los gastos para comprar equipos, sino en cuanto al sistema de seguridad para guardar el secreto sobre las experiencias atómicas en la isla. Nadie podía visitarla sin la autorización expresa de Richter, al punto que en una oportunidad, cuando el nuevo jefe de las tropas de la guarnición Bariloche quiso visitar la isla, ignorando que ya no estaba bajo su control, fue obligado a retroceder por el muelle por Richter a punta de pistola, hasta que perdió pie y cayó a las frías aguas del Nahuel Huapi! Poco después, Perón le envió una carta a Richter en la que lamentaba lo sucedido y le aseguraba que no volvería a ocurrir, y además, lo nombró su único representante en la isla, donde podía ejercer por delegación la misma autoridad del Presidente. Para ese entonces a Richter ya se le había otorgado la ciudadanía argentina, pero aún así, esa delegación de poderes era sin duda inconstitucional, y fue debida al deseo de Perón de satisfacer todos los reclamos de Richter, no vaya a ser cosa que el científico se enojase y se fuera, dejando abandonada una obra tan importante como la que se estaba desarrollando secretamente en esa isla.
La historia de esos tres años de trabajos secretos en la isla Huemul muestra una sucesión increíble de órdenes y contraórdenes, de masivas construcciones que debían después ser demolidas y vueltas a edificar debido a los siempre cambiante planes del Dr. Richter, y simultáneamente, otra sucesión de intrigas, cambios de personal debido a acusaciones de espionaje o de ineptitud, y periódicos viajes de Richter a Buenos Aires, para entrevistarse con el Presidente, especialmente cada vez que aumentaban las quejas y sospechas de los oficiales argentinos encargados de las compras de aparatos y de la financiación del proyecto. Siempre Richter lograba convencer a Perón de que el éxito estaba cercano, y seguía así contando con el total respaldo del Presidente, cuyos asesores eran militares, no científico expertos en la materia. En una oportunidad, hablando de la posibilidad de obtener la opinión de físicos argentinos sobre el secreto proyecto militar, el presidente de la Dirección Nacional de Energía Atómica le dijo a Perón: “Lo que pasa, mi general, es que no hay físicos peronistas en este país”
Pero finalmente el éxito parecía haber coronado los esfuerzos y gastos realizados, y la noticia solemnemente dada por el Presidente provocó una conmoción internacional.
La mayoría de los especialistas en el mundo eran escépticos, incluyendo a los científicos argentinos con conocimiento del tema de la energía nuclear, pero ellos no fueron consultados. Y por otra parte, periódicamente Richter anunciaba un nuevo y exitoso experimento, que allanaba las dudas y provocaba entusiasmo tanto en el Presidente como en casi todos los que estaban al tanto del proyecto. Poco después del anuncio inicial, se le otorgó a Richter el título de Doctor Honoris Causa de la U. de Bs.As y la medalla peronista.
Sin embargo, entre los más cercanos a las investigaciones, las contradicciones en los anuncios y la falta de resultados reales provocaron al cabo del tiempo la ineludible necesidad de constatar el valor de los resultados obtenidos, y finalmente pudieron convencerlo al Presidente Perón para que mandase una Comisión integrada por cinco científicos y veinte legisladores. Estos últimos estuvieron un día en la isla, y se fueron admirados por las construcciones y la sofisticación de los aparatos e instrumentos que vieron. El informe de los científicos, en cambio, fue lapidario. No había tal producción de energía atómica, y los experimentos realizados en su presencia por el Dr. Richter fueron no sólo un total fracaso, sino que posteriormente fueron reproducidos en Buenos Aires por uno de los miembros de la Comisión, el ingeniero argentino Mario Báncora, demostrando que lo que se medía en los contadores Geiger en Huemul no tenía nada que ver con la energía nuclear.
Ese fue el comienzo del fin para los planes de Richter. Perón le quitó todo su respaldo, se suspendieron los trabajos en la isla, y en febrero de 1953 Richter se mudó, con su esposa e hija, a Monte Grande, en las afueras de la Capital Federal, donde residió por varios años.
Pero la debacle no fue tan negativa como pareciera. En ese interim se creó la Comisión Nacional de Energía Atómica, que ha prestado invaluables servicios al país, en Bariloche se creó el Instituto de Física, y los sofisticados instrumentos comprados, que incluyeron un avanzado y carísimo ciclotrón, fueron utilizados por la CNEA y por el Centro Atómico Bariloche, fundado poco después.
Desde entonces, físicos argentinos de primera calidad han sido formados en el Instituto de Física, y el Centro Atómico Bariloche ha producido trabajos reconocidos internacionalmente. Y curiosamente, el espaldarazo inicial a todo ese ulterior desarrollo científico fue dado, en gran medida, por esa increíble aventura secreta desarrollada en la isla Huemul.

De la variada bibliografía existente sobre el tema, recomiendo a quienes quieran saber más de este fascinante episodio de la historia argentina, la lectura del libro “El secreto atómico de Huemul”, del Dr. Mario Mariscotti, del que extraje gran parte de la información presentada en este artículo.