martes, 29 de octubre de 2019

HISTORIA DE UNA MICRONACION: SEALAND


HISTORIA DE UNA MICRONACION: SEALAND 


HISTORIA DE UNA MICRONACION: SEALAND

En pleno Mar del Norte

Una plataforma del tamaño de una cancha de tenis sobre pilotes de cemento que se usó en la segunda guerra mundial, sirve de base para el principado de “Sealand”, un país de 27 personas, con su propia moneda, sellos postales y un príncipe…

En 1967, un antiguo operador de radios clandestinas llamado Roy Bates se instalaba con su familia en una antigua plataforma de la segunda guerra mundial que había quedado en desuso, autoproclamándose Roy I, príncipe de Sealand. La idea no era nueva, pero Bates tenía de su parte un profundo conocimiento de las leyes internacionales y previamente había tenido cierta experiencia en radios clandestinas que utilizaban las aguas fuera de la jurisdicción del Reino Unido para transmitir sin interferencias de ningún tipo.
La instalación era conocida como Rough Tower, y era una de las tantas que el gobierno de Gran Bretaña había utilizado en la segunda guerra mundial para frenar el avance alemán sobre las costas inglesas. Bates sabía que al estar sobre aguas internacionales tenía una chance de poder llevar a cabo su proyecto, así que embarcó a su esposa y a su hijo Michael en la base acuática, decretando una Constitución basada en el sistema legal inglés.
En 1968, un año después de creado el reino, un buque de la armada británica se acercó a Sealand para reparar una boya marítima. El pequeño Michael sacó la carabina del padre y comenzó a defender la soberanía del país. El buque se retiró y padre e hijo fueron llevados a juicio ante una corte británica por uso ilegítimo de arma, pero luego de arduos debates sobre derecho internacional, fueron proclamados inocentes ya que se reconoció que la plataforma se encontraba fuera de jurisdicción. Este es uno de los principales argumentos que utilizan los defensores de Sealand para ser declarados nación de facto. Sin embargo, que una corte no reconozca jurisdicción sobre aguas internacionales, dista mucho de admitir la existencia de un país.
El caso de Sealand ganó bastante notoriedad por esos años, reproduciéndose en varias revistas europeas que hacían fantasear con la idea de crearse el propio país, casi para regalárselo a la esposa y nombrarla princesa, tal cual hizo roy con la suya. Hubo algunas personas que se interesaron en el proyecto, y lograron adquirir sus pasaportes e ingresar a vivir en la plataforma.
El príncipe Bates, visionario, fue ocupándose de las cuestiones más marketineras del reinado; himno nacional, bandera, escudo, estampillas (que llegaron a usarse en intercambio con Bélgica), moneda propia y pasaportes.
En 1978, en un hecho confuso, un grupo de alemanes y holandeses, toman por asalto el país mientras el príncipe Roy Bates se encontraba en Inglaterra buscando empresas dipuestas a invertir en un país libre de impuestos y preguntas. El grupo, presuntamente secuestra al príncipe Michael, hijo de Roy, pero éste logra comunicarse con su padre para advertirle de la situación. El caso es que Roy, con un grupo armado de gente, toma “por asalto” la isla, sin ninguna baja, y logra el control de la isla. El hecho llega a la prensa alemana y holandesa, y ambos gobiernos encaran gestiones para que los prisioneros sean liberados, los cuales, según la convención de Ginebra al terminar una guerra deben ser puestos en libertad. Salen todos, excepto un alemán, que al tener ciudadanía de Sealand es acusado de traición a la patria, quedando en confinamiento. Alemania reclamó ante el Reino Unido, el cual en base al fallo de 1968 informa que no se encuentra en su jurisdicción. Fue necesario el envío de un diplomático a Sealand que realizó las gestiones pertinentes para que el prisionero fuera liberado. Este fue otro de los argumentos que supo utilizar el príncipe Roy para que su país sea reconocido.
Según contó Bates al diario “The Independent”, durante la guerra de Malvinas un grupo de argentinos le acercó una oferta para comprar Sealand a fin de desarrollar actividades anti-británicas. “Los mandé de regreso – dijo – nunca haría nada que pudiera ser una amenaza para el Reino Unido”
En 1987, Gran Bretaña extendía sus límites marítimos a 12 millas, aplicando la convención 82 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para límites marítimos, por lo que el principado queda dentro de sus límites jurisdiccionales. Bates, proclama la adhesión al mismo tratado (a pesar de no ser miembro de la ONU), y también extiende el territorio marítimo a 12 millas, por lo que ambos límites se superponen. Técnicamente el límite queda prefijado en la mitad y según las leyes internacionales, un país no puede anexar a otro al extender sus límites.
Claro que el Reino Unido, por medio de voceros, desconoce la existencia de Sealand como país, e informa que es propiedad militar de la corona. Sin embargo, se muestra reticente en los hechos a volverse a involucrar en disputas legales; lo demuestra en 1990 cuando Michael, hijo de Bates, dispara nuevamente contra una embarcación, y el caso fue directamente desechado en las cortes británicas.
Durante los años 90’ el príncipe Roy envejecía en la plataforma mientras en Europa Continental, supuestos “embajadores” de Sealand hacían circular pasaportes, licencias de conducir, títulos de la “Universidad de Sealand”, matrículas diplomáticas y títulos honoríficos. Fue así como mágicamente, la población de Sealand pasó de unas decenas de personas a 150.000 súbditos acorde a la cantidad de pasaportes que se vendieron. Según la historia “oficial” de Sealand, había gente que se hacía pasar por ellos, y daban como pista a seguir al antiguo alemán que trató de hacer la revolución. Lo cierto es que la desmentida llegó luego del desbaratamiento de las redes de venta de pasaportes y el descubrimiento de un negocio de adulteración de naftas por varios millones de dólares en España.
Se vendió inmunidad diplomática de Sealand desde Hong Kong hasta Rumania.
Así como antaño se utilizaban las aguas internacionales para montar radios clandestinas, hoy la nueva radio es internet y goza de los mismos beneficios; no hay control, no hay censuras, no hay impuestos. El cambio radical surgió de la mano de Havenco, una compañía que pagó 250.000 dólares en 1999 para alquilar algunas instalaciones de Sealand durante el primer año de vida. Ese mismo año el príncipe Roy dejaba el cargo ejecutivo para nombrar regente a su hijo Michael por cuestiones tecnológicas y de salud. Havenco instaló su datacenter en Sealand, promocionando la supuesta evasión de cualquier tipo de control de cualquier gobierno; por lo cual sus usuarios no estarían expuestos a ninguna ley, un verdadero paraíso en el cual se permite todo excepto pedofilia.

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