viernes, 10 de junio de 2011

Nuevos números en la PBA

Del blog del Ingeniero

VIERNES 10 DE JUNIO DE 2011

Nuevos números en la PBA


Los amigos de la consultora Pregunta Abierta nos mandan su última encuesta de intención de voto a presidente realizada en laPBA entre el 2 y el 8 de junio. Lo relevante es que incluye la primer medición a Hermes Binner como candidato presidencial.



Cristina Kirchner encabeza superando por 35 puntos a sus contendientes. Hermes Binner, medido por primera vez como presidenciable en Provincia de Buenos Aires, obtiene cerca de un 9%restándole en mayor medida votantes a Ricardo Alfonsín. El candidato socialista es el más desconocido entre todos los relevados y tiene una muy baja imagen negativa.
Alfonsín se mantiene fuerte en el interior de la Provincia llegando en algunos distritos al 20%.
Al igual que en mediciones anteriores, la intención de Cristina Kirchner en el conurbano, alcanza valores récord. Allí la presidenta obtiene un 56,2%de intención de voto y la sigue Alfonsín con 12,1%
Además incluye esta medición: Más allá de lo que Ud. vote, quien será el ganador en la PBA?


Como no se observan demasiados cambios en la intención de voto frente a mediciones anteriores, mostramos cual es la sensación del electorado acerca de lo que puede ocurrir en la elección en la Provincia de Buenos Aires. Casi 3/4 del electorado cree que la reelección de Daniel Scioli es un hecho. En el GBA, este valor orilla el 80%.
En lo que respecta a intención de voto, Daniel Scioli lidera con 43,3%seguido por Francisco de Narváez con 17,3%. Este último solo supera los20 puntos porcentuales en algunos municipios de la 6ta sección electoral. Por otra parte, a diferencia de lo ocurrido en 2009, De Narváez cae en las preferencias electorales de los más jóvenes.

jueves, 9 de junio de 2011

Casa Colectiva La Nacional o el “Conventillo de la Paloma"


Casa Colectiva La Nacional, conocida como el "Conventillo de la Paloma" con entradas por las calles Thames 145/49 y Serrano 152/58,
  En 1887, en los albores del nacimiento de la Ciudad de Buenos Aires como Capital de la República, la Provincia de Buenos Aires le cede los pueblos de Flores y de Belgrano, ubicándose en éste último pueblo una zona de extensas quintas atravesada por un cañadón denominado Arroyo Maldonado, que ante cada lluvia intensa desbordaba e inundaba las quintas y todo lo que se encontraba a su paso.-
  Por ese entonces el Intendente Municipal de la Ciudad Dr. Antonio F. Crespo apadrinó la construcción de una importante curtiembre ubicada entre Canning, Warnes y el Arroyo Maldonado, que generó buenos negocios para los fabricantes locales de calzado que comenzaron a denominar al lugar "Villa Crespo" en honor al intendente Crespo.
  En 1888 se afincó en el lugar la fábrica de calzados de la Empresa Wattini y Cía. desde su anterior emplazamiento en la Plaza de la Victoria, denominándosela "Fabrica Nacional de Calzados".
  Su gerente, don Salvador Benedit, con el objetivo de que sus obreros vivieran cerca del lugar de trabajo hizo construir una casa colectiva que se denominó "La Nacional", que tenía 112 habitaciones con cocinas, ubicada en la hoy calle Thames 147 con salida por Serrano 152.

Podríamos decir que ese lugar, se constituyó en la primera población de familias del barrio dando lugar a uno de los tantos crisoles de habitantes de distintos orígenes que conformaron nuestra identidad nacional cosmopolita.
  Poco tiempo después, esa casa ya era denominada "Conventillo Nacional" habitando en ella inmigrantes en su gran mayoría españoles, italianos, judíos, árabes y criollos quienes organizaban tertulias y bailes sin faltar los clásicos dramas de amoríos y peleas que a veces acababan con la muerte de algunos de sus protagonistas.
  No por azar, Alberto Vacarezza se inspiró en ese lugar para producir su célebre sainete "El Conventillo de la Paloma" donde convivían en caricaturas lingüísticas y expresivas, españoles, italianos, judíos, árabes y los clásicos compadritos argentinos.
  El 29 de mayo de 1930 se cumplían las mil representaciones ininterrumpidas de ese sainete, siendo la primer obra teatral que en la Argentina tenía semejante éxito.
  Han pasado más de 110 años y tanto el barrio como la casa en cuestión albergan a familias de todas las colectividades que conviven pacífica y armoniosamente.
  El edificio, cuyo valor arquitectónico surge de sus características singulares, que aún conservan las cerámicas y baldosas en su pasillo con los dibujos característicos de la época, es uno de los pocos que presentan esta tipología en nuestra Ciudad.
  En líneas generales, la propiedad posee condiciones de habitabilidad ya que en ella viven inquilinos y su estructura general presenta características que hacen presumir la originalidad de sus fachadas.
  En razón de ello el espacio urbano definido y conocido popularmente como "El Conventillo de la Paloma" constituye un ámbito singular que se puede identificar como uno de los referentes de nuestra cultura ciudadana. 

Informe del ex virrey Cisneros sobre la Revolución de Mayo.


Buenos Aires, 22 de junio de 1810
Señor.
V:M, sabe el peligroso estado en que hallé a Buenos Aires y a todo este Virreinato cuando tomé las riendas del mismo (...) (el 20 de mayo) llamé sin demorar a todos los comandantes y mayores de los cuerpos militares de esta guarnición. Congregados que fueron, les hice presente el peligroso estado del pueblo y el desarreglo de sus intempestivas pretensiones: les recordé las reiteradas protestas y juramentos con que me habían ofrecido defender la autoridad y sostener el orden público; y los exhorté a poner en ejercicio su fidelidad en servicio de V. Majestad y de la patria.


" Pero tomado la voz don Cornelio Saavedra, comandante del cuerpo urbano de Patricios que habló por todos, frustró mis esperanzas, se explicó con tibieza: me manifestó su inclinación a la novedad; y me hizo conocer perfectamente que si no eran los comandantes los autores de semejante división y agitaciones, estaban por lo menos de conformidad y acuerdo con los facciosos (...)
El día siguiente, 21 de mayo (...), el Cabildo (...) procedió a la junta general convocando por esquelas a quinientos vecinos; de los cuales asistieron solamente 200 por las causas que abajo expresaré. El 22 fue el día designado para la celebración de la Junta y el día en que desplegó la malicia todo género de intrigas, previsión y maquinaciones para llevar al cabo tan depravados designios. Había yo ordenado que se apostara para este acto una compañía en cada bocacalle de las de la Plaza a fin de que no permitiesen entrar en ella ni abrir a las Casas Capitulares persona alguna que no fuese de las citadas; pero la tropa de los oficiales era del partido: (...) negaban la entrada a la plaza a los vecinos honrados y lo franqueaban a los de la confabulación, tenían algunos oficiales copias de esquelas de convite si nombres y con ellas introducían a las casas del Ayuntamiento a sujetos no citados por el Cabildo, o porque los conocían de su calidad, o porque los ganaban con dinero; así es como en una ciudad de más de tres mil vecinos de distinción y nombres, solamente concurrieron 200, y de estos muchos pulperos, algunos artesanos, otros hijos de familia y los más ignorantes y sin las menores nociones para discutir un asunto de la mayor gravedad. (La Junta) efectivamente (...) ha empezado las funciones de su gobierno ejercitando actos de verdadera soberanía que sólo son reservados a la suprema potestad de Vuestra Majestad (...).
Ha entablado el sistema de terrorismo para con todos los hombres de bien que manifiestan adhesión al legítimo gobierno, que sienten en favor del Consejo de Regencia de Vuestra Majestad, que publican noticias favorables de España, que opinan contra su ilegalidad o que murmuran de sus providencias; y el sistema de indulgencia con todos los sediciosos y partidarios de la independencia (...). Los que en el Cabildo insultaron y vejaron al reverendo obispo y a otros vecinos honrados, han sido aplaudidos; los que publican por las calles, su libertad del yugo de España no son apercibidos. (...)
veo indispensable la necesidad en que se halla Vuestra Majestad de remitir sin pérdida de momento por lo menos dos mil hombres de tropa con buenos y probados oficiales que impongan el respeto y restablezcan la subordinación; pues con esta providencia y con el desengaño de la Corte de Londres, con cuya protección han contado estos miserables e inexpertos faccionarios; se remediarán todos los males y quedarán asegurados estos dominios de Vuestra Majestad, que de otra suerte peligran y están próximamente expuestos, o a ser la presa de la ambición; a ser víctima de su misma disolución (...)


Fuente:
Pueyrredón, Carlos A., 1810. La Revolución de Mayo según amplia documentación de la época, Buenos Aires, Peuser, 1953, pág.583.

El tren de la historia: anotaciones al margen


Cristina celebró el 17 de mayo la recuperación del Ferrocarril Belgrano Cargas y definió que “al poner en marcha los ferrocarriles, ponemos en marcha el país.”Comprenderá a cinco provincias: Formosa, Salta, Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe. A propósito, esta nota de Juan Godoy escrita, curiosamente, meses antes, en febrero de 2011.


¿Se podría reescribir nuestra historia reciente, desde mediados del siglo XIX, como la historia del ferrocarril? Si lo intentáramos, ¿tendríamos en ella los diferentes tópicos que hacen al desarrollo de una nación? Mirando hacia atrás tenemos tiempos en que los ferrocarriles no existían, en que el traslado de sujetos y/o de mercancías era con animales, carretas, etc., momentos en los que la desintegración es latente, de sitios anegados, de grandes distancias (más grandes aún), de dificultad para la comunicación. Con el advenimiento del material férreo, rodante, grandes vagones, largas vías, etc., la situación es otra. Comienzan a nacer otras formas de subjetividad. En sus comienzos el tren ¿obstaculiza o libera?, pues tenemos la penetración del capital británico, el trazado en líneas rectas hacia la ciudad-puerto. El imperio ávido de materias primas, expoliaba así a la nación en ciernes, Scalabrini dirá “una inmensa tela de araña metálica donde está aprisionada la república”. Ahí lo tenemos, a quién fuera a historiar los ferrocarriles, en su ligazón al desarrollo (y a su dificultad en tanto la presencia del capital británico) de una nación. A la auscultación de la patria, al silenciamiento, a la complicidad, los mecanismos de la prensa (¿libre o libre empresa?), de la superestructura cultural, a las pilas y pilas de papeles, de balances, el rompecabezas que se arma. Las zonceras se desvelan.
El pensamiento nacional está allí, en la denuncia de la semicolonia, ¿no está también la izquierda nacional? Hay denuncia del imperialismo presente, opresor (no el que todavía no había llegado a estas tierras), hay cuestión nacional. A la vez que también aparece el Estado, quien tendiera las líneas disonantes en ocasiones a las del capital inglés, pues el autor dePolítica británica en el Río de la Plata nos alerta que no fueron los ingleses quienes desarrollaron nuestros ferrocarriles. Ramales con nombres que denotan pujanza, proyecto (voy a Chile, por ejemplo, se llama uno del Ferrocarril Oeste, atravesar la cordillera, unir los dos océanos). Podríamos preguntarnos por la presencia de una burguesía nacional siempre esquiva. ¿Nos adentraríamos así, en el plan de operaciones, y/o en la creación del ejército sanmartiniano en tierras mendocinas?. ¿Quién debe hacerse cargo del desarrollo del país? Tenemos creación de empresas estatales, nacionalizaciones (o compra de soberanía). Desenvolvimiento de pueblos a medida que los rieles avanzan, creación de industrias, a la par que trabajadores, obreros, cuadros técnicos, barrios diseñados para los ferroviarios, talleres-escuela. Es la yuxtaposición entre el mundo del trabajo y la ciencia ¿al servicio de la nación?. Pero no olvidemos las luchas, las victorias, la sindicalización, las asambleas, las persecuciones, desapariciones. El armado de un tejido social en torno a los ferrocarriles. La vida gira en torno a éste, las subjetividades se crean a partir de la pertenencia a ese mundo. Desapariciones decíamos al referirnos a las detenciones seguidas de muerte por la última dictadura genocida. También, y no casualmente, podríamos evocar el mismo vocablo para referirnos a la época de la desaparición de los rieles, de las locomotoras, al tiempo en que esos hierros que supieron forjar vida, nación solo pasaron a ser chatarra vieja acumulándose en galpones, a la intemperie esperando que en otras épocas vuelvan a ser codiciadas por familias que deambulan, y buscan cómo sobrevivir al oleaje neoliberal que arrasó con la patria, con el pueblo (¿cuál era su lugar en la globalización?). Desaparición y desguace. Ramales que “paraban”, y automáticamente cerraban. El surgimiento de pueblos fantasmas, de “fantasmas sociales”; suicidios masivos, que nos hacen recordar los tangos discepolianos de la década infame, esos de “cacha el bufoso y a dormir”. La desintegración del más mínimo lazo social. La aparición de otros. La generación de núcleos de dignidad y lucha.
¿Podremos levantar un proyecto nacional-popular, la liberación de la patria sin avanzar en la (re)creación de los recorridos que le dan vida a la nación?, ¿no es momento ya? Pensamos que sí.

jueves, 26 de mayo de 2011

Definiciones en torno a la Revolución de Mayo / Norberto Galasso



Tan intensa ha sido la tergiversación de nuestra historia implantada por el mitrismo y tantas las limitaciones del revisionismo rosista tradicional que, hoy, doscientos años después, los argentinos discutimos todavía la naturaleza de la Revolución de Mayo.

Las reflexiones que siguen tienen por objeto concurrir a las polémicas todavía en curso, según la perspectiva de la corriente historiográfica latinoamericana, federal provinciana o socialista nacional. No pretenden sostener una verdad absoluta y definitiva, sino participar en un debate que es muy importante, pues si no conocemos de dónde venimos resulta imposible alumbrar con certeza la meta hacia dónde vamos.

En principio, ¿fue una revolución? Algunos entienden que existe sólo revolución cuando se modifican las relaciones sociales de producción y desde esa óptica, no lo sería. Pero en países con larga historia de dependencia es también revolución aquella que consiste en la liberación nacional respecto a la opresión externa (de otro modo, no serían revolucionarios ni Sandino, ni Martí, por ejemplo, por no ser socialistas). Y asimismo, también lo es cuando un sector social oprimido desplaza del poder a otro -que lo oprime- promoviendo un progreso histórico, nacional y social.

Partiendo de esta última mirada, el 25 de Mayo se produjo una revolución. Esa revolución no fue socialista, ni nacional independentista, sino democrática. Se trata pues de una revolución democrática que desaloja del poder a una minoría absolutista y reaccionaria (el virrey, su burocracia y los comerciantes monopolistas) privilegiada por la monarquía, reemplazándola por una Junta Popular cuyos integrantes nacen de la voluntad expresada en la Plaza histórica, donde activan French (un cartero), Beruti (un empleado), Donado (un gráfico) y otros como ellos. Empezamos, pues, nuestra historia teniendo al pueblo como protagonista principal.

¿Fue antiespañola? No. No podía serlo pues había españoles en la Primera Junta (Matheu, Larrea), así como los hubo en el Triunvirato (Álvarez Jonte), en el ejército (Arenales, en el Alto Perú), en la música del himno (Blas Parera), en la jura por Fernando VII y además, por esta circunstancia nada desdeñable: la bandera española flameó en el Fuerte de Buenos Aires hasta 1814 y la independencia -de las Provincias Unidas en Sudamérica- se declaró seis años más tarde, el 9 de julio de 1816.

¿Fue probritánica? No. El comercio libre con los ingleses lo estableció el virrey Cisneros en 1809 y no fue el objetivo de la revolución. (Diego Luis Molinari lo probó en su libro La ninguna influencia de la Representación de los Hacendados en la Revolución de Mayo). Es verdad que los comerciantes ingleses residentes en Buenos Aires, desde hacía un año, coincidieron con el movimiento popular, pero no lo financiaron ni lo dirigieron. Sólo más tarde, a través de Manuel J. García y Bernardino Rivadavia alcanzaron espacios en el poder, en el primer Triunvirato y especialmente en el período rivadaviano de los años veinte. Por otra parte, ni la Junta ni la jura por Fernando VII fueron invento de los hombres de Buenos Aires sino que participaron de un general movimiento hispanoamericano.

¿Fue entonces parte de una revolución que al mismo tiempo se producía en el resto de la América Morena? Efectivamente. Entre mediados de 1809 y principios de 1811, se produjeron levantamientos en todas las grandes ciudades, formándose Juntas populares, que en nombre de Fernando VII -al igual que en España- quitaron el poder a los absolutistas: en julio de 1809 en Alto Perú, en abril de 1810 en Caracas, en mayo en Buenos Aires, en julio en Bogotá, en agosto en Quito, en septiembre en Chile y México y en febrero de 1811 en la Banda Oriental. Esto se produjo no porque conspirasen entre sí sino porque lo que hoy llamamos América Latina es una nación (territorio continuo, el mismo idioma, el mismo origen, semejantes costumbres y cultura). Por esta razón, Moreno envía un ejército al Alto Perú, otro al Paraguay y aconseja sumar a Artigas en la Banda Oriental, con claro sentido hispanoamericano. La frustración de esa revolución disgregó a esa nación en veinte países dependientes, frustrando el proyecto inicial por el cual lucharon duramente Bolívar y San Martín, jefes de ejércitos populares hispanoamericanos. En el norte de América lograron constituirse los Estados Unidos de América del Norte, mientras entre nosotros se generaron los Estados desunidos de América Latina.

¿Quiénes impulsaron esa lucha antiabsolutista? ¿Acaso la llamada `gente decente`, `los vecinos propietarios` de la ciudad, como sostienen algunos historiadores? No. Las actas del Cabildo Abierto del 22 de mayo demuestran que la gente acaudalada votó a favor de que continuase el virrey, tanto los Martínez de Hoz, como los Quintana y como apoyaron esa política todos los señorones dueños de esclavos, así como la jerarquía eclesiástica (obispo Lué). Fueron "los chisperos", "los manolos", los activistas de la plaza (a los ya mencionados, cabe agregar a Francisco Planes, los curas Grela y Aparicio, oficiales como Terrada y a empujones, Cornelio Saavedra) junto a un grupo de profesionales (Moreno, Belgrano, Castelli, etc.), quienes protagonizaron el suceso revolucionario.

¿Solamente perseguían desplazar a los absolutistas o tenían un proyecto de liberación y progreso económico social? Tenían efectivamente un proyecto y se expresó en el Plan de Operaciones: expropiar a los mineros del Alto Perú, crear fábricas estatales de fusiles, armas blancas y pólvora, liberar a los esclavos y concluir con el tributo que se le imponía a los indios, abolición de instrumentos de tortura y de títulos de nobleza, libertad de pensamiento y de imprenta, en fin, aquello que los morenistas sancionaron en la Asamblea del año XIII cuando temporariamente lograron recuperar el poder del cual había sido expulsado Moreno el 18 de diciembre de 1810 para después morir, presumiblemente envenado, el 4 de marzo de 1811.

¿Cuáles son los antecedentes de Mayo? Los principios revolucionarios de la Francia de 1789, es decir, "Libertad, Igualdad, Fraternidad", los Derechos del Hombre y del Ciudadano ("El evangelio de los derechos del Hombre", según decía San Martín), así como la revolución española iniciada el 2 de mayo de 1808, tributarias de las ideas de Rousseau, Voltaire, en general los enciclopedistas franceses y los liberales revolucionarios españoles.

¿Por qué fracasó la Revolución de Mayo? La revolución la impulsó un frente democrático contra el absolutismo reinante, pero en ese frente los morenistas fueron derrotados (1812/1810 y 5/4/1811), consolidándose una burguesía comercial anglocriolla, basada en el puerto único y el control de la Aduana, que se apoderó del poder y traicionó el objetivo inicial. Proceso semejante se produciría en el resto de América Latina donde prevaleció la política de las burguesías comerciales aliadas al capital inglés, creciendo sólo las zonas vinculadas a los puertos, unos hacia el Atlántico, otros hacia el Pacífico, sumiendo a los países interiores en la miseria, el aislamiento y la expoliación, a pesar de los caudillos federales que intentaron resistir ese sometimiento.

Si esta interpretación es válida, UNASUR no es un invento oportunista sino retomar el camino de la Revolución. Asimismo, el protagonismo popular no es un invento demagógico para halagar a indios, negros, mestizos y criollos sino la continuidad de aquella revolución que ganó las elecciones (156 a 68) en el Cabildo Abierto del 22 de mayo, pero que, además, supo asegurar ese triunfo con la movilización popular en la plaza histórica y la presencia de sus líderes, trabucos y puñales en mano, en aquel mediodía del 25, en el primer piso del Cabildo, iniciando una lucha hacia la liberación que, con idas y venidas, todavía continúa.

http://www.telam.com.ar/vernota.php?.

(*) Centro Cultural E. S. Discépolo

Gracias a los satélites, logran identificar 17 nuevas pirámides



Nada más alejado de esa idea que rodea a la arqueología tradicional. En este caso, no hubo hombres vestidos de explorador, ni espátulas, ni pinceles, ni peligros de cine. Hubo satélites, especialistas, financiamiento de la NASA y computadoras sofisticadas. Así, mediante imágenes tomadas desde el espacio con rayos inflarrojos, fueron identificadas en Egipto 17 pirámides de diferente tamaño, más de 1.000 tumbas y 3.000 asentamientos antiguos subterráneos.

Quizás la segunda etapa, el tiempo de la excavación propiamente dicha, sí se parezca a las aventuras de Indiana Jones. Pero por ahora, para los investigadores estadounidenses continúa el tiempo de las sorpresas. “Excavar una pirámide es el sueño de todo arqueólogo”, dijo Sarah Parcak, líder del estudio. “Pero para eso habrá que esperar un poco”, remató. “Estuvimos realizando esta investigación de manera intensa durante mucho tiempo, por eso, ahora que tenemos la confirmación, no hay que apresurarse. Me sorprendí cuando fui capaz de ver desde afuera todo lo que habíamos encontrado. No podía creerlo”, aseguró.

Durante un año, el equipo analizó las imágenes de los satélites en órbita que se encuentran a 700 kilómetros por encima del planeta, equipados con cámaras muy poderosas, capaces de identificar objetos de menos de un metro de diámetro sobre la superficie de la tierra.

Los antiguos egipcios construyeron sus casas y estructuras utilizando ladrillos de barro, un material mucho más denso que el suelo arenoso que lo rodea, por lo que fue posible identificar las formas de las casas, templos y tumbas aunque se encuentren debajo de la superficie. Pero Parcak cree que Egipto puede seguir deparando sorpresas. “Estos son sólo lugares cercanos a la superficie. Hay otros miles de sitios que el Nilo ha cubierto con sedimentos. Este es sólo el comienzo de este tipo de trabajos”, aseguró.

El hallazgo se produjo en una zona desértica, ubicada al norte de El Cairo, llamada San El Hagar. Hasta ahora, lo único que se excavó en el lugar –para confirmar las tomas satelitales– fue una casa construida hace 3.000 años. Y las imágenes de satélite coincidieron a la perfección con lo descubierto. Desde entonces, ese sitio, que en un primer momento no parecía interesar a las autoridades locales, se convirtió en uno de los más custodiados de Egipto. Otra de las imágenes captadas, por ejemplo, muestra calles y casas enterradas en la antigua ciudad de Tanis.

El gobierno egipcio pretende ahora utilizar la misma tecnología para proteger futuros hallazgos. “A través de las imágenes se puede saber si una tumba fue saqueada y alertar a la Interpol para que esté atenta a las antigüedades que pueden ser ofrecidas a la venta”, explicó Parcak, con plena conciencia de lo que suyo no es convencional. “La tecnología hizo la diferencia –dijo–. Nos permitió ser más selectivos pues en un lugar enorme es difícil saber por dónde empezar”. Y, medio en chiste medio en serio, remató: “Indiana Jones representa la vieja escuela. Ya estamos muy lejos de ti, Indy, lo siento Harrison Ford”.

Publicada por el diario Clarín.

viernes, 20 de mayo de 2011

Hembras bravas: LAS FORTINERAS


Pasó más de un siglo, pero la campaña del "desierto" todavía despierta polémicas. Para algunos fue una epopeya que permitió consolidar el territorio nacional; para otros, una matanza motivada por la codicia. En el calor de la discusión, todos olvidan que casi la mitad de las fuerzas de frontera fueron mujeres que dejaron todo para vivir, pelear y morir junto a sus hombres.
Por Amanda Paltrinieri

No figuran en los libros de Historia. No se recuerdan sus nombres, salvo el de un par, aunque por sus méritos muchas llegaron a cobrar sueldo del Ejército y a tener grado militar.
"Se las llamó despectivamente chinas, milicas, cuarteleras, fortineras o chusma, en la parte más benévola del vocabulario -escribió Vera Pichel en Las cuarteleras (Planeta, 1994), referencia obligada sobre el tema-. En más de una ocasión fueron agredidas con epítetos francamente degradantes."
Eran esposas, novias, madres o prostitutas, mujeres de un solo hombre o de un regimiento. No fueron pocas: si en la Conquista del Desierto hubo seis mil soldados, las fortineras llegaron a cuatro mil. No se entiende por qué las condenaron al olvido, pues sin ellas la campaña del Sur -para bien o para mal- no habría sido posible. No sólo cuidaron de los hombres, los vistieron, alímentaron, curaron y -llegado el casocombatieron a la par de ellos, sino que con su presencia les dieron motivo para quedarse en un ejército al que la mayoría fue enganchada de prepo, como cuenta el Martín Fierro.
"Las mujeres -dijo Domingo Faustino Sarmiento de ellas-, lejos de ser un em arazo en las campañas, eran, por el contrarío, el auxilio más poderoso para el mantenimiento, la disciplina y el servicio (...) Su inteligencia, su sufrimiento y su adhesión sirvieron para mantener fiel al soldado que, pudiendo desertar, no lo hacía porque tenía en el campo todo lo que amaba."
Contra los godos
Las fortineras del Sur, sin embargo, no fueron las primeras: las guerras de la Independencia también las tuvieron como protagonistas, en retaguardia y en el campo de combate: "Aunque sea con agua y algún aliento a los hombres, algo se hace para ayudar a la patriada -dijo alguna vez Manuela Godoy, una santiagueña que estuvo en la batalla de Tucumán-. Y si tengo que agarrar una bayoneta y ensartar godos, no soy lerda ni me voy a quedar atrás". Los textos escolares recuerdan a las mujeres de Vilcapugio y Ayohuma, que atendían a los heridos, pero no recogen la historia de la puntana Pancha Hemández, quien combatió vestida de uniforme en la campaña al Alto Perú y usaba pistola y sable.
El Ejército de los Andes también tuvo sus mujeres pues San Martín las autorizó para que acompañaran a sus maridos.
Josefa Tenorio, una esclava negra, pidió al general Gregorio Las Heras que la dejara combatir. Este la aceptó y la mujer hizo la campaña como agregada al cuerpo del comandante de guerrillas Toribio Dávalos. Su única aspiración era obtener, también, su libertad personal. No se sabe si lo consiguió, aunque San Martín la recomendó para "el primer sorteo que se haga por la libertad de los esclavos".
Las mujeres pelearon en las guerras de la Independencia: los realistas estaban cerca -en el Norte y en el Oeste- y vivían amenazadas directamente por un enemigo de cuyas atrocidades se tenían noticias rápidamente. Luchaban por su suelo y por sus propias vidas.
Pero ¿qué otra cosa que el amor las podía haber llevado al Sur? Porque para encontrarse con sus hombres debían hacer un atado con cacerolas y víveres, cargar con sus críos (si los tenían) y largarse, así nomás, a cruzar el desierto. Muchas pudieron viajar desde su lugar de origen acompañando la marcha de los mílicos, pero otras anduvieron leguas y leguas abandonadas a su suerte hasta llegar al fortín.
Algunas buscaban a sus maridos; otras, la perspectiva de "ejercer el oficio"... pero ninguna sabía qué destino les esperaba. No eran mujeres de soldados: la mayoría de sus hombres no había elegido libremente el cuartel.
La ley de vagos
A medida que se extendían las fronteras internas y se repartían tierras, se ahondaba el problema de quiénes trabajarían en ellas. Nuestros gauchos no sabían de alambradas(Nueva 136). La libertad de vientres -primero- y la abolición de la esclavitud -después- hacía difícil conseguir mano de obra.
En 1815 se redactó el Reglamento de tránsito de individuos, versión local de la antigua Ley de vagos y maleantes española. Entre otras cosas, decía que "todo individuo que no tenga propiedad legítima de que subsistir, será reputado en la clase de sirviente, debiéndolo hacer constar ante el juez territorial del partido. Es obligación que se muna de una papeleta de su patrón, visada por el juez. Estas papeletas se renovarán cada tres meses. Los que no tengan documentos serán tenidos por vagos".
El reglamento permitía matar dos pájaros de un tiro: quien fuera pescado sin su papeleta (y se hacían redadas para encontrar hombres) debía elegir entre la peonada y el Ejército. Se había acabado eso de levantar un rancho en cualquier parte o de camear una vaca cuando el estómago hiciera ruido.
El avance sobre las fronteras internas se hizo en etapas. A lo largo de las décadas que insumió, la presencia de las mujeres fue una constante y estaban incluidas en las directivas que daba la oficialidad.
La vida en el fortín
A medida que llegaban eran rebautizadas por la soldadera: la Pasto Verde (Carmen Funes de Campos; su marido estaba en el cuartel del coronel Napoleón Uriburu) y la Viejita María; Mamá Culepina (una araucana afincada en el regimiento 3) y Mamá Pilar; la Pastelera y la Pocas Pilchas (que figuraron en un parte diario porque se habían trenzado en una pelea)... Algunas tuvieron nombres humillantes: la Cama Caliente, la Pecho'e Lata, la Vuelta Yegua.
Isabel Medina fue tan respetada que no perdió su nombre y la nombraron capitán por su heroísmo en combate. Mamá Carmen fue sargento primero.
La vida en el fortín era brava: mal comidos, mal vestidos, castigados por cualquier motivo, los soldados ni siquiera tenían la certeza de recibir la paga a tiempo (una compañía llegó a recibir tres años de sueldo en una vez).
Los caballos -sin los cuales no se podía salir a correr a los indios- eran más importantes que los hombres. Por las noches, pese a las bajísimas temperaturas, los animales eran los únicos que tenían mantas aseguradas.
Los soldados se levantaban al alba y trabajaban todo el día. Atendían la caballada, fabricaban adobe, cavaban fosas y preparaban la tierra destinada a chacras estatales, al margen de las patrullas cotidianas.
"... Las mujeres de la tropa eran consideradas como fuerza efectiva de los cuerpos -escribió el comandante Manuel Prado en La guerra al malón (Eudeba, l960)-; se les daba racionamiento y, en cambio, se les imponían también obligaciones: lavaban la ropa de los enfermos, y cuando la división tenía que marchar de un punto a otro, arreaban las caballadas. Había algunas mujeres -como la del sargento Gallo- que rivalizaban con los milicos más diestros en el arte de amansar un potro y de bolear una avestruz. Eran toda la alegría del campamento y el señuelo que contenía en gran parte las deserciones. Sin esas mujeres, la existencia hubiera sido imposible. Acaso las pobres impedían el desbande de los cuerpos."
Si el fortín era el infierno, las marchas no se quedaban atrás. Horas y horas, tanto de día corno de noche, al ritmo de la yegua madrina. Las mujeres, cargadas con trastos e hijos, ocupaban un sitio determinado Una reglamentación del coronel Conrado Villegas dispuso para una marcha que las mujeres que tuvieran familia fueran detrás del batallón, antes de los caballos, los carros y la columna de retaguardia. Las mujeres sin familia debían arrear la caballada y eran contadas como soldados.
"No conozco sufrimientos mayores -narró otro protagonista de la campaña, el coronel Pechman- que los pasados por las infelices familias de aquellas tropas, obligadas a marchar de noche o de día largas distancias con sus hijos en el anca de una mala cabalgadura, cubiertas de polvo, con sed, hambre y frío. ¡Pobres mujeres! Tenían forzosamente que subordinarse a las mismas condiciones que la tropa, so pena de perecer en la soledad del desierto."
No era raro que durante uno de esos traslados alguna diera a luz, como les ocurrió a las mujeres del cabo Cardozo y del cabo Gómez. Esta última, apenas cortado el cordón umbilical del bebé, debió continuar la marcha junto a la columna. Sólo pudo descansar a la mañana siguiente.
Entre bailes y combates
La única obligación placentera era la de los bailes que se hacían cada tanto. Jóvenes o viejas, ninguna podía faltar: la orden era terminante. Eran los únicos momentos de alegría.
Claro que también podía armarse algún entrevero, como cuando la Rosa Mala vio a su cabo bailar con otra. Esa noche la fiesta terminó en un duelo que ganó la mujer. El cabo casi murió de una puñalada y la Rosa Mala fue desterrada.
Eran bravas para todo. En una oportunidad el coronel Hilario Lagos debió llevar su regimiento (el 2 de caballería) hacia Mercedes. Como no podía dejar vacío su fortín, llamó a Mamá Carmen y la nombró sargento primero. Mamá Carmen hizo disfrazar de soldados a las mujeres y organizó la vigilancia. Cuando aparecieron los indios, no sólo los dispersó sino que salió a perseguirlos. El día que regresaron los hombres, no creyeron la historia hasta que vieron los tres prisioneros que las fortineras habían capturado.
Si esos tres vivieron -al menos hasta la vuelta de Lagos-, menos suerte tuvo el viejo indio que se acercó a otro fortín, que había quedado a cargo de Misia Magdalena mientras los soldados peleaban, Aunque el hombre dijo que quería volver a vivir entre los blancos, ella lo fusiló. Se estaba vengando de la muerte, en el combate de San Carlos, de su marido y sus tres hijos.
En otra ocasión, mientras cuidaba la tropilla del jefe, la Parda Presentación -una entrerriana casada con un sargento- espantó, sola y sin ayuda, a un grupo de indios que intentaba acercarse al cuartel.
A curanderas tampoco les ganaban. Catalina Godoy, Mamá Pilar, Mamá Culepina, la Viejita María, Mercedes la Mazamorrera, todas eran expertas en el uso de hierbas y tisanas. Mamá Pilar, incluso, curó en una ocasión al general Teodoro García.
Las olvidadas
Cuando todo terminó, muchos de los sobrevivientes se quedaron en el sur. Algunos -no todos- recibieron pequeñas parcelas.
La Pasto Verde fue una de las que se afincó. Construyó un ranchito que hizo las veces de posta en el camino de Neuquén a Zapala, hoy ruta 22. Mercedes la Mazamoffera vivió cerca de ella.
¿Y el resto? El teniente coronel Eduardo Ramayón contó, en 1914, qué fue de ellas: "El gobierno (mientras duró la Campaña) las proveía de cierta porción del racionamiento que se asignaba al soldado, raciones modestísimas que más tarde, con la desaparición del indio, quedaron definitivamente suprimidas... Estas mujeres ¿qué suerte corrieron? Una vez que todo fue paz y fraternidad, porque habían terminado las guerras, la situación de las pocas sobrevivientes quedó completamente definida con la eliminación de las listas en que figuraban y su no admisión en los cuarteles."
Sin embargo, "ellas también fueron soldados -escribió Vera Pichel en su libro-. Con ese espíritu tomaron a su cargo las tareas que les fueron asignadas: cocinaron para todos, lavaron la ropa de sus familiares y de soldados enfermos o heridos, cuidaron la tropilla. Curaron, rieron, hablaron de amor... y tomaron un fusil y dispararon cuando fue necesario con la fuerza y la valentía de los veteranos. De ese modo entraron a formar parte, también ellas, de la Conquista del Desierto."