miércoles, 30 de mayo de 2012

SOLDADO DE SAN MARTIN




Un soldado de la Independencia. 
(Reportaje de Caras y Caretas Nº 607 - Mayo 1910) 

Don Eufrasio Videla es un viejo alto, flaco, nudoso, erguido, casi tan erguido como los álamos que cortan las perspectivas en los alrededores de Mendoza. 

Apenas un saludo y le espeté mi invariable pregunta:

- ¿Cuántos años?
- Treinta y ocho
- ¿Nada más?

El viejo sonríe, baja la cabeza para detener la mirada en el sombrero de anchas alas, color té con leche, al que sus dedos retorcidos como sarmientos hacen girar con porfía. Pienso en que el pobre hombre ha perdido la noción del tiempo, que desvaría su cabeza, que su memoria, más flaca que su cuerpo, yace tendida bajo la nieve de muchas décadas, porque me dijeron que Don Eufrasio es hombre que ha traspuesto los cien, y recupero mi actitud de moderno inquisidor. 
- ¿Treinta y ocho nada más Don Eufrasio?

Sus labios mascullan un “ciento” y sale de nuevo, bien nítido, el “treinta y ocho”.

Ahora me parecen muchos los años, mas no me detengo a aclarar el punto y prosigo el interrogatorio, haciendo que repita las respuestas dos y tres veces -y hasta cuatro y cinco-, a fin de alcanzar su sentido, pues resultan ininteligibles la mitad de las palabras en el lento balbucir de sus labios. Dijéronme que fue soldado de San Martín, pero no estuvo en el Plumerillo, ni se acuerda del general. 

-Yo estaba en San Juan, entonces, cuando decían que en su Mendoza se formaba el ejército, y pasamos por ahí arriba, por Los Patos.
- ¿Peleó usted?
- ¿Y cómo no? Ahí en el Zanjón de Maipú, cuando ya no quisieron pelear más.
- ¿Pero, se acuerda de Maipú? 
- Si que me acuerdo. Fue allí, pues, la última batalla, donde se rindieron.
-¿Y cómo empezó la cosa?
-Unos cuantos días antes yo había llegado con los que salimos de San Juan. Después fueron viniendo otros grupos de prisioneros y así se fue formando el ejército. (pudiera el relato muy bien referirse a la llegada de dispersos de Cancha Rayada). Nosotros estábamos de la parte de aquí –prosigue Don Eufrasio-, y al hacerlo sale al descanso de la escalera, poniendo cara a Los Andes, -y como en la parte de allí enfrente, en un cerrito blanco, estaban los godos.
-Flojanazos, ¿verdad?
-Hum… ¡Fieros habían sido! Peleamos y peleamos y no aflojaban… Después no quisieron pelear más cuando vieron que nosotros tampoco aflojábamos. Entonces corrimos atrás pa’ que se rindieran.
-¿Y se rindieron?
-¿Y cómo no? Si ya no tenían más ganas de pelear.
-¿Y se entregaban? 
-Muchos se entregaban, otros querían escapar. Pero nosotros los alcanzábamos. 
-¿Y no decían nada, los españoles?
-¿Quiénes, los godos? Si, decían: “¡No mate, corcho, no mate!”, cuando los alcanzábamos.

Brillaron un punto sus pupilas, las arrugas dibujaron con gran esfuerzo una sonrisa y luego enmudeció el hombre, bajó la cabeza, y el sombrero retornó a girar entre los dedos. 

Lo demás que nos contó forma un maremagnum de hechos y episodios confundidos, en que se mezclan sin distinción de épocas, Rozas y Quiroga y las montoneras y la Guerra del Paraguay. 

El viejecito Videla vive en la casa del ingeniero Fossati en la calle San Martín, 1778. Nos dijo este caballero que Videla no conserva papel alguno, y que las medallas que poseyó en un tiempo las ha perdido o regalado, según relato del mismo Don Eufrasio, y que el coronel Morgado, guerrero del Paraguay, lo conoció en el ejército y de aspecto casi tan viejo entonces como ahora. 

El gobierno de Mendoza le pasa una pequeña pensión, que le alcanza para cubrir sus modestos gastos. Lo demás se lo otorga la caridad de las personas que le recogen en su casa. 

No podemos establecer a ciencia cierta si ha sido o no guerrero de la independencia porque ni siquiera la edad consta por documento público, pero si los 138 años son muchos años, es en cambio verdad que por estos pagos no son escasos los hombres de 110 o 115 años, y Videla bien puede oscilar entre estas dos últimas cifras y haber pertenecido a alguna de las milicias o cuerpos auxiliares del ejército de San Martín. 
Mendoza 22 de Marzo -Revista Caras y Caretas Nº 607 – 21 de Mayo de 1910

Fuente: La gaceta Federal

miércoles, 9 de mayo de 2012

martes, 24 de abril de 2012

La Mosca de Buenos Ayres


La Mosca de Buenos Ayres fue una goleta corsaria de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, cuyo propietario fue Mariano Renovales, el capitán Juan Bautista Azopardo y su armador Don Anselmo Saénz Valiente. Con patente de corso emitida el 17 de noviembre de 1806 por Liniers, tenia como misión la vigilancia de la escuadra británica en Río de la Plata al mando de Popham que esperaba refuerzo de Inglaterra. Artillada con 4 cañones y tripulada por 60 marinos. Su pantente venció el 23 de enero de 18071 .

El alistamiento 

Tras la reconquista de Buenos Aires el 12 de agosto de 1806, en la que participaron parte de la tripulación de la fragata corsaria “Dromedario”, dirigidos por su Capitán Mordeille y el segundo comandante Azopardo, este último se queda en la Buenos Aires, no retornando a Montevideo donde estaba su nave.

Juan Bautista Azopardo solicita a Liniers una patente de corso para hostigar a la escuadra de Popham, naves mercantes de bandera británica y contrabandistas (en su mayoría de aquella bandera).

La estrategia de Azopardo, consistía en alistar un navío de poco calado para poder tener como vía de movilidad sin riesgos la costa sur del río que era de casi imposible transitarla por las naves británicas.

Entre el tipo de nave que fuera la elegida tenemos diferentes versiones entre las obras más destacadas del tema así Mercedes Azopardo en 1961 en la biografía de su bisabuelo refiere a la misma como una goleta 2 mismo tipo que emplean Rodriguez, Horacio y Arguindeguy, Pablo E. en 1996 en su obra sobre el Corso Rioplatense 3 , siendo Lauracio Destéfani4 quien pone una suposición en obra sobre que podría haber sido una balandra o sumaca. La tripulación fue constituida por 60 marinos y el armamento 2 cañones de 8 y 2 de 4.

Combate en el Río de la Plata 

Artículo principal: Invasiones Inglesas

En una de la salidas de la Mosca, el bergantín HMS Protector y una goleta británica, no identificada a la fecha, entablan combate con la nave corsaria. Dada la inferioridad de fuego Azopardo decide fijar rumbo a la costa sur del río con dirección a Quilmes, donde queda varado intentando salvar el navío. Las naves británicas para evitar encallar en esa zona traicionera del río, deciden bajar cuatro embarcaciones para asaltar al corsario.

Las embarcaciones izaron ´´Bandera Negra’’, la primera embarcación se logra capturar con un oficial y cinco marineros, y las tres embarcaciones decidieron volver a sus respectivos buques que estaban fondeados fuera del alcance de los cañones de la Mosca de Buenos Aires.

Azopardo organizó en tierra una posición defensiva, una batería, ante un posible contra golpe británico. Cuando volvió la crecida pudieron salir de estar varados y volver a balizas. Los prisioneros fueron remitidos a Buenos Aires y las bajas totales del navío corsario computaron tres marinos. 5

Captura de la Fragata María 

El 5 de noviembre de 1806, tras acciones de botes y diálogo entre los capitanes, Azopardo decide tomar como presa a la fragata anglosamericano María de Filadelfia6 .

Bibliografía 

Azopardo, Mercedes G.(bisnieta)(1961) Coronel de Marina Juan Bautista Azopardo Serie C Biografías Navales Argentinas Nº3. Capítulo I. Invasiones Inglesas. Secretaria de Estado de Marina, Subsecretaria, Departamento de Estudios Históricos Navales. 

Destéfani, Laurio H., Los Marinos en las Invasiones Inglesas, Serie B Historia Naval Argentina Nº15. Comando General de la Armada, Secretaria General Naval, Departamento de Estudios Históricos Navales. (1975). 

Roberts, Carlos (2000). Las invasiones inglesas del Río de la Plata (1806-1807) y la influencia inglesa en la independencia y organización de las provincias del Río de la Plata. Emecé. ISBN 950-04-2021-X 

Rodriguez, Horacio y Arguindeguy, Pablo E. (1996) El Corso Rioplatense. Instituto Browniano. ISBN 987-95160-4-4 

Referencias 

1. ↑ Rodriguez, Horacio y Arguindeguy, Pablo E. (1996) El Corso Rioplatense. Libro I. Nociones Acerca de la Guerra de Corso Previas a 1810. Capítulo 3. La Guerra de Corso en el Río de la Plata con anterioridad a 1810. 3.1 El Corso Español desde Buenos Aires, Montevideo y la Colonia. pag. 38. Instituto Browniano. ISBN 987-95160-4-4 

2. ↑ Azopardo, Mercedes G.(bisnieta)(1961) Coronel de Marina Juan Bautista Azopardo Serie C Biografías Navales Argentinas Nº3. Capítulo I. Invasiones Inglesas. pag.20-21 .Secretaria de Estado de Marina, Subsecretaria, Departamento de Estudios Históricos Navales. 

3. ↑ Rodriguez, Horacio y Arguindeguy, Pablo E. (1996) El Corso Rioplatense. Libro I. Capítulo 3. La Guerra de Corso en el Río de la Plata con anterioridad a 1810. 3.1 El Corso Español desde Buenos Aires, Montevideo y la Colonia.Instituto Browniano. ISBN 987-95160-4-4 

4. ↑ Destéfani, Laurio H., Los Marinos en las Invasiones Inglesas, Serie B Historia Naval Argentina Nº15. Comando General de la Armada, Secretaria General Naval, Departamento de Estudios Históricos Navales. (1975). Capítulo VI. Después de la Reconquista y la ocupación de la Banda Oriental. pag. 238 

5. ↑ Azopardo, Mercedes G.(bisnieta)(1961) Coronel de Marina Juan Bautista Azopardo Serie C Biografías Navales Argentinas Nº3. Capítulo I. Invasiones Inglesas. pag.20-21 .Secretaria de Estado de Marina, Subsecretaria, Departamento de Estudios Históricos Navales. 

6. ↑ Diario de Buenos Aires 1806-1807. Alberto M. Salas. (1981) Pág 341 

o A.G.N., IX, 1-2-5 y 49-3-3, f. 34-35 

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Mosca_de_Buenos_Aires"

viernes, 23 de marzo de 2012

¿No era hermosa?

Fotos de Evita jovencita (y actriz)