martes, 9 de febrero de 2010

La chacra de Los Ombúes


La chacra de Los Ombúes
El 11 de junio de 1580, Juan de Garay fundó la ciudad de la Santísima Trinidad a orillas del Río de la Plata y en homenaje a Pedro de Mendoza le puso el nombre Santa María de Buenos Aires al puerto. El 24 de octubre realizó el reparto de suertes, parcelas de tierra con límites, 6 de las 65 futuras quintas estaban ubicadas en el actual barrio de la Recoleta.

La suerte número 5 correspondió a Rodrigo Ortíz de Zárate. Le puso por nombre Quinta de los Ombúes. Tenía por límites la barranca hacia el río y las actuales calles Ayacucho, Azcúenaga y Arenales aproximadamente. La zona era conocida como Pago del Monte Grande. Pago se lo llamaba porque había viñedos y Monte Grande se debía a los numerosos bosques de altura baja, los cuales llegaban hasta San Fernando. Los montes eran de baja altura y madera pobre, donde había muchos ombúes. En 1606 vende la chácara a Francisco de Beaumont y Navarra, en 1608 pasa a ser propiedad de Juan Domínguez de Palermo quien estaba ampliando sus tierras. Diez años después la adquiere Martín Dávila y Villavicencio, pasa por herencia a Enrique de Mendoza, quien la vende a Inés Romero de Santa Cruz y a Isabel Frías de Martel. Luego la obtiene Juan de Herrera y Hurtado, quien deja la quinta a su hija Gregoria casada con el capitán Fernando de Valdez e Inclán quienes ceden la parte más elevada de su chacra a Juan de Narbona para que este edifique una iglesia y un convento para los frailes Recoletos de la orden franciscana, recién llegados de España 1708. Fue el fray Pedro de la Torre, el cabildo y el gobernador los que solicitan permiso a su majestad el rey Felipe V para construir un templo para los frailes de la Recolección de San Pedro de Alcántara en la Trinidad, hoy Buenos Aires. Para esto contaban con una donación muy fuerte de Pedro de Bustinza. En 1716 fray Diego de Ceballos, lego del convento, hace una nueva gestión ante la Corte logrando la real cédula autorizándolo. Para entonces ya habían muerto tanto fray Pedro como el donante. Es cuando aparece Juan de Narbona quien hace un nuevo legado y construye una modesta capilla y cuatro celdas para los franciscanos. Como el nuevo donante era devoto de la virgen del Pilar de Zaragoza pone como condición que la iglesia este bajo su advocación.

viernes, 5 de febrero de 2010

Las Legiones Italianas


Las Legiones Italianas

Monumento a los militares de origen italiano, integrantes de la Legión Italiana – Plaza de Armas RIM 8, Comodoro Rivadavia, Pcia. del Chubut.

Las largas luchas que la Nación Argentina enfrentó durante el siglo XIX produjeron acciones humanas que el tiempo ha ido relegando al castigo del olvido o a una escueta citación en los libros de historia. El 5 de febrero de 1856, trescientos cincuenta y dos soldados italianos bajo el mando del coronel Silvino Olivien, llegaban por vía marítima a la actual ciudad de Bahía Blanca, al sur de Estado de Buenos Aires. En ésa época la ciudad era un pobre caserío que rodeaba a un viejo fuerte llamado “Argentino” que enfrentaba la inmensidad de la pampa y el peligro de los indios.

El entusiasta recibimiento brindado por los escasos pobladores obligó al coronel Olivien a responder con una proclama impresa en donde “rogaba a los habitantes de Bahía Blanca que viesen en los legionarios tan solo a hermanos que querían ayudarlos a continuar la gran obra de la población de aquella rica y extensa parte sur del Estado de Buenos Aires”.

¿Quiénes eran estos extranjeros que así se presentaban?. ¿De dónde venían?. ¿Quién era Silvino Olivien?.

El largo sitio de la ciudad de Montevideo, ocurrido entre los años 1843 y 1851, había contado entre sus defensores, con numerosos italianos de ideas liberales y masónicas. Derrotados en la guerra de la Independencia Italiana y de la República Romana, fugitivos influenciados por el libro de Alejandro Dumas “La Nueva Troya”, que había descripto el sitio de Montevideo como otra guerra más contra la tiranía y a favor de la libertad, estos italianos eran en su mayoría ligures, piamonteses y saboyanos, que al mando de Giuseppe Garibaldi habían extendido las luchas por sus ideales hasta las orillas del Río de la Plata, constituyendo una Legión.

El tiempo compartido, los peligros corridos y la comunidad de ideales habían creado fuertes vínculos entre estos exiliados europeos y sus compañeros de luchas uruguayos y argentinos. Estos lazos se vieron reforzados por la estrecha amistad que se estableció entre el general Garibaldi y Bartolomé Mitre por entonces militar argentino y posteriormente presidente de su país.

Finalizado el sitio y arribado muchos de ellos a Buenos Aires, será Mitre quien no solo actuará como su mejor amigo sino también como hermano de causas y principios, título que el mismo daba a los mazzianos llamados así por el pensador italiano Giuseppe Mazzini) y a los garibaldinos.

El 9 de diciembre de 1852 enfrentado el gobierno del estado de Buenos Aires a las fuerzas que al mando del General don Hilario Lagos y rebelados contra el mismo, ponen cerco a la ciudad. Las autoridades emiten un decreto autorizando a los extranjeros a tomar las armas con “el exclusivo objeto de mantener el orden público”.

Los voluntarios fueron numerosos, originándose así las legiones alemana, española y suiza, destacándose no sólo por el mayor número las de los italianos, sino por ser los únicos que no estuvieron satisfechos con cumplir funciones policiales, sino que solicitaron y obtuvieron por sus antecedentes militares el privilegio de actuar activamente en las trincheras que defendían la ciudad.

La organización de la fuerza estuvo a cargo de dos oficiales italianos presentes en Buenos Aires. Uno era el coronel Silvino Olivien, nacido en los Bruscios en 1820 y ex alumno de la Academia Militar de Nápoles, “la Nunziatella”. Era del arma de Ingenieros y por la participación en la guerra por la independencia de su país, había sido expulsado del ejército napolitano y obligado a exilarse.

El mayor Eduardo Clerici era el otro, siendo este de origen milanés, nacido en 1826, y ex alumno de la Academia Militar de Milán, de la cual egresó con el grado de teniente del ejército austriaco. Intervino en el alzamiento de la ciudad contra las fuerzas de ocupación del General Radetsky, y posteriormente con los bersaglien de Luciano Menana luchaba en la defensa de la ciudad de Roma.

La derrota lo llevó también a él al exilio dirigiéndose primero a Cuba y luego a la Argentina, en busca de su amigo Olivien.

Ambos militares, el primero como comandante y el segundo como mayor reunieron unos trescientos connacionales que vivían y trabajaban en la ciudad de Buenos Aires y los organizaron en un batallón que recibió el nombre de Legión Italiana.

Esta fuerza compartió la suerte de los defensores del Estado de Buenos Aires y lucharon brillantemente haciendo honor a sus antecedentes militares. Su primera baja la sufrieron el 9 de enero de 1853 en la persona del teniente Erba que fue honrado por el gobierno de Buenos Aires autorizando su entierro en la iglesia Catedral de la ciudad.

Durante el transcurso de la lucha la legión italiana se destacó por sus desempeños en los combates de la plaza Lorea, y los desarrollados en el Cementerio Inglés, (entre las calles Pasco y Pichincha), haciéndose merecedores de elogiosas citaciones por el general en jefe del ejército don Manuel Hornos.

El valiente desempeño militar de la Legión Italiana la hizo acreedora de recibir una bandera del Estado de Buenos Aires, el 21 de abril de 1853. Era de colores azul y blanco de 0.64 x 0.86 con las armas del Escudo de la ciudad de Buenos Aires, bordados en plata y oro. Tenía una corbata de seda azul que llevaba en letras de oro el Tema; “Con questa bandiera vincemi” – “Buenos Aires 16 aprile 1853”.

La bandera fue acompañada por una tarjeta firmada “unas porteñas”, para el jefe legionario, que decía “ofrecemos esta bandera invicta a la Legión Italiana”. Esta gloriosa bandera es conservada como una reliquia en el Museo Histórico Nacional de la Ciudad que ayudaron a defender.

No fue por cierto este el único reconocimiento al valor que recibiría el cuerpo italiano, sino que además el 30 de mayo de 1853, por decreto del gobierno del Estado de Buenos Aires, se le otorga para lo sucesivo el nombre de “Legión Valiente” y además se le da el uso de cordones de honor a sus miembros, desde los oficiales a la tropa, según la usanza de la época.

En julio de 1853 finalizada la fratricida lucha, la fuerza italiana es licenciada a pedido del comandante Glivieri, quién devolverá la bandera de la Legión, al gobierno y partirá rumbo a Italia.

En su país, este oficial intervendrá en nuevas actividades revolucionarias siendo apresado y condenado a muerte. Las autoridades del gobierno de Buenos Aires intervendrán exitosamente para obtener la conmutación de la pena y finalmente Olivien retornará a Buenos Aires el 31 de octubre de 1855, “en calidad de desterrado de por vida de los Estados Pontificios”.

El obligado retorno de Silvino Oivieri coincidió con nuevos planes del gobierno para proteger sus fronteras internas del peligro que los ataques indios representaban para las poblaciones del sur de la provincia. Con este objeto planificó la creación de colonias militarizadas que, a cambio de tierras para sus integrantes, actuarían poblando y defendiendo los asentamientos presentes y futuros.

Bahía Blanca, fundada en 1828 y cuyas características ya han sido señaladas, fue el sitio elegido para experimentar el proyecto.

El 18 de noviembre de 1855 se decretó el establecimiento de una colonia agrícola-militar que compuesta por seiscientos hombres sujetas a las ordenanzas del Ejército del gobierno de Buenos Aires se establecieron en un primer momento en Bahía Blanca, pudiendo ser destinadas a cualquier otro punto del sur.

Por sus antecedentes militares y estudios de ingeniería el coronel Silvino Olivien fue designado como jefe de la fuerza, y como segundo jefe lo fue el mayor Clerici. Ciento cincuenta ex combatientes de la Legión Italiana se agruparon junto con sus antiguos oficiales.

Uno de ellos, Juan Bautista Cúneo, que también tenía un pasado militar y de periodista, editó un diario. Este fue el primer diario en idioma italiano editado en la Argentina que recibe el mismo nombre que la fuerza militar creada: “La Legión Agrícola Militar” y del que se editaron trece números.

La “Legión Agrícola Militar” adoptó como uniforme el que usaron los suavos franceses durante la guerra de Crimea. Llevaban como cubre cabeza un kepí a la francesa, pero que a diferencia del azul que llevaba el ejército de Buenos Aires, era de color rojo para recordar el origen garibaldino de sus integrantes.

Dada que esta Legión era la continuación de la antigua llamada Valiente, el gobernador del Estado de Buenos Aires Dr. Pastor Obligado y el Ministro de Guerra y Marina Bartolomé Mitre, entregaron la antigua bandera a la nueva formación italiana el 11 de enero de 1856.

El 5 de febrero de ese año 1856 llega a Bahía Blanca la Legión Agrícola Militar revistando en ella unos trescientos hombres, no todos con antecedentes militares pero que habían sido elegidos por sus conocimientos de las tareas agrícolas. En Buenos Aires queda encargado de la organización de la fuerza restante el capitán Felipe Cavanti, quien habiendo sido condenado, indultado y expulsado por los Estadios Pontificios, había acompañado al comandante Olivien en su retorno a Buenos Aires.

De febrero a julio de 1856 y luego de soportar un brote de fiebre amarilla la Legión explora el territorio y se divide en tres armas: la infantería que tenía seis compañías y la batería de la artillería de campaña que se encontraba al mando del capitán Juan Penna, de origen milanés, nacido en 1830 con una prolongada actuación en las luchas italianas de 1848 y 1849 y que en la Argentina realizaría una dilatada y reconocida carrera militar. Finalmente estaba la caballería, a cargo de un oficial de la Guardia Real, revolucionario y también exilado: el capitán Mariano Barilan, oriundo de Rimini.

El 1 de julio de 1856 se echan los cimientos de la colonia Nueva Roma a 25 kms al Oeste de Bahía Blanca sobre el río Sauce Chico, para cumplir con los objetivos para la cual había sido creada la Legión Agrícola.

Dos hechos destacados acompañaron el desarrollo de la colonia Nueva Roma. El mayor Clerici debió alejarse por enfermedad y falleció en octubre de 1856, luego de haber establecido cordiales relaciones con el más temido y poderoso de los jefes indígenas, el cacique Calfucurá.

El 28 de septiembre del mismo año el coronel Olivien es asesinado por algunos de sus hombres amotinados por los duros castigos a que eran sometidos. Los sublevados desertaron y su crimen quedará impune.

La llegada del capitán Caronti, meses después serenará los ánimos y asegurará la continuación de la obra emprendida.

El gobierno finalmente nombrará jefe de la Legión Agrícola al teniente coronel Antonio Susini, milanés y marino que había navegado y combatido junto con Garibadi en los ríos de Argentina y había sido fundador de la Legión Italiana, durante el sitio de Montevideo.

En 1853 Susini llegó a Bahía Blanca llevando como 2do. Jefe al mayor Juan Bautista Charlone, de valiente y sacrificada actuación en la Guerra contra el Paraguay que tendría lugar unos años después. y a los capitanes Sagani, Zonza y Valerga junto con cuarenta soldados.

Todos esos oficiales y tropa eran veteranos en las luchas de las legiones Italiana y Valiente. Con el objeto de transformar la Legión Agrícola Militar en un cuerpo del Ejército, el nuevo jefe llevará a cabo una profunda reorganización: la fuerza se llamará en el futuro Legión Militar, dará de baja a los menos aptos y por su conducción recuperará su glorioso prestigio.

Sus acciones contra el indio en las campañas de Salinas Grandes y en la batalla de Pigüe, en febrero de 1859, enfrentando las fuerzas del cacique Calfucurá merecerán los elogios del general Wenceslao Paunero que estaba al comando de la División Bahía Blanca. En mayo de 1859 la Legión acude en defensa de Bahía Blanca atacada por dos mil quinientos indios, a los que vence y de los que rescata parte del botín robado y libera a gran número de cautivos. La actuación del teniente coronel Susini será reconocida con su ascenso al grado de coronel en julio de 1859 por el Estado de Buenos Aires.

El desempeño de la Legión Militar trascendió el plano castrense pues uno de sus oficiales, el capitán Felipe Caronti, tuvo a su cargo el desarrollo de importantes proyectos en la región bahiense: construyó el primer muelle del puerto, las dos primeras escuelas, la primera iglesia, fabricó municiones y reparó armas, levantó planos topográficos y efectuó estudios meteorológicos. Bien se puede decir que Caronti, que no pudo terminar en Italia sus estudios de ingeniería por sus ideales políticos, vio más que logrados sus sueños en el país que lo adoptó.

Luego de cuatro años de lucha contra las tribus del sur, el Superior Gobierno del Estado dispone el regreso de la Legión Militar para combatir al ejército del General Urquiza en una nueva contienda entre la ciudad de Buenos Aires y el resto del país.

Los legionarios lucharán en la batalla de Pavón con la valentía y gallardía que le eran características y donde continuará agigantándose el legendario prestigio y valor del en ese momento coronel Charlone, premiado con su ascenso y una espada de honor.

El desempeño de la Legión Militar llegará a conocimiento de Garibaldi, quién, desde Caprera, el 15 de noviembre de 1861, hará llegar una carta a sus antiguos compañeros. La misma decía: “Alía Legione Italiana de Buenos Aires Abete combattuto valerosamente per la libertá della Reppublicá Argentina, che é un popolo caro, honesto e generoso”.

“Vi invio una parola de omaggio, c’affette di gratitudine, in nome della Italia intera e del vostro vecchio compagno d¨armi G. Garibaldi”.

Una emotiva ceremonia tuvo lugar en la ciudad de Rosario, en la Provincia de Santa Fe, que era el nuevo destino de la Legión Militar. En esa ciudad, el 4 de febrero de 1864, recibieron los legionarios una nueva bandera argentina, pues la antigua estaba casi totalmente destruida luego de tantas campañas y combates.

A comienzos de 1865 la Legión retorna a Buenos Aires donde completará sus cuadros con oficialidad y tropa argentina, para finalmente fusionarse con el 8vo., Regimiento de Infantería de Línea en abril de ese mismo año. Así encuadrado marchará hacia la guerra contra el Paraguay, iniciada el 25 de mayo de 1865, siendo la más cruenta de todas las guerras que han tenido lugar en la América del Sur.

Ingentes masas de hombres fueron sacrificadas contra las fortalezas paraguayas defendidos con un valor sobrehumano en medio de densas selvas. Ambos bandos dieron pruebas de coraje lindantes con la insania. Baste mencionar que agotados sus hombres en prolongadas batallas, el gobierno, paraguayo llegará a formar batallones de niños y de mujeres, continuando la lucha hasta la destrucción de los últimos 1000 hombres del ejército de Francisco Solano López, pereciendo él mismo junto con ellos.

En esta sangrienta y prolongada guerra, los hombres de la Legión Militar dieron pruebas de su valentía, destacándose en todos los combates en los que intervinieron. Así lucharon en la ciudad de Corrientes y en las batallas de Yatay, Uruguayana y en la cruel carnicería de Curupaytí, donde junto a miles dejó su vida el coronel Charlone, tratando infructuosamente de alcanzar las trincheras enemigas en cargas de infantería similares a las que más tarde espantarían al mundo durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial.

La pérdida de Charlone llevó a que el mando de las fuerzas italianas esté cargo del coronel Baldomero Sotelo, oficial argentino, con quien estuvieron presentes en las batallas de Lomas Valentinas y Paso Hondo donde el 21 de octubre de 1869 tomaron a la bayoneta una batería de ocho cañones.

Luego de estas acciones la Legión Militar pasó a formar parte del Ejército de Ocupación, permaneciendo en Asunción, la capital paraguaya, hasta enero de 1871. Durante toda la Guerra de la Triple Alianza la Legión usó su uniforme distintivo, que obviamente fue haciéndose menos completo con la adaptación del mismo a las necesidades y carencias de la campaña. Los restos de la gloriosa Legión retornaron a la ciudad de Corrientes y permanecieron como parte del 1er. Batallón del Regimiento Nº 8 de Infantería.

La Legión Militar no fue la única fuerza de origen italiano creada para servir junto con el Ejército Argentino. Otras dos agrupaciones italianas se agregaron a la antes mencionada.

Legión 1ra. de Voluntarios o Voluntarios de la Libertad; Esta fuerza fue organizada por el comandante ]osé Giribone, nacido en 1823 en la ciudad de Génova y también emigrado por razones políticas. Arribo a Montevideo en el año 1843, luchando en forma destacada junto a Giuseppe Garibaldi y Francisco Anzani en el sitio de la capital uruguaya. Con una gran capacidad musical y con su ejemplo de valentía y sacrificio, demostrada en el combate de El Tala, dejó al Ejército Argentino una marcha militar: “El Tala”.

El 10 de agosto de 1861 se lo nombraba comandante de una fuerza que debía organizar y que llevaría el nombre de Voluntarios de la Libertad. Fue destinada a proteger la ciudad de Rosario, Argentina, pero a los pocos meses fue disuelta para que con sus efectivos se organizara una llamada Legión Extranjera, a la que se sumaron voluntarios de diferentes nacionalidades pero siendo siempre mayoría los italianos.

Esta fuerza se comprometió a servir bajo contrato por el término de tres años y fue destinada a reforzar el Tercer Regimiento de Infantería de línea que protegía a la población de Azul, en el sur de la Provincia de Buenos Aires, de los ataques de los indios.

Su nombre es modificado por el de Primera Legión de Voluntarios y bajo esta denominación combatió en la Guerra de la Triple Alianza, formando parte del Ejército de Operaciones aliado. El 17 de febrero de 1868, el comandante Gribone caería víctima de dieciocho heridas, “todas de frente”, como refiere el parte militar de ese momento, al enfrentarse a fuerzas superiores. Desaparecía con él la segunda figura heroica de los italianos en esta guerra.

El antes mencionado coronel Antonio Sussini, reorganizador de la Legión Agrícola Militar había delegado el mando de esta fuerza al entonces teniente coronel Charlone, por haber sido designado Jefe de la Escuadra del Gobierno del Estado de Buenos Aires, en el año 1857. Pero Sussini no podía estar ajeno a la lucha que tenia lugar en el Paraguay por lo que retomo el servicio en tierra y organizó otro cuerpo que recibió el nombre de 2 da. Legión de Voluntarios, con la que marchó con el Ejército de Operaciones haciendo toda la campaña.

Desde el primer momento Antonio Sussini fue designado al mando de una brigada de la que formaba parte su Legión y finalmente ocupó el elevado cargo de Comandante del 1er. Cuerpo del Ejército Argentino.

Al dar fin la guerra contra el Paraguay, restos de las fuerzas italianas intervinieron en algunas acciones de nuevas guerras civiles en la Argentina, para ser luego licenciados luego de sus extensas campañas.

Ya no habría más Legiones italianas en el Ejército Argentino, pero muchos de sus hombres, tanto soldados como oficiales, solicitaron y fueron incorporados al Ejército nacional y llegaron a desempeñar altos e importantes cargos, colaborando en las luchas finales contra el indio y en la organización definitiva de un ejército al cual habían pertenecido desde siempre por el derecho que da la sangre derramada.

Fuente
Álbum de la Guerra del Paraguay – Imprenta Jacobo Peuser, Buenos Aires, Argentina, 1893-1894.
Alonso, José Luis y Peña, Juan Manuel – Revista Superior de Guerra Nº 553, Abr-Jun 2004.
Best, Félix – Historia de las Guerras Argentinas – Torno II – Ed. Peuser, Buenos Aires (1960).
Caronti, C. Luis – Legiones Italianas. Buenos Aires (1907).
Comando en Jefe del Ejército – Reseña histórica y orgánica del Ejército Argentino - Ed. Círculo Militar, Buenos Aires (1972).
De Marco, Miguel Angel – La Guerra del Paraguay – Ed. Planeta, Buenos Aires (1995).
Granienigo, Gaio Italiano entre Rosas y Mitre – Ed. Sediliba, Buenos Aires (1987).
Ferracutti, Enrique – Las expediciones militares en los orígenes de Bahía Blanca – Ed. Círculo Militar, Buenos Aires (1962).
Walther, Juan Carlos, La conquista del Desierto Ediciones Círculo Militar, Buenos Aires (1964).

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

miércoles, 6 de enero de 2010

Petrona Simonino

Petrona Simonino



Petrona Simonino, en Obligado

El nombre de Petrona Simonino quedó relegado al más absoluto silencio y oscuridad, al revés de lo que debió haber ocurrido, esto es, que el pueblo argentino la tenga presente y la vindique toda vez que se hable del rol de la mujer criolla en nuestro devenir histórico. Por lo pronto, es reconfortante esbozar una biografía sobre esta dama patricia olvidada, porque seguramente despertará la curiosidad de los que jamás oyeron siquiera nombrarla, y porque, a su vez, incitará a continuar con la búsqueda de nuevas fuentes que lleven a una comprensión total de su figura.

Nació Petrona Simounin allá por el año 1811, en el seno de una familia acomodada del pueblo de San Nicolás de los Arroyos. Con el correr de los años, los paisanos nicoleños no lograrán pronunciar adecuadamente su apellido, quedándole para siempre el patronímico Simonino. Y aunque no conviene adelantarnos al relato, los documentos oficiales redactados luego de la batalla de Vuelta de Obligado la nombrarán también como Simonino. Su padre, Antonio Simounin, era francés, mientras que su madre, doña María Eustaquia Almada, pertenecía a una de las familias linajudas de San Nicolás, como se ha referido con anterioridad.

En 1832 contrae matrimonio con un joven hacendado de la zona llamado Juan de Dios Silva. Ellos tendrán ocho hijos: Juan, Úrsula, Carlos, Emiliano, Felisa, Petrona, Ciriaco y Juana. El último de sus críos nació en 1845, según se desprende de algunas viejas crónicas. Pero la dulce vida familiar se verá truncada cuando las autoridades del gobierno patriota de Juan Manuel de Rosas comienzan a reclutar gente para defender las costas del río Paraná, ante las reiteradas amenazas de las fuerzas imperiales del momento que en su afán de transitar los ríos internos argentinos estaban dispuestos a iniciar acciones bélicas de grandes proporciones. Para ello, el jefe de las fuerzas federales, general Lucio Norberto Mansilla, designa al esposo de Simonino, Juan de Dios Silva, como capitán de milicias del arma de artillería.

Silva no había sido designado de modo azaroso con el grado de capitán, sino todo lo contrario, pues ello se debió a los servicios que prestó con anterioridad al ejército federal, cruzando caballadas enteras para el general Manuel Oribe, quien se encontraba luchando en la provincia de Entre Ríos contra salvajes unitarios. Un parte que Mansilla le dirige a Rosas en los días previos a la batalla de Vuelta de Obligado, decía así: “Un solo capitán he nombrado, y es el ciudadano federal don Juan de Dios Silva, por su capacidad, honradez, constancia y servicios en el pasaje de caballos [a Oribe]…”.

Petrona Simonino marchó junto a su marido a Obligado, dejando su hogar y sus hijos, todo lo cual constituye un inmenso acto de amor por la patria y la ratificación de su genuino deber de esposa. Vivía cómodamente y pudo no haber ido al campo de batalla, pero el lujo y el bienestar no le interesaron en las horas decisivas del momento que se vivía.

Al inicio de las acciones, el 20 de noviembre de 1845, la valiente nicoleña auxilió a los infantes, artilleros y milicianos que defendieron con denuedo sin par la soberanía nacional. Sus tareas consistieron en ofrecerles, en medio de la polvareda infernal y el calor del fuego enemigo, agua fresca, primeros auxilios y la colocación de vendajes. Simonino, como otras que también descollaron por la hospitalidad brindada en la contienda, hacían las veces de enfermeras, y trasladaban los heridos fuera del alcance de las balas y el cañoneo anglo-francés que provenía desde el río Paraná. Incluso, arrancaban partes de sus vestidos para hacer tacos a los cañones nuestros, o bien, los deshilachaban para cubrir las heridas de los cuerpos lacerados por la metralla, cuando la urgencia era extrema.

La tarea de Petrona Simonino adquirió ribetes del más puro altruismo dado que 100 cañones de grueso calibre disparaban contra las fuerzas federales sin parar, lo cual ocasionaba que las piezas argentinas sean arrancadas de sus cureñas, lo mismo que los parapetos de las fortificaciones, que volaban por los aires. El desenlace, que con el correr de las horas se hizo cada vez más pesado y angustiante, podía notarse cuando en las barrancas se veían centenares de patriotas heridos, mutilados o ya muertos. Y en medio de esa apocalíptica escena, digna de la tenacidad con que se defiende la tierra querida, surge la figura de Simonino, que atendía a los defensores sin importarle que el fuego enemigo pudiera arrancarle la vida en un segundo.

El parte de guerra, confeccionado por el general Mansilla, la cita a Simonino de forma especial con la siguiente mención: “…tuvieron que dejar aquel lugar, bajo un fuego abrasador, para alejar las carretas del Parque, con crecido número de heridos y familias, en las cuales se distinguió por su valor varonil la esposa del capitán Silva, doña Petrona Simonino”.

Corría el año 1887, y Petrona Simonino, olvidada por las administraciones que vinieron tras la ilegal destitución de Juan Manuel de Rosas en 1852, muere en medio de los recuerdos que su memoria guardaría, seguramente, de aquella jornada de la batalla de Vuelta de Obligado, donde lo que estaba en juego era, ni más ni menos, que la soberanía nacional. Tenía 76 años de edad.

Fuentes:
•Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
•Ramírez Juárez, Tcnl Evaristo - “Discurso pronunciado con motivo de la inauguración del monumento en Vuelta de Obligado el 20 de Noviembre de 1934”, Cuadernillo impreso, Buenos Aires MCMXXXIV.
•Ramírez Juárez, Tcnl Evaristo - “Petrona Simonino, “la nicoleña”, es un símbolo de la mujer argentina”, Publicación El Hogar, Noviembre 22 de 1935, Argentina.
•Turone, Gabriel O. – Petrona Simonino, una mujer de la Patria.
•http://www.revisionistas.com.ar/

viernes, 14 de agosto de 2009

El Negro Ricardo Ibarra: al que cariñosamente llamábamos “Dulce de Leche"

Un recuerdo de los cumpas Arbelos y Roca del MNR Tacuara
El Negro Ricardo Ibarra: al que cariñosamente llamábamos “Dulce de Leche"
Un luctuoso accidente se produjo anoche en la ruta nacional de la provincia de Córdoba, al cruzársele un caballo al automóvil "Peugeot" 404, chapa de la provincia de Buenos Aires 674.395 que circulaba a alta velocidad. Como producto de la violenta colisión, perdió la vida el conductor del mismo, el joven Marcelo Nazar Anchorena, perteneciente a una prestigiosa y conocida familia de nuestra sociedad. El extinto tenía 23 años de edad"

Esta noticia apareció en el diario "La Nación" de Buenos Aires algún día de octubre de 1964. Nosotros la leímos con los ojos llenos de lágrimas en la celda 145 del pabellón celular 5º de la cárcel de Villa Devoto.

Pero no estábamos llorando al joven parásito de nuestra sociedad. ¡¡No!! El bobo se nos estrujaba por un querido compañero y gomía: "El Negro" Ricardo Ibarra, al que cariñosamente llamábamos "Dulce de Leche".

Mote por el que lo conocían tanto los que lo protegían y querían, como los gorilas que lo perseguían y buscaban. Compañero de fierro....

Habíamos pasado las mil y una juntos... durmiendo en la sede de algún sindicato combativo... quemando banderas yanquis frente algún Minimax de Rockefeller o exigiendo el castigo de los asesinos de Felipe Vallese... o planeando "la boleta del Lobo".

Ricardo era muy querido en las villas de La Matanza, por donde paseaba su humanidad desgarbada y su andar de "cowboy". El "Flaco" Pamplona no se olvidará jamás de una aventura que le tocó vivir junto a "Dulce de Leche". Te la contamos...

Habían quedado en encontrarse para tratar un artículo que iba a aparecer en el Boletín de la Juventud Revolucionaria Peronista, sobre el Plan de Lucha que por aquel entonces la CGT estaba por largar; no te olvides que 1964 era el año del retorno de Perón.

Cuando llegó -tarde como siempre- le pidió a Pamplona que lo acompañara, que tenía que hacer algo muy urgente, que fuera con él así charlaban por el camino. Subieron al coche y se dirigieron hacia el Once. En la calle Pasteur estacionaron frente a uno de los tantos comercios mayoristas que hay por ahí.

-Esperá aquí que es un minuto nomás- le dijo Ricardo, mientras bajaba y enfilaba para el negocio.

Al rato empiezan a aparecer empleadas cargadas de mantas que las van acomodando e el asiento trasero y en el baúl del coche. Lo llenaron. Pamplona a través de las vidrieras, lo veía a Ricardo que hablaba con el que seguramente sería el patrón o el encargado. Gesticulaba, revisaba unos papeles y finalmente comenzó a buscarse algo en el bolsillo. Sale junto con el encargado a la puerta y desde allí le grita a Pamplona:

- ¡Flaco, alcanzame el portafolios!

Pamplona busca por todas las partes que habían quedado libres de mantas y no ve ningún portafolios. Finalmente, le dice que no lo encuentra.

¡Qué boludos!, seguro que quedó debajo de todas las mantas, en el asiento de atrás. dijo Ricardo mientras se dirigía al coche. Llegó. Se subió y con una mano hizo que buscaba entre las frazadas, mientras que con la otra puso en marcha el coche, metió la primera y arrancó. Con un chirrido de la gran puta, el auto pegó un salto y salió en dirección a la avenida Corrientes.

Ricardo se reía y sacando la mano izquierda por la ventanilla le hacía cuernos al dueño, que corría desesperado dentrás del coche gritando ¡¡¡Ladrones!!! ¡¡Me han robado!!.. Pamplona estaba aterrorizado.

A modo de explicación, mientras daban vueltas por una Villa repartiendo las mantas, Ricardo le dijo: -¿Sabés lo que pasa?, ya se viene el invierno y por aquí hace un frío de la gran puta y los compañeros si compran mantas no morfan.

Ricardo era protagonista de anécdotas como esta, diariamente, tanto en Argentina como en Uruguay cuando venía a encontrarse con nosotros.

La primera vez que fue a Montevideo, al llegar, nos contó el miedo que había pasado en el control de documentación del aeropuerto Carrasco. El loco había viajado con su propia documentación. Se había olvidado que lo buscaba la policía de todo el país. Le dimos un buen tirón de bolas y le planteamos que con sus documentos no volvía a Buenos Aires. Así que un compañero le "lavó" la libreta. La dejó en blanco. Cuando llegó el momento de volver a rellenarla dijo mientras se cagaba de risa: - Me quiero llamar Marcelo Nazar Anchorena. Lo miramos con cara rara...

Es que cuando te piden los documentos, si ven que sos de buena familia te respeta más y te joden menos- nos dijo a modo de explicación.

Al dia siguiente, el diario "La Nación", publicaba entre las noticias policiales:

"En fuertes cercanas a la Policía Federal se ha podido saber que el hombre muerto en el accidente de anteanoche en la ruta nacional de la provincia de Córdoba, era Ricardo Ibarra (a) Dulce de Leche, (a) El Negro, (a) El Loco, sin domicilio conocido, de 20 años de edad y soltero. Tenía pendientes varios pedidos de captura por pertenecer a organizaciones ilegales adictas al tirano prófugo. La documentación que portaba era falsa y se está investigando el origen del automóvil que se supone era robado"

Ricardo se dirigía a un Congreso clandestino de la Juventud Peronista en Tucumán.

Le velaron en el Sindicato del Calzado. El salón estaba repleto de gente, su gente.

Carlos Arbelos y Alfredo Roca

martes, 11 de agosto de 2009

Eva: filantropía de choque

Eva: filantropía de choque
ROGELIO GARCIA LUPO
En un clima diplomático tenso, con EE.UU., Eva Perón envió, en 1949, ayuda a los niños negros de Washington. El acto fue tachado de arrogante y generó pedidos de explicaciones.
ROGELIO GARCIA LUPO. Periodista.


En 1952, cuando falleció, hace ahora medio siglo, muchos aún recordaban en los Estados Unidos que tres años antes Eva Perón había asombrado al mundo político al enviar un avión con ayuda de invierno para los niños pobres de Washington.

Fue en 1949, en medio de un clima de tensión diplomática creciente entre nuestro país y los Estados Unidos, y en vísperas de que Harry Truman asumiera la presidencia. El vicepresidente Truman era un granjero de Missouri a quien la muerte del presidente Franklin Roosevelt depositó en el centro del poder mundial.

Truman arrojó sin titubear la bomba atómica sobre Japón y había dado muestras de que estaba dispuesto a poner a los Estados Unidos a la cabeza del mundo cuando se firmara la paz. Su elección por cuatro años, a partir del 21 de enero de 1949, fue una celebración internacional marcada por la guerra fría ya desatada contra la Unión Soviética y un reconocimiento hacia la mayor potencia. Las principales figuras de la política se hicieron presentes en Washington y todos se sorprendieron al recibir una comunicación de la embajada argentina que informaba sobre un evento que tendría lugar al día siguiente de los festejos oficiales. Se trataba de la entrega de ropa de invierno para 600 niños pobres residentes en los barrios bajos de la capital.

La donación en nombre de Eva Perón y su Fundación de Ayuda Social había sido gestionada cuidadosamente con el reverendo Ralph Faywatters, quien presidía la Children''s Aid Society, una entidad caritativa que protegía a los niños negros de Washington. Consistía en ropa de abrigo y calzado, fabricados en la Argentina y enviados por avión, lo que sugería la situación apremiante de quienes se beneficiarían con la ayuda.

La reacción del gobierno norteamericano no se hizo esperar y la embajada argentina tuvo que dar explicaciones sobre las intenciones del regalo. Entretanto, el reverendo Faywatters había puesto en acción a otras organizaciones y un total de 27 entidades —en su mayoría de ciudadanos negros— reclamaron su porción del cargamento. La idea de que el gobierno norteamericano podía impedir que los niños pobres obtuvieran su ropa de invierno argentina produjo una rápida agitación entre miles de familias de Washington.

El asunto fue tratado por la prensa internacional. La Agence France Presse describió "una situación que por momentos parecía casi enojosa, debido a la confusión producida por la inesperada noticia" de la donación. "No hubo intención de demostrar que en un país rico cual es Estados Unidos, hay niños ''pobres''", agregó la AFP. Los diarios de la cadena Scripps-Howard no ocultaron su perplejidad y publicaron en docenas de ciudades norteamericanas un comentario donde afirmaban que "la Fundación encabezada por la esposa del presidente argentino no hace las cosas con moneda pequeña ni tampoco peca de falsa modestia".

También trataron el episodio los semanarios de mayor circulación, como Newsweek, bajo el título "Señora" pockets (Señora bolsillos) y Time, que lo encabezó "Helping hand" (Dando una mano), donde no ocultaban que la filantropía peronista transpiraba arrogancia pero había golpeado exactamente en un punto muy sensible, el de la pobreza alarmante de la mayoría negra de Washington.

El reverendo Faywatters, silencioso cómplice de Evita, se hizo cargo de los regalos y retribuyó con una nota oficial donde subrayó que "entendemos ante esta evidencia su deseo (de Eva Perón) de que toda América viva y trabaje unida para bien de su pueblo (y) esta contribución para los niños necesitados está por encima de toda diferencia internacional de opinión política".

El caso quedó cerrado definitivamente y la embajada argentina insistió en que si bien la entrega formal de la donación se había superpuesto con la asunción presidencial de Truman, se trataba de una coincidencia sin propósitos secundarios.

Truman le dio en parte la razón a Evita cuando en su discurso de posesión afirmó que "Estados Unidos sufre el efecto de los precios excesivamente elevados, la producción no cubre aún las necesidades y los salarios mínimos son demasiado bajos, al mismo tiempo que las pequeñas empresas pierden terreno en beneficio de los monopolios". La prosa de Truman anticipaba los cambios en los derechos civiles para los negros aunque faltaban años y mucha sangre para que estos se concretaran definitivamente.


Unos apuntes de Eva Perón hasta ahora inéditos, pertenecientes a la Colección Alberto Casares, revelan cómo siguió personalmente la donación a la Children''s Aid Society y en todo momento fue conciente de su alto contenido político. "Sirva de ejemplo este acto y esta ayuda que lo hacemos con todo el respeto y todo el cariño por el gran pueblo de los Estados Unidos y humildemente le hacemos llegar nuestro granito de arena de ayuda", escribió con su tumultuosa caligrafía. En otro lugar afirma que "este avión argentino que pronto llegará a Estados Unidos representa a la bondad de nuestro conductor y lo que somos capaces de hacer por el desposeído, esté donde esté y se encuentre donde se encuentre".

Pero en Washington la procesión iba por dentro y a nadie se le ocultó que detrás de la prosa protocolar rugía la furia de la mujer más poderosa de la Argentina y sin duda la más famosa en el mundo de su tiempo. En los dos años siguientes la misma Fundación de Ayuda Social enviaría donaciones semejantes a más de ochenta países, entre los que se incluían naciones europeas devastadas por la guerra, pequeños principados africanos y prácticamente todos los países latinoamericanos. Sin embargo, aquella donación para los niños pobres de Washington D.C. resultó incomparable.

lunes, 10 de agosto de 2009

A vos chabón!!!

A vos chabón:

A vos pibe me dirijo; a vos que miras pasar la vida sin que te importe.
O que pensás que podés hacer nada por cambiar nada. Que casi no te interesa que te estén afanando: la Patria, tu futuro. Y el de tus hijos: la razón de tu vida.

Se te ocurre que esto fue siempre así. Y vos piola. Lo importante es la cerveza.

No seas dolobu: te estas cagando. Se están llevando puesto todo lo que vos querés, todo lo que vos amas.

Como vas a construir algo si te sacan todo? Vos crees que los del Norte son iguales? Que la vida la ven pasar?

Estas loco !!!

Ellos van a vivir bien mientras a vos te van a tener de esclavo para que le produzcas bienestar. La heladera de ellos va a estar llena, mientras que vos pensás como sobrevivís con la basura de comida que te ofrecen.

Vos sos boludo? En un país que tiene todo lo que necesitas para alimentarte te están queriendo enseñar que lo mejor es comer mierda. O mierda o nada, te dicen. Y vos que estas medio atontado te lo crees.
"Total me tomo otra birra, me mando una burguer, me meto en el cyber y me pongo a joder". Eso puede estar bien. Pero es como ir de cuerpo: No alcanza para darle sentido a la vida.

En un país que tiene petróleo las ganancias se la llevan los de afuera.
Y vos mirás como la guita se la gastan mientras tus amigos pasan hambre.
En el campo más fértil del mundo plantamos soja para que coman los chinos, mientras los pibitos pobres se cagan de hambre.

Como consecuencia de un mar inmenso vos pagas el pescado mas caro que en Europa. Y te enseñan a comer hamburguesas cuya compuesto esencial son las harinas. Minga de proteínas; así te va a quedar el mate: escuálido como rama seca.

Las vaquitas son ajenas. Y vos miras. Eso se come en otros países.

Te llevan en bondis y trenes de mierda porque vos no existís. Por que como a muchos le dijeron que lo importante era la cerveza. Y que si tenías mucha guita eras mejor. Lo que no te dijeron es que la guita ni
las vas a oler. Para eso tienen soldados y canas. Para protegerse de vos.

Se chorrean todo. Y vos pensás que no se puede hacer nada.

Si que se puede !!!

Y te necesitan todos. Los más viejos y jóvenes. Para tratar de encontrar los caminos. El triunfo es de los inteligentes. Y si se unen son casi invencibles.

O como te crees que hicieron los países que nos comen todo? Usando el marulo. Juntando la materia gris. Obligándose a pensar la realidad y ver cual es el horizonte soñado.

Creo que tenemos que tratar de imitarlos. No supongas que nos va a salir barato. Pero valdrá la pena. La Patria (esa que incluye a todos los que vivimos aquí) te lo va a agradecer. Siempre se va a acordar de vos.

Es que vas a pelear por vos. Por lo que a vos te gusta. Por tus amigos. Por tus costumbres. Por tu forma de ver al mundo. Por la gente que vos querés. Y por un ideal: la felicidad del pueblo: que es la tuya.

Ahh...eso si: pelear no significa tal o cual método. Te lo repito por si no te quedó claro: pelear es usar el marulo para lograr lo que todos necesitamos. Juntá a tus amigos y empezá a pensar.

Somos una colonia; necesitamos ser libres.

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Jorge E. Catena
jecatena@sursur.com

jueves, 6 de agosto de 2009

Perón habló sobre el problema de la basura

El hombre en ese sentido, trabaja normalmente en contra de la naturaleza, porque ha comenzado por convertir a la tierra en basurales.
El plástico es un ejemplo.
Es un elemento que sale de la famosa ley de que en la naturaleza nada se pierde, todo se transforma.
Pero el plástico es in transformable.
Se queda depositado como basura donde lo pongan, y la tierra se esta cubriendo de esos basurales indestructibles.
Algunos los echan al mar, que es lo mismo que dejarlo arriba de la tierra.
Los ríos se están convirtiendo en cloacas; ya no se pueden utilizar los ríos en la mayor parte del mundo porque están todos contaminados.
Los detergentes, insecticidas y todos los residuos que el hombre lanza actualmente están exterminando la flora y la fauna marítimas y fluviales, que podrían ser grandes fuentes de alimentación.