sábado, 11 de julio de 2015

MANUEL ALVAREZ EL PRIMER MEDICO EN BUENOS AIRES,

MANUEL ALVAREZ

EL PRIMER MEDICO EN BUENOS AIRES,  ENERO DE 1605


Manuel Alvarez era «surujano»
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¿Cómo fueron los inicios de la profesión médica en un lugar como la actual capital argentina, que hasta bien entrado el siglo XIX era poco más que una aldea? Las actas del Cabildo bonaerense contienen riquísimo material histórico sobre ese y otros aspectos de la vida en la ciudad. Con la ayuda de diversas fuentes historiográficas, el investigador Héctor A. Cordero reconstruye los primeros pasos de la ahora pujante urbe.

El primer médico que ejerció su profesión en la ciudad de que tenemos noticias fue Manuel Alvarez. No se ha hallado constancia de otro que lo hiciera antes que el nombrado. La presentación que hace al Cabildo en 24 de enero de 1605, acompañado por el regidor Pedro Morán, no dice que es médico precisamente, sino cirujano. «Surujano», escribirá el redactor del acta de la fecha; posiblemente lo pronunciara de esa manera. Manuel Alvarez entró en la sala de sesión y «pidió se le recibiese por cirujano»; dijo que «se obligaría a curar españoles y naturales» en la ciudad; «curar y sangrar a todos de las enfermedades que tuvieren, y acudiendo a todo como se debe y es obligado». Como se debe y es obligado, justo juicio sobre su responsabilidad. Naturalmente, si nuestro primer médico aceptaba la responsabilidad de su cargo, de su función, también puso de manifiesto sus derechos, y pidió «se le señalase estipendio y salario».
«Solicita se «le den cuatrocientos pesos en los frutos de la tierra a precio de reales, y además de ésto, le paguen las medicinas y ungüentos que pusiere». A los cabildantes les pareció muy caro lo requerido, y las exigencias de Alvarez no fueron aceptadas. El cirujano se retiró de la sala. No sabemos qué habrán dicho los señores del Cabildo; tal vez, expresado enojo por las desmedidas pretensiones del médico.
Y debieron tener razón, porque en la sesión efectuada el 31 de ese mismo mes, en un momento dado «entró el cirujano y dijo que aceptaba el concierto del salario que se le ofrece de cuatrocientos pesos»; nada se dice allí del pago de los ungüentos y medicinas, pero sí en el contrato que se firma el 7 de marzo. En el acta se lee: «el Cabildo lo dé cobrado y por tercios del año». Hubo acuerdo esta vez, y el doctor Alvarez firmó su conformidad.»

De El primitivo Buenos Aires, por Héctor Adolfo Cordero. Segunda edición. Plus Ultra, Buenos Aires: 1986

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