viernes, 25 de marzo de 2016

LA GÜERA RODRÍGUEZ

LA GÜERA RODRÍGUEZ

LA GÜERA RODRÍGUEZ
¿Cortesana? ¿Prostituta? ¿Mujer escandalosa? ¿Amante de personalidades como Simón Bolivar, Alejandro Von Humboldt y Agustín de Iturbe? Además de  tres maridos y muchas otras aventuras ¿Heroína de la independencia mejicana? Lo cierto es que la “Güera Rodríguez” fue una personalidad descollante del Méjico pre independencista y fundamental en la Independencia.

MARÍA IGNACIA RODRÍGUEZ DE VELASCO fue su nombre real, María Ignacia Javiera Rafaela Agustina Feliciana Rodríguez de Velasco Osorio Barba Jiménez Bello de Pereyra Fernández de Córdoba Salas Solano y Garfias más concretamente. Es  legendaria gracias a su belleza y por los muchos escándalos y amantes que tuvo, además fue de las primeras mujeres que se divorció en México.

Dicen que sobre la historia importa tanto el momento que se cuenta como quien la cuenta. Y en estos malabares de historiadores y personajes, hay personajes claves que quedan fuera de las páginas oficiales de la historia. Esta bella mujer no ha sido sólo ignorada en los libros oficiales de historia de las primarias, muchos mexicanos ignoran que es muy probable que sin ella no se habría consumado la independencia de México.

LA GÜERA RODRÍGUEZ
" La Güera Rodríguez ", fue una personalidad de la alta nobleza novo-hispana que escandalizó a la mentalidad conservadora de su tiempo, que tuvo muchos amoríos con importantes personajes de su época entre estos con Alejandro Von Humboldt , con Simón Bolívar y con Agustín de Iturbide , éste último a quien ella impulsó para que consumara la independencia. 

Nació el 20 de noviembre de 1778, en la Ciudad de México y vivió en la Tercera Calle de San Francisco, hoy Madero, en el Centro Histórico, era hija del corregidor de la Ciudad de México. Fue una mujer bella, bien formada de cuerpo, de mediana estatura, elegante y de alcurnia. Nació en los estertores de la Colonia y murió en los primeros años del México independiente.

La historia la registra como una mujer cercana al poder político y, quizás sin ella, la Independencia no se habría consumado. En la memoria colectiva doña Ignacia Javiera Rafaela Agustina Feliciana es simplemente La Güera Rodríguez.

La amorosa joven cautiva con su plática, con su gracia y simpatía. Debemos imaginar aquellas tertulias de la casa de la calle de los Plateros, donde la "Güera Rodríguez" hacía gala de extravagante hospitalidad para recibir y atender a sus invitados que se extasiaban con el caudal de cultura que emanaba de sus labios, con la inteligencia de sus respuestas sinceras a través de una mirada serena y alegre. La caída de sus bucles dorados, realzaban aquellos inolvidables ojos azules que destacaban ante la delicadeza de las facciones de su rostro. Era tan bella que alguna vez sirvió de modelo para esculpir y pintar a la misma Virgen María.

LA GÜERA RODRÍGUEZ
Su rasgo más distintivo fue su inteligencia, su habilidad y sus cualidades excepcionales para la intriga política, lo cual desencadenó tres intervenciones en las etapas formativa y consumadora de la Independencia del país.


La primera fue en 1808. El  entonces virrey José de Iturrigaray, se quedó muy cerca de consumar la independencia y hubo una conspiración, en la cual participó como artífice oculto, La Güera Rodríguez, para convertirlo en José I, rey de México.
Aunque la noche en la que Iturrigaray fue depuesto como virrey, un grupo de españoles tradicionalistas, encabezados por el hombre más rico de la Nueva España, Gabriel de Yermo, evitó la separación. A partir de ese momento tomó fama de ser partidaria de la independencia de la nación.

La Güera era la gran dama de sociedad que gozaba del vigor necesario para iniciar diferentes actividades culturales, diplomáticas, filantrópicas y religiosas. Era una dama en el sentido pleno de la palabra y debe inscribirse dentro del círculo de mujeres destacadas que lucharon también por la causa independiente.

Asiste a las reuniones encabezadas por el licenciado Francisco Primo de Verdad, y participa con personajes ilustres como el cura párroco de Dolores, Don Miguel Hidalgo y Costilla, sin duda uno de los hombres de mayor simpatía e inteligencia, que hace gala de profundos razonamientos filosóficos y mantiene una noble conciencia política. 

Como doña María Ignacia siempre había tenido fortuna, se dijo que había sido mecenas y cómplice del movimiento independentista, encabezado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, por lo cual en 1811 fue acusada y llevada a juicio ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. La Güera Rodríguez es una de las pocas personas en la historia del México colonial que pudo presumir haber salido totalmente libre de cargos y evitar las torturas que el Santo Oficio ponía como castigo: la hoguera, el potro de los tormentos o la reclusión en las mazmorras por tiempo indefinido, resalta el abogado y escritor.
Como no hubo pruebas realmente sólidas que la culparan de apoyar a Hidalgo, La Güera nunca se amedrentó; en cambio les sacó a cada uno sus trapitos al sol, pues tenía conocimiento de todo lo que ocurría en la sociedad. Así les achacó cuestiones de corrupción, aventuras amorosas e incluso a uno de los inquisidores lo acusó de pedofilia.

Pero la etapa más importante de La Güera Rodríguez fue la consumación de la Independencia, que se dio por el amasiato con Agustín de Iturbide. Ella estaba libre de matrimonio, pero él estaba casado con doña Ana Huarte.
Iturbide era coronel del ejército realista y La Güera Rodríguez era una mujer de enorme fortuna. Así con el dinero y con sus relaciones políticas y sociales, María Ignacia logró que Iturbide ascendiera de coronel a general en jefe del ejército realista y se le encomendara el mando de las tropas que fueron a combatir al último caudillo insurgente: Vicente Guerrero.
Iturbide se convenció de que era casi imposible derrotar a Guerrero, por lo que acabaron con una alianza que permitió consumar la Independencia de México.

En la iglesia de la Profesa, en la Ciudad de México, se reúne un grupo de intelectuales con el representante del virrey Don Juan Luis de Apodaca, conde del Venadito, el inquisidor José Antonio Tirado y el oidor Don Miguel Bataller, para proponer una alternativa pacificadora. Ahora la Güera Rodríguez convence al virrey y al canónigo Matías Monteagudo, prepósito de la Profesa, para que su admirado coronel realista sea el nuevo líder. Pronto proponen a Iturbide como el caudillo que negociará con los insurgentes la ansiada paz.

Don Agustín de Iturbide y Arámburo, Arregui, Carrillo y Villaseñor (1783-1824) prepara el plan llamado de “las tres garantías”, que proclama en Iguala el 24 de febrero de 1821.

Es famosa la anécdota cuando Iturbide, montado a caballo, hizo su entrada triunfal a México, para consumar la Independencia el 27 de septiembre de 1821; vestía uniforme de gala y un sombrero con plumas verdes, blancas y rojas. Cuenta la historia que desvió el curso del desfile para pasar frente a la casa de La Güera Rodríguez, ahí se bajó del caballo y le entregó una pluma de su sombrero, que ella se la colocó en el nacimiento del pecho.

La Güera Rodríguez ejerció el mayor grado de poder político que ha tenido una mujer en la historia de México, porque fue más que la amante: se convirtió en la consejera política del primer emperador, del hombre que consumó la Independencia nacional. Pero como fue un desastre el gobierno de Iturbide, sólo duró diez meses y se exilió en Europa, con lo cual culminó el romance con La Güera.


los últimos años de La Güera Rodríguez fueron tristes. Vivió más de 70, pero una enfermedad degenerativa en los huesos y una caída la dejaron paralítica.
Así, vio la vida pasar desde el balcón de su casa sentada en una silla de ruedas hasta su fin.

La Güera fue una  mujer hermosísima, que seguramente padeció de algún trastorno psicológico que la llevó a ser adicta al sexo y prácticamente a prostituirse en la alta sociedad, fue sin embargo, una mujer de cultura enorme, como una Pompadour o una Madame Stäel, de familia aristocrática y de gran riqueza pero con una gran sensibilidad y simpatía por el pueblo y por los pobres a los que ayudaba.

Tuvo una enorme pléyade de amantes, entre los que se pueden contar a un adolescente Simón Bolívar que viajaba rumbo a Europa y pasó por México, al científico alemán Alexander Von Humboldt, incluso a algún canónigo e inquisidor y a Agustín de Iturbide, en otras palabras, podemos considerarla como un ícono de mujer liberada e independiente, sobre todo para la época.

Sin embargo, la Güera no tiene monumentos, ni calles, ni escuelas, ni plazas, ni su nombre en letras de oro en el salón de sesiones del Congreso, y es muy probable que haya sido la heroína fundamental de la Independencia de México,



miércoles, 23 de marzo de 2016

LAS NIETAS DEL GENERAL SAN MARTIN

LAS NIETAS DEL GENERAL SAN MARTIN

LAS NIETAS DEL GENERAL SAN MARTIN

Enrique Mario Mayochi nos acerca es articulo para que conozcamos la descendencia de nuestro Libertador.

Su hija Mercedes le dio al abnegado progenitor de su existencia, dos nietitas, con las cuales el ilustre viejo pasó momentos de regocijo y esparcimiento jugando como niño con las dos criaturas que le resultaron un entretenimiento feliz en sus últimos años.
Y estas risueñas chicuelas, picaronas como ninguna, se llamaban María Mercedes y Josefa Dominga Balcarce de San Martín. Vieron partir con dolor a la eternidad al viejo abuelo que casi ciego por las cataratas, a veces las confundía, lo que provocaba hilaridad en las picaronas, y cuando ambas se peleaban por ganarse cada cual las caricias, aquél, para consolarlas, les daba sus condecoraciones para que jugaran. Pero cuando alguien le observaba esta irreverencia, le dijo: "Si estas condecoraciones no sirven para hacer callar a una nieta, de nada habrían valido."
Chocho con ellas, en 1837 le. escribía a don Pedro Molina contándole cosas familiares, y le decía respecto a estas chiquilinas: "Mis hijos llegaron con buena salud a fines de junio pasado, y a los pocos días la mendocina -su hija- dio a luz a una niña muy robusta: aquí me tiene usted con dos nietecitas cuyas gracias no dejan de contribuir a hacerme más llevaderos mis viejos días".
El amor que sentía San Martín por su hija, se volcó después en las nietitas que, como todas las de su edad, saben buscar el lado flaco del abuelo que las mima, para sacarle todo lo que desean, satisfaciendo caprichos como aquel de jugar -en el presente caso- ¡con las medallas de la victoria!
Empero, muy lamentable por cierto, estas nietitas cortaron el apellido San Martín que ostentaba el Libertador, heredado a su vez de su padre, habiéndose extinguido con ellas también la descendencia directa, por haber fallecido las dos sin hijos.
De las dos nietas, la mayor, María Mercedes, nacida en Buenos Aires el 14 de octubre de 1833, como hemos visto, murió soltera en París a los 27 años de edad, en 1860.
Y Josefa Dominga, nacida el 14 de julio de 1836 en Grand Bourg, fue casada con D. Fernando Gutiérrez Estrada de nacionalidad mexicana, falleciendo en Brunoy el 15 de abril de 1924, sin dejar descendencia, a la edad de 88 años. Tuvo la suerte de vivir más que todos los de su familia, pero también la pena de verlos morir uno tras otro para ser ella la última. Y en esa vejez dolorosa por la soledad, recordaría las travesuras de su niñez que, con su hermana mayor, hacían enfadar a la solícita madre, por molestar a su padre, anciano ya, pero que él las acariciaba con un verdadero cariño.
Florencio Balcarce, cuñado de Mercedes, que estudiaba en París, solía visitar a menudo su casa, escribía a su hermano en Buenos Aires diciéndole cosas de aquellas chicuelas sin par: "Tengo el placer de ver la familia -de San Martín- un domingo sí y otro no. Iría todas las semanas si los buques de vapor estuvieran del todo establecidos. El general goza a más no poder de esa vida solitaria y tranquila que tanto ambiciona. Mercedes se pasa la vida lidiando con las chiquitas que están cada vez más traviesas. Pepa sobre todo, anda por todas partes levantando una pierna para hacer lo que llama volatín; pero entiende muy bien el español y el francés. Merceditas está en la grande empresa de volver a aprender el a-b-c que tenía olvidado; pero el General siempre repite la observación de que no la ha visto un segundo quieta".
Florencio Balcarce, hermano del yerno del general San Martín, murió a los 21 años,cuando comenzaba a perfilarse un gran poeta. Por su parte el poeta Ricardo J. Bustamante les dedicó unos versos a las inquietas nietas del grande hombre que Rafael Alberto Arrieta transcribe en su libro "Florencio Balcarce 1818-1839". En cuanto a doña Josefa, mujer ilustrada y culta, supo conservar el acervo histórico de su ilustre abuelo y que su padre había ofrecido al general Mitre para su extensa Historia sobre San Martín, pues ella conocía el valor de lo que aquello representaba para la Historia Argentina y, por ende, Americana. Fue así cómo le remitió aquella documentación que no alcanzara a enviarle don Mariano en suprimer pedido, además de los objetos y enseres que pertenecieron al Libertador, remitidos al Museo Histórico Nacional que hacía poco había fundado D. Adolfo P. Carranza.
En carta del 8 de octubre de 1886, esta nieta le escribía al general Mitre desde París, para informarle de los documentos que le remitía para su Historia de San Martín: cartas, papeles, mapas y proclamas los había ordenado su padre a tal objeto. En otra carta posterior, le dice:"Después de haber en 1886 ofrecido a usted el reloj y cadena de mi abuelo, el general don José de San Martín, y remitido a ese Ministerio de Relaciones Exteriores para el Museo Nacional su uniforme, sus bandas y otros objetos que le pertenecieron, conservé entonces únicamente la escribanía y caja de trabajo de que él se sirvió hasta su último día.
"Hoy que se halla usted en vísperas de regresar a Buenos Aires, vengo a rogarle se sirva aceptar, cono recuerdo mío, estas últimas reliquias de las que no me había querido desprender hasta ahora".
Y así como esto, todo lo demás que perteneció al general San Martín, aquella nieta, generosa y comprensiva, donó en vida tales prendas para que fueran a conservarse en un lugar donde todos pudieran observarlas y sacar las conclusiones que cada cual concibiera.
De tal manera, las nietas del Libertador han, pasado también a la Historia Argentina como parte integrante de su familia, por haberle aliviado las penas al abuelo en su vejez, lamentando que no hubiera sido alguna de ellas, un varón, ya que no lo tuvo con su esposa. Efectivamente, alguna vez el ilustre abuelo se habría quejado de su suerte, por no haber tenido un descendiente varón, anhelo natural de todo hombre que ha sobresalido en alguna actividad de su vida: ver prolongado su apellido o su obra en el tiempo.
Sin embargo, pensamos de todas maneras que San Martín hubiera sido más feliz en su ostracismo sino muere antes su tierna compañera: vacío que llenaron con cariño verdadero su hija y sus nietas, quienes supieron captarse las simpatías y el cariño del noble abuelo, con fervor y agradecimiento supieron aliviarle muchas penas, con el cariño que le ofrendaron hasta su muerte, pues ellas habían sido igualmente correspondidas. Cómo no habría de serlo, si el anciano ilustre se sentía rejuvenecido, merced a las travesuras de aquellas criaturas que alegraban sus días, como si supieran que con ello producían un bienestar. Por eso pudo decir de ellas el poeta:
"Vosotras que sois la gloria De una madre tan querida, Que de un anciano la vida Llenáis de dulce ilusión; Vosotras que la memoria Vais de tesoros orlando, De un tierno padre escuchando La sabia y digna lección"
(Del poema "A las tiernas niñas Josefa y Mercedes Balcarce, nietas del General San Martín", por el poeta Ricardo J. Bustamante. En París el año 1844.)


sábado, 19 de marzo de 2016

DEMÓSTENES “EL GRAN ORADOR DE GRECIA”

DEMÓSTENES
“EL GRAN ORADOR DE GRECIA”


DEMÓSTENES “EL GRAN ORADOR DE GRECIA”

El gran orador de Grecia fue, sin duda, Demóstenes. Como apasionado defensor de la libertad de su patria, se opuso con la mayor tenacidad a las ambiciosas pretensiones de Filipo de Macedonia, como atestiguan sus incendiarias Filípicas y Olintíacas.

Proveniente de una familia de empresarios ricos, perdió a su padre a los siete años y sus tutores Áfobo, Demofonte y Terípides abusaron de su patrimonio, por lo que, al acercarse a la mayoría de edad, hubo emprender largos procesos judiciales para conservar algo de su fortuna.

Según la biografía escrita por Plutarco, su admiración e interés por la oratoria se habría despertado cuando su pedagogo lo introdujo clandestinamente en la Asamblea, donde fue testigo de una brillantísima autodefensa del estadista Calístrato. Discípulo de Iseo, leyó las obras de Isócrates y ejerció en su primera juventud la profesión de logógrafo. Superó con esfuerzo sus dificultades para la oratoria por medio de ejercicios de declamación.

Como hombre de acción y embajador de su patria, buscó alianzas a favor de Atenas tanto en el Peloponeso como en el insurgente poderío de Tebas. Por eso, a propuesta de Ctesifonte, el pueblo le concedió una corona de oro, a lo que se opuso su contrincante Esquines. Pero Demóstenes ganó el proceso con su famoso Discurso de la Corona, cumbre indiscutible de la oratoria griega y modelo supremo para futuras generaciones.

A partir del año 354 a.C. intervino en asuntos políticos y se hizo famoso por sus discursos. Entre los primeros destaca Para los megalopolitanos, que atrajo la atención de los atenienses sobre el peligro que representaba el poder de Esparta.

Denunció la ambición de Filipo de Macedonia en las famosas Filípicas, discursos pronunciados durante un largo proceso en la asamblea ateniense. Es en las Filípicas donde se inicia la oratoria mayor de Demóstenes.

Mientras en sus comienzos era aún perceptible la influencia de Isócrates, su estilo muestra ahora una mayor riqueza de variaciones frente a la regularidad del período isocrático.

La serie se inicia con la Primera Filípica (349 o 351), un enérgico llamamiento a los atenienses. Entre 349 y 348, cuando Atenas concertó una alianza con la Calcídica para luchar contra Filipo, pronunció las tres Olintíacas, en que urgía a los atenienses a ayudar a Olinto; ello no evitó, sin embargo, la destrucción de la ciudad aliada. Demóstenes, que en 346 formó parte de la embajada enviada para tratar la paz con Filipo, pronunció en 344 otro llamamiento contra las pretensiones del rey de Macedonia en la Segunda Filípica. Tres discursos del año 341 dan testimonio de su máxima actividad como orador: la Tercera y la Cuarta Filípica y Sobre la situación del Quersoneso, una de las obras maestras de su oratoria.

En el 340 a.C. dejó la oposición y pasó a ser jefe del partido dirigente. A lo largo de la década siguiente intentó ser coronado por sus méritos cívicos, pero Esquines se opuso a su propuesta y Demóstenes terminó siendo condenado al exilio. La hostilidad entre ambos oradores culminó en 330 en un gran proceso político. Demóstenes respondió triunfalmente con su discurso Por la corona. Esta demolición del adversario e inteligente apología de la propia actuación política está considerada la obra cumbre de su oratoria.

Tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.), Atenas, Argos y Corinto se sublevaron contra la hegemonía macedonia. Demóstenes regresó a su patria y fue acogido triunfalmente, pero la derrota naval en Amorgos y la terrestre de Cranón dieron al traste con los sueños de los sublevados. Demóstenes tuvo que huir a la isla de Calauria, donde se suicidó por envenenamiento para no caer en manos de los agentes de Antípatro.
Aunque Demóstenes fue ante todo un hombre de acción, que luchó para que Atenas recobrase la hegemonía y contuviera el avance de Filipo, la posteridad lo ha ensalzado siempre como brillantísimo orador. La fuerza de sus discursos (de los que se conservan unos setenta) y la precisión de sus argumentos, con pocas figuras retóricas, le otorgan una originalidad excepcional. Como otros maestros de la prosa, Demóstenes pone especial cuidado en la estructura rítmica al final del período; ya en los comentarios de la Antigüedad se destacaba que la eficacia de su oratoria reside, en gran parte, en el ritmo.



Fuente: BREVE HISTORIA DE LA ANTIGUA GRECIA de DIONISIO MÍNGUEZ FERNÁNDEZ y BIOGRAFIAS Y VIDAS

viernes, 18 de marzo de 2016

Informe del Monasterio de Nuestra Señora del Pilar de Buenos Aires 2n 1807 sobre las Invasiones Inglesas

Monasterio de Nuestra Señora del Pilar de Buenos Aires

Informe del Monasterio de Nuestra Señora del Pilar de Buenos Aires 2n 1807 sobre las Invasiones Inglesas

Después de las invasiones Inglesas la Superiora de este monasterio, Abadesa Sor Gregoria  brinda este particular informe sobre lo ocurrido:

 12 de septiembre de 1807
El año de 1806, día 27 de junio, fue esta Ciudad de Buenos Aires, fue tomada de los Ingleses, permitiéndole así, Dios Nuestro Señor, por sus ocultos juicios, pues merecido lo teníamos, por nuestras culpas, e ingratitudes, mas, este buen Dios, siempre propicio para con sus criaturas, nos miró con Ojos de Clemencia y entrañas de Misericordia; no queriendo que este pueblo católico, gimiera bajo el pesado yugo de la herejía, dispuso y preparó, el cristiano corazón del Señor Don Santiago de Liniers, para su reconquista, que fue el día 12 de agosto, día de Nuestra Santa Madre Santa Clara, del mismo año, fue reconquistada, a la misma hora que se hace todos los años la fiesta a la Gloriosa Santa, por lo que le ofrecimos, como sus hijas, aunque indignas, de común consentimiento por el beneficio recibido y para gloria de Nuestro Amado Dios y obsequio a la misma Santa, el hacer una procesión todos los años por el claustro, el día de su Octava, por no poder ser su mismo día, por las cuarentas horas en que está expuesto su Majestad, llevando en andas a la Santa, para que siempre tengamos impreso en nuestros corazones, el beneficio recibido y les rindamos al Señor gracias. Y para que esto se continúe en lo sucesivo y lo continúen las Preladas que me sucedieren, queda éste, en el Archivo de este Nuestro Monasterio de Nuestra Señora del Pilar de Buenos Aires y lo firmo yo, como Prelada, con las ocho consiliarias, de esta pobre Comunidad hoy día 12 de septiembre de 1807. Sor María Gregoria, Indigna Abadesa.

Consiliarias Sor María Tadea Sor María Angela Sor María Antonia Sor María Josefa Sor María Micaela Sor María Francisca Sor Rafaela Sor María Dominga

MANIFIESTO MAYO FRANCÉS DE 1968 Universitarios franceses

MANIFIESTO MAYO FRANCÉS DE 1968
Universitarios franceses

MANIFIESTO MAYO FRANCÉS DE 1968 Universitarios franceses
Las A.G. de los diversos establecimientos públicos de enseñanza superior (según la lista adjunta), proclaman solemnemente que una reforma de la Universidad debe seguir la línea directora de los siguientes principios fundamentales:

I. Independencia y contestación.
a.   La Universidad debe ser absolutamente independiente de cualquier poder político.
b.   La Universidad debe ser el centro de contestación permanente de la sociedad. La información y los debates libremente organizados entre estudiantes, personal docente y personal no docente de la Universidad constituyen el medio fundamental de esta contestación.
c.   Estos principios deberán ser garantizados, así como la presencia y libre expresión de las minorías, por un conjunto de reglas internas de cada establecimiento de enseñanza superior.
II. Autogestión.
a.   La enseñanza gratuita en todos los niveles es un deber para con la sociedad presente y futura.
b.   Debe estar abierta a todos, efectiva e igualmente, sin imponer ninguna selección.
c.   Los establecimientos de enseñanza superior deben ser regidos paritariamente por estudiantes y enseñantes sin ninguna injerencia externa.
d.   Los fondos públicos aportados por el Estado se fijarán en función de las exigencias de la colectividad nacional, expresados en los planes económicos a medio y largo plazo, que la Universidad debe fijarse democráticamente, y cuya aplicación es obligatoria para los establecimientos públicos. La organizaciones del personal docente y de estudiantes estarán representadas en las comisiones de elaboración de los planes. Las cantidades que se dedicarán a la enseñanza por los planes, una vez ratificados éstos, se impondrán como una obligación del poder político ejecutivo y deliberante al votar el presupuesto anual. Estas cantidades, por lo que se refiere a la enseñanza superior, se repartirán entre las universidades a través de un organismo paritario de ejecución, nacido de las organizaciones paritarias de personal docente y estudiantes que hayan participado en la elaboración de los planes.
e.   Toda real autonomía exige la institución de organismos capaces de neutralizar las fuerzas exteriores, que podrían desposeer de hecho a los estudiantes y al personal docente del poder decisorio en todo lo que se refiere al funcionamiento de la Universidad. Únicamente los comités nacionales de vigilancia, nacidos de los comités paritarios, pueden definir los medios acordados para contestar a los intentos de recuperación, especialmente los que se aprovecharían inmediatamente de las utilizaciones anárquicas de la autonomía.
III. Autodefinición.
a.   Los estudiantes y el personal docente deben poder someter a examen, regularmente y con toda libertad, el contenido y la forma de la enseñanza.
b.   La Universidad deberá ser un centro de cultura social. Por consiguiente, deberá determinar ella misma los marcos en los cuales los trabajadores participarán en sus actividades.
c.   Los exámenes y concursos en su forma actual deberán desaparecer y ser sustituidos por una evaluación continua basada en la calidad del trabajo realizado durante todo un período. El suspenso en una asignatura, en la forma actual, no sanciona siempre la pereza o falta de aptitud del alumno sino, con frecuencia, la falta de enseñanzas.
IV. Autoperpetuación.
La Universidad es la voluntad de una perpetua superación por:
a.   Una estrecha conjunción de la investigación y la enseñanza;
b.   la educación permanente;
c.   el reciclaje regular de los trabajadores y del personal docente; para éste deben procurarse años de total disponibilidad para el estudio.

Este texto elaborado por los representantes de los establecimientos de enseñanza superior siguientes: I-E.P. París, Derecho y Ciencias Económicas de París; Medicina, París; Filosofía, Sociología y Letras, París; Lenguas Orientales; ex Escuela de Arte; Ciencias de la Halle aux Vins; Ciencias de Orsay; Ciencias Económicas, Poitiers; Ciencias Económicas, Clermont-Ferrand; se propondrá a las A.G. y será adoptado o rechazado en su totalidad.

 


martes, 15 de marzo de 2016

EL CUIDADO DE LA BELLEZA Y LA ESTÉTICA EN EL ANTIGUO EGIPTO

EL CUIDADO DE LA BELLEZA Y LA ESTÉTICA EN EL ANTIGUO EGIPTO

EL CUIDADO DE LA BELLEZA Y LA ESTÉTICA EN EL ANTIGUO EGIPTO


A lo largo de la historia, la cosmética ha ocupado en algunas ocasiones, un papel privilegiado, y es que los cuidados estéticos son una costumbre que viene de lejos. De hecho, en las generaciones clásicas las mujeres –y también muchos hombres- ya se cuidaban, ¡y mucho! Sólo hay que echar una mirada atrás para fijarse, por ejemplo en el antiguo Egipto.
       En la cultura de los faraones, la mujer tenía un concepto estético que abarcaba desde sus aderezos y sus prendas a productos cosméticos para cuidar y embellecer su piel. ¿Curioso, verdad? Precisamente en este aspecto se ha centrado el Museo Egipcio de Barcelona, dentro del marco de los cursos que imparte sobre esta cultura mediterránea -en la actualidad, se está celebrando el que recoge la 'Vida Cotidiana en el Antiguo Egipto'-. Desde el centro nos acercan a una cultura fascinante desde otro punto de vista.
      
EL CUIDADO DE LA BELLEZA Y LA ESTÉTICA EN EL ANTIGUO EGIPTO
Así, la amplia documentación que proporcionan los restos arqueológicos egipcios refleja la importancia que esta civilización concedió al cuidado del cuerpo y la estética. Y es que hay que partir de que los habitantes del país del Nilo potenciaban su imagen con extremo cuidado y de forma integral, cuidando su piel y su cabello, y lo hacían tanto hombres como mujeres.
       Así, la cosmética se volvía un aliado básico y era considerada, de hecho, como una parte más de la dermatología. Y es que hay que tener en cuenta que el intenso calor de esa zona del norte de África en la que se asentó la civilización egipcia obligaba a una higiene escrupulosa, que hacía necesario el uso de desodorantes y perfumes. ¿Sabía, por ejemplo, que, en su particular neceser, las egipcias contaban con productos destinados a múltiples fines? Por ejemplo, para mejorar la piel, para embellecer el cuerpo, para tensar el rostro, para combatir las manchas blancas de una quemadura, etc.
       Y, aunque tal vez no lo haya planteado nunca, el khol tiene su antededente en Egipto. De hecho, es una de las mayores aportaciones de la cultura egipcia a la cosmética. Así, utilizaban un polvo negro llamado mesdemet, que retenía el polvo fuera de los ojos y repelía los insectos. Sólo hay que pensar en alguna de las representaciones que nos han llegado del antiguo Egipto para fijarnos en la importancia que le daban al maquillaje de los ojos
     
EL CUIDADO DE LA BELLEZA Y LA ESTÉTICA EN EL ANTIGUO EGIPTO
De hecho, maquillarse en egipcio se traduce como “dar vida a los ojos”. ¿Y cómo resaltaban su belleza?, trazaban una línea negra con mesdemet -que ha variado a lo largo del tiempo según la moda: fina, gruesa, con forma de “cola de golondrina…-, y pintaban los párpados con una sombra de ojos. Y no olvidaban los labios, pues existen representaciones que constatan que la mujer egipcia también los maquillaba.
       Y, como no podía ser de otra manera, las egipcias también tenían sus propios secretos para estar radiantes. Pero, ¿cuáles eran los trucos de belleza que contribuyeron a crear su admirada estética? Aparte de desmaquillarse con leche y utilizar hidratantes a base de leche y miel, las damas del Nilo complementaban el placer de la ducha con masajes de esencias aromáticas.
       Además, en su particular tocador, también había sitio incluso para cosmética solar: las raíces del Amni majus eran masticadas para proteger la piel del sol. Pero no sólo eso: si, por ejemplo, quería evitar la aparición de estrías durante el embarazo, utilizaba un aceite a base de una sustancia conocida como moringa aptera.
       Por último, no hay que olvidar la importancia que le daban al perfume. De hecho, la verdadera cuna del perfume fue Egipto. Al menos existe una coincidencia en situar los orígenes del mismo en la civilización de los faraones. Y como muestra, una leyenda, que afirma que la eterna seductora Cleopatra utilizaba perfumes para ganarse el corazón de los hombres.
       Egipto se convirtió en uno de los más grandes vendedores de perfumes de la Edad Antigua. Y no es sólo una leyenda, pues en algún bajorrelieve se han encontrado detalles de lo que pudo ser una destilería y en un manuscrito de la época se describe cómo Ramsés III ofreció 52 ánforas de perfume a la diosa Osiris. Las industrias cosméticas y los perfumistas más destacados eran egipcios.
       El empleo de ungüentos y de fragancias era imprescindible, por ejemplo, en el desarrollo de la liturgia. Antes de la dinastía de los faraones, todas las civilizaciones antiguas utilizaron el perfume obtenido por medio del humo del incienso, la mirra o de otras resinas o maderas para ofrecer a sus dioses, pero ningún pueblo, hasta aquel entonces, había utilizado tantos perfumes en sus fiestas sociales.
       Desde su nacimiento hasta su muerte, los egipcios eran acompañados por perfumes. Muchos de ellos estaban enterrados con jarras de perfumes, para que el aroma que desprendía acompañara el alma en su ascenso. La mirra, la menta, el incienso y el azafrán eran algunas de las sustancias empleadas por los egipcios para la elaboración de sus perfumes. ¿No le parece fascinante?

sábado, 27 de febrero de 2016

EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES

EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES


EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES



El Jardín de las Hespérides era el huerto de Hera en occidente, donde crecían en un solo árbol o una arboleda de manzanas doradas que otorgaban la inmortalidad.

La diosa Hera tenía en propiedad, según la mitología griega, un hermoso jardín que contaba con un arbol que daba manzanas de oro que proporcionaban la inmortalidad, regalo de bodas de la diosa Gea a Hera.

Las Hespérides eran las hijas de Atlas y de Hesperis, también conocidas como las Atlántides. Sus nombres eran Egle, Eritehia, Hesperia y Aretusa. Su misión era la de custodiar las manzanas de oro de las que se decía provenían las brillantes y hermosas luces de la puesta del sol.

El origen de estos dorados frutos proviene de Gaia, la Madre Tierra, quien las creó para celebrar la unión en matrimonio entre Hera y Zeus, los dioses del Olimpo. Su cuidado fue encomendado a las Hespérides y así se encargaban de anunciar el final del día con sus dorados rayos y el inicio de la noche de bodas. De hecho, los griegos consideraban la manzana como un símbolo del amor.

EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES
Estas diosas del ocaso eran criaturas juguetonas a quienes les encantaba cantar y tocar dulces y alegres melodías. Se decía que, al igual que las sirenas, atraían a los hombres con sus canciones y luego los enloquecían.

La famosa “manzana de la discordia” causante de la guerra de Troya, fue robada del Jardín de las Hespérides por Eris, diosa del conflicto, la lucha y, como no, la discordia.

EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES
El jardín, pronto se convirtió en algo muy valioso para Hera, tan valioso que ya no confiaba en las 3 ninfas para que cuidaran de él ya que además estaban desperdiciando sus manzanas.

Encargó otra custodia, el dragón Ladón de 100 cabezas, que enroscaba su cola al tronco y jamás dormía.

Hercules fué obligado por Euristeo a robar las manzanas del jardín de las Hespérides en el trabajo número 11 de los 12 que le encomendó.

Esta obediencia a Euristeo se debe a que la diosa Hera castigó a Heracles y le obligó a hacer los 10 trabajos que le encomendara Euristeo (que acabaron por ser 12).

El trabajo finalmente lo hizo el titán Atlas, quien decia saber donde encontrar el jardín y robar las manzanas a cambio de que Heracles sostuviera los cielos durante el tiempo que durara el trabajo.

EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES
Atlas consiguió matar a Ladón y robar las manzanas, pero no queria volver a cargar con el peso de los cielos sobre sus hombros.

Cuando volvió junto a Heracles fué engañado por este, diciendo que le aguantara los cielos un momento para que pudiera colocarse la capa sobre los hombros. Atlas accedió a la petición, y Heracles aprovechó para coger las manzanas y huir.

De las heridas de Ladón brotaban gotas de sangre, y cada una dió vida a un dragón. Estos arboles-dragón tienen un tronco muy grueso del cual surge de pronto un racimo de ramas retorcidas que recuerdan a las 100 cabezas de Ladón.

Tiempo después, la diosa Atenea, devolvió las manzanas al jardín de las Hespérides. 

La ubicación del Jardín de las Hespérides no está del todo claro. Algunos creen que estaba cerca del Monte Atlas. Otros lo sitúan en Arcadia, en Grecia. También dicen que son las mismísimas Islas Canarias y Madeira. El nombre de Atlántides nos recuerda a la mítica Atlántida…

Lugares similares al Jardín de las Hespérides aparecen en muchas culturas. La idea de un paraíso custodiado por bellas mujeres, dotadas de gran talento e inteligencia no es sólo cosa de los griegos. Es un mito universal.