GIGOLÓ “La repentina actualidad de una vieja singularidad”
Un gigoló es un hombre que se ofrece a una mujer a cambio
de dinero. Normalmente la mujer es de mayor edad y el intercambio entre ambos
tiene una finalidad sexual.
El gigoló es generalmente un hombre joven de buena
apariencia física y que se dedica profesionalmente a las mujeres, con el fin de
obtener una gratificación económica, así como regalos y atenciones diversas.
Se puede decir que el gigoló se dedica a la prostitución
masculina, pero es una prostitución con algunos matices. No ofrece simplemente
su cuerpo con un fin sexual, sino que es también un acompañante esporádico de
mujeres adineradas que buscan el entretenimiento y practican una especie de
juego de seducción.
Un gigoló es un acompañante social mantenido por una
mujer en una relación continua, a menudo viviendo en su residencia o teniendo
que estar presente a su entera disposición. Su pareja puede proporcionarle
regalos, como ropa cara o un automóvil, y la relación puede incluir servicios
sexuales.
Sobre el origen de la palabra Gigoló y su sorprendente
actualidad
Se dice que un gigoló es el amante joven de una mujer de
más edad que lo mantiene. (Espasa Calpe 2005). La palabra proviene del francés
gigoló, formada a partir de gigue (violín y baile), adaptada del germánico
gigua (violín). La palabra femenina precedió a la masculina (qué
raro...):gigolette, que significa mujer desvergonzada. ¿Quién era el hombre que
podía acompañar a una mujer de esta naturaleza? Un gigoló.
Otros dicen que su origen es italiano.
Es decir, el gigoló, también conocido en otras culturas
como chapero y taxiboy, es una forma de la prostitución que se caracteriza por
varones que prestan servicios sexuales a otros individuos y no unicamente
mujeres.
El gigoló suele frecuentar ambientes de lujo con el fin
de llamar la atención sobre sus clientas. En el mundo de estos profesionales
hay una serie de características: un cierto glamour, elitismo, buenas maneras,
fantasías sexuales y consumo de productos caros. El ambiente que rodea a estos
individuos se ha dado a conocer a través de la literatura y el cine, pues en la
vida cotidiana no se conoce habitualmente este tipo de realidad. Las historias
del cine han creado un idea sofisticada de todo lo que les envuelve y es muy
probable que no se corresponda con la realidad (el gigoló que acaba
enamorándose de la clienta es una idea atractiva, aunque poco realista).
No dejan de sorprender las diferencias conceptuales que
existen para definir a personas que hacen lo mismo pero son de distinto sexo. A
una mujer que se mete con un hombre, mayor o no, con la finalidad de que la
mantenga y sacar provecho de esa relación se le dice “gato”, en el mejor de los
casos, prostituta. A un hombre que se
mete con una mujer para aprovecharse y vivir de ella se le dice...Gigoló, así,
con todo y mayúscula.
La definición ha cambiado pues en la actualidad se dice
que un gigoló no es exclusivamente el hombre que busca el amor y el dinero de
una mujer mayor, puede ser una de su edad, o inclusive menor, que lo mantenga.
La cuestión se ha vuelto un poco confusa en estos tiempos.
Si bien la prostitución masculina existe desde tiempos
remotos, conocidas son las diferentes referencias que proceden de la Antigua
Grecia, con respecto a la prostitución femenina, la masculina ha sido menos
estudiada y abordada.
La mayoría de las civilizaciones de la antigüedad
presentan evidencias de prostitución masculina, aún más, la mismísima Biblia
nos ofrece testimonios acerca de la práctica masculina de vender favores
sexuales a cambio de algún beneficio económico. Por ejemplo, en Grecia, los
prostitutos o gigolós, eran mayormente esclavos, como consecuencia que quien
ejercía la prostitución había perdido los derechos civiles y políticos.
También en el Imperio Romano como en Grecia existieron
burdeles masculinos en los cuales se practicaba la prostitución de hombres.
Estados Unidos, por su lado, también ha mostrado a través
de los siglos manifestaciones de prostitución masculina. Con el crecimiento
urbano y el avance de las comunidades gays, la prostitución en este territorio
comenzó a ser más visible en burdeles, baños públicos y bares, en los cuales
los hombres que vendían licor eran también solicitados sexualmente, recibiendo
comisiones por ello.
Los gigolós de nuestro tiempo, igual que los de antaño,
son encantadores, posiblemente atractivos, profundamente convincentes y
totalmente manipuladores.
En tanto, en la actualidad, la prostitución masculina se
caracteriza por su variabilidad y por sus diferencias respecto de la femenina,
porque por ejemplo muchos hombres ejercen la prostitución porque no disponen de
medios económicos o empleo, aunque, una vez que consiguen un trabajo de
inmediato la abandonan, algo que es bastante infrecuente entre las mujeres. En las
clases altas, los hombres que ejercen la prostitución lo hacen para obtener
ingresos alternativos y por curiosidad.
Muchas mujeres exitosas esconden una gran inseguridad
interna y buscan la aceptación y compañía de un hombre que no cuestione su
trabajo y compromiso con él. Este es el tipo de mujeres perfectas para un
gigoló, quién les hará compañía y aceptará a cambio, solamente, de que ellas lo
mantengan. Es posible que ellas vivan en una casa propia y ellos no tienen
inconveniente alguno en irse a vivir con ellas o en vivir alternadamente entre
su casa (si es que tienen) y la de estas ilusas féminas.
Internet, bares, bares, clubes, parques, avisos, saunas y
clubes de sexo son algunos de los espacios en los cuales se ofrece y demanda hoy
prostitución masculina.
Y respecto de los peligros y riesgos de la misma corren
los mismos que para la prostitución femenina: violencia, enfermedades de
transmisión sexual, vínculos con la mafia y el mundo de las drogas, abusos
sexuales, explotación, entre otros.
Fuentes:
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