sábado, 17 de octubre de 2015

TESTIMONIO DE ARTURO JAURETCHE DEL 17 DE OCTUBRE

TESTIMONIO DE ARTURO JAURETCHE DEL 17 DE OCTUBRE


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Empezó entonces esa marcha increíble, gente que vino desde La Plata, columnas que venían a pie, desde todos los ángulos… Pedro Arnaldi, hombre de FORJA, que se movía treinta votos en Gerli, a la mañana del 17 de octubre pasó el puente Pueyrredón con su bandera al frente de diez mil almas… Y en todas las provincias se producía el mismo fenómeno.
Aquello era el enfrentamiento entre la Argentina conocida y la Argentina desconocida. Era como si aquellos estratos considerados definitivamente inferiores por los viejos sectores conocidos del país, hubieran tocado de pronto el primer plano de la escena… El 17 de octubre fue un "Fuenteovejuna": nadie y todos lo hicieron. Lo hizo Evita que se movió interesadamente, lo hizo mercante también, lo hizo Cipriano Reyes que actuó con mucha eficacia, lo hizo Colom, lo hicieron los cañeros de Tucumán que estaban en huelga desde el día antes… Se llenó la Plaza de Mayo, se lleno sobre una corriente que duró todo el día y Buenos Aires se convirtió en una especie de fiesta, de columnas que desfilaban con banderas que recorrían la ciudad sin romper una luz, ni una vidriera y cuyo pecado más grande fue lavarse las patas en las fuentes de Plaza de Mayo porque habían caminado 15, 20, o hasta 30 kilómetros o más en algunos de ellos.
El General Velazco tuvo fundamental importancia. El le indicó al Coronel Mujica, que acababa de ser relevado como Jefe del 3ro de Infantería con asiento en Arsenal, en la calle Brasil, que fuera y tomase el regimiento cosa que hizo y esto explica que los piquetes del 3ro Infantería que cuidaban los puentes y los tenían levantados, los bajaran permitiendo el paso sobre el Riachuelo. A su vez, Velazco se fue a la Policía y la tomó de hecho. Se instaló en el hall y la policía le obedecía a él y el Jefe de Policía, que creo que era Mittelbach, estaba en su despacho creyendo que dirigía a la policía cuando desde el hall, Velazco le interceptaba todas las comunicaciones y manejaba todo. Esto permitió que hasta los agentes de policía, que por otra parte, tenían su corazoncito, se plegaran al movimiento y marcharan muchos de ellos, delante de las columnas revoleando los cascos. La oficialidad estaba en posición nacional y no quería ser más instrumento de la trampa. Perón se había hecho caudillo del Ejército, de un gran sector del ejército, para el cual representaba el orden y la revolución al mismo tiempo. Porque el proceso de formación peronista es muy curioso: es una revolución popular y al mismo tiempo, oficialista. La revolución que sale al encuentro del pueblo y el pueblo que va al encuentro de la revolución. Era el fin de una época y el principio de otra y eso es lo que no han comprendido los antiperonistas.
El país nuevo ya no cabía en el esquema simple de la economía agroimportadora… La nueva realidad no cabe ni en el sindicalismo, ni los partidos políticos preexistentes, sobre todo desde la desnaturalización del Yrigoyenismo, a través del Alvearismo, ha hecho de ese partido uno más de los viejos partidos de la estructura colonialista.
La Argentina se estaba poniendo los pantalones largos y los viejos sectores dominantes se empeñaban en mantener al "nene" con los pantalones cortos…El 17 de octubre, más que representar la victoria de una clase, es la presencia del nuevo país con su vanguardia más combatiente y que más pronto tomó contacto con la realidad propia, por carencia de los factores limitativos de la comprensión histórica que opera desde la superestructura cultural del coloniaje. El episodio de la ocupación de Buenos Aires por las multitudes de la cintura porteña es la consecuencia de que lo viejo que no comprendía al país nuevo, tampoco se dio cuenta de que ya no podía representar la dirección del país mientras discutía sus rivalidades, el nuevo actor tomó posesión del escenario. Lo demás es anecdótico. Todo lo hizo la multitud anónima, sin plan ni organización. Podría decir que Eduardo Colom en la Plaza de Mayo y en la Casa de Gobierno fue el que movió el pulso de la hora. Que el General Velazco, apoderado de hecho de la Jefatura de Policía y el Coronel Mujica, el 3 de Infantería, fueron piezas maestras en los episodios. Pero el hecho fundamental fue la multitud que ya no se irá de la historia, por más que se empeñen en ponerle los pantalones cortos al país nuevo.
Era el fin de una época y el comienzo de otra. Eso fue lo que no comprendieron los antiperonistas. Se podían tener desacuerdos en cuestiones tácticas o estratégicas y hasta en cuestiones programáticas, pero a partir de ahí había que hacer borrón y cuenta nueva y empezar otra historia. Porque el país ya era otro país y no quisieron entenderlo.


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