MARIANO NECOCHEA: SOLDADO DE SAN MARTIN Y DE BOLIVAR
PROCER DE ARGENTINA Y DE PERU
Mariano Necochea nació en Buenos Aires el 7 de septiembre
de 1792, hijo padres españoles, del rico vasco navarro Casimiro Francisco
Necochea y de María Mercedes porteña. En 1802, fue enviado a Sevilla, donde estudió
matemáticas, humanidades e idiomas a Sevilla. Regresó a Buenos Aires en 1809, a
la muerte de su padre, para hacerse cargo de los negocios de éste. Salió rumbo
a Buenos Aires el 14 de noviembre de 1809 y llegó a su tierra en vísperas de la
Revolución de Mayo.
No participó en la Revolución de Mayo, y se mantuvo
ligado al comercio exterior.
En 1812, sorpresivamente se incorporó al Regimiento de
Granaderos a Caballo que acababa de fundar el coronel José de San Martín con el
grado de alférez. El 24 de abril de 1812, el 24 de septiembre del mismo año fue
promovido a teniente. Participó en la batalla de San Lorenzo, el 3 de febrero
de 1813, y por su actuación mereció ser ascendido a ayudante mayor. Dada su cultura refinada, su jefe le
encargó redactar el parte oficial de la victoria.
Se hallaba en Santa Fé, con una compañía de granaderos,
cuando recibió la orden que debía marchar con destino a Tucumán para
incorporarse al regimiento, ya que San Martín había sido designado jefe del
Ejército del Norte.
Luego fue destacado para prestar servicios en la
vanguardia de las tropas que debían apoyar los restos del ejército de Belgrano
a las órdenes del general Rondeau. Marchó más tarde hacia el norte
destacándose por su coraje en el encuentro del Tejar, el 26 de enero de 1815,
donde se salvó de caer prisionero por la desmesura de su arrojo.
Así describe Yaben el hecho: “El jefe de vanguardia de
las fuerzas del Alto Perú, Cnl D Martín Rodríguez fue sorprendido por una
división española y capturado con su fuerza en el Tejar; cuando se realizó la
sorpresa, el capitán Necochea resistió en un corral de piedra con 25 granaderos,
mas al ver la inutilidad de sus esfuerzos, monta su caballo en pelo y como un
rayo se lanza sobre la caballería enemiga, partiendo en dos la cabeza de un
bravo soldado que intenta detenerlo y esgrimiendo siempre su ensangrentado
sable, se abre paso a través de las tropas realistas, siendo el único que
escapa de aquella sorpresa, gracias a su arrojo temerario”.
Estuvo en Venta y Media y Sipe Sipe, donde luego de
un brillante desempeño, fue herido durante la retirada del ejército sucedida la
derrota, y estuvo a punto de ser víctima de los lugareños prorrealistas siendo
salvado por el Cnl Hilarión de la Quintana.
Tras esa campaña en el Alto Perú, se trasladó a Mendoza
para integrar las fuerzas que preparaba San Martín en el campamento del
Plumerillo.
Tenía el grado de sargento mayor cuando comenzó la
campaña a Chile. En el cruce de los Andes formó la vanguardia de la columna al
mando de O’Higgins y tuvo los primeros encuentros con los realistas.
Se distinguió en la batalla de Chacabuco, y en el parte que
San Martín envió al gobierno señaló que el comandante Necochea, con su 4to
Escuadrón y su escolta cayó por la derecha haciéndoles un estrago terrible.
Fue enviado más tarde al sur de Chile, concurriendo al
asalto de la plaza de Talcahuano, el 6 de diciembre de 1817, estuvo en Cancha
Rayada y en la batalla de Maipú, donde recibió una herida de importancia en la
mano derecha.
Por su actuación en 1818 fue promovido a coronel
graduado, obteniendo también la condecoración de la “Orden del Mérito” de
Chile. Continuó con San Martín la campaña del Perú, participando en la
ocupación de Lima y del Callao, obteniendo el grado de general de brigada en
1821.
Retirado San Martín después de la entrevista de
Guayaquil, continuó prestando sus servicios a las órdenes de Bolívar, quien en
febrero de 1824, lo designó gobernador de Lima, labor en la que tuvo como
secretario general de gobierno a Tomás Guido.
Participó en muchas acciones de guerra, y acreditó en
todas partes su arrojo temerario.
En la batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824 cayó en
poder de los españoles con siete heridas de lanza siendo rescatado por Manuel
Isidro Suárez, quien decidió la batalla con una oportuna carga de los
escuadrones que mandaba. Bolívar hizo constar en el parte su heroísmo, con las
siguientes palabras: “Necochea se arrojó a las filas enemigas con una
impetuosidad heroica” recomendándolo a “la admiración de América”, por lo que
fue ascendido a general de división.
Repuesto de sus heridas, luego de Ayacucho, Bolívar le
encomendó la dirección de la Casa de Moneda de Lima pero en 1826 fue detenido
bajo el cargo de conspirar contra el Libertador de la Gran Colombia sin
que se le probara cargo alguno. Agraviado, decidió abandonar el Perú no sin
antes devolver los despachos de general y algunos valores que poseía.
Al regresar a Buenos Aires, le sorprendió la noticia de
la guerra del Brasil designándolo Rivadavia jefe de las fuerzas de reserva
reunidas en la Capital, además de ser designado coronel del Cuerpo de
Voluntarios denominado “Húsares defensores del honor nacional”, el 20 de
diciembre de 1826. Pidió ser enviado al frente de operaciones, pero al no
lograrlo regresó al Perú.
A raíz de haber roto Perú relaciones con Colombia, volvió
a Buenos Aires, donde solicitó un puesto en el Ejército de Operaciones,
pero el gobierno se contentó con dárselo en la frontera sur, destino que
declinó.
Fue sancionado por el gobernador Manuel Dorrego por
pretender volcar una elección en favor de los unitarios, votando con todo su
regimiento. No obstante, algunos autores citan el episodio como la intervención
de Necochea en contra de un oficial partidario de Dorrego, que pretendía hacer
votar a sus soldados en su favor.
Apoyó a Juan Lavalle en la revolución de diciembre de
1828, pero no tomó parte en la guerra civil que siguió. Abandonó Buenos Aires a
fines del año siguiente, poco después de la caída de Lavalle.
En 1829 regresó al Perú, fue deportado a Bolivia y en
1831, retornó una vez más allí en virtud de una ley de amnistía, a cuyo
beneficios se acogió. Volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda.
Al estallar la guerra civil en 1831, el gobierno le dió
el mando del ejército y en ese carácter, marchó sobre la capital donde se
encontraba el presidente Obregoso. En 1834 se le confirió la más alta
distinción peruana, el grado de gran mariscal.
Víctima por tercera vez de la proscripción, se vió
obligado a refugiarse en Chile. Allí pasó serias necesidades y sufrimientos
hasta que en el Perú fue repuesto en sus grados y honores, y volvió a ocupar la
dirección de la Casa de Moneda.
Desde fines de 1845, los padecimientos de Necochea,
ocasionados por una grave enfermedad pulmonar, como consecuencia de las heridas
recibidas en Junín, fueron permanentes. Sanchez Zinny afirmó que el lanzazo
recibido en tan cruento combate, que le atravesó el pulmón izquierdo, fue causa
de la consunción que se exacerbó en el año citado.
En la primavera de 1848, se estableció en la casa donde
le sorprendió la muerte, en el entonces caserío de Miraflores, 5 Km al sur de
Lima, hoy parte integrante de la gran Lima, el 5 de abril de 1849.
Al conmemorarse el centenario de su fallecimiento la
república hermana del Perú lo declaró prócer nacional y sus restos mortales,
que reposaban en un dignísimo mausoleo levantado por suscripción pública,
fueron trasladados al Panteón de los Próceres.
En la provincia de Buenos Aires se encuentra la ciudad de
Necochea, cabecera del municipio del mismo nombre. El Ejército Argentino
denomina con su nombre al Regimiento de Caballería de Tanques Nro 8 con asiento
en la ciudad de Magdalena, en la misma provincia. También es homenajeado en las
principales ciudades de la Argentina, mediante la imposición de su nombre a
diferentes calles. En el Perú es considerado un héroe de la independencia y
ostenta el título de Gran Mariscal del Perú. Sus restos descansan en Lima en la
iglesia de San Carlos.
El 5 de abril de 1949 al cumplirse el centenario de su
muerte el presidente argentino Juan D. Perón solicitó al gobierno del Perú la
restitución de los restos del héroe.
La respuesta del gobierno peruano fue que Necochea había
vivido mucho más tiempo en el Perú que en la Argentina, que se había
transformado en ciudadano del Perú por voluntad propia, que el pueblo del Perú
lo amaba y que había sido mariscal de sus ejércitos, por lo que no aceptó el
traslado propuesto por la Argentina.
Yaben cierra su biografía recordando un largo fragmento
de la justiciera semblanza que Angel J. Carranza hiciera de Mariano Necochea
del que extraemos estos conceptos: “Figura gallarda, maneras cultas y desenvueltas,
cabello ondeado y renegrido, barba tupida, rostro significativo y mirada
magnética, cualidades que reunía una salud de bronce, fuerzas hercúleas,
destreza suma en el caballo, y más que todo, una gigantesca reputación de
valiente. ...”
“Huracán de furor en la refriega, cuanto benigno en los
cuarteles, poseía en alto grado el secreto de aguerrir y hacerse adorar por sus
soldados”.
“Patriota sin exageración, subordinado sin humillación,
reflexivo antes de resolverse y resuelto sin consultar peligro, su vida era la
vida de la Patria. Necochea era el soldado de toda hora y el general en el
vivac”.
BIBLIOGRAFIA
EDUARDO F. SANCHEZ ZINNY, Historia del General Mariano
Necochea, La Plata, 1939, 2 ts.
RAMON PEREZ DEL VISO, General don Mariano Necochea. Síntesis
biográfica, Santa Fé, 1949.
FEDERICO A. GENTILUOMO, Necochea. El General romántico,
Tucumán, 1951.
CARLOS ALBERTO SALAS, Muerte y glorificación del Gran
Mariscal Mariano Necochea, en La Nación, 16 marzo de 1961.
GUSTAVO MARTINEZ ZUVIRIA, Los tiempos de Mariano
Necochea, Bs. As., 1961.
hola saludos, interezante biografia de Don Mariano Necochea,
ResponderEliminaruna pregunta y Don mariano necochea tuvo hijos , descendiente?, por que la pregunta por que conoci una amiga con ese apellido Necochea.
gracias mi correo tecsoilperu@gmial.com
Un héroe homérico, el Ayax o el Murat argentino. Un centauro granadero, impresionante.
ResponderEliminaren verdad fue un ejemplo de persona para su pais y el mundo.
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