EL
OASIS DE ANTOINE DE SAINT EXUPERY
El
12 de octubre de 1929 llega a nuestro país Antoine de Saint-Exupéry. Lo esperan
en el puerto de Buenos Aires Jean Mermoz, Henri Guillaumet y Marcel Reine,
pilotos franceses integrantes de la Aeroposta Argentina, filial de la Compagnie
Générale Aéropostale de Francia, empresa dedicada al transporte
de correo aéreo. Saint-Exupéry ocupará el puesto de Director de Explotación de
la empresa argentina.
De
común acuerdo con las autoridades de la Aeroposta, Saint-Exupéry, establece los
vuelos en temporada veraniega a Mar del Plata, crea otra escala en
Uruguayana, Brasil, en la línea a Asunción e inaugura los servicios de
transporte de pasajeros y correspondencia a Uruguay y Brasil.
Y
aquí comienza verdaderamente esta breve anécdota-historia, que nos da pie para
mostrar uno de los lugares más bellos de Entre Ríos. Ver
http://rudyargentina.blogspot.com/2016/10/castillo-san-carlos-parque-san-carlos.html
El
oasis era, para Saint-Exupéry, una vieja mansión ubicada en una de las zonas
más hermosas de Entre Ríos: Salto Chico, a orillas del Río Uruguay, sobre una
altísima barranca desde donde se ve el Uruguay a través de las ventanas, cuando
el río está bajo, permite el cruce casi a pie hasta el otro lado.
Fue
construida en 1888 por el Sr. Eduardo de Machy (llamado Conde por la gente del
lugar debido a sus ostentaciones) quién puso una fábrica de hielo y otra de
extracto de carne, además de un saladero y desapareciera misteriosamente con
toda su familia, de forma inexplicable. Cuarenta años mas tarde fue ocupado por
la familia Fuchs Vallon.
En
esa enorme casa que la gente del lugar idealiza llamándola "el castillo de
San Carlos", vivía esta familia francesa que por esas cosas de la vida
llevaba en ese lugar una apacible vida. Vida de franceses, aquí o allá, siempre
va de la mano de una exquisita formación cultural y buen gusto, mezclado aquí
con lo salvaje del lugar, en las afueras de Concordia, puro monte y aire fresco
y playa y río y animales.
Las
dos hijas del matrimonio Fuchs-Vallon fueron quienes descubrieron al francés
volador una vez que su avión se averió y tuvo que aterrizar de emergencia en
las suaves colinas aledañas al castillo. Y ellas, Edda y Suzanne (es un deleite leer en “Oasis” la
descripción de estas niñas, ver documento relacionado), más la vinculación
de su padre con la aviación, más la personalidad avasallante, erudición y amor
por el piano de la señora de la casa lo hechizaron de modo tal que Antoine se
hizo buen amigo de la familia. Y ese lugar, su gente, su geografía, su modo de
vida singular constituyeron para el francés el oasis, el refugio para su
corazón solitario tan lejos de la amada patria y su gente. Muchas veces volvió
a visitarlos y luego, ya de vuelta en Europa, escribió ese cuento simple,
nostálgico, ejemplar, que retrata de modo protagónico a las niñas que le
parecían tan dignas como su Principito y que, como él, conocían el modo de
llegar al corazón de los animales y los hombres.
Se
cuenta que el las llamaba las “princesitas”.
Una
anécdota en una vida. Una inspiración que sirve para otra inspiración que se
hace carne en la memoria de la humanidad. Y parte de eso sucedió en estas
tierras entrerrianas.
En
enero de 1931 vuelve a Francia donde contrae matrimonio con Consuelo Suncin de
Sandoval, a quien conociera en Buenos Aires. Una
vivienda palaciega...
El Palacio hechizaba a los lugareños por la belleza de la construcción, sumado a la finísima decoración de su interior. El Castillo de San Carlos data de 1888, fecha que puede leerse en el portón de acceso al patio interior.
Pero todavía para los investigadores continúa siendo un misterio las causas que pusieron punto final a esta historia, cuando misteriosamente los dueños del lugar partieron desde su puerto para no volver.
El Palacio hechizaba a los lugareños por la belleza de la construcción, sumado a la finísima decoración de su interior. El Castillo de San Carlos data de 1888, fecha que puede leerse en el portón de acceso al patio interior.
Pero todavía para los investigadores continúa siendo un misterio las causas que pusieron punto final a esta historia, cuando misteriosamente los dueños del lugar partieron desde su puerto para no volver.
Quien realice una
visita al Parque Rivadavia, donde se encuentra el castillo, podrá disfrutar de
la escultura “El Principito y su Asteroide”, obra realizada por la artista
paranaense Amanda Mayor con el auspicio de los alumnos de la escuela República
de Entre Ríos de la ciudad de Paraná.
Apostillas:
Cabe destacar
que durante el mes de Mayo de 2000, concurrió a Concordia Richard Bach (escrito
norteamericano que cuenta entre sus obras a Juan Salvador Gaviota) acompañado
por el entonces Presidente de la Nación Dr. Fernando De La Rúa.
Este
famoso escritor que llegó a Buenos Aires invitado por la Feria del Libro no
quiso dejar pasar la oportunidad de ver con sus propios ojos la tierra de la
que se enamoró Saint-Exupery.
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