TESTAMENTO POLÍTICO DE
LEANDRO N. ALEM
He terminado mi
carrera, he concluido mi misión…Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible
morir. ¡Sí! Que se rompa pero que no se doble.
He luchado de una
manera indecible en estos últimos tiempos, pero mis fuerzas -tal vez gastadas
ya- , han sido incapaces para detener la montaña…y la montaña me aplastó…!
He dado todo lo
que podía dar; todo lo que humanamente se puede exigir a un hombre, y al fin
mis fuerzas se han agotado…y para vivir inútil, estéril y deprimido es
preferible morir!
Entrego decorosa y
dignamente lo que me queda, mi última sangre, el resto de mi vida!
Los sentimientos
que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi alma, los móviles, las
causas, y los propósitos de mi acción y de mi lucha -en general- , en mi vida,
son, creo, perfectamente conocidos. Si me engaño a este respecto será una
desgracia que yo no podré ya sentir ni remediar.
Ahí está mi labor
y mi acción desde largos años, desde muy joven, desde muy niño, luchando
siempre de abajo. No es el orgullo que me dicta estas palabras ni es debilidad
en estos momentos lo que me hace tomar esta resolución. Es un convencimiento
profundo que se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo enuncio en los
primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y reflexionado mucho,
en un solemne recogimiento.
Entrego, pues, mi
labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado
constantemente.
En estos momentos
el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción, en bien de la
patria.
Esta es mi idea,
éste es mi sentimiento, ésta es mi convicción arraigada, sin ofender a nadie;
yo mismo he dado el primer impulso, y sin embargo, no puedo continuar. Mis
dolencias son gravísimas, necesariamente mortales.
¡Adelante los que
quedan!
¡Ah! Cuánto bien
ha podido hacer este partido si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos
factores…¡No importa! Todavía puede hacerse mucho. Pertenece principalmente a
las nuevas generaciones. Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la
obra. ¡Deben consumarla!.
LEANDRO N. ALEM
Buenos Aires,
Argentina, el 1 de julio de 1896
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