jueves, 10 de diciembre de 2020

BLANCA LUZ BRUM

 

BLANCA LUZ BRUM

 


Blanca Luz Brum (1905-1985), escritora y militante uruguaya, es recordada sobre todo por su belleza y sus relaciones sentimentales con David Alfaro Siqueiros, Natalio Botana, Pablo Neruda y el mismo Juan Domingo Perón. Esa mujer bellísima, independiente, poetisa, periodista, conspiradora en todos los movimientos rebeldes que parieron la modernidad cultural y política del siglo padece el destierro de la gran historia.

Blanca Luz Brum nació en 1905 en Pan de Azúcar, Uruguay, y a los 17 años entró pupila en un colegio de monjas de Montevideo, del que salía para trabajar de mucama. Por entonces conoció al poeta peruano Juan Parra del Diego.  A Blanca Luz la raptó del convento, según la leyenda que rodea este romance y que ella no desmintió al publicar las cartas de amor de Parra. Este la llevó a las tertulias donde Blanca por primera vez tomó contacto con grupos intelectuales.

Los jóvenes se casaron y tuvieron un hijo, pero Juan murió a los pocos días de nacido el niño, por lo que Blanca se fue a vivir a Perú con la acomodada familia de su marido. Allí le tomó poco tiempo vincularse con la movida literaria y entrar en el círculo de José Carlos Mariátegui, escritor y fundador del Partido Comunista peruano. El le dio la oportunidad de publicar sus poemas y su primer libro, y Blanca adhirió con fervor al comunismo indigenista que Mariátegui promovía.


Mariátegui podía hablar de teatro experimental, los manifiestos surrealistas, el cubismo, la danza, la revolución en México, Rusia, China y Alemania. Ella estaba fascinada. Tenía diecisiete años y se convirtió en una ferviente revolucionaria. Fundó la revista Guerrilla y publicó el libro de poemas Levante, arte social y de combate.

Ser comunista y opositora al gobierno le valió primero la cárcel y luego ser deportada. Por ese tiempo, se casó por segunda vez con otro peruano con el que se instaló en Buenos Aires, desde donde cruzaba seguido a Montevideo.

De México llegaron la pareja Rivera-Kahlo, acompañados del también pintor, David Alfaro Siqueiros, quien despertaría inmediatamente el interés de la coqueta Blanca, por sus ánimos enardecidos y su fuerte convicción revolucionaria. Dicen que el encuentro tuvo grado de huracán y que casi sin mediar palabra, él le dijo “te vienes conmigo”. Blanca tomó a su hijo y se fue detrás del mexicano, con el que mantuvo un vínculo tan apasionado como violento. Parece que recién en el barco ella se enteró de que Siqueiros tenía esposa, aunque el artista luego se separó para casarse con Blanca.

La vida en México no resultó fácil para la pareja. Estuvieron presos durante dos meses, Blanca Luz con su niño de cuatro años. A poco de liberados, Siqueiros participó en los desórdenes que siguieron a la celebración del 1 de Mayo de 1930 y estuvo en prisión por seis meses. Salió bajo caución, obligado a vivir en Taxco, sin poder salir del recinto pueblerino. El gobierno perseguía a los revolucionarios pero además Siqueiros sufrió la expulsión del Partido Comunista Mexicano; se los acusó –sobre todo a Blanca Luz– de apoyar a Sandino, con quien el Partido no mantenía buenas relaciones. El revolucionario nicaragüense fue el único que les brindó ayuda cuando fueron perseguidos y se guarecieron durante quince días en las minas de arena de la meseta central.

Después de instalarse brevemente en Los Ángeles, donde el pintor realizó tres murales, volvieron al Río de la Plata en 1933

Natalio Botana, el dueño del diario Crítica, le pidió a Siqueiros que le pintase un gran mural en su quinta. La monumental obra que hizo el artista se llamó Ejercicio plástico y la musa inspiradora fue Blanca Luz, a quien su marido pintó desnuda. Blanca Luz se sentía y era el centro de la Creación. En el contrato no figuraba que el millonario se quedaría con la mujer del pintor.

Natalio Botana era uruguayo de nacimiento pero había desarrollado su carrera periodística en Buenos Aires, donde revolucionó la industria periodística creando un producto original –un pasquín, según sus detractores– en el que la página policial tenía más importancia que la política. Dio cabida a intelectuales de Florida como Jorge Luis Borges y miembros del grupo de Boedo como Roberto Mariani y Raúl González Tuñón. Llevando el tiraje de su diario a un nivel desconocido en el Plata –700.000 ejemplares– multiplicó sus ingresos.

Para cuando el mural estuvo terminado, ya estaba enamorado de Blanca, que otra vez dio un golpe de timón y se quedó en Buenos Aires. 

El romance con el periodista millonario fue breve pero le permitió gozar de las mieles del dinero y ponerle fin a su matrimonio con Siqueiros.

De los brazos de Botana, en 1935 Blanca pasó a los de Jorge Béeche Caldera, un empresario y diputado chileno, con quien se casó por cuarta vez y con el que tuvo una hija. En 1943 los dejó a ambos en Chile para ir detrás de una nueva pasión: el peronismo y su líder, Juan Domingo Perón. A través de gestiones realizadas por un amigo, Blanca Luz se entrevistó con Perón en octubre de 1943. Poco tiempo después se integró al equipo de prensa y propaganda de la poderosa Secretaría de Trabajo y Previsión, junto a Francisco Muñoz Azpiri, Eduardo Pacheco y Arístides Durante. En Buenos Aires,


Blanca Luz mantuvo un vínculo muy cercano con Perón y es posible que haya sido su amante, aunque no hay evidencias. Al escribir sobre esa etapa de su vida, se arrogó haber sido ideóloga del 17 de octubre de 1945 y creadora del eslogan Braden o Perón. Consideraba al peronismo como la etapa en que su vida había adquirido filiación política. Lo definía como "un movimiento social y popular indestructible, pienso que aún hoy [1962] Perón como el Cid sigue a grandes distancias ganando sus batallas". Admiraba a Eva Duarte: "una criatura maravillosa, incomprendida por los egoístas de siempre y amada por los que sufren". Olvidó seguramente que Evita le dio 48 horas para salir de Buenos Aires cuando se enteró de la amistad más que íntima entre ella y Perón.

Nuevamente en Chile, Blanca se casó con un empresario –matrimonio que tampoco prosperó– y en 1948 tuvo a su tercer hijo. Aunque se había transformado en una señora rubia y burguesa, afirmaba que continuó colaborando con Perón desde la distancia.

Su regreso a Chile no la desvinculó de la política argentina, tampoco la caída de Perón en 1955. El gobierno de Aramburu la sindicaba como agente en Chile, presunción en parte confirmada. Desterrada por Eva Perón, dicen que por celos, nunca fue olvidada por Perón. Ya derrocado, y desde su exilio en Panamá, le pidió que ayudara en 1957 a John W. Cooke, Héctor Cámpora, Patricio Kelly, Jorge Antonio y Pedro Gómiz, fugados hacia Chile desde el penal de Río Gallegos, donde los había recluido el golpe antiperonista de 1955. Terminó rescatando de la cárcel –hecho por el que ella deberá pagar con la prisión– a Kelly, ayudándolo a fugarse de la penitenciaría de Santiago vestido de mujer. Cuando Perón regresó a la Argentina en 1973, pidió que ella estuviera en la asunción de su tercera presidencia. Fue la última vez que se supo de ella en el país. La espectacular fuga de la cárcel de Río Gallegos y el asilo en Punta Arenas de John William Cooke, Héctor Cámpora, Jorge Antonio, Guillermo Kelly, José Espejo y Pedro Gómiz, "en la práctica, las cabezas políticas, gremiales y financieras del peronismo clandestino". La teatralidad de la fuga a bordo de dos automóviles amarillos hasta la frontera chilena.


En Chile al comienzo sus opciones se inclinaban a la llamada "tercera posición" y manifiesta hacer "justicia social sin Rusia" rescatando el ideal americanista bolivariano, luego terminaría viendo en todas partes "la amenaza roja". Poco a poco, viró a fanática anticomunista y ferviente católica, tanto que, en 1973, cuando se produjo el golpe de Estado de Pinochet, dio su explícito apoyo al dictador, que la condecoró.

En sus últimos años, se fue a vivir al fin del mundo, a la isla chilena Robinson Crusoe, donde se dedicó a pintar, a escribir y a pasear desnuda por el campo.

Murió en Chile el 7 de agosto de 1985. Escribió poesías, publicó cientos de artículos de prensa y ocho novelas, pintó cientos de pinturas, pero por nada de esto es que sería propiamente reconocida. Sus continuos cambios de opinión y ese infeliz episodio final velan el juicio de sus contemporáneos. Fue una aventurera, dicen; tuvo una vida fascinante, agregan. La escritura fue su refugio, desde allí quiso entender a una Blanca Luz que la sorprendía en cada recodo de la vida.

Entre tantos datos contradictorios, perdura el recuerdo de su perfección física.

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