viernes, 24 de junio de 2011

Fangio, secuestro en La Habana




  A pocas horas de largarse el Segundo Gran Premio de Cuba, el domingo 23 de febrero de 1958, el mejor corredor del mundo fue secuestrado por el Movimiento Guerrillero 26 de Julio, comandado por Fidel Castro desde Sierra Maestra.


Por Santiago Senén González

"Disculpe, Juan -escuchó el piloto de Balcarce la noche anterior a correr el Gran Premio de Cuba, en 1958- me va a tener que acompañar".
  La escena e produjo en el hall del Hotel Lincoln de La Habana, cuando un militante del Movimiento 26 de Julio interrumpió la charla que el quíntuple campeón mundial sostenía con sus mecánicos. Ayudado de una pistola calibre 45, el revolucionario lo obligó a que lo siguiera hasta la calle, donde los esperaba un automóvil.
  Fangio había sido invitado a participar en una carrera de autos sport en la isla. La competencia era parte de los eventos deportivos programados por el gobierno cubano para mejorar la imagen del dictador Fulgencio Batista, quien por esos días enfrentaba la más dura crisis de todos sus años de mandato.
  Al joven alto y morocho que entró al hall del Lincoln en búsqueda del campeón mundial le temblaba el pulso, pero no dudó en cumplir su cometido. "Yo estaba esperando que el custodio tirara, para arrojarme al suelo, como en las películas de acción", recordaría Juan Manuel Fangio tiempo después. Nadie disparó; Alejandro D'Tomasso, otro de los corredores, hizo un leve movimiento, como para alcanzar una caja cercana; pero una sugerencia del activista, que le dijo: "Cuidado... haré fuego si se vuelve a mover", lo convenció de suspender definitivamente sus planes. "¡Otro movimiento y los mato!", repitió el guerrillero ante los movimientos incómodos de Stirling Moss, otro gran corredor presente en la isla. En tanto, D'Tomasso se quedó muy preocupado por la situación. "Pensé que aquella gente estaba dispuesta a todo", afirmaría más tarde.
  Marcelo Giambertone, el manager de Fangio, recordaría, durante las horas del secuestro, la confianza de ganar la carrera que le había manifestado el campeón antes de bajar al hall del hotel al encuentro con los corredores y el valor que mostró cuando llegaron por él: "entró el hombre de la chaqueta de cuero, y creo que el menos nervioso de todos era Juan Manuel. El siempre ha dado muestras de tener nervios de acero. Hasta sonrió cuando lo encañonaron con la pistola...".
  El Chueco -con la pistola contra la espalda, sin violencia pero con firmeza- fue obligado a salir hasta la esquina, donde lo subieron a un Plymouth negro. Los testigos lo vieron alejarse por la calle Virtudes, mientras otros cómplices, también armados, cubrían la retirada. Le dijeron que si los descubrían las balas pondrían en peligro las vidas de todos. Fangio pidió una gorra, porque pensó que podían identificarlo por "la pelada", pero no tenían nada, ni siquiera anteojos, así que se acurrucó todo lo que pudo en el piso del auto. Recién en ese momento empezó a convencerse de que se trataba verdaderamente de un secuestro, ya que en un principio dudó, pensando que era la contrapartida de una broma hecha a Giambertone.
  Después de una hora de recorrer la ciudad, y luego de haber pasado un control policíaco de rutina y cambiado dos veces de vehículo, el corredor argentino era llevado, por fin, al lugar donde permanecería secuestrado hasta después de la carrera. Entraron a una casa por la escalera de incendio; en una habitación había una mujer con un chico; en otra, un hombre herido. Los secuestradores se retiraron, a excepción de dos que quedaron como custodios. Poco tiempo después volvieron a buscarlo, subieron a otro automóvil, y lo llevaron a una nueva casa, en El Vedado, la zona aristocrática de La Habana. En el traslado no le vendaron los ojos, por lo que pudo ver hasta el número de la casa. En el nuevo destino había mucha gente que festejaba el éxito del, operativo; algunos pedían autógrafos al campeón que, sin nada que temer, se atrevió a comentar que no había cenado. Fangio pensaba pasar la noche previa al Segundo Gran Premio en la habitación 810 del Hotel Lincoln (el cuarto, con recuerdos del quíntuple campeón de automovilismo, actualmente lleva su nombre), pero el joven Manuel Uziel, una causa revolucionaria y un arma alejaron al piloto del hotel.
  De esa noche recordará, años más tarde, los infinitos pedidos e disculpa que recibió y la cena (patatas fritas con huevo) que le preparó la dueña de casa a condición de que "no sea muy fino". Al día siguiente, el domingo por la mañana, Faustino Pérez le acercó los diarios; conversaron, y Fangio le pidió que le avisaran a su familia, de lo que Pérez se encargó personal e inmediatamente. La carrera era televisada, pero el corredor rechazó la invitación a mirar: no podía resistir el ruido de los motores y no estar allí.
  Amistad y agradecimiento devolvería Fangio a sus captores; creía en el destino, por lo que los sucesos de la carrera del 58, en el Malecón, el circuito costero de La Habana, le harían pensar en su buena suerte: "Cuando las cosas se serenaron un poco y los secuestradores dejaron de pasearme por casas y departamentos, no tuve más remedio que decirles: miren señores (...) quizá ustedes me hicieron un favor".
  El Maserati 450 S con el que debía correr era propiedad de un norteamericano, y ya había corrido en Venezuela. Si bien en el circuito de pruebas, el sábado 24 de febrero, Fangio había marcado el mejor registro de clasificación, el auto tenía algunos problemas.
  En la costanera había un salto, y cada vez que el Maserati pasaba por ahí, levantaba vuelo y, al caer, iba de cordón en cordón. Los mecánicos pensaban que eran los amortiguadores, pero después se dieron cuenta de que el coche estaba volcado: midieron una diferencia de más de cinco centímetros en la trocha, entre las ruedas de un lado respecto de las otras.
  El corredor argentino había hablado sobre los inconvenientes de su auto con Bertochi, el jefe de mecánicos de Maserati, cuando a punta de pistola, lo sacaron del Lincoln.
  Fangio no había sido liberado aún cuando le informaron que la carrera había sido suspendida por un accidente. En la quinta vuelta se despistaron dos autos, muriendo seis personas y cuarenta resultaron heridas.
En carrera a la revolución


  Unas pocas horas después del secuestro de Fangio, la noticia ocupaba los titulares de los principales diarios y revistas de América y Europa. La revista cubana Bohemia señalaba: "En París, Londres, Nueva York, Roma, Ciudad México y Buenos Aires se le dieron importantes espacios en las primeras planas. Las agencias cablegráficas especulaban con el sensacional secuestro del más afamado automovilista del mundo".
  La Habana era noticia: el régimen político imperante, las motivaciones del Movimiento 26 de Julio y el estado de tensión en que se vivía quedaron bajo la lupa de todas las capitales del planeta.
  Mientras el corredor argentino, a los 46 años, era el piloto que más títulos había ganado en Fórmula 1, y era seguido por multitudes de espectadores, la dictadura cubana debía recurrir cada vez más a la represión ante la imposibilidad de manejar la situación pacíficamente.
  La guerrilla avanzaba, y los actos de sabotaje se repetían casi a diario. Veinticuatro horas antes del secuestro d Fangio, un grupo de rebeldes había realizado un audaz golpe contra el Banco Nacional de Cuba sin robar un centavo: simplemente prendieron fuego a millones de cheques. También había circulado la versión de que Castro ofrecía la paz a cambio de elecciones supervisadas por la OEA (Organización de Estados Americanos) y el control militar de la provincia de Oriente. Rumores y actos inesperados se mezclaban para crear un clima de confusión, incertidumbre y expectativa.
  El Segundo Gran Premio de Cuba había sido organizado con el propósito de demostrar que en la isla "no pasaba nada"; toda la atención debía fijarse en el circuito El Malecón. Pero el régimen de Batista no había contemplado la posibilidad de que todo el aparato publicitario montado se le volviera en contra.
  Los partidarios de la lucha guerrillera y clandestina no estaban dispuestos a desaprovechar su gran oportunidad: el grupo comandado por Fidel Castro había decidido difundir la causa que los movilizaba. Ya un año antes habían planeado el secuestro de Fangio, pero la falta de tiempo y dificultades organizativas habían frustrado la acción. En el 58, a diferencia del año anterior, los revolucionarios estaban organizados, por lo que se decidieron a planificar detalladamente la acción. Según declaraciones de uno de los ideólogos, publicadas en Bohemia, el grupo contaba con toda la información necesaria: "dos horas antes del aterrizaje ya sabíamos el número de la habitación que ocuparía en el Hotel Lincoln. También investigamos el color, chapa y modelo del auto que Fangio tendría a su disposición en La Habana".
  El plan debía llevarse a cabo con mucha precisión, porque el Chueco llegaría sólo dos noches antes de la carrera. El grupo guerrillero aún estaba decidiendo el lugar más preciso; se pensó en ir a buscarlo a su propia habitación, y luego se mencionó la posibilidad de esperarlo a la salida de un programa de TV, al que asistiría el sábado por la noche.
  Se resolvió lo último. Tres autos se apostaron a la salida del estudio, pero los amigos, la custodia y el público que rodeaban al corredor obligaron a suspender la operación.
  Los obstáculos seguían. Sobre todo, la excesiva vigilancia, que impediría nuevamente concretar el rapto, esta vez a la salida de un cóctel en el Hotel Nacional. Un miliciano, que se encontraba dentro del edificio, informó de un incidente con un fotógrafo que había puesto al descubierto la cantidad de guardias de civil que estaban controlando la reunión.
  Durante todo este tiempo Fangio era seguido siempre por un auto. Otros dos estaban ubicados en lugares convenidos, desde donde se comunicaban por teléfono, para reemplazarse, y de ese modo evitar que los identificaran. Pese a los inconvenientes, el operativo estaba montado y el secuestro se iba a realizar. El domingo, en el circuito de pruebas El Malecón, el control policial obligó a reconsiderar la situación: "siempre iba a estar rodeado de amigos y custodios, así que acordamos secuestrarlo en las narices de sus acompañantes". Así fue como decidieron entrar al Lincoln la noche previa a la carrera.
  Horas después, las agencias de información comenzaron a recibir la sorprendente noticia: "Habla el 26 de Julio... Tenemos secuestrado a Fangio... No se alarmen, no hay peligro para su persona.. Seguiremos informando".
  El secuestro fue un duro golpe para los proyectos de Batista. La situación era desconcertante. Se anunció que el propio general - presidente y jefe del Estado Mayor Conjunto asumían la dirección de las investigaciones. En pocas horas se montó un gran operativo, y miles de miembros de los institutos de investigaciones se pusieron a buscar al corredor argentino, analizando todas las pistas posibles. Los testigos fueron sometidos a la inspección de archivos fotográficos con el propósito de identificar a los secuestradores. Las salidas de la capital y los aeropuertos fueron controlados. Pero todo parecía inútil, no se conseguía avanzar en la búsqueda.
Dilema para secuestradores


  Después de la carrera, con su objetivo cumplido, los miembros del grupo revolucionario se enfrentaron a un nuevo problema: cómo liberar a Fangio sin que corriera riesgos. El temor provenía de la posibilidad de que la gente de Batista matara al corredor para culpar, y así desprestigiar, a Fidel Castro.
  Pensaron en dejarlo en una iglesia, pero el Chueco les pidió que llamaran al embajador argentino. Una mujer y dos jóvenes lo llevaron ante el diplomático, quien era nada menos que el primo de Ernesto Che Guevara, dejándole una carta en la que manifestaban que no tenían ningún problema con la Argentina, que sus objetivos se restringían al derrocamiento de la dictadura cubana y, nuevamente pedían disculpas.
  A 27 horas del secuestro, Fangio -sano y salvo- quedaba en mano de las autoridades argentinas. Una vez libre, recalcó ante los periodistas habaneros lo bien que había sido tratado. Estuvo en tres residencias -sin que le vendaran los ojos en ningún momento-, y en los tres lugares contaba con tantas comodidades como en el hotel. Los reporteros no evitaron las sonrisas cuando el argentino manifestó que había charlado "macanudamente" con sus captores.
  El M 26-7 logró publicitarse, tal como lo había planeado, pero también Fangio vio incrementada su popularidad. De La Habana viajó a Miami para descansar algunos días; allí, el intendente le entregó las llaves de la ciudad; luego fue invitado al programa de televisión más popular de la época, en Nueva York.
  Le ofrecieron mil dólares por presentarse diez minutos en el programa de Ed Sullivan, junto a Jack Dempsey. El campeón comentaría con ironía que "había ganado cinco campeonatos del mundo, había corrido y ganado en Sebring, pero el secuestro de Cuba fue lo que me hizo popular en Estados Unidos".
De tu querida presencia... Fangio


  Fangio volvió a saber de los revolucionarios cubanos unos meses después del secuestro. Se comunicaron con él cuando se encontraba en una carrera en Indianápolis. En aquel momento le pidieron que intercediera ante el general Fernández Miranda por la captura del que lo obligara a salir del Hotel Lincoln para mantenerlo privado de su libertad por unas horas.
  El corredor accedió a la solicitud, dijo al militar que había sido bien tratado, que su vida no había corrido peligro, y pidió que no se tomaran medidas muy severas. Obtuvo la promesa de Miranda de que se iba a ocupar personalmente del caso, y no supo más del tema.
  Faustino Pérez había sido el cabecilla de la operación del 58. Llegó en el Granma, el barco en que los revolucionarios, exiliados en México, regresaron para llevar a cabo la insurrección. Pérez fue jefe de la resistencia y, con la revolución en el poder, ocupó diversos cargos. Otros de los participantes en el secuestro no tendrían tanta suerte, como Oscar Lucero y Blanca Niubi, quienes fueron torturados y muertos por la policía de Batista.
  "Cuando la revolución triunfe, lo haremos invitado de honor", le había dicho Arnold Rodríguez, uno de los guerrilleros que intervino en el operativo. Un año y medio después, con Fidel Castro a la cabeza del gobierno, Fangio recibió la prometida invitación. Pero su regreso a Cuba no se concretó en ese momento, sino veinte años más tarde.
  Fue en 1981 cuando volvió a visitar ese país, como presidente de la empresa Mercedes Benz, para concretar la venta de unos camiones al gobierno cubano. Lo recibió su amigo, Faustino Pérez, en ese momento ministro de Industria de Cuba. Fidel Castro interrumpió una importante reunión internacional para entrevistarse con él y pedirle disculpas por el operativo del 58.
  Con ocasión del vigésimo quinto aniversario de su encuentro con el Movimiento 26 de Julio, Fangio recibiría un telegrama de saludo de sus amigos los secuestradores recordando "aquel episodio" que, "más que secuestro y detención patriótica, sirvió, junto con su noble actitud y su justa comprensión, a la causa de nuestro pueblo, que siente por usted viva simpatía, y en nombre del cual lo saludamos al cabo de un cuarto de siglo". Unos meses antes -luego de una intervención quirúrgica en la que le implantaron el quíntuple by-pass aorto-coronario- había recibido otro mensaje, en su oficina de la Mercedes Benz, deseando su recuperación. También para su cumpleaños número 80, entre los mensajes de todo el mundo que llegaban a su casa para saludarlo llegó uno de Cuba: lo firmaban "Sus amigos los secuestradores".
  Arnold Rodríguez, otro de los secuestradores, viajaría a Buenos Aires especialmente para ver a Fangio. En 1992 fue invitado al sexto aniversario de la inauguración del museo en honor al piloto. El mismo está en un edificio construido en 1906, detrás de las históricas paredes de la anterior sede comunal de Balcarce.
  El Museo -de 5000 metros cuadrados- cuenta con un microcine de 110 butacas, donde pueden revivirse recordadas imágenes de carreras de autos de Fangio. Desde sus comienzos en carreras regionales hasta las que disputara en pistas de todo el mundo, incluyendo las de Turismo Carretera. En el interior del Museo hay también autos, premios y medallas.


  Actualmente, en la puerta del Hotel Lincoln, situado en el reparto (barrio) de El Vedado, en la ciudad de La Habana, una placa de bronce recuerda aquellos años: "En la noche del 24-2-58 en este mismo lugar fue secuestrado por un comando del Movimiento 26 de Julio, dirigido por Oscar Lucero, el cinco veces campeón mundial de automovilismo Juan Manuel Fangio. Ello significó un duro golpe propagandístico contra la tiranía batistiana y un importante estímulo para las fuerzas revolucionarias".

jueves, 23 de junio de 2011

El Olonés, el bucanero que comía corazones


El Olonés, el bucanero que comía corazones



Jean-David Nua, también conocido como François l’Olonnais, fue un bucanero francés que durante dos décadas aterrorizó el Caribe en el siglo XVII. Las historias que se cuentan de él lo ponen como uno de los bichos más crueles y feroces de entre los Hermanos de la Costa. También es uno de los piratas más famosos. Por cierto, si quieren saber la diferencia entre pirata, bucanero, filibustero y corsario, lean esta curistoria.

Según la leyenda, sus hombres le seguían con fidelidad y eran igual de bárbaros que él. Consiguió infinidad de tesoros y sus métodos de interrogación rozaban el canibalismo. Escogía a uno de los hombres que iba a interrogar y, para que el resto supieran con quién se la estaban jugando, le cortaba el cuerpo en pedazos o le abría el pecho, extraía su corazón y lo masticaba, para escupirlo finalmente a los que seguían con vida. Con seguridad, estos acababan hablando.

Después de aterrorizar las costas centroamericanas, el Olonés tuvo la mala suerte de naufragar. Aguantó un tiempo luchando contra los indios. El Olonés y sus hombres intentaron escapar usando unas barcas que habían construido, pero fracasaron en el escape y acabaron siendo capturados por la tribu kuna. Todos los bucaneros murieron a manos de los indios. Todos, menos uno, que fue el que relató lo ocurrido: “lo despedazaron y descuartizaron, lo asaron y… se lo comieron”.

Los kuna eran antropófagos y por una extraña justicia divina, el Olonés, el bucanero que comía corazones acabó siendo devorado.

martes, 14 de junio de 2011


La Historia de Rufina Cambaceres
La catalepsia




Del acervo de fascinantes historias, públicas y privadas, encantadoras o macabras,
sugestivos relatos sobre el tradicional Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires, quisiera rescatar uno en particular que se ha quedado plasmado de manera casi diría sonora en el tapiz de mi alma.
Se trata de la historia de una joven, su nombre: Rufina Cambaceres , quien pasó por esta vida casi como en un suspiro, en una mixtura de amor , horror y tragedia, solo Dios sabe porqué...
Pródigas y variadas son las versiones existentes sobre la vida y muerte de esta muchacha: se dice que murió de amor, también de catalepsia, otros aseguran que es la "dama de blanco", rondando en los corredores de la antigua necrópolis.... Veamos someramente la historia...
Eugenio Cambaceres, escritor bonaerense de la década del 1800 , intentó exponer ante los ojos de todos las hipocresías de la gazmoña alta sociedad de fines del siglo con sus ácidas obras, y por añadidura fue rechazado socialmente a causa de haber elegido para contraer matrimonio a Luisa Baccichi, quien había nacido en la ciudad italiana de Trieste habiendo arribado a una moralista Buenos Aires integrando uno de las tantos conjuntos de bailadoras inmigrantes, tan mal vistas por la sociedad de esa época.
Como único fruto de este matrimonio, nace Rufina, a quien desde la más tierna edad también persiguió la censura de la que fue víctima su madre, quien era apodada por la "gente bien" como "La Bachicha", en burlesca alusión a su apellido y origen. Suponemos que no debe haber sido fácil la vida de esta joven.
Como añadido, quiso el destino llevarse de esta vida a su padre, Eugenio Cambaceres enfermo de tuberculosis, y así Luisa y Rufina quedaron solas, en un palacete sito en la calle Montes de Oca y una estancia, "El Quemado", como parte de su herencia.
La niña desarrolló un carácter contenido y solitario. Mientras que su madre, un par de años después de la muerte de Cambaceres , pasó a convertirse en "la querida" de Hipólito Irigoyen, el único presidente soltero que tuvo la Argentina y con quien tuvo luego un segundo hijo, Luis Herman, el cual solicitó autorización para usar el apellido Irigoyen (con "i" latina), anteponiéndolo a su apellido materno, lo que fue aceptado por la Justicia. Medio hermano de Rufina, quien en estos temas estaba ajena como era de costumbre en esa sociedad que preservaba a las jovencitas de "ciertos temas".

Un libro reciente la bautizó "La escondida, y es porque Luisa Bacichi estuvo en silencio junto a Yrigoyen desde la primera presidencia sin que esto tomase estado público oficial.
Para ese entonces Rufina ya había cumplido catorce años, era muy agraciada y cantidad de mozos rondaban la antigua casona de Montes de Oca, sin obtener no obstante sus favores. Ella sabía a quien amaba, con ese silencio que la caracterizaba.
Corría el año 1902, algunos hablan de 1903..., pero fue el día 31 de mayo en que Rufina cumplía sus diecinueve años, y Luisa había dispuesto una importante celebración para terminar luego la noche en el Teatro Colón disfrutando de una función lírica. Tales eran los planes. Sin embargo, el destino movió los hilos en un sentido diferente.
Según cuentan, ese día del cumpleaños diecinueve de Rufina, mientras ella se estaba acicalando para dirigirse al teatro, recibió de labios de su amiga íntima una revelación que desencadenaría los hechos subsiguientes. Esta le confesó un secreto que había mantenido bajo resguardo durante largo tiempo y sintió el momento de revelarlo. ¿ Y de qué se trataba? Pues que el mismísimo novio de la niña mantenía relaciones con su bella madre, que eran amantes. El impacto que le produjo esta confidencia ocasionó a Rufina tal lacerante dolor, que su corazón literalmente se destrozó y le provocó la muerte en el acto.
Ese fue el momento en que Luisa oyó el aullido pavoroso de la mucama que halló a Rufina, corrió a su recámara y la halló tendida en el suelo, inmóvil, muerta. Uno de los médicos presentes diagnosticó un síncope. Tres médicos certificaron que Rufina había muerto.


Hipólito Yrigoyen se cuidó de acompañar a Luisa e inhumar sus restos en la Recoleta.

Sin embargo, esta funesta historia no había acabado aún; el espanto recién comenzaba.

Un par de días más tarde, el cuidador de la bóveda de los Cambaceres debió comunicar a Luisa que descubrió abierto y con la tapa quebrada el féretro de Rufina. El cajón se había movido; y cuando lo abrieron, encontraron a la joven con el rostro y las manos arañados y amoratados.
Se cuenta que Rufina habría sido víctima de un ataque de catalepsia y despertó en la oscuridad del sepulcro para rendirse y volver a morir después de una desconsolada y estéril pelea.

Oficialmente se manifestó que se había tratado de un hurto, dado que la niña había sido enterrada con sus joyas más lucidas; no obstante, a Luisa le tocó vivir el resto de su vida remordida por el conocimiento y certidumbre de que su hija había padecido un ataque de catalepsia por lo que fue sepultada viva.

Una versión más retorcida y no comprobada, que aparece en un libro de Victoria Azurduy y avalaría la anécdota de "la amiga", dice que la madre de Rufina, Luisa , le proporcionaba un somnífero a su hija para poder encontrarse clandestinamente con su amante, que era verdaderamente el pretendiente de la hija. Parece que esa noche, la joven tomó una dosis más fuerte e ingresó en un coma profundo, del que despertó en la tumba.

Ese es el motivo por el cual en el monumento que recuerda a Rufina se la representa tratando de asir el picaporte de una puerta. Imagen dolorosa y trágica, como suelen ser tanto el amor como la intolerancia.

Mientras, la trágica escultura de Rufina Cambaceres impera eternamente entre las brumas y las luces mortecinas de la Recoleta, intentando tal vez inmortalizar a la joven hija del escritor Eugenio Cambaceres y su esposa Luisa, como padeciendo un castigo por la censura de la sociedad de su tiempo.

viernes, 10 de junio de 2011

Nuevos números en la PBA

Del blog del Ingeniero

VIERNES 10 DE JUNIO DE 2011

Nuevos números en la PBA


Los amigos de la consultora Pregunta Abierta nos mandan su última encuesta de intención de voto a presidente realizada en laPBA entre el 2 y el 8 de junio. Lo relevante es que incluye la primer medición a Hermes Binner como candidato presidencial.



Cristina Kirchner encabeza superando por 35 puntos a sus contendientes. Hermes Binner, medido por primera vez como presidenciable en Provincia de Buenos Aires, obtiene cerca de un 9%restándole en mayor medida votantes a Ricardo Alfonsín. El candidato socialista es el más desconocido entre todos los relevados y tiene una muy baja imagen negativa.
Alfonsín se mantiene fuerte en el interior de la Provincia llegando en algunos distritos al 20%.
Al igual que en mediciones anteriores, la intención de Cristina Kirchner en el conurbano, alcanza valores récord. Allí la presidenta obtiene un 56,2%de intención de voto y la sigue Alfonsín con 12,1%
Además incluye esta medición: Más allá de lo que Ud. vote, quien será el ganador en la PBA?


Como no se observan demasiados cambios en la intención de voto frente a mediciones anteriores, mostramos cual es la sensación del electorado acerca de lo que puede ocurrir en la elección en la Provincia de Buenos Aires. Casi 3/4 del electorado cree que la reelección de Daniel Scioli es un hecho. En el GBA, este valor orilla el 80%.
En lo que respecta a intención de voto, Daniel Scioli lidera con 43,3%seguido por Francisco de Narváez con 17,3%. Este último solo supera los20 puntos porcentuales en algunos municipios de la 6ta sección electoral. Por otra parte, a diferencia de lo ocurrido en 2009, De Narváez cae en las preferencias electorales de los más jóvenes.

jueves, 9 de junio de 2011

Casa Colectiva La Nacional o el “Conventillo de la Paloma"


Casa Colectiva La Nacional, conocida como el "Conventillo de la Paloma" con entradas por las calles Thames 145/49 y Serrano 152/58,
  En 1887, en los albores del nacimiento de la Ciudad de Buenos Aires como Capital de la República, la Provincia de Buenos Aires le cede los pueblos de Flores y de Belgrano, ubicándose en éste último pueblo una zona de extensas quintas atravesada por un cañadón denominado Arroyo Maldonado, que ante cada lluvia intensa desbordaba e inundaba las quintas y todo lo que se encontraba a su paso.-
  Por ese entonces el Intendente Municipal de la Ciudad Dr. Antonio F. Crespo apadrinó la construcción de una importante curtiembre ubicada entre Canning, Warnes y el Arroyo Maldonado, que generó buenos negocios para los fabricantes locales de calzado que comenzaron a denominar al lugar "Villa Crespo" en honor al intendente Crespo.
  En 1888 se afincó en el lugar la fábrica de calzados de la Empresa Wattini y Cía. desde su anterior emplazamiento en la Plaza de la Victoria, denominándosela "Fabrica Nacional de Calzados".
  Su gerente, don Salvador Benedit, con el objetivo de que sus obreros vivieran cerca del lugar de trabajo hizo construir una casa colectiva que se denominó "La Nacional", que tenía 112 habitaciones con cocinas, ubicada en la hoy calle Thames 147 con salida por Serrano 152.

Podríamos decir que ese lugar, se constituyó en la primera población de familias del barrio dando lugar a uno de los tantos crisoles de habitantes de distintos orígenes que conformaron nuestra identidad nacional cosmopolita.
  Poco tiempo después, esa casa ya era denominada "Conventillo Nacional" habitando en ella inmigrantes en su gran mayoría españoles, italianos, judíos, árabes y criollos quienes organizaban tertulias y bailes sin faltar los clásicos dramas de amoríos y peleas que a veces acababan con la muerte de algunos de sus protagonistas.
  No por azar, Alberto Vacarezza se inspiró en ese lugar para producir su célebre sainete "El Conventillo de la Paloma" donde convivían en caricaturas lingüísticas y expresivas, españoles, italianos, judíos, árabes y los clásicos compadritos argentinos.
  El 29 de mayo de 1930 se cumplían las mil representaciones ininterrumpidas de ese sainete, siendo la primer obra teatral que en la Argentina tenía semejante éxito.
  Han pasado más de 110 años y tanto el barrio como la casa en cuestión albergan a familias de todas las colectividades que conviven pacífica y armoniosamente.
  El edificio, cuyo valor arquitectónico surge de sus características singulares, que aún conservan las cerámicas y baldosas en su pasillo con los dibujos característicos de la época, es uno de los pocos que presentan esta tipología en nuestra Ciudad.
  En líneas generales, la propiedad posee condiciones de habitabilidad ya que en ella viven inquilinos y su estructura general presenta características que hacen presumir la originalidad de sus fachadas.
  En razón de ello el espacio urbano definido y conocido popularmente como "El Conventillo de la Paloma" constituye un ámbito singular que se puede identificar como uno de los referentes de nuestra cultura ciudadana. 

Informe del ex virrey Cisneros sobre la Revolución de Mayo.


Buenos Aires, 22 de junio de 1810
Señor.
V:M, sabe el peligroso estado en que hallé a Buenos Aires y a todo este Virreinato cuando tomé las riendas del mismo (...) (el 20 de mayo) llamé sin demorar a todos los comandantes y mayores de los cuerpos militares de esta guarnición. Congregados que fueron, les hice presente el peligroso estado del pueblo y el desarreglo de sus intempestivas pretensiones: les recordé las reiteradas protestas y juramentos con que me habían ofrecido defender la autoridad y sostener el orden público; y los exhorté a poner en ejercicio su fidelidad en servicio de V. Majestad y de la patria.


" Pero tomado la voz don Cornelio Saavedra, comandante del cuerpo urbano de Patricios que habló por todos, frustró mis esperanzas, se explicó con tibieza: me manifestó su inclinación a la novedad; y me hizo conocer perfectamente que si no eran los comandantes los autores de semejante división y agitaciones, estaban por lo menos de conformidad y acuerdo con los facciosos (...)
El día siguiente, 21 de mayo (...), el Cabildo (...) procedió a la junta general convocando por esquelas a quinientos vecinos; de los cuales asistieron solamente 200 por las causas que abajo expresaré. El 22 fue el día designado para la celebración de la Junta y el día en que desplegó la malicia todo género de intrigas, previsión y maquinaciones para llevar al cabo tan depravados designios. Había yo ordenado que se apostara para este acto una compañía en cada bocacalle de las de la Plaza a fin de que no permitiesen entrar en ella ni abrir a las Casas Capitulares persona alguna que no fuese de las citadas; pero la tropa de los oficiales era del partido: (...) negaban la entrada a la plaza a los vecinos honrados y lo franqueaban a los de la confabulación, tenían algunos oficiales copias de esquelas de convite si nombres y con ellas introducían a las casas del Ayuntamiento a sujetos no citados por el Cabildo, o porque los conocían de su calidad, o porque los ganaban con dinero; así es como en una ciudad de más de tres mil vecinos de distinción y nombres, solamente concurrieron 200, y de estos muchos pulperos, algunos artesanos, otros hijos de familia y los más ignorantes y sin las menores nociones para discutir un asunto de la mayor gravedad. (La Junta) efectivamente (...) ha empezado las funciones de su gobierno ejercitando actos de verdadera soberanía que sólo son reservados a la suprema potestad de Vuestra Majestad (...).
Ha entablado el sistema de terrorismo para con todos los hombres de bien que manifiestan adhesión al legítimo gobierno, que sienten en favor del Consejo de Regencia de Vuestra Majestad, que publican noticias favorables de España, que opinan contra su ilegalidad o que murmuran de sus providencias; y el sistema de indulgencia con todos los sediciosos y partidarios de la independencia (...). Los que en el Cabildo insultaron y vejaron al reverendo obispo y a otros vecinos honrados, han sido aplaudidos; los que publican por las calles, su libertad del yugo de España no son apercibidos. (...)
veo indispensable la necesidad en que se halla Vuestra Majestad de remitir sin pérdida de momento por lo menos dos mil hombres de tropa con buenos y probados oficiales que impongan el respeto y restablezcan la subordinación; pues con esta providencia y con el desengaño de la Corte de Londres, con cuya protección han contado estos miserables e inexpertos faccionarios; se remediarán todos los males y quedarán asegurados estos dominios de Vuestra Majestad, que de otra suerte peligran y están próximamente expuestos, o a ser la presa de la ambición; a ser víctima de su misma disolución (...)


Fuente:
Pueyrredón, Carlos A., 1810. La Revolución de Mayo según amplia documentación de la época, Buenos Aires, Peuser, 1953, pág.583.

El tren de la historia: anotaciones al margen


Cristina celebró el 17 de mayo la recuperación del Ferrocarril Belgrano Cargas y definió que “al poner en marcha los ferrocarriles, ponemos en marcha el país.”Comprenderá a cinco provincias: Formosa, Salta, Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe. A propósito, esta nota de Juan Godoy escrita, curiosamente, meses antes, en febrero de 2011.


¿Se podría reescribir nuestra historia reciente, desde mediados del siglo XIX, como la historia del ferrocarril? Si lo intentáramos, ¿tendríamos en ella los diferentes tópicos que hacen al desarrollo de una nación? Mirando hacia atrás tenemos tiempos en que los ferrocarriles no existían, en que el traslado de sujetos y/o de mercancías era con animales, carretas, etc., momentos en los que la desintegración es latente, de sitios anegados, de grandes distancias (más grandes aún), de dificultad para la comunicación. Con el advenimiento del material férreo, rodante, grandes vagones, largas vías, etc., la situación es otra. Comienzan a nacer otras formas de subjetividad. En sus comienzos el tren ¿obstaculiza o libera?, pues tenemos la penetración del capital británico, el trazado en líneas rectas hacia la ciudad-puerto. El imperio ávido de materias primas, expoliaba así a la nación en ciernes, Scalabrini dirá “una inmensa tela de araña metálica donde está aprisionada la república”. Ahí lo tenemos, a quién fuera a historiar los ferrocarriles, en su ligazón al desarrollo (y a su dificultad en tanto la presencia del capital británico) de una nación. A la auscultación de la patria, al silenciamiento, a la complicidad, los mecanismos de la prensa (¿libre o libre empresa?), de la superestructura cultural, a las pilas y pilas de papeles, de balances, el rompecabezas que se arma. Las zonceras se desvelan.
El pensamiento nacional está allí, en la denuncia de la semicolonia, ¿no está también la izquierda nacional? Hay denuncia del imperialismo presente, opresor (no el que todavía no había llegado a estas tierras), hay cuestión nacional. A la vez que también aparece el Estado, quien tendiera las líneas disonantes en ocasiones a las del capital inglés, pues el autor dePolítica británica en el Río de la Plata nos alerta que no fueron los ingleses quienes desarrollaron nuestros ferrocarriles. Ramales con nombres que denotan pujanza, proyecto (voy a Chile, por ejemplo, se llama uno del Ferrocarril Oeste, atravesar la cordillera, unir los dos océanos). Podríamos preguntarnos por la presencia de una burguesía nacional siempre esquiva. ¿Nos adentraríamos así, en el plan de operaciones, y/o en la creación del ejército sanmartiniano en tierras mendocinas?. ¿Quién debe hacerse cargo del desarrollo del país? Tenemos creación de empresas estatales, nacionalizaciones (o compra de soberanía). Desenvolvimiento de pueblos a medida que los rieles avanzan, creación de industrias, a la par que trabajadores, obreros, cuadros técnicos, barrios diseñados para los ferroviarios, talleres-escuela. Es la yuxtaposición entre el mundo del trabajo y la ciencia ¿al servicio de la nación?. Pero no olvidemos las luchas, las victorias, la sindicalización, las asambleas, las persecuciones, desapariciones. El armado de un tejido social en torno a los ferrocarriles. La vida gira en torno a éste, las subjetividades se crean a partir de la pertenencia a ese mundo. Desapariciones decíamos al referirnos a las detenciones seguidas de muerte por la última dictadura genocida. También, y no casualmente, podríamos evocar el mismo vocablo para referirnos a la época de la desaparición de los rieles, de las locomotoras, al tiempo en que esos hierros que supieron forjar vida, nación solo pasaron a ser chatarra vieja acumulándose en galpones, a la intemperie esperando que en otras épocas vuelvan a ser codiciadas por familias que deambulan, y buscan cómo sobrevivir al oleaje neoliberal que arrasó con la patria, con el pueblo (¿cuál era su lugar en la globalización?). Desaparición y desguace. Ramales que “paraban”, y automáticamente cerraban. El surgimiento de pueblos fantasmas, de “fantasmas sociales”; suicidios masivos, que nos hacen recordar los tangos discepolianos de la década infame, esos de “cacha el bufoso y a dormir”. La desintegración del más mínimo lazo social. La aparición de otros. La generación de núcleos de dignidad y lucha.
¿Podremos levantar un proyecto nacional-popular, la liberación de la patria sin avanzar en la (re)creación de los recorridos que le dan vida a la nación?, ¿no es momento ya? Pensamos que sí.