GRAN JEFE TORO SENTADO (SITTING BULL) ó TATANKA IYOTANKA
"¡Hoy es un
buen día para combatir, es un buen día para morir: corazones fuertes, corazones
bravos, al frente!"
El
15 de diciembre de 1890, cuando iba a ser detenido una vez más por la policía
de esa especie de ghetto campestre que llamaban "Reserva", ante el
presunto peligro que suponía su autoridad moral entre los guerreros de las
praderas centrales, fue asesinado junto a una docena de "indios
revoltosos" el gran caudillo político-militar de la nación Sioux Toro
Sentado, valiente jefe de jefes sioux, cheyennes, pies negros y apaches.
Tatanka
Iyotanka había nacido en 1831 en lo que hoy es el estado de Dakota del Sur.
Desde chico mostró afición por la danza, la poesía y la música y con el correr
del tiempo, mientras crecía su inteligencia, sabiduría y carisma, el joven
escuálido pero saludable echó un cuerpo bien adiestrado en el arte de la
guerra; de enorme coraje, aprendió a montar a caballo a puro pelo sin albarda y
haciendo grandes malabarismos.
El
solemne tratado de Fort Laramie de 1868 garantizaba a los sioux que por siempre
serían dueños de las Montañas Negras, su centro del mundo, el lugar sagrado
donde los guerreros hablaban con los dioses. Pero en 1874 se descubrió oro en
esas tierras. El propio presidente Ulysses Grant ordenó a los indios que
abandonaran esos campos de caza donde los mineros blancos buscaban
afiebradamente el maravilloso metal entre rocas y manantiales. El ultimátum
presidencial decía: "Si no hacen caso o se niegan a irse, se dará cuenta
de ellos en el Departamento de Guerra como indios hostiles, y se enviará a las
fuerzas militares para obligarles a obedecer las órdenes de la Agencia
India". Y así mandó tres poderosas columnas de veteranos del U.S. Army
reunificado después del fin de la Guerra de Secesión de 1865, a fin de resolver
la conquista del far west mediante la "solución final" contra las
tribus indígenas.
El
gran Jefe Toro Sentado dijo entonces: "Si un hombre pierde algo, vuelve
sobre sus pasos y lo busca concienzudamente, lo encontrará. Eso y no otra cosa
es lo que hacen los indios, ahora, al acudir a ti en demanda de lo que se les
prometió en el pasado, y no creo que sea justo que se les trate como a bestias.
Esta es la razón de que hayan crecido en mí los sentimientos que albergo. [...]
Me doy cuenta de que mi nación ha ganado mala fama y yo quiero que su nombre
esté limpio. Así solía ser. A veces, cuando me siento a meditar en paz, me
pregunto quién le ha dado este mal nombre". Convocó así a un gran
campamento de cerca de 1.500 tipis en los que se alojaban unos 12.000 sioux,
cheyennes, apaches y pies negros del Canadá, a orillas del río Little Big Horn
(Pequeño Gran Cuerno), en Montana.
El
Séptimo de Caballería era un cuerpo de elite del ejército, al mando del
prestigioso héroe de guerra teniente coronel George Armstrong Custer.
Constituía una de las tres columnas, la mejor, de la campaña militar ordenada
por Grant. El 25 de junio de 1876 Toro Sentado y su lugarteniente Caballo Loco
libraron una de las batallas más importantes y encarnizadas de la historia
norteamericana. Caballo Loco, al dar la orden de ataque de la caballería india
gritó: "¡Hoy es un buen día para combatir, es un buen día para morir:
corazones fuertes, corazones bravos, al frente!". En Little Big Horn el
mítico Toro Sentado y sus guerreros aniquilaron totalmente a los doce escuadrones
y cinco compañías de gringos, que contaban con el armamento y la instrucción
más avanzados de la época, incluso con los temibles hotchkiss guns (cañones
ligeros de repetición). Allí perdió la vida el propio Custer.
Toro
Sentado logró huir a las frías tierras de los pies negros del Canadá con tres
mil jinetes, perseguido por todo el ejército norteamericano. En 1881 recibió
una promesa de amnistía para volver a la Reserva y ponerse al frente de su
pueblo, que estaba pasando por una hambruna pavorosa. Pero resultó una burda
trampa para apresarlo. Algunos de sus poemas más melancólicos datan de esos
años.
En
1885 consiguió que le dieran permiso para salir de su confinamiento en la
Reserva y sumarse a una gira con el famoso "Show del Salvaje Oeste",
de Buffalo Bill. Por entonces apareció en Nevada un "mesías" indígena
de nombre Wovoka, que predicaba la caída de los blancos. Wovoka le enseñó la
"Danza del Espíritu" a Toro Sentado. Se suponía que mediante esa
danza se invocaba al Gran Espíritu para solicitar su ayuda en la devolución de
las tierras usurpadas, y para que los indígenas vivieran de nuevo en abundancia
y paz. Toro Sentado incorporó este baile a su repertorio del show. Las
autoridades se alarmaron con la enorme popularidad de la danza, y creyeron que
generaría un levantamiento generalizado de los indios, por lo que ordenaron
apresar a Toro Sentado, hecho durante el que encontró la muerte, según ya
comentamos.
Después
del asesinato de Toro Sentado se desató una serie desaforada de feroces masacres
de indígenas que en las últimas décadas el revisionismo histórico
norteamericano sacó a la luz, completando el cuadro de un verdadero genocidio.
Parece
que los "carapálidas" no resultaron tan buenos como nos mostraba
Hollywood.
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