viernes, 29 de enero de 2016

LA MUERTE DE LOS DOS AMANTES YANDUBALLO Y LIROPEYA

LA MUERTE DE LOS DOS AMANTES YANDUBALLO Y LIROPEYA


LA ARGENTINA LA MUERTE DE LOS DOS AMANTES YANDUBALLO Y LIROPEYA


Se transcribe un fragmento de épico poema “LA ARGENTINA o la conquista del Río de la Plata”, del sacerdote arcediano extremeño Martín del Barco Centenera, publicada en Lisboa, en 1602, es en verdad una crónica en verso, más que un poema épico renacentista.

Martín del Barco Centenera era miembro de la expedición de Juan Ortiz de Zárate, e imitando a Ercilla con su La Araucana, publicó un largo poema de la historia del Río de la Plata y de los reinos del Perú, Tucumán y del Estado del Brasil, bajo el título La Argentina, en el que se denomina al territorio del Río de la Plata como El Argentino.

Hay en Centenera una sorprendente valoración del indígena, acorde con la línea humanista de Las Casas y Ercilla. No podemos pasar por alto que Centenera da cuentas en su libro de la vida y carácter de los charrúas o charusúes, los guaraníes, chiriguanos, tambús, chanás, calchines, chiloazas, melpenes, mañue o minuanes, veguanes, cherandíes, meguay, curuces y tapui-miries.

El indígena, cuyos orígenes se entremezclan en su visión inclusiva con el génesis bíblico, empieza a tener presencia viva a partir del canto VIII, cuando el relato del autor se hace autobiográfico. Este canto y los siguientes que documentan la expedición de Ortiz de Zárate, muestran a los indios que pueblan las costas del Brasil auxiliando y transportando a los españoles en sus canoas, sin poder impedir que algunos mueran.

Se instala de hecho un contraste abrupto entre la amigabilidad y solidaridad aborigen y la rígida actitud de los jefes españoles.

En el Canto duodécimo sucede la muerte de los dos firmes amantes Yanduballo y Liropeya

LA ARGENTINA LA MUERTE DE LOS DOS AMANTES YANDUBALLO Y LIROPEYA


Con gran solicitud en su caballo
entre aquestos mancebos se señala
en andar por las islas Caraballo,
y así por la espesura hiende y tala
en medio de una selva, y Yanduballo
halló con Liropeya, su zagala.
La bella Liropeya reposaba
y el bravo Yanduballo la guardaba.
El mozo, que no vio a la doncella,
en el indio enristró su fuerte lanza,
el cual se levantó como centella,
un salto da y el golpe no le alcanza.

Afierra con el mozo, y aun perdella
la lanza piensa el mozo, que abalanza
el indio sobre él, por do al ruido
la moza despertó, y pone partido.
Al punto que a la lanza mano echaba
el indio, Liropeya ha recordado,
mirando a Yanduballo así hablaba:
«Deja, por Dios amigo, ese soldado,
un solo vencimiento te quedaba,
mas ha de ser de un indio señalado,
que muy diferente es aquesta empresa,
para cumplir conmigo la promesa».
Diciendo Liropeya estas razones,
el bravo Yanduballo muy modesto
soltó la lanza, y hace las acciones,
y a Caraballo ruega baje presto.
El mozo conoció las ocasiones,
y muévelo también el bello gesto
de Liropeya, y baja del caballo
y siéntase a la par de Yanduballo.
El indio le contó que un año había
que andaba a Liropeya tan rendido
que libertad ni seso no tenía,
y que le ha la doncella prometido
que si cinco caciques le vencía,
que al punto será luego su marido.
El tener de español una centella
no quiere, por quedar con la doncella.
Mas viendo el firme amor de estos amantes,
licencia les pidió para irse luego,
dejándoles muy firmes y constantes
en las brasas de amor y vivo fuego.
Dos tiros de herrón no fue distantes,
con furia revolvió, de amores ciego;
pensando de llevar por dama esclava,
al indio con la lanza cruda clava.
Yanduballo cayera en tierra frío,
la triste Liropeya desmayada;
el mozo con crecido desvarío
a la moza habló, que está turbada:
«Volved en vos», le dice, «ya amor mío,
que esta ventura estaba a mí guardada,
que ser tan lindo, bello y soberano,
no había de gozarlo aquel pagano».
La moza, con ardid y fingimiento,
al cristiano rogó no se apartase
de allí, si la quería dar contento,
sin que primero al muerto sepultase;
y que concluso ya el enterramiento
con él en el caballo la llevase.
Procurando el mancebo placer darle,
al muerto determina de enterrarle.
El hoyo no tenía medio hecho,
cuando la Liropeya con la espada
del mozo se ha herido por el pecho,
de suerte que la media atravesada
quedó diciendo: «Haz también el lecho
en que esté juntamente sepultada
con Yanduballo aquesta sin ventura
en una misma huesa y sepultura».
Lo que el triste mancebo sentiría
contemple cada cual de amor herido.
Estaba muy suspenso qué haría,
y cien veces matarse allí ha querido.
En esto oyó sonar gran gritería;
dejando al uno y otro allí tendido,
a la grita acudió con grande priesa,
y sale de la selva verde espesa.
Aquesta Liropeya en hermosura
en toda aquesta tierra era extremada;
al vivo retratada su figura
de pluma vide yo muy apropiada;
y vide lamentar su desventura,
conclusa Caraballo su jornada,
diciendo que aunque muerta estaba bella,
y tal como un lucero y clara estrella.
Mil veces se maldijo el desdichado
por ver que fue la causa de la muerte
de Liropeya, andando tan penado
que mal siempre decía de su suerte.
«¡Ay triste!, por saber que fui culpado
de un caso tan extraño, triste y fuerte,
tendré, hasta morir, pavor y espanto,
y siempre viviré en amargo llanto».
Salió pues de la selva Caraballo
a la grita y estruendo que sonaba,
y vido que la gente de a caballo
a gran priesa en las balsas se embarcaba.
No curan ya más tiempo de esperallo,
que de su vida ya no se esperaba,
teniendo por muy cierto que había sido
cautivo de los indios y comido.
Mas viéndole venir, alegremente
el Capitán y gente le esperaron;
allega, y embarcose con la gente,
y apriesa de aquel sitio se levaron.
Entrose por un río que de frente
está, y a tierra firme atravesaron,
a do está de Gaboto la gran torre,

por do el Carcarañá se extiende y corre.

jueves, 28 de enero de 2016

REPARTO DE TIERRAS POR SUERTE CUANDO SE FUNDÓ BUENOS AIRES

REPARTO DE TIERRAS POR SUERTE CUANDO SE FUNDÓ BUENOS AIRES

reparto de tierras de juan de garay por suertes

La fundación de Buenos Aires fue financiada por gentes  de Asunción, convocados al efecto por la publicación de edictos y repartidas luego por sorteo. Por ello las fracciones eran llamadas “suertes”.
Así repartió Juan de Garay las tierras de la nueva ciudad.

Suertes

Varas de tierra
1.
A Luis Gaytán, tomando, por lo más derecho, y ha de empezar desde una punta que está arriba de la ciudad, hacia el camino por donde vienen de la ciudad de Santa Fe, y han de llegar la frente de esta tierra y todas hasta la ribera del Paraná, y costa la tierra adentro ella, y de todas las demás, una legua, o hasta donde el égido, que tengo señalado para la ciudad, diere lugar porque sí antes lo descabezare alguna suerte del égido, ha correr la dicha legua por la tierra adentro, aunque sea en perjuicio de las suertes
500
2.
Otrosí, señalo a Pedro Álvarez Gaytán en la forma dicha
350  
3.
Otrosí, a Domingo de Irala
350
4.
Otrosí, para mí, desde su linde
500
5.
Luego, para el Alcalde Rodrigo Ortiz de Zárate
500
6.
Luego, Miguel López Madera
350
7.
Luego, Miguel Gómez
350
8.
Luego, Gerónimo Pérez
350
9.
Luego, Juan de Basualdo
350
10.
Luego, Diego de la Barrieta
400
11.
Luego, Víctor Casco
400
12.
Luego, Pedro Luis
400
13.
Luego, Pedro Fernández
400
14.
Luego, Pedro Franco
400
15.
Luego, Alonzo Gómez
350
16.
Luego, Estevan Alegre
350
17.
Luego, Pedro de Izarra
400
18.
Luego, Juan Fernández de Zárate
350
19.
Luego, Baltazar de Carbajal
350
20.
Luego, Antonio Bermúdez
400
21.
Luego, Jusepe de Salas
300
22.
Luego, Francisco Bernal
350
23.
Luego, Miguel del Corro
350
24.
Luego, Bernabé Veneciano
350
25.
Luego, Cristóval Altamirano
350
26.
Luego, Pedro de Xerez
350
27.
Luego, Sebastián Bello
350
28.
Luego, Juan Domínguez
400
29.
Luego, Pedro Izbran
350
30.
Luego, Pedro Rodríguez
350
31.
Luego, Pedro de Quiros
400
32.
Luego, Alonso Escobar
400
33.
Luego, Antón Higueras
400
34.
Luego, el Alcalde don Gonzalo Martel de Guzmán
400
35.
Luego, Juan Ruiz
400
36.
Luego, Juan Fernández de Enciso
400
37.
Luego, Hernando de Mendoza, Alguacil mayor
400
38.
Luego, Pedro Morán
400
39.
Luego, Rodrigo de Ibarrola
400
40.
Luego, Andrés de Vallejo
400
41.
Luego, Pedro de Sayas Espeluca
400
42.
Luego, Lázaro Griveo
400
43.
Luego, Juan de Carbajal
400
44.
Luego, Pantaleón
350
45.
Luego, Pedro de Medina
350
46.
Luego, Juan Martín
350
47.
Luego, Estevan Ruiz
350
48.
Luego, Andrés Méndez
350
49.
Luego, Miguel Navarro
350
50.
Luego, Sebastián Fernández
350
51.
Luego, Juan de España
300
52.
Luego, Ambrosio de Acosta
300
53.
Luego, Rodrigo Gómez
350
54.
Luego, Pablo Simbrón
300
55.
Luego, Antón Roberto
400   -6-  
56.
Luego, Gerónimo Martínez
400
57.
Luego, Pedro de la Torre
400
58.
Luego, Domingo de Areamendia
400
59.
Luego, Ana Díaz
300
60.
Luego, Antón de Porras
400
61.
Luego, Ochoa Márquez
400
62.
Luego, Juan Rodríguez
400
63.
Luego, Alonzo Pareja
400
64.
Luego, Pedro Hernández
400
65.
Luego, Juan de Garay
400


24500 varas.

ACTA DE FUNDACION DE BUENOS AIRES DE JUAN DE GARAY

ACTA DE FUNDACION DE BUENOS AIRES DE JUAN DE GARAY


ACTA DE FUNDACION DE BUENOS AIRES DE JUAN DE GARAY

El documento más antiguo que se registra en los libros del Cabildo, es del año de 1594, y corresponde al tiempo de la administración de Zárate, que mandó transcribir la acta de la segunda fundación, por estar tan deteriorado el original que ya no era posible descifrarlo.


"Juan de Garay, Teniente Gobernador y Capitán General en todas estas provincias del río de la Plata, por el muy Ilustre Señor Adelantado Juan de Torres de Vera, Adelantado, Gobernador y Capitán General, Justicia mayor y Alguacil mayor de todas estas Provincias conforme a las capitulaciones que el muy Ilustre Señor Adelantado Juan Ortiz de Zárate, (que haya gloria) hizo con la Majestad Real del Rey don Felipe (fue el II de este nombre), Nuestro Señor, y al mí, por virtud de sus poderes reales, y el dicho Adelantado Juan de Torres de Vera me tiene dados para que, en nombre suyo y de Su Majestad, yo gobierne estas Provincias y haga en ellas las poblaciones que me pareciere ser convenientes para ensalzamiento de Nuestra Santa Fe Católica y para aumento de la Real Corona de Castilla y de León; y así como tal Teniente y Capitán General y Justicia Mayor, he sido recibido en todas las ciudades que están pobladas en esta dicha gobernación, así por mi persona como por mis poderes he sido recibido en ellas, y puestas las justicias de mi mano, y recibido y usado los dichos poderes; debajo de los cuales en todo este tiempo, después que fui recibido, he hecho todo lo que me fía, parecido ser cosa conveniente y necesaria para el bien de esta gobernación, así en pacificar los naturales alterados, como en otras cosas que se han ofrecido; y así, por virtud de los dichos poderes, y en nombre de Su Majestad, yo levanté estandarte real en la ciudad de la Asumpción, y publiqué y mandé publicar la población de este Puerto de Santa María de Buenos Aires, tan necesaria y conveniente para el bien de toda esta gobernación y de Tucumán, y para que se entienda y se predique Nuestra Santa Fe Católica entre todos tos indios naturales que hay en estas provincias; y así, con celo de servir a Dios Nuestro Señor, se asentaron en la ciudad de la Asumpción sesenta soldados, y se metieron debajo del estandarte real, y vinieron y están contigo sustentando esta dicha población; habiendo hecho muchos gastos de sus haciendas, y pasado muchos trabajos en cosas que se han ofrecido. Y así, usando de los poderes reales que Su Majestad el Rey D. Felipe, Nuestro Señor, dio al muy Ilustre Señor Adelantado Juan Ortiz de Zárate, (que haya gloria) para él y para su sucesor y sus capitanes, yo en nombre de Su Majestad he empezado a repartir, y les reparto a los dichos pobladores y conquistadores, tierras y caballería y solares y cuadras, en que puedan tener sus labores y crianzas de todos ganados; las cuales dichas tierras y estancias y huertas y cuadras, las doy y hago merced en nombre de Su Majestad y del dicho Gobernador, para que como cosa propia suya puedan en ella edificar, así casas como corales, y poner cualesquier ganados, y hacer cualesquier labranzas, que quisieren y por bien tuvieren, y poner cualesquiera plantas y árboles que quisieren y por bien tuvieren, sin que nadie se lo pueda perturbar, como si lo hubiese heredado de su propio patrimonio; y como tal puedan dar y vender y enajenar y hacer lo que por bien tuvieren; con tal que sean obligados a sustentar la dicha vecindad y población cinco años, como Su Majestad lo manda por su real cédula, sin faltar de ella, si no fuere con licencia del Gobernador o Capitán que estuviere en la dicha población, enviándoles a cosas que convengan y que sean obligados a acudir, conforme rezare la tal licencia. Donde no, lo sustentaren en esta, o pueda el Capitán o Gobernador repartirlo o encomendarlo de nuevo en las personas que sustentaren la dicha población y sirvieren en ella a Su Majestad. Y porque conviene, por el riesgo que al presente hay de los naturales alterados, que para hacer sus labores más seguras y con menos riesgo de sus personas y de sus sementeras, que cada vecino y poblador de esta ciudad de la Trinidad y Puerto de Buenos Aires, tengan un pedazo de tierra, donde con facilidad lo puedan labrar y visitar cada día; así, en nombre de Su Majestad y de la manera y forma que dicho tengo, les señalo y hago merced, en nombre de Su Majestad, y en la forma que dicho tengo, sus pedazos de tierras por la vera del gran Paraná arriba, en la forma siguiente: 

miércoles, 27 de enero de 2016

MAYO DE 1969: ENTRE EL MAYO FRANCES Y EL CORDOBAZO

MAYO DE 1969: ENTRE EL MAYO FRANCES Y EL CORDOBAZO

MAYO DE 1969: ENTRE EL MAYO FRANCES Y EL CORDOBAZO


Interesante interpretación escrita por Ricardo E. Brizuela

El “mayo francés” comenzó en París precisamente el 3 de mayo de 1968, con estudiantes enfrentándose con las fuerzas del orden.

En nuestro país, el 15 de mayo del año siguiente, como un calco, un hecho similar tomó el nombre de “el cordobazo”. El primero sacudió al general Charles De Gaulle. El segundo hizo tambalear al gobierno “de facto” del general Juan Carlos Onganía.

Sin embargo, como entre paréntesis, en el medio de ambos hechos se registraron en el mundo distintos niveles de violencia de signos contrapuestos. Si bien es cierto que la izquierda fomentó simultáneamente movimientos en México, Gran Bretaña, Alemania, Italia y Bélgica, también hay que destacar que la “Primavera de Praga” que se había iniciado en enero de 1968 en Checoeslovaquia – con una atmósfera de democracia - de la mano de Alexander Dubcék, cayó estrepitosamente bajo las armas de las fuerzas del Pacto de Varsovia (la OTAN del entonces mundo comunista), el 20 de agosto del mismo año.

En Francia, diez millones de obreros iniciaron una de las huelgas más importantes de su historia y algunos grupos se apoderan de las fábricas. De inmediato recogieron la simpatía de la mayoría, con una franca adhesión de la intelectualidad y fundamentalmente de los jóvenes. Muy pronto, el país se manifestó, como si quisiera sacarse de encima un corcet de autoritarismo. El mundo entero fue conmovido por la magnitud que tomó el movimiento de protesta.

El 24 de mayo el general De Gaulle pide el apoyo del pueblo a través de un referendum y. el 30 de mayo disuelve la Asamblea y convoca a nuevas elecciones ganando una batalla a lo Pirro.

No consiguió revertir la situación y debió alejarse del gobierno en abril de 1969.

En La Argentina, el 15 de mayo de 1969, estudiantes correntinos protestan por la privatización de los comedores estudiantiles y muere baleado el estudiante de medicina Juan José Cabral. Inician huelgas los metalúrgicos cordobeses y todo el país se solidariza con los estudiantes correntinos.

El 17 de mayo, en una manifestación de adhesión en Rosario, es baleado el estudiante de Ciencias Económicas Alberto Ramón Bello, quien muere al día siguiente. El día 20 en la Capital los desórdenes dejan un saldo de 20 heridos y 120 detenidos. En Rosario continúa la protesta y es muerto el obrero metalúrgico Norberto Blanco. El gobierno de Onganía ocupa militarmente la ciudad y establece el estado de emergencia y la población responde con paro general.

Sin embargo lo peor todavía estaba por ocurrir.
El dirigente Raimundo Ongaro es detenido en Córdoba y trasladado a la Capital Federal el 24 y se suspenden las celebraciones del 25 de mayo en todo el país. En Tucumán el 27 los estudiantes controlan por unas horas el centro de la ciudad. El día 29 en Córdoba se inician enfrentamiento de inusitada violencia entre policías y manifestantes. La población toma un sector de la ciudad que tiene por epicentro el Barrio Clínicas y entonces interviene el ejército y la aeronáutica.

Veinticuatro horas después estas fuerzas controlan la situación: queda un saldo de 14 muertos y más de 100 heridos.

Las dos centrales obreras, Paseo Colón y Azopardo, decretan una huelga que se cumple en todo el país. Un consejo de guerra pena con cuatro y ocho años de prisión a los dirigentes Elpidio Torres y Agustín Tosco. El 4 de junio el general Onganía sostiene que los disturbios responden a fuerzas organizadas y anuncia la renuncia de su gabinete, gobernadores y altos funcionarios.

El mismo día, desde Madrid, el general Juan domingo Perón dice que el gobierno de Onganía es un “anacronismo” agregando que “hay que prepararse para derribar tal estado de cosas aunque para ello deba emplearse la más dura violencia”. El gobierno establece penas de hasta 8 años – por imperio de las leyes contra el comunismo – y renueva el gabinete en su totalidad.

Ante el anuncio de nuevos movimientos de fuerza en Córdoba, se interviene la provincia con un gobernador militar (el general Jorge Raúl Carcagno). Como colofón el 20 de junio en Rosario durante la celebración del Día de la Bandera la CGT local declaró persona no grata al presidente Onganía y los estudiantes le manifiestaron su repudio.

La calma se recuperó en forma paulatina. Sin embargo, el gobierno de Onganía fue perdiendo prestigio en forma acelerada.

En 1973 llega la democracia y “el cordobazo” ya es un recuerdo. En esa oportunidad, el presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós que llegó al país para la asunción de Hector Cámpora, se trasladó a Córdoba el 29 de mayo para asistir a un acto conmemorativo de la revuelta de 1969. Allí dijo: “Nos unen compañeros ideales comunes, las ansias comunes, el vigor revolucionario de ambos pueblos”.

Como en una obra de teatro, el telón cae muy lentamente. Sin embargo, faltaba todavía el gran acto, aquel en el que todos los actores saldrían a escena.



EL GRAL. JOSÉ DE SAN MARTÍN Y UN BOTERO DE APELLIDO SÁNCHEZ: LA HISTORIA DEL BOTERO QUE CASI CAMBIA LA HISTORIA

EL GRAL. JOSÉ DE SAN MARTÍN Y UN BOTERO DE APELLIDO SÁNCHEZ:
LA HISTORIA DEL BOTERO QUE CASI CAMBIA LA HISTORIA



EL GRAL. JOSÉ DE SAN MARTÍN Y UN BOTERO DE APELLIDO SÁNCHEZ: LA HISTORIA DEL BOTERO QUE CASI CAMBIA LA HISTORIA

Si un botero incumplidor no hubiera frustrado el desembarco en Montevideo, José de San Martín no hubiera terminado en Buenos Aires donde otra decisión vuelve a encaminar los acontecimientos en el sentido que conocemos.  Y más todavía, cuando vuelve a Montevideo le hacen una oferta que, esa sí, hubiera tenido fuerte incidencia en la historia rioplatense.  ¿Que estas versiones no se ajustan a la versión oficial?  Y bueno, todo es siempre felizmente opinable.  Sólo resta aceptar la que más encaje en vuestras pretensiones de cómo debe haber sido la historia… o elaborar otra más.
Y un poco más: si los argentinos hubiésemos aceptado la opinión que San Martín tenía de Lavalle, los cinematógrafos de Buenos Aires hubiesen estado en otra calle.
Los protagonistas de esta historia son un botero de apellido Sánchez y el Gral. José de San Martín.  El botero “se olvidó” de ir a buscarlo por segunda vez, ya que la primera fue con un bote chico y no entraba con sus bártulos y su criado (el peruano Eusebio Soto).  En tales circunstancias solicitó un bote más grande que nunca llegó.  Para los argentinos José de San Martín es el Padre de la Patria, para los uruguayos un prócer olvidado, aunque no más que otros vernáculos, pese a que sin él la historia americana hubiese sido otra.  Venía del puerto de Falmouth (Inglaterra) a bordo del navío inglés HMP Countess of Chichester con destino a Montevideo, las circunstancias le obligaron a continuar hacia Buenos Aires, contra su voluntad, ya que el capitán (James) no tenía tiempo para esperar el regreso de su botero.
Los hechos
La historia oficial dice que su destino era Buenos Aires, la realidad muestra que no, se dice que su viaje obedecía a fines patrióticos y hoy después de leer este artículo sabrán que tampoco.  Se dice que salió de Buenos Aires al divisar conmovido, que estaba desgarrada por la anarquía y los odios políticos (era cierto), pero al parecer fue impedido su desembarco por el gobierno argentino y puesto a bordo del bergantín de guerra General Rondeau, directamente desde el Countess of Chichester, navío que retornó a Montevideo, 15 días después.
La historia oficial
En febrero de 1829, San Martín regresó al Río de la Plata; encontró a Buenos Aires sufriendo las consecuencias de la revolución de Juan Lavalle y del fusilamiento del coronel Manuel Dorrego (13 de diciembre de 1818).  No quiso desembarcar; aún a bordo, lo visitaron varios ex oficiales del cuerpo de Granaderos a Caballo, como Juan Lavalle y Manuel de Olazábal, y Antonio Alvarez Condarco, entre otros.  Convencido de que el conflicto civil en la Argentina sólo podía resolverse mediante un prolongado derramamiento de sangre y de que él no podría nunca ponerse al frente de semejante lucha, en la que participarían veteranos del ejército de los Andes en ambos bandos, San Martín regresó a Europa sin pisar territorio argentino, deteniéndose primero por unos meses en Montevideo.
La otra historia
Después de dejar a su hija Mercedes en Bruselas, el Gral. José de San Martín resuelve hacer un viaje a Aix-la-Chapelle (Aachen, Alemania) para aliviarse la artritis con las aguas sulfurosas de las termas.  Más tarde continúa el viaje a Marsella, luego a Lille, Tolón y nuevamente a Marsella desde donde retorna a París por la ruta de Nimes.  Esta travesía hoy equivale a 2.200 kilómetros.  Parte del invierno de 1828 lo ocupa en recorrer Francia.  Después prepara su famoso viaje de retorno al Río de la Plata.  Los días previos a la partida estuvo alojado en la casa de un general inglés Lord MacDuff, Conde de Fife en Cantebury.  De ahí a Falmauth.  En 1806, el hermano de MacDuff,de nombre Alexander Duff, había comandado el 88 Regimiento, Connaught Rangers y fue quien ordenó la columna central en el ataque a Buenos Aires, por parte de los ingleses.
El motivo del viaje al Río de la Plata
El motivo de su viaje tal vez haya que buscarlo dentro de las contingencias económicas: “libro poder en Montevideo a fin de nombrar administrador de sus propiedades en Mendoza y Buenos Aires, así como para que demande y cobre de las arcas del Estado, la pensión que el soberano congreso señaló a mi hija doña Mercedes de San Martín” (San Martín, su correspondencia 1823-1850, Museo Histórico Nacional).
Carta a Pedro Advincola desde Bruselas, 3 de agosto de 1826: “Tengo dicho a usted que por pretexto alguno haga gastos en la hacienda y sostenga con sus productos hasta el año 1828, que sin falta estaré de regreso en ésa.  Ya dije a usted en mis anteriores, que mandaré un inventario de todo lo que existe en la hacienda de mi hermano Manuel.
Carta de San Martín a Guillermo Millar (Museo Mitre, Buenos Aires), Bruselas, abril 19 (ó 9) de 1827: “Señor general Don Guillermo Miller (William Miller), parte de la misma (abajo) en la que no figura la PD donde dice: “Mi mayordomo en Mendoza se me escribe, quedaba en la agonía; si su muerte se verifica tendré necesariamente que pasas a América en este año para no abandonar mis intereses”.
El 21 de noviembre de 1828 partió hacia el Río de la Plata bajo el nombre de José Matorras; el por qué nadie lo sabe.  El martes 5 de febrero el HMP “Countess of Chichester”, supuestamente mitad a vapor y vela (al parecer era sólo a vela) llega a Montevideo, fondea a una legua del puerto a la una de la madrugada.
Carta de San Martín al Gral. Tomás Guido explicándole el motivo por el cual no desembarcó en Montevideo: “Llegamos a la una de la mañana; a las cinco desembarcó el capitán más dos pasajeros, a uno de ellos le encargué un bote para desembarcar con mi criado y equipaje.  El español Sánchez, a quien le había hecho el pedido, me remite uno tan pequeño que no podía caber mi equipaje, pago a los marineros y le encargo otro más grande.  El capitán del paquete (James) regresa y le suplico suspenda dar la vela hasta tanto regrese el bote.  Al final el capitán me hizo presente que habiendo aguardado una hora la era imposible hacerlo por mas tiempo y mucho más habida cuenta que el navío Ganges estaba en la zona cuyo comandante le podía hacer un fuerte cargo, por lo que no tuve más remedio de seguir hacia Buenos Aires (Archivo General de la Nación).
Arribo a Buenos Aires
San Martín resolvió no desembarcar y solicitó desde a bordo el pasaporte para regresar a Montevideo.  Conocida la noticia los políticos empezaron a discutir con desconfianza sobre el misterioso viaje.  Muchos viejos amigos que habrían desearlo verlo, prefirieron mantenerse a la expectativa, sólo unos pocos lo visitaron, Tomás Guido, luego el coronel Manuel de Olazábal y el mayor Alvarez Condarco.  Así lo comunicaba la Gazeta (martes 10 de febrero de 1819): “De acuerdo a noticias aparecidas en el periódico “La Gaceta Mercantil” del martes 10 de febrero de 1829, ayer a la una de la mañana zarpó de las balizas interiores el bergantín de guerra General Rondeau y a las dos de la tarde recibió a su bordo al Gral. San Martín que se hallaba a bordo del Condesa de Chichester para conducirlo a Montevideo. 
El navío Chichester pasó 18 días en Buenos Aires y partió el 24 del mismo mes para Montevideo. 
¿Cuál fue el motivo por el que se trasladó en un navío de guerra?  ¿San Martín habría decidido desembarcar impidiéndoselo el gobierno?  En ese período estaba al mando el comandante Antonio Toll y Bernadet, el bergantín estaba destinado a las fuerzas que abandonaban la provincia de Montevideo rumbo a Buenos Aires y a los prisioneros y desterrados de esta capital a Colonia, Montevideo y la Patagonia.
Carta del capitán Ghautier a bordo de L’Arethuse al almirante Roussin jefe de la escuadra francesa anclada en aguas de Brasil, Montevideo, 22 de febrero de 1819: “Le General San Martin vient d’ariver sur cette rade et s’est presenté devant Buenos Aires pour y débarquer, le Gouvernement n’a pas voulu le recevoir; il lui a envoyé des passeports pour Montevideo oú il est arrivé escorté par un brick de guerre da Buenos Aires”.
Cabe mencionar que la casi mayoría de la prensa porteña, instrumento y vehículo de sus amigos y también de sus adversarios políticos, lo trató a San Martín en forma desconsiderada e inmerecida, presumiendo que el general se habría decidido por el apoyo a la tendencia adversaria.  Es indudable que ambos quisieron lograr su concurso para prestigiarse y decidir el triunfo de sus propias tendencias, viéndose amargamente sorprendidos por una decisión muy por encima de sus humanas ambiciones y absolutamente fuera de sus cálculos.
Arribó a Montevideo el 12 o 14 de febrero de 1829 (8 días después de haber llegado por primera vez).  Balcarce, Martínez, Iriarte y Manuel Aguirre llegan a Montevideo el 10 de marzo a bordo de la goleta argentina “Federico Feliz” habiendo sido escoltados en su viaje por el bergantín de guerra General Rondeau.  El 4 de abril de 1829 partió del cuartel general de Lavalle en Saladillo (provincia de Buenos Aires) una misión integrada por el coronel Eduardo Trole y Juan Andrés Gelly.  La misión Trole despertó curiosidad e inquietud en todos los sectores de Buenos Aires y Montevideo.  Los emisarios se presentaron ante San Martín el 12 de abril conjuntamente con el coronel Manuel de Escalada.  Según el Libertador, el objeto de Lavalle era “que yo me encargase del mando del ejército y provincia de Buenos Aires y transase con las demás provincias”.  Agregó: “Sería un loco si me mezclase con estos calaveras.  Entre ellos hay alguno, y Lavalle es uno de ellos, a quien no he fusilado de lástima cuando estaban a mis órdenes en Chile y Perú… son muchachos sin juicio, hombres desalmados…”.
Trole marchó de inmediato a Buenos Aires donde llegó el 22 de abril llevando la respuesta desfavorable; ante el fracaso Lavalle ordenó a Gelly que se retirara y al hacerlo “salude en mi nombre al General San Martín”.  Pese a ello Gelly no retornó a Buenos Aires hasta la partida de San Martín.  El 9 de abril de 1819 consigue su pasaporte extendido con la firma del Gobernador Provisorio del Estado de Montevideo, general Rondeau.
La salida de Montevideo se vio demorada por más de un mes debido al retraso del paquete inglés “SMB Lady Wellington” (de 196 Tn.).  El 22 de mayo de 1829 efectivos franceses a órdenes del vizconde Venancourt, comandante de las Fuerzas Navales de Francia en el Río de la Plata, se apoderan de los bergantines General Rondeau, Belgrano, Balcarce y las goletas 11 de Junio y República e incendian una sexta nave.
En Montevideo paró en el café y pensión de Carreras, situado en la Plaza Matriz (Sarandí entre Ituzaingó y Juan Carlos Gómez) y a los pocos días se traslada a la casa de Francisco Ramón Antonio Vidal, padre de Francisco Vidal (presidente de Uruguay entre 1880 y 1882).  Don Francisco de Olarte, hace la siguiente referencia: “En busca de un presidente neutro, entre las tendencias políticas cada vez más separadas de Lavalleja y Rivera, éstos le plantearon la posibilidad de que fuera candidato a la primera presidencia del Uruguay independiente, posibilidad que rechazó.  El 1º de mayo, presenció desde los balcones la entrada del Gobierno uruguayo a la ciudad, y se trasladó al Fuerte, invitado especialmente a las ceremonias.  Dos meses y 20 días después de su arribo a Montevideo regresa a Falmouth en el paquete (barco correo) SMB Lady Wellington.
Comentario de San Martín a Guido (Montevideo, Marzo 18 de 1829) en relación a esta historia: Dejemos que cada uno glose este pasaje de mi vida a su antojo”.
Fuente
Boletín Histórico – Estado Mayor General del Ejército, Montevideo (1951)
Diario El País – Montevideo, Uruguay
Documentos del archivo de San Martín – Archivo General de la Nación.
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Miller, Johm – Memorias del General Miller, Ed. Emece, Buenos Aires (1997)
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