lunes, 17 de mayo de 2010

La Revolución de Mayo fue una Revolución popular.-

La Revolución de Mayo fue una Revolución popular.-




Conozcamos la historia, la verdadera historia.



Los verdaderos héroes de la misma fueron Belgrano, Castelli, Arzac, Vieytes, French, Berutti, Nicolas Rodríguez Peña, y la Legion Infernal, con sus chisperos y manolos, y no quién nos vendió la historia oficial. Por eso se encargaron de enterrar en la semi oscuridad a casi todos de ellos, salvo a la gran figura de Manuel Belgrano.



Eran la JP de mayo, y los comió la revolución.



Cuando el 14 de mayo de 1810 llega a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe trayendo periódicos que confirman los rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires: cayó en manos de los franceses de Napoleón, la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español.

También trajo la noticia de que America había dejado de ser una colonia española para pasar a ser una provincia de ultramar, y llamaba a realizar Juntas, destituyendo Virreyes.

Toman conocimiento de que la Junta de Sevilla había resuelto saber a las tierras de América que no son colonias sino provincias con igualdad de derechos. Y convoca a los pueblos americanos a que se organicen en Juntas (28 de febrero de 1810).



Fue la chispa que necesitaba la revolución para estallar.



La noche del 18 los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación de en que quedaba el virreinato después de los hechos de España y nombrar nuevas autoridades. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros y pidan la convocatoria a cabildo abierto.



El Sábado 19 y sin dormir, por la mañana Manuel Belgrano le pidió al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva. El domingo 20 el por la noche, Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de cabildo abierto. El virrey trató a los jóvenes de insolentes y atrevidos y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó "Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran" y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo.



Pero la juventud no tenía paciencia.



Conf. Galasso: “El 21 de mayo, cuando el Cabildo está reunido en sesión ordinaria, la presión popular se acentúa: "apenas comenzada la sesión, un grupo compacto y organizado de seiscientas personas, en su mayoría jóvenes que se habían concentrado desde muy temprano en el sector de la Plaza lindero al Cabildo, acaudillados y dirigidos por French y Berutti, comienzan a proferir incendios contra el virrey y reclaman la inmediata reunión de un Cabildo Abierto. Van todos bien armados de puñales y pistolas, porque es gente decidida y dispuesta a todo riesgo. Actúan bajo el lema de Legión Infernal que se propala a los cuatro vientos y no hay quien se atreva con ellos".



Continuando con este autor: “No hay pues medulosos cambios de ideas, ni buenos modales, ni patricios respetables polemizando únicamente, con sesudos abogados, sino un grupo de privilegiados dispuestos frenéticamente a resguardar con uñas y dientes sus fortunas y su posición social, frente a otro grupo, intrépido y fogoso, animado por el espíritu de la revolución.



Castelli afirmaba: "Aquí no hay conquistados ni conquistadores, aquí no hay sino españoles los españoles de España han perdido su tierra. Los españoles de América tratan de salvar la suya. Los de España que se entiendan allá como puedan... Propongo que se vote: que se subrogue otra autoridad a la del virrey que dependerá de la metrópoli si ésta se salva de los franceses, que será independiente si España queda subyugada".



El 22 de mayo se vota. Permite el alcalde votar solo a 69 partidarios casi todos ellos del Virrey. Y se vota una Junta adicta con “El Sordo” a la cabeza.



La juventud revolucionaria no está dispuesta a permitir. Tampoco deciden que hacer deliberando en la casa de Nicolás Rodríguez Peña. Cuanta Tomas Guido “en estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: "Juro a la patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas."..



Cisneros renuncia. Pero como siempre pasa, los absolutistas reaccionan, y convocan a nuevo cabildo para el 25 de mayo.



Los cabildantes se reunen, pero los jóvenes revolucionarios no van a aceptar nuevos fraudes a su voluntad.



Antonio Luis Beruti irrumpió en la sala capitular seguido de algunos infernales y dijo "Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces, Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada."

No Juventud de la Legión Infernal no les dejó margen para otra cosa.



Así se anunció finalmente que se había formado una nueva junta de gobierno .El presidente:Cornelio Saavedra; los doctores Mariano Moreno y Juan José Paso, sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu.



Y allí comenzó nuestra historia Grande, nacida en una revolución popular.

jueves, 13 de mayo de 2010

Interesante carta de Perón a sus padres en Noviembre de 1918, recien terminada la segunda guerra mundial

Interesante carta de Perón a sus padres en Noviembre de 1918, recien terminada la segunda guerra mundial


Mis queridos padres: Hoy he recibido carta y me alegra mucho que estén buenos y contentos con el triunfo de las ideas aliadas; pero debo hacer presente que no está bien eso de la lista negra, por cuanto es un atropello a la libertad de comercio y yo la criti¬co desde el punto de vista puramente neutral y argentino. Por la única que sentí siempre ser germanófilo fue porque Fran¬cia ha dado ejemplos de guerrera, pero también ha pecado gran¬demente de ingenua y se ha dejado arrastrar a la ruina casi, por oír los necios consejos de conquista comercial de la Pérfida Albión. No olvides papá, que este espíritu de patriotismo que vos mismo supiste inculcarme brama hoy un odio tremendo a Inglaterra, que se rebeló en 1806 y 1807 y con las tristemente argentinas Islas Malvinas, donde hasta hoy hay gobierno inglés; por eso fui contrario siempre a lo que fuera británico, y después del Brasil a na¬die ni a nada tengo tanta repulsión. Francia e Inglaterra siempre conspiraron contra nuestro comer¬cio y nuestro adelanto... Rosas con ser tirano, fue el más grande argentino de esos años y el mejor diplomático de su época... Ro¬sas antes que todo fue patriota. Imaginas que habiendo seguido de cerca la historia nuestra y la inglesa pudiera tener simpatías por la Entente; al contrario; en Francia es disculpable porque en realidad siempre se dejó arras¬trar por Inglaterra, tuvo esa mala debilidad. Y todavía ahora hay quien cree que en esta guerra se luchó por la justicia y la igualdad y al cabo de esta quimera los ingleses imponen al mundo su su¬premacía naval y tiranizan los mares; 50.000 veces peor que el militarismo y 100.000 más sectario que el kaiserismo imperial, porque obstaculizan al comercio universal; pero nos da un ali¬ciente: Norte-America, que será la terrible enemiga de la Pérfida Albíón, a pesar de que hoy se tiran con confites. Tiene que venir porque las dos son crápulas y harán un conflicto por rivalidades de oficio.



Fuente Jorge Crespo, El Coronel. Un documento sobre la vida de Juan Perón 1895-1944,

Buenos Aires, Ayer y Hoy Ediciones, 1988.

viernes, 7 de mayo de 2010

EVA PERÓN Y EL DOLOR DE LOS POBRES

El padre Hernán Benítez, fue el confesor de Eva Perón y una de las personas que estuvo más cerca de ella y, también, quizás uno de sus mayores admiradores, reconociendo sus virtudes sin dejar de mencionar sus defectos. En el libro "Yo fui el confesor de Eva Perón", el Padre Hernán Benítez dedica dos capítulos exclusivamente a hablar sobre Eva Perón. Presentamos aquí el primero de esos capítulos, el capítulo IX titulado:


EVA PERÓN Y EL DOLOR DE LOS POBRES

- Padre, ha llegado su sábado más glorioso: Hábleme de Eva Perón.

- Existen tres Evas. La primera. según propia confesión, ‘mala actriz’de teatro y peor de cine, en cambio, se defendía bastante bien por radio. La segunda. La política. que acompañaba a Perón y cuyos no tenían mucho contenido, a decir verdad Pero la tercera era la que tenía pasión social tremenda. ¡Formidable! ¡Qué mujer! Estaba entregada totalmente a los desposeídos, abrazaba a los leprosos, cancerosos, tuberculosos... Yo estaba al lado de ella. yo, pastor de Cristo, me tiraba atrás. Pero ella no vacilaba. se entregaba y lo hacía de igual a igual, como hermana, no como las señoras de la Sociedad de Beneficencia. de los viejos tiempos... A la noche regresaba. tarde, a la madrugada. llena de piojos y liendres. ¡Tremendo! Su adhesión a los pobres era bárbara..

Mire, hijo, que quiere que le diga, nunca vi algo igual... Y recuerdo que un obispo me dijo una vez: - ¿No me explico como usted puede defender a una puta? Perdí los estribos. Le contesté que no dijera barbaridades, que ella era castísima y que yo lo sabía en mi carácter de confesor de Eva. Y ya desbordado le agregué: -Además, ¡ella no se preocupa de decir si usted es puto o no!

“Eva Perón le ganó a Dios el corazón, no tanto con edificar policlínicos monumentales, ni escuelas, ni hogares de tránsito, ni ciudades infantiles, ni barrios obreros, cuanto con darle su corazón al pobre. Yo la vi derrochar amor a los necesitados, el amor que redime a la limosna de la carga de injusticia que lleva implícita... Si sus aciertos fueron más o menos que sus errores, ¡que juzgue Dios! Pero es evidente que no por sus errores, sino por su aciertos la amó el pueblo apasionadamente como, por esos mismos aciertos y no por sus errores, la odió el antipueblo. Ela no comprendía pudiera apellidarse cristiana una civilización que cada año condena a morir de hambre a ochenta millones de personas, en la que los dos tercios padecen desnutrición y el 15 por ciento posee y goza de más bienes que el 85 por ciento restante. Incomprensible estado de injusticia social luego de dos mil años de predicación del Evangelio.

. ...Los Derechos Humanos no eran para Eva Perón un rosario de bonitos apotegmas ni de quiméricos ensueños. La defensa de esos derechos, cuando va de veras, importa un compromiso existencial. Importa una toma deposición. Importa una lucha cotidiana por un orden más justo. Ella no comprendía pudieran defender de verdad los Derechos Humanos quienes usufructúan gozosos los privilegios de la sociedad individualista liberal.

La defensa de los Derechos Humanos, desde la vida fastuosa, la mesa regalada. la mansión suntuosa, le parecía insulto cruel al pobre, a Cristo, al Evangelio. Su indisimulada enemistad respec¬to a las castas privilegiadas: oligarcas, jerarcas militares, altos prelados eclesiásticos, le nacía de no poder conciliar en su cabeza y menos en su corazón que quienes con las palabras defienden la igua1dad y fraternidad entre los hombres, las nieguen flagrantemente con sus vidas. Este compromiso dual, bifronte, de mascarada, la sacaba de quicio provocándole soflamas cargadas de virulencia”

Escuche bien, hijo. Esto se lo conté a Abel Posse, tal cual.

“En Eva se daba la rabia por la justicia. Una implacable voluntad de desterrarla. Lo hacía a la criolla, llevada por la furia santa. Y claro; cometía algunos errores. Al principio, cedió a vengan¬zas en el medio artístico y sindical Pero nunca concretó nada memorablemente grave.

Yo le pregunté alguna vez, por qué se había alejado de la Eva anterior y se había recluido (políticamente) en esa pasión absorbente de la ‘acción social directa’, la pasión de su tercera vida.

Eva me miró desorientada desde sus almohadas. Pensaba. Yo la había desconcertado con mi pregunta. Era como si le mostrase un espejo que reflejaba a otra persona. diferente de la que ella creía ser. No supo qué decirme.

Después con los años, meditando en el exilio prisión a que me condenaron mis pares por mí imprudencia peronista, llegué a la conclusión siguiente, a ver si me sigue. Cuando Eva sintió por primera vez el misterio -la fuerza- del poder en su mano, como un elemento para ejercer el sagrado mandato del bien, nadie, ni el mismo Perón, la pudo ya sujetar. Fue algo así como cuando se fugó de Junín. ¿Quién la hubiera parado?

Y oiga: en un país y en un tiempo en que el poder no era más que un instrumento para la gloria, el honor, el enriquecimiento personal o el orgullo, Eva vivió la fiesta del poder en su dimensión divina. Lo vivió como un amor supremo, hasta la locura. Hasta la última consecuencia.

...Ella se sentía representante de los que nunca se habían podido expresar, incluso en tiempos de democracia, las mujeres, los desamparados, los enfermos, los distintos... Sólo unos pocos, incluido por supuesto, el sagacísimo Perón, se dieron cuenta de que en Eva había estallado esa pasión transpolítica, una especie de vuelo místico. Eva, en su genialidad descubría el poder en su dimensión sublime: poder dar. Poder acompañar al que sufre. Poder hacer el bien. Poder alimentar y sobre todo, poder directo, como el de los santos medievales o la madre Teresa de Calcuta”

- ¿Usted entiende que era una santa?

- “No era una santa. No, no lo era. Menos que menos santa de altar. No corre el riesgo de que el Vaticano la canonice.¡Y a lo que habría llegado en caso de ser santa!

No renunció a las riquezas como los santos. Pero renunció al orgullo frente al pobre que crea la riqueza.

No renunció a los honores. Pero tampoco los aprovechó para escapar a su clase social dejando a los sumergidos en el atolladero.

Fue fiel a su pueblo. Fiel, porque amó al pobre y porque condenó al rico. No a éste por ser rico (ella también lo era) sino por ser enemigo del pobre (ella no lo era).

El amor al pobre, la pasión por la justicia hasta las cimas de la abnegación a que ella las llevó no pueden brotar ni de ambición, ni de egoísmo. ni de oscuro resentimiento social ni de ninguno de los siete pecados capitales. Sólo quien da la vida por sus hermanos los desposeídos y sacrificados puede tener confianza de que ama a Dios de verdad. Y ella dio la vida por los desposeídos y sacrificados.

Amaba a Dios de verdad.

El odio clasista la cubrió de infamias. Ese odio no perdonó ni sus sacrificios, ni su enferme¬dad..”

- ¿ Qué rasgo la definía a Eva, por sobre todo?

- La autenticidad, sin ninguna duda. Ella no se iba con vueltas. Esa anécdota que pone Posse en su libro la pinta de cuerpo entero... Yo se la conté... “Era un l4 de julio en que por azar me tocó acompañarla al festejo del día de Francia... Por un azar del tránsito el auto y la escolta se detuvieron frente a un Banco, en Cerrito, había una viejita mal entrazada, llorando, hablando con unos curiosos. Dio orden de esperar y bajamos. La viejita no entendía ni sabía explicar lo que le exigían en la sucursal del Banco. Le mostró a Eva el documento y entraron en el edificio. Eva caminó a lo largo del mostrador principal llevando por el hombro a la viejita llorosa. De pronto se oyó su voz terrible paralizando a los cagatintas y todo d movimiento del Banco, desde el gerente hasta el ordenanza:

- Díganme, señores, ¿quién de ustedes fue el hijo de puta que le dijo a esta señora que vuelva mañana?... No se iba con vueltas. Al pan, pan y al vino, vino. Y durísima. Pero en el trato de la residencia era delicadísima. En el largo y doloroso proceso de su enfermedad ganó en espiritualidad hasta en el lenguaje.

Ella bramaba contra los burócratas, contra los obsecuentes. Una mañana estaba furiosísima contra el ministro Méndez San Martín. Me dijo: ¿Quiere conocerlos? Estábamos en la residencia y el peluquero, ese famoso, la estaba peinando. Entraron los tres ministros. Ella me hizo una seña de complicidad y de pronto, dijo: - Ay, caramba. se me ha caído una perla. ¿Sabe lo que hicieron los tres? se agacharon y se pusieron en cuatro patas buscando la perla, los ministros. Y ella, mientras la seguían peinando, me miraba de reojo y se sonreía... Al rato, cuando le pareció suficiente la humilla¬ción, dijo: - Acá, acá está. Fin de la opereta. Ella no se iba con vueltas”

- Padre, me interesa aclarar un equivoco acerca del 17 de octubre ¿Participó efecti¬vamente Evita ese día, impulsando la movilización popular, como afirman algunos?

- No, hijo. Ella no intervino. Para nada. Evita no precisa que le agreguemos méritos que no tuvo, para ser lo extraordinaria que fue. Ella carecía de contactos y vínculos como para mover a la gente. Todavía no la conocían. Quiso gestionar la liberación de Perón y un permiso para salir del país, creo que un recurso de amparo y fue a ver a Román Subiza. Cuando vino Perón al Hospital militar, la mañana del 17, yo fui allí y me quedé hasta la noche, que fuimos a la Casa Rosada. Eva no estaba. él la encontró en su casa, cuando regresó. Pero si es elemental los únicos que podían favorecer la movilización eran los sindicalistas, los delegados... Aunque ella había dirigido un gremio, el de locutores de Radio”

- Fíjese, Padre, tanto se ha escrito sobre Evita y no se ha acentuado la importancia dc que este general que sintetiza Ejército Nacional con sindicatos obreros en un frente único antimperialista, se haya casado precisamente con una gremialista. Del mismo modo, tampoco se recalca la condición de hijos extramatrimoniales que tenían ambos, lo cual suponía humillación y marginación.

Efectivamente, esas condiciones de profesión y de vida parecen simbólicas de lo que fue el peronismo: la irrupción de los desamparados, de los marginados, ajenos al orden legal desde el campo militar y el campo obrero. Qué notable, ¿no es cierto?

- Dos palabras sobre “La razón de mi vida”.

Lo escribió Penella de Silva, estupendo, muy buen escritor. Ella lo conoció en Europa. durante su viaje. Después él vino a Buenos Aires. Yo tuve a sus hijas en mi curso de Antropología. Penella había escrito unos apuntes para una biografla de la señora de Roosevelt, el presidente norteamericano. ¿Sabía usted eso? Mire que es muy poco conocido. Ella le propuso que los adaptara para relatar su vida. Lo hizo y salió muy bien, requetebién. Pero escrito muy en español. Entonces, los borradores los tomó Mendé. Un escritor simple, sencillo y con un estilo muy de mujer, lo digo sin ánimo de crítica. El libro salió muy bien escrito. Pero tenía muchos inventos, muchas macanas. Mendé lo escribió pensando en quedar bien con Perón. Salieron cosas ridículas. Por ejemplo, en lo que se refiere a los días de octubre del ‘45, donde dice “No te olvides de los descamisados” ¡Qué descamisados ni que ocho cuartos! él no se acordó ese día. Quería el retiro e irse. El libro contiene, entonces, muchas falacias.

Fíjese la paradoja. lo digo siempre: ese libro lo leyeron millones de mujeres argentinas, menos una, la que aparece firmándolo”

- Volvamos a la Obra Social. Los opositores decían que era fácil hacer beneficencia con dinero ajeno. También decían que ella era muy orgullosa. ¿Qué puede decirme?

- “Eva no poseía el orgullo de clase que deja al pobre en su pobreza para acentuar la superiori¬dad del rico sobre el pobre.

Todo su orgullo lo ponía en que el pobre cesara de ser pobre y de necesitar remedio a su pobreza. Para redimir al pobre de su pobreza repartió por millares viviendas confortables, aseguró el trabajo del obrero y lo defendió con avanzada legislación social. Su beneficencia se enderezaba a complemen¬tar la justicia social No a engañar a los hambrientos para que se resignaran a la injusticia.

Reparte lo que no es de ella -decía la oligarquía enfurecida y agrega: ¡Qué gracia.’ Hacer caridades con plata ajena. Si contáramos nosotros con los recursos de ella, haríamos lo mismo. Efec¬tivamente, ella hacia caridades con plata ajena. pero con sacrificio propio. Ganó el amor del pueblo y el odio del antipueblo, no por la plata que daba, sino por el amor, por la pasión, por los pedazos de corazón que entregaba con la plata.

Yo la vi besar al leproso, besar al tuberculoso, besar al canceroso. Yo la vi distribuir amor. El amor que redime a la limosna de la carga de injuria al pobre que la limosna sin amor lleva dentro de sí. La vi abrazarse a los harapientos y llenarse de liendres y de piojos. La vi sentirse hermana del pobre y no superior al pobre. Por más que sus riquezas, sus joyas y trapos la colocaran tan lejos de la pobreza.

Los oligarcas ponían su orgullo en estar contra el pueblo y contra Evita. Evita ponía su orgullo en estar con el pueblo contra los oligarcas. Las damas de la sociedad no podían decir, como ella decía a cada instante: - Nosotras, las mujeres del pueblo. Porque las damas de la sociedad son las mujeres del antipueblo. Ella se jactaba de ser pueblo. Y el pueblo sabía que se jactaba con razón. Ella era pueblo. Nada más que pueblo”

- Usted colaboró estrechamente con ella en la Fundación, ¿no es cierto?

- Sí. Lo hice a partir de mi regreso a la Argentina, a mediados de 1948. “Le dije a Evita. -El comunismo es un fracaso. Se habla del comunismo de los cristianos primitivos. Nadie tenía interés en trabajar. Es un fracaso. El capitalismo incentiva. Entonces el hombre trabaja, se esfuerza y termina explotando a los otros. Es otro fracaso. Por eso, la economía no tiene solución. Evita, hay que crear una gran Fundación. La economía individualista unida a una gran Fundación Social puede dar soluciones”

“En la Fundación, hicimos algunas presiones y algunas vengancitas. No éramos ángeles, ni mucho menos, es cierto”

“Más de cien religiosas y cincuenta sacerdotes servían en las obras de la Fundación. Yo era director espiritual honorariamente”

La Fundación fue instrumento de justicia social, de elevación del indigente a la categoría de persona humana... Ninguna legislación aunque sea hecha por ángeles. logrará extirpar del todo de la sociedad las enfermedades, la injusticia. los infortunios, el desamparo. De allí la necesidad de orga¬nismos como la fundación.

- Otra aclaración, Padre. últimamente, en el libro “Santa Evita”, de Tomás Eloy Martínez, aparece la cuestión de la candidatura a la vicepresidencia y el renunciamiento de Eva. El autor -escudándose en que se trata de una novela- lo coloca a Perón en papel siniestro enrostrándole el cáncer a Eva para trabar su posibilidad vicepresidencial. ¿Qué opinión le merece esta versión?

- “Supercherías, burradas. ¿ Vamos a ver? Esos insultos, que querías ser ésto o aquello, que hijo de p..., ¡cancerosa.’ ¡Cómo se te ocurre!... Por favor, hijo. Piense en una mujer que está por operarse que debe suponer que tiene algo grave. Piense si está en condiciones de tener ánimo para pelear una vicepresidencia. De ninguna manera. En segundo lugar, observe, para no caer en la estupidez que le digan novelescamente. Ella era infinitamente más que un vicepresidente. La vicepre¬sidencia la iba a encasillar en el Congreso. Significaba renunciar a su vocación, a su destino de la Obra Social para reemplazarlo por algo para lo cual ella no estaba preparada. Y ella no tenía un pelo de tonta.

Que internamente aparecieron algunos fuegos fatuos de esos, por la vanidad ¿sabe? Y bueno, ¿quién no lo desea? Era lógico. Pero bastaba tener dos dedos de frente y ella tenía más de cuatro para decir, no me voy a matar por esa estupidez”

- ¿Algún otro recuerdo sobre Evita?

- Sí. Quisiera que recordase esto: “El enemigo político vio en Eva Perón lo exterior, lo accidental suyo y le gritó a la cara: demagoga, resentida, odiadora, vanidosa. vengativa... Dios, en cambio, vio su interior, vio la sustancia de su ser, vio el fondo de su alma desbordando pasión de justicia hizo de ella la más célebre, la más famosa mujer de este siglo”