lunes, 23 de enero de 2012

sábado, 21 de enero de 2012

El excéntrico dueño de Megaupload

Ante la clausura de Megaupload, conozcamos a su fundador, gracias al blog ventana al mundo
El excéntrico dueño de Megaupload

Kim Schmitz, alias Kim Dotcom, no podrá celebrar hoy su cumpleaños dando un paseo con su Cadillac rosa de 1959, o en su Rolls Royce Phantom, o gastándose una millonada en una sonada fiesta. El fundador de Megaupload cumple hoy 38 años en una cárcel de Nueva Zelanda, donde fue detenido anteayer junto a otros tres administradores del portal de descargas merced a una orden de arresto emitida por EE UU, que les acusa de conspiración para cometer fraude, lavado de dinero y, por supuesto, por violar la legislación sobre derechos de autor. Además de los dos coches y de otros –por un importe de 3,7 millones de euros-, la policía se incautó en el registro de la mansión neozelandesa de Schmitz de 8,5 millones en varias cuentas. El ostentoso tren de vida del exhacker termina, de momento, ante una acusación que le puede acarrear más de 20 años en prisión.

Nacido en Kiel (Alemania) en 1974, desde la adolescencia destacó por su dominio de las tecnologías y por el uso no siempre legal que hacía de ellas. De hecho, era conocido como Kimble, su alias hacker, inspirado en Richard Kimball, el protagonista de la serie El fugitivo, que en su día interpretó Harrison Ford en la versión cinematográfica. Este alias es el que también usaba a veces en YouTube donde publicaba discursos.

Según cuentan algunos medios, a los 15 años tenía 12 líneas telefónicas pirateadas en su habitación, sin que sus padres se dieran cuenta. A los 19 años, pirateó ordenadores del Pentágono. También presumió de haber saltado los controles de seguridad de la NASA. A los 20, ya había sido detenido en dos ocasiones por “espionaje electrónico”. En 1998, fue condenado a dos años de cárcel, que no cumplió, por tráfico de cuentas bancarias y en ese año fundó la empresa de seguridad en internet DataProtect. Durante los últimos años 90, fue haciendo dinero con inversiones en empresas tecnológicas y con la venta en 2000 de su participación mayoritaria en DataProtect. En lo alto de la burbuja de las puntocom, vendió sus acciones de la empresa y se hizo millonario. DataProtect se fue a pique un año después.

Pese a toda esta actividad, su oronda figura –más de 140 kilos de excentricidad en dos metros de altura- y su nombre se hicieron realmente conocidos en 2001, con una maniobra que le acarreó una condena a 20 meses de cárcel. Ese año, anunció una inyección de 50 millones de dólares -38,6 millones de euros- en letsbuyit.com, un portal de venta on line al borde de la quiebra. Las acciones de la empresa –previamente había comparado 375.000 dólares en estos títulos-, subieron inmediatamente como la espuma, ocasionándole una ganancia de cerca de un millón y medio de dólares. Sobra decir que él nunca concretó aquella inversión de 50 millones. Por este negocio, fue detenido en Tailandia, deportado a Alemania y multado con 100.000 dólares y condenado a 20 meses de cárcel que no tuvo que cumplir.

También en 2001, el hacker sale a la palestra con una excentricidad propia de su personalidad. Dos amigos suyos mueren en los atentados del 11-S, por lo que anuncia una recompensa de 10 millones de dólares a quien atrape a Bin Laden. Además, se dice capaz de piratear las cuentas del líder de Al Qaeda con su grupo de piratas YIHAT (Young Intelligent Hackers Against Terror, o Jóvenes e Inteligentes Piratas Contra el Terror). Otra de sus fanfarronadas conocidas fue la de contratar a una modelo que había posado para la revista Playboy para que fingiera ser su enamorada mientras navegaba por el Caribe con un grupo de amigos en un yate alquilado. Por supuesto, Kimble decía que era de su propiedad. También se hizo fotos junto a barcos o aviones para hacer creer a los lectores de su blog Kimble.org que eran suyas. En este blog publicaba sus hazañas, como haber gastado en 2010 un millón de dólares en alquilar de un yate de lujo para amarrar en Monte Carlo y asistir al Gran Premio de Fórmula 1, incluyendo fiestas suntuosas con invitados de postín.

Tanta notoriedad le aconsejó un cambio de aires. Con pasaporte alemán y finlandés, Schmitz cambia su apodo por el de Kim Tim Jim Vestor y se muda a Hong Kong, donde se aloja en un hotel. Allí funda en 2005 el imperio Megaupload, por el que ahora ha caído y que, según la acusación de un tribunal de Virginia, ha ocasionado perjuicios económicos por valor de 500 millones de dólares (386 millones de euros) en derechos de autor.

Estiman los fiscales del caso que los dueños de Megaupload ha conseguido lucrarse con 135 millones de euros, a través de las suscripciones y de publicidad. Con ese dinero y otros, Mr. DotCom, como se hace llamar a partir de 2010, se hizo ese año con la mansión más cara de Nueva Zelanda, una propiedad en Auckland por la que pagó 30 millones de dólares y que bautizó como Dotcom Mansion. Donó otros ocho a los damnificados por el terremoto que asoló la ciudad de Christchurch en febrero de 2011.

En el registro de la mansión posterior a su detención el jueves, la policía se ha incautado de coches de lujo, obras de arte, armas, ordenadores y documentación. Dicen medios locales que Dotcom no salía mucho de la mansión y la policía lo corrobora diciendo que el asalto a la mansión fue muy complicado por la cantidad de mecanismos electrónicos de seguridad que tenía instalados. Parece que durante el último año, Schmitz era consciente de que su imperio se tambaleaba. Además de recurrir a artistas conocidos como Kayne West o Alicia Keys para que participaran en una campaña para Megaupload, un correo conocido en enero de un directivo de la empresa asegura que el servicio Megabox, parte del entramado, iba a redistribuir el 90% de sus ingresos a los artistas.

Ve Schmitz que su negocio peligra ya a mediados de 2010, cuando se muestra en un correo preocupado por el endurecimiento de la legislación estadounidense contra la piratería y se plantea inscribir su dominio fuera de EE UU. Demasiado tarde. Año y medio después, la justicia del país ordenaba su detención, la policía neozelandesa le atrapaba parapetado en una habitación blindada en su mansión y cumple 38 años con una petición de extradición a EE UU y con la amenaza de pasar decenas de cumpleaños más tras las rejas. Para evitarlo, en una nueva demostración de su incapacidad de pasar desapercibido, será Bob Bennett, el abogado de Bill Clinton en el caso Lewinsky el que le defienda.


Fuente | El País

viernes, 20 de enero de 2012

jueves, 29 de diciembre de 2011

Lo dijo Perón: Combatir al Capital no es un lema de pintada: es uno de los objetivos que el Justicialismo


Combatir al Capital no es un lema de pintada: es uno de los objetivos que el Justicialismo ha de plantearse como fin principal y último. Indudablemente, la experiencia de los Pueblos no deja de demostrar a lo largo de la historia que la economía no es otra cosa que un trágico juego de suma cero: la riquezas no pueden generarse espontáneamente y de manera enteléquica, sino que es una representación patente del trabajo de los hombres débiles apropiado por otros más fuertes. Quien diga que la riqueza ha de hacerse a futuro sólo está escudándose en una triquiñuela que sólo los tontos creen: esa riqueza jamás se derramará si dejamos que quien la reparta sea el Capital y sus poderes coaligados. La riqueza ha de ser del trabajador, y el gobierno por él elegido quien mueva la máquina en forma de un cuerpo más poderoso que el más fuerte de los hombres.

El Justicialismo hace rato que esto lo ha comprendido, y no podía ser de otra manera: gracias al componedor justicialismo la relación es de fifty-fifty entre el Capital y el Trabajo. No hay para el Justicialismo sino una clase de hombres: los que trabajan.

El trabajador tiene derecho a buscar y querer lo mejor para sí. Tal es el fruto de su trabajo: un crecimiento material y espiritual que pueda perpetuarse en sus hijos. Por ello en este caso os haré llegar un visualizador similar al ClutterView de dispositivos oligárquicos como el iPod, pero especificado para que puedan disfrutarlo en su Banshee, el reproductor multiplataforma que ha engendrado el Justicialismo. Con él la liberación será completa en otras de las ramas del goce espiritual del trabajador.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Hoy más que nunca

Interesante nota a Tanja Nijmeijer

"Yo oí las últimas palabras del Mono Jojoy"
El año entrante la holandesa Tanja Nijmeijer cumplirá una década en las Farc y en febrero tendrá 34 años de edad. Ha escapado siete veces de la muerte, la última de ellas el 20 de septiembre de 2010, cuando 30 toneladas de bombas cayeron sobre el campamento del Mono Jojoy.
Por:  Jorge Enrique Botero
“Yo vivía a 25 metros del búnker del camarada Jorge”, relata 15 meses después de aquella estruendosa madrugada. Tanja tiene en sus manos un ejemplar de la revista Semana que da cuenta de la muerte de Alfonso Cano; un moderno Mac Book Pro al frente y un libro que se titula Marulanda y las Farc para principiantes. Explica que lo está traduciendo al inglés.
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"Nos sentimos orgullososos de que nuestro comandante haya muerto en combate", afirmó Tanja sobre la muerte del Mono Jojoy
En 10 años de monte ha sido traductora y maestra; ha remolcado remesa por los laberintos de la Serranía de La Macarena; ha cruzado a pie al menos cinco departamentos de Colombia: Meta, Cundinamarca, Caquetá, Guaviare, Vichada. Ya perdió la cuenta de los combates en los que ha participado y de los bombardeos que ha esquivado. Puso bombas en Bogotá para presionar el pago de vacunas y perdió su diario en un asalto del ejército en 2005. Había escrito que estaba aburrida en el monte, que no soportaba más la soberbia de ciertos comandantes y la falta de cigarrillos. Se dijo que le habían hecho consejo de guerra y por poco la fusilan. Pero en 2010 reapareció desafiando al ejército. “Si creen que estoy aquí contra mi voluntad, vengan a buscarme. Aquí los espero con mi AK, con morteros, con todo”.
Personaje mediático en Holanda, Niejmeijer ha desatado encendidas polémicas en los diarios y la televisión de su país. La semana pasada se emitió el primer capítulo de una teleserie argumental sobre su vida, rodada en su natal Denekamp, (frontera con Alemania) y en regiones selváticas de Ecuador.
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"La muerte es algo normal en una guerra", dijo Tanja mientras abría la revista en que se anunciaba la muerte de Alfonso Cano
Este es su testimonio de lo ocurrido el día en que el Mono Jojoy murió bajo una lluvia de bombas:
Los días transcurrían con tranquilidad, nosotros estábamos trabajando normal. El Mono Jojoy nos daba charlas en el aula por la mañana, a veces por la tarde también. Me acuerdo que el día antes del bombardeo habíamos visto una película colombiana, Retrato de Mentiras o algo así. Trabajábamos sobre todo haciendo trincheras pues había mucho sobrevuelos de la aviación. Al flanco derecho y al flanco izquierdo del campamento se escuchaba mucho plomo, pero el Mono decía que él no se iba a salir de ahí. Estaba dirigiendo personalmente las peleas.
A veces faltaba el dulce, a veces el café, pero estábamos bien abastecidos. Preciso por esos días habían llegado cigarrillos y los fumadores andábamos contentos.
En esos días, la diabetes tenía al Mono bastante mal. Estaba muy enfermo, mas sin embargo nunca se dejaba achicopalar por la enfermedad. Recibía a los mandos, hacía reuniones de mandos y nos daba las orientaciones. Por las tardes se dedicaba a la orquesta que había creado unas semanas atrás. La orquesta llegaba hasta su oficina y ahí se ponían a componer y a ensayar nuevas canciones. El escuchaba y cantaba. Desde mi caleta yo lo oía cantar todas las tardes.
También andaba por el campamento pero se le notaba el esfuerzo que le tocaba hacer. Se movía para todos lados con una silla de esas de plástico. Llegaba a la rancha y ponía su silla y ahí se sentaba a joder a la gente; se iba para otro lugar y otra vez se sentaba a recochar. Pero todo eso era dentro del campamento porque él ya no podía marchar.
Durante la última marcha que hicimos, en junio del 2010, a él tocó cargarlo en hamaca. Me acuerdo que cuando llegamos a nuestro destino, yo me quedé esperando a que él pasara y me di cuenta que lo estaban cargando en hamaca y a mí me impresionó mucho eso, no sólo porque era el comandante, sino porque habíamos cruzado los terrenos más imposibles y peligrosos a su lado. Verlo en hamaca a mí me dio muy duro. Cuando pasó por donde yo estaba, seguro él se dio cuenta de mi asombro y levantó el puño y me gritó: “!vamos por la Copa, Holanda!”, por lo que estábamos en semifinales del Mundial de Fútbol.
En las semanas anteriores al bombardeo, cada nadita hacíamos simulacros en las trincheras. El Mono nos había anunciado que se venían bombardeos masivos contra la Serranía de La Macarena, así que los ensayos eran permanentes. Usted se acuesta, de repente llaman y usted se mete lo más pronto posible a la trinchera con fusil y con pecheras. La noche anterior al bombardeo hicimos esa maniobra tres veces.
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Tanja en su "oficina" en la profundidad de la selva, donde hace traducciones de documentos de las Farc al inglés.
La tarde del 20 de septiembre habíamos tenido una reunión de los secretarios. Me acosté, hubo un ensayo de trinchera, me volví a acostar y me levanté más tarde a pagar la guardia. Esa noche me tocó el tercer turno, de 10 a 12. Durante el turno todo estaba normal. Pasó un avión pero todo estaba normal. Me acosté a las 12 de la noche y a las dos de la mañana una bomba me despertó. Aunque no había caído muy cerquita de mi caleta, la bomba me despertó y yo me metí de una a la trinchera, con cobija y todo, pero sin botas, porque después de la primera cayeron tres más, una detrás de la otra. Después se hizo un corto silencio y yo salí de la trinchera, me puse las botas, las pecheras y el fusil y me volví a meter a la trinchera con rabia pues no había podido encontrar mis lentes de contacto. De repente empezó el bombardeo masivo. Desde el comienzo se notó que todo el fuego estaba concentrado en el búnker del camarada Jorge. Ese búnker quedaba como a 25 metros de la escuadra de nosotros. Todo el fuego iba concentrado ahí, las primeras cochadas de bombas. Entre bomba y bomba yo trataba de mirar pero no se veía nada, solo se escuchaba cacarear a una gallina herida. Cuando ya pasó el bombardeo masivo contra la caleta del Camarada, comenzaron a bombardear a las escuadras; la última cochada de bombas yo nunca la voy a olvidar porque una cayó a unos cuatro o cinco metros de mi caleta.
Entre cochada y cochada nosotros escuchábamos gritar al Mono. Él quedó vivo después de las primeras bombas. Llamaba a Quino, su oficial de servicio, quien también murió esa madrugada, y le decía: “!Quino, saque a la gente, saque a la gente! Esas fueron las últimas palabras del Mono. Ahí está pintado él: Quino, saque a la gente!...
Después de las últimas bombas, yo estaba un poco sorda. Tenía el cuerpo dormido de la cintura para arriba. Me hormigueaban las manos, los brazos, todo. En la trinchera hacía un calor insoportable, entonces yo saqué la cabeza y pensé en sacar mis cosas, mi equipo, y ahí me di cuenta de que ya no había nada. Donde estaba mi caleta ya no había nada. Un palo grande y negro había caído encima. Saqué la cabeza un poquito más y vi la caleta del Mono. Eso parecía, -como le dijera yo- un pastal, un cultivo: ya no había árboles, no había matas, todo había quedado arrasado. Todo estaba negro y se miraban llamas por aquí, por allá…
Cuando salí de la trinchera dije: menos mal tengo mi fusil y tengo mis pecheras, así que nos vamos. El comandante de mi escuadra nos estaba llamando a todos y nosotros respondimos, así que dio la orden: ¡Vámonos saliendo, muchachos! Salimos por un filo. Éramos 17, el bombardeo ya había pasado pero entonces comenzaron a ametrallarnos. Seguimos subiendo como una hora y media hasta que coronamos el filo y ahí me puse debajo de una roca. Saqué mis lentes de contacto, me los puse y por fin me sentí lista pa las que fuera.
Una parte de la escuadra se devolvió a pelear. Trataban de impedir que el ejército desembarcara en el campamento, mientras otros nos dedicamos a evacuar a los heridos, a sacar economía, munición…Duramos casi todo el día en esas.
En los siguientes días nunca salimos del área de combate. Escuchábamos los aviones, escuchábamos las peleas y casi no oíamos radio. Estábamos dedicados a tareas militares. En las exploraciones a veces encontrábamos panfletos que decían: “Murió el terror de La Macarena, ya Alfonso Cano lo está pensando, usted que va a hacer?”. A nosotros nos daba risa. A los que botaban los panfletos se les olvidó que los guerrilleros tenemos una consigna: los muertos no se lloran, su memoria se lleva al próximo combate. Lo que se miraba en esos días era esas ganas de la gente de salir a pelear.
Después, con el paso de los días, a la gente le llegó la tristeza. No mira que él anduvo tantos años con nosotros? Que para muchos era como un padre…
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Tanja durante la entrevista con el preriodista Jorge Enrique Botero.