domingo, 26 de julio de 2015

CARTA DEL GRAN JEFE SEATTLE AL PRESIDENTE DE EEUU

CARTA DEL GRAN JEFE SEATTLE AL PRESIDENTE DE EEUU




El jefe Seattle nació alrededor de 1786 en la tribu de los Suquamish, que vivían en el área de Puget Sound, hoy estado de Washington, en el oeste de Norteamérica. Su padre era cacique y líder de guerreros, y su madre era hija de un jefe de la tribu Duwamish. En dicha época los colonizadores británicos y estadounidenses comenzaron a tener presencia en la zona. En 1792 el capitán británico George Vancouver visitó a los nativos de la zona para comerciar. Este evento dejó una gran impresión en el joven Seattle. Con el comienzo del siglo XIX las luchas e invasiones entre las distintas tribus de la zona se incrementaron. Un cacique Suquamish atacó la tribu Cowiche en la isla de Vancouver. Seattle participó en esta batalla y a partir de ello se prestigió como guerrero y líder en batallas posteriores. Guió ataques utilizando sus conocimientos sobre las tácticas de sus adversarios. Poco después adoptó el nombre de su abuelo, Seattle, y se convirtió en jefe de los Suquamish. El 10 de enero de 1854, el gobernador Isaac Stevens llegó al territorio para convencer a los Suquamish y a los Duwamish para que se trasladaran a una reservación, pues los "hombres blancos" deseaban un mayor espacio. A través suyo, el Presidente Franklin Pierce “el Gran Jefe de Washington”, hizo una oferta por una gran extensión de tierras indias, prometiendo crear una “reserva” para el pueblo indígena. La respuesta del Jefe Seattle, publicada según una versión que se atribuye al guionista americano Ted Perry, más allá de su extraordinaria belleza, se ha convertido en un manifiesto clásico a favor del respeto al medio ambiente.

 El gran jefe de Washington manda palabras, quiere comprar nuestras tierras. El gran jefe también manda palabras de amistad y bienaventuranzas. Esto es amable de su parte, puesto que nosotros sabemos que él tiene muy poca necesidad de nuestra amistad. Pero tendremos en cuenta su oferta, porque estamos seguros de que si no obramos así, el hombre blanco vendrá con sus pistolas y tomará nuestras tierras. El gran jefe de Washington puede contar con la palabra del gran jefe Seattle, como pueden nuestros hermanos blancos contar con el retorno de las estaciones. Mis palabras son como las estrellas, nada ocultan.
¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.
Si no somos, dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán, ustedes comprarlos?
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo.

La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas. Los muertos del hombre blanco olvidan de su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas.
Somos parte de la tierra y asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.
Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado. También el Gran Jefe nos dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos.
Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil ya que esta tierra es sagrada para nosotros. El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente el agua sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes.

El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objeto que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto.

No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quizás también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.
El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento - la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.
Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré condiciones: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar más que el búfalo al nosotros matamos sólo para sobrevivir.
¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que le suceda a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos. Esto sabemos: La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos, todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra.

El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, no queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que Él les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. Él es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco.
Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña se provocaría la ira del Creador. También los blancos se extinguirían, quizás antes que las demás tribus. Contaminen sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos. Pero ustedes caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja.
Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos porqué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes. ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde esta el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia.


sábado, 25 de julio de 2015

La República de Otaria Por Raúl Scalabrini Ortíz

Un texto indispensable de Raúl Scalabrini Ortíz  es éste, por lo que lo damos a conocer: 

La República de Otaria 


... Supongamos que en la vasta extensión del Océano Atlántico, entre Sud Africa y el Río de la Plata, existe una comarca aún desconocida. Es un país fértil cuyas tierras arables suman casi treinta millones de hectáreas. Tiene una población de 20 millones de habitantes. Se denomina en el planisferio del imaginario Mercator, República de Otaria. Sus habitantes responden, pues, a la designación genérica de otarios, lo cual resulta simbólico, porque si bien la palabra otario no figura en el diccionario de la Real Academia, en el lenguaje vernáculo tiene una acepción precisa: otario es el que cambia una cosa real y cotizable por algo sin valor: una palabra, un concepto, una ilusión, un halago interesado; el que cambia, por ejemplo, un jugoso bife por un elogio a su generosidad y a su espíritu democrático. El cuervo era un otario. El zorro, un vivo. 

Otaria produce más de lo que necesita para vivir. Cada otario consume anualmente 100 kilos de carne, 200 kilos de trigo, 100 litros de leche y 100 kilos de maíz que en parte se transforma en huevos y en carne de ave. El exceso de producción lo trueca por combustible. No nos ocuparemos de este comercio y daremos por sentado que sus valores se equivalen. Los otarios necesitan emprender algunas obras públicas para abrir horizontes a la vida larval en que viven. Sus economistas los han convencido de que deben recurrir al capital extranjero, porque Otaria está huérfana de ellos. Nosotros nos disponemos a cumplir esa misión civilizadora. Para ello es indispensable que efectuemos una pequeña revolución y asumamos el poder. Nunca faltarán otros otarios dispuestos a servir a altos ideales que simbolizamos nosotros y las grandes empresas que nos aprontamos a ejecutar. 

La unidad monetaria de aquel simpático país es el otarino. Tiene el mismo valor legal de un peso argentino y se cotiza a la par. Los alimentos y la materia prima de Otaria valen exactamente lo mismo que sus similares argentinos. Para simplificación del ejemplo y de la interpretación usaremos cifras globales. La técnica no se altera por centavo de más o de menos. Quizás nos convenga abrir una institución de crédito en Otaria. Quizás no la necesitemos. Los instrumentos del crédito internacional pueden suplir perfectamente la ausencia de un banco local. Si queremos abrir un banco, nos munimos de una carta de crédito en que el Banco Central de la República Argentina afirme que tiene depositada a nuestra disposición una suma dada, cien millones, por ejemplo, en oro o moneda convertible, o que se responsabiliza de ellos. Eso basta. La carta de crédito del Banco Central de la República Argentina es palabra sagrada en la República de Otaria. Por otra parte, una carta de crédito – digamos una carta de presentación – fue todo el capital inicial que invirtieron en este país los más poderosos bancos extranjeros: el Banco de Londres y América del Sud, el ex Banco Anglo Sudamericano, El First National Bank of Boston y el National City Bank of New York. Nos preocuparemos, eso si, de que la memoria del Banco Central de Otaria diga algo semejante a lo que el Banco Central de la Argentina afirmó en su memoria de 1938, la conveniencia de "transformar las divisas en oro y dejar ese oro depositado en custodia en los grandes centros del exterior ... no sólo por la economía que significa no mover físicamente el metal, sino principalmente por facilitarse de este modo su pronta y libre disposición con el mínimo de repercusiones sicológicas". Este argumento, que fue convincente para nosotros, puede ser aceptado por los otarios, a quienes nos complacemos en imaginar tan confiados, liberales y democráticos ciudadanos como nosotros. En los Estados Unidos la operación no hubiera podido efectuarse, porque aquellos cow boys son tan desconfiados que hasta 1914 no permitieron el establecimiento de ningún banco extramjero, y, para impedir filtraciones subrepticias, ni siquiera permitían que sus propios bancos tuvieran agencias en el exterior. Con posterioridad, accedieron al establecimiento de sucursales de bancos extranjeros, los que no podían prestar nada más que un dólar más que el capital que genuinamente habían importado desde el exterior. Pero en Otaria son tan liberales como nosotros. 

Ya estamos instalados en Otaria y disponemos de un capital virtual – como son todos los capitales – de cien millones de pesos argentinos que respaldan nuestra responsabilidad sin necesidad de salir de esta república. En Otaria vive habitualmente un técnico de gran reputación, el doctor Postbisch, cuyos servicios profesionales nos hemos asegurado con la debida anticipación y cuya consecuencia y lealtad hacia nosotros se acrecienta en la medida en que nos sirve. El doctor Postbisch, tras un breve estudio de una semana, descubre que los otarios estaban viviendo sobre un volcán. Sin darse cuenta atravesaban "la crisis más aguda de su historia". Los otarios no se habían percatado de ello, primero, porque los otarios estaban muy ocupados en crearse una industria que abriera los cerrados horizontes de la monocultura; segundo, porque habían pagado sus deudas y no debían nada a nadie, con excepción de algunos pequeños saldos comerciales; tercero, porque vivían aceptablemente bien, y cuarto, porque en realidad se trataba de "una crisis oculta" que necesitaba la pericia clínica de Postbisch para ser diagnosticada. Para equilibrar el presupuesto nacional – que se desequilibrará más que nunca, para nivelar la balanza de pagos con el exterior, que daba superávit y dará déficit en adelante – el doctor Postbisch, dotado de poderes ejecutivos tan extraordinarios que envidiaría el mismo Superhombre de las historietas infantiles, decide desvalorizar la moneda de Otaria a la tercera parte de su valor. El otarino, que valía un peso moneda nacional, desciende hasta no valer nada más que treinta y tres centavos de los nuestros. El doctor Postbisch designa a esa operación "corrimiento de los tipos de cambio". Nuestro capital de cien millones, que permanecía en expectativa en su moneda originaria, se triplica si se lo calcula en otarinos. Los productos de Otaria siguen, como es lógico, cotizándose en otarinos y el alza que el doctor Postbisch les acuerda es tan pequeña que desdeñaremos considerarla, porque de todas formas no varía los resultados en su conjunto. Postbisch, cuya facundia es asombrosa, ha convencido a los otarios de que tanto la desvalorización de su moneda como la estabilización de los precios son indispensables para escapar del vórtice de la espiral inflacionista y que esas medidas deben ser complementadas con la inmovilización de los salarios y de los sueldos. En Otaria, pues, todo queda como antes de la desvalorización, Pero el genio creador de Postbisch se revelará en todo su poder en la multiplicación de nuestro capital. Jesucristo multiplicó los panes. Postbisch multiplicó el dinero extranjero con que se adquieren los panes. Vamos a usar la nueva capacidad adquisitiva de nuestros capitales. Utilizaremos un solo peso, por si acaso nos equivocamos. Ni siquiera en los ejemplos deben arriesgarse los capitales que se confían a nuestra custodia. 

En Otaria con un peso argentino se compraba un kilo de carne, que en el mercado interno de Otaria valía un otarino. La desvalorización de la moneda de Otaria, por recomendación de Postbisch, no ha alterado los precios internos. Con un peso argentino virtual se adquieren tres kilos de carne. Si exporto a la República Argentina un kilo de carne, como allí sigue valiendo un peso moneda nacional, con ese kilo de carne saldo la deuda que había contraído en mi país con la apertura del crédito. Me quedan dos kilos de carne que vendo en la misma República de Otaria a un otarino cada uno. Y de esta manera, el capital virtual que había movilizado en el pael se transforma en un fondo real de doscientos millones de otarinos, con el que podemos iniciar la ejecución de grandes obras que son indispensables para la vida de esa república, pero que los otarios no hubieran podido emprender nunca por falta de capitales. La ración diaria de los otarios habrá descendido en un tercio. 


[de Bases para la Reconstrucción Nacional, Tomo 2, Editorial Plus Ultra] 

viernes, 24 de julio de 2015

Carlos Mugica: Un cura se confiesa

CARLOS MUGICA: UN CURA SE CONFIESA


Conozcamos el pensamiento vivo del padre Mujica a través de un reportaje que le hizo la Revista 7 días, durante el gobierno del Gral. Lanusse, en junio del año 1972, bajo el título de :"Un cura se confiesa"

Entrevista a Carlos Mugica  Revista 7 Días Junio de 1972.

Un cura se confiesa

Fue muchas veces señalado como un sacerdote subversivo. Sin embargo, Carlos Mugica (el polémico capellán porteño) cree respetar los mandatos de Cristo y descerraja sus iras contra "las jerarquías clericales comprometidas con el dinero, el privilegio y el desorden establecido en todo el país".

Es una ráfaga implacable, un martilleo de palabras, la lúcida coherencia que se transmite eléctricamente al gesto en esa permanente y reconcentrada actitud del que amenaza con violentar todos los esquemas -un dogma, una religión, una filosofía- pero repentinamente cede y adopta posiciones expectantes. Rubio, de ojos azules, pulóver de cuello alto y pantalones negros, no parece un sacerdote; sólo los libros que trepan por las paredes de su departamento de un ambiente, en el barrio de Palermo, en Buenos Aires, denuncian la presencia de un miembro de la Iglesia Católica.


Es que Carlos Mugica (39, profesor de teología en las facultades de Economía, Ciencias Políticas y Derecho de la Universidad del Salvador y capellán de la parroquia San Francisco Solano, en Villa Luro), a diferencia de la nueva corriente de sacerdotes católicos, prefiere ignorar ese halo paternalista, el status privilegiado que la sociedad se empecina en otorgarle, para dar de sí -espontáneamente, sin premeditación- la imagen de lo que cree ser: simplemente un hombre común, con toda la riqueza y las limitaciones de los seres humanos; a lo sumo, siente quizá con más profundidad que sus "hermanos" -palabra habitual en su vocabulario- una problemática responsabilidad, ser también mensajero de sus conflictos.

Pero esa humildad -que se refleja inflexivamente en su manera de vivir- no le posibilitó soslayar una creciente popularidad alrededor de su figura. Lo publicaron así sus declaraciones por radio y televisión ("El socialismo -espetó en una de las emisiones del programa Tiempo Nuevo, dirigido por Bernardo Neustadt, en Canal 11- es el régimen que menos contraría la moral cristiana"); lo sacaron del anonimato pronunciamientos tales como el que barbotó cuando Arturo Illia fue elegido presidente de la Nación: "Hoy es un día triste para el país -dijo Mugica el 12 de octubre de 1963-, una parte importante del pueblo argentino ha sido marginado de los comicios y será dirigido por un hombre a quien sólo votó el 18 por ciento de los electores".
El fogoso sacerdote reconoce que fue arduo el camino recorrido para que pudiera recalar, finalmente, en esas posiciones, "no extremas -defiende- sino coherentes con la actual actitud de un grupo relevante de obispos de la Iglesia Católica".


_Sin embargo, cuando usted eligió ser sacerdote no enarbolaba las mismas banderas.
_En efecto. Ingresé al seminario hace 18 años, en 1951, y vivía en esa época, el catolicismo individualista, fiel al slogan "salva tu alma".
_¿Qué significaba para usted ser sacerdote?
_Salvar mi alma, es decir: ir al Cielo, buscar la felicidad, esa que está en Dios. Evidentemente era bastante egoísta mi actitud, aunque también entonces cambió radicalmente mi vida, porque fue cuando descubrí la alegría de vivir en Dios.
_¿Quién es, qué es Dios?
_Definitivamente, Dios no es una idea sino alguien. Dios es una persona que se entregó totalmente a mí y se dejó matar por mí. Para mí Cristo es mi Señor, mi amigo, mi maestro, mi modelo de vida. Su entrega tiene un valor especialísimo: Dios es un ser que en lugar de servirse del hombre se pone al servicio del hombre y por eso todo hombre que da su vida por los otros sea un ateo, un marxista, o lo que fuere_, ése, verdaderamente se une a Cristo.
_¿Quién consolidó en usted el cambio de actitud que se atribuye?
_Un sacerdote francés, el abate Pierre, de quien todavía recuerdo una frase decisiva: "Antes de hablarle de Dios a una persona que no tiene techo es mejor conseguirle un techo". Es decir que conseguirle techo a una persona ya es hablarle de Dios. No nos olvidemos que Cristo curaba a los enfermos, les daba de comer a los que tenían hambre y de beber a los que tenían sed. Y no lo hacía para que después escucharan el sermón sino porque esa es su manera de amar: agarrando al hombre por entero. Antes de ingresar en el seminario yo tenía una visión maniquea de la existencia. El alma era buena y el cuerpo malo. Eso viene de Platón, y se metió en la Iglesia con San Agustín; aún perdura esa concepción, sobre todo en lo relativo al sexo. Pero estamos viviendo un amplio proceso de liberación para desterrar esa actitud individualista del seno de la Iglesia. Antes, como muchos de mis compañeros que luego también evolucionaron, yo estaba preocupado por la salvación de mi alma. Luego empecé a preguntarme ¿por qué salvar mi alma y no mi cuerpo cuando esa división no es, precisamente, una actitud cristiana? En la Biblia no se habla nunca de alma y cuerpo; la Biblia es un libro muy carnal, muy concreto, en el cual se define al hombre como polvo que respira.
_¿Qué sucede entonces cuando muere un hombre? Es decir, ¿no es su alma, según las concepciones cristianas, la que asciende al Reino de los Cielos?
_Insisto en la falsedad de esa concepción dual. Ningún teólogo podrá decir nunca que, después de muerto el hombre, el alma queda flotando en algún lugar. Es una visión tonta, materialista, de la resurrección. No sabemos mucho al respecto. Toda imagen que podamos tener después de la muerte de un hombre es muy pobre. Sabemos, sí, que vivirá en Dios. Y suponemos que eso significa que va a estar presente como persona en todos los seres.
_Muchos cristianos siguen aferrados a esa concepción maniquea (alma: buena; cuerpo: malo). Y aún más: persisten en adoptar la posición que usted calificó de individualista. ¿A qué se debe?

_A una visión distorsionada de la realidad. El cristianismo es esencialmente comunitario. No decimos "padre mío" sino "padre nuestro". Para entender claramente esto basta con acercarse al pueblo. Estar en contacto directo con él. Cuando yo estaba en el seminario iba a un conventillo de la calle Catamarca. Allí viví algo muy especial _ trascendente en mi evolución_; precisamente en el contacto con los hermanos míos del conventillo descubrí lo que ahora llamaría el subconsciente de Buenos Aires. El día que cayó Perón fui, como siempre al conventillo y encontré escrita en la puerta esta frase: "Sin Perón no hay patria ni Dios. Abajo los curas". Mientras tanto, en el barrio Norte se habían lanzado a tocar todas las campanas y yo mismo estaba contento con la caída de Perón. Eso revela la alineación en que vivía, propia de mi condición social, de la visión distorsionada de la realidad que yo tenía entonces, y también la Iglesia en la que militaba, aunque ya por esa época muchos sacerdotes vivían en contacto directo con su pueblo.
_¿Qué papel supone usted que jugó la Iglesia en ese momento?
_ Pienso que entonces algunos sectores de la Iglesia estaban identificados con la oligarquía. No digo que la Iglesia volteó a Perón sino que contribuyó a voltearlo. Pero pienso que también había deterioro en las filas peronistas. Creo que el peronismo perdió fuerza revolucionaria desde la muerte de Evita.
_¿Cuál cree que debe ser su verdadero compromiso con los argentinos, con su pueblo?
_ Pienso, siguiendo las directivas del Epicospado, que debo actuar desde el pueblo y con el pueblo: vivir el compromiso a fondo, conocer las tristezas, las inquietudes, las alegrías de mi gente a fondo, sentirlas en carne propia. Todos los días voy a una villa miseria de Retiro, que se llama Comunicaciones. Allí aprendo y allí enseño el mensaje de Cristo.
_¿Qué mensaje?
_ Los signos concretos del mensaje de Cristo se pueden detectar cuando Él dice: "En esto se conocerá que ustedes son mis amigos, en el amor que se tengan unos a otros". Y el índice de mi adhesión al mensaje de Jesucristo es mi amor real, concreto, palpable, por mis hermanos.
_¿Cómo se manifiesta, cómo se materializa ese amor?
_Es muy significativo que el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo (versículos del 30 al 46) Cristo hable del Juicio Final en estos términos: "Cuando el hijo del hombre vuelva con sus ángeles a juzgar a los hombres los reunirá a todos en su presencia y va a separar a unos de otros como el pastor separa a las ovejas de los cabritos. Entonces va a decir a los de su derecha: vengan conmigo benditos de mi padre". Ahí se puede pensar, bueno, vengan conmigo benditos de mi padre porque fueron a pie a Luján, o porque tuvieron mucha devoción a San Cayetano, o porque hicieron y cumplieron muchas promesas, o porque dieron limosna a la Iglesia. Pero Cristo no va a decir eso. Va a decir: "Vengan conmigo, benditos de mi padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, porque tuve sed y me dieron de beber, porque estuve en la cárcel y me vinieron a ver, porque estuve enfermo y me curaron, porque anduve desnudo y me vistieron". Es decir que en el Día del Juicio Final vamos a encontrar a la derecha de Dios a mucha gente que jamás pisó una iglesia y que sin embargo estuvo toda su vida amando a Jesucristo, porque estuvo amando de una manera eficaz a su prójimo, a sus hermanos. Y, lo contrario, Cristo va a decir a los de su izquierda estas palabras terribles: "Apártense de mí, malditos, al fuego eterno". ¿Por qué? Bueno, ahí podríamos pensar que porque no hicieron la comunión pascual, que porque no dieron limosnas. Y sin embargo, no. Cristo va a decirles: "Yo tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, estuve en la cárcel y no me vinieron a ver..." Y lo notable va a ser que algunos preguntarán: 'Pero Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y no te dimos de comer?' Y Cristo responderá: "Cada vez que no lo hicieron con uno de éstos". Y es en ese terreno donde se manifiesta mi amor, mi compromiso y el de todo hombre.

_¿Quiénes cree usted que no se comprometen a ese nivel?
_Aquellos que ven a un tipo sufrir en la villa miseria y dicen: "pobre". Aquellos que se compadecen pero pasan de largo y siguen viviendo como burgueses. San Agustín fue muy claro al respecto: "Hay muchos que parece que parece que están adentro de la Iglesia y sin embargo están afuera". Es decir: son muchos los que fueron bautizados o tomaron la comunión pero no tienen amor concreto por su prójimo. Son cristianos muertos, no son cristianos. Por eso hay mucha gente que va a comulgar a misa, cree que comulga pero solamente traga la hostia. Cree que recibe la comunión y no se da cuenta de lo que eso quiere decir. Exactamente: común unión. Y si yo voy a recibir la comunión y soy racista, o sectario, o un explotador que oprime a su hermano, me dice San Pablo: "Ingiero el cuerpo del Señor indignamente; me trago y me bebo mi propia condenación". Porque vivir en el egoísmo, eso es el pecado. Aquel que se la pasa contemplándose el ombligo es un pobre hombre que ya tiene el infierno en vida, que vive en el pecado.
_¿Qué entiende por pecado?
_ Pecar es negarse a amar. No hay pecado sexual: hay pecado contra el amor. Uno peca sexualmente cuando utiliza a una persona como cosa, como objeto. Por eso aquellos que pretenden decir: "Ah, bueno, pero yo tuve relaciones con una prostituta, para descargarme...", esos pecan doblemente. Están contribuyendo con su actitud a mantener un estado de esclavitud, aunque sea aceptado por la persona a la que esclavizan.
_ Entonces son muchos los cristianos que viven en el pecado, que no aman.
_ Son todos aquellos que tienen una imagen desfigurada de Dios. Dios es para ellos el gran súper-yo-castrador y viven con Él una relación mítica, supersticiosa, mágica. Para ellos es un Dios que justifica la inmovilidad, un Dios que permite preguntas tales como "¿Y? ¿Qué vamos a hacerle si existen pobres y ricos?". Ése es el Dios que ataca Marx, ése es el Dios que hace creer a algunos que la religión es el opio de los pueblos. La verdadera fe cristiana, la auténtica fe en Cristo hace trizas esa creencia. Tener fe es amar al prójimo, y eso me moviliza a fondo, tanto como para dar la vida por mis hermanos, tanto como para brindarme íntegramente por ellos.
_ ¿Inclusive hasta el punto de engendrar la violencia masivamente?
_ Ese es un problema demasiado complejo. Toda violencia es consecuencia del pecado del hombre, de su egoísmo. Ahora lo que sucede es esto: en concreto encontramos en América Latina _ incluso en nuestro país_ una situación de violencia institucionalizada.
Es la violencia del hambre. Como dice Helder Cámara "El general hambre mata cada día más hombres que cualquier guerra". Es decir que existe la violencia del sistema, el desorden establecido. Frente a este desorden establecido yo, cristiano, tomo conciencia de que algo hay que hacer y me encuentro entre dos alternativas igualmente válidas: la de la no violencia en la línea de Luther King o la de la violencia en la línea del Che Guevara; hablando en cristiano la violencia en la línea de Camilo Torres. Y pienso que las dos opciones son legítimas. Es erróneo tratar de ideologizar el Evangelio. Decir, por ejemplo, como he oído: Cristo es un guerrillero. Él, personalmente, no fue violento, sólo en algunos casos concretos cuando echó, por ejemplo, a los mercaderes del templo a latigazos. Es decir que Cristo fue solamente muy violento contra los ricos y los fariseos. Creo que la versión en cine menos alejada de lo que Él fue da Pier Paolo Pasolini en su Evangelio según San Mateo.

_¿Pero cuál es, cuál debe ser la actitud del cristiano ante lo que usted llama el desorden establecido, la violencia organizada del sistema?
_Del Evangelio no podemos sacar en conclusión que hoy, ante el desorden establecido, el cristiano deba usar la fuerza. Pero tampoco podemos sacar en conclusión que no deba usarla. Cualquiera de las dos posiciones significaría ideologizar el Evangelio, que más que una ideología es un mensaje de vida. Pasará Marx, pasará el Che Guevara, pasará Mao, y Cristo quedará. Por eso pienso que es tan compatible con el Evangelio la posición de un Luther King como la ideología de un Camilo Torres.
_¿En cuál de esas tendencias se enrolaría usted?
_ Se me ocurre que actualmente en la de la no violencia. Como dijo Monseñor Devoto: "Yo no soy violento, pero no sé qué va a ser de mí si las cosas siguen así". Pero ojo: pienso que hay muchos que exaltan la no violencia ignorando lo que es. Porque Luther King, uno de sus principales teorizadores, fue asesinado. Es decir: la no violencia no es quedarse en el molde sino denunciar, poner bien de manifiesto la existencia de la violencia institucionalizada. Y para eso también hay que poner el cuero. Pero que esté claro: si yo ante el desorden establecido enfrento lo que llamo la contraviolencia y logro reducir la violencia total, es legítimo que la use. Pero si sólo exacerbo aún más la violencia del sistema contra el pueblo, no puedo menos que pensar que es contraproducente que la utilice.
_Un cristiano, ¿Tiene derecho a matar?
_ No lo sé. Lo que sí está claro es que tiene la obligación de morir por sus hermanos. Pienso que tenemos mucho miedo a la violencia por una actitud individualista. De repente nos escandalizamos porque alguien puso una bomba en la casa de un oligarca, pero no nos escandalizamos de que todos los días en las villas miserias o en el interior del país mueran niños famélicos porque sus padres ganan sueldos de archimiseria. La idea fundamental me parece que ésta: el cristiano tiene que dar la vida por sus hermanos de una manera eficaz. Cada uno verá de acuerdo con su ideología, de acuerdo con la valoración particular que haga de la realidad, con la información que tenga, lo que tiene que hacer.
_¿Cuál debe ser la función de un sacerdote en países desarrollados como Francia, Inglaterra o Italia?
_ Sin duda la misma que en la Argentina, en Bolivia o en Paraguay. También hay explotadores y explotador en Francia (el subproletariado argelino, el subproletariado español), hay miseria, hay villas de emergencia. Yo a esos países los llamo subdesarrollantes, porque son países que viven de los pobres.
_¿Qué piensa que deben hacer los sacerdotes en sociedades socialistas?
_Cumplir con su función habitual: enseñar y amar. Yo no conozco China, pero tengo entendido que allí hay algo positivo: creo que ahora hay 700 millones de chinos que tienen pantalones y antes no sabían que era usarlos. Lo que me preocupa de China es que puede haber algo así como una especie de imperialismo cultural. Es decir, no me gusta que los chinos pretendan exportar su modelo de revolución a todo el mundo. Contra eso tendrían que combatir los sacerdotes, contra el dogmatismo político. Con respecto a los llamados países socialistas de Europa, pienso que son naciones que se encaminan cada día más rápidamente hacia el capitalismo, precisamente porque se metieron con corsé en el socialismo. De todas maneras no me cabe la menor duda de que los pueblos son los verdaderos artífices de su destino y, aunque yo personalmente crea que el sistema menos alejado de la moral y del Evangelio es el socialismo, se me ocurre que en la Argentina tenemos que hacer nuestra revolución, nuestro socialismo, que no necesariamente debe adaptarse a modelos preestablecidos. Además, estoy seguro de que ese proceso pasa, aquí, por el peronismo.
_¿Cuál debe ser para usted la ingerencia de la Iglesia en cuestiones económicas y políticas?¿Cómo justificar el poder económico, las relaciones de la Iglesia con el dinero?
_ No se trata de justificar sino de analizar. El gran escándalo del Concilio Vaticano II fue que se tuviera que hablar allí de la Iglesia de los Pobres, cuando lo natural es que si la Iglesia viviera de acuerdo con la orientación clarísima que le dio Jesucristo, de acuerdo a como fue la Iglesia los primeros siglos, cuando todos poseían sus bienes en común repartidos según las necesidades de los fieles, no debería haberse mencionado el asunto. El cristianismo empieza a degradarse cuando se desarrolla el espíritu de propiedad, y al reconocerlo Constantino (año 313) como religión oficial del Imperio, otorgándole a la Iglesia poder político. Lo natural, insisto, en el Concilio Vaticano, hubiera sido que se levantara un obispo y dijera: "Un momento. ¿Por qué la Iglesia de los Pobres? La Iglesia también es de los ricos". ¿Por qué? Porque la Iglesia también tiene que evangelizar a los ricos, entendiendo por evangelizar a los ricos, ayudarlos a dejar de serlo. Lo cual no significa que tire todo por la ventana sino que ponga todos sus bienes al servicio de la comunidad. Es evidente que es un problema, porque si viene un empresario católico y me dice: "Yo que me convertí, padre, yo quiero realmente vivir el Evangelio", no me queda otro remedio que contestarle que cambie radicalmente el enfoque de su empresa, dándole participación efectiva en las ganancias a todos sus trabajadores. Claro, así la empresa se va a fundir en 15 días porque la competencia la mata. Entonces la otra respuesta para un empresario que quiera vivir realmente el Evangelio está en que se platee seriamente el problema de la revolución.
_Eso es lo mismo que dejar de ser empresario.
_No necesariamente. Si Alberto José Armando viene a mí y me dice "yo quiero cambiar" le contesto que bueno, que le saque todo el jugo a los capitalistas que lo rodean y que con su fabulosas inventiva le cree al pueblo situaciones en las que pueda ser realmente protagonista de su destino.
_A usted se lo acusa de pregonar una filosofía de vida casi rayana en el ascetismo, que no coincide con su manera de vivir, más acorde -se dice- con hombres de su misma extracción social.
_ Usted ve donde vivo: es un cuarto en una terraza de una casa de departamentos bacana, pero un cuarto al fin. Además es cierto: yo soy de origen oligarca, y eso tiene sus limitaciones. El hecho de que a mí nunca me haya faltado nada talvez haya relativizado mi visión de las cosas. Pero también es cierto que a la oligarquía la conozco de adentro y sé, efectiva, concretamente, cuales son sus corrupciones. De todas maneras a mí no me falta absolutamente nada, pero trato de que me sobren cosas.
_¿Cuáles son sus carencias afectivas?¿No se siente frustrado como hombre?
_ No me siento frustrado en absoluto. Pienso que desde el momento en que contraje el compromiso de ser célibe ante Cristo y ante la comunidad me debo a él. Por supuesto el celibato presume una lucha cotidiana. No solamente la lucha en cuanto se refiere al impulso sexual sino en cuanto a la soledad. El problema profundo no es el de la ausencia de contacto carnal, sino la soledad, así, simplemente. Esa es una tensión que vivo permanentemente y por la cual tengo que estar muy sobre mi mismo porque fácilmente se puede desvirtuar mi afectividad.
_¿Ese es uno de los principales conflictos que originó el éxodo de sacerdotes de la Iglesia?
_ Pienso que no, que las raíces de la crisis sacerdotal está en otro lado. Pienso que el sacerdote se siente inútil en muchos lugares; es decir: ha perdido el sentido de su vida. Para mí el sufrimiento más grande que puede tener un ser humano es sentirse demás y eso es lo que le pasa a muchos curas.


jueves, 23 de julio de 2015

ANTONIO ROSA “EL NEGRO MULETA”

ANTONIO ROSA “EL NEGRO MULETA”





En el barrio sud de nuestra ciudad de Buenos Aires y dentro del perímetro formado por las calles México, General Urquiza, Caseros y Castro Barros, la mayoría de sus habitantes conocen a un viejo servidor a la Patria, negro de veras, cuya edad de 121 años ha traspasado los límites de lo común en cuanto a existencias centenarias se refiere.
Los pobladores a que antes hacíamos mención, conocen a este hombre, que está por trasponer los umbrales de un siglo y cuarto de existencia, por el apodo de “El Negro Muleta”, y ello se debe a la circunstancia de que algunas veces suele emplearlas, luego de las largas caminatas que casi todos los días efectúa a los pueblos de Quilmes, Haedo y hasta Luján, en busca de hierbas curativas, y cuyas virtudes medicinales dice que conoce.
El nombre de “El Negro Muleta” es Antonio Rosa, siendo argentino, nacido en Buenos Aires en el año 1795, en un mes y día que no recuerda.
Aunque “Don Antonio” no lo dice, pues nadie le ha oído hablar de sus padres, los vecinos suponen, y creemos acertada la suposición, de que sea hijo de africanos.  Todo en él tiende a demostrar tal indicio.  La frente, los ojos, la nariz, el cabello y barba tienen la característica de la pura raza de color.
Don Antonio tiene por la Patria una verdadera adoración, y siente el orgullo de ser argentino y de sus 121 años.
Se retiró con 63 años de vida militar, más o menos activa, de 1827 a 1890, la que tuvo su culminación en la campaña del Paraguay, ya que en la sangrienta jornada del Boquerón fue ascendido a sargento primero.  Tomó parte en todas las acciones de aquella guerra, hasta su terminación.
En el Paraguay, Don Antonio fue herido: en Paso de la Patria, de dos balazos en los riñones; en Boquerón, de un bayonetazo en el pie izquierdo; en Curupaytí, de un balazo en el brazo derecho y un sablazo en el muslo del mismo lado.
Antes de la Guerra del Paraguay, peleó contra los montoneros y sirvió a las órdenes de los generales Acha y Pacheco.
Durante la época de Juan Manuel de Rosas, Don Antonio no tuvo ocasión de actuar. Pues, generalmente, estaba en la provincia.  Actuó, sin embargo, cuando las tropas federales sofocaron tan sangrientamente a la famosa “Revolución del Sur”.  No se encontró en la batalla de Caseros.
Cuando el viejo centenario habla de sus buenos tiempos y recuerda sus horas de militar y sus bordoneos entre mate y mate, después de haber comido el apetitoso asado con cuero de una rica vaquillona, sus ojos adquieren un brillo inusitado, y sus palabras nos hacen evocar todo un pasado de aventuras que parece de leyenda.
El “Negro Muleta”, como le dicen sus convecinos, es católico, y en su larga vida se ha casado dos veces, cuyas mujeres le dieron diecinueve hijos, de los cuales viven catorce.
“Muleta” es radical.  A la izquierda de la cabecera de su cama, cuelga un retrato del Dr. Leandro N. Alem.  A pesar de sus años, es decidor y risueño.  Cuando habla de sus yerbas, que “curan todo”, dice:
- Ahí está la manzanilla, que cura el resfrío y el dolor de muelas; la oreja de gato negro, que cura radicalmente la sordera; y la cicuta, el gualeguay, el guaycurú y la sanguinaria, que sirven para preparar una tintura infalible para el reuma”.
Y la curiosidad les hará decir como a nosotros: ¿Y cómo se prepara?
- Todo eso mezclado con una cucharada de aceite, una cucharada de kerosene y una cucharada de aguardiente.
Y para que todo sea completo, al salir le dirá, sonriendo, a la cotorra: “Juanita, despídase del señor”.  Y Juanita se despachará con un: “¿Cómo te va?…
Nota: La fotografía que ilustra esta historia fue tomada en el patio de la casa de Antonio Rosa, situada en la calle Colombres 1765, Buenos Aires.  Ostenta su uniforme de militar, que lo acredita como sargento 1º, y luce en su pecho las dos medallas al valor militar que conquistara en la Guerra del Paraguay.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Marín, Rufino, Buenos Aires, Noviembre de 1916.
Revista Caras y Caretas, Diciembre de 1916.
Turone. O. A. – Los héroes anónimos de la Patria.
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Teodora de Bizancio De prostituta a Emperatriz de Bizancio

Teodora de Bizancio De prostituta a Emperatriz de Bizancio



La Emperatriz Teodora en el Coliseo (Benjamin-Constant)
La Emperatriz Teodora en el Coliseo (Benjamin-Constant)



Uno de los ascensos más meteóricos de la historia fue el que protagonizó una joven cirquera y meretriz a quien hoy conocemos como la emperatriz Teodora de Bizancio, quien supo sobreponerse a un pasado bastante escabroso a tal punto que gracias a ella su marido pudo conservar el trono.
Nacida hacia el año 502 de la era cristiana, era la hija de un cirquero llamado Acacio que poseía varios osos amaestrados, y no se sabe exactamente si Teodora nació en la isla de Creta o en Siria. Acacio trabajaba en el hipódromo de Constantinopla, donde era maromera y mimo. Dado que de todas maneras la profesión del show business no era muy bien vista para las mujeres, teodora desde muy chavala comenzó también a ejercer el oficio más viejo del mundo para complementar los ingresos. Se cree que Teodora perdió su «sello de garantía» con un comediante llamado Filippo mientras esperaban tras bambalinas su entrada al escenario. Entre los actos de Teodora estaba montar semidesnuda encima de briosos corceles, y en varias ocasiones le ponían gansos salvajes a recoger frutas y granos sostenidos por la muchacha en su entrepierna. Teodora parecía no conocer el miedo, y esa característica habría de servirle de mucho en el futuro.


Emperador Justiniano       Emperatriz Teodora
El Emperador Justiniano y la Emperatriz Teodora


A los 16 años, Teodora se fugó del circo como amante de un oficial. Ecebolo, su amante, la conservó a su lado por 4 años pero luego la dejó botada y pipona en Egipto. Al parecer el oficial tenía serias dudas en cuanto a la paternidad del hijo que esperaba Teodora.
Teodora, desengañada y triste, optó por refugiarse en la luminosa Alejandría, lugar en el que conoció a Severo, líder de la secta cristiana de los monofisos, quienes creen que Jesús no fue mitad divino y mitad humano, sino que le adjudican a Cristo características completamente divinas.
Convencida sobre esta doctrina, regresó a Constantinopla para trabajar como hilandera en un taller cercano al palacio donde moraba Justiniano, sobrino del emperador Justino y heredero del trono bizantino.
La casualidad quiso que una antigua amiga suya amante del general Belisario (hombre de confianza del futuro dignatario), la pusiera en contacto con las elites aristócratas. En esos ambientes conoció a Justiniano, que quedó prendado por su belleza e inteligencia. De inmediato se convirtieron en amantes y, en pocos meses, Teodora pasaba de los infiernos circenses a la cúspide social como patricia del Imperio Romano en Oriente, a pesar de que existía una ley que prohibía que la realeza y los nobles se casaran con prostitutas, sirvientas o mujeres de orígenes dudosos. Tras haberseles negado en tres ocasiones el derecho a casarse, sobre todo por intrigas de la tía de Justiniano (una arpía fabulosa conocida como la emperatriz Lupino), por fin pudieron contraer nupcias. Tras la muerte del emperador Justino, su pariente accedió al trono y con él su flamante esposa, de 27 años de edad.


Sarah Bernhardt como Teodora de Bizancio
La actriz Sarah Bernhardt en el papel de Teodora (1884)


Una vez que se vio convertida en consorte del monarca, Teodora se dio a la tarea de establecer que no sería solamente un ornamento, por muy bella que fuera. Teodora tomó cartas en distintos asuntos concernientes a mejorar la calidad de vida de las mujeres del imperio bizantino, influyendo en su esposo Justiniano para que codificara el derecho romano en el "Corpus Juris Civilis". Inspiradas por ella aparecieron leyes que defendían la igualdad de la mujer, el derecho al divorcio, la prohibición de castigos por adulterio, el reconocimiento hacia los hijos bastardos y la defensa de sus derechos de herencia, la imposición de penas para los violadores, la posibilidad de abortar y la prohibición de la prostitución forzosa. Además, se encargó de crear planes de rescate para jóvenes que habían sido prostitutas, rehabilitándolas para otros oficios. Tambien promulgó leyes que permitieran que las mujeres pudieran ser propietarias y heredar sumas de dinero o propiedades y además mejoró el sistema de atención a la salud femenina.


Teodora de Bizancio
La Emperatriz Teodora de Bizancio y su corte (mosaico de la Basílica de San Vitale en Rávena)


Para colmo, Justiniano atendía a los consejos sabios de su mujer, y pronto prefirió escoger asesores de humilde origen pero de gran probidad, prefiriéndoles por encima de corruptos nobles. El rebelde Procopio concibió un odio visceral en contra de Teodora, acusándole de hacer cornudo a Justiniano y de manejarlo como títere. Además, afirmaba que Teodora subyugaba a su pelele marido recurriendo a toda suerte de malos trucos aprendidos en su oficio de meretriz, y las malas lenguas con la mía a cargo del club sostenían que Teodora fue además precursora del strip tease, el cual se lo ejecutaba a Justiniano hasta quedar solamente vestida con joyas.
Teodora había sido coronada junto a su marido un 4 de abril del año 527 y gozaba al máximo de su poder. Es por eso que cuando se dio la revuelta de Nika, mostró de qué acero estaba hecha. Dos grupos políticos, rivales entre sí, comenzaron un alboroto en el hipódromo. Luego prendieron fuego a varios edificios gubernamentales y proclamaron a un nuevo emperador. Justiniano y sus oficiales no pudieron controlar a la muchedumbre, y ya estaban listos para hacer operativo cusuco cuando Teodora se armó de valor, lanzó un discurso de la importancia de un hombre que moría como líder por encima de la de otros que vivían como cobardes, y la gente se conmovió. Ipso facto, Justiniano dejó de actuar como eunuco y se lanzó a atacar a los rebeldes con sus huestes. Unos 30 mil rebeldes murieron en el Hipódromo, emergiendo Justiniano como victorioso en gran parte por la valentía y el coraje de su hermosísima esposa.


Basílica de Hagia Sofía
Una reconstrucción de la Basílica de Hagia Sofía antes de su conversión en mezquita


Teodora impulsó el embellecimiento de la ciudad de Constantinopla, erigiendo puentes y acueductos además de 25 iglesias, entre ellas la de Hagia Sofía. Teodora además protegió a los miembros de la secta monofisita, llegando a instalar como patriarca de Constantinopla a un prelado de esa secta. Teodora además fue una genuina reformista social y una verdadera mecenas del arte sin necesidad de bombo y platillo o de estafar a ninguna entidad financiera.
En 548 se le manifestó un incontenible cáncer de pecho que en pocos meses le arrebató la vida. Tenía poco más de 40 años y había logrado entrar en la galería de personajes más relevantes y decisivos de la Historia. Su cuerpo fue remitido a la Iglesia del Santo Apóstol, uno de los templos más espléndidos que ella y Justiniano habían mandado a construir.
Bellos mosaicos que rememoran la belleza de Teodora aún existen en Ravena, Italia. Justiniano quedó como cúcala desarbolada a la muerte de su consorte, y una secta de cristianos la considera una santa cuya fiesta se conmemora los 30 de diciembre. Para otros, entre ellos Procopio, Teodora fue una ramera oportunista que manipuló descaradamente a Justiniano. Sin embargo, la influencia de esta preciosa y audaz mujer sigue sintiéndose incluso hoy en día en las obras de feministas y filántropos que han sabido recoger su ejemplo.



 Justianiano y Teodora de Bizancio
Justiniano y Teodora



Imperio Bizantino
Expansión del Imperio Bizantino durante el reinado de Justiniano


FUENTE: MUJERES RIOT

miércoles, 22 de julio de 2015

DECRETO DE LA ASAMBLEA DEL AÑO XIII SUPRIMIENDO LA INQUISICIÓN

DECRETO DE LA ASAMBLEA DEL AÑO XIII SUPRIMIENDO LA INQUISICIÓN

En España, durante la época de la Revolución de Mayo, y por ende, en la América Española, regía la Inquisición, impuesta por la Reina Isabel de Castilla a fines del siglo XV. La Asamblea del año XIII decretó su eliminación, así como también había decretado la libertad de vientres. He aquí el texto de la norma:
Buenos Aires, 23 de Marzo de 1813.
Queda desde este día absolutamente extinguida la autoridad del tribunal de la inquisición en todos los pueblos del territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y por consiguiente se declara devuelta á los ordinarios eclesiásticos su primitiva facultad de velar sobre la pureza de la creencia, por los medios canónicos que únicamente puede conforme al espíritu de Jesu Cristo, guardando el órden y respetando el derecho de los ciudadanos.
Dr. Tomás Valle, 
Presidente.
Hipólito Vieytes, 
Secretario.

EL JUICIO DEL MONO

EL JUICIO DEL MONO


Un 21 de julio de 1925 concluyó en Tennessee, Estados Unidos, el llamado "Juicio del mono" que enfrentó a muchos ciudadanos de ese país y fue seguido por todo el mundo.

En marzo de 1925, la Legislatura de Tenesse dictó una ley por la cual las escuelas que recibían apoyo estatal debían enseñar a los alumnos que el origen del hombre era divino, de acuerdo con las enseñanzas de la Biblia y se prohibía exponer cualquier teoría que indicara que el origen de los seres humanos se relacionaba con "algún animal inferior".

La prohibición estaba referida a la teoría evolucionista, expuesta por
Charles Darwin en su libro "El origen de las especies", publicado en 1859.

John Scope, un profesor de Dayton, Tennessee, decidió probar la fuerza de la  ley y explicó en clase las ideas de Daarwin. Scope fue llevado ante los tribunales y se le inició un juicio que comenzó el 10 de julio y que el periodismo llamó "El Juicio del mono".

En su defensa trabajó el abogado Clarence Darrow, uno de los más
prestigiosos del país, y la acusación estuvo a cargo de Williams Jennings Bryan, quien habia sido candidato presidencial y era reconocido como un religioso fundamentalista.

Aunque el juez exigió que se dejara fuera del juicio la cuestión de la
validez de las teorías de Darwin, el tema no pudo evitarse y Bryan presentó una argumentación muy pobre en defensa de sus creencias.

La opinión de la gente se dividió en favor de ambos bandos, poniendo en evidencia los cambios culturales y sociales que experimentaba la nación.

Finalmente el profesor admitió sin sentimiento de culpa que había enseñado  las ideas prohibidas por la ley y fue sentenciado y multado con 100 dólares.

La sentencia fue apelada y la Corte Suprema del estado sostuvo que se había faltado a la ley, pero que la pena impuesta era excesiva: Scopers solo pagó un dólar.

La ley nunca fue aplicada y la derogaron en 1967.