domingo, 19 de abril de 2015

ANDRÉS ARGUIBEL Espía de la Revolución

ANDRÉS ARGUIBEL Espía de la Revolución

Héroe de la Independencia



Poco hemos oído hablar de Arguibel. Pero fue un hombre fundamental para afianzar la independencia nacional.

Solo una corta calle en las cañitas lo recuerda.

Andrés Arguibel y López Cossio fue el principal agente de las Provincias Unidas del Río de la Plata en España en las primeras dos décadas del movimiento emancipador y tuvo un papel fundamental tanto en suministrar a los patriotas información de carácter reservado sobre los planes y medidas de la monarquía, como en boicotear los proyectos destinados a la reconquista de Buenos Aires.

Arguibel nació en Buenos Aires el 30 de noviembre de 1773, único hijo varón de Felipe Filiberto de Arguibel,1 natural de Saint Jean de Luz, Labourd, Francia, y Andrea María López Cossio, natural de Buenos Aires.

Su padre era un importante comerciante de ultramar con buques en consignación, como la fragata Nuestra Señora del Buen Suceso. De orientación liberal, había sido miembro del partido contrario a los jesuitas ligado primero a Gaspar de Munive, Marqués de Valdelirios, en los sucesos que desembocarían en la Guerra Guaranítica y luego al Gobernador Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa quien sería el encargado de la expulsión de la Orden. Mantenía vínculos comerciales con Juan Antonio de Lezica y familiares con importantes familias de Buenos Aires, incluyendo la de los Ezcurra. En efecto, su hija Teodora Josefa, hermana mayor de Andrés, casó con Juan Ignacio de Ezcurra Ayerra. Una de sus hijas, María de la Encarnación de Ezcurra y Arguibel, casaría a su vez con Juan Manuel de Rosas.

Como era habitual en muchas familias ligadas al comercio de la metrópolis Andrés Arguibel debió dejar su hogar cercano al Fuerte para ser enviado a Cádiz con sólo 9 años a los efectos de recibir la educación básica y aprender oportunamente el comercio con América. Viajó junto con el joven hermano de Juan Antonio de Lezica, Tomás Antonio Lezica. Arguibel casó con una gaditana y para 1810 se había ya convertido en un exitoso comerciante de esa ciudad.

De ideas liberales, producida la revolución en Buenos Aires intentó volver a su tierra sin poder lograrlo, por lo que canalizó sus esfuerzos en Cádiz. Junto con otros americanos radicados en Andalucía, especialmente Tomás Antonio de Lezica (quien había retornado de su paso por Buenos Aires) y Juan de Lagosta, se comprometieron firmemente en la defensa del movimiento.

En la ciudad actuaban numerosas sociedades secretas, algunas netamente masónicas y otras muchas políticas de forma masónica: algunas de afrancesados, la mayor parte de liberales nacionales y unas pocas de americanos. Una de las principales era la Logia Integridad N° 7, adscripta al Gran Oriente de Sevilla, de la que fue maestro el general Francisco María Solano, marqués del Socorro, capitán general de Andalucía y gobernador civil y militar de Cádiz, superior del general José de San Martín.

Otra que reunió a numerosos americanos fue la Logia Caballeros Racionales N° 3 dirigida por Carlos María de Alvear hasta 1811, cuando lo reemplazó el sacerdoteRamón Eduardo de Anchoris. Eran también miembros entre otros José Matías Zapiola, Francisco de Gurruchaga, el general peruano José Rivadeneira y Tejadaque "habían tenido relación con la anteriormente citada de la "Gran Reunión Americana", y, a su vez, estaban en estrecho contacto con diversos "hermanos" bonaerenses, tales como Pueyrredón, Lezica y Rodríguez Peña".5 Más allá de algunas fórmulas masónicas, la sociedad era puramente operativa.
Agente de la revolución

Andrés Arguibel no era ajeno a esa actividad. Al llegar a Buenos Aires, Alvear, San Martín y Zapiola pusieron en contacto al gobierno con Arguibel, mientras que el regreso de su compañero Lezica facilitó la tarea.

El 5 de agosto de 1812 una nota de José Julián Pérez, miembro del Segundo Triunvirato le confiaba que "Ha llegado a entender este Gobierno con harto dolor" que el oficial Juan Bautista Azopardo, comandante de la primera escuadrilla de la revolución y derrotado en el Combate de San Nicolás del 2 de marzo de 1811 por Jacinto de Romarate había sido encarcelado en Cádiz, y le solicitaba a Arguibel que lo auxiliara en lo que estuviera a su alcance.

Cádiz era el punto de concentración de las fuerzas destinadas a América, lo que permitía a Arguibel tomar contacto con los oficiales españoles europeos liberales para influenciarlos o sobornarlos de manera de fomentar el descontento e impulsarlos a oponerse a las expediciones y por otro con los americanos, con el objeto de promover la causa y facilitarles el pase a América, como sucedería con el futuro general Tomás de Iriarte:

Una mañana mi asistente me anunció un señor que deseaba hablarme: entró y se dio a conocer: don Andrés Arguibel. Me dijo que eramos parientes y me ofreció su casa. Yo la frecuenté mucho, porque muy pronto me di a conocer con argumentos descubriéndole mis miras de servir bajo las banderas de mis paisanos, y este desahogo que tuve luego que supe que era patriota hizo que nos tratásemos con confianza. Arguibel tenía una hija, Dolores, de edad de 18 años. No era linda, pero si muy graciosa, dotada del garbo gaditano y, sobre todo, de una educación la mas cuidada. Había sido educada desde la edad de nueve años en un colegio de Inglaterra de donde estaba recién llegada. Joven llena de habilidades y tanto que ayudaba mucho al padre en su correspondencia mercantil. Sumamente amable, su trato me encantaba. Casó después con un condiscípulo del colegio de Segovia y tuvo una muerte prematura de resultas de su segundo parto. Iriarte, Tomás de, Memorias del General Iriarte, Compañía General Fabril Editora, 1962, Capítulo VIII, página 140.

Ligado a las sociedades secretas de Cádiz, Arguibel accedía a información política y militar de primer nivel, lo que le permitía mantener al gobierno de Buenos Aires al tanto de los acontecimientos hasta el punto que los realistas se asombraban de que en Buenos Aires o en Montevideo se conocieran con anticipación y clara certeza los sucesos de la península. En Buenos Aires los informes secretos llegados desde Cádiz o Gibraltar solían filtrarse al conocimiento general e incluso por razones de difusión (y de propaganda) se publicaban en ocasiones algunas noticias procurando no dar indicios de los autores.

La corona española realizó varios intentos expedicionarios para intentar recuperar sus colonias, especialmente el Río de la Plata. Pero también desde el primer momento los patriotas tomaron medidas para obstaculizar el proyecto, apoyándose en buena medida en la acción de las logias militares.
El Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón promovió tales acciones instruyendo en tal sentido a Arguibel y a Lezica y garantizando la rendición de los adelantos que hubieran sido precisos para subvertir el ejército:
"Emprendí por fin la obra de insurreccionar el mismo ejército que debia obrar nuestra ruina. D.Ambrosio Lezica, negociante de esta ciudad, fue encargado de dirigirse à su hermano D. Tomás, establecido en Cádiz, para iniciar sus relaciones con los gefes de aquel ejército...Los señores D. Tomás Lezica y D.Andrés Arguibel, naturales de Buenos Aires y establecidos con crédito en la plaza de Cádiz, fueron los agentes que llevaron á su término aquella riesgosa empresa. Fueron facultados para invertir las sumas de dinero que fuesen necesarias y autorizados para empeñar la responsabilidad del gobierno á todo lo que obrasen conducente al intento. La eficacia y destreza con que se manejaron apareció en el resultado. El ejército de la Isla de León se insurreccionó, la terrible espedicion que nos amenazaba se convirtió en daño del mismo que la formó y la República Argentina se vio por este medio libre y triunfante de sus enemigos. ¡Honor eterno a los nombres de Lezica y Arguibel entre los amigos de la libertad!"Juan Martín de Pueyrredón, Refutación a una atroz calumnia hecha con demasiada ligereza a un general de la República Argentina por Mr. Alejandro H. Everett, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en la Corte de España.
"Los agentes ocultos de las provincias americanas derramaban el oro para acrecer la repugnancia y el descontento de los militares, y el comercio gaditano y malagueño prodigaba también sus caudales para impulsar el cambio que deseaban." Adolfo de Castro, Historia de la ciudad y provincia de Cádiz desde 1814 hasta el día, Cádiz, 1859, página 30.

El 24 de junio Arguibel envió desde Gibraltar un informe destinado al Director Rondeau por intermedio de Ambrosio de Lezica donde aseguraba que la gran expedición de reconquista finalmente no se realizaría, que el ejército marcharía pronto sobre la Corte y que una de las primeras providencias del nuevo gobierno que se instalase sería suspender las hostilidades con los americanos pues así se había pactado de antemano. Aludía en ese sentido a cartas anteriores dirigidas a Pueyrredón y se aconsejaba exigir al futuro gobierno constitucional español el reconocimiento de la independencia como artículo preliminar a cualquier negociación.
Rondeau envió a través de Pablo Vázquez copia de la carta de Arguibel a Carlos María de Alvear, radicado entonces en Montevideo. La noticia de que "un agente del gobierno porteño en Gibraltar" informaba que la Expedición Grande finalmente no se realizaría se filtró hasta el espía español Juan Bautista de Arechaga quien consiguió obtener copia de la carta, que aparecía firmada con una "A". Tras nuevas averiguaciones pudo identificar al remitente, Andrés Arguibel.
Pronto Arechaga estuvo en condiciones de denunciar al conde de Casa Flórez, encargado de negocios español en la corte portuguesa, que "Arguibel era un revolucionario exaltadísimo y de gran talento y se hallaba empeñado en fomentar partido contra el rey y servir a los independientes, que había facilitado la fuga a Buenos Aires de Tomás Lezica y de un tal Salvadores y era íntimo amigo de un rico judío llamado Judah Benolier quien con el angloamericano MacCall servía al gobierno de Buenos Aires para distribuir la correspondencia destinada a Cádiz y Madrid."
No obstante los efectos del descubrimiento del nido de espías americano resultarían.

Arguibel debió tornar sin embargo definitivo su exilio en Gibraltar, con lo que terminó de perder su fortuna ya entonces muy disminuida por gestiones no siempre basadas en los fondos enviados desde Buenos Aires  no obstante lo cual continuó su labor.

Andrés Arguibel pudo volver a su ciudad natal en 1825. Murió pobre en Buenos Aires dejando a sus nietos, hijos de su finada hija única Dolores, en la orfandad.

Bibliografía[editar]
• Carranza, Ángel Justiniano, Campañas Navales de la República Argentina, Volumen IV (Notas Complementarias a Tomos 3 y 4, 2° Edición, Secretaria de Estado de Marina, Buenos Aires, 1962
• Cutolo, Vicente Osvaldo, Nuevo diccionario biográfico argentino, Editorial Elche, 1968.
• Alcalá Galiano, Antonio María, Apuntes para servir a la historia del origen y alzamiento del ejército destinado a Ultramar en 1 de enero de 1820
• De Castro, Adolfo, Historia de la ciudad y provincia de Cádiz desde 1814 hasta el día, Cádiz, 1859
• Pueyrredón, Juan Martín de, Refutacion a una atroz calumnia hecha con demasiada ligereza a un general de la Republica Argentina por Mr. Alejandro H. Everett, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en la Corte de España.
• Iriarte, Tomás de, Memorias del General Iriarte, Compañía General Fabril Editora, 1962
• Varela, Florencio, Escritos políticos, económicos y literarios, Impr. del Orden, 1859
• Roberts, Carlos, Las invasiones inglesas del Río de la Plata(1806-1807) y la influencia inglesa en la independencia y organización de las provincias del Río de la plata, Peuser, 1938.



sábado, 18 de abril de 2015

PESOS LEY 18.188

PESOS LEY 18.188


 Interesante artículo publicado en la ya desaparecida Revista Siete Días Ilustrados en el año 1970 para ilustrar como se vivió el primer cambio de moneda en la Argentina. Después nos fuimos acostumbrando, lamentablemente.



Ni la precaria publicidad (lanzada hace tan sólo 15 días), que trata de revelar los alcances de la ley (18.188) que reforma los valores monetarios argentinos, pudo evitar el desconcierto generado en todo el país a partir de esta semana. La invasión de monedas nuevas y la coexistencia de pesos viejos, pesos resellados y pesos nuevos, obliga a todo el mundo a enzarzarse en un complicado rompecabezas y a reacondicionar casi todos los rubros de la economía.
Amas de casa, comerciantes y grandes financistas, además de someterse a un ejercicio que parecía olvidado en los cuadernos de la escuela primaria (la reducción decimal), no cejan ahora de bucear en la escasa literatura explicativa que intenta descifrar los entuertos que florecen con la nueva medida monetaria. Poco se sabe en realidad, salvo que la tenencia de un departamento, un automóvil, un yate y joyas ya no darán a nadie patente de millonario.
La idea de quitarle dos ceros a las sumas que habitualmente recalaban en los bolsillos de los argentinos pertenece al ex ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena. Pergeñada a mediados de abril del año pasado, tenía un objetivo asegurar la estabilidad del peso lograda entonces. Después de los sucesos de Córdoba y Rosario (mayo y junio de 1969) insistentes rumores señalaban el naufragio de la política económica del entonces ministro Krieger y, por ende, ya se anunciaban las exequias del proyecto. El advenimiento del ministro José María Dagnino Pastore no modificó sin embargo el panorama. Y la Casa de Moneda (una veterana institución fundada en 1881) se abocó a la tarea de procrear los nuevos valores. Seis largos meses de trabajo consumaron la aparición de los nuevos billetes, que costaron al gobierno una suma aproximada a los 100 millones de pesos (de los viejos).
Para confeccionar los nuevos valores (de un peso, 5, 10. 50, 100, 500 y 1.000) se adquirió en Francia y en Inglaterra papel de fibra de lino. Son todos de igual tamaño y algunos tienen detalles pintorescos: los de 100, por ejemplo, llevan la firma de uno de los artistas que intervinieron en su confección: el griego Gianis Stines. Las monedas (de 1, 5, 10, 20 y 50 centavos) son a su vez de aluminio y magnesio.

EL PRECIO DE LA NOVEDAD

Para los comerciantes la novedad monetaria es sinónimo de gastos. A veces, como en el caso de los supermercados, la inversión que debieron hacer es importante. "El Solo hecho de remarcar los precios de los productos -afirmó Horacio Luna, 37, gerente de APSA. agencia publicitaria que tiene a su cargo las campañas de Gigante- nos significó una erogación de 5 millones de pesos. Pero el gasto mayor sobrevino en el cambio de fichaje de las cajas registradoras, unos 10 millones de pesos; y eso no es todo: nuestras campañas publicitarias se van a ver afectadas porque una disposición exige que se exhiban los precios con sus dos valores. Eso nos va a quitar espacio en los avisos gráficos y, por lo tanto, tendremos que sacrificar algunas ofertas".
Las tribulaciones del publicista Luna no son aisladas. Ricardo Anglés (34, contador adjunto de la vicepresidencia del First National City Bank, de Buenos Aires) tuvo que resolver otras cuestiones no menos intrincadas: "Solamente la adaptación de las máquinas sumadoras convencionales nos demandó un gasto de cuatro millones de pesos". Pero el mayor escollo que debieron superar los bancos fue el de stock de libretas de cheques impresas con el sello en pesos moneda nacional (m$n). "Por suerte, la Asociación de Bancos -señala Anglés- llegó a un acuerdo con el Banco Central y lo único que habrá que hacer es escribir, antes de la cantidad librada, la nomenclatura pesos ley 18.188; de no haberse decretado eso hubiéramos tenido que imprimir nuevas chequeras".
Lo que no pudieron evitar los bancos fue el entrenamiento de empleados y cajeros en el manejo de los tres tipos de moneda que coexistirán durante dos años. "Además - agrega Anglés- debimos adiestrar a un grupo de empleados que, por el tiempo necesario, procederán a dar todas las explicaciones pertinentes a los clientes más despistados. Pero no sólo eso: despachamos alrededor de 2.500 circulares a nuestros corresponsales de todo el mundo para que no olviden de escribir pesos ley 18.188 o new argentino peso cuando giren contra nuestro país; de lo contrario se producirían diferencias millonarias en las cantidades". Complementando estas medidas, el Banco City lanzó su propia campaña de esclarecimiento entre sus clientes, distribuyendo folletos explicativos que demandaron una inversión aproximada al millón de pesos.
Los directivos del Banco de Londres prefirieron, por su parte, una vía directa: distribuyeron facsímiles de los nuevos cheques entre sus clientes y modificaron el código de su computadora para "acostumbrar su memoria" a los centavos.
Al margen de las complicaciones semidomésticas, la reforma de la moneda ha ganado férreos defensores y mordaces detractores
Ricardo Díaz Herrera (44, responsable de la Gerencia de Investigaciones Económicas del Banco de Londres) no duda en arriesgar: "La disposición es el producto de una economía en desarrollo, que persigue el efecto psicológico de educar a la gente en la valoración de! dinero. Se volverán a ahorrar los centavos, como antes, y de esta manera los pesos van a venir solos; e! dólar se irá a 3,50 y entonces habrá pocas monedas que estén por encima de la nuestra. El peso fuerte estará respaldado por el sacrificio que se ha hecho en materia de estabilidad monetaria; y por si ello fuera poco, el cambio se establece en momentos en que la tasa inflacionaria es casi similar a las de los países desarrollados". La teorización de Díaz Herrera no exime el humor: "Además -ironizó-, ya no habrá millonarios en moneda nacional sino milenarios en pesos argentinos".
Con algunas diferencias y menos jocoso, el doctor, Juan Carlos Bustos Angeloz (43, gerente de la División Servicios Bancarios Personales del City Bank) analizó: "La medida surgió con el objeto de afianzar la estabilidad que el país venía buscando. Con este cambio se trata de que la gente valore el dinero hasta que nazca, espontáneamente, un movimiento en defensa del signo monetario. Todos discutiremos hasta el último centavo, pero se producirá un énfasis sobre el ahorro que perjudicará el consumo. Por eso temo que el redondeo de tos precios en los productos de primera necesidad encarezcan indebidamente la canasta familiar",
No tan complaciente, el taxista Juan Caries Alfiero (53) trepidó: "Ahora no solo tengo que llevar encima un monedero sino que voy a pasarme el día haciendo cuentas. Por suerte no se le ocurrió a nadie cambiamos el fichaje del reloj, porque en ese caso también hubiera tenido que gastarme unos 10 mil pesos en arreglos".
Para un ex ministro de Economía del gobierno peronista, Antonio Cafiero (46), la reforma monetaria adolece de serias fallas: "La medida -descerrajó- fue lucubrada durante la administración de Krieger, cuando los síntomas de estabilidad parecían firmes; luego se comprobó que esa estabilidad era ficticia y éste es el resultado: el gobierno busca lograr un efecto psicológico tendiente a prolongar las expectativas de los argentinos. Desde ya puedo decir que la reforma de la moneda no traerá apareada ninguna mejora económica. Además, advierto un serio peligro: si lo que se quiere es acentuar la estabilidad monetaria externa, reflotando el mito de la paridad del peso argentino con el dólar, lo que se logrará es revertir ese intento en una suma de sacrificios en función del mito, postergándose así las auténticas posibilidades del desarrollo nacional".
Ajenos a tanta polémica, a un hecho económico que tiene antecedentes internacionales (antes que la Argentina, Francia quitó dos ceros a su signo monetario; Brasil y Chile, tres), los billetes nuevos ya sobrevuelan sus paisajes de Llao-Llao, el puerto de Ushuaia y cataratas del Iguazú (impresas en el anverso de los papeles) por todo el país.
Egidio lannella (48, presidente del Banco Central) no disimula su satisfacción: "Produciremos un movimiento que defenderá la unidad monetaria buscando los mejores precios en los productos. La reforma no es sino una lucha a muerte contra los que aumentan los precios". No parece descabellado, entonces, suponer que la nueva moneda logre un mayor respeto por el dinero, una "mentalidad monetaria" (como la llaman los expertos) distinta: "tal vez -como sugiere lannella- los argentinos controlen sus gastos, reduzcan lo superfluo".
Por supuesto, estas restricciones que se anuncian sólo se corroborarán con el tiempo. El cambio de la moneda será gradual, ya que hasta 1973 circularán a la vez la antigua y la nueva. "Mientras et Banco Central -enseña lannella- agote sus existencias, poniendo el sello que otorgue al billete el valor que le fija la ley 18.188, la gente se irá familiarizando con el cambio". Por ahora la aritmética se ha vuelto una forzada inquietud de los argentinos. "La culpa es nuestra -reconoce el presidente del Banco Central-, debimos haber orquestado una mejor campaña publicitaria que explicara los alcances de la ley".



viernes, 17 de abril de 2015

COMO ERA BUENOS AIRES EN MAYO DE 1810

BUENOS AIRES EN MAYO DE 1810


Las casa de los vecinos más importantes de la ciudad  vivían cerca de la Plaza Mayor (la actual Plaza de Mayo), con preferencia al lado sur del fuerte.. Las casas eran generalmente de una planta, con techos de tejas o azoteas. Frente a la plaza se levantaban casas de dos pisos, conocidas popularmente como los "Altos" (por ejemplo, los Altos de Escalada). Las casas más modestas eran de adobe; las más ostentosas, de piedra o ladrillo, blanqueadas a la cal; todas con escasa participación de madera en su construcción, con fuerte rejas de barrotes de hierros verticales ("un londinense creería encontrarse delante de una cárcel" describió un viajero en 1820). Las paredes medianeras eran lo suficientemente bajas como para que se pudiera recorrer toda la cuadra por los techos de las casas. 


"Las casas, aunque en general sólidamente construidas, estaban muy lejos de ser confortables. Por muchos años se edificó en barro, siendo relativamente moderno el uso de la mezcla de cal; muchos revoques se hacían también con barro. En las paredes sólo se empleaba el blanqueo, tanto al exterior como interiormente; la pintura al óleo y el empapelado casi no se conocían, y menos el cielo-raso; los pisos eran generalmente de ladrillo, denominados de piso" recuerda José Wilde en su libro Buenos Aires desde 70 años atrás.


"Las puertas exteriores son de materiales fuertes, y como los topes de las casas son chatos y se comunican y todas tienen parapetos altos, parecen haber tenido origen en un plan para servir como barreras yuxtapuestas contra los ataques repentinos de sus salvajes vecinos de las Pampas, que en tiempos pasados se precipitaban sobre los habitantes, sin ninguna prevención" señaló el capitán Alexander Gillespie. Buenos Aires visto por viajeros ingleses 

"...por feas que ellas fuesen, prestaron aquellas rejas, en más de un sentido, buenos servicios; entre otros, el de poder dormir, como era muy común en aquellos años, con las ventanas abiertas en tiempo de verano" advierte Wilde "si bien es cierto que ni aún con rejas podían los amantes del aire fresco, verse libres de la astucia de los cacos. (...) armábanse de una larga caña, con un gancho o anzuelo en un extremo, que introducían por la reja, y con la mayor destreza, sustraían las ropas sin ser sentidos. No pocas veces, sin embargo, se han despertado los pacíficos habitantes a tiempo para ver salir balanceándose su reloj con cadena o su pantalón, en la punta de una caña".

Copiando el estilo de las casa del sur español, las casas poseían patios interiores cuadrados con un pozo ornamental en el centro. "Casi todas las casas tienen un jardín delante y otro detrás; y todos los que se lo pueden permitir tienen balcones con toldos y rejas, adornados con las más hermosas flores y arbustos que produce el mundo" apunta John Fairburn. Rosas, gardenias, jazmines, camelias y una multitud de enredaderas, eran las preferidas. "La ciudad presenta un aspecto bastante agradable por la profusión de jardines y árboles que forman contraste con la blancura de las casas (..) construidas unas en cal, otras en ladrillos y otras en piedra" .

sábado, 11 de abril de 2015

PROYECTO DE CONSTITUCION NACIONAL DE BELGRANO

PROYECTO DE CONSTITUCION NACIONAL DE BELGRANO

NUESTRO GRAN PROCER LO DENOMINÓ “Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma de los 30 Pueblos de las Misiones”

Belgrano lo redactó el 30 de diciembre de 1810 en el campamento de Tacuarí, durante su expedición al Paraguay, donde fuera enviado tras la Revolución de Mayo.

Fue el primer proyecto constitucional del Río de la Plata

Este Reglamento será incorporado por Juan Bautista Alberdi en 1853 como una de las bases de la Constitución Nacional.

Fuente: Senado de la Nación. Biblioteca de Mayo, Guerra de la Independencia, Buenos Aires, 1963, Tomo XIV, págs. 12482-12483.
REGLAMENTO PARA EL RÉGIMEN POLÍTICO Y ADMINISTRATIVO Y REFORMA DE LOS 30 PUEBLOS DE LAS MISIONES
A consecuencia de la proclama que expedí para hacer saber a los naturales de los pueblos de Misiones, que venía a restituirlos a sus derechos de libertad, propiedad y seguridad de que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente para las rapiñas de los que han gobernado, como está de manifiesto hasta la evidencia, no hallándose una sola familia que pueda decir: "estos son los bienes que he heredado de mis mayores"; y cumpliendo con las intenciones de la Excelentísima Junta de las Provincias del Río de la Plata, y a virtud de las altas facultades que como a su vocal representante me ha conferdo, he venido en determinar los siguientes artículos, con que acredito que mis palabras, que no son otras que la de Su Excelencia, no son las del engaño, ni alucinamiento, con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados naturales bajo el yugo del fierro, tratándolos peor que a las bestias de carga, hasta llevarlos al sepulcro entre los horrores de la miseria e infelicidad, que yo mismo estoy palpando con ver su desnudez, sus lívidos aspectos, y los ningunos recursos que les han de dejado para subsistir:
1º Todos los naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades, y podrán disponer de ellas como mejor les acomode, como no sea atentando contra sus semejantes.
2º Desde hoy los liberto del tributo; y a todos los Treinta Pueblos, y sus respectivas jurisdicciones los exceptúo de todo impuesto por el espacio de diez años.
3º Concedo un comercio franco y libre de todas sus producciones, incluso la del tabaco con el resto de las Provincias del Río de la Plata.
4º Respecto a haberse declarado en todo iguales a los españo­les que hemos tenido la gloria de nacer en el suelo de América, les habilito para todos los empleos civiles, militares, y eclesiásticos, debiendo recaer en ellos, como en nosotros los empleados del gobierno, milicia, y administración de sus pueblos.
5º Estos se delinearán a los vientos N.E., S.O. y N.O. y S.E.. formando cuadras de a cien varas de largo, veinte de ancho, que se repartirán en tres Suertes cada una con el fondo de cincuenta varas.
6º Deberán construir sus casas en ellas todos los que tengan poblaciones en la campaña, sean naturales o españoles y tanto unos como otros podrán obtener los empleos de la República.
7º A los naturales se les dará gratuitamente las propiedades de las suertes de tierra que se les señalen que en el pueblo será de un tercio de cuadra, y en la campaña según las leguas y calidad de tierra que tuviere cada pueblo su suerte, que no haya de pasar de legua y media de frente y dos de fondo.
8º A los españoles se les venderá la suerte que desearen en el pueblo después de acomodados los naturales, e igualmente en la campaña por precios moderados, para formar un fondo, con que atender a los objetos que adelante se dirá.
9º Ningún pueblo tendrá más de siete cuadras de largo, y otras tantas de ancho, y se les señalará por campo común dos leguas cuadradas, que podrán dividirse en suertes de a dos cuadras, que se han de arrendar a precios muy moderados, que han de servir, para el fondo antedicho, con destino a huertas, u otros sembrados que más se les acomodase y también para que en lo sucesivo sirvan para propios de cada pueblo.
10º Al Cabildo de cada pueblo se les ha de dar una cuadra que tenga frente a la Plaza Mayor, que de ningún modo podrá enajenar, ni vender y sólo edificar para con los alquileres atender a los objetos de su instituto.
11º Para la Iglesia se han de señalar dos suertes de tierra en el frente de la cuadra del Cabildo, y como todos o los más de ellos tienen un templo ya formados podrán éstos servir de guía, pera la delineación de los pueblos aunque no sean tan exactamente a los vientos, que dejo determinados.
12º Los cementerios se han de colocar fuera de los pueblos, señalándose en el ejido una cuadra para este objeto, que haya de cercarse, y cubrirse con árboles, como los tienen en casi todos los pueblos, desterrando la absurda costumbre que prohíbo absoluta­mente de enterrarse en la iglesia.
13º El fondo que se ha de formar según los artículos 8º y 9º no ha de tener otro objeto que el establecimiento de escuelas de primeras letras, artes y oficios, y se han de administrar sus productos después de afincar los principales, como dispusiese la Excelentísima Junta, o el Congreso de la Nación por los cabildos de los respectivos pueblos, siendo responsables de mancomún, e insolidum los individuos que los compongan, sin que en ello puedan tener otra intervención los gobernantes, que la de mejor cumplimiento de esta disposición, dando parte de su falta, para determinar al Superior Gobierno.
14º Como el robo había arreglado los pesos y medidas, para sacrificar más y más a los infelices naturales señalando 12 onzas a la libra, y así en lo demás, mando que se guarden los mismos pesos y medidas que en la Gran Capital de Buenos Aires hasta que el Superior Gobierno determine en el particular lo que tuviere conveniente encargando a los corregidores y Cabildos que celen el cumplimiento de éste artículo, imponiendo la pérdida de sus bienes y extrañamiento de la jurisdicción a los que contravinieren a él, aplicando aquellos a beneficio del fondo para escuelas.
15º Respecto a que los curas satisface el erario el sínodo conveniente, y en lo sucesivo pagarán por el espacio de diez años de otros ramos; que es el espacio que he señalado, para que estos pueblos no sufran gabela, ni derecho de ninguna especie, no podrán llevar ­derecho de bautismo ni entierro y por consiguiente les exceptúo dé pagar cuartas a los obispos de las respectivas diócesis.
16º Cesan desde hoy en sus funciones todos los mayordomos de los pueblos y dejo al cargo de los corregidores, Cabildos, la administración de lo que haya existente, y el cuidado del cobro de arrendamiento de tierras, hasta que esté verificado el arreglo, debiéndose conservar los productos de harca de tres llaves, que han de tener el corregidor, el alcalde de primer voto, y el síndico procurador, hasta que se le dé el destino conveniente que no ha de ser otro que el fondo citado para escuelas.
17º Respecto a que las tierras de los pueblos están intercaladas, se hará una masa común de ellas, y se repartirán a prorrata entre todos los pueblos; para que unos a los otros puedan darse la mano, y formar una provincia respetable de las del Río de la Plata.
18º En atención a que nada se haría con repartir tierra a los naturales si no se les hacían anticipaciones así de instrumentos para la agricultura como de ganados para el fomento de las crías, ocurriré a la Excelentísima Junta para que se abra una suscripción para el primer objeto, y conceda los diezmos de la cuatropea de los partidos de Entre Ríos para el segundo; quedando en aplicar algunos fondos de los insurgentes, que permanecieron renitentes en contra de la causa de la Patria a objetos de tanta importancia; y que tal vez son habidos del sudor y sangre de los mismos naturales.
19º Aunque no es mi ánimo desterrar el idioma nativo de éstos pueblos; pero como es preciso que sea fácil una comunicación para el mejor orden, prevengo que la mayor parte de los Cabildos se ha de componer de individuos que hablen el castellano y particularmente el corregidor, el alcalde de primer voto, el síndico procurador y un secretario que haya de extender las actas en lengua castellana.
20º La administración de Justicia queda al cargo del corregidor y alcaldes conforme por ahora a la legislación que nos gobierna, concediendo las apelaciones para ante el gobernador de los Treinta Pueblos, y de éste para ante el Superior Gobierno de la Provincia en todo lo concerniente a gobierno y a la Real Audiencia en lo contencioso.
21 El Corregidor será el presidente del Cabildo, pero con un voto solamente, y entenderá en todo lo político siempre con dependencia del gobernador de los Treinta Pueblos.
22º delegaciones, que han de recaer en hijos del país para la mejor expedición de los negocios, que se encarguen por el gobernador, los que han de tener sueldo por la real hacienda, hasta tanto que el superior gobierno resuelva lo conveniente.
23º En cada capital de departamento se ha de reunir un individuo de cada pueblo que lo compone con todos los poderes para elegir un diputado que haya de asistir al Congreso Nacional, bien entendido que ha de tener las cualidades de probidad y buena conducta, ha de saber hablar el castellano; y que será mantenido por la Real Hacienda en atención al miserable estado en que se hallan los pueblos.
24º Para disfrutar la seguridad así interior como exteriormente se hace indispensable que se levante un cuerpo de milicias, que se titulará Milicia Patriótica de Misiones, en que indistintamente serán oficiales así los naturales como los españoles que vinieren a vivir en los pueblos, siempre que su conducta y circunstancias los hagan acreedores a tan alta distinción; en la inteligencia que ya estos cargos tan honrosos no se deban al favor ni se prostituyen, como hacían los déspotas del antiguo gobierno.
25º Este cuerpo será una legión completa de Infantería y Caballería que se irá disponiendo por el gobernador de los pueblos como igualmente que el cuerpo de Artillería, con los conocimientos que se adquieran de la población; y estarán obligados a servir en ella según el arma a que se les destina desde la edad de dieciocho años hasta los cuarenta y cinco, bien entendido es que su objeto es defender la patria, la religión y sus propiedades; y que siempre que se hallen en actual servicio se les ha de abonar a razón de diez pesos al mes al soldado y en proporción a los cabos, sargentos y oficiales.
26º Su uniforme para la infantería es el de los Patricios de Buenos Aires, sin más distinción que un escudo blanco en el brazo derecho, con esta cifra "M. E de Misiones" [Ilustre Pueblo de Misiones], y para la caballería el mismo con igual escudo y cifra; pero con la distinción de que llevarán casacas cortas, y vuelta azul.
27º Hallándome cerciorado de los excesos horrorosos que se cometen por los beneficiadores de la hierba no sólo talando los árboles que la traen sino también con los Naturales de cuyo trabajo se aprovechan sin pagárselos y además hacen padecer con castigos escandalosos, constituyéndose jueces en causa propia, prohíbo que se pueda cortar árbol alguno de la hierba so la pena de diez pesos por cada uno que se cortare, a beneficio la mitad del denunciante y para el fondo de la escuela la otra.
28° Todos los conchabos con los naturales se han de contratar ante el corregidor o alcalde del pueblo donde se celebren y se han de pagar en tabla y mano en dinero efectivo, o en efectos si el natural quisiera con un diez por ciento de utilidad deducido el principal y gastos que se tengan desde su compra en la inteligencia de que no ejecutándose así, serán los beneficiadores de hierba multados por la primera vez en diez pesos, por la segunda en con quinientos y por la tercera embargados sus bienes y desterrados, destinando aquellos valores por la mitad al delator y fondo de la escuela.
29º No se les será permitido imponer ningún castigo a los naturales, como me consta lo han ejecutado con la mayor iniquidad, pues si tuvieren de que quejarse ocurrirán a los jueces para que se les administre justicia, so la pena que si continuaren en tan abominable conducta, y levantaren el palo para cualquier natural serán privados de todos sus bienes, que se han de aplicar en la forma arriba descrita, y si usaren el azote, serán penados hasta el último suplicio.
30° Para que estas disposiciones tengan todo su efecto, reservándome por ahora el nombramiento de sujetos que hayan de encargarse de la ejecución de varias de ellas, y lleguen a noticia de todos los pueblos, mando que se saquen copias para dirigir al gobernador Don Tomás de Rocamora y a todos los Cabildos para que se publiquen en el primer día festivo, explicándose por los padres curas antes del ofertorio y notoriándose por las respectivas jurisdicciones de los predichos pueblos hasta los que vivan más remotos de ellos: remítase igualmente copia a la Excelentísima Junta Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata para su aprobación, y archívense en los cabildos los originales para el gobierno de ellos, y celo de su cumplimiento.
Hecho en el Campamento del Tacuarí a treinta de diciembre de mil ochocientos diez.
Manuel Belgrano.


viernes, 10 de abril de 2015

BELGRANO FOMENTÓ LA PRIMERA EMPRESA DE SEGUROS DE BUENOS AIRES

BELGRANO FOMENTÓ LA PRIMERA EMPRESA DE SEGUROS DE BUENOS AIRES


Belgrano en 1796 se encontraba al frente de la Secretaría del Consulado de Buenos Aires.

Había realizado sus estudios de derecho en España desde 1786 hasta 1792
en la Universidad de Salamanca, en plena época de la evolución de las ideas
económicas en Europa, habiendo tenido contacto personal con Jovellanos,
Campomanes, Gardoqui y otros importantes economistas, que tuvieron ingerencia en todos los temas relacionados a los seguros. Más precisamente, con el primero de los mencionados, el cual el 20 de septiembre de 1789 pronunció su célebre discurso para el establecimiento de una Compañía Nacional de Seguros.

En la memoria del Consulado del 15 de junio de 1796, titulada “Medios generales
de fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio de un país
agricultor”, Belgrano manifiesta su opinión sobre la necesidad de crear una escuela
de comercio y establecer una compañía de seguros terrestres y marítimos. En el
primer documento histórico de propuesta de seguros conocido y para el Virreynato
del Río de la Plata, textualmente se sostenía: “Otro de los medios de proteger el
comercio es establecer una compañía de seguros, tanto para el comercio marítimo
como el terrestre; sus utilidades son bien conocidas, tanto a los aseguradores como a los asegurados, y deberían empeñarse en semejante compañía al principio, todos aquellos hombres pudientes de esta Capital y demás ciudades del Virreynato, a fin que desde sus principios tuviese grandes fondos, dispensándole este cuerpo toda protección posible”.

Es importante señalar que en su propuesta Belgrano se alejaba del viejo molde de
otros países donde el seguro se inició sobre la parte marítima, para después
expandirse a otros riesgos, por lo que la misma resultaba totalmente novedosa.

A dos meses de leída la precitada memoria un importante comerciante local, Don
Julián del Molino Torres tomaba la iniciativa de crear la primera compañía de
seguros, dirigiendo a tal efecto a otros hacendados y comerciantes locales una
propuesta para la conformación de la misma, fundamentándose en la necesidad de
evitar la salida de capitales hacia España y la concreta posibilidad de percibir las
indemnizaciones en forma rápida, al no tener que esperar su envío desde España.
Teniendo en cuenta las invocaciones y fundamentos patrióticos de la propuesta
realizada por Molino Torres, es correcto interpretar que la misma no se dirigía a las entidades o capitales españoles, sino a los locales que se veían afectados cuando no impedidos de contratarlos.

Como curiosidad se puede destacar que en el artículo XVI de los Estatutos de la
nueva aseguradora a crearse textualmente decía “...deberá otorgar sus pólizas de
los seguros que hiciera, en términos claros y significativos, sin dexar lugar, a
interpretaciones cavilosas...”. Una circunstancia que a doscientos años aún perdura y es conflicto de debate.

La propuesta fue aceptada según nueva comunicación cursada a los que
manifestaron interés con fecha 3 de noviembre de 1796 por Molino Torres, quedando el 7 de noviembre de 1796 constituida finalmente la primera empresa de seguros bajo el nombre de “La Confianza”, conformada bajo la estructura similar de aseguradoras europeas, con un capital de 400.000 pesos fuertes (400 acciones de 1.000 pesos fuertes cada una) y con una duración de cinco años, fecha esta última a partir de la cual se distribuirían las utilidades.

La aseguradora operó con normalidad según se desprende de los documentos de
las juntas de accionistas hasta el año 1802 sin poderse llegar a determinar su

continuidad o finalización por cuanto no existe documento alguno que así lo acredite.

jueves, 9 de abril de 2015

GENERAL JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA: SOLDADO DE SAN MARTÍN

GENERAL JOSÉ MATÍAS ZAPIOLA: SOLDADO DE SAN MARTÍN

Héroe de la Independencia, comandante de los granaderos a caballo en la batalla de Chacabuco. 



José Matías Zapiola era hijo de Manuel Joaquín de Zapiola, oficial de marina español que acompañó la expedición de Pedro de Ceballos al Río de la Plata y de María Encarnación de Lezica y Alquiza. Fue enviado a España para instruirse en la marina española; egresó de la Escuela Naval en 1796 y le asignaron tareas navales. Hacia 1805 lo destinaron a la guarnición naval de Montevideo, y de allí pasó a Buenos Aires, donde luchó en 1807 en la defensa contra las invasiones inglesas.

En 1810 era jefe del Puerto de Buenos Aires; apoyó la Revolución de Mayo y fue dado de baja de la Armada Española. De regreso en Montevideo, fue arrestado y enviado de regreso a España. Al llegar a Cádiz se unió a la logia de esa ciudad y acompañó a José de San Martín y Carlos María de Alvear a Londres. De allí regresó a Buenos Aires en la fragata "George Canning"; cuando llegaron, en 1812, Zapiola se presentó, de inmediato junto con ellos, ante la Primera Junta

También colaboró para establecer la Logia Lautaro, de la cual fue el primer secretario. Él junto con San Martin, Mier, Villa Urrutia y Chilavert fueron mensionados hermanos fundadores de esta logia. Ayudó a San Martín a formar el Regimiento de Granaderos a Caballo, y fue el jefe del primer batallón de esta unidad.

En 1814 pasó al sitio de Montevideo, a órdenes de Alvear, y participó en la última etapa de este, hasta la caída de la ciudad. Tras esto, quedó como segundo jefe de la guarnición en esa ciudad; al año siguiente hizo, con Manuel Dorrego, una campaña contra Artigas. No llegó a tiempo a salvar a Dorrego de la derrota de Guayabos, que significó la pérdida de la Banda Oriental para el Directorio.


Quedó al mando del Regimiento de Granaderos y lo llevó a Mendoza, con lo cual reforzó el Ejército de los Andes. Cruzó la cordillera con San Martín, y peleó en Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. En esta última batalla tuvo una actuación descollante, dirigiendo la mitad de la caballería patriota. Fue el comandante de la 2da campaña del sur de Chile, después de Marcos Balcarce, y tomó la ciudad de Chillán por asalto. Fue ascendido a general.

En junio de 1819 regresó a Buenos Aires y se reincorporó a la marina. Después de la muerte de su anterior jefe, Ángel Hubac, fue el comandante de la escuadra fluvial de Buenos Aires, y participó de la guerra contra Santa Fe y Entre Ríos, en los años 1820 y 1821.
Pidió y obtuvo la baja de la marina en 1822, y se convirtió en estanciero gracias a la enfiteusis ideada por el ministro Bernardino Rivadavia. Organizó la flota que serviría en la Guerra del Brasil, pero no llegó a embarcarse; le pasó el mando a Guillermo Brown.

Después de la revolución de Juan Lavalle en 1828, fue jefe del Departamento de Marina, pero en 1829, al final de su gobierno, se retiró de la vida pública para dedicarse a las actividades rurales; permaneció en esta situación hasta después de la caída de Rosas en Caseros en 1852. Ese año regresó al servicio activo como comandante de marina y fue ministro de Guerra y de Marina en el gabinete del gobernador Valentín Alsina de Buenos Aires. No intentó resistir el bloqueo impuesto por Justo José de Urquiza a la ciudad a principios de 1853, que finalmente terminó con una victoria, resultado de un soborno masivo.

Permaneció en distintos cargos públicos hasta la derrota de Cepeda y la renuncia de Alsina, y se retiró definitivamente en 1859. Bartolomé Mitre lo entrevistó muchas veces para lograr datos de primera mano respecto de la historia de la campaña de Chile y de la vida de San Martín. En especial — gracias a haber alcanzado una edad avanzada — fue el único testigo que dejó datos precisos sobre la Logia Lautaro, sus miembros y sus intenciones.


Murió en junio de 1874 en Buenos Aires.

miércoles, 8 de abril de 2015

MARIANO NECOCHEA: SOLDADO DE SAN MARTIN Y DE BOLIVAR.

MARIANO NECOCHEA: SOLDADO DE SAN MARTIN Y DE BOLIVAR

PROCER DE ARGENTINA Y DE PERU


Mariano Necochea nació en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1792, hijo padres españoles, del rico vasco navarro Casimiro Francisco Necochea y de María Mercedes porteña. En 1802, fue enviado a Sevilla, donde estudió matemáticas, humanidades e idiomas a Sevilla. Regresó a Buenos Aires en 1809, a la muerte de su padre, para hacerse cargo de los negocios de éste. Salió rumbo a Buenos Aires el 14 de noviembre de 1809 y llegó a su tierra en vísperas de la Revolución de Mayo.
No participó en la Revolución de Mayo, y se mantuvo ligado al comercio exterior.
En 1812, sorpresivamente se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo que acababa de fundar el coronel José de San Martín con el grado de alférez. El 24 de abril de 1812,  el 24 de septiembre del mismo año fue promovido a teniente. Participó en la batalla de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, y por su actuación mereció ser ascendido a ayudante mayor.     Dada su cultura refinada, su jefe le encargó redactar el parte oficial de la victoria.

Se hallaba en Santa Fé, con una compañía de granaderos, cuando recibió la orden que debía marchar con destino a Tucumán para incorporarse al regimiento, ya que San Martín había sido designado jefe del Ejército del Norte.
Luego fue destacado para prestar servicios en la vanguardia de las tropas que debían apoyar los restos del ejército de Belgrano a las órdenes del general Rondeau. Marchó  más tarde hacia el norte destacándose por su coraje en el encuentro del Tejar, el 26 de enero de 1815, donde se salvó de caer prisionero por la desmesura de su arrojo.
Así describe Yaben el hecho: “El jefe de vanguardia de las fuerzas del Alto Perú, Cnl D Martín Rodríguez fue sorprendido por una división española y capturado con su fuerza en el Tejar; cuando se realizó la sorpresa, el capitán Necochea resistió en un corral de piedra con 25 granaderos, mas al ver la inutilidad de sus esfuerzos, monta su caballo en pelo y como un rayo se lanza sobre la caballería enemiga, partiendo en dos la cabeza de un bravo soldado que intenta detenerlo y esgrimiendo siempre su ensangrentado sable, se abre paso a través de las tropas realistas, siendo el único que escapa de aquella sorpresa, gracias a su arrojo temerario”.
Estuvo en Venta y Media y Sipe Sipe, donde  luego de un brillante desempeño, fue herido durante la retirada del ejército sucedida la derrota, y estuvo a punto de ser víctima de los lugareños prorrealistas siendo salvado por el Cnl Hilarión de la Quintana.

Tras esa campaña en el Alto Perú, se trasladó a Mendoza para integrar las fuerzas que preparaba San Martín en el campamento del Plumerillo.
Tenía el grado de sargento mayor cuando comenzó la campaña a Chile. En el cruce de los Andes formó la vanguardia de la columna al mando de O’Higgins y tuvo los primeros encuentros con los realistas.
Se distinguió en la batalla de Chacabuco, y en el parte que San Martín envió al gobierno señaló que el comandante Necochea, con su 4to Escuadrón y su escolta cayó por la derecha haciéndoles un estrago terrible.
Fue enviado más tarde al sur de Chile, concurriendo al asalto de la plaza de Talcahuano, el 6 de diciembre de 1817, estuvo en Cancha Rayada y en la batalla de Maipú, donde recibió una herida de importancia en la mano derecha.
Por su actuación en 1818 fue promovido a coronel graduado, obteniendo también la condecoración de la “Orden del Mérito” de Chile. Continuó con San Martín la campaña del Perú, participando en la ocupación de Lima y del Callao, obteniendo el grado de general de brigada en 1821.
Retirado San Martín después de la entrevista de Guayaquil, continuó prestando sus servicios a las órdenes de Bolívar, quien en febrero de 1824, lo designó gobernador de Lima, labor en la que tuvo como secretario general de gobierno a Tomás Guido.
Participó en muchas acciones de guerra, y acreditó en todas partes su arrojo temerario.
En la batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824 cayó en poder de los españoles con siete heridas de lanza siendo rescatado por Manuel Isidro Suárez, quien decidió la batalla con una oportuna carga de los escuadrones que mandaba. Bolívar hizo constar en el parte su heroísmo, con las siguientes palabras: “Necochea se arrojó a las filas enemigas con una impetuosidad heroica” recomendándolo a “la admiración de América”, por lo que fue ascendido a general de división.
Repuesto de sus heridas, luego de Ayacucho, Bolívar le encomendó la dirección de la Casa de Moneda de Lima pero en 1826 fue detenido bajo el cargo de conspirar contra el Libertador  de la Gran Colombia sin que se le probara cargo alguno. Agraviado, decidió abandonar el Perú no sin antes devolver los despachos de general y algunos valores que poseía.
Al regresar a Buenos Aires, le sorprendió la noticia de la guerra del Brasil designándolo Rivadavia jefe de las fuerzas de reserva reunidas en la Capital, además de ser designado coronel del Cuerpo de Voluntarios denominado “Húsares defensores del honor nacional”, el 20 de diciembre de 1826. Pidió ser enviado al frente de operaciones, pero al no lograrlo regresó al Perú.
A raíz de haber roto Perú relaciones con Colombia, volvió a Buenos Aires, donde solicitó un puesto en el Ejército  de Operaciones, pero el gobierno se contentó con dárselo en la frontera sur, destino que declinó.
Fue sancionado por el gobernador Manuel Dorrego por pretender volcar una elección en favor de los unitarios, votando con todo su regimiento. No obstante, algunos autores citan el episodio como la intervención de Necochea en contra de un oficial partidario de Dorrego, que pretendía hacer votar a sus soldados en su favor.
Apoyó a Juan Lavalle en la revolución de diciembre de 1828, pero no tomó parte en la guerra civil que siguió. Abandonó Buenos Aires a fines del año siguiente, poco después de la caída de Lavalle.
En 1829 regresó al Perú, fue deportado a Bolivia y en 1831, retornó una vez más allí en virtud de una ley de amnistía, a cuyo beneficios se acogió. Volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda. 
Al estallar la guerra civil en 1831, el gobierno le dió el mando del ejército y en ese carácter, marchó sobre la capital donde se encontraba el presidente Obregoso. En 1834 se le confirió la más alta distinción peruana, el grado de gran mariscal.
Víctima por tercera vez de la proscripción, se vió obligado a refugiarse en Chile. Allí pasó serias necesidades y sufrimientos hasta que en el Perú fue repuesto en sus grados y honores, y volvió a ocupar la dirección de la Casa de Moneda.
Desde fines de 1845, los padecimientos de Necochea, ocasionados por una grave enfermedad pulmonar, como consecuencia de las heridas recibidas en Junín, fueron permanentes. Sanchez Zinny afirmó que el lanzazo recibido en tan cruento combate, que le atravesó el pulmón izquierdo, fue causa de la consunción que se exacerbó en el año citado.
En la primavera de 1848, se estableció en la casa donde le sorprendió la muerte, en el entonces caserío de Miraflores, 5 Km al sur de Lima, hoy parte integrante de la gran Lima, el 5 de abril de 1849.
Al conmemorarse el centenario de su fallecimiento la república hermana del Perú lo declaró prócer nacional y sus restos mortales, que reposaban en un dignísimo mausoleo levantado por suscripción pública, fueron trasladados al Panteón de los Próceres.
En la provincia de Buenos Aires se encuentra la ciudad de Necochea, cabecera del municipio del mismo nombre. El Ejército Argentino denomina con su nombre al Regimiento de Caballería de Tanques Nro 8 con asiento en la ciudad de Magdalena, en la misma provincia. También es homenajeado en las principales ciudades de la Argentina, mediante la imposición de su nombre a diferentes calles. En el Perú es considerado un héroe de la independencia y ostenta el título de Gran Mariscal del Perú. Sus restos descansan en Lima en la iglesia de San Carlos.
El 5 de abril de 1949 al cumplirse el centenario de su muerte el presidente argentino Juan D. Perón solicitó al gobierno del Perú la restitución de los restos del héroe.
La respuesta del gobierno peruano fue que Necochea había vivido mucho más tiempo en el Perú que en la Argentina, que se había transformado en ciudadano del Perú por voluntad propia, que el pueblo del Perú lo amaba y que había sido mariscal de sus ejércitos, por lo que no aceptó el traslado propuesto por la Argentina.

Yaben cierra su biografía recordando un largo fragmento de la justiciera semblanza que Angel J. Carranza hiciera de Mariano Necochea del que extraemos estos conceptos: “Figura gallarda, maneras cultas y desenvueltas, cabello ondeado y renegrido, barba tupida, rostro significativo y mirada magnética, cualidades que reunía una salud de bronce, fuerzas hercúleas, destreza suma en el caballo, y más que todo, una gigantesca reputación de valiente. ...”
“Huracán de furor en la refriega, cuanto benigno en los cuarteles, poseía en alto grado el secreto de aguerrir y hacerse adorar por sus soldados”.
“Patriota sin exageración, subordinado sin humillación, reflexivo antes de resolverse y resuelto sin consultar peligro, su vida era la vida de la Patria. Necochea era el soldado de toda hora y el general en el vivac”.

BIBLIOGRAFIA

EDUARDO F. SANCHEZ ZINNY, Historia del General Mariano Necochea, La Plata, 1939, 2 ts.
RAMON PEREZ DEL VISO, General don Mariano Necochea. Síntesis biográfica, Santa Fé, 1949.
FEDERICO A. GENTILUOMO, Necochea. El General romántico, Tucumán, 1951.
CARLOS ALBERTO SALAS, Muerte y glorificación del Gran Mariscal Mariano Necochea, en La Nación, 16 marzo de 1961. 
GUSTAVO MARTINEZ ZUVIRIA, Los tiempos de Mariano Necochea, Bs. As., 1961.