jueves, 20 de agosto de 2015

MATANZA DE PERROS CIMARRONES EN EL BUENOS AIRES COLONIAL



A principios del año 1747 el entonces gobernador en Buenos Aires impuso a los vecinos una matanza general de perros, autorizándolos a mantener solamente uno por casa. 
Es de imaginar cuál sería la situación que provocaban los canes para semejante disposición cuando, en las viviendas -por lo general- había una gran cantidad de ellos. 
Si se estima que el sacrificio para el área céntrica era así dispuesto, es de imaginar los problemas que los perros provocaban en los alrededores bonaerense donde había varios cientos de los llamados cimarrones, que a mordiscos mataban y diezmaban las vacas, corderos, cabras y demás animales. 
La terminante orden, repetida en 1755, en donde se estatuía matar dos veces al año a los perros cimarrones –los que cada vez proliferaban más- era debido a que, se decía, “los perjuicios que ocasionan en el ganado”. 
Se sumaba el hecho de que algunos vecinos habían sido mordidos, obteniendo heridas de consideración, infecciones y gangrenas, luego de haber sido perseguidos por los perros en las pocas prolijas calles porteñas. Igualmente, se conoce -como después se describe- los inconvenientes que producían los deshechos tirados por doquier, convertidos en el alimento diario de los canes hambrientos. La basura acumulada de manera cotidiana daba lugar a la reunión de perros, gatos y demás ratas y ratones. 
No obstante la sanción, es de imaginar que la respuesta a los bandos pregonados se cumpliría limitadamente, debido a que el afecto y la compañía perruna era normal y no todos se animaban a desprenderse de su compañía.

En 1762, 1766, 1770 y 1771, se repetiría lo expresado. En el primero de los años, el gobernador Pedro de Cevallos ordenaba una matanza de perros cada cuatro meses. En noviembre de 1766, el posterior gobernador Francisco de Bucarelli y Ursúa, los prohibiría inclusive en las zonas cercanas al centro. Las matanzas de animales fueron, asimismo, la de la potrada cimarrona. En 1789 el descendiente de vascos Estanislao Zamudio sostenía su sacrificio, porque consideraba que producían variados males. 
Era conocido que los indios los utilizaban para introducirse en la ciudad, sirviéndoles de “municiones de boca”, además de que destruían las sementeras. 
Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con esta conveniencia. 
Los Acuerdos del Cabildo demuestran que el vasco Martín de Alzaga en 1790 y el descendiente de navarro Marcos José de Riglos, pensaban de otra manera. Para éstos, era provechoso que se propusiera la prohibición de matar potros y yeguas bagualas, “porque a espaldas de éstas se matarían las mansas, y otras ariscas orejanas que provenían de ellas se crían dentro de las mismas estancias y son necesarias para la renovación y aumento de las mismas crías”. 
De ello se desprende, por otro lado, la abundancia de ganado de todo tipo que pastaba salvaje en las inmediaciones de Buenos Aires.

SAN MARTIN y el "Paso de Numancia" Cuando el batallón español Numancia arrojó las banderas del Rey

SAN MARTIN y el "Paso de Numancia" 
Cuando el batallón español Numancia arrojó las banderas del Rey





El 2 de diciembre de 1820, una de las mejores unidades del ejército español en el Perú abandonó las filas del rey con todos sus efectivos y armamentos y se incorporó al Ejército Libertador en el valle de Huaura. Este episodio, singular y único en la historia de la emancipación americana, se conoce como el "Paso de Numancia". Este batallón es resto de un famoso Regimiento Numancia de tiempo atrás, que era un cuerpo selecto formado por gente escogida de Nueva Granada en los años anteriores a la Batalla de Boyacá, en la que perdió su segundo batallón. El primero, salvado en dicha batalla (7 de agosto de 1819) -como queda expresado- fue enviado al Perú con más de 600 plazas y una oficialidad distinguida y brillante que más tarde ocuparía altos puestos en los ejércitos y gobiernos del Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. El Numancia arribó a Lima, luego de un largo viaje desde el valle de Cauca, en julio de 1820. Trajo solamente cuatro compañías pues las restantes las fue dejando, por orden del virrey, en importantes ciudades de su trayecto: Guayaquil, Piura y Trujillo. Sua armamento era de factura inglesa y de los mejor de la época. Vistoso su uniforme, comparable sólo al del Batallón Gerona que los realistas levantaron en Nueva Granada. En sus filas servían de soldados rasos algunos oficiales americanos en castigo por sus actividades revolucionarias y la mayoria de los numantinos eran de origen neogranadino y venezolano, por lo cual, y a pesar de su reconocida disciplina y comportamiento militar anterior, no dejaban de ser sospechosos a las autoridades del virreynato. Al arribo de la Expedición Libertadora en Pisco, los patriotas de Lima procuraron relacionarse con los numantinos y su cuartel -el de Guadalupe- se convirtió en un foco de conspiraciones en favor de la patria. San Martín conocía la inclinación de muchos oficiales y tropa del Numancia por la independencia americana, principalmente a través de los informes secretos que le enviaba Riva Agüero. El plan elaborado consistía en que el batallón fuera destinado a Chorrillos, donde sería recogido por uno de los buques de la escuadra Liberadora. El emisario encargado de hacer llegar el mensaje a Pisco, un cadete, fue sorprendido en el camino y apenas pudo salvar su vida gracias a la mediación de un magistrado peruano que intervino en el proceso marcial. Fracasada esta tentativa, sus principales comprometidos fueron encerrados en el Real Felipe, mientras se sustanciaba la causa de conspiración. Para debilitar la fuerza y moral de la unidad, el virrey dispuso se remitiera una de sus c ompañías a piura y otra a Trujillo, a las órdenes del entonces intendente Torre Tagle. Establecido San martín en Huaura, el Numancia operá en el norte de Lima a las órdenes de Valdez. El 2 de diciembre de 1820, en el curso de un operativo, el batallón regresaba a Lima desde Chancay, a la retaguardia de las otras fuerzas realistas. Debido al calor reinante se hizo alto al pie de la cuesta del Trapiche y, tal como secretamente se había vuelto a convenir, llegó hasta esa localidad una avanzada de la caballería de Alvarado. Siendo esa la oportunidad planeada, todos los integrantes del Numancia arrojaron las banderas del rey y, sorpresivamente, se alejaron con las fuerzas patriotas. Los numantinos ingresaron en Huaura el 11 de ese mes, con enorme júbilo del pueblo y las tropas libertadoras allí estacionadas. Como San Martín se encontraba ese día en Supe, fue el general Las Heras quien lanzó la proclama: El honor y la gloria de los individuos que lo componen, la libertad e independencia de América, todos los más grandes intereses que han sido por más de diez años el objeto de nuestros esfuerzos, todo se halla asegurado por la unión del batallón más antigüo del ejército. El día 4 de noviembre de 1820, San Martín dictó la Orden del Día y cedió al Batallón Numancia la custodia de la bandera del ejército, le dio el renombre singular de batallón "Fiel a la patria" y entregó a sus hombres la medalla "A la lealtad de los más bravos". El Libertador procedió a reorganizar la unidad con cuatro compañías, según era en su origen: el mando fue confiado al coronel Tomás de Heres; segundo jefe fue el comandante Ramón Herrera y tercero, el mayor Miguel Delgado. Fueron ascendidos a capitanes Simón Pacheco y Antonio de la Guerra y, como mayores, Pedro Taramona y Pedro Hernández. Se elevaron sus efectivos a 800 plazas. El paso del Numancia consternó a los realistas y el virrey decretó severísimas penas para los que, en el futuro, fueran tomados prisioneros: para los numantinos no habría cuartel y así, uno de sus oficiales capturado, fue pasado por las armas sin juicio alguno. Ante el reclamo de San Martín contra esta bárbara medida, Canterac contestó que el castigo era justo y merecido. Los altibajos de la guerra obligaron a suspender la pena de muerte a los numantinos pues, ya en el gobierno Bolívar, éste amenazó con fusilar a todos sus prisioneros realistas si no se dejaba de aplicar esa venganza. La presencia del Numancia entre las fuerzas patriotas fue decisiva durante las operaciones militares del siguiente año. Llegó al campamento de Huaura cuando las tropas patriotas pasaban momentos críticos por las graves epidemias y sin posibles reemplazos en sus cuadros de oficiales. También fue decisiva, pero en sentido contrario, para el ejército español que perdía una de sus mejores unidades de combate que, al cambiar de banderas, introducía el desaliento entre sus antiguos compañeros. Con el paso del Numancia, los realistas vieron claro que la causa del rey estaba ya perdida en el Perú.
José de San Martín un camino hacia la libertad, Bs. As., 1989. Págs Fuente: Manrique Zago (dir). 101/102.


Manuel Belgrano: “las causas de la destrucción o la conservación y engrandecimiento de las naciones”

Manuel Belgrano
"las causas de la destrucción o la conservación y engrandecimiento de las naciones”
Procurando indagar en la historia de los pueblos las causas de la extinción de su existencia política, habiendo conseguido muchos de ellos un renombre que ha llegado hasta nuestros días, en vano hemos buscado en la falta de religión, en sus malas instituciones y leyes, en el abuso de autoridad de sus gobernantes, en la corrupción de costumbres y demás.
Después de un maduro examen y de la reflexión más detenida, hemos venido a inferir que cada uno de aquellos motivos y todos juntos no han sido más que causas, o mejor diremos, los antecedentes que han producido la única, la principal, en una palabra, la desunión.
Esta sola voz es capaz de traer a la imaginación los más horribles desastres que con ella pueda sufrir una sociedad, sea cual fuere el gobierno que la dirija: basta la desunión para originar guerras civiles, para dar entrada al enemigo por débil que sea, para arruinar el imperio más floreciente.
Por el contrario la unión ha sostenido a las naciones contra los ataques más bien meditados del poder, y las ha elevado al grado de mayor engrandecimiento, hallando por su medio cuantos recursos han necesitado en todas las circunstancias o para sobrellevar sus infortunios, o para aprovecharse de las ventajas que el orden de los acontecimientos les ha presentado.
Ella es la única capaz de sacar a las naciones del estado de opresión en que las ponen sus enemigos, de volverlas a su esplendor y de contenerlas en las orillas del precipicio: infinitos ejemplos nos presenta la historia en comprobación de esto; y así es que los políticos sabios de todas las naciones, siempre han aconsejado a las suyas que sea perpetua la unión, y que exista, del mismo modo, el afecto fraternal entre todos los ciudadanos.
Por lo tanto es la joya más preciosa que tienen las naciones.
Manuel Belgrano

Fuente: Manuel Belgrano, El Correo de Comercio, 19 de mayo de 1810. He seleccionado un fragmento de un artículo aparecido en El Correo de Comercio, sobre la importancia de la unión como base fundacional de las naciones.


miércoles, 19 de agosto de 2015

Pulperías Volantes

Pulperías Volantes



Pulpería
En 1775 por orden del Cabildo de Buenos Aires, en el término de un mes, las pulperías debieron instalarse en la vecindad de los sitios poblados y se prohibió a los pulperos aceptar mercaderías (cuero, grasa, lana, cebo), a cambio de los vicios (yerba, tabaco, galleta, cigarros, bebidas). El trueque sólo era posible con los propietarios de tierras.
La prohibición, que seguramente no fue muy respetada, trajo aparejada la aparición de la pulpería volante, que era simplemente una carreta que recorría la pampa en busca de clientes que desarrollaban actividades de carácter nómade, como los cazadores, y recibiendo en pago los productos por ellos obtenidos. Es lógico suponer que este tipo de actividad se prestaba para maniobras dolosas, y que por lo tanto fueran objeto de persecución por parte de las autoridades
Eran –digámoslo de algún modo- borracherías eufemísticas, grandes carretas cargadas con todo tipo de caña, ginebra y alguno que otro comestible, ambulatorios templos de la diversión alcoholizada y el negocio logrero.
Los religiosos en plan de evangelizar a los indios –particularmente el cronista José Sánchez Labrador, en su Paraguay Católico- se quejan amargamente del atraso espiritual y desbarajuste proclive a todos los pecados capitales, que las pulperías ambulantes llevaban, allí donde el adoctrinamiento parecía apaciguar y ordenar los impulsos desbordantes del aborigen. Catecismo y prédica en castellano o lengua de la tribu adoctrinada: todo se perdía cuando las grandes carretas de los aprovechados pulperos llegaban como emisarios del diablo, a emborrachar con caña y ginebra el adoctrinamiento paciente y trabajoso.
La inmoralidad que causaban estas pulperías ambulantes, estaba al alcance de todos. En nuestra campaña donde por desgracia había muchos que estaban acostumbrados a vivir de lo ajeno, esas pulperías causaban muchos males. El peón le robaba un cuero, o una arroba de lana a su patrón, para vendérselo al mercachifle.
El problema de las pulperías ambulantes se prolongó en nuestro país más allá de los tiempos de la Revolución de Mayo. Precisamente un decreto de Juan Manuel de Rosas, del 18 de febrero de 1831, trata de poner orden en el asunto con disposiciones terminantes. Está refrendado por Tomás de Anchorena y dice así:
“No pudiendo el gobierno ser insensible a los grandes males que producen en la campaña las pulperías volantes, cuyos dueños reportan su principal lucro fomentando el robo, la embriaguez y el juego, ha acordado y decreta:

Artículo 1º – Quedan prohibidas las pulperías volantes en todos los puntos de la campaña.
Artículo 2º – Pasados cuarenta días de la fecha de este decreto, los jueces de paz y comisarios de policía, cuidarán de decomisar toda pulpería volante que se halle en su respectivo distrito, y de aprehender y poner en prisión segura al conductor de ella y mozos que le acompañen en su servicio.
Artículo 3º – Los artículos y efectos de que se componga la pulpería, serán vendidos inmediatamente en pública subasta por el juez o el comisario aprehensor, y su producto será remitido al jefe de policía, para que lo vierta en la tesorería del departamento aplicándolo al ramo de multas.
Artículo 4º – Si la carreta, carretilla y animales que sirvan para el transporte de la pulpería volante, perteneciesen al dueño o conductor de ella, serán comprendidos en el decomiso; y si fuesen fletados, serán devueltos a su legítimo dueño luego que los reclame.

Artículo 5º – El dueño o conductor de la pulpería volante, los mozos o personas que vayan en su servicio, incluso los que tiren o dirijan la carreta o carretilla, serán puestos a disposición del jefe de policía, para que sean destinados al servicio de las armas por un año en las tropas veteranas en clase de soldados.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Molinari, Alejandro y otros – De la Vigüela al Fueye, Ed. Corregidor, Buenos Aires (2000)
Portal www.revisionistas.com.ar
Todo es Historia, Año 1, Nº 7, Buenos Aires, Noviembre de 1967
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar ¡Gracias!

EL OPERATIVO SOBERANIA GUERRA CHILE ARGENTINA PARA OCUPAR EL CANAL DE BEAGLE


EL OPERATIVO SOBERANIA GUERRA CHILE ARGENTINA PARA OCUPAR EL CANAL DE BEAGLE



Hacia 1978 la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla tenía como objetivo político combatir las denuncias por las violaciones a los derechos humanos que se registraban en la Argentina.
Por eso la realización del Mundial les dio la oportunidad para realizar una campaña basada en el slogan “los argentinos somos derechos y humanos” (creada por la consultora internacional Burson Marsteller) para contrarrestar las acusaciones que llovían desde el exterior. (imagen: J. R. Videla)
Pero una vez obtenido el campeonato por la Selección Nacional de fútbol comandada por César Luis Menotti, la dictadura debió fijarse un nuevo objetivo para distraer la atención de la problemática de las torturas, las detenciones y las desapariciones que se producían en todo el territorio de la República Argentina. Había que inventar una guerra y y así apareció la disputa territorial con Chile por el Canal de Beagle y las islas Picton, Lennox y Nueva que no llegó a convertirse en una guerra por milagro.
Cerca de la Navidad —cuando la maquinaria bélica estaba en marcha y miles de soldados habían sido movilizados a las fronteras—, la aceptación de una mediación papal detuvo el peor desenlace. La negociaciones directas entre Chile y Argentina ocurrieron entre la publicación oficial del Laudo Arbitral, el día 2 de mayo de 1977, y el comienzo de la Mediación papal en el conflicto del Beagle, el 22 de diciembre de 1978.
Este período fue tenso y llegaría a su punto culminante el 22 de diciembre cuando Argentina inició las operaciones para ocupar militarmente las islas. Ese mismo día, la junta militar argentina abortó la Operativo Soberanía y aceptó la mediación papal. Ambos países eran regidos por gobiernos de las fuerzas armadas que coincidían en muchos aspectos de su política exterior e interior. Incluso habían logrado acuerdos para operaciones internacionales de represión, como la Operación Cóndor, como quedó demostrado posteriormente a través de la justicia.
Las contradicciones de ambos gobiernos eran tan elocuentes que el gobierno de Pinochet tuvo que alabar la política exterior de Salvador Allende al que había derrocado y el gobierno de facto de Videla debió criticar la posición de la Revolución Argentina bajo el general Alejandro Lanusse, por el tratamiento del conflicto limítrofe.
Hacia 1978 la dictadura de Augusto Pinochet sufrió un sacudón cuando se descubrieron los restos de campesinos fusilados en Lonquén tras el golpe militar. El enfrentamiento entre Pinochet y el comandante de la Fuerza Aérea de Chile el General Gustavo Leigh por sus propuestas de democratización, la destitución de Leigh y la siguiente renuncia a su cargo 18 de los 21 generales, los problemas por las violaciones a los Derechos Humanos y las exigencias de los EE.UU para la persecución de los responsables del atentado terrorista en Washington contra Orlando Letelier, pusieron en problemas a la dictadura. (imagen: Pinochet)
La oposición comenzaba a agruparse en torno al ex-Presidente de la República Eduardo Frei Montalva que se alineó con el gobierno de facto de Pinochet por el conflicto con la Argentina.
Eduardo Frei declaró públicamente su apoyo a la posición del gobierno con las palabras “Se esta alimentando, no por Chile, un conflicto de dramáticas consecuencias”
A fines de los años 70 Chile goza ha de una incipiente bonanza económica que terminaría con la profunda crisis económica del año 1982. El objetivo prioritario del gobierno chileno era evitar la guerra sin ceder territorio insular o continental. Para ello estaba dispuesto a negociar el limite marítimo. Dada la fuerte presión militar argentina, Chile consideraba apropiado para la consecución de ese objetivo la acción de un mediado y la presencia de observadores militares en la zona de conflicto.
En Argentina gobernaba el llamado Proceso de Reorganización Nacional que otorgaba igual poder a las tres ramas de las Fuerzas Atinadas argentinas y en que se preveía la alternancia en el poder liste balance dentro de la Junta Militar argentina permitía ademas la deliberación política dentro de las fuerzas atinadas y la formación de bloques entre ellas.
Se distinguieron dos corrientes políticas dentro de las fuerzas Armadas argentinas los blandos (J. Videla R. Viola, R. Bignone), los duros José. A. Vaquero, Luiciano. B. Menendez, Leopoldo Galtieri, R. Camps, C. G. Suaréz M.) y A. Massera. Conforme a esa distribución del poder, los objetivos del gobierno militar eran variados y  controvertidos dentro de las fuerzas armadas. Algunos eran partidarios de aceptar el Laudo Arbitral, otros de impedir una salida de Chile al Océano Atlántico ya sea a través de un limite marítimo adecuado ó, como exigían otros, a través de soberanía argentina sobre alguna o algunas de las islas de martas. Algunas consideraban, como el almirante (R) Isaac Rojas, que el limite debía ser el meridiano del
Cabo de Hornos ya desde el Canal Beagle dejando así la parte oriental de la Isla Navarino bajo soberanía argentina. Las pretensiones mas extremas del nacionalismo argentino alcanzaban desde las islas Picton, Nueva y Lennox hasta ocupar la Isla de Chiloé. Consciente de su mayor peso militar, del aislamiento internacional de Chile y con una confianza absoluta en que una guerra con Chile sería fácil de ganar, la Junta Militar argentina rechazó el Laudo Arbitral el 25 de enero de 1978. Mientras no se encontraba solución al conflicto, se acumulaban en Argentina las medidas para presionar a Chile y obligarlo a abandonar el Laudo Arbitral.
En octubre de 1978 los presidentes de la Argentina y de Bolivia ratificaron su solidaridad mediante un comunicado que unía el pedido de Bolivia de salida al mar (que perdió después de Guerra del Pacífico) con la cuestión de la soberanía argentina en el Atlántico Sur, incluyendo a Malvinas y el Beagle.
EL OPERATIVO SOBERANIA: Las fuerzas armadas argentinas elaboraron el “Operativo Soberanía” para “cortar” Chile en varias partes por medio de una invasión. La preparación y las maniobras militares a lo largo de la frontera se realizaron públicamente con gran profusión de noticias.
En el gobierno chileno, consciente del peligro de guerra preparó la defensa del país manteniendo a la prensa y a la población alejada de esos temas en lo posible. En sus documentos especiales, el diario chileno El Mercurio afirma: “A diferencia de Chile, donde los preparativos de guerra se hicieron en medio de gran reserva para no alarmar a la población, los argentinos se movilizaron en medio de sonoras concentraciones al grito de “el que no salta es un chileno“, con oscurecimientos en sus principales ciudades, varias de ellas inalcanzables para el rango de vuelo de los envejecidos aviones de guerra de la fuerza aérea chilena, que estaba una generación atrás de la argentina.”
La marina de guerra se preparó durante todo el año 1978, pero no fue publicitado, sino más bien estuvo velado al público y sólo era conocido a las personas e instituciones que estaban involucradas. Pinochet también tuvo que frenar a sectores belicistas de las fuerzas armadas chilenas, a la vez que preveía una guerra total, larga y de desgaste, previendo invadir la Argentina hasta Bahía Blanca.
Al día siguiente de conocido el fallo, el Ministro de Relaciones exteriores de Argentina César Augusto Guzzetti anunció el rechazo con las siguientes palabras: “ningún compromiso obliga a cumplir aquello que afecte intereses vitales de la Nación o que perjudique derechos de soberanía que no hayan sido expresamente sometidos a la decisión de un árbitro”. El 19 de enero de 1978 los presidentes de Chile y Argentina se reunieron en Mendoza en medio de crecientes preparativos bélicos.
En esa ocasión, aseguran fuentes argentinas, Pinochet habría aceptado en  principio entregar por lo menos una parte de una isla a Argentina. El 25 de enero Argentina declaró nulo el Laudo Arbitral de 1977. El 26 de enero el gobierno chileno emitió un comunicado, afirmando que el laudo tenía carácter obligatorio e inapelable. El 20 de febrero de 1978 ambos presidentes acordaron en la localidad chilena de Puerto Montt continuar las, negociaciones con dos comisiones mixtas sucesivas, llamadas Comix 1 y Comix 2. Comix 1 tuvo éxito y tras 45 días se alcanzaron los objetivos planteados de distensión y acuerdos en cuanto a la navegación en el área del conflicto.
Comix 2, se inició el 2 de mayo, encabezada por Francisco Orrego Vicuña del lado chileno y el general Ricardo Etcheverry Boneo del argentino  tenía como objetivo resolver en el plazo de seis meses los problemas sustantivos: delimitación definitiva de las jurisdicciones en la zona austral, integración económica; intereses comunes en el continente rico; delimitación precisa del Estrecho de Magallanes y el cocimiento de líneas de base rectas.
El 2 de noviembre de 1978 se  cumplió el plazo dado a la segunda comisión mixta sin obtener esbozo de acuerdo en los temas de mayor importancia (límites marítimos, cuestiones relativas al Canal de Magallanes y bases rectas). En los temas secundarios (integración física, cooperación económica, políticas comunes en la Antártida se alcanzaron acuerdos que no lograron detener los apresto bélico de ambos lados de frontera.Poco antes del término de la Comix 2, Chile volvió a proponer a Argentina llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia.
MEDIACIÓN PAPAL:  A comienzos de guerra era solo cuestión de tiempo. Todos los esfuerzos para llegar habían fracasad momento cuando el Ministro de  Relaciones Exteriores de Chile, Hernán Cubillos Sallato propuso a su par trasandino solicitar la mediación de una potencia amiga. Se acordó solicitar la medición papal. El 12 de diciembre, Hernán Cubillos viajé a Buenos Aires y tras dialogar con Carlos Washington Pastor aprobaron la solicitud de mediación, pero en la tarde de ese día la Junta Militar argentina desautorizó al ministro Pastor.
Tras el viaje sin resultados de Cubillos, en Buenos Aires tuvo lugar una sesión de la junta militar argentina en el edificio Cóndor, con la ausencia notoria de Videla y el canciller Pastor. En esa reunión se le colocó fecha y hora al Operativo Soberanía: el 22 de diciembre de 1978 a las 22:00 horas. A último momento de ese día el Vaticano logró la anuencia de los dos gobiernos para intentar una gestión pontificia y ofreció el envío de un representante.
En Buenos aires Videla convocó a los comandantes que debían dirigir el ataque para plantearles la nueva propuesta Papal. Se despacharon mensajes para detener la ofensiva la mayoría cumplió salvo la que estaba apostada en la provincia de Neuquén que avanzo varios kilómetros en territorio chileno ya que no pudo recibir la contraorden debido a problemas de comunicación. (imagen: Samorè-Videla)
En las jornadas siguientes el Vaticano envió al cardenal Antonio Samoré quien llevó a la firma, en enero de 1979, el Acta de Montevideo que despejaba la posibilidad de una guerra que hubiera costado en las primeras semanas miles de víctimas.
La mediación se concreté en 1980 y aunque atenuaba los efectos del fallo anterior, era favorable a Chile. En 1981 el régimen de Pinochet aceptó la propuesta pero no así el argentino que nunca respondió. Llegó la Guerra de Malvinas, otro dislate militarista, cayó la dictadura y el gobierno democrático de Raúl Alfonsín heredó una situación prácticamente irreversible. Pero esa es otra historia….
Fuente: http://historiaybiografias.com/soberania/
Gracias

UN PLANETA LLAMADO JORGE

UN PLANETA LLAMADO JORGE




William Herschel descubrió un nuevo planeta del sistema solar. Fue en 1781 y el planeta habría llevado su nombre de no haber sido por la euforia del rey Jorge III y la obligada respuesta de Herschel. El rey premió al emigrado alemán con una pensión por su descubrimiento. En reciprocidad, Herschel se vio obligado a bautizar a su planeta con el nombre de Jorge en honor del rey. Esto irritó a los astrónomos no británicos, que empezaron a llamar al nuevo planeta Herschel. Durante cuarenta años, el planeta tuvo dos nombres. Finalmente, algunos años después de la muerte de Herschel en 1822, los astrónomos aceptaron la idea de Johann Bode, que propuso llamar al nuevo planeta Urano para seguir con la secuencia mitológica que unía a los planetas anteriores. Si Saturno era el padre de Júpiter, el nombre del nuevo planeta debería ser Urano, que era el padre de Saturno. La idea se aceptó y desde entonces el séptimo planeta del sistema solar se llama Urano y no Jorge, como quiso Herschel, ni Herschel, como quisieron los astrónomos alemanes. Ni para ti, ni para mí, sino para los dioses del Olimpo.
Gracias Gonzalo Ugidos y Chiripas de la Historia

martes, 18 de agosto de 2015

LAS HETAIRAS

LAS HETAIRAS

Que la mujer se ocupe y ejerza hoy destacadas posiciones políticas es cosa normal y corriente. Sin embargo, no siempre ha sido así. Al contrario, durante muchos siglos de la historia las personas del sexo femenino estuvieron replegadas no sólo a un segundo plano, sino más acertadamente excluidas de todo aquello que tuviera que ver con el Estado y sus decisiones. Esta materia le estuvo por muchísimo tiempo reservada a los hombres.
Pero, ¿cuándo la opinión política de la mujer comenzó a ser tomada en consideración? ¿En qué momento social los hombres que tenían en sus manos los resortes del Gobierno empezaron a escuchar lo que las mujeres opinaban? ¿A qué mecanismo o armas apelaron las mujeres para ser oídas?
Pensamos que la participación política de la mujer, y más específicamente en la vida democrática de los pueblos, pudiera encontrarse en las que los griegos, creadores de la democracia como forma de gobierno, denominaron “las hetairas”.

La mujer en Grecia
La mujer ateniense vivía en una reclusión casi oriental, considerada con indiferencia y hasta con menosprecio. La prueba la tenemos, en parte, en el testimonio directo de la literatura; en parte, en la condición legal inferior de la mujer. La literatura nos muestra una sociedad totalmente masculina: la vida doméstica no desempeña ningún papel. La comedia antigua presenta casi únicamente hombres.
En cuanto a lo legal, las mujeres carecían de derechos; es decir, que no podían llegar a la Asamblea y mucho menos desempeñar cargos. No podían tener propiedades ni manejar asuntos legales; toda mujer, desde su nacimiento hasta su muerte, debía estar bajo la potestad del padre o la tutela de su pariente masculino más próximo, o de su marido, y sólo por medio de ellos tenía protección legal.
La disposición legal más extraña para nuestras ideas actuales, atañe a la hija que era única heredera de un padre muerto sin haber dejado testamento: el pariente varón más cercano estaba autorizado a pedirla en matrimonio y, si ya estaba casado, podía divorciarse de su mujer para casarse con la heredera (debemos aclarar que la ley ática reconocía el matrimonio entre tíos y sobrinas, e incluso entre hermanastro y hermanastra. O si no, el pariente varón más cercano se convertía en guardián de la heredera, y debía casarla con una dote conveniente.
En los diálogos de Platón los interlocutores son siempre hombres; el Banquete, tanto el de Platón como el de Jenofonte, muestra claramente que cuando un caballero tenía invitados, las únicas mujeres presentes eran aquellas cuya reputación no tenía nada que perder, es decir, las profesionales; así, en el proceso contra Neera, el hecho comprobado de que una de las mujeres comía y bebía con los invitados de su marido se emplea como prueba de que ella era una prostituta.
La casa ateniense estaba dividida en “cuartos de los hombres” y “cuartos de las mujeres” o Gineceo provistos de cerrojos y barrotes. Las mujeres no salían si no era bajo vigilancia, a no ser que asistiesen a uno de los festivales a ellas destinados.
Era difícil para una mujer casada “escapar de su hogar”. Era el hombre el que iba a comprar las cosas, que entregaba al esclavo para que las llevara a casa. La mujer era la administradora doméstica y no mucho más.
La literatura nos deja ver que los hombres intencionalmente preferían que sus esposas fueran ignorantes, a fin de poder así enseñarles lo que ellos deseaban que supiesen. La educación de la muchacha no existía. El ateniense, para tener una compañía femenina inteligente, acudía a la educada clase de mujeres extranjeras, a menudo jónicas, que eran conocidas como “compañeras”, hetairas, que ocupaban una posición intermedia entre la dama ateniense y la prostituta.

Las hetairas
Aparte de las legendarias -Helena, Penélope, etc.-, las únicas mujeres que ganaron un puesto en la verdadera y propia historia griega son las hetairas, que fueron algo entre las geishas japonesas y las cocottes parisienses.
Dejemos a la más célebre, Aspasia, quien, como amante de Pericles, tornóse, sin más, en la “primera dama” de Atenas, y con su salón intelectual dictó leyes en ella. Pero también el nombre de otras muchas nos han sido transmitido por poetas, cronistas y filósofos, que con ellas tuvieron gran intimidad y que, lejos de avergonzarse, se envanecían de ello. Friné inspiró a Praxíteles, ya que la amaba desesperadamente. Ha quedado famosa, además de por su belleza, también por la habilidad con que la administraba. No se mostraba más que cubierta con velos. Y tan sólo dos veces al año, durante las fiestas de Eleusis y las de Poseidón, iba a bañarse en el mar completamente desnuda, y toda Atenas se citaba en la playa para verla. Era un hallazgo publicitario formidable que le permitió mantener muy elevada su tarifa. Tan elevada, que un cliente, después de haber pagado, la denunció. Debió de ser un proceso sensacional, seguido ansiosamente por toda la población. Friné fue defendida por Hipérides, un famoso defensor de la época, que frecuentaba su trato, y que no recurrió mucho a la elocuencia. Se limitó a arrancarle de encima la túnica para mostrar a los jurados el seno que estaba debajo. Los jurados miraron (miraron largo rato, suponemos), y la absolvieron.
El crepúsculo de la buena administración era vivo también en Metiké, la famosa Clepsidra, que fue llamada así porque se concedía por horas contadas en su reloj de agua y, terminando el tiempo no admitía prolongaciones. Igual de administradora era Gantena, que invirtió todos sus ahorros en su hija y, tras haberla convertido en la más renombrada maestra de la época, la alquilaba en medio millón por noche.
Más con todo esto no se crea que las hetairas fuesen tan sólo animales de placer, interesadas exclusivamente en amontonar dinero. O, por lo menos, el placer no lo procuraban solamente con sus formas aventajadas. Eran las únicas mujeres cultas de Atenas. Las hetairas, bellas, inteligentes y cultivadas eran muy consideradas entre los griegos. Sabían leer y escribir, y dependían no sólo de sus cualidades físicas como de su inteligencia, su talento y su modo de comportarse. Las hetairas sometían a los hombres por todo aquello que los maridos prohibían a sus esposas. Cultivaban la compañía masculina y alegraban los banquetes en los que las legales compañeras de los maridos estaban excluidas. Por esto, aun cuando se les negaban los derechos civiles y se las excluía de los templos, excepto el de su patrona Afrodita, los más importantes personajes de la política y de la cultura las frecuentaban abiertamente y con frecuencia las transportaban rodeadas de palmas.

Hetairas, ricos y famosos
Platón, cuando estaba cansado de filosofía, iba a reposar en casa de Arqueanasa; y Epicuro reconocía deber buena parte de sus teorías sobre el placer a Danae y a Leoncia, que le habían proporcionado las más elocuentes aplicaciones del mismo. Sófocles mantuvo prolongadas relaciones con Teórida, y, una vez cumplidos los ochenta años, inició otras con Arquipas.
Cuando el gran Mirón, encorvado por la vejez, vio llegar a su estudio, como modelo, a Laida, perdió la cabeza y le ofreció todo lo que poseía con tal de que se quedase aquella noche. Y dado que ella rehusó, al día siguiente el pobre hombre se cortó la barba, se tiñó el pelo, púsose un juvenil quitón color de púrpura y se pasó una capa de carmín sobre el rostro. “Amigo mío -le dijo Laida-, no pienses obtener hoy lo que ayer rehusé a tu padre”. Era una mujer altamente extraordinaria, y no solamente por su belleza, que muchas ciudades se disputaban el honor de haber sido su cuna (mas, al parecer, era de Corinto). Rechazó las ofertas del feo y riquísimo Demóstenes al pedirle cinco millones, pero se entregaba gratis al desdinerado Arístipo sencillamente porque le gustaba su filosofía. Murió pobre, después de haber gastado todo su peculio en el embellecimiento de las iglesias donde no podía entrar y para ayudar a los amigos caídos en la miseria. Atenas la recompensó con unos espectaculares funerales como jamás los tuvo el más grande hombre de Estado o el general más afortunado. Por lo demás, también Friné había tenido la misma pasión de la beneficencia, y entre otras cosas había ofrecido a Tebas, su ciudad natal, reconstruir las murallas si le permitían inscribir su nombre. Tebas contestó que estaba de por medio la dignidad. Y con la dignidad se quedó, pero sin murallas.
Las hetairas no deben confundirse con las pornaes, que eran las meretrices comunes. Estas vivían en burdeles esparcidos un poco por toda la ciudad, pero concentradas sobre todo en El Pireo, el barrio portuario, porque los marineros han sido en todos los tiempos los mejores clientes de esos lugares de mala nota. Eran casi todas orientales, jóvenes y de carnes perezosas y soñolientas, que sufrían su degradación sin rebelarse, dejándose explotar por sus empresarias, viejas mujerucas que administraban aquellas casas. Sólo las que lograban aprender un poco de modales y a tocar la flauta mejoraban su situación convirtiéndose en aléutridas. Parece ser que la misma Aspasia venía de esta carrera, pero su caso ha quedado como único.