"LAMBERTINE" THÉROIGNE DE MÉRICOURT
Théroigne
nació como Anne Josèphe Terwagne en el principado de Lieja el 13
de agosto de 1762 en Harcourt, en las Ardenas, cerca
de La Roche, durante la época de la dominación austríaca. Perteneciente a una
familia acomodada, tenía dos hermanos y su madre muere cuando tenía cinco años.
Vive con una tía unos años quien la lleva a un convento para que reciba clases
de costura, pero al resultarle la estancia tan costosa la mantiene en la casa y
la trata como su sirvienta, por lo que la muchacha se escapa y retorna a su
casa.
Al
llegar, ya el padre se había casado nuevamente, y las condiciones financiera da
la familia era cada vez más complicada y por mantener malas relaciones con su
madrastra vuelve a marcharse con sus dos hermanos del primer matrimonio a casa
de la abuela. Estuvo trabajando un tiempo en varios oficios (lechera, sirvienta
y maestra de niños en la ciudad de Lieja).
Esbelta
y bonita, "casi tan inteligente como un hombre”, se convierte en una
cortesana al servicio de Madame Colbert en 1778. Inició entonces una
vida como cortesana que la llevaron a Inglaterra e Italia,
siempre como amante de algún caballero, hasta que en mayo de 1789 se
instaló en Versalles.
Adquiere
durante esa época con rapidez conocimientos de música y literatura, trasformándose
en una mujer muy ilustrada para su época.
El
inicio de la Revolución se encontraba en París y se incorpora a
la Revolución francesa en sus primeras etapas y Théroigne adopta
el nombre de LAMBERTINE por el cual será conocida.
Su
vehemente defensa del derecho de la mujer a participar en la lucha y formar
parte del ejército la hicieron famosa. Seguía los debates de la
Asamblea Nacional en Versalles y mantenía informados a los seguidores de la
Revolución desde el salón que creó en la calle Boulay para los encuentros
de los revolucionarios como Camille Desmoulins, Pétion de Villaneuve,
Jacques Pierre Brissot, Dantos, Mirabeau y otros y su salón se convierte en un
"club revolucionario".
En
medio de una reunión de jacobinos instó a muchas mujeres a entregar sus joyas
del mismo modo en que lo hacía ella para ayudar financieramente al ejército
insurrecto. Fundó junto a Gilbert Romme, la agrupación patriótica
radical Sociedad Amigos de la Ley (Les Amis de la Loi), de la que era
archivista, la sociedad se une al final con el club de los Cordeliers,
entabló estrechas relaciones con Camille Desmoulins, Pétion y Sieyès y desde
ese momento fue blanco de furiosas diatribas por parte de los monárquicos que
tratando de desacreditar su imagen la convirtieron en un ser libertino,
salvaje, sediento de sangre. Participó activamente en los Estados
Generales.
Hábil
con la pistola y el sable, Théroigne, fue parte de la vanguardia de
la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, donde
se presentó empuñando una espada - arma que manejaba con destreza al
igual que la pistola - al frente de un grupo de mujeres y estuvo en
todos los combates. Alfonso de Lamartine la describió en su Historia
de los Girondinos:
“…una
mujer joven y hermosa, vestida de hombre, que con un sable en la mano y un
fusil a la espalda iba sentada (hacia el cuartel de las Tullerías) sobre un
cañón que arrastraban los jornaleros, con los brazos desnudos”
Théroigne
crea, asimismo, el Club de los amigos de la ley que se fusiona con el
célebre club de los Cordeliers.
En 1790,
endeudada, acusada de haber tomado parte en los acontecimientos
del 5 y 6 de octubre cuando las masas de sans culottes irrumpen
violentamente en Versalles, vuelve a su país natal y se instala
en Lieja donde será arrestada por las autoridades austriacas en la
noche del 15 al 16 de octubre de 1790. Internada
en Kufstein, en el Tirol, es acusada de participar en un intento de
asesinato contra la reina Maria Antonieta (hija del emperador Leopoldo II
de Austria) pero tras gestiones dirigidas por ella misma ante el emperador,
logra su libertad y consigue volver a París a últimos del año 1791.
El 26
de enero de 1792, Théroigne es recibida con todos los honores por
los jacobinos y se pone a las órdenes de Jacques Pierre
Brissot declarándose ferviente republicana. Hace entrega de sus joyas al
club de los Cordeliers, que pasaba por dificultades económicas, e impulsa a
todas las mujeres a apoyar a los ejércitos revolucionarios.
“¡Ciudadanas!,
¿por qué no competimos con los hombres? […] ¡Armémonos!, mostremos a los
hombres que no somos menos en el coraje o la virtud […] elevémonos al nivel de
nuestros destinos y rompamos nuestras cadenas; es hora de que las mujeres
abandonen el vergonzoso estado de nulidad e ignorancia al que las condenaron
por tanto tiempo la arrogancia y la injusticia de los hombres. Retornemos a los
tiempos en que las mujeres de Galia discutían con los hombres en las asambleas
públicas, y luchaban lado a lado con sus maridos contra los enemigos de la
libertad.
Nuestra conducta
en Versalles el 5 y el 6 de octubre y en numerosas ocasiones decisivas e
importantes después demuestran que no nos son ajenos los sentimientos nobles y
magnánimos […] ¿por qué no podemos competir con los hombres? ¿Sólo ellos
merecen la gloria? […] también deseamos obtener una corona cívica y reclamar el
derecho de morir por la libertad, una libertad aun más cara para nosotros, pues
nuestros sufrimientos bajo el despotismo han sido más hondos.”
Es
proclamada La primera amazona de la Libertad, y defiende, ardorosamente,
los derechos de las mujeres al igual que otras "feministas" del
momento como Olympe de Gouges o Madame Roland, pero a diferencia
de ellas Theróigne apoya también la extrema violencia de los jacobinos.
Manteniendo
la idea de defender los derechos de la mujer presentó una solicitud a la
Asamblea:
Señores:
Esperamos que,
animados por este espíritu de justicia, nos otorguéis:
1ro: Un permiso
para que nos sea posible poseer lanzas, pistolas y sables, y hasta fusiles para
las que tuvieran la fuerza para usarlos, para lo cual nos someteremos a los
reglamentos de la policía.
2do: Otro para
reunirnos los días de fiesta y los domingos en el Campo de la Federación u
otros sitios adecuados, con el fin de ejercitarnos en el manejo de dichas
armas.
No
obstante, a fines de 1792 Théroigne empieza a perder popularidad
debido a su creciente rechazo hacia las matanzas alentadas por los jacobinos
radicales como Robespierre o Hébert.
En
mayo de 1793, en el jardín de las Tullerías, Théroigne es acusada de
apoyar a Brissot, devenido líder de los girondinos, luego es apaleada y
despojada de sus vestiduras por un grupo de airadas mujeres del
partido jacobino, que la azotan semidesnuda en las calles durante horas,
tal violencia sólo se detuvo tras una orden del líder jacobino Jean Paul
Marat.
Este
acto humillante y su opinión de una revolución fracasada precipitan a
Théroigne paulatinamente hacia la demencia: empieza a rechazar las vestimentas
y a recluirse desnuda en su casa, arrojando sobre su cuerpo baldes de agua
helada, poco después es internada en un manicomio.
Aunque
despreciada por los más extremistas, su locura la salva de la
guillotina pero la condena al ostracismo y pone abrupto fin a su
participación en la vida social y política, al punto que Théroigne ya no es
testigo del fin de la Revolución con la Reacción termidoriana y el
encumbramiento del Directorio.
Un
año más tarde de haber sufrido la golpisa por parte de las jacobinas, su
hermano pide su tutela para manejar sus intereses financieros declarándola
demente, se reconoce oficialmente loca y a principios
de 1795 contando con 32 años, fue internada por su hermano en la casa
del Faubourg Saint-Marceau Folles, en 1797 fue trasladada al Hospicio
del Gran Hotel-Dieu y el 9 de diciembre de 1799, en la Casa de
Locos de la Salpêtrière, fundado porPhilippe Pinel, donde quedó internada
cerca de diez años hasta su muerte.
Su
existencia inspiró a Charles Baudelaire quien le dedicó unas líneas
en su obra poética Las flores del mal con los versos son los
siguientes: “¿Habéis visto a Théroigne, amante de las matanzas, / excitando al
asalto a un pueblo sin calzado, / con las mejillas y los ojos de fuego,
representando a su personaje, / y subiendo, con el sable en la mano, las
escaleras reales?”
Hasta
sus últimos días conservó restos de hermosura, notándose particularmente la
perfección de sus pies y manos.
Murió
el 9 de junio de 1817 en el Hospital de la Salpétriére de
París, tras veinticuatro años de ostracismo y sin haber recuperado la razón.
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