FRINÉ LA HETAIRA MÁS FAMOSA DE LA ANTIGUA GRECIA
Friné era una hermosísima mujer...
Friné es la hetaira más famosa de la antigua Grecia.
Una hetaira es un mujer de compañía, de vida libre se decía, pero diferente del concepto de prostitutas (llamadas "pailakas").
Las hetairas sabían cantar, bailar y tenían una refinada educación que las permitía entablar cualquier tipo de conversación, eran "las amigas del alma", si bien, acompañaban todo eso con un gran atractivo personal.
Gracias a ellas había mujeres en la vida pública griega, ya que las esposas oficiales tenían que estar recluidas en las casas, sin posibilidad siquiera de ir al teatro.
Friné nació en el año 328 antes de Cristo, en Thespies, siendo vendedora ambulante y pastora. Sin embargo, su gran belleza no pasó desapercibida y un admirador la llevó a Atenas para que estudiara en la escuela para hetairas.
Allí alcanzó gran fama por su belleza e inteligencia, siendo elegida por el escultor Praxiteles como modelo de sus esculturas femeninas. Fue amante del escultor griego Praxíteles quien la utilizó como modelo para todas las voluptuosas estatuas de Afrodita, la diosa del amor.
Su inteligencia y belleza estaban igualados a su sed de riqueza, se dice que su fortuna era tan grande que cuando Alejandro Magno destruyó Tebas, ella se ofreció para reconstruirla con su dinero siempre y cuando pusieran su nombre a la entrada de la ciudad, ¿estaremos ante uno de los primeros ejemplos de patrocinador de la historia?.
Por todos estos hechos Friné ya ocupa un lugar en la historia, sin embargo hay un hecho más que debemos narrar, y es su famoso juicio, en el cual mostró el mejor argumento posible en su defensa.
Hay que recordar que entre los griegos la mujer –a excepción de las hetairas–, no gozaba de prestigio y era considerada casi un mal necesario para asegurar la continuidad de la familia. Comparar a una mujer con una diosa no era bien visto. Y fue ese el motivo por el cual se la acusó de impiedad, que no era poca cosa, ya que a juicio de los griegos y de acuerdo con sus creencias, era uno de los delitos más graves que se podían cometer. Se la acusó de realizar actos contra los dioses al realizar ceremonia privadas en su casa simulando ser sacerdotisa de afrodita, diosa del amor. De modo que Friné fue detenida y llevada a juicio. Por pedido del escultor, que se temía lo peor, fue Hispárides –uno de los más famosos oradores de Grecia–, quien debía defenderla ante el tribunal. Pero toda la retórica del prestigioso orador no logró convencer a los jueces ni influir en su ánimo. Friné estaba casi condenada cuando su defensor, como último recurso, hizo que la joven se desnudara ante los jueces, para demostrar que su belleza era tal que era digna de ser comparada con la de la diosa.
Cuando la joven se quitó el manto, en el recinto se hizo un silencio. Era tal la belleza de Friné, que después de una prueba tan contundente, los miembros del tribunal apenas si deliberaron. Friné, absuelta por unanimidad, recuperó su libertad y volvió junto a su amante para seguir inspirando al escultor en su trabajo.
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